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Infografía | La violencia contra las mujeres en el mundo en cinco mapas

Por: elpais/24-11-2017

Hungría es el único país de la UE que no penaliza el acoso sexual. Rusia ha despenalizado la violencia de género. Túnez, Jordania y Líbano han prohibido que los violadores se libren de la pena si se casan con sus víctimas.

Cada 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, sirve para hacer balance y analizar los avances (y retrocesos) en este ámbito a lo largo del año. Pero sin duda, este 2017 será recordado por ser aquel en que muchas mujeres se atrevieron a denunciar como nunca antes los casos de acoso sexual. Antes muchas callaban e incluso era percibido como algo inevitable. Existen indicios de que eso está cambiando.

De forma general, las regiones del planeta donde menos se garantizan los derechos de las mujeres siguen siendo África subsahariana, Asia meridional y Oriente Próximo. Pero destacan Túnez, Jordania y Líbano por haber avanzado. En Europa, el continente que más persigue la violencia de género, Rusia sobresale como el país menos seguro para las mujeres. En la UE destaca Bulgaria por no tener leyes que persigan la violación dentro del matrimonio y Hungría, porque no penaliza el acoso sexual.

Además de los avances puntuales por países, este año ha presenciado una lucha global de las mujeres: la campaña #MeToo. 2017 ha sido el año del caso Harvey Weinstein, a raíz del cual cientos de mujeres destaparon la enorme cloaca de casos de acoso sexual cometidos por hombres con poder de las diversas esferas y ámbitos. No obstante, las mujeres que denuncian lo hacen sobre todo en EE UU y Europa, allí donde la legislación es más garantista. Y han tardado en hacerlo. Los expertos recalcan que solo un porcentaje de las víctimas denuncia. En la Unión Europea, una encuesta realizada en 2014 por la Agencia de la UE de los derechos fundamentales indicó que entre el 45% y el 55% de las mujeres había sufrido acoso sexual desde los 15 años, algo que no se traslada en número de denuncias. Las mujeres en Occidente empiezan a señalar a sus acosadores, pero en el resto del mundo queda un larguísimo camino por recorrer, especialmente en África y Oriente Próximo.

En la actualidad, dos tercios de los países (140) castigan la violencia doméstica, pero más de 40 no lo hacen. Y es que la agencia de la ONU contra el Delito(UNODC) calcula que en todo el mundo, el 50% de las mujeres que son asesinadas, lo son por sus compañeros sentimentales u hombres de su familia. En su mayoría, los países que no cuentan con leyes que persigan la violencia contra las mujeres en el ámbito familiar se sitúan en África Subsahariana —menos de la mitad de los países tiene legislación sobre el tema— y Oriente Próximo y Norte de África —uno de cada cuatro—, según el Banco Mundial.

Este año destacan especialmente dos casos: el ruso y el tunecino, aunque por razones opuestas. Rusia, un país donde cada 40 minutos muere asesinada una mujer, despenalizó a principios de este año la violencia de género, rebajándola a una mera sanción económica. Por el contrario, este verano, el Parlamento deTúnez adoptó la ley contra la violencia contra las mujeres más ambiciosa del mundo árabe, que castiga todos los tipos de agresiones sexistas y el acoso sexual.

En torno al 24% de las adolescentes y niñas (750 millones) en todo el mundo están casadas antes de cumplir los 18 años, frente 30% de los años noventa. Elmatrimonio infantil no solo acaba con el proyecto educativo y vital de millones de niñas y mujeres menores de edad, sino que además incrementa la probabilidad de que sufran violencia por parte de sus maridos, según ONU Mujeres.

En términos relativos, África central y occidental es la región donde más prevalece esta práctica: allí, el 40% de las jóvenes están casadas antes de los 18 y el 14% antes de los 15, según datos de este año de Unicef. Pero en términos absolutos, las superpobladas India (26 millones) y Bangladés (18 millones) figuran a la cabeza de los matrimonios de niñas y mujeres menores, según la ONG Girls Not Brides.

La ley en muchos casos sirve de poco. Si bien la inmensa mayoría de países sitúa la edad legal para casarse en 18 años, la proporción de niñas-esposas, no ya antes de esa edad, sino antes de los 15 es muy alta: en Cabo Verde y Burundi, cerca del 30%. Los países africanos copan el ránking, pero los matrimonios antes de los 15 años también se dan en Asia meridional y América Latina pese a estar prohibidos por ley: Camboya (28%), Colombia (17%) o Costa Rica (14%), son algunos de los ejemplos.

