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«Catástrofe educativa» en América Latina y el Caribe, según BM y agencias de la ONU

Entre 80% y 90% de los niños de América Latina y el Caribe serán incapaces de comprender un texto simple debido a la «catástrofe educativa» provocada por la pandemia de covid-19, según pronósticos de organismos internacionales divulgados este jueves.

La dramática afirmación figura en informes elaborados por el Banco Mundial, Unicef, Unesco, USAID y otras agencias internacionales.

Según el documento titulado «Dos años después: salvando a una generación», del BM, Unicef y Unesco, cuatro de cada cinco niños en América Latina y el Caribe no podrán comprender un texto simple.

Asimismo, el estudio «Situación de la pobreza de aprendizaje a nivel mundial: actualización 2022», elaborado por el BM, las mencionadas agencias de la ONU, USAID FCDO y BMGF, revela que nueve de cada diez alumnos de la región son incapaces de leer un texto simple al final de la educación primaria.

Sólo África Subsahariana presenta resultados peores.

El primer informe destaca que la pandemia de covid-19 provocó en América Latina y el Caribe los cierres de escuelas más largos y constantes del planeta, a raíz de los cuales los alumnos de la región perdieron en promedio 1,5 años de aprendizaje.

Ello puede significar un retroceso más de diez años, subraya el texto.

La región «enfrenta una crisis educativa sin precedentes que podría comprometer el desarrollo futuro de nuestros países», comentó Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

«El hecho de que una gran mayoría de los alumnos de sexto grado tal vez no logre comprender lo que leen pone un signo de interrogación sobre el bienestar futuro de millones de niños que aún no desarrollaron competencias fundamentales críticas, algo que eleva el riesgo de profundizar aún más las desigualdades de larga data en la región», agregó.

«Demasiados niños no han podido regresar a la escuela a tiempo completo, y muchos de los que han regresado están perdidos. En ambos casos no están aprendiendo», dijo por su lado Jean Gough, director de Unicef para América Latina y el Caribe, para quien esta «catástrofe educativa» se reproduce «día tras día».

Según Claudia Uribe, directora de OREALC/UNESCO Santiago, solo priorizando la educación en la agenda pública se puede lograr una recuperación.

Entre las «acciones clave» para «reencauzar a esta generación», el documento propone reintegrar a todos los alumnos que hayan abandonado el sistema educativo y asegurar que permanezcan en él, así como valorar y formar a los docentes.

Fuente: https://www.elfinancierocr.com/cables/catastrofe-educativa-en-america-latina-y-el-caribe/IH3EJ575CRGLNOCWJVDR3PRPI4/story/

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El Premio UNESCO para la Utilización de las TIC en la Educación recompensa proyectos en la India y en Tanzania que garantizan la continuidad del aprendizaje

El Premio UNESCO-Rey Hamad Bin Isa Al-Khalifa 2021 para la Utilización de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la Educación se otorgó al programa “Iniciativas para una educación inclusiva y accesible durante la pandemia de COVID-19”, llevado a cabo por el Instituto Central de Tecnologías Educativas (CIET) del Consejo Nacional de Investigación y Formación Educativa de la India, y al “Programa Educativo Digital”, ejecutado por Ubongo, en la República Unida de Tanzania. Cada uno de los galardonados recibirá 25.000 dólares estadounidenses como recompensa por la utilización creativa de las tecnologías con miras a desarrollar sistemas de aprendizaje inclusivos y resilientes ante las crisis.

Se hizo entrega del Premio a los galardonados durante una ceremonia que tuvo lugar el 24 de junio en la Sede de la UNESCO, así como a los cuatro galardonados de las ediciones de 2019 y 2020.

La edición de 2021 está dedicada a un tema cuya importancia puso de manifiesto la pandemia de COVID-19. Premia a los proyectos que han utilizado la tecnología para poner en marcha programas pedagógicos que garantizan eficazmente la continuidad y la calidad del aprendizaje durante las perturbaciones de la educación.

