Entrevista/06 de septiembre/Fuente: elespectador
El académico está de paso por Colombia para compartir la experiencia de ese país, uno de los modelos educativos más exitosos del mundo. Asegura que algunas claves están en “cuidar” a los profesores con salarios altos y fomentar la creatividad entre los estudiantes.
Singapur es un país pequeño y densamente poblado, donde habitan 5,3 millones de personas en 700.000 km². Desde su independencia de Malasia en 1965 quiso ser una economía robusta y hoy es reconocido por tener uno de los mejores sistemas educativos del mundo, pues ocupa las primeras cinco posiciones en las pruebas Pisa.
Mike Thiurman es el presidente actual del Sindicato de Maestros de Singapur (STU, por sus siglas en inglés) y llegó a Colombia para participar en el III Congreso de Gestión para la Transformación y la Innovación Educativa, organizado por la editorial Santillana que concluirá el sábado.
Thiurman tiene más de 15 años de experiencia en investigación educativa, y en su conversación con El Espectador aseguró que le apostaron a la educación por necesidad. “En mi país no hay recursos naturales, petróleo o nada para cultivar, sólo teníamos humanos. ¿Cómo cambiamos la mentalidad de la gente y transformamos la economía? Con la educación. No teníamos otra opción”, sostuvo.
¿Cómo puede Colombia aprender de la experiencia de su país?
Ya había conocido a la ministra Gina Parody en Singapur, y ella quería entender qué era lo bueno de nuestro sistema, qué funcionaba en nuestro país y qué podía adaptarse al contexto colombiano. Hay una agenda nacional, pero también una agenda global de herramientas universales que están cobrando mucha importancia. Cosas como la comunicación, la colaboración, el pensamiento crítico, la creatividad y ser capaces de adaptarnos y relacionarnos con los otros. Crear conexiones no solamente en términos de relaciones interpersonales, sino ser capaces de entender la perspectiva de los otros.
¿Qué hizo Singapur para estar en los primeros lugares de la educación mundial?
En nuestras mentes, el cambio era la única constante. Éramos una colonia británica, parte de Malasia, invadidos por Japón. Vimos que nuestra economía se transformó y vimos el mundo de afuera que se aceleraba. Si no cambiábamos, perdíamos. En la década de los 60, después de la independencia, empezamos a transformar cosas. Por ejemplo, hoy casi el 100 % de los colegios son públicos.
¿Qué dificultades se encontraron en ese camino de transformación?
Singapur es una sociedad multiétnica, multirracial, multicultural y multirreligiosa, y teníamos que unificar al país porque había colegios chinos, católicos, islámicos. Fue un viaje largo que nos tomó 12 años. No tenemos recursos naturales, no hay gas, no hay minerales, no hay petróleo, nada para cultivar, sólo tenemos humanos. ¿Cómo cambiamos la mentalidad de la gente y cómo transformamos la economía? Con la educación. No teníamos otra opción.
¿Y fue un cambio traumático para los profesores y estudiantes?
Tradicionalmente, los profesores hacen las charlas, procesan la información, parecen ser más inteligentes cada año, y los estudiantes se sientan y escuchan. Eso es algo difícil para los profesores, porque se sumergen en el currículo. “Tenemos muchas cosas que hacer, no hay tiempo para otras cosas”, dicen.
Entonces, ¿el currículo pasó a ser algo secundario?
Debemos entender que el currículo no enseña, la tecnología no enseña, sólo los profesores enseñan. Si los profesores no pueden motivar e inspirar a los estudiantes, van a fracasar. Nuestro foco es que se integre el currículo con las habilidades de los estudiantes.
En América Latina han surgido pequeños brotes de modelos alternativos de educación, pero no hay una posición unificada. ¿Es necesaria?
No podemos ser una educación centrada en el profesor, ni en el currículo, ni en la tecnología, sino en el estudiante. Hay que contestar la pregunta de qué necesita el estudiante cuando se gradúe del colegio. No necesita conocimiento per se, sino poder desenvolverse en el mundo.
Y, en la práctica, ¿cómo se desenvuelve el estudiante?
Los profesores pueden orquestar y facilitar cosas, y otras veces enseñar contenido. Pero deben lograr que los estudiantes hablen, discutan, piensen y compartan ideas. Eso significa hacer que el aprendizaje sea una actividad social.
¿A qué se refiere con actividad social?
Hacer que la educación sea una empresa social. Si nuestros profesores son de mente abierta, los estudiantes serán de mente abierta. Si los profesores desarrollan el pensamiento crítico, los estudiantes también lo harán.
¿Qué debe suceder en un salón de clase para hacer realidad esas nuevas habilidades?
Muchos profesores, por desgracia, sólo tienen una herramienta a la mano que, supongamos, es el martillo. Deben nutrir su caja de herramientas porque no pueden atornillar con el martillo y serrar con el martillo. Deben hacerlo con el destornillador y con el serrucho. Deben utilizar cada herramienta para cada propósito. Necesitamos dotar a los maestros de un conjunto de habilidades.
Para usted, ¿cuál es la habilidad más importante que deben desarrollar los niños?
El pensamiento crítico, que quiere decir preguntarse por qué. Eso se traduce en curiosidad. Los colegios mataron por mucho tiempo la curiosidad y la creatividad. Pero ahora la necesitamos. Dejen que los niños pregunten y no que obtengan respuestas.
¿Cuál es el objetivo del Sindicato de Maestros de Singapur (STU)?
La educación tiene que ser la prioridad número uno de cualquier nación. Por eso la organización busca proteger la educación y cuidar a los profesores.
¿Cómo los cuida?
Con condiciones dignas, valorando su trabajo, creando la atmósfera de profesionales competentes, y un punto clave: el salario.
¿Cuánto ganan los profesores en Singapur?
Están entre los tres mejores pagos del país y se dividen por categorías. En dólares, un profesor nuevo, recién graduado, puede ganar US$2.500 de básico. Si sus responsabilidades aumentan y acumula más estudios, gana más. Y un rector de un colegio, que ha alcanzado los cinco o seis niveles, gana como un subdirector de un ministerio, que es mucho dinero. Pero tiene que probarlo.
Es muy tentador ser un profesor.
¡Mucho! Y también muy difícil. De 100 que se presentan elegimos a los 30 mejores.
Singapur ocupa las primeras cinco posiciones de la pruebas Pisa y Colombia está en los últimos lugares. ¿Qué hace falta para superar esa brecha?
Tenemos que tener en cuenta términos de comparaciones. Shanghái está entre los primeros y es sólo una ciudad de China, y Singapur debería ser comparado con Bogotá, porque la población de nuestro país es mucho menor. Sin embargo, aun así existiría la brecha. Lo más importante es trazarse metas para saber hacia dónde queremos llegar.
Hace poco este medio publicó una noticia que decía que somos obsesivos con los ránquines.
Los ránquines son importantes si significan algo para nosotros. Somos felices con nuestro ranquin de Pisa porque son las habilidades que queremos desarrollar. Pero si fueran otras habilidades, no nos importaría estar en el primer lugar.
Colombia está pasando por un momento de construcción de paz. ¿Cuál es la función de la educación?
La educación es un facilitador del proceso de paz. La educación permite adaptarse, perdonar, abrir la mente y seguir adelante. Aquí es necesario hacer un currículo de la paz, porque necesitamos guiar a los profesores en estos nuevos procesos.
Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/educacion/los-colegios-no-pueden-matar-curiosidad-mike-thiurman-articulo-652473
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