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Mozart no va a aumentar la inteligencia de tu hijo pero la música sí puede ayudarle

Por: Rocío Niebla

«La música refuerza el área cognitiva y el área emocional, es una tecla social y buena maestra para interactuar, ayuda a ordenar los pensamientos y a entender las causas de las cosas», explica la psicóloga Rosa García Pérez

Mozart ha sido un reclamo publicitario para padres y madres que han deseado niños listísimos. Durante años ha habido la creencia popular de que escuchar desde la cuna La flauta mágica o alguna de sus 41 sinfonías servía para incrementar la inteligencia de los bebés. Baby Einstein fue una de las primeras empresas que le vio el filón y ofreció vídeos televisivos: era 1997 y las familias ponían a los niños delante de la tele para que Mozart e imágenes de marionetas, formas y colores ejercitaran las distintas partes del cerebro. El éxito fue tal que Disney compró la empresa, pero años más tarde recibió tantas denuncias por publicidad engañosa (se vendían como vídeos educativos), que la multinacional tuvo que reembolsar el dinero de la compra de los vídeos de Baby Einstein.

«Hay varios estudios científicos que desmienten todo lo relativo al incremento de la inteligencia con la música de Mozart», afirma Elvira Perejón, maestra y miembro de la pareja de estimulación musical conocida como Baby Music. «Sin embargo, Mozart y la música clásica tienen efectos beneficiosos en otras habilidades y capacidades como cualquier otro estilo musical». La psicóloga Rosa García Pérez es la directora del centro Música y color, especializado en musicoterapia: «La música refuerza el área cognitiva y el área emocional, es una tecla social y buena maestra para interactuar. Ayuda a ordenar los pensamientos y a entender las causas de las cosas. A los niños y a los adultos nos sirve también para autorregularnos».

García Pérez afirma que, al nacer, los niños son pura musicalidad, cantan antes que hablan, y que «lo que se trata es de ir reforzando lo que viene dado porque cantando y bailando ya nacen». Somos los adultos y nuestros ritmos los que cortamos las alas. Para Elvira Perejón lo más beneficioso es ofrecerles variedad de estilos musicales, modos y métricas, y así enriquecer el bagaje sonoro y el vocabulario musical.

«La música es un lenguaje, si lo comparamos con el aprendizaje de la lengua materna no esperamos que un niño hable exponiéndose solo a tres palabras o que aprenda a hablar sin experimentar antes», dice. Con la música pasa lo mismo: se aprende usándola y practicándola y estando expuesto a toda su variedad. Así que ponerles solo música clásica les sirve para poco.

Pasar a la acción

Para la maestra, la escucha pasiva no aporta tantos beneficios como pasar a la acción: que el niño cree su propia música «acompañado de interacción personal, vínculo afectivo y emociones de por medio». Asegura: «Ser parte de la acción conduce a nuestros peques a desarrollar no solo aptitudes musicales sino a alimentar y favorecer el desarrollo del sistema vestibular, la percepción rítmica, la coordinación, el equilibrio, el lenguaje y la expresión de emociones». Así que olla al suelo y tenedores por baquetas. O pandereta y villancicos rocieros.

Dicen que la música amansa a las fieras y Elvira Perejón con un aula de 24 niños de tres años asegura que lo que tranquiliza y reclama la atención es la voz. «Imagina 24 leoncillos dando brincos y chillando. Yo me he inventado una cancioncilla que dice Mi culete siento mi culete, mi culete yo me sentaré. Es muy sencillita pero ellos la escuchan, abren los ojos y poco a poco van a su sitio», dice. «Nacemos con una capacidad innata para descifrar patrones auditivos, así que cuando la madre habla o canta el bebé se calma, de hecho se ha demostrado que reduce los cólicos y el número de despertares nocturnos», afirma.

La Banda Mocosa es un grupo de música infantil compuesto por cinco músicos que «militan» en la creencia de que la música vuelve a los niños disfrutones, felices y sociables. Aurora Hijosa es la percusionista del grupo y además tiene su propio centro de musicoterapia. Cuenta: «En musicoterapia nos centramos en el valor terapéutico de la forma de hacer música. Por ejemplo, trabajamos la flexibilidad del niño en cuanto a compartir instrumentos o reforzamos su autonomía tocando un instrumento o trabajamos la adquisición del lenguaje hablado con canciones».

Los objetivos de la terapia con música son aprender sus cualidades (la intensidad, duración, altura y timbre), así como atender las necesidades de todas las áreas del desarrollo global infantil: la parte cognitiva, motora, socioemocional y de lenguaje.

Jugar

Bellaterra Música es una editorial especializada en materiales para niños pensada para madres y padres. Editan una revista dos veces al año llamada Kids & Music. Montse Roig es la directora: «Darles educación musical a los niños y las niñas es uno es uno de los mayores regalos que podemos hacerles como madres». Dice que los padres no sabemos si nuestros hijos «harán dinero, si tendrán pareja, si la vida se les complicará pero que pase lo que pase tenemos que brindarles la oportunidad de que la música sea un refugio, un acompañante y un idioma propio».

Roig afirma que la estimulación musical temprana es buena cosa para irse soltando y establecer vínculos afectivos seguros con la persona que le acompaña. Sobre cuándo empezar con los instrumentos indica: «A cantar, bailar y tocar percusión deberían hacerse desde que nacen. A los tres años pueden empezar con los instrumentos de cuerda, el piano sobre tres o cinco años y los instrumentos de viento sobre los siete». La música tiene que ser un juego más y los instrumentos una herramienta para divertirse.

