México: Los estudiantes que sobrevivieron a la noche de Iguala siguen buscando respuestas

América del Norte/México/Octubre de 2016/Autores: Kirk Semple y Paulina Villegas/Fuente: Insurgencia Magisterial

Dos años después de que desaparecieron 43 estudiantes mexicanos durante una noche de violencia perpetrada, en parte, por las fuerzas de seguridad, el misterio de su destino sigue sin resolverse.

Un pánel internacional de peritos judiciales y expertos en derechos humanos, que pasaron un año estudiando el caso, cuestionaron la habilidad y voluntad del gobierno para llegar al fondo del asunto.

Desde que los expertos se fueron, en abril, el gobierno ha ampliado su investigación, la cual incluye un rango más amplio de posibles sospechosos. Además, el investigador principal del fiscal general renunció después de que se inició una investigación en torno a su manejo del caso.

Aun así, prevalece el sentimiento tanto aquí como en el extranjero de que al gobierno mexicano no se le puede confiar la tarea de averiguar quién fue responsable de la violencia perpetrada en la ciudad de Iguala, en Guerrero, del 26 al 27 de septiembre de 2014, y lo que sucedió con los estudiantes, la mayoría de los cuales estudiaban el primer año. Muchos observadores ahora tienen la esperanza de obtener justicia gracias a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Washington, la cual asignará un equipo para seguir de cerca la investigación.

Los padres de los desaparecidos y muertos —la mayoría pertenece a la clase trabajadora— han exigido respuestas incansablemente. A lo largo del camino, los han acompañado quienes sobrevivieron el ataque, decenas de estudiantes que de alguna manera lograron salir vivos esa noche, pero por siempre llevarán sus cicatrices. Estos son los tres sobrevivientes.

Édgar Andrés Vargas

El jueves pasado, Vargas tuvo una sexta cirugía para reparar su rostro. Esa noche, una bala pulverizó sus dientes superiores y destruyó su maxilar. No sabe por cuántas otras operaciones tendrá que pasar.
Cuando ocurrieron los ataques, Vargas era estudiante de tercer año de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, un instituto de formación para profesores en Ayotzinapa. Fue parte de un grupo de estudiantes que respondieron a llamadas de ayuda por parte de otro grupo que había sido atacado por la policía municipal en Iguala. Los estudiantes más jóvenes habían ido a Iguala, una ciudad cercana, para secuestrar autobuses que los llevaran a una manifestación en Ciudad de México.

Andrés y sus compañeros llegaron después de que los 43 estudiantes desaparecieron. Pero mientras intentaban averiguar qué sucedió, los atacantes abrieron fuego y balearon a Vargas. Él dijo que, a pesar de las heridas, el personal militar e incluso los empleados de una clínica local lo ignoraron.

Cuando finalmente lo llevaron a un hospital municipal —dos horas después de que le dispararon— los médicos le dijeron que, si se hubiera demorado cinco minutos más, habría muerto.

Andrés, de 21 años, ha recibido atención médica en Ciudad de México, y el suplicio ha sido perturbador para él y toda su familia. Su madre renunció a su trabajo como dependienta de una tienda de conveniencia para mudarse a la capital y cuidarlo; sus hermanos menores también se mudaron. Su padre se quedó en su ciudad natal, San Francisco del Mar, en el estado de Oaxaca, para seguir trabajando como director de una escuela primaria y, los fines de semana, como campesino.

El gobierno ha cubierto el costo de los cuidados médicos y le prestó un departamento a la familia. Aun así, han tenido que recurrir a sus ahorros para cubrir los altos costos de vivir en la capital, pues además su madre no ha podido trabajar.

Andrés pasa la mayor parte de su tiempo en el departamento. Cuando sale a ver una película o dar un paseo, se pone un tapabocas… en parte porque le avergüenza tener el rostro desfigurado. “Temo que la gente me discrimine por esto”, dijo.

La universidad permitió que Vargas terminara sus estudios este año, trabajando a distancia, por lo que pudo graduarse a la par de su generación. Todavía tiene la esperanza de trabajar como profesor de escuela primaria, pero ahora también tiene la meta profesional de convertirse en abogado.