El Jurado Internacional examinó 111 candidaturas presentadas por 58 Estados Miembros de la UNESCO y ocho ONG que mantienen relaciones oficiales con la Organización, y recomendó estos dos proyectos para recompensar los resultados obtenidos en cuanto a la utilización de las tecnologías al servicio de la educación mediante la adopción de diversas soluciones digitales, el suministro de contenidos adaptables y de alta calidad, y la posibilidad de llegar a una gran cantidad de alumnos, especialmente de las comunidades desfavorecidas.

El Instituto Central de Tecnologías Educativas (CIET) del Consejo Nacional de Investigación y Formación Educativa de la India ha reforzado una serie de programas durante la pandemia de COVID-19 para garantizar la continuidad y la calidad del aprendizaje, algo que ha beneficiado a más de 1,5 millones de escuelas, 240 millones de estudiantes y 8,5 millones de docentes. Los programas de aprendizaje digital se hicieron accesibles a través de diversos medios de comunicación, como la televisión y la radio, y plataformas en línea para estudiantes, profesores y administradores educativos. Las iniciativas permitieron un aprendizaje flexible y personalizado, que tuvo en cuenta las necesidades especiales de los alumnos con discapacidades y de los estudiantes de las regiones rurales de la India.

El programa pedagógico digital de Ubongo, presentado en Tanzania en 2014, ha difundido más de 300 archivos de televisión y radio en ocho idiomas locales en 18 países del África subsahariana, con el objetivo de proporcionar un aprendizaje eficaz y adaptado a los niños en edad escolar y a sus padres sacando provecho del poder de las tecnologías y el entretenimiento. Ubongo es una de las iniciativas de entretenimiento educativo más importantes en África, que desarrolla, adapta y distribuye nuevos contenidos con miras a hacer frente a las perturbaciones de la educación y garantizar el aprendizaje en casa y una enseñanza adaptada a cada contexto, por ejemplo, para los refugiados y los niños que se recuperan de traumas.

Creado en 2005 con el apoyo del Reino de Bahrein, el Premio recompensa cada año a personas y organizaciones que mejoran la enseñanza, el aprendizaje y el rendimiento escolar en general.

Fuente: https://www.unesco.org/es/articles/el-premio-unesco-para-la-utilizacion-de-las-tic-en-la-educacion-recompensa-proyectos-en-la-india-y

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Ecuador: Los niños nacieron para aprender, pero necesitan oportunidades

Yasmín Salazar Méndez

Los niños nacieron para aprender y son los aprendices más capaces del planeta. Esta frase tomada del libro ‘Aprendizaje temprano de calidad: Nutrir el potencial de los niños’, publicado por el Banco Mundial, describe la innata capacidad de los niños, su velocidad para aprender cosas nuevas y su habilidad para generalizar lo aprendido a otras experiencias.

A pesar de la reconocida capacidad de aprendizaje de los niños, según estimaciones del Banco Mundial, el 53% de los que tiene 10 años, que habitan en países de ingresos bajos y medianos, padecen la denominada ‘pobreza en aprendizaje’, es decir, no sabe leer ni comprender un texto breve.

Esta situación se vio agravada por la pandemia de Covid-19 y, según estimaciones del mismo organismo, si no se toman acciones oportunas podría llegar a 63% en la pospandemia.

Un 40% de los niños en Ecuador no comprende lo que lee, según María Brown, ministra de Educación.

Aunque la pobreza en aprendizaje es más notoria en los que asisten a la escuela, el origen de las deficiencias cognitivas de los niños se remonta a los primeros cinco años de vida.

Se trata de una etapa es clave para el adecuado desarrollo cognitivo, psicosocial, psicomotor y afectivo, que no solo permitirá que los niños tengan un mejor proceso de aprendizaje en la escuela, sino que será el soporte de toda su vida estudiantil.

El 40% de los niños en Ecuador no comprende lo que lee.

Para evitar que las cifras de pobreza en aprendizaje continúen subiendo, hay que diseñar estrategias para corregir el atraso de los niños que ya están en la escuela, pero también hay que atender a los que tienen menos de cinco años de edad.

En Ecuador, la atención y educación para los niños menores de 5 años, se divide en dos: educación en la primera infancia (destinada a niños de 0 a 3 años), y educación inicial (para niños de 3 a 5 años).

