Juegos de mesa que educan en emociones

Marta Moreno

La educación emocional debe ser una de las principales máximas de cualquier aprendizaje. Es necesario que el pequeño aprenda a identificarlas desde sus primeros años de vida; de hacerlo, su desarrollo cognitivo, social y mental posterior será mucho más sencillo, ordenado y coherente. Además, aprenderán a gestionar todos los problemas, conflictos y retos que se les presenten a lo largo de su vida. En la etapa infantil, sin embargo, ser emocionalmente conscientes es un beneficio, por ejemplo, para que entiendan y controlen las temidas rabietas.

Desde la escuela puede llevarse a cabo gran parte de esta educación emocional (a través de asignaturas especialmente pensadas para ello, de juegos o actividades curriculares y extracurriculares que puedan aportar este plus) pero, desde casa  tampoco debemos olvidarnos de la tarea. Ante todo, los padres debemos dar ejemplo a nuestros hijos: si nosotros somos emocionalmente conscientes y seguros, nuestros hijos tendrán mucho camino recorrido. De lo contrario, deberemos comenzar también a hacer un ejercicio personal e introspectivo y mejorar aquellos aspectos que sean necesarios.

Sea como sea, existen diferentes alternativas que podemos tener en cuenta para ayudar al niño a gestionar sus sentimientos y emociones. Por ejemplo, nombrándole de manera sencilla cada emoción que sienta o ayudándole a identificar qué es la empatía: siempre intentando que potencien su autoestima. Otra alternativa muy válida también para su aprendizaje Una de ella es el juego: los menores ven el proceso lúdico como un entretenimiento que no asocian al aprendizaje. Según Francisco Mora, doctor en Medicina y Neurociencia, “el cerebro aprende a través de la emoción”  y esta puede proporcionarse a través del juego lúdico.

Para conseguirlo, hay varias opciones al alcance de las familias: juegos que no necesitan materiales, de imitación, inventados, al aire libre o, por ejemplo, los juegos de mesa. A través de ellos aprenderán, se divertirán y también pueden ser una excusa para pasar un buen rato en familia. Tienen diferentes beneficios: fomentan la imaginación, el trabajo en equipo y para aprender a perder. Estos, además, educan en emociones.

Algunos, muy conocidos, se pueden adaptar a este fin. Otros, sin embargo, están especialmente pensados para ello. ¿Os animáis con alguno?

 

 

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Marta Moreno

Redactora en SerPadres.es