“Después de todo lo que pasó, creo que el sistema legal está jodido”, dijo. “¿Quién va a proteger al pueblo?”.

Vázquez supo qué era perder a alguien desde pequeño. Creció en Tlacotepec, un pequeño pueblo de montaña en el estado de Guerrero, conocido por sus cosechas de amapola… y la violencia. Tenía 12 hermanos, pero cinco murieron en su niñez debido a enfermedades curables.

De niño, Vázquez trabajó en el campo, cosechando amapolas y extrayendo su savia, el ingrediente clave de la heroína. Cuando tenía tan solo 7 años, vio cómo unos sicarios abrieron fuego en una fiesta, mataron a una persona e hirieron a varias más. Años más tarde, uno de sus hermanos fue asesinado en una riña que, sospecha, estaba relacionada con una rivalidad entre pandillas.

Creyó que a través de la escuela para profesores escaparía de esa vida. Se convirtió en miembro del comité estudiantil y se metió de lleno en la cultura de activismo político en la universidad.
La noche de los ataques en Iguala, estaba entre los estudiantes que se apresuraron a ayudar a los compañeros más jóvenes y fueron atacados por tiradores no identificados.

Vázquez, quien ahora tiene 28 años, logró escapar sano y salvo. En las semanas y meses siguientes, conforme los 43 desaparecidos se convertían en símbolos de la profunda corrupción e incompetencia del gobierno, Vázquez surgió como principal vocero de la campaña para obtener justicia.

Recorrió México pidiéndole a la gente que tomara las calles para manifestarse y criticar la forma en que el gobierno ha llevado el caso. Terminó por llevar su campaña fuera del país, a Estados Unidos y Europa, levantando conciencia en torno al caso y haciendo presión con políticos y activistas para instar al gobierno mexicano.

Su obra le dio un sentido de propósito y ayudó a evitar la culpa de haber sobrevivido.

Este año, se inscribió en una escuela de derecho en Ciudad de México para convertirse en juez y utilizar su puesto para luchar contra la corrupción incansable del país.

Cuando era más joven, Vázquez a menudo tenía pesadillas en las que veía cómo lo asesinaban; ese era el ambiente de violencia en el que creció. Sueños acerca de su propia muerte aún lo invaden, pero ahora, dice, se ve muriendo por una causa… con un propósito, con una razón”.

Gutiérrez ha estado en coma desde que una bala le perforó el cerebro durante aquellas violentas horas de septiembre de 2014.

Los médicos y su familia miden su recuperación según sus sonidos y micromovimientos involuntarios. Sus párpados a veces se abren. Bosteza. Sus músculos tienen espasmos. Los médicos consideran sorprendente que haya sobrevivido todo este tiempo; sin embargo, creen que las posibilidades de que se recupere de este coma son mínimas.

Le dispararon cuando la policía baleó un autobús al que él y otros estudiantes se habían subido. Sus padres y 13 hermanos, quienes viven en Guerrero, han organizado una rotación para asegurarse de que por lo menos uno de ellos esté a su lado en el hospital en todo momento. Rentaron una pequeña habitación cerca de ahí, donde descansan y se bañan entre turnos.

Ese compromiso ha puesto gran presión en la familia. Uno de sus hermanos dijo que ha pasado tanto tiempo lejos de casa que su propia familia está sufriendo.

“No he podido llevar a mis hijos al parque en dos años”, dijo Leonel, el hermano de 37 años, quien trabaja como conductor de taxi en Tutepec, un pequeño pueblo en Guerrero. El viaje en autobús de su casa al hospital le toma seis horas.

Sin embargo, la familia hizo un pacto para brindarle a Gutiérrez el mejor cuidado posible.

Aldo Gutiérrez, de 21 años, jamás quiso hacerse profesor, dijo su hermano. La escuela, donde era estudiante de primer año, simplemente era una salida de la pobreza. Su verdadero sueño era convertirse en oficial de la Marina mexicana.