En todo el mundo, todavía hay 34 países donde no se juzga a los violadores si están casados con sus víctimas o si se casan posteriormente con ellas. Aún así, este año destacan los avances de tres países árabes: Túnez, Jordania y Líbanohan derogado las leyes que permitían a los violadores no cumplir condena si se casaban con sus víctimas. En muchos otros países, especialmente en África Subsahariana y Asia, la violación no se contempla si se produce dentro del matrimonio, lo que deja a las mujeres desamparadas si quien las viola es su marido. Destaca el caso de India donde, pese a no estar contemplado en la ley, el Supremo dictaminó que sí será considerada la violación cuando se produzca dentro del matrimonio, pero solo si la esposa es menor. Dentro de la UE, Bulgaria es el único país que no reconoce las agresiones sexuales cometidas por el marido.

En torno a 200 millones de niñas se han visto sometidas a la mutilación genital o ablación del clítoris en los 30 países donde hay datos representativos disponibles, según recoge un informe reciente de Unicef. Esta práctica se da especialmente en los países del Sahel, pero también en Yemen y en Irak. Además del sufrimiento físico y del trauma psicológico que supone, la mutilación implica graves riesgos sanitarios y acaba con la vida de muchas niñas. Pese a que en las últimas tres décadas esta práctica ha ido disminuyendo, en Egipto, Sudán y Malí, más del 80% de las mujeres la han sufrido, y en Sierra Leona, Djibuti, Eritrea y Guinea, más del 90%. Hasta el momento, los últimos países en prohibirlo han sido Nigeria (2015) y Gambia (2016).

*Fuente: https://elpais.com/internacional/2017/11/22/actualidad/1511362733_867518.html

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Los avances en igualdad de género “son demasiado lentos”, según la OCDE

09 octubre 2017/Fuente: Granada Digital

Bajo el lema, ‘La búsqueda de la igualdad de género: una batalla cuesta arriba’, hace un llamamiento a la acción al tiempo que denuncia «los pocos avances» experimentados en el mundo desde el año 2012.

La búsqueda de la igualdad de género debe ser una prioridad para lograr un crecimiento sostenible e inclusivo en beneficio de todos los ciudadanos”, ha asegurado la portavoz de la OCDE, Sherpa Gabriela Ramos, en el lanzamiento del informe, que se publica antes de la celebración del Foro de Mujeres que tendrá lugar en París. “No hay razón para que las mujeres sigan detrás de los hombres en los resultados sociales, económicos y políticos. Los países necesitan hacer mucho más para alcanzar los objetivos de igualdad de género”, ha aseverado.

En la última encuesta realizada en 2012 sobre igualdad de género, los países de la OCDE identificaron tres cuestiones en desigualdad: la violencia contra las mujeres, “la persistente” disparidad salarial entre géneros y la distribución desigual del trabajo no remunerado. El documento constata que muchos países “están ahora dando prioridad a estas cuestiones” en sus políticas, y muchos de ellos están presionando para lograr que más mujeres participen en el liderazgo de los sectores público y privado.

La OCDE subraya que “se han hecho algunos progresos” ya que la mayoría de los países de la OCDE están abordando el acoso laboral a través de leyes y reglamentos más estrictos. Además, varios países (como Australia, Alemania, Italia, Japón, México o Reino Unido) han introducido medidas para alentar a las niñas a cursar carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería o la fabricación, y a los niños en materias vinculadas a la salud y a la educación.

No obstante, prosigue el informe, “persisten las diferencias entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida social y económica entre países, y el tamaño de esas brechas ha cambiado poco en los últimos años”.

Añade además que, en las últimas décadas, las tasas de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo se ha acercado a las tasas de los hombres aunque en “todos los países de la OCDE las mujeres siguen teniendo menos probabilidades que los hombres de dedicarse al trabajo remunerado”.

En este punto, el estudio precisa que “cuando las mujeres trabajan, son más propensas a hacerlo a tiempo parcial, tienen menos probabilidades de escalar a puestos directivos, sufren más casos de discriminación y ganan menos que los hombres”. Así, las mujeres ganan de media casi un 15% menos que sus compañeros masculinos, una tasa que apenas ha cambiado desde 2010, según la OCDE.

El informe añade que las brechas de género tienden a aumentar con la edad, “lo que refleja el papel crucial” que desempeña la maternidad en la igualdad de género, que repercute en la remuneración y en el progreso profesional de las mujeres.