Los humanos aprendemos a través del juego, así que la música no entra con sangre, sino con risas, movimientos de culo y complicidad familiar. «La función de la familia es básica», dice Roig. El lenguaje musical y su aprendizaje, con el doble tirabuzón de aterrizarlo en un instrumento, trabaja la constancia, la paciencia, el esfuerzo y la recompensa de los niños. Todo lo contrario a lo que impera en la sociedad de consumo rápido y fast food.

Es por eso que según Montse Roig hay un escalón de nivel muy complicado: «Necesitan hábito y pelear con la complicación inicial del lenguaje musical. Pero una vez dentro, una vez semidominada la técnica, cuando ellos mismos son capaces de producirla es uno de los placeres máximos que se puede tener en esta vida». En palabras de la maestra Elvira Perejón: «La música saca a bailar el cuarteto de la felicidad: la dopamina, la serotonina, la oxitocina y las endorfinas».

Fuente de la información e imagen:  https://www.eldiario.es

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Beristain: “La escuela debe poner el foco en cada niño, respetar su ritmo y darle lo que necesita». País Vasco

Analizamos con el docente en educación, Iñigo Beristain, los retos del sistema educativo vasco.

Con el debate sobre la nueva Ley de Educación sobre la mesa y la ponencia que se está llevando a cabo en el seno del Parlamento vasco para definir las bases del acuerdo sobre el sistema educativo vasco, `Crónica Vasca´ ha querido analizar las claves y los retos que debe acometer la futura Ley de mano de Iñigo Beristain, docente con 24 años de experiencia en la educación, asesor en el centro de innovación educativa del gobierno de La Rioja, ex director del CEIP Labastida de Álava y participante de la ponencia en la cámara vasca.

Lengua

Beristain es consciente de que es un tema difícil de abordar al estar asociado a «asuntos políticos y muy emocionales» por lo que se hace «complicado» poner a todas las partes de acuerdo. «Es evidente que el euskera es una lengua propia de nuestra tierra que hay que mantener, pero creo que para cuidarlo no nos podemos basar exclusivamente en el ámbito escolar, ya que se queda corto».

«Hay que afrontar el tema de las lenguas como cualquier otro aspecto educativo, poniendo el foco en cada niño y entendiendo sus particularidades. Es un tema complicadísimo de abordar, pero creo que el foco hay que ponerlo en el alumnado y luego, más allá de los modelos lingüísticos, es el contexto el que te marca las dinámicas de lo que sucede en los centros. Por mucho que insistamos en que queremos algo, si el niño, por lo que sea, no es capaz, no va a ser posible. Nos tenemos que adaptar a cada alumno. El euskera nos da una riqueza cultural que hay que mantener, pero, ojo, porque puede ser un muro infranqueable para muchas personas«.

Segregación:

«Es un tema muy difícil de solucionar. Es verdad que hay centros públicos con mucha cantidad de inmigrantes, pero es normal que la gente que viene de fuera se quiera juntar con personas que tienen su misma cultura. Tenemos que saber aprovechar la diversidad que ofrecen, ya que son mucho más interesantes que un centro homogéneo, pero, a la vez, surgen conflictos de convivencia que hay que abordar».

«El problema de la segregación hay que afrontarlo conjuntamente de mano de la escuela concertada, ya que no sólo depende de la escuela pública vasca, además de abordar también cómo se gestionan las plazas. Hay que apostar por proyectos educativos potentes, interesantes y transformadores en la educación pública para que las familias opten por esa educación. Para ello, tenemos que poder contar con claustros y direcciones estables que trabajen codo con codo con el departamento de Educación para poderlo posibilitar».

«El tema de la segregación, la lengua y la atención a la diversidad se puede resumir en un concepto: la equidad. Si toda actuación que llevemos a cabo pasa por ese filtro, todo lo que sucede en el sistema educativo funcionará como un dominó. No es fácil, pero al menos debe ser nuestro reto».

Cambio de cultura educativa

«Imagino el sistema educativo como un gran barco similar al que se quedó atrancado en el canal de Suez. Un barco muy grande, con muchas capacidades, pero con dificultad de maniobrar. Habría que transformar el sistema educativo en barcos más pequeños y ágiles para afrontar los diferentes retos educativos. Pequeños barcos que son enviados desde el gran carguero y navegan de forma coordinada para evitar que se puedan dispersar y no navegar para un fin común».

Para ello, Beristain apuesta por «promover centros que sean punta de lanza de las transformaciones y darles cierta flexibilidad a la hora de seleccionar al personal y conformar los claustros». Pide que haya centros que «sirvan de laboratorio para probar planteamientos interesantes que están funcionando» en otros lugares. En este sentido, ve fundamental que «se mantengan los claustros», ya que «sin estabilidad en dicho claustros es prácticamente imposible desarrollar proyectos interesantes» en las escuelas. «Hay que darle una vuelta a cómo se crean los claustros, a la formación del personal y a poder contar con perfiles concretos para cada tipo de centros», reclama.

