Entrevista a Elizabeth Tarrío, médica del Servicio de Urgencias Canario e integrante del grupo de Salud, infancia y detransiciones de la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres.
Cada día son más las voces que, de forma urgente y clara, están denunciando el maltrato que supone para menores que simplemente no se adaptan a los estereotipos de género, la denominada “infancia trans”. Una etapa vital que ahora el Ministerio de Igualdad pretende legalizar como norma con el anteproyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Según la ministra Irene Montero permitir cambios de sexo sin profesionales que validen el proceso o que menores de edad tomen bloqueadores hormonales desde la pubertad como supuestamente inocuos y con efectos reversibles, es lo mejor.
Elizabeth Tarrío, es una de estas voces que claman al cielo por ello. Ella como médica del Servicio de Urgencias Canario e integrante del grupo de Salud, infancia y detransiciones de la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres sabe la aberración de esta realidad. “En mi profesión siempre he tenido la idea de que el mejor tratamiento médico es aquel que se evita, que hay que utilizar los fármacos y la cirugía sólo en los casos necesarios y que la mejor medicina es la preventiva. Educar a niñas y niños libres de imposiciones sexistas en una sociedad en la que puedan desarrollar su personalidad sin etiquetas ni estereotipos es el mejor tratamiento preventivo para la disforia de género”.
- ¿Cómo defines a una sociedad que pretende dejar a un lado a quienes como profesionales validan procesos emocionales tan difíciles como un cambio de sexo?
En cualquier proceso de salud es necesario contar con profesionales con cualificación, más aún en el llamado “cambio de sexo”, en el que concurren una serie de intervenciones psicológicas y fisiológicas determinantes para el resto de la vida, y mucho más cuando se trata de menores en pleno proceso de desarrollo. Es contradictorio pretender disponer de los profesionales sanitarios “a la carta”, limitándolos a la hora de diagnosticar y tratar y orientando su quehacer en una dirección única: afirmar que todas las personas que dicen “sentirse” del sexo opuesto están en lo cierto y se beneficiarán de un cambio de sexo, recetando medicamentos y practicando las cirugías que el propio paciente solicite. A todas se nos escapan aspectos de nuestra psiquis que no podemos o no queremos ver y eso no es diferente en las personas con disforia de género.
Además, es arriesgado legislar en base a lo que cualquiera diga “sentir”, sin ningún tipo de prueba confirmatoria, basándose únicamente en su palabra, porque crea inseguridad jurídica. En países con este tipo de leyes están teniendo gran cantidad de problemas al permitir que hombres, que no son mujeres transexuales, accedan a espacios de mujeres y niñas, como cárceles, vestuarios, hospitales, etc. o a competir en deportes femeninos, tan sólo con decir que son mujeres.
- ¿La demonización de los informes médicos es la herramienta del marketing cuir para ganar clientes?
No hay que olvidar los grandes beneficios económicos que reportan los tratamientos hormonales y las cirugías a sectores como las farmacéuticas. Se está vendiendo la disforia de género como algo normal e incluso deseable, obviando la realidad del sufrimiento que conlleva rechazar tu propio cuerpo y banalizando los efectos irreversibles de las cirugías y la dependencia de medicación de por vida. Quien padece disforia necesita de una atención compasiva acorde a su caso particular. Es también una amenaza velada a los profesionales sanitarios que disienten del modelo afirmativo de género como única vía para tratar la disforia, quienes corren el riesgo de ser sancionados e incluso perder sus trabajos, lo que ya ha ocurrido en algunos países.
- Has señalado por activa y por pasiva que el que a una persona le requieran un informe médico no es algo patologizador sino lógico y necesario.
