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La dignidad de la infancia

Por: Claudia Rafael

Niñas y niños son sujetos políticos. A contracorriente de lo que plantea la ministra de Desarrollo Social. Como quedó plasmado en cada una de las marchas históricas del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo. Como planteaba Alberto Morlachetti la infancia tiene voz. Y hay que escucharla.

Si un pibe se muere al lado de una pila de comida… ese pibe muere asesinado. Por eso el hambre es un crimen. Es mentira que el capitalismo tiene un rostro humano, no tiene ninguno. Haber inventado el hambre en la Argentina es lo más perverso que pasó en este país. (Alberto Morlachetti)

“Un niño es un sujeto político. Y ese niño tiene que tener voz. Hay que escucharlos”, decía Alberto Morlachetti. A kilómetros luz de ese pensamiento se ubica la convocatoria de la ministra de Desarrollo Social de la Nación cuando pidió la intervención de la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes para evitar que haya pibes en los acampes piqueteros. Corre toda responsabilidad estatal sobre el hambre y las privaciones de las infancias y culpabiliza a sus familias por impedir que estén “en las escuelas, en los clubes o en las instituciones de sus barrios, ejerciendo sus derechos a educarse, alimentarse, relacionarse con sus pares y jugar”.

¿Acaso esas infancias a las que alude la ministra están atravesadas por todos los derechos enunciados por escrito en las leyes y en las convenciones nacionales e internacionales? Desmembrar esa misma frase desnuda con una contundencia inapelable que los chicos que no quiere en los acampes se alimentan en las escuelas, clubes e instituciones barriales. Y no junto a sus familias porque –elude la ministra ese tramo de la realidad que rodea a siete de cada diez niños que son pobres y al 16,3% que son indigentes- hace demasiado que no hay un plato sobre la mesa.

La historia misma de la humanidad ha contado con manojos de pibes en cada lucha. Cuando 22 años atrás arrancaba en la Quiaca aquella marcha heroica del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo cuatro centenares de niñas y niños recorrerían casi 2000 kilómetros y plantaban bandera con su mirada de la vida: “Marchamos para que todos los chicos que están en la calle puedan tener un hogar y que los padres que están sin trabajo puedan tenerlo”, decía una de las chicas criadas en Pelota de Trapo.

En esa y en cada una de las marchas posteriores se fueron enriqueciendo y fueron a su vez enalteciendo el contenido de los reclamos desde su propia óptica. Decían apenas unos pocos años después que “estamos marchando porque cuando termina la zafra y la cosecha de limón nuestros padres quedan sin trabajo. Perdimos la mitad del año de clases porque el gobernador no les pagó a los maestros. Queremos, además, comer en nuestras casas y no en un comedor”, refería una niña tucumana. Y un chico santiagueño planteaba que “marchamos para que no nos desalojen de nuestra tierra y para que se cumplan los derechos de los niños. Vamos a seguir marchando porque no debe haber hombres sin tierra ni tierra sin hombres”.

O también, otra niña que contaba que “marchamos para que la Patagonia no sea un lugar ignorado por los gobernantes, para que no se negocien nuestras tierras como fueron expulsados nuestros hermanos mapuches y para que nunca en la Patagonia haya un repositorio nuclear”.

Es hora de que quienes hoy se debaten en una pugna obscena por puestos y sillones asuman sus propias responsabilidades en el padecimiento febril y doloroso de las infancias. No se trata de exigir a una defensoría que controle si niñas y niños están con sus padres y madres en acampes, marchas o protestas. Se trata de ubicar las deudas en la columna del debe y asumirlas sin desmarcarse de las propias responsabilidades.

Si el hambre sigue siendo este crimen cotidiano por el que hay que alzar la voz en cada rincón, en cada calle, en cada plaza, en cada esquina es porque hay responsables concretos, con nombre y apellido y conscientes de sus propias falencias y de sus propias obligaciones e incumbencias. Porque haber inventado el hambre en la Argentina es lo más perverso que pasó en este país.