«Los problemas de estabilidad en los claustros y equipos directivos se acrecientan en el entorno rural, fundamentalmente en aquellos pueblos alejados de las capitales»

Además de pedir una mayor estabilidad en el personal laboral de cada centro, Beristain hace hincapié en la necesidad de formar a los equipos directivos de los centros. «Las direcciones no están profesionalizadas y, al final, cualquier profesor llega a la dirección sin tener una formación específica. Está mal visto que los directores no den clase y se centren en la labor de gestión del colegio cuando la carga de trabajo que requiere estar en una dirección es mucha y complicada».

«Nos tienen que dejar probar otras maneras de seleccionar al personal para que se adecúe al proyecto. Si pudiéramos mantener al claustro de manera estable se pueden llevar adelante los proyectos educativos, pero si año a año hay cambios por las propias dinámicas de cómo se adjudica al profesorado se dificultan mucho los procesos». Por ejemplo, «no todos los profesores quieren trabajar en un centro complicado, pero otros sí. Y esas personas que trabajan en colegios con dificultades deberían contar con incentivos», expone.

Beristain apuesta para que los centros escolares sirvan para probar iniciativas a todos los niveles con el objetivo de «generar un sistema inteligente con inercias positivas» que posibilite que la escuela tenga «muy claro» su proyecto.

 «Hablamos de un cambio de cultura en la educación. Toda transformación educativa es lenta y requiere de un tiempo. Si alguien lo hace de forma rápida, tenemos que sospechar de ella».

Modelo de Labastida

El colegio público de Labastida en Álava inició, bajo su dirección, un cambio de proyecto educativo basado en dos conceptos: «Cada persona aprende a su ritmo y es el sistema el que se adapta a cada alumno». Es un concepto de educación basado en la «personalización e individualización» de los aprendizajes. «Normalmente es el alumnado el que se tiene que adaptar al centro y no al revés, cuando cada persona aprende a un ritmo determinado y tiene que ser el sistema el que se adapte a cada niño«. «Si ponemos el foco en cada uno de los críos les vamos dando todo aquello que necesitan para seguir creciendo como personas», explica.

Para ello, Beristain insta a dejar atrás el vigente concepto de evaluación que se basa, casi exclusivamente, «en una visión muy competitiva de las notas» para ir con más calma, a una evaluación formativa que promueva la profundidad de los aprendizajes que se dan en el colegio.

«La escuela tiene que dar a cada niño/a lo que necesita»

«Se trabaja en grupos heterogéneos y cada persona aporta al proyecto cooperativo desde el punto en el que está, pero luego asociado a esto tiene que haber una individualización de aprendizajes. Hay que focalizar muy bien a través de la evaluación en que punto está cada crío y darle todo lo que necesite, adaptándose a su ritmo. Si tiene dificultades ayudarle con todo y a los que van mas rápido, incentivarles y dejarles volar sin límites por arriba».

También alega por «no encorsetar a los alumnos en la distribución por edades» que se da en las escuelas, las cuales se organizan tradicionalmente  por edad de nacimiento. «Al mezclar edades se promueve mucho el aprendizaje entre iguales sin asociarlo a una edad concreta». «Sobretodo en edades tempranas de infantil y primaria hay procesos madurativos claves para que aprendan conceptos matemáticos, a leer y a escribir, y nos entrán las prisas para que lo aprendan a una edad concreta cuando es una cuestión de respetar los ritmos madurativos del alumnado»

Para afrontar las necesidades especiales que puedan requerir algunos alumnos, el CEIP Labastida apostó por mezclar grupos y así fomentar que haya más de un profesor en el aula. «Los apoyos a los críos con más dificultades no se hacían fuera del aula con clases particulares, sino con mayor presencia de profesores dentro de la clase» y bajo la premisa de que «todo el alumnado es de todos».»No hablo de de dejarles solos ante el peligro sino de ofrecerles unas posibilidades de aprendizaje, motivarles e incentivarles», añade.

Digitalización

A juicio de Beristain, en muchas ocasiones sucede que se implanta primero la tecnología en los colegios y luego se piensa qué hacer con ella. Por ello, pide «definir primero los proyectos a llevar a cabo y, a partir de ahí, utilizar la tecnología como medio». Los proyectos deben contar con «una visión crítica y humanista de la tecnología», ya que «no tiene ningún sentido implantar dispositivos para trabajar de forma individual». La tecnología tiene que servir para fomentar «la colectividad, el trabajo en equipo y el apoyo mutuo».

Escuela concertada versus pública

Iñigo Beristain ha trabajado tanto en la escuela concertada como en la pública y por su experiencia profesional defiende crear sinergias entre los dos modelos educativos. «Creo que la concertada tiene que aprender muchas cosas de la pública y viceversa. Sería muy interesante juntar direcciones de ambas redes para que aprendan unas de otras. La pública tiene mucho que aportar y la concertada hace cosas muy bien que desde la pública debiéramos de copiar y adaptar».

«Tenemos que generar un sistema. Normalmente lo que sucede es que la educación es de calidad dependiendo del docente que te dé las clases y así, evidentemente, no se sustenta un sistema»

Trabajar con visión de 360 grados

«Normalmente los recursos alrededor de las escuela están muy atomizados y una experiencia interesante a indagar es la de generar una red con personas técnicas que aúne engranajes entre diferentes entidades como educación, sanidad o bienestar social para trabajar de manera coordinada y abordar todos los asuntos que hay que afrontar en un centro escolar y más si es un centro con dificultades».

Dentro de esta visión, Beristain plantea la necesidad de gestionar los asuntos de gobernanza a nivel local o comarcal para «generar más agilidad en el sistema educativo y poder transformarlo más rápida y eficientemente», además de evitar duplicidades de gastos y acciones en la gestión de los proyectos educativos.