En el primer caso, la atención debe ser garantizada y regulada por el MIES, sin embargo, la responsabilidad es de los padres de familia, que tienen libertad de decidir si sus hijos asisten a un centro de educación y atención para la primera infancia.

En el segundo, es obligación del Estado. 

Cuando la decisión de enviar a los niños a un centro de desarrollo infantil recae únicamente en los padres, se pueden marcar grandes diferencias en el aprendizaje de los niños que asisten a estos centros y los que no lo hacen.

Tomar una decisión de este tipo depende de diversos factores, como: los recursos económicos de los padres, las preferencias sobre a quienes consideran como responsable del cuidado de los niños, y la información que disponen los padres sobre las ventajas de que sus hijos asistan a un centro de educación y atención infantil.

Sobre ese último punto, en un estudio realizado para Ecuador se determinó que los centros de cuidado infantil son vistos como sustitutos del cuidado materno y no como lugares en los que se puede potenciar el desarrollo integral de los niños.

En el país, según datos tomados del portal de información del MIES y actualizados a 2017, ese año la tasa de asistencia a centros de desarrollo infantil fue de 19,4%, mientras que en 2010 era de 15%.

Con respecto al tipo de centro, el 93,7% de los infantes asiste a centros públicos, mientras que el 6,3% frecuenta centros privados.

Por rango de edad, la tasa de asistencia fue la siguiente: 0 a 22 meses (8,2%), 12 a 23 meses (19,7%) y de 24 a 35 meses (30,4%).

La tasa de asistencia a los centros de educación de infancia temprana aún es baja, y aumentarla depende de que los padres tengan incentivos para enviar a sus hijos de 0 a 3 años.

No solo con la idea de que allá los cuidarán, sino de que será positivo para su desarrollo integral, puesto que recibirán atención educativa de calidad, además de servicios de nutrición y gozarán de un ambiente que beneficia su desarrollo socioemocional.

Para que esto se haga realidad, los centros de desarrollo infantil públicos y privados deben brindar servicios integrales de calidad.

Aunque también hay que tomar en cuenta que las brechas no surgen únicamente por la asistencia a los establecimientos de educación infantil, sino también por la alimentación, los cuidados de salud y la estimulación que reciben los niños dentro de sus familias. Además, es necesario mencionar la importancia de que los niños gocen de vínculos afectivos fuertes y saludables.

Los niños nacieron para aprender y, que lo hagan bien, depende de los adultos.

Para hacer uso de este contenido cite la fuente y haga un enlace a la nota original en Primicias.ec: https://www.primicias.ec/noticias/firmas/ecuador-ninos-aprendizaje-educacion-publica-deficiente/

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Educar sin mascarillas

Ya va llegando el tiempo de que las aulas, los patios y las instalaciones escolares se inundan de la alegría, de la pasión, de la energía que esas comunidades de aprendientes que quieren reencontrarse. Llegó la hora de volver a educar sin mascarillas (o tapabocas, o como le llamen).

Pero esto no es tan fácil de asimilar porque me he ido encontrando con que volver a la realidad presencial puede ser más complejo de lo que creímos. Puede que fuera más fácil adaptarnos a la vida educativa a distancia que retomar la vida educativa en la cercanía, después de los miedos, terrores e incertidumbres. Solo es una llamada de atención sobre la necesidad de que no creamos que el regreso solo está marcado por la alegría, el reencuentro, la necesidad el otro. También hay un acomodamiento y una cierta nueva fascinación por la distancia, la intimidad exagerada, el anonimato, la excusa para la falta de afectividad.