Las desigualdades de género también prevalecen en la vida pública, prosigue el documento, ya que las mujeres “están subrepresentadas en cargos políticos, con menos de un tercio de los escaños en las cámaras bajas de las legislaturas nacionales” de los países de la OCDE.

Por ello, el organismo insta a los países a invertir en oportunidades de liderazgo femenino a través de oportunidades de tutoría y apoyo de redes, y considera que los modelos de conducta masculina en la alta dirección necesitan impulsar el cambio en los estereotipos y normas de género que continúan obstaculizando el acceso de las mujeres al liderazgo.

Fuente: http://www.granadadigital.es/los-avances-en-igualdad-de-genero-son-demasiado-lentos-segun-la-ocde/

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Juana Rivas está en mi casa

Por: Lidia Falcón

Y en la de todas las personas de buena voluntad. Porque no podemos consentir que una vez más se ponga en peligro la vida, la salud y el bienestar de unos niños, entregándolos a la insania de un padre maltratador.

Este 8 de agosto todos y todas debemos manifestarnos en la puerta de los juzgados, allí donde estemos, exigiendo que Juana pueda vivir con sus hijos en paz. Porque ese día la jueza –y una mujer tenía que ser- del número 3 de Granada ha impuesto a la madre que hoy debe entregar a su exmarido, condenado por maltrato, sus dos hijos -de 3 y 10 años. Como es ciudadano italiano se los llevará a su país. Y todo este drama mientras el Tribunal Supremo todavía no se ha posicionado sobre el caso tras el recurso de Juana, y suponiendo que se ha aprobado un  pacto de Estado donde se prohíbe entregar la custodia de menores al padre que sea maltratador.

La jueza ha señalado la entrega de los dos menores para las 16.30 horas del día 8 en el Punto de Encuentro Familiar de Granada, al que deberán ser llevados por la madre a fin de que el padre los recoja  y traslade a Italia, donde tiene su «residencia habitual».

Porque el Patriarcado está triunfante en esta nueva ofensiva de los machistas. Los tribunales se llenan de casos en los que jueces y juezas se niegan a proteger a los menores de padres violentos, abusadores sexuales e incluso homicidas.

Veintiséis niños han sido asesinados por su padre cuando convivían con él cumpliendo el régimen de visitas impuesto por algún juzgado. Ángela González Carreño presentó 51 denuncias antes de que el padre asesinara a la hija de 8 años, en la tarde de visita que impuso el juez.

José Bretón quemó vivos a sus dos hijos, Ruth y José, en su finca de Córdoba cuando se los llevó la tarde de visita que impuso el juez.

Daniel Ubiel Renedo asesinó hace dos años a sus dos hijas, Amaia y Candela con una radial y un cuchillo, después de haberles proporcionado unos calmantes, que en el caso de la mayor de 9 años no tuvieron efecto, ya que hubo señales de lucha cuando intentó librarse de la cinta adhesiva con que la había atado. Ubiel había llamado previamente a la madre para decirle que pensaba matar a las hijas para vengarse de ella.

La serie de asesinatos de niños y niñas perpetrados con absoluta crueldad por sus propios padres a fin de hacerle daño a la madre excede de la crónica de un siglo XXI. Solamente en los ritos satánicos y las sectas fanáticas de la Edad Media encontramos hechos semejantes.

Y sin embargo, en el primer tercio del siglo XXI las mujeres seguimos teniendo que defendernos de los ataques de agresores machistas, jueces y juezas formados en los más reaccionarios principios patriarcales que, amparándose en su libertad de criterio, dictan resoluciones que dejan en la indefensión a las madres y a los niños, fiscales que no cumplen con su mandato de proteger a los débiles y legisladores que no piensan modificar las normas legales vigentes, ni aún para garantizar la seguridad de los menores.

Las feministas no sabíamos que los avances conseguidos, tan largas y penosas luchas, durante el siglo XX, para reconocer a las mujeres como ciudadanas con igualdad de derechos con los hombres, podrían revertirse de forma tan cruel y desaforada. Como dice Susan Faludi, la reacción de los sectores machistas de la sociedad no se ha hecho esperar.