Fuente: https://www.cronicavasca.com/sociedad/inigo-beristain-escuela-tiene-adaptarse-ritmo-cada-alumno-darle-necesita_572679_102.html

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Unicef: Una histórica encuesta intergeneracional muestra que los jóvenes son un 50% más propensos que los mayores a creer que el mundo se está convirtiendo en un lugar mejor, aunque se muestran impacientes por actuar ante las crisis crecientes

En medio de la COVID-19, las generaciones más jóvenes también tienen mayor propensión a confiar en los científicos y a aceptar la cooperación internacional, según una encuesta internacional de UNICEF-Gallup realizada entre más de 21.000 niños y adultos.

Los niños, las niñas y los jóvenes son casi un 50% más propensos que las personas adultas a creer que el mundo se está convirtiendo en un lugar mejor con cada nueva generación, según una reciente encuesta internacional de UNICEF y Gallup publicada antes del Día Mundial de la Infancia.

La encuesta muestra que los jóvenes también tienen mayor propensión a creer que el período de la infancia es mejor ahora que en épocas anteriores, y una mayoría abrumadora cree que los jóvenes de hoy disfrutan de una atención sanitaria, educación y seguridad física mejores que la generación de sus padres. Sin embargo, a pesar de su optimismo, los jóvenes distan mucho de ser ingenuos: están impacientes por actuar contra el cambio climático, muestran su escepticismo respecto a la información que consumen en las redes sociales y hacen frente a sentimientos de depresión y ansiedad. Es mucho más probable que se vean a sí mismos como ciudadanos del mundo que las personas de más edad, y es más probable que prefieran la cooperación internacional para hacer frente a amenazas como la pandemia de COVID-19.

“No faltan razones para el pesimismo en el mundo actual: el cambio climático, la pandemia, la pobreza y la desigualdad, el aumento de la desconfianza y un nacionalismo creciente. Pero hay un motivo para el optimismo: los niños y los jóvenes se niegan a ver el mundo a través de la lente sombría de los adultos”, dijo Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF. “En comparación con las generaciones anteriores, los jóvenes del mundo siguen teniendo esperanza, una mentalidad mucho más abierta y están decididos a lograr que el mundo sea un lugar mejor. Los jóvenes de hoy están preocupados por el futuro, pero se ven a sí mismos como parte de la solución”.

La encuesta, un proyecto denominado La infancia en transformación, es la primera de este tipo en la que se pregunta a varias generaciones su opinión sobre el mundo y lo que supone ser un niño hoy en día. Se encuestó a más de 21.000 personas de dos cohortes de edad (15-24 años y 40 años o más) en 21 países. Se realizaron encuestas representativas a escala nacional en países de todas las regiones –África, Asia, Europa y América del Norte y del Sur– y entre todos los niveles de ingresos.

En general, los datos indican que las generaciones jóvenes son un producto de la globalización. Por ejemplo, como término medio, el doble de los jóvenes (39%) que de los mayores (22%) se identifican más con el hecho de formar parte del mundo que con su

propio país o localidad. Cada año que pasa, las personas tienen una media de un 1% menos de probabilidades de identificarse como ciudadanos del mundo.

La encuesta –realizada durante la pandemia– también revela que los niños y los jóvenes suelen confiar más en los gobiernos nacionales, los científicos y los medios de comunicación internacionales como fuentes de información precisa. Sin embargo, según la encuesta, los jóvenes de hoy son conscientes de los problemas a los que se enfrenta el mundo:

  • La mayoría de los jóvenes consideran que Internet presenta graves riesgos para los niños, como por ejemplo el estar expuestos a contenidos violentos o sexualmente explícitos (78%) o sufrir acoso (79%).
  • Sólo el 17% de los jóvenes dice que confía “mucho” en las plataformas de las redes sociales para obtener información precisa.
  • Mientras que el 64% de los jóvenes de los países de ingresos bajos y medios creen que los niños de su país van a estar económicamente mejor que sus padres, los jóvenes de los países de ingresos altos tienen poca fe en el progreso económico. En estos países, menos de un tercio de los jóvenes encuestados afirman que los niños de hoy crecerán en una situación económica mejor que la de sus padres.
  • Más de un tercio de los jóvenes dicen sentirse a menudo nerviosos o ansiosos, y casi uno de cada cinco dice sentirse a menudo deprimido o con poco interés por hacer planes.
  • Como término medio, el 59% de los jóvenes afirma que los niños de hoy en día sufren una mayor presión para tener éxito que la que tuvieron sus padres al crecer.

La encuesta también concluye que los jóvenes aspiran a que se avance más rápidamente en la lucha contra la discriminación, a que haya más cooperación entre los países y a que los responsables de la toma de decisiones les escuchen:

  • Como término medio, casi tres cuartas partes de los jóvenes que son conscientes del cambio climático creen que los gobiernos deberían tomar medidas importantes para afrontarlo. La proporción es aún mayor en los países de ingresos bajos y medios bajos (83%), donde se espera que el impacto del cambio climático sea mayor.
  • En casi todos los países encuestados, una gran mayoría de los jóvenes afirman que sus países estarían más seguros frente a amenazas como la COVID-19 si los gobiernos trabajaran en coordinación con otros países en lugar de hacerlo por su cuenta.
  • Los jóvenes demuestran un mayor apoyo a los derechos LGBTQ+, y las mujeres jóvenes están a la cabeza de la lucha por la igualdad.
  • Como promedio, el 58% de los jóvenes de 15 a 24 años cree que es muy importante que los líderes políticos escuchen a los niños.

