La pulseada con los gremios docentes se torna cada vez más dura.
Por: El Dia.
¿Cómo se desanda el camino de tensiones y desencuentros entre el Gobierno bonaerense y los gremios docentes? Nadie tiene la respuesta. Ayer el conflicto escaló un paso más. Y la perspectiva de un acuerdo parece cada vez más lejana.
La administración de Vidal asegura que ya ha hecho el máximo esfuerzo posible para mejorar la oferta salarial. Los gremios la rechazaron y anunciaron la continuidad del paro. Todo parece encaminarse hacia un punto de difícil retorno.
En este contexto, el Gobierno parece apostar ahora a que la medida de fuerza entre en una zona de desgaste que obligue a los gremios a replantear su estrategia de negociación. Hay un dato que destacan los funcionarios: “La adhesión al paro disminuyó a lo largo de la semana”. Hablar de porcentajes de acatamiento es meterse en un terreno resbaladizo. Las cifras del Gobierno y la de los gremios se contraponen. Hacer una medición “imparcial” es prácticamente imposible. Sí puede corroborarse que, al menos en La Plata, la medida de fuerza no tiene una adhesión absoluta.
La dinámica propia de cualquier conflicto sindical hace que una huelga prolongada se termine debilitando, inexorablemente. Sin embargo, no está claro cuál es el costo final del conflicto ni cómo se reparte. A esta altura, ni los gremios ni el Gobierno parecen estar en una posición cómoda.
Las encuestas que manejan en despachos oficiales coinciden en un punto: la mayoría cree “injusto” que los chicos paguen las consecuencias del conflicto y se queden sin clases. Pero también considera que el reclamo de los maestros es justo y debería ser atendido.
Es un conflicto complejo. Los intentos por simplificarlo (como si todo se redujera a una pulseada entre Vidal y Baradel) no parecen reconocer los matices y la magnitud de la situación.
Más allá de su pertenencia o no a un determinado sindicato, hay un consenso casi unánime entre los docentes: consideran que su tarea no está bien remunerada y que además deben cumplirla en condiciones penosas.
El Gobierno busca hacer equilibrio: reconoce esa realidad; trata de explicar que no está en condiciones de revertirla inmediatamente y confronta exclusivamente con la dirigencia sindical, a la que acusa de estar embarcada en una estrategia política con intereses inconfesables.
¿Logrará la administración de Vidal trazar una raya entre “los docentes” y los “sindicalistas docentes”? Es otra pregunta que no encuentra respuesta.
Hay que decir, sin embargo, que los dirigentes sindicales tienen un termómetro fiel que marca el humor de las bases. Las escuelas están en virtual estado de asamblea permanente.
¿Hasta cuándo aguanta una familia con las escuelas de paro?
Hay una variable -mientras tanto- difícil de medir con precisión: el impacto de la medida entre los padres. ¿Hasta cuándo aguanta una familia con las escuelas de paro? ¿Cómo se digiere un conflicto que parece no tener salida? ¿Cómo se canaliza y hacia dónde la presión de la opinión pública frente a un litigio tan sensible?
En los próximos días el panorama sería más grave. Para muchos chicos será ya la segunda semana sin clases; pero además deben empezar los secundarios, que también se verían afectados por la continuidad de la medida de fuerza, sobre todo la que decretó Ctera con alcance en todo el país.
El conflicto ya no es sólo bonaerense. Ha adquirido una dimensión nacional. Es un problema para la Gobernación pero también para la Casa Rosada.
La discusión, mientras tanto, se ha estrechado hasta alcanzar un minimalismo extremo: la máxima aspiración es que empiecen las clases con normalidad. Cuestiones como la calidad educativa, el saneamiento de un sistema con desequilibrios de todo tipo y la reformulación de la escuela pública, todavía siguen esperando.
Fuente: http://www.eldia.com/nota/2017-3-11-2-30-51–un-conflicto-sin-salida
Imagen: http://cdn1.eldia.com/032017/1489210262102.jpg?&cw=960