Si algún reconocimiento se otorgó a las mujeres en tiempos bien difíciles como los de la dictadura fue el de que indiscutiblemente eran buenas madres y en los procesos de separación se les entregaba la custodia de los menores sin vacilaciones. Ha sido alcanzar la legalización de la igualdad cuya implantación en la sociedad se supone, por eso incluso tuvimos un ministerio de Igualdad y una ley que la garantiza, para que a las mujeres se les achacaran toda clase de maldades, a través de perversas campañas de difusión de la más atrasada ideología patriarcal.

A partir del momento en que se difunde la consigna de que la igualdad se ha instalado en nuestra sociedad, se hace más aguda la discriminación social respecto a los hombres. Ya no basta con que los salarios sean el 30% más bajos que los de los hombres, ni que apenas tengan poder político ni económico, que las violaciones se hayan multiplicado y que la mayoría sufran explotación laboral y acoso sexual, ahora hay que convertirlas en sujetos detestables.

Se ha difundido la especie de que las mujeres presentan denuncias falsas de maltrato; se las acusa de influir malévolamente en los hijos para separarlos de su padre, según un delirante diagnóstico de padecer el SAP, que ninguna autoridad médica ha reconocido, y se les imponen multas y penas de cárcel si no cumplen las órdenes judiciales de entregar sus hijos a un padre violento y peligroso que puede acabar con su vida. Y cuando obediente y mansamente las más sumisas cumplen lo ordenado por el juzgado y el progenitor los asesina, nadie es responsable del incumplimiento del deber de protección que tiene el Estado, según nuestros preceptos constitucionales.

La tutela judicial efectiva que tan pomposamente impone la Constitución es una declaración vacía para los 500 niños que han quedado huérfanos porque el padre mató a la madre, para los más de 60 que han sido asesinados por su propio padre, para las 1.200 víctimas de feminicidio que hemos contado en los últimos diez años.

Como en un remedo de los tiempos siniestros de la persecución de las brujas, las mujeres están siendo víctimas, cada vez en mayor número, de la insania de maltratadores y asesinos, de jueces y fiscales que se complacen en perseguirlas y castigarlas, de funcionarios y médicos y trabajadores sociales que creen que su labor consiste en investigar la maldad de las mujeres en vez de protegerlas, de legisladores que mantienen las normas patriarcales.

Y se cometen cada vez más frecuentemente  infanticidios ante la indiferencia de los responsables de proteger a nuestros niños.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/08/07/juana-rivas-esta-en-mi-casa/

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Machismo y toros

Por: Lidia Falcón

En los últimos Sanfermines varias mujeres han sido violadas y otras más –nunca sabremos su número- manoseadas, acosadas y humilladas por los mozos que participan en la sacrosanta fiesta. Pero en realidad estos hechos salen a luz pública solo desde hace un par de años, porque habían sucedido siempre. Únicamente en menos número, porque las mujeres no estaban en la calle noche y día, compartiendo asfalto con los mozos. Precisamente porque esa es fiesta de machos, y de los machos en la calle y en la plaza, enardecidos y borrachos, persiguiendo, golpeando y matando toros, las mujeres sólo pueden esperar conductas machistas.

Viendo los rostros de los participantes en los Sanfermines, sus risas compulsivas, sus miradas alucinadas, en ese delirio de gritos, cantos, alcohol y crueldad, que dura toda una semana en Pamplona, me pregunto si hemos avanzado algo en civilización y protección de los derechos humanos desde 1928, cuando la Liga Protectora de Animales y Plantas logró su primera victoria consiguiendo que se pusieran petos a los caballos en las corridas.

Explica Wikipedia que “durante todo el siglo XIX las corridas de toros fueron un espectáculo sangriento similar al de un circo romano, pues los ruedos se cubrían de caballos muertos o agonizantes despanzurrados en la arena. La proporción de caballos muertos en las plazas cada temporada era tres veces superior a la de los toros. El periódico taurino madrileño “El Enano”, sin ir más lejos, daba en 1855 la noticia de que en esa temporada se habían matado en Madrid 191 toros mientras en ese ruedo habían muerto por asta de toro 412 caballos, 14 de ellos en las cuadras a consecuencia de las heridas producidas por los toros. Es más, la bravura de los toros se medía entonces por el número de caballos muertos en la suerte de varas”.

El primer avance en la larga batalla por acabar con la fiesta “nacional” comenzó protegiendo a los caballos. Todavía no hemos logrado que se proteja a los toros.

