Uso del arte como mejora de la lectoescritura

España/23 junio 2016/ Autora: Elaime Maciques/ Fuente: Autismo Diario

Hace mucho tiempo emprendí el camino del arte, para poder transitar por las fronteras de lo desconocido, el autismo era una palabra rara que comenzaba a oírse por aquel entonces en Cuba, pero que me atrapó, no por su magia, ni porque me hiciera mejor, sino por los desafíos que profesionalmente me imponía.

Comencé utilizando el dibujo, la pintura, la expresión corporal y danza, como un lenguaje que me permitió comunicarme, y a través del cual pude dar herramientas para que se dieran esos procesos de construcción dialógica, procesos de intercambio social naciendo así un método de trabajo al que llamé Performance, el cual con el correr del tiempo se ha ido enriqueciendo y transformando.

Entendí a través de estos cambios, la importancia de los procesos sensoriales en el desarrollo ya que cuando se logra procesar adecuadamente toda la entrada de estímulos sensoriales se desarrolla una buena madurez  neurológica, que facilita que toda la información que se recibe sea procesada adecuadamente y que tenga un significado para el aprendizaje del niño, quien responde al medio de manera adecuada.  Todo nuestro aprendizaje se sustenta en esas entradas sensoriales y aprendemos a conocer e interpretar nuestro mundo a través de lo que escuchamos, vemos, olemos, tocamos, de cómo vamos dándole sentido al movimiento para integrar nociones de espacialidad, temporalidad, esquema corporal, entre otras adquisiciones psicomotrices.

La percepción como un proceso que le permite al organismo recoger, interpretar y comprender la información del mundo exterior, información que se acopla con las asociaciones cognitivas, dirigiéndose y relacionándose con las diferentes cosas que hay en la memoria, es decir, los conceptos que hemos ido adquiriendo en la conformación tangible del mundo.  Este proceso perceptivo va a depender del desarrollo o madurez y los aprendizajes adquiridos, los bebés no tienen conciencia de su cuerpo, lo perciben fragmentado y aprenden a  autopercibirse de manera gradual y aprenden a controlar las diferentes partes del cuerpo para realizar movimientos intencionados, durante su desarrollo perceptivo aprenden a diferenciar los diferentes estímulos procedentes de un sin fin de sonidos, formas, colores, patrones, movimientos, desarrollando así la habilidad de diferenciarlos, es decir, aprenden a usar sus órganos sensoriales y a conectar esas imágenes sensoriales con sus significados”[1]

El mundo real y el mundo que se percibe – imagen mental – son diferentes ya que todo lo que percibimos a través de nuestros sentidos se construye en el cerebro, por lo que la percepción es un proceso de dos vías, por un lado la información recibida por los órganos sensoriales está influida por la información interna, es decir,  – lo almacenado y adaptado a las vivencias anteriores-, por lo que la percepción  implica tomar  información y darle sentido, siendo un mecanismo  activo, selectivo, constructivo e interpretativo, donde influyen nuestras motivaciones, necesidades, actitudes con  un trasfondo socio – cultural.

Procesos más complejos como el acto comunicativo por ejemplo, necesita de una percepción auditiva, que permita procesar los sonidos e identificarlos para poderlos integrar en unidades fonológicas y producir el habla de manera correcta, sin distorsiones.  Para poder escribir, necesito tener una percepción gestalt visual que integre u organice el todo a partir de sus partes, necesito tener el proceso de figura fondo, una buena coordinación visomotora, así como las percepciones espaciales, para integrar las letras en sílabas y éstas en palabras.  Cuando las percepciones no se integran puede suceder que el niño vea el todo como una entidad individual llena de detalles, pero los cuales no puede procesar de manera simultánea.

Bogdasshina en su libro pone un ejemplo claro a través de la pintura de  Stephen Wiltshire, un pintor con autismo  cuya obra refleja obras arquitectónicas de grandes detalles.  Esta autora explica que “puede deberse a una gran memoria fotográfica que le ayuda a retener toda la escena y algo que es interesante es que puede comenzar a pintarlos a partir de cualquier detalle – que en ocasiones son insignificantes –  y acabarlo con mucha facilidad”.

Lowenfeld (1972) dijo “consideramos el dibujo como un proceso que el niño utiliza para transmitir un significado y reconstruir su ambiente, el proceso del dibujo es algo mucho más complejo que el simple intento que una representación visual”[2]. Ese proceso implica que el niño dibuja para expresar sus propias necesidades, para socializar, para aprender a interiorizar el mundo en el cual está inmerso y así ir poniendo los sustentos de aprendizajes cada vez más complejos.