Así es, se requieren para opositar a bombero o policía, para sacarse el carnet de conducir, para trabajar en empresas, tramitar la adopción a menores, etc. Es un documento legal para descartar patologías, no para patologizar. En mi opinión, se debería solicitar una valoración psicológica exhaustiva con mucha más frecuencia de lo que se hace. Por esto escapa de toda lógica que se proponga eliminar la solicitud de un informe médico en algo tan sensible como es no sentirse conforme con el sexo. De hecho, muchas personas transexuales están de acuerdo con la necesidad de una valoración y atención psicológica adecuadas.
Pretendiendo despatologizar la disforia se ha intentado comparar con la orientación sexual, cuando tener una orientación sexual u otra no implica cambios físicos ni legales en la vida de una persona, ni afecta al resto de la sociedad.
- ¿De forma sencilla que es lo que se ve en este proceso?
En España, las Unidades de Identidad de Género tienen bastante autonomía y están constituidas por equipos multidisciplinares en los que psiquiatras, psicólogas, endocrinólogas, cirujanas, etc. valoran y deciden cómo llevar el proceso de cada persona. Es por esto que en unas unidades se realizan evaluaciones psicológicas más exhaustivas que en otras. En países que llevan ya tiempo con las leyes de autoidentificación de género lo que está ocurriendo es que las valoraciones suelen limitarse mayormente a afirmar el sexo “sentido” por el paciente e iniciar la transición, por lo que profesionales cuya ética no les permite aceptar este único camino han renunciado a sus puestos de trabajo en algunas clínicas de género.
Por otra parte, para el cambio del sexo registral en España, lo que se pide actualmente es un informe de un médico o psicólogo colegiado que confirme que existe disonancia entre el sexo y la llamada identidad de género sentida, que es persistente en el tiempo y que no existen trastornos de personalidad que pudiesen influir en la misma.
También se solicita un informe del profesional que ha dirigido los tratamientos médicos, en el que se acredite la toma del tratamiento hormonal por al menos dos años. Este se omite en el caso de menores o de contraindicaciones médicas. Debido a la gran cantidad de efectos secundarios del tratamiento hormonal, es bastante fácil demostrar estas contraindicaciones, por lo cual, en la práctica, no se puede obligar a nadie que no desee hormonarse a hacerlo para conseguir el cambio legal de sexo.
- ¿Cuál es el papel de los padres durante el tiempo que dura esta evaluación? ¿También se les valora a ellos?
Cuando se trata a menores de edad se debe realizar una evaluación exhaustiva tanto de la niña o niño como del entorno que le rodea, lo que incluye principalmente a los padres. Grupos de trabajo de varios países, que actuaron en esta línea, entre ellos Kenett Zucker o la Unidad de Transexualidad de Málaga, han coincidido en afirmar que en torno a un 85% de menores observados desistieron de transicionar una vez superada la pubertad de manera normal.
Lo que sucede con las clínicas de género que están proliferando en algunos países, es que la valoración psicológica se orienta casi exclusivamente a seguir adelante con la transición social y física. A veces incluso con tres entrevistas de una hora de duración ya se prescriben bloqueadores hormonales.
La mayoría de padres que acuden a estos centros no reciben información suficiente acerca de los efectos adversos de los tratamientos a los que se verán expuestos sus hijos, mientras que por otro lado los asustan con la posibilidad de que su hija o hijo sea infeliz e incluso se suicide si no transiciona, cuando la realidad es que en menores con disforia las tasas de suicidio no difieren sustancialmente de las del resto de adolescentes, que pueden ser debidas a trastornos subyacentes y que incluso el tratamiento hormonal tiene como efecto adverso el aumento de tendencias suicidas. Ante el miedo y desinformación los padres no tienen otra opción que aceptar que su hija o hijo es transexual.
- ¿Os encontráis con casos en los que se recurre a la transexualidad para enmascarar otras patologías o vulnerabilidades que pudieran desencadenen la disforia?