El espectáculo del maltrato, la tortura y el sacrificio de los toros y los caballos en las corridas, arraigado en nuestro país durante siglos, es otra de las penosas manifestaciones del machismo. No es posible pedirles sensibilidad y respeto por las mujeres, por los niños, por los animales, por la madre tierra, a quienes consideran una diversión –y aún peor, un derecho- disponer de varios animales para torturarles hasta una infame muerte.

Hace muy pocos días todavía tuve que soportar que un militante de la izquierda -creerá que es sensible e imaginativo- defendiera la fiesta de los toros alegando la tradición y la defensa que de ella habían hecho grandes hombres de la cultura. Para demostrarlo me citó a Picasso y a Hemingway, como si ser buen escritor o pintor redimiera automáticamente del machismo.

Un antiguo axioma decía que el nivel de civilización de un pueblo se medía en como trataba a las mujeres. Yo añado y a los niños y niñas y a los animales. Ciertamente aplicando ese baremo, España está lejos de situarse en el podium.

Mi abuela Regina de Lamo y otras compañeras que crearon la Liga Protectora de Animales y Plantas, en 1910, tuvieron que desafiar bravamente las críticas que les llegaban trufadas de insultos, improperios y hasta amenazas, de los aficionados, que en aquellos años eran todos. En ese todos entraban los políticos y los intelectuales, los científicos y los escritores, los artistas y los músicos, los albañiles y los aristócratas, los toreros y sus apoderados, los empresarios de las plazas y los grandes de España que dedicaban en Andalucía y en Extremadura cientos de hectáreas de terreno, que quedaban en barbecho, a criar toros de lidia. Y los miles de banderilleros que vagaban por los campos de Andalucía a la busca de una capea que los hiciera famosos y pudieran con ello aplacar el hambre de siglos que arrastraban campesinos y jornaleros.

Y por supuesto todos los miembros de la familia real-exceptuando a la reina Victoria de Batemberg, la inglesa, esposa de Alfonso XIII, que se estremecía ante la barbarie de la fiesta y cuidaba a sus caballos mejor que a sus hijos- durante generaciones fueron  muy castizos y aficionados a la “fiesta nacional”, con aquella princesa Isabel de Borbón, la “Chata”, hermana de Alfonso XII,  tan campechana y castiza, que se hizo famosa porque iba en calesa descubierta a la plaza para que el pueblo le dedicara sus vivas y piropos. La afición torera la continuaron Juan de Borbón y Juan Carlos I, para que no se perdiera.

Bajo la dictadura franquista el NO-DO nos ofreció semanalmente el éxtasis con que el Caudillo y su esposa Carmen asistían a las corridas, cuando los toreros les ofrecían el rabo y las orejas de los astados. La trilogía de curas, toreros y militares era el logo del régimen.

Mis primeros cuentos publicados en El Noticiero Universal contra las corridas me convirtieron en una persona más singular que mi defensa de las mujeres. Aunque ciertamente en Barcelona el entusiasmo por la “fiesta” era inferior que en Madrid o en Sevilla. Pero aún así las dos plazas, la Monumental y Las Arenas se llenaban cada domingo.

Ha sido preciso que recorriéramos penosamente medio siglo, agarradas a una pancarta en la entrada de las plazas de toros, soportando insultos y silbidos, y hasta empujones, de los aficionados, cuyas expresiones de odio definían mejor que cualquiera otra imagen el primitivismo y la ultra reacción, y que educáramos a nuestros hijos y a nuestros nietos en una cultura de la paz y el respeto por todo ser vivo, para que viéramos cerrar las plazas en Cataluña –aunque el toro embolado se resiste a desaparecer- y bajar ostensiblemente la asistencia a las corridas en el resto de España.

Nuestros descendientes, que han continuado la lucha con valor lograron hace poco que se contuviese algo el salvajismo de la fiesta del Toro de la Vega. Se han prohibido al fin el lanzamiento de burros y de cabras desde los campanarios de las iglesias, aunque me han chivado que todavía en algunos pueblos presumen de burlar la prohibición. Y no sé si se sigue arrancando la cabeza a los pobres gansos en Euskadi, al no recibir noticias pienso que la diversión estará muy degradada.

Pero seguimos teniendo la máxima expresión del salvajismo: los Sanfermines de Pamplona –una versión igualmente deplorable pero más pequeñita se da en San Sebastián de los Reyes, al lado de Madrid, que presume de ser la pequeña Pamplona- que siguen gozando de muy buena salud.