Troyano et al (2009) en su investigación hace un análisis sobre el dibujo y su relación con funciones y diferentes habilidades que intervienen en el dibujo y que actúan de manera conjunta, entre los que destacamos la percepción visoespacial, mecanismos atencionales, conceptos previos adquiridos, funcionamiento ejecutivo, manipulación y control motor, entre otras. Para Cohn N. (2012) cuando las personas están pintando, están almacenando al mismo tiempo muchos modelos mentales en la memoria a largo plazo o de trabajo que luego combinan para crear representaciones gráficas diferentes. Este proceso resulta muy similar al lenguaje, en el que se almacenan diferentes elementos léxicos que se combinan para generar nuevas y múltiples producciones lingüísticas.

Al pedirle al niño que dibuje o pinte de manera libre y espontánea tiene un componente simbólico, pero además necesita acceder a su léxico mental para poder crear su dibujo, por lo tanto, a medida que se va desarrollando el control de la mano y el niño transita las diferentes etapas del dibujo, hay mayor nivel de desarrollo lingüístico, y las habilidades implícitas en el lenguaje.  Pero además el dibujo y el lenguaje se desarrollan bajo un contexto cultural, el cual es individual y propio de cada niño, lo que enriquece ambos procesos.

Ahora bien, una vez puestos en contexto, la razón de ser de este artículo es compartir con ustedes un caso de una niña de 6 años 7 meses que cursa primero de primaria, con un trastorno del aprendizaje escolar.  Cuando se le pide que dibuje tres figuras geométricas y después la figura compleja de Rey, así como escritura de letras y dibujo de la figura humana se pone en evidencia una dificultad a nivel perceptivo y en la integración de las partes en el todo. Conocía las letras del alfabeto, pero no lograba unirlas en sílabas, por lo que no tenía integrado aún el código de lectura y escritura, los números de dos cifras los leía separados, no tiene el concepto de número, cantidad ni domina las operaciones básicas de cálculo.  Las letras de semejanza gráfica y fonética las cambia y su grafía era distorsionada y poco legible.  Sus habilidades creativas e imaginativas son pobres y si le pedías que dibujara algo, decía que quería dibujar sillas y mesas de la escuela, o un zapato o una falda, pero no lo lograba.

Dentro de su programa de intervención incluyo el Performance, y utilicé para desarrollar la percepción visual algunas pinturas de Joan Miró, debido a su trabajo con las líneas y figuras geométricas, enfocándome en su serie azul y constelaciones la cual se inicia con una conformación de signos caracterizada por la presencia de astros, pájaros y mujeres. Los fondos de las obras están pintados con tonos suaves, y la gran mayoría de ellas están llenas de intersecciones lineales de color negro, con pequeños detalles pintados en los colores primarios que utilizaba Miró: rojo, azul, amarillo.  Unido al arte realizamos ejercicios psicomotrices y sensoriales para trabajar las relaciones espaciales para favorecer así la integración de las letras en sílabas de manera oral para después acceder al código de lectoescritura.

Después de 5 meses de trabajo hemos comenzado a ver los primeros destellos de luz, comienza a realizar un análisis fónico de las sílabas y a leer, aunque aún no de manera fluida.  Su caligrafía en relación a las letras que más dificultades le traían por su orientación empieza a ser más legible y las calificaciones en la escuela pasaron de 4 puntos a 6, poniéndose de manifiesto por parte de la maestra que ha mejorado en un 20% en relación a todo el ciclo escolar.  Ha adquirido la habilidad de utilizar una calculadora y trabaja de manera independiente en sus operaciones de suma y resta, aún los números de dos cifras son percepciones fragmentadas, pero estoy satisfecha con lo logrado.

Aún le cuesta trabajo el realizar frases a partir de una palabra, o sencillamente ponerle un nombre a su obra, pero lo más significativo en ella es su motivación hacia lo que hace, su empeño por lograr más avances, pues es consciente de sus dificultades.  Llega buscando los nuevos retos del día y las nuevas pinturas que trabajará, escoge y selecciona lo que quiere y otros días sencillamente pide dibujar el entorno.  Hemos comenzado a integrar la fotografía para buscar mejorar su campo visual y el foco de su atención.

Sé que nos queda un largo camino, pero aprendí que nada es imposible cuando le pones a tu trabajo algo más que el conocimiento, sencillamente las ganas de dar, hacer y sobre todo divertirte.

Fuente:

http://autismodiario.org/2016/04/22/

 

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Elaime Maciques

Lic. Educación Especial. Máster en Neurorehabilitación. Máster en Psicopedagogía Clínica. Especialista en Hipoterapia. Especialista en trastornos del espectro autista (TEA). Directora de la Fundación de Equinoterapia Verasur, Veracruz, México, autora de los libros Arteterapia: mi mirada personal al interior de los TEA, y Tel: guía para el trabajo profesional y en casa, colaboradora de autismo diario.