Vamos a educar sin mascarillas, pero no me refiero a las que nos ayudan a que el coronavirus no llegara a nuestro cuerpo (o que no lo enviáramos a cuerpos ajenos). Hablo de ciertos ocultamientos que necesitamos ya superar:

  1. La mascarilla que oculta el intercambio emocional. Para mucha gente, ha sido maravilloso poder ocultar emociones, sentimientos ante hechos o circunstancias. La mascarilla ha ocultado la sonrisa, pero también la molestia, el enojo, la incomodidad. Y nos fuimos acostumbrando a ello. Hasta para ocultar el rostro en hechos anómalos ha servido. Quienes vivimos con emoción la tarea de educar, no podemos darnos el lujo de ocultar emociones, de dejar de practicar la sana gestión emocional. Necesitamos reconocer las emociones propias, pero también reconocer, cuidar y respetar las emociones de los demás, sobre todo las de nuestros estudiantes, que merecen y necesitan interactuar en espacios emocional y socialmente sanos.
  2. La mascarilla que impide la interacción conflictiva, cotidiana y cercana. Los intercambios didácticos, mediados por plataformas y pantallas, han ayudado a que no tuviéramos ya la responsabilidad pedagógica de prevenir, mediar o gestionar conflictividades. De lejos parece que todo es más tranquilo, más manejable. De cerca, la interacción humana es compleja y difícil, sobre todo para quienes la educación tiene la naturaleza verticalista e impositiva de quien enseña a quienes no saben. Se trata, entonces, de abandonar esa mascarilla de la distancia física, social y emocional y aprender a vivir la educación como un intercambio físico, sensual, cotidiano.
  3. La mascarilla de una pandemia que nos golpeó sin enseñarnos. Lo peor que nos puede pasar, o que nos puede estar pasando ya, es que la pandemia pasara y que regresemos a la “nueva normalidad” como si aquello hubiera sido solo un gigantesco paréntesis en la vida de la humanidad. La pandemia nos permitió aprender a reconocer, valorar y apreciar mucho que no atendíamos antes de ese 2020. Volver sin tomar en cuenta lo diferente que podemos ser, las nuevas maneras de interactuar con estudiantes, es seguir con la mascarilla de una pandemia que solo nos ha pegado, que solo nos ha obstaculizado, pero no la hemos asumido como una lección poderosa de vida.
  4. La mascarilla de los graves problemas estructurales. La pandemia no causó, solo develó los graves problemas estructurales de regiones enteras del mundo, como la latinoamericana. Los sistemas de salud, educativos, de protección, tan precarios, fueron los que más evidenciaron esa historia previa a la pandemia. Por supuesto, mucho del discurso oficial atribuye ahora a la pandemia todos los males educativos y sanitarios, incluso de desempleo e inseguridad. Como si todo eso, antes del 2020, no fuera ya muy precario y claramente indicador de negaciones estructurales e históricas de derechos humanos. Antes del coronavirus, la mascarilla de la negación histórico-estructural de la negación de derechos humanos era muy fuerte. Hoy parece que seguirá así, pero con doble mascarilla.

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350.000 niños de África pueden morir este verano de desnutrición, según ONGs

Más de cinco millones y medio de niños se encuentran en riesgo de desnutrición aguda en la región del Cuerno de África, según denuncian las ONG Oxfam Intermón y Save the Children en su último informe, Dangerous Delay 2, en el que alertan además de que 350.000 niños pueden morir por esa causa este verano si la comunidad internacional no actúa.

«Hace 10 años se calculaba la muerte de 135.000 niños en una crisis similar”, explicó este miércoles en la presentación del informe Franc Cortada, director general de Oxfam Intermón, quien recuerda que finalmente «murieron casi el doble, la mayoría menores de 5 años».

Entre las consecuencias físicas sobre la infancia de esta desnutrición aguda, Andrés Conde, director general de Save the Children, destacó en rueda de prensa los efectos en el sistema inmunológico: «el riesgo es dejar a una generación de niños en una situación de extremada vulnerabilidad a un montón de enfermedades».

La falta de nutrientes -explicó Conde-, también paraliza el desarrollo cognitivo de los menores, algo que es imposible recuperar en una edad posterior. «Estamos hablando de consecuencias gigantescas en la capacidad de estos niños y niñas de aprender», remarcó.

LAS SEQUÍAS Y LA GUERRA DE UCRANIA, CAUSAS DE LA CRISIS

El informe atribuye esta nueva crisis humanitaria a dos razones principales: el ‘shock’ climático, que ha originado importantes sequías en la región, y la guerra de Ucrania.