Y difícil será erradicarlos porque proporcionan muy buenos ingresos a la ciudad que acoge encantada a todos los nacionales y extranjeros  que encuentran en nuestro país el lugar ideal para desahogar su machismo.

Unas heroicas activistas contra los encierros y las corridas explican que es muy difícil ser antitaurino en Pamplona, y lo comprendo, las compadezco y las admiro. Porque continúan la defensa del progreso y de la civilización que vienen de la mano del respeto y el cariño a los animales.

Y las aficionadas a disfrazarse de sanferminas y salir a la calle a berrear y a saltar, a beber y dar y recibir empujones, en estúpida imitación de las peores costumbres masculinas,  no sé si también corren delante de los toros que en mis tiempos no se veía – no debe de ser muy común porque todos los heridos son hombres-, ya pueden estar seguras de que en semejante compañía y con tales actividades, lo único que pueden esperar de sus compañeros de diversión es que las violen.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/07/09/machismo-y-toros/

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En Malí, la violencia contra las mujeres ha llegado a un nivel jamás pensado

Mali/02 febreo 2017/Fuente:

En Malí, la violencia contra las mujeres ha llegado a un nivel jamás pensado. Hoy enterramos a nuestras hermanas, mañana tal vez a nuestras hijas.

Vemos casos de maridos que asesinan a sus mujeres sin recibir castigo alguno. Lo peor es que a veces hay incluso profesionales de la medicina, agentes de policía o jueces que preguntan qué fue lo que hizo la mujer. Como si hubiera algo que pudiera justificar que le arrebaten su vida.

Es imperativo romper el silencio que rodea a este asunto, y debemos ayudar a las mujeres a hacerse oír. Ningún padre o madre debería alentar a su hija a permanecer en una relación violenta y sufrir en silencio. ¿Acaso es mejor su muerte que un divorcio?

La tarea de detener esta injusticia debe comenzar por los hombres. Deben asumir responsabilidades por sus acciones y comprender que no son dueños de las mujeres, ni superiores a ellas.

Hace poco, junto con otras mujeres y hombres jóvenes que creen en la igualdad de género, organicé una marcha popular contra la violencia doméstica en Bamako. Esto derivó en la creación del Colectivo HVC (Halte aux Violences Conjugales), una red nacional de mujeres y hombres que trabajan para prevenir la violencia doméstica.

Cambiar la mentalidad y las conductas de las personas es una tarea que lleva tiempo, pero por algo hay que empezar. Y ese cambio comienza con nosotros.”

Ballo Mariko

* Ballo Mariko tiene 40 años y es padre de dos hijas y un hijo jóvenes. Es miembro de distintas redes de la sociedad civil que promueven los derechos humanos, así como también del colectivo recientemente fundado conocido como Halte aux Violences Conjugales (Paremos la Violencia Doméstica). ONU Mujeres colabora con la organización en sus acciones destinadas a la promoción de los derechos de las mujeres. La labor del Sr. Mariko contribuye al Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, relativo a la igualdad de género, y a su meta de poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.

Fuente noticia: http://www.africafundacion.org/spip.php?article26371ç

Fuente imagen: http://www.focusonland.com/silo/images/mali-women-_660x439.gif

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Comunicado conjunto UNICEF y ONU Mujeres en referencia a recientes casos de violencia, agresión sexual y feminicidio contra mujeres y niñas en Colombia

Fuente ONU Mujeres / 1 de Enero de 2017

ONU Mujeres y UNICEF rechazan y condenan enérgicamente, a la vez que expresan su profundo dolor e indignación, por el rapto, tortura, abuso sexual y asesinato de la niña Yuliana Andrea Samboni, cuyo cuerpo fue hallado sin vida la tarde de ayer en Bogotá. Extendemos nuestras más sinceras condolencias a la familia de Yuliana y, como agencias del Sistema de Naciones Unidas, nos comprometemos a continuar trabajando de la mano de las instituciones del Estado, organizaciones de la sociedad civil y aliados de la cooperación internacional para garantizar la eliminación de la violencia contra las niñas y las mujeres, como una de las peores lacras de nuestra sociedad.
La conducta del o los agresores no solo refleja desprecio por las mujeres y las niñas, sino también por la condición socio-económica y el alto grado de indefensión de la víctima como ha sido el caso de Yuliana.  Este comportamiento no solo debe causar indignación sino rechazo social, además de la sanción legal y ejemplar que la justicia deberá proporcionar de manera urgente.

