Argentina: Repercusión nacional: Ramayo pidió a los jóvenes valorar la educación gratuita

América del Sur/Argentina/13 Agosto 2017/Fuente: elancasti/Autor:La Voz

El joven se graduó de ingeniero en Informática en Argentina y en Italia casi simultáneamente busca ahora devolver a la Universidad Nacional de Catamarca lo que invirtió en él.

Federico Ramayo, de 26 años, narró su experiencia a Télam y pidió a los jóvenes «valorar la educación gratuita que reciben en Argentina»; aseguró que los programas no son tan diferentes, y que -aunque le costó estar lejos- sintió felicidad cuando hace pocos días consiguió el doble título de ingeniero en Italia.

«Yo quiero devolverle algo a la comunidad y a la universidad pública. Quiero ganar experiencia en el campo laboral y compartir el conocimiento con los estudiantes, profesores y la comunidad a través de clases o capacitaciones ad honorem y generar algún emprendimiento en Catamarca», aseguró Federico.

El joven cursó la carrera de Ingeniería en Informática en su provincia y en septiembre de 2016 partió rumbo a la región de las Marcas, 195 kilómetros al este de Roma, para continuar sus estudios en la Escuela de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Camerino, gracias a un convenio de esa institución con la Universidad Nacional de Catamarca.

Tras vivir y estudiar diez meses en Camerino, rindió el mes pasado su tesis ante un tribunal de profesores italianos y obtuvo la doble titulación como ingeniero en Informática y Laurea Magistrale Computer Science.

«La experiencia de tener un título es una satisfacción impresionante. La felicidad que tenía en el momento que rendí la tesis y me dijeron que estaba aprobado fue única, me puse contentísimo. Uno se siente feliz, feliz de verdad. La satisfacción de haber conseguido lo que me había propuesto desde que arranqué a estudiar fue saber que lo logré», expresó Federico.

Para el joven, «un título no te va a cambiar como persona, pero te va a dar herramientas para defenderte en lo que es el mercado laboral, que hoy en día pide gente especializada y eso te lo da educación universitaria y terciaria».

Los convenios permiten a los alumnos de las facultades de Ciencias Exactas y Naturales, y de Tecnología y Ciencias Aplicadas de la Universidad Nacional de Catamarca obtener la doble titulación en universidades extranjeras, explicó el joven, para quién «no existen diferencias sustanciales» entre los niveles de enseñanza y conocimiento entre Europa y Argentina.

«En mi caso, no tuve parciales hasta el final de los cuatrimestres, lo que si había eran exámenes finales escritos y presentaciones de proyectos. Para mí, no existen grande diferencias entre el nivel de Universidades y el nivel de profesores. Las diferencias, por ahí, están dadas en cuanto a lo estructural, los edificios, el campus que tenía la Universidad de Caerino eran muy cómodos», destacó.

Para el estudiante, «en ningún lugar de Europa la educación universitaria es gratuita. Como mucho es subvencionada, pero no llega a ser gratuita. Yo creo que eso es invalorable para nosotros, porque cada uno tiene la posibilidad de ser lo que cada uno quiera ser, nada te limita».

«En otros países, si uno no tiene cierto nivel económico o no pasa algunas pruebas de puntaje, no puede aspirar a estudiar determinadas carreras. En cambio, en Argentina uno puede seguir lo que quiera sin pagar, eso tiene que ser muy valorado y tenido en cuenta a la hora de plantearte una carrera», enfatizó.

Para el joven, lo más díficil fue enfrentar los primeros días en Camerino y también ser testimonio de la sucesión de terremotos que sufrió esa zona de Italia el año pasado.

«La primera semana fue muy dura, estaba en una de los departamentos del campus solo. Debe haber sido porque en Catamarca yo vivo con mis tres hermanos y mis padres y estaba acostumbrado a siempre estar acompañado. Acostumbrarme al silencio fue algo durísimo. Hasta que comencé a compartir con otro catamarqueño que estaba haciendo el doctorado en informática allá», recordó.

Fue complicado estar «lejos de casa» en un momento tan traumático como fueron los terremotos pero el problema más serio lo tuvieron en el centro de la ciudad, donde hubo muchas familias que perdieron sus casas», señaló Federico, que guarda todo lo vivido como parte de su aprendizaje.

Ahora, ya en su provincia y entre los suyos, y tras recibir varios ofrecimientos para trabajar en la Facultad de Tecnología de la Universidad Nacional de Catamarca, planea la mejor manera de retribuir a su comunidad todo lo que invirtió en sus estudios.