«Estamos enfrentando la peor sequía en los últimos 40 años, pero esto se ha visto añadido por algo completamente imprevisible: la guerra en dos países que resultan ser el granero del mundo,” afirmó Conde.

Según Cortada, «Rusia y Ucrania proporcionan el 90% del trigo que se consume en el Cuerno de África», países de los que también se importan productos como el aceite de girasol o los fertilizantes necesarios en las cosechas.

El conflicto bélico está generando un «aumento de precios sin precedentes» en la mayoría de los productos importados por la región africana, lo que da una «perspectiva de crisis completamente abrumadora», explicó Conde.

«No es insensato decir que muy probablemente la mayor parte de las muertes que genere esta guerra no van a ser en el conflicto armado, sino el hambre que van a provocar en muchos otros países», añadió.

SOLO UN 2% DE FONDOS RECAUDADOS

La ONU realizó un llamamiento de emergencia para el Cuerno de África y cuantificó que se necesitaban 4.400 millones de dólares para atender las necesidades de la población. Sin embargo, por el momento solo hay un 2% recaudado.

«El problema que tenemos ahora es la financiación», declaró Cortada, «las organizaciones sabemos lo que tenemos que hacer, pero sigue faltando más de un 70% de financiación».

El Informe propone una serie de medidas para paliar la crisis. Para los países occidentales, piden que se responda al llamado de la ONU de forma urgente así como la cancelación de la deuda que se mantiene con el Cuerno de África.

Respecto a los Estados afectados, sugieren implantar políticas de protección social y fortalecer los mecanismos de detección temprana.

Recalcan sobre todo la necesidad de pasar de un enfoque reactivo a uno proactivo, que permita prevenir futuras crisis.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/%C3%A1frica-desnutrici%C3%B3n_350.000-ni%C3%B1os-de-%C3%A1frica-pueden-morir-este-verano-de-desnutrici%C3%B3n–seg%C3%BAn-ongs/47603832

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Gustavo Suárez Pertierra, presidente de UNICEF España “La educación es la principal herramienta que existe para salir de la pobreza”

El cambio climático, las hambrunas, el inexistente acceso a vacunas o medicamentos y la falta de higiene son algunas de las muchas causas que han llevado a millones de familias a la pobreza más extrema. Según Gustavo Suárez Pertierra, presidente de UNICEF España, la educación es el único mecanismo que existe para que los niños y niñas sean capaces de acabar con la trampa que esta pobreza supone. Por ello, la educación es el corazón de UNICEF, una organización que, desde hace ya 75 años, vela por los derechos y la supervivencia de la infancia más vulnerable.

En los últimos dos años, y a raíz de la pandemia de la COVID-19, hay 100 millones más de niños y niñas en el mundo sumergidos en la pobreza, lo que equivale a un aumento del 10% desde 2019.

De hecho, y según el informe ‘Evitemos una década perdida: Hay que actuar ya para revertir los efectos de la COVID-19 sobre la infancia y la juventud’, presentado por UNICEF el pasado mes de diciembre, la COVID-19 está poniendo en peligro décadas de progreso en cuestiones fundamentales para la infancia como la pobreza, la salud, el acceso a la educación, la nutrición o el bienestar mental. Una situación sin precedentes a la que se debe hacer frente de manera inmediata.

Durante esta entrevista con Soziable.es, Gustavo Suárez Pertierra, presidente de UNICEF España, incide en la importancia de actuar de forma rápida y eficaz para hacer frente a todas estas desigualdades que afectan gravemente a la humanidad en general, pero a la infancia en particular.

– ¿De qué manera ha afectado la pandemia de la COVID-19 a la infancia?

La pandemia ha causado un impacto extraordinario sobre toda la humanidad en general, sobre la infancia en particular y sobre la infancia más vulnerable de una manera especial. Ha tenido un gran costo en vidas humanas, ha producido un efecto del que tendremos que aprender a salir, porque corre el peligro de paralizar, o al menos revertir, ciertos procesos que estaban consiguiendo que el bienestar de la infancia se asiente en nuestras sociedades, pero, sobre todo, la mayor consecuencia que va a producir es que va a generar unas enormes desigualdades en el mundo.