El caso de Yuliana es una grave expresión de violencia feminicida y de vulneración de derechos humanos y no puede quedar impune, para que estos lamentables hechos no se deben vuelvan a producir nunca más y para que las niñas y mujeres puedan vivir una vida libre de violencias en Colombia.

Por lo anterior, solicitamos a la Fiscalía que realice una pronta y diligente investigación y a los Tribunales para que provean justicia para la familia de Yuliana.

Hoy, cuando todo el país llora y se indigna con el terrible caso de Yuliana y aún no nos reponemos del terrible feminicidio de Dora Lilia Gálvez en Buga, Valle del Cauca, acabamos de conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres y nos encontramos en los 16 días de activismo.  Es en este momento entonces necesario subrayar la gravedad de la violencia que todavía sufren niñas y mujeres en Colombia y hacer un llamado a la acción conjunta para que toda la sociedad se una a decir “Ni Una Más”.

Las cifras de violencia basada en género y en particular de violencia sexual contra mujeres y  niñas continúan siendo alarmantes: Cada día, entre 2 y 3 mujeres son víctimas de homicidio, muchos de estos casos serán tipificados como feminicidio, es decir, el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer. Durante 2015 más 20 niñas fueron asesinadas. Más de 40.000 mujeres reportaron ser víctimas de agresión sexual, de las cuales 6.000 niñas fueron víctimas de agresión sexual, en promedio cada día a 16 niñas se les practicaron exámenes médicos legales por presunto delito sexual. Niñas, niños y adolescentes siguen siendo en un 86.5% quienes presentan mayores registros de exámenes médico-legales por presunto delito sexual.

Estas cifras deben poner en alerta a las instituciones encargadas de proteger a las mujeres y niñas y prevenir las violencias basadas en género, y a la sociedad en su conjunto. Colombia cuenta con una extensa normativa, muy avanzada y reconocida a nivel internacional, como la Ley 1257 sobre Violencia contra las Mujeres o la Ley 1146 de Infancia y Adolescencia (que contiene un artículo sobre violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes) y la 1719, para prevenir y sancionar la violencia sexual, incluso una ley específica, la 1761, que tipifica el feminicidio.  El país también cuenta con avances importantes en materia de prevención y atención de la violencia contra las mujeres y las niñas, pero aún será necesario intensificar la implementación de esta normativa vigente y de los esfuerzos del Estado y la sociedad civil por contener esta forma de violencia que vulnera los derechos humanos de las niñas y los niños de manera que efectivamente se garantice que no sufran ningún tipo de violencias.

Nos sumamos a las muestras de rechazo frente al caso, pero hoy la indignación no es suficiente. Deben tomarse medidas preventivas concretas frente a esta problemática que atenta contra la integridad física y sexual de las niñas y mujeres, agravada en Colombia por el alto número y tasa de niñas menores de edad que la han padecido y/o siguen expuestas al flagelo de la violencia sexual. Hoy retomamos para Colombia las palabras de la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, en su comunicado en ocasión del pasado 25 de noviembre: “el precio del inmovilismo es inaceptable”. – See more at: http://colombia.unwomen.org/es/noticias-y-eventos/articulos/2016/12/comunicado-conjunto-unicef-onu-mujeres#sthash.Txbg8Ug7.dpuf

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La violencia y el riesgo de defender en América Latina

Por: Andrea Costafreda

En una callejuela sin asfaltar de La Esperanza, en la habitación principal de una casa bajita y humilde, Eva y el resto de Las Hormigas nos explican cómo ofrecen apoyo a las mujeres que se atreven a pedir ayuda. Trabajan brindando protección y asesoramiento legal, psicológico y médico a mujeres sometidas a violencias cuyos orígenes se entrecruzan y refuerzan: la violencia del crimen organizado, la de la trata, la violencia de género, la del conflicto por los recursos, o la violencia política. Cada vez que escuchamos un ruido en la puerta, sus miradas atentas expresan preocupación y parecen preguntar: “¿esperamos a alguien?”. Son valientes, pero el miedo se ha instalado en las reuniones, en las alcobas, entre las ollas, en la realidad de cada pequeño acto cotidiano. Nuestra conversación ocurre en el epicentro lenca, en Honduras, allí mismo donde hace algunas semanas fue asesinada la activista ambiental Berta Cáceres. “Si se atrevieron con ella, con un Goldman, lo que nos puede pasar a nosotras”.