“No podemos saber lo que está en la mente de los jóvenes si no les preguntamos. La encuesta de UNICEF refuerza la importancia de escuchar a la próxima generación y entender sus perspectivas”, dijo Joe Daly, asociado principal de Gallup. “Los niños de hoy son los líderes del mañana; es crucial que las generaciones mayores pongan de su parte para garantizar que nuestros hijos hereden un mundo mejor”.

La encuesta descubre algunas esferas en las que las opiniones de las generaciones jóvenes y mayores son bastante parecidas, especialmente en lo que respecta al clima, la importancia de la educación, la colaboración mundial y la capacidad de acción de los niños. Por el contrario, el optimismo, la mentalidad global y el reconocimiento del progreso histórico reflejan algunas de las divisiones más profundas.

“Si bien esta investigación ofrece una visión matizada de la división generacional, presenta una imagen clara: los niños y los jóvenes de hoy encarnan el espíritu del siglo XXI mucho más claramente que sus padres”, dijo Fore. “Ahora que UNICEF se prepara para celebrar su 75º aniversario el mes que viene, y antes del Día Mundial de la Infancia, es fundamental que escuchemos directamente a los jóvenes sobre su bienestar y sobre la manera en que están cambiando sus vidas”.

El Día Mundial de la Infancia, que se celebra todos los años el 20 de noviembre, tiene como objetivo concienciar sobre los millones de niños a los que se les niega el derecho a una atención sanitaria adecuada, a la nutrición, a la educación y a la protección, y hacer oír la voz de los jóvenes como algo fundamental en cualquier debate sobre su futuro.

Fuente: https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/historica-encuesta-intergeneracional-muestra-jovenes-propensos-creer-mundo-convirtiendo-lugar-mejor

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Mundo: En 2020, un niño se infectó con el VIH cada dos minutos

La prolongación de la pandemia de COVID-19 está agravando las desigualdades que durante tanto tiempo ha provocado la epidemia de VIH, advierte UNICEF en vísperas del Día Mundial del Sida.

Al menos 300.000 niños y niñas se infectaron por primera vez con el VIH en 2020, o uno cada dos minutos, según ha declarado UNICEF en un informe publicado hoy. Otros 120.000 niños y niñas murieron por causas relacionadas con el sida durante el mismo periodo, o uno cada cinco minutos.

El último informe de El VIH y el sida: Panorama mundial advierte de que la prolongación de la pandemia de COVID-19 está agravando las desigualdades que durante tanto tiempo ha provocado la epidemia de VIH, y está aumentando el riesgo de que los niños y niñas vulnerables, los adolescentes, las mujeres embarazadas y las madres lactantes no puedan acceder a los servicios de prevención y tratamiento del VIH que les pueden salvar la vida.

“La epidemia de VIH comienza su quinto decenio en mitad de una pandemia mundial que ha sobrecargado los sistemas de salud y ha limitado el acceso a los servicios que pueden salvar vidas. Mientras tanto, el aumento de la pobreza, los problemas de salud mental y el abuso están incrementando el riesgo de infección entre los niños, las niñas y las mujeres”, afirmó Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF. “Si no intensificamos los esfuerzos encaminados a subsanar las desigualdades que provoca la epidemia de VIH y que ha agravado la COVID-19, es posible que más niños se infecten con el VIH y pierdan la batalla contra el sida”.

Un dato alarmante es que dos de cada cinco niños que padecen VIH no conocen su estado, y solo algo más de la mitad de todos los niños que padecen VIH reciben tratamiento antirretroviral. Algunos de los obstáculos que impiden acceder adecuadamente a los servicios de VIH son conocidos y perduran desde hace tiempo, como es el caso de la discriminación y las desigualdades por razón de género.

Por otro lado, el informe subraya que, a principios de 2020, en muchos países se produjeron interrupciones importantes en los servicios de VIH a causa de la COVID-19. Las pruebas de detección del VIH en los niños de países muy afectados disminuyeron entre un 50% y un 70%, mientras que los nuevos tratamientos para niños menores de 14 años se redujeron entre un 25% y un 50%. Los confinamientos contribuyeron al aumento de las tasas de infección como consecuencia de los picos de violencia por razón de género, la restricción del acceso a una atención continuada y el desabastecimiento de productos básicos. Además, en algunos países se registró una disminución significativa de los partos en centros de salud, las pruebas de VIH entre las madres y los nuevos tratamientos antirretrovirales para el VIH. Un ejemplo extremo es el de la cobertura de los tratamientos antirretrovirales para las mujeres embarazadas de Asia Meridional, que disminuyó drásticamente de un 71% a un 56% en 2020.

Si bien el uso de los servicios se restableció en junio de 2020, los niveles de cobertura siguen siendo muy inferiores a los que se registraban antes de la COVID-19, y aún no se conoce el verdadero alcance de sus repercusiones. Por si esto fuera poco, en regiones muy afectadas por el VIH, una pandemia prolongada podría perturbar aún más los servicios de atención de la salud y acentuar la desigualdad de la respuesta mundial al VIH, según advierte el informe.