Fuente de la información e imagen: Pelota de Trapo

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Racismo y discriminación golpean a millones de niños en el mundo

El racismo y la discriminación ejercida contra los niños y las niñas por su origen étnico, su idioma y su religión continúan extendidos en muchos países del mundo, mostró un estudio de Unicef divulgado con ocasión del Día Mundial de la Infancia, este 20 de noviembre.

Catherine Russell, directora general del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), dijo al presentar el reporte que “en el Día Mundial de la Infancia, y cada día, todos los niños y las niñas tienen derecho a sentirse incluidos, recibir protección y tener las mismas oportunidades para desarrollar todo su potencial”.

El documento, “Negación de los derechos: Los efectos de la discriminación sobre la infancia”, muestra cómo el racismo y la discriminación afectan a la educación, la salud, y el acceso al registro de nacimientos y a un sistema de justicia imparcial y equitativo.

Asimismo, pone de manifiesto las grandes disparidades que existen entre grupos étnicos y minorías, y no solo en los países privilegiados por su riqueza sino también en muchas de las naciones pobres y en desarrollo.

Entre sus hallazgos, el informe revela que los niños y niñas, entre siete y 14 años y de grupos etnolingüísticos y religiosos marginados de 22 países de ingresos bajos y medianos, están muy por detrás del resto en cuanto a las aptitudes de lectura.

Por ejemplo, en República Centroafricana, Gambia, República Democrática del Congo y Sierra Leona, las aptitudes de lectura del grupo étnico más favorecido cuadruplican a las de la etnia más desfavorecida, y se duplican en países como Bangladesh, Macedonia, Mongolia, Suriname o Vietnam.

Diferencias semejantes se encontraron cuando se analizaron los casos de los grupos lingüísticos y religiosos más y menos favorecidos en los países estudiados.

Un análisis de los datos relativos al número de niñas y niños registrados al nacer -un requisito previo para acceder a los derechos básicos- reveló importantes disparidades entre los distintos grupos religiosos y étnicos.

Así, en Laos se registra el nacimiento de 59 % de los niños menores de cinco años de la etnia minoritaria mon-khmer, frente a 80 % de los del grupo étnico lao-tai. En Zimbabue los niños de familias cristianas presentaron una tasa de esos registros superior a los de las familias de religiones tradicionales o sin religión.

Los 12 millones de romaníes son la etnia minoritaria más numerosa de Europa, distribuida en muchos países, sobre todo de Europa central y oriental, y sus niños están entre los más discriminados, con altas tasas de pobreza, menguadas perspectivas laborales y escaso apoyo y acceso a servicios sociales.

En ellos también se encontraron altas tasas de desescolarización, de seis por ciento en algunos países y más de 20 % en Kosovo, Macedonia del Norte y Montenegro. A esa situación se suma el incremento de los matrimonios infantiles, lo que cercena posibilidades de educación, sobre todo de las niñas.

Unicef muestra que también en materia de salud, como en acceso a vacunas y a los servicios de agua y de saneamiento, la discriminación y la exclusión han persistido para millones de niños y niñas de grupos étnicos y minoritarios.

Un estudio en 64 países constató que, en más de la mitad, las tasas de vacunación de los niños pertenecientes a los grupos étnicos minoritarios eran más bajas, y en cinco países se observaron diferencias de 50 puntos porcentuales o más.

En cuanto a políticas disciplinarias, el informe mostró que en Estados Unidos los niños y jóvenes negros tienen una probabilidad casi cuatro veces mayor que los niños blancos de ser expulsados temporalmente de la escuela, y más del doble de probabilidades de ser arrestados por incidentes ocurridos en el entorno escolar.

En Reino Unido los niños negros, asiáticos y de grupos étnicos minoritarios están sobrerrepresentados en casi todos los niveles del sistema de justicia penal del país. En Inglaterra y Gales, los niños de raza negra tienen cuatro veces más probabilidades de llegar a ser arrestados que los niños blancos.

El análisis insiste en que la discriminación y la exclusión acentúan las privaciones y la pobreza intergeneracional, y tienen graves consecuencias para la salud, la nutrición y la educación de la infancia.

Además, los niños y niñas que sufren discriminación y exclusión tienen una mayor probabilidad de ser encarcelados, de presentar tasas más altas de embarazos en la adolescencia, y de obtener ingresos más bajos y acceder a menos oportunidades de empleo en la edad adulta.