Fuente de la noticia: http://www.elancasti.com.ar/nacionales/2017/8/12/repercusion-nacional-ramayo-pidio-jovenes-valorar-educacion-gratuita-343750.html

Fuente de la imagen: http://img.elancasti.com.ar/u/fotografias/m/2017/8/12/f768x512-111670_167861_0.jpg

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La escuela del 32 por ciento.

Más allá de algunas experiencias novedosas, no se despierta en los jóvenes el deseo de estudiar.

Por: Andrea Sabattini.

¿Se debe esperar un cambio radical en la sociedad para que después se transforme la escuela o es esta la que debe transformar la sociedad?

Ni uno ni otro, pues escuela y sociedad se retroalimentan de forma mutua. Y desde esta postura me pregunto, respecto del índice de pobreza dado a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), cómo puede ser que tras 30 años de recuperación democrática los niveles de pobreza continúen tocando el 30 por ciento, que no se haya podido desmantelar ese otro nefasto legado de la dictadura.

Si bien a la escuela le compete un papel acotado en la perpetuación de la pobreza endémica que sufrimos en la Argentina, algo tiene que ver. Y debemos preguntar si ella no contribuirá a reproducirla, en lugar de a combatirla, como se declama en planes y programas educativos.

¿No se habrá enfrentado el incremento absoluto y relativo de la matrícula escolar operado desde los años 1980, exclusivamente, con pautas compensatorias de mejoramiento infraestructural, provisión de equipos y becas para los más desfavorecidos, pero sin abolir las estructuras organizativas y prácticas que terminan induciendo a miles a desertar del sistema o, tras egresar, a permanecer de por vida atados a planes clientelares?

¿No será que se necesitan argentinos maleables y pobres? ¿Y cómo se relaciona nuestra pobreza con los magros resultados de rendimiento de la Argentina en las evaluaciones internacionales? ¿No habrá una estrecha relación con el 32 por ciento?

Lo cierto es que muchos de los intentos de las últimas décadas de fomentar la igualdad de oportunidades a través de la educación y de formar sujetos que puedan actuar con criterios en todas las esferas sociales han fracasado. Entre otras cosas, por haber expuesto a los niños y jóvenes de los sectores populares a planes y programas sólo asistencialistas o enfocados sobre las condiciones que les posibilitan aprender, y a maestros y profesores, enseñar.

Pues más allá de algunas experiencias novedosas, no se despierta en los jóvenes el deseo de estudiar, y pocas son las herramientas que se les prestan para que enfrenten el consumismo, las adicciones, la vida fácil, la anomia y la transgresión penal.

Blanco y negro

Es necesario redistribuir el acceso a los saberes fundamentales y a la alfabetización digital, como así también afianzar prácticas de enseñanza en las que los estudiantes de todas las extracciones puedan reconocerse.

Como se sabe, para garantizar la igualdad de todos, el Estado debe resignar, llegado el caso, algunos de los principios educacionales tradicionales, tal como el de premiar al estudiante de mayor mérito, pues de otra forma, muchos sujetos alcanzados por la pobreza quedarían excluidos del reconocimiento que ameritan. Y todos lo ameritan, no sólo quienes obtienen las mejores calificaciones.

Es que a diferencia de los sistemas educativos de otros países, donde se persigue optimizar la calidad como valor en sí mismo y seleccionar a los mejores, necesitamos afianzar en la Argentina un modelo que conjugue el paradigma popular con el sustentado en el mérito y el esfuerzo personal, pues de otra forma les estamos diciendo a los chicos que no vale la pena estudiar.

La conciliación de los dos paradigmas puede realizarse, naturalmente, manteniendo al mercado lejos de las escuelas la educación no es una mercancía y sin la proliferación de cupos de ingreso en las facultades.

Con la adopción de un concepto de calidad educativa que concilie los paradigmas de la justicia educativa y el mérito, podremos, por un lado, revertir los magros resultados obtenidos en las instancias evaluativas internacionales y, por el otro, valorar su justo significado con el análisis de los criterios de calidad implementados en esos entornos y su contextualización socioeconómica y cultural.

Sería importante, además, terminar con la construcción de un sistema escolar verticalista, que en sí mismo fomenta la anomia y la falta de autonomía de los actores escolares, y retener a los dirigentes, los padres, los docentes y los estudiantes que desean innovar, para que no continúen desertando de un sistema educativo tan burocrático y castrador para con ellos.

Y tal vez algún día podamos priorizar el interés superior del estudiante, como así también desactivar la maquinaria montada para desmantelar y desarmar proyectos educativos.

Fuente: http://www.lavoz.com.ar/opinion/la-escuela-del-32-por-ciento

Imagen: http://staticf5a.lavozdelinterior.com.ar/sites/default/files/styles/landscape_1020_560/public/nota_periodistica/Pobreza_y_educacion.jpg

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