En 2020, un 89% de las nuevas infecciones pediátricas por VIH y un 88% de los niños, niñas y adolescentes que padecían VIH en todo el mundo se concentraban en África Subsahariana, y la propensión a infectarse con el VIH era seis veces más alta entre las niñas que entre los niños. Además, un 88% de las muertes infantiles relacionadas con el sida se registraron en África Subsahariana.

Según el informe, a pesar de que se han logrado algunos avances en la lucha contra el VIH y el sida, los niños, las niñas y los adolescentes han seguido quedándose atrás en todas las regiones a lo largo de los últimos 10 años. La cobertura mundial del tratamiento antirretroviral para los niños sigue siendo muy inferior a la de las mujeres embarazadas (85%) y los adultos (74%). El porcentaje más elevado de niños y niñas que reciben tratamiento antirretroviral se registra en Asia Meridional (>95%), seguido de Oriente Medio y África del Norte (77%), Asia Oriental y el Pacífico (59%), África Oriental y Meridional (57%), América Latina y el Caribe (51%) y África Occidental y Central (36%).

Otros datos relativos a 2020 que se incluyeron en el informe son los siguientes:

  • 150.000 niños y niñas de cero a nueve años se infectaron por primera vez con el VIH, con lo que el número total de niños de este grupo de edad que padecen VIH ascendió a 1,03 millones.
  • 150.000 adolescentes de entre 10 y 19 años se infectaron por primera vez con el VIH, con lo que el número total de adolescentes que padecen VIH aumentó a 1,75 millones.
  • 120.000 niñas adolescentes se infectaron por primera vez con el VIH, en comparación con 35.000 niños varones adolescentes.
  • 120.000 niños, niñas y adolescentes murieron por causas relacionadas con el sida; 86.000 tenían entre cero y nueve años y 32.000 tenían entre 10 y 19 años.
  • En África Oriental y Meridional, las infecciones nuevas anuales entre los adolescentes disminuyeron un 41% desde 2010, mientras que, en Oriente Medio y Norte de África, las infecciones aumentaron un 4% a lo largo del mismo periodo.
  • El año pasado, 15,4 millones de niños y niñas perdieron a uno o ambos progenitores por causas relacionadas con el sida. Tres cuartas partes de estos niños, 11,5 millones, viven en África Subsahariana. Los niños que han quedado huérfanos a causa del sida representan el 10% de todos los huérfanos del mundo, pero un 35% de todos los niños huérfanos vive en África Subsahariana.

“Si queremos reconstruir un mundo mejor después de la pandemia, es imprescindible ofrecer respuestas que estén basadas en pruebas y centradas en las personas, que fomenten la capacidad de resiliencia y que sean sostenibles y, por encima de todo, equitativas”, afirmó Fore. “Para subsanar las brechas, esas iniciativas deben llevarse a cabo a través de un sistema de atención de la salud más fuerte y la participación significativa de todas las comunidades afectadas, especialmente las más vulnerables”.

Fuente: https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/en-2020-un-nino-se-infecto-con-vih-cada-dos-minutos

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Batallas internas

Por: Carolina Vásquez Araya

Mucho se discute sobre temas políticos, pero falta una visión más humana.

Uno de los sentimientos más dolorosos y dañinos es la impotencia ante la injusticia. Lo hemos vivido desde la más temprana infancia, cada vez que recibimos un castigo por una acción que nunca cometimos. A veces, lo que parece un simple detalle destinado a ser olvidado entre tantas otras experiencias, queda grabado como un dolor latente y un peligroso germen de rencor, sentimientos capaces de contaminar las relaciones interpersonales, pero también nuestra visión de la autoridad y de la sociedad a la cual pertenecemos.

A medida que vamos creciendo y acumulando conocimientos, de manera instintiva creamos un pequeño universo personal desde el cual definimos nuestro modo de comunicarnos con los demás. Este núcleo íntimo, desde el cual se consolida una amplia gama de formas de relacionarnos con el mundo que nos rodea, ya ha sido marcado por las experiencias vividas desde que nos arrojaron al mundo. La importancia de la primera infancia, por lo tanto, no solo es decisiva en el desarrollo de la personalidad y la autoestima; también deja su impronta en nuestro presente y nuestro futuro, de manera indeleble.

Desde esta perspectiva, resulta mucho más real y humana la visión de lo que sucede con nuestros pueblos y, con especial énfasis, en todo aquello que determina la conducta y actitud de las nuevas generaciones, nacidas en un contexto de egoísmo, injusticia, hambre y carencias vitales. Generaciones perdidas -como se las define sin mayor empatía- sobre cuya situación somos, si no culpables directos, sí cómplices por nuestra forma de aceptar su condición de marginados y evitar involucrarnos en la exigencia de un cambio radical en las políticas vigentes.

Los sistemas de gobernanza, fundados desde siempre sobre la búsqueda del poder absoluto y la preeminencia de la riqueza material por sobre el bienestar de los pueblos, nos han transformado en recursos materiales de distinto valor y, de este modo, se nos define por categorías en escalas descendentes. Este orden social condiciona nuestra visión del mundo pero, más grave aún, nuestra visión sobre los demás y profundiza no solo el divorcio entre estratos sociales, también nuestra incapacidad de empatizar con quienes han sido relegados a la base menos beneficiada de nuestras comunidades humanas.