La pandemia es una crisis que comienza siendo sanitaria y acaba siendo económica y social, pero que se distingue de otras crisis porque es una crisis global. Quiere decir esto que afecta a todo el conjunto de los países, a todo el conjunto de los pueblos, a toda la humanidad, en definitiva.

El impacto de la pandemia no es el mismo en aquellas ciudades más ricas y en las sociedades más pobres. Las posibilidades o los recursos que tienen las sociedades para superar el impacto de la pandemia tampoco son los mismos. Por tanto, la combinación entre impactos y posibilidades de superación de la crisis va a producir unas desigualdades extraordinarias en el mundo.

Tendremos que encontrar la senda de salida. Pero ¿cómo tendremos que hacerlo? Pues, en primer lugar, procurando que las medidas sanitarias lleguen a todas partes. Las vacunas, fundamentalmente, tienen que llegar a los países de rentas bajas porque, si no llega a todos, la pandemia no puede resolverse. Pero, además, hay que invertir en educación, en saneamientos, en mecanismos e instrumentos que permitan adaptarse a los tiempos que vienen, que van a ser muy dificultosos.

– ¿Qué entendemos por pobreza infantil?

Hay muchas clases de pobreza. Hay una pobreza severa, que afecta a aquellas sociedades que viven en la miseria, pero hay otra que llamamos pobreza moderada, que afecta a sociedades más desarrolladas y que se mide a través de la media de ingresos de una familia tipo: dos adultos y dos menores, por ejemplo.

Pero ¿qué significa ese tipo de pobreza? Significa que los hogares que la padecen no pueden acudir a satisfacer un gasto que de repente se presenta, porque se produce una necesidad educativa, por ejemplo, actividades extraescolares; porque sube el precio de la luz por encima de lo que estaba previsto; porque se presenta una necesidad producida por una determinada catástrofe o por un determinado impacto social; o por un hecho propio del clima.

Esta es una pobreza moderada que, en España, lamentablemente, afecta a entre un 27 y un 28% de loa niños y loa jóvenes, lo cual no se corresponde con nuestra entidad como cuarta potencia económica dentro de la Unión Europea, ni tampoco con el puesto que tenemos en la Unión Europea, ya que estamos muy atrás, estamos en la cola de los países que están padeciendo la lacra de la pobreza infantil.

– Por lo tanto, no nos referimos a lo mismo cuando hablamos de pobreza infantil en España y cuando lo hacemos refiriéndonos a países del tercer mundo, ¿verdad?

Los países de rentas medias y bajas no tienen los mismos problemas que tienen los países más desarrollados en el mundo, donde también hay pobreza, ese tipo de pobreza de hogares que no pueden llegar a fin de mes, que no pueden garantizar la calefacción en invierno o que no pueden garantizar unas vacaciones razonables.

La pobreza en los países que llamamos en desarrollo, en los países con rentas más bajas, tiene unas características mucho más incisivas. Pensemos que en estos países hay, en este momento, del orden de 5 millones de niños al año, 14 mil niños al día, menores de 5 años, que mueren por falta de un remedio que está en nuestras manos proporcionarles, por ejemplo, vacunas. No me estoy refiriendo ahora al caso de la pandemia de la COVID-19, me estoy refiriendo a las vacunas de las enfermedades que todavía no están erradicadas en el mundo, que se llevan por delante muchas vidas de niños menores de 5 años.

Bien es verdad que, hace tres décadas, esta cifra era el doble. Por tanto, vamos en la buena dirección, pero hay que darse cuenta de que esta es la realidad que tenemos en muchas partes del mundo.

– ¿Cómo afecta la pobreza a los niños y niñas?  

La pobreza es algo que, lamentablemente, envuelve la vida de los seres humanos y, por supuesto, de los niños.

¿Qué significa la pobreza para los niños? Significa que no pueden ser niños, que no pueden manifestar, como única preocupación, la preocupación de ser niños y hacer lo que hacen los niños, porque tienen otras preocupaciones.

La pobreza se manifiesta en materia de trabajo infantil; en la falta de posibilidades de desarrollo; en la falta de acceso a la educación; en la nutrición; y en el propio movimiento y en la propia sociabilidad de los niños y de los jóvenes que necesitan moverse ampliamente y ser niños para poder desarrollarse.