“El sufrimiento es muy grande”, dijo Leonel. “Todavía no entendemos cómo nos sucedió esto, por qué le pasó esto a nuestra familia. ¿Cómo es que podemos tener un gobierno que le dispara a sus propios ciudadanos?”.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/los-estudiantes-que-sobrevivieron-a-la-noche-de-iguala-siguen-buscando-respuestas/

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España: La familia del profesor asesinado por un alumno reclama un millón de euros a Enseñanza

20Minutos/15 de abrilde 2016/EUROPA PRESS

La familia de Abel Martínez, el profesor leridano asesinado por un menor que entró armado con una ballesta, reclama al Consorci  un millón de euros. El Consejo de Ministros le concedió a título postumo la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X por proteger a los alumnos.La Universidad de Lleida ha creado una cátedra apoyada por los departamentos de Economía, Enseñanza y Salud de la Generalitat.

La familia de Abel Martínez, el profesor leridano asesinado el 20 de abril de 2015 por un menor que entró armado con una ballesta en el instituto Joan Fuster de Barcelona, reclama al Consorci d’Educació un millón de euros según ha informado el abogado que representa a sus padres y a su hermano, José Antonio Calles, de Calles Advocats.

La familia presentó una reclamación de responsabilidad patrimonial contra el Consorci d’Educació de Barcelona, formado por la Generalitat y el Ajuntament de la capital catalana, al considerar que el centro era el responsable del alumno y fallaron las medidas de control.

Cada uno de los progenitores reclama 450.000 al consorcio y su hermano 100.000 por los daños morales causados. Los familiares padecen duelo patológico y los padres dependían económicamente de su hijo.

El profesor ha sido condecorado por el Gobierno

El Consejo de Ministros le concedió a título póstumo la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X por cumplir con su deber como profesor, protegiendo a los alumnos y compañeros en el IES Joan Fuster.

La Universitat de Lleida (UdL), con el apoyo de los departamentos de Economía, Enseñanza y Salud de la Generalitat, ha creado una cátedra  universidad-empresa en su memoria -dedicada a la educación y a la adolescencia- para dar respuestas innovadoras a las dificultades con que se encuentran muchos jóvenes y a las que tienen que hacer frente los centros educativos.

Abel Martínez nació en Lleida en el año 1979 y desde 2008 ejerció como docente en diferentes centros educativos de Catalunya.

Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/2722297/0/profesor-asesinado/nino-ballesta/reclamacion-familia/

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Panamá: Denuncian maltrato a menores en escuela de Estados Unidos de América

Padres de familia de la Escuela Estados Unidos de América, insistieron por segundo día, en una reunión con las autoridades de este plantel

Por Jorge Quiros/ 12 de Abril de 2016/Fuente: TVN

Padres de familia de la Escuela Estados Unidos de América, ubicada en San Felipe, insistieron por segundo día, en una reunión con las autoridades de este plantel o del Ministerio de Educación (Meduca), para que expliquen sobre las medidas de disciplina del centro educativo.

Según han denunciado algunos acudientes, al menos cinco niños hicieron sus necesidades en el uniforme porque la directora prohibió que se les diera permiso para ir al baño.

La situación ha causado molestia y piden que sea destituida o cambiada de esa escuela, incluso algunas personas dijeron que esas acciones no son de una persona que esté del todo bien, sino de alguien que tiene trastornos.

“Una persona que no deja a niños ir al baño, es una persona que ya llegó al tope”, expresó un padre de familia.

La directora accedió esta mañana a reunirse con los padres de familia y dijo que no se había enterado de la situación hasta que recibió quejas de los padres de familia.

Por otra parte, aseguran que las infraestructuras del colegio están a punto de colapsar y hasta hablaron de una plaga de alacranes.

Una supervisora del Meduca que se presentó en la escuela dijo en cuanto al tema de las infraestructuras, que como forman parte del patrimonio del Casco Antiguo, se requieren algunos permisos especiales para hacer cambios.

Fuente noticia: http://www.tvn-2.com/nacionales/educacion/Estudiantes-necesidades-uniforme-medidas-disciplinarias-maltrato-estudiantes-escuelas-estados-unidos-america_0_4459054058.htm

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