Aquello capaz de dividirnos en categorías -una valiosa herramienta para el neoliberalismo- no es más que un recurso anti democrático para consolidar la fuerza política y económica de quienes detentan el poder. Este mecanismo destructor de nuestro tejido social, sin embargo, es avalado sin reservas por una gran mayoría de habitantes de nuestro continente. Esto, porque también los sistemas de información -en cuenta, los medios de comunicación masiva en manos de las élites- enfatizan en las dudosas bondades de un sistema que nos arrasa. Nunca más acertado el lema “divide e impera” utilizado por Julio César, el emperador romano, como base de su política para hacer de su reinado una fortaleza indestructible.

Quienes poseen una visión completa y profunda de este gran conflicto que nos plantea el mundo en el cual intentamos vivir, están sumidos en una batalla interna entre la urgencia de una verdadera revolución -capaz de transformar la estructura de poder desde sus bases- y el temor a la violencia que esta podría provocar desde los ámbitos de privilegio, los cuales se encuentran sólidamente asentados en el sistema actual. En medio de esta dicotomía quedan esas nuevas generaciones privadas de recursos materiales e intelectuales, criadas en un entorno de violencia doméstica y social y, por tanto, sometidas a las decisiones de quienes se benefician de sus carencias.

Transformar este escenario de injusticias es una tarea urgente que plantea enormes desafíos. Entre ellos, la necesidad de proporcionar a los mas jóvenes algún atisbo de esperanza sobre su futuro, una tarea vital para enderezar el rumbo de nuestras jóvenes democracias, aunque se oponga a ello nuestra atávica indiferencia: un serio problema a resolver.

El futuro reside en una juventud privada de conocimientos y de autoestima.

Fuente de la información e imagen: https://insurgenciamagisterial.com

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Carlos Sanguino: Niñas que sufren, niñas que luchan contra la violencia sexual

El relato de vida de Nzadi está lleno de terror y miedo, y quizá por ello habla con voz serena y sabia. Su voz es una de tantas voces de niñas que han sufrido violencia sexual en todo el mundo, y que sufren terribles violaciones de derechos humanos en conflictos armados en lugares como Afganistán, Níger o Nigeria.

La violencia sexual se ceba con las niñas en todo el planeta. Según Naciones Unidas, la violación y el abuso sexual afectan a cerca de 1.000 millones de mujeres y niñas a lo largo de su vida. La Organización Mundial de la Salud afirma que el 35% de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja o violencia sexual fuera de la pareja.

Según Unicef, alrededor de 120 millones de niñas, algo más de una de cada 10, han sufrido “relaciones sexuales forzadas u otros actos sexuales forzados” en algún momento de su vida. En algunos países como Indonesia, Singapur, Jordania o India las relaciones sexuales forzadas de una niña por parte de su marido son legales. El abuso sexual de menores está marcado por el género, ya que en torno al 90% de los autores son hombres y las niñas suelen presentar tasas de abuso entre dos y tres veces superiores a las de los niños.

La guerra contra las niñas

“Estaba pasando por la calle y empezaron a llamarme, yo me negué a ir. Entonces me dijeron que si me negaba me matarían. Sacaron un cuchillo y unas pistolas, no tenía otra opción, acepté porque eran muchos hombres, pero fue su jefe el que los había enviado para que fueran a llamarme porque quería tener relaciones sexuales conmigo (…). Era un hombre muy mayor, yo tenía solo 15 años. No es normal que un hombre mayor se acueste con una niña de 15, pasé demasiado miedo”.

Las palabras guerra e infancia no deberían estar nunca unidas, pero por desgracia ocurre con frecuencia. La violencia sexual se utiliza como arma de guerra contra la infancia y sus familias para aterrorizarlos e intimidarlos, a menudo con fines políticos y militares. En otras ocasiones se utiliza para realizar limpiezas étnicas o castigar a la población civil por su presunto apoyo a las fuerzas opositoras.

En algunos países como Indonesia, Singapur, Jordania o India las relaciones sexuales forzadas de una niña por parte de su marido son legales

Según Save the Children, 72 millones de niños y niñas —el 17% de los 426 millones que viven en zonas de conflicto a nivel mundial, es decir uno de cada seis— viven cerca de grupos armados que ejercen violencia sexual contra ellos. El riesgo de sufrir violencia sexual por parte de la infancia es casi diez veces mayor ahora que hace 30 años (8,5 millones en 1990). El 98% de las víctimas son niñas.

El tránsito a las escuelas

Cuando una menor de edad prepara cada mañana su cartera para ir al colegio, espera divertirse con sus compañeras de clase, aprender cosas nuevas y jugar en el recreo. ¿O no? ¿Acaso teme por su seguridad, tiene miedo de sufrir tratos humillantes y violentos y espera simplemente superar un día más?

Las escuelas son un reflejo de la sociedad. Las mismas formas de violencia —física, sexual y psicológica— que las mujeres sufren a lo largo de su vida están ya presentes en el día a día de muchas niñas, tanto en sus centros escolares como en torno a ellos. Aunque la mayoría de los casos de violencia sexual se producen en el entorno más cercano, a manos de familiares y conocidos, también a diario, hay niñas que son agredidas o que sufren violencia sexual de camino a la escuela. En países azotados por la guerra, hay quienes son secuestradas por grupos armados, y algunas resultan heridas o muertas cuando se dirigen a su centro escolar o cuando este es blanco de ataques.