En estudios realizados por quienes trabajan con menores que presentan disforia de género, se ha reportado un porcentaje bastante alto de coexistencia de depresión, ansiedad, trastornos alimentarios, trastornos del espectro autista, antecedentes de bullying, abusos físicos o sexuales, aislamiento social, etc. Todas estas condiciones pueden agravar e incluso desencadenar la disforia, de allí la importancia de un diagnóstico riguroso.
Tampoco es de extrañar que menores, principalmente niñas, puedan ver en la transexualidad una solución a los conflictos que conlleva la pubertad, encontrando apoyo en grupos de transactivistas en redes sociales que les reportan la sensación de pertenencia. Este es un fenómeno creciente al que se ha dado el nombre de Disforia de Inicio Rápido. En países como Reino Unido el porcentaje de niñas que transicionan ha aumentado un 4400% en menos de 8 años.
También se ha visto que muchos menores disconformes con el género presentan de adultos orientaciones sexuales no heterosexuales, lo que pudiera explicar el rechazo a los roles de género impuestos socialmente.
- ¿Cuáles son las consecuencias de banalizar la salud mental?
En primer lugar, al ser privado de un diagnóstico y tratamiento adecuados e individualizados, lo que es necesario incluso en el caso de que necesite transicionar al otro sexo, las consecuencias pueden ser negativas para el paciente.
En segundo lugar, para la sociedad, principalmente las mujeres, es peligroso presuponer que no existan personas que dicen sentirse del sexo opuesto debido a una patología psiquiátrica que pudiera ser potencialmente riesgosa o simuladores que busquen sacar algún provecho personal. Esto perjudica incluso a las personas transexuales.
- ¿Qué opinas de aquellas voces que dicen que los bloqueadores hormonales no son para tanto?
Los bloqueadores hormonales se han usado para tratar algunos tipos de cáncer (próstata, ovarios), endometriosis, fibromas uterinos, infertilidad femenina, pubertad precoz, incluso para castrar a delincuentes sexuales, y se están dando masivamente a niñas y niños sanos, sin estudios que avalen este uso, en lo que se puede calificar de medicina experimental en menores, pero sin seguir los procedimientos éticos habituales en este tipo de experimentaciones. Al detener la pubertad no sólo se detiene el desarrollo de órganos sexuales, sino el crecimiento óseo, maduración cerebral y múltiples procesos fisiológicos.
Entre los efectos adversos más frecuentes tenemos osteoporosis y fracturas espontáneas, infertilidad, pérdida del deseo y placer sexual, dolores articulares, menopausia precoz, aumento de peso, diabetes, etc. Dentro de los más preocupantes: trastornos psicológicos como depresión severa y ansiedad, labilidad emocional, pérdida de la memoria, caída del coeficiente intelectual, mayor riesgo de suicidio y autolesiones y exacerbamiento de la disforia; por lo que en realidad empeoran el problema que pretenden solucionar. Menos frecuentes, pero no desdeñables: infartos al miocardio, arritmias, infartos cerebrales.
Estos son pocos efectos de una larga lista en la que se ve cómo afectan a todos los órganos y sistemas de un cuerpo sano. De esto no se advierte a los padres y en el prospecto del medicamento la información está bastante limitada y enfocada principalmente a su uso en adultos.
- ¿Por qué no reacciona la Asociación Española de Pediatría ante todo esto?
Que desde la Asociación Española de Pediatría no se hayan pronunciado al respecto no es algo que llame mucho la atención si se tiene en cuenta que desde hace años promocionan ultra procesados y productos industriales indudablemente insanos para la infancia. Lamentablemente los intereses económicos pesan mucho y la industria farmacéutica saca un beneficio indiscutible de que una gran cantidad de personas dependan de medicación de por vida y cirugías desde muy jóvenes.
Fuente: https://lahoradigital.com/noticia/28856/igualdad/educar-a-ninas-y-ninos-libres-de-imposiciones-sexistas-es-el-mejor-tratamiento-preventivo-para-la-disforia-de-genero.html