Esa falta de ambiente que proporciona la pobreza, que va desde la manifestación de enfermedades hasta las carencias en la educación, cuando envuelve toda la vida de los niños provoca fenómenos muy importantes que están detectando las sociedades modernas, por ejemplo, de salud mental.

Así pues, uno de los primeros problemas que tiene planteados la humanidad en este momento es resolver los problemas del hambre, que afectan a muy buena parte del género humano y, por supuesto, al grupo social más vulnerable, que son los niños, las niñas y los jóvenes.

– La lucha contra el cambio climático es otro de los grandes retos a los que se enfrenta UNICEF. ¿Es esta problemática una de las grandes amenazas para la infancia?

El cambio climático es un factor fundamental para la infancia. Produce sequías y hambrunas, exige a las sociedades la incorporación de unos instrumentos que les permitan ir adaptándose al cambio de las temperaturas, produce el aumento del nivel de los océanos…

Todo eso, en aquellos espíritus más jóvenes que están en formación, como es el caso de los niños en edad temprana y de los adolescentes en edad ya madura, les afecta de múltiples maneras: provoca enfermedades, plantea problemas de nutrición, les limita la movilidad… El cambio climático es un elemento vital para garantizar no solo el desarrollo de los jóvenes, sino también su bienestar futuro. Por tanto, es algo a lo que debemos poner una enorme atención.

El primer problema que tiene la infancia es la supervivencia, algo que podemos resolver porque una vacuna cuesta 60 céntimos de euro. Luego hay que resolver los problemas de educación, de bienestar y sanitarios que puedan afectarles. Pero después hay que garantizarles un entorno seguro, algo que con la referencia climática solo es posible adelantándose con medidas de previsión como quieren, por otra parte, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que tienen en el cambio climático una de sus referencias fundamentales.

– La pandemia de la COVID-19 no solo ha comprometido nuestra salud física, sino que también está afectando a nuestra salud mental y, en especial, a la de los colectivos más vulnerables. ¿Perciben que la salud mental de la infancia se ha visto alterada, en mayor o menor grado, tras la irrupción del coronavirus?

La salud mental se ve afectada por la pandemia sin duda ninguna. Aquí se produce un efecto curioso: la salud mental es un elemento que, desgraciadamente, está muy presente en nuestras sociedades, para los niños y para los mayores, pero es un problema social sobre el que existe una especie de silencio, acordado por toda la sociedad, porque la concebimos como un estigma de las sociedades avanzadas.

Yo creo que la pandemia, y no quiero decir con esto que haya tenido ningún efecto bueno ni positivo, ha puesto en el escenario de las preocupaciones el problema de la salud mental y, especialmente, de la salud mental infantil. El confinamiento, la falta de sociabilización adecuada que provoca el cierre de las escuelas, que los niños no puedan, en un momento determinado, salir a la calle para poder socializar y desarrollar sus juegos genera un impacto extraordinario sobre la salud mental de los niños y los jóvenes.

Desde UNICEF lo hemos medido y existen datos que lo ponen de manifiesto. Hay, en estos momentos, un 13% de jóvenes, hasta 18 años, que se ven afectados por algún tipo de trastorno mental. Un 13% son muchos millones de niños en el mundo.

– ¿Se aborda esta problemática desde UNICEF?

Lo intentamos porque los sistemas públicos, quizá porque no es un elemento que esté presionando nuestras sociedades, atienden muy poco a la salud mental. Hablando en términos globales, que es como tenemos que hablar desde UNICEF, solo un escaso 2% de los presupuestos sanitarios se dedica en el mundo a la salud mental y esto es un presupuesto prácticamente insignificante.

Por tanto, tenemos que ayudar a resolver ese problema. UNICEF trabaja desde esa perspectiva en las sociedades desarrolladas procurando interesar sobre el problema a los ciudadanos y a las ciudadanas, sensibilizar y ofrecer a los poderes públicos las medidas adecuadas de carácter sanitario, pero también de entorno doméstico y social, para que se pueda salir al paso de los problemas de trastornos mentales que pueden plantearse.

En España, hemos colaborado en la parte infantil del desarrollo de la Estrategia de Salud Mental que se está empezando a poner en práctica. Por tanto, ya hay sensibilidad social suficiente como para que, desde el sistema público, se pueda atender ese problema.

Y, en los países de rentas medias y bajas, UNICEF está desarrollando programas sobre el terreno en materia sanitaria y social. En materia sanitaria, procurando fortalecer los sistemas sanitarios de países que son menos favorecidos en lo que se refiere a salud mental y en otros aspectos sanitarios; y, por otra parte, trabajando en la construcción de entornos saludables que permitan a la infancia y a la adolescencia desarrollarse previniendo la posibilidad de que estos problemas puedan afectarles.

– ¿Es primordial garantizar una educación de calidad a todos los niños y niñas para hacer frente a las desigualdades y a la pobreza?

La educación es la principal herramienta que existe para salir de la pobreza. Se ha dicho que la educación es un ascensor social, el único mecanismo que puede garantizar que se rompa la trampa de la pobreza, que significa que las generaciones siguientes son más pobres o siguen siendo tan pobres como las generaciones anteriores. Y lo único que puede romper ese círculo vicioso es, precisamente, la educación, de ahí su importancia en esta materia.

La educación es el corazón de UNICEF. Los objetivos de nuestra organización tienden a la supervivencia de los niños y adolescentes, a garantizar su bienestar y a la protección, pero todo eso está envuelto por el corazón de UNICEF, que es la educación. La educación es un trampolín para el desarrollo personal y social.

– No hay nada perfecto, pero… ¿qué considera que debe tener la infancia para que su desarrollo sea adecuado y, sobre todo, ‘feliz’?

La infancia es, por definición, un grupo desvalido. Como la Convención de Derechos del Niño llega hasta los 18 años, hay mucha diferencia entre los niños más niños, los niños y niñas que ya no lo son tanto y los jóvenes o adolescentes ya que cada franja de población tiene su necesidad especifica.

La base es la posibilidad de encontrarse con un entorno familiar, doméstico y social que les permita formarse y desarrollar todas sus capacidades. Eso exige una atención social adecuada, la posibilidad de contar con una asistencia sanitaria suficiente desde una edad temprana y la posibilidad de acceso a la educación y a las capacidades de empoderamiento, sobre todo para las niñas, que son el grupo más desvalido dentro del grupo más desvalido de la sociedad. Todo esto es necesario como punto de partida y, a partir de aquí, vienen todas las necesidades que ofrece el sistema de bienestar al que nos asomamos los ciudadanos de los países en desarrollo.

Hay, en estos momentos, más conflictos bélicos abiertos que hace 30 años. Nos tenemos que poner a pensar en la influencia que tiene esto, no solo sobre los niños, sino sobre todos los hombres y mujeres, por ejemplo, obligándoles a desplazarse de sus hogares. Por tanto, la infancia necesita condiciones básicas de vida y de desarrollo posterior.

– Personalmente, ¿cree que estamos a tiempo de cumplir los ODS en la fecha prevista, 2030?

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen un programa de acción muy ambicioso. Hace unos pocos años, las naciones se pusieron de acuerdo para definir unos Objeticos de Desarrollo Sostenible, 17 Objetivos, con dos centenares de metas, y se diseñó una Hoja de Ruta que es la Agenda 2030.

Aquí hay que confiar en la capacidad de resiliencia del género humano y, especialmente, en la de los jóvenes, que es mucha. Hay que confiar en la capacidad de los estados que han adquirido consciencia de la necesidad de establecer un desarrollo sostenible para permitir que las sociedades sean más justas y proporcionen un mayor bienestar. Pero, además de ser optimista, hay que ser realista y decir que, en este momento, vamos por debajo de las previsiones de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, más todavía, porque no contábamos con el impacto de la pandemia.

Prácticamente todos los ODS tienen que ver con la infancia, porque son objetivos que afectan a la erradicación de la pobreza, al destierro y las hambrunas, a la educación… Por tanto, en todos los Objetivos está presente la referencia