Según una encuesta del mecanismo de Unicef U-Report, que recabó la opinión de 407 000 personas, casi dos terceras partes de ellas percibieron la discriminación como algo común en su entorno, y casi la mitad cree que esas prácticas han tenido un impacto significativo en su vida o en la de alguien que conocen.

“Sufrir exclusión y discriminación durante la infancia puede dejar secuelas de por vida. Nos perjudica a todos. Y todos tenemos el poder de luchar contra la discriminación ejercida contra la infancia: en nuestros países, comunidades, escuelas, hogares y en nuestros propios corazones”, concluyó Russell.

Fuente de la información e imagen: https://ipsnoticias.net

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La infancia cuenta en México 2022: niñez y desapariciones

Por: Adolfo Córdova

La primera vez que Fernando acompañó a su tío a buscar tenía cinco años. “Era un día como este, así [soleado y caluroso]. Como yo nunca había subido a un cerro me dio mucho trabajo porque te resbalabas. Sentía un poco de nervio que me fuera a caer porque eran tiempos de lluvia y la tierra estaba suelta. Mi tío me dijo que ahí estaba enterrada una persona y la desenterramos y sí estaba ahí. Por información de las personas lo encontramos. Escarbamos con pala y pico. Yo nomás sacaba la tierra. No pensé nada. Solamente pensaba en la persona, que la habían enterrado», así lo recuerda Fernando, que hoy tiene 10 años, así lo cuenta a la periodista y escritora Paula Mónaco Felipe en el informe La Infancia Cuenta en México 2022: niñez y desapariciones publicado hace dos días por la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).

Fernando también le dice a Paula que recuerda que aquella vez sintió que una persona iba a «poder regresar a su casa con sus familiares». No le entristecen las búsquedas, lo hacen sentir útil, le ruega a su mamá que lo deje participar, acompañarles a buscar a su otro tío, desaparecido cuando él era bebé, pero ella a veces ni siquiera le permite salir de su casa en Huitzuco, Guerrero, por miedo a las balaceras.

Los encierros para Fernando ya eran previos a la pandemia y todavía no terminan. «La desaparición y la violencia existen, eso es lo que hace más daño. Ahorita que hay balaceras yo le digo ‘no vas a salir porque está feo’. A qué salen los niños a la calle si hay balaceras o un muerto. ‘Ya no vas a salir hasta que esto pase’. Ya que se tranquiliza, empiezan a salir los niños pero sí es más encierro”, así lo narra Mayra Vergara, la mamá de Fernando, a Paula, en marzo pasado.

Fernando con la foto de su tío desaparecido. Fotografía: Miguel Tovar.

Sobre las desapariciones y búsquedas nadie habla en la escuela de Fernando, tampoco en la de Valentina, una niña de su misma edad, que también busca a su tío, pero en Torreón, Coahuila.

En una marcha en la Ciudad de México, Paula entrevista a Valentina: «¿Cómo te sientes como niña y sobrina de alguien desaparecido?», «No es fácil, la verdad, vivir sabiendo que no estás con tu tío, que me falta una persona. Sí tendré más tíos pero él también es importante para mí y me gustaría tenerlo aquí».

Monse, que tenía 13 años cuando desaparecieron a su hermana mayor y hoy tiene 20, dice: “Fue un proceso muy difícil y actualmente sé que existen peligros pero ya no tengo miedo de salir. Me he apoyado en varias personas y me refugié, afortunadamente, en el feminismo”.

Valentina. Foto: María José Martínez/REDIM.

Valentina. Foto: María José Martínez/REDIM.

¿Tendrían que participar niñas, niños y adolescentes en estas búsquedas y marchas? Varios expertos y les propios padres y madres entrevistades se lo preguntan constantemente en el documento. Fue una pregunta espejo sobre la pertinencia de abordar el terrorismo de Estado en la literatura infantil la que me hizo entrevistar a escritoras y escritores y empezar una serie de entradas sobre la cuestión en 2014.

Y no, claro que no tendrían, si hubiera Estado de derecho, si el Estado nos cuidara y no justo lo contrario, pero el consenso es que si forma parte de su realidad y de sus propias preguntas, excluirlos es una práctica adultocéntrica más. Considerarlos sujetos de derecho significa darles la esperanza, ganas de vivir: ellas y ellos pueden generar un cambio. Hacer carteles de protesta, dibujar teorías y escribir cartas fue lo que hizo a les niñes de quinto grado de primaria con les que hablé de Ayotzinapa expulsar el miedo a desaparecer.

Interiores del libro La infancia cuenta en México: niñez y desapariciones.

De hecho, excluirles es negarles un derecho. Así lo recuerda Paula Mónaco en este documento luego de compartir la invitación de María Luisa Núñez, madre de Sebastián, un hijo buscador: “No los excluyan, intégrenlos. Desde pequeña edad intégrenlos para que estén preparados porque si los excluyen eso los va a afectar más”.

«El artículo 138 de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada», escribe Mónaco, «determina que en su calidad de ‘familiares’ tienen derecho a:

´I. Participar dando acompañamiento y ser informados de manera oportuna de aquellas acciones de búsqueda que las autoridades competentes realicen tendientes a la localización de la Persona Desaparecida; II. Proponer diligencias que deban ser llevadas a cabo por la autoridad competente en los programas y acciones de búsqueda, así como brindar opiniones sobre aquellas que las autoridades competentes sugieran o planeen. (…) V. Acceder a las medidas de ayuda, asistencia y atención, particularmente aquellas que faciliten su participación en acciones de búsqueda, incluidas medidas de apoyo psicosocial; VI. Beneficiarse de los programas o acciones de protección que para salvaguarda de su integridad física y emocional emita la Comisión Nacional de Búsqueda o promueva ante autoridad competente’, (entre otros derechos)».

Buscadores como Mario Vergara, el tío de Fernando, afirman haber visto «cientos de niños» saliendo con herramienta rústica a buscar. «Mucha gente dice que los niños no deben estar buscando pero es que eso se está viviendo en México: los niños esperan a su papá, saben que su papá no ha llegado y preguntan dónde está. Pues no ha llegado y hay que salir a buscar», así lo cuenta Mónaco más adelante.

Claro que nadie quiere naturalizar estas búsquedas, ojalá que niñas, niños y adolescentes no tuvieran que salir a buscar. La publicación se debate entre mostrarlo como algo común y al mismo tiempo extraordinario, intentando desnormalizarlo. Lo mismo con la propia crisis de las desapariciones en México. No es normal que niñas, niños y jóvenes tengan miedo a desaparecer.

Niñas, niños y adolescentes en la protesta en el día de las madres. Ciudad de México, 2022. Foto: María José Martínez/REDIM.

Las historias de Fernando y Valentina, junto a las de las hermanas Monse y Jade, de 20 y 11 años de edad, que empezaron a buscar a su hermana cuando tenían 13 y 3; la de Sebastián, de 14, que busca a su hermano en Puebla; y la de Rubí, de 4 años, que busca a su tía y la de Emiliano, de 5 años, que busca a su papá, integran la segunda parte del documento La Infancia Cuenta en México 2022: niñez y desapariciones.

«Es aquí donde las voces de Fernando, Valentina, Monse, Jade, Sebastián, Rubí y Emiliano nos brindan una pauta para poder entender la pesada carga que llevan a cuestas, así como sus madres y otros integrantes de sus familias. Cuando niñas y niños tienen que salir a buscar a sus seres queridos, ¿cómo garantizar sus derechos y considerarles de manera primordial en todas las medidas que les conciernen? Al necesitar la presencia de su madre, su padre o algún familiar, el vacío de la ausencia les convoca a participar en búsquedas que al tiempo que es el ejercicio de un derecho, puede ser una fuente de afectación a varios de sus derechos’», son las palabras de presentación de Guillermo Fernández-Maldonado Castro, representante en México de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Esa segunda parte o «puerta» de la publicación se titula “Infancias buscadoras”; la primera parte o «puerta» se titula «Infancias desaparecidas» y buscar ofrecer un diagnóstico para pensar en las y los 17 mil 605 niñas, niños y adolescentes desaparecidos o no localizados en todo el país desde 1964 (de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, RNPDNO).

La crisis de las desapariciones en México

Para Karla Quintana, titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, citada en esta investigación, debería hablarse más sobre la crisis de las desapariciones en México.

“Tenemos casi 100 mil personas oficialmente reportadas como desaparecidas y mi percepción es que a la sociedad mexicana no le importa. Esto tendría que ser un escándalo, objeto de indignación, de marchas masivas, de lo que uno esperaría con este altísimo número de personas desaparecidas y familias afectadas en nuestro país».

Interiores del libro La infancia cuenta en México: niñez y desapariciones

Aunque no niega la responsabilidad del Estado, a quien, reconoce, parecen no importarle cierto perfil de menores de de edad de bajos recursos. Y el informe insiste en el fracaso de las autoridades por aplicar y coordinar protocolos de búsqueda o dar seguimiento a los casos.

Además de conocer que las desapariciones de niños y niñas a partir de 12 años ha incrementado y se agudizó en la pandemia y que las redes sociales son herramienta frecuente de los captores o reclutadores, otro de los datos más reveladores para mí, desarrollado en la primera parte del libro, es que cada día desaparecen en México 14 menores. Sin embargo, y aquí la crisis general de las desapariciones en México arroja un importante indicador diferenciador al tratarse de menores: 8 de cada 10 son localizados.

El problema, que expone Paula apoyada de diversos especialistas, es la imposibilidad, por ahora, de sistematizar un seguimiento a las condiciones en las que son localizados les menores, los motivos de la desaparición, lo ocurrido en el periodo de ausencia, la posibildad de reincidencia, etc., ya que cuando un menor se localiza se cierra el caso.

«El tema impunidad es central para comprender la desaparición de niñas, niños y adolescentes», explica Mónaco en el documento. «Se trata de una dinámica estructural: hay casi 100% de impunidad en temas de desaparición; hay apenas 36 sentencias en más de 100 mil casos; son datos oficiales recogidos por el Comité contra la desaparición forzada de la ONU. Y si observamos cuántos casos de desapariciones de adolescentes, niñas o niños han sido adecuadamente investigados; en cuántos se ha establecido la responsabilidad, ya sea de personas particulares o servidoras públicas; y en cuántos se ha dictado una sentencia por la desaparición de algún niño, niña o adolescente, la cifra que exhibe la total impunidad es incuestionable: 0 casos».

Glorieta de los Desaparecidos, Guadalajara. Foto: Miguel Tovar.

Otro indicador revelador es la «desaparición intermitente» que describe Emanuela Borzacchiello. En el apartado «Desaparición como huída», Paula puntualiza:

«Nos equivocamos si pensamos que todas las niñas, niños y adolescentes desaparecidos en México fueron sustraídos o desaparecidos siempre e inequívocamente por otras personas o enteramente contra su voluntad. Resulta difícil de leer, como tampoco es simple de asimilar:algunas y algunos se van. Huyen.

«Debemos complejizar la desaparición de las infancias porque hay reclutamiento, hay trata, hay secuestros pero también existen factores expulsores. En esos casos no podemos hablar de ausencia voluntaria sino más bien de huída como estrategia de sobrevivencia».

Un libro de descarga gratuita con dos puertas

La Infancia Cuenta en México 2022: niñez y desapariciones: cómo la desaparición de personas afecta a niñas, niños y adolescentes en México es parte de un «sistema de indicadores en derechos de la infancia», titulado La infancia cuenta, desarrollado por la REDIM desde 2005 para «hacer visibles las violaciones de los derechos de niñas, niños y adolescentes a través del uso de datos, con el fin de incidir en las políticas públicas a favor de la infancia», como se lee en infanciacuenta.org. Allí también encontrarán publicaciones hechas con y para niñas y niños, como la que expone los derechos de la niñez, disponible aquí.

«La infancia cuenta» está basada en el proyecto «Kids Count» de la Fundación Annie E. Casey (FAEC) que «investiga, monitorea y da seguimiento al estado de bienestar de la infancia a nivel estatal y nacional» en Estados Unidos de América.

El documento sobre niñez y desapariciones, de descarga gratuita aquí, se divide en dos secciones que Paula Mónaco explica así: «De cara a la dolorosa realidad de infancias y desaparición, la Infancia Cuenta 2022 de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) se plantea como un instrumento con dos puertas. La primera abre y actualiza la situación de las infancias desaparecidas en el país integrando información estadística, voces de expertos/as, análisis de datos, legislaciones y protocolos, así como respuestas oficiales de 6 fiscalías y otras instituciones vía transparencia. Actualiza también a partir de datos de fuentes abiertas y documentaciones propias de organizaciones no gubernamentales así como informes de organizaciones de la sociedad civil y estudios de análisis de contexto.

«La segunda puerta se asoma al universo de niñas, niños y adolescentes buscadores: les escuchamos. Hablan de por qué buscan, cómo se sienten al hacerlo, cómo viven la desaparición a su alrededor. Dicen lo que quieren decir, conjuran silencios».

A continuación reproduzco las conclusiones de este notable informe coordinado por Valeria Geremia y Tania Ramírez Hernández de la REDIM y cuya investigación y redacción corrió a cargo de Paula Mónaco Felipe. Agradezco infinitamente a Paula y a la REDIM por todas las facilidades para difundir este trabajo en mi blog. ¡Muchas gracias por su compromiso con las infancias y juventudes!

Fuente de la información e imagen: https://insurgenciamagisterial.com

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Entrevista a Koncha Pinós: «Los niños son buenos por naturaleza pero la bondad, que es una inteligencia superior, está denostada»

Entrevista con Koncha Pinós, autora de ‘La belleza de ser bueno’ (Neurociencia de la bondad para padres)

En su libro ‘La belleza de ser bueno’ (Sinequanon) Koncha PInós ha puesto negro sobre blanco las intensas inquietudes de su infancia. «Esta obra nace después de ver tanto sufrimiento en el mundo, deshumanización y horror por todas partes. Trabajar muchos años en zonas de conflicto y vulneraciones de derechos humanos me llevó hasta esas preguntas que no podían esperar más: por qué existe gente tan mala, capaz de hacer tanto daño a los demás, y qué ha sido de la bondad».

-Lo bondadoso, lo bellamente generoso, no está de moda.

-Lo primero quisiera decir es que las personas confunden el término de bondad. Cuando nos planteamos hacer el libro lo primero era definir qué es la bondad desde distintas miradas: desde la filosofía, la ciencia, la educación… Y poder comprender así para poder llegar a un punto en común. La bondad está en todas las tradiciones y en todas las religiones, pero nos hemos olvidado de tenerla presente. Ahora de hecho somos una sociedad con alergia a la bondad.

-En efecto. La bondad está incluso denostada.

-Por eso me pregunté, ¿por qué no la valoramos? ¿Cómo podríamos valorar la bondad de una forma nueva e incluso medirla? El libro pretende eso en cuatro partes, la primera parte te plantea un marco sobre qué es la bondad y cómo se puede medir.

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ONU advierte sobre rezago educativo en Latinoamérica para 2030

El informe de la UNESCO, la UNICEF y la CEPAL afirma que “la región está lejos de alcanzar” las metas para el 2030.

Organismos de Naciones Unidas advirtieron que si América Latina y el Caribe continúa con el ritmo actual no alcanzará las metas de educación planteadas en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.

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OPS reporta más de 30.000 casos de viruela símica en la región

El informe titulado «La encrucijada de la educación en América Latina y el Caribe. Informe regional de monitoreo ODS4-Educación 2030» aseguró que “la región está lejos de alcanzar las metas establecidas para 2030”.

El documento señala que esta previsión se basa teniendo en cuenta los resultados de las evaluaciones regionales que alertan sobre el estancamiento de los aprendizajes, “incluso sin considerar el impacto de la pandemia”.

De acuerdo con el estudio, el estancamiento se acrecentó con la crisis de la Covid-19, “que solo en 2020 implicó una contracción económica del 7,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB)”.

En este sentido, se añade que “entre 2015 y 2019, el gasto educativo como porcentaje del gasto público total cayó del 16,1 por ciento al 15,4 por ciento en la región y, en relación al PIB, cayó del 4,5 por ciento al 4,3 por ciento”.

A pesar de que entre 2015 y 2020, la matrícula de la educación preprimaria se incrementó en 2,1 millones de niños y niñas, “desde el inicio de la pandemia, hemos observado como la primera infancia no ha sido priorizada”, apuntó la directora regional adjunta de UNICEF, Rada Noeva.

Por su parte, el director de la División de Desarrollo Social de la CEPAL, Alberto Arenas de Mesa, precisó que en 2019, 10,4 millones de niños, niñas y jóvenes estaban excluidos del acceso a la educación primaria y secundaria en la región, lo cual se vio agudizado con los efectos de la pandemia.

El texto elaborado por las oficinas regionales de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) alerta, además, sobre la disminución de la inversión pública en educación por 15 países latinoamericanos.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/onu-america-latina-caribe-educacion-20220909-0018.html

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Save The Children: Niños centroamericanos prefieren no migrar

La mayoría de los niños del Triángulo Norte Centroamericano, integrado por Guatemala, Honduras y El Salvador, prefieren quedarse en sus países a migrar, pese al entorno de violencia o falta de oportunidades, reveló un estudio presentado este miércoles por la ONG internacional Save The Children.

 

El estudio denominado “Debería quedarme o debería irme”, analizó la complejidad de las decisiones migratorias, las necesidades y riesgos que enfrenta la niñez en estos tres países, con base en las respuestas de 122 niños, niñas y adolescentes de entre 7 y 19 años.

El 43 % de los niños y adolescentes expresaron su preferencia de quedarse en su país o aún no tiene intenciones de migrar en búsqueda de mejores condiciones de vida.

El 24 % de los entrevistados manifestaron su intención de migrar en un futuro próximo, el 17 % no sabía con seguridad si se iría, aunque no lo descartaron si se planteaba alguna alternativa como una beca, trabajo o si sus padres decidían marcharse, mientras que un 16 % no respondió.

La decisión de quedarse fue más alta en Guatemala, pues el 44 % lo haría frente al 39 % que se iría, seguido de Honduras, con 43 % y 20 %, y El Salvador con el 41 % y 11 %, respectivamente.

En El Salvador, el menos vulnerable de los tres países según la definición del Índice de Fragilidad de los Estados, aproximadamente uno de cada diez niños y niñas tenía intención de migrar, señaló el informe.

www.facebook.com/watch/?v=55326837637300

¿Por qué se quedan?

Los resultados del estudio demuestran que en la mayoría de los casos son los propios niños, niñas y adolescentes quienes deciden migrar o no. Y la familia es un factor clave en la toma de decisión.

En concreto, el vínculo familiar impulsa a la población infantil a quedarse, pues desean permanecer cerca y recibir atención y apoyo.

A su vez, la migración exitosa de un familiar ayuda a reducir las posibilidades de migrar de los jóvenes al recibir remesas del extranjero.

Muchos de ellos consideran que las zonas donde habitan son seguras, donde mantienen los lazos familiares y comunitarios, y también creen que pueden alcanzar sus metas de estudio y empleo en sus países de origen, según el estudio.

Las pandillas

Las pandillas, que tienen una fuerte presencia en el Triángulo Norte, empujan y a la vez frenan la migración de los menores. La violencia de las también llamadas “maras” es un gran aliciente para irse de una comunidad, pero al mismo tiempo un obstáculo.

“Todas las rutas de autobús pasan por barrios opuestos, es decir, controlados por pandillas rivales, por lo que las personas jóvenes tienen miedo de subirse al autobús. Para una persona joven es difícil salir de este barrio”, señala el estudio.

“muchas veces los jóvenes ven que están bloqueados por las maras para estudiar o buscar otras oportunidades económicas”, lo que constituyen razones para migrar, afirmó la directora regional de Save the Children para América Latina y el Caribe, Victoria Ward.

¿Por qué se van? La caída del “sueño americano”

“La razón principal (para migrar) es buscar oportunidades económicas en el país destino, y una buena proporción salen para buscar oportunidades educativas que tampoco puede encontrar en su país”, explicó Ward.

El documento resume que los jóvenes migran por mejores oportunidades laborales y educativas, por la violencia de género y las obligaciones familiares que les impiden estudiar en sus comunidades de origen.

A pesar de ello, el estudio señaló que el “sueño americano” no es siempre la “aspiración”, pues huyen de la violencia, la pobreza o la desigualdad que sufren en su lugar de origen.

“En todos los casos, la situación de violencia intrafamiliar o en la comunidad es un factor que impulsa a los jóvenes a migrar”, añadió la directora regional.

Las niñas, “atrapadas” por las familias y las maras

“También hemos encontrado en este estudio que muchas veces las niñas sienten que no pueden salir de su casa por temor a las maras” y que las capten, detalló Ward.

Aunque no hay una “gran diferencia”, los varones “tienden a migrar más que las mujeres”, aclaró Ward.

Las jóvenes suelen estar presionadas por las obligaciones familiares, tienen menos acceso a la educación superior y son más propensas a sufrir violencia basada en género, correr mayor riesgo de sufrir violaciones, sobre todo en las áreas controladas por las pandillas, según el estudio.

Algunas soluciones

“Nosotros tenemos un plan para llegar a cinco millones de menores en la región, trabajando con ellos y su familia para tratar de mejorar las situaciones locales y crear más oportunidades económicas, más arraigos con la familia y con el sistema escolar”, explicó Ward.

“Y, a su vez, para ayudar en México, en la frontera sur de Estados Unidos, para los que ya están en camino o los que están establecidos”, añadió.

Fuente: https://crnnoticias.com/save-the-children-ninos-centroamericanos-prefieren-no-migrar/

 

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«Catástrofe educativa» en América Latina y el Caribe, según BM y agencias de la ONU

Entre 80% y 90% de los niños de América Latina y el Caribe serán incapaces de comprender un texto simple debido a la «catástrofe educativa» provocada por la pandemia de covid-19, según pronósticos de organismos internacionales divulgados este jueves.

La dramática afirmación figura en informes elaborados por el Banco Mundial, Unicef, Unesco, USAID y otras agencias internacionales.

Según el documento titulado «Dos años después: salvando a una generación», del BM, Unicef y Unesco, cuatro de cada cinco niños en América Latina y el Caribe no podrán comprender un texto simple.

Asimismo, el estudio «Situación de la pobreza de aprendizaje a nivel mundial: actualización 2022», elaborado por el BM, las mencionadas agencias de la ONU, USAID FCDO y BMGF, revela que nueve de cada diez alumnos de la región son incapaces de leer un texto simple al final de la educación primaria.

Sólo África Subsahariana presenta resultados peores.

El primer informe destaca que la pandemia de covid-19 provocó en América Latina y el Caribe los cierres de escuelas más largos y constantes del planeta, a raíz de los cuales los alumnos de la región perdieron en promedio 1,5 años de aprendizaje.

Ello puede significar un retroceso más de diez años, subraya el texto.

La región «enfrenta una crisis educativa sin precedentes que podría comprometer el desarrollo futuro de nuestros países», comentó Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

«El hecho de que una gran mayoría de los alumnos de sexto grado tal vez no logre comprender lo que leen pone un signo de interrogación sobre el bienestar futuro de millones de niños que aún no desarrollaron competencias fundamentales críticas, algo que eleva el riesgo de profundizar aún más las desigualdades de larga data en la región», agregó.

«Demasiados niños no han podido regresar a la escuela a tiempo completo, y muchos de los que han regresado están perdidos. En ambos casos no están aprendiendo», dijo por su lado Jean Gough, director de Unicef para América Latina y el Caribe, para quien esta «catástrofe educativa» se reproduce «día tras día».

Según Claudia Uribe, directora de OREALC/UNESCO Santiago, solo priorizando la educación en la agenda pública se puede lograr una recuperación.

Entre las «acciones clave» para «reencauzar a esta generación», el documento propone reintegrar a todos los alumnos que hayan abandonado el sistema educativo y asegurar que permanezcan en él, así como valorar y formar a los docentes.

Fuente: https://www.elfinancierocr.com/cables/catastrofe-educativa-en-america-latina-y-el-caribe/IH3EJ575CRGLNOCWJVDR3PRPI4/story/

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