En África subsahariana la violencia sexual expone a las niñas al riesgo de embarazos no deseados, con posibles implicaciones perjudiciales para su propia salud y la del bebé. En Suazilandia, el 17,4% de las niñas de 13 a 17 años han sido expulsadas de las escuelas por haber sido obligadas a mantener relaciones sexuales. Una quinta parte de estas violaciones tuvo lugar en la escuela o de camino a ella.

El peligro está en casa

Un total de 15 millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo. En la inmensa mayoría de los países, las adolescentes son el grupo con mayor riesgo de verse forzadas a mantener relaciones sexuales (u otro tipo de actos sexuales) por parte de su marido, pareja o novio actual o anterior. De acuerdo con los datos disponibles para 30 países, tan solo un 1% de ellas ha pedido alguna vez ayuda profesional.

En numerosas ocasiones, la violencia es ejercida por los propios familiares. En la capital de Nicaragua (Managua), ocho de cada 10 víctimas de agresiones sexuales son niñas y adolescentes. Dos tercios de las jóvenes afganas no están escolarizadas, el 80% siguen siendo analfabetas, más de la mitad ha sufrido violencia machista en su propia familia y el 75% afrontan matrimonios forzosos, en muchos casos antes de los 16.

Niñas refugiadas

“Me acosaron mucho. Un contrabandista fue muy insistente. Me dijo: ‘Te enviaré a Alemania en avión, pero dame a tu hija’. Por supuesto, no lo hice, pero sigo teniéndoles miedo”.

Hay alrededor de 26 millones de personas refugiadas en el mundo, y las niñas y mujeres representan la mitad del total. Esta cifra nos confirma que, lamentablemente, todos los años miles de ellas huyen de sus países de origen buscando refugio en nuevos lugares para escapar de amenazas internas, como la violencia y la persecución, guerras civiles o falta de oportunidades económicas, entre otros. Y cuando no pueden salir del país la situación no es mejor. En Afganistán, en torno a cinco millones de personas se han visto desplazadas internamente por el conflicto, el 80% son mujeres, niñas y niños.

Al dejar su hogar no solo arriesgan su vida y se exponen —mucho más que los adultos— a ser víctimas de explotación, sino que también se separan de todo lo que les resultaba familiar y cercano: sus amigos, sus juegos, sus comidas, sus familiares y su escuela. Cuando una niña se convierte en refugiada, tendrá la mitad de posibilidades de cursar educación secundaria.

¿Cómo podemos mejorar la vida de estas niñas?

Los retos que tenemos por delante para lograrlo en todo el mundo son complejos. Diez agencias internacionales proponen un conjunto de medidas que abarcan siete esferas de intervención.

Por otro lado, Naciones Unidas plantea estas recomendaciones en los Objetivos de Desarrollo Sostenible:

  • Poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo
  • Eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación
  • Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina
  • Aprobar y fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a todos los niveles

Pese a todo, numerosas niñas en todo el mundo deciden plantarle cara al futuro y tener una vida mejor. Su resiliencia y coraje nos anima año tras año a seguir apoyándolas en su lucha por sus derechos humanos y por una vida mejor. Jamás es tarde para una persona.

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Uno de cada siete niños tiene problemas psicológicos en África subsahariana

Uno de cada siete niños en África subsahariana tiene problemas «psicológicos importantes», advirtieron hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, al pedir más inversión y acceso a los servicios de salud mental en la región.

En un comunicado conjunto publicado con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra este domingo, ambas agencias de la ONU recordaron que los niños y adolescentes siempre corren el riesgo de sufrir problemas mentales, especialmente aquellos vulnerables que afrontan pobreza, discriminación y violencia.

Los efectos del cambio climático, las altas tasas de infección de VIH (virus causante del sida), los embarazos en la adolescencia, las emergencias humanitarias también son amenazas constantes para el bienestar mental de niños y adolescentes en África.

La covid-19 ha dejado al descubierto aún más las desigualdades globales, incluida la atención de la salud mental.

Este 26 de septiembre, Suiza vota sobre el matrimonio para las parejas del mismo sexo y en torno a la fiscalidad de personas con grandes patrimonios.

Los niños africanos han estado sujetos a amenazas aún mayores con el cierre de escuelas, una mayor exposición a los conflictos armados y la falta de oportunidades para jugar y socializar con sus amigos.

Además, los confinamientos largos han aumentado los matrimonios precoces, los embarazos de adolescentes y la violencia sexual y doméstica hacia los menores, especialmente las niñas.

Sin embargo, subrayan la OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), «la disponibilidad y la calidad de los servicios de salud mental para niños y adolescentes en África son muy deficientes».

Incluso en países donde existen psicólogos y psiquiatras especializados en menores, hay un promedio de sólo uno por cada cuatro millones de habitantes.

«La inversión en salud mental sigue siendo extremadamente baja en África, con un gasto público de menos de un dólar per cápita (…). No podemos permitirnos que millones de niños necesitados de cuidados no los tengan», afirmó la directora de la OMS para África, Matshidiso Moeti.

Según el director de Unicef para África oriental y meridional, Mohamed M. Malick Fall, «es urgente abordar la salud mental de niños y adolescentes en África».

«A lo largo de los años, millones de jóvenes se han visto expuestos a desafíos que serían muy difíciles de afrontar para la mayoría de los adultos, ya que a menudo tienen que lidiar con los impactos psicológicos por sí mismos. Nuestros sistemas todavía les están fallando», subrayó Fall.

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