Lamentablemente, este miedo tiene fundamento. A pesar de los avances registrados en los últimos años, América Latina sigue siendo la región más desigual del planeta. La violencia y la desigualdad tienen una estrecha relación. Nueve de las diez ciudades más peligrosas del mundo son latinoamericanas. La región registra las tasas de muerte violenta más altas a nivel mundial (sin incluir los conflictos armados). La desigualdad extrema, en una región donde 32 personas acumulan la misma riqueza que la mitad de su población más pobre, debilita la cohesión social por distintas vías: mermando la confianza interpersonal y el capital social, erosionando la confianza en el sistema político y la democracia, y alimentando el conflicto violento.

Con el período de bonanza económica que ha vivido la región – la «década dorada» según The Economist – se ha producido lo que Albert Hirschman describe como el «efecto túnel«, al referirse a la irritación que generan las diferentes velocidades que operan en el reparto de la prosperidad. En la metáfora utilizada por el destacado intelectual alemán, la sensación de crispación se compara con la frustración que se siente al estar parado con el coche en un túnel, en medio de un gran embotellamiento. Una sensación a la que se le suma el enojo cuando vemos que la circulación empieza a mejorar porque la fila de coches a nuestro lado se mueve cada vez más rápido, pero la nuestra continúa parada. Podemos soportar con resignación un atasco generalizado, pero no toleramos una situación injusta que nos deje rezagados cuando los otros se benefician cada vez más de un contexto favorable. ¡O todos, o nadie!

Pero además, hay una modalidad de desarrollo que reside en la base de esta prosperidad asimétrica y tiene impacto directo en el recrudecimiento de la violencia. El modelo económico extractivista y neoextractivista, atiborrado por el boom de las commodities, ha encendido la conflictividad por el acceso y uso de los recursos naturales a niveles inéditos en la región, y lo ha hecho en abierta colisión con el ejercicio de los derechos económicos, ambientales y colectivos de las poblaciones más vulnerables. Según Front Line Defenders, el 41% de los asesinatos de personas defensoras de los derechos humanos, en América Latina, está vinculado con luchas ambientales, por el derecho a la tierra, el territorio o la defensa de pueblos indígenas.

Para denunciar esta situación, Oxfam acaba de publicar El Riesgo de Defender. En este informe, se alerta sobre una doble realidad. Por un lado, el incremento preocupante de la violencia contra las y los defensores de los derechos humanos en la región, y su relación con la creciente conflictividad ligada al modelo extractivista. Por el otro, el alarmante contexto de impunidad y criminalización del activismo, el riesgo creciente del ejercicio de defender, en el marco de un frágil estado de derecho, ineficaz y omiso ante las injusticias y capturado por los intereses de los grupos de poder.

El año pasado, de los 220 asesinatos de personas defensoras de los derechos humanos a nivel global, 185 se produjeron en América Latina. Una violencia que ha recrudecido en Brasil, Guatemala, Honduras, Perú e, incluso, en el contexto de las negociaciones por la paz en Colombia. La situación se torna todavía más brutal en el caso de las mujeres defensoras, sumándose así a las violencias que ellas sufren cotidianamente, víctimas de un sistema de creencias patriarcal.

Pero además, tal como advierte la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, uno de los grandes problemas que afectan a las defensoras y defensores es la falta de investigación sobre los ataques de los que son víctimas, lo que ha acentuado la situación de vulnerabilidad en que se encuentran. El Informe de Oxfam indica que, de las 63 personas defensoras asesinadas en Colombia durante el año 2015, 21 habían denunciado previamente amenazas y 4 estaban bajo el cuidado de la Unidad Nacional de Protección. En Honduras, de las 14 personas con medidas cautelares de la CIDH, 4 han sido asesinadas en los últimos años. La ineficacia del Estado para proveer seguridad, protección y un acceso universal e independiente a la justicia, explican estos gravísimos hechos para la institucionalidad democrática de la región.

Aquel día, en La Esperanza, esas valientes defensoras hondureñas me contaban que ellas, como las hormigas, eran pequeñas y vulnerables, fáciles de aplastar por criaturas mucho más grandes, agresivas y brutales. Sin embargo, que cuando se juntaban, se organizaban y actuaban colectivamente, podían llegar a mover montañas, que podían picar y picar fuerte, impidiendo que los de siempre, continúen dándoles pisotones.

Tomado de: http://blogs.elpais.com/contrapuntos/2016/11/violencia-riesgo-de-defender-america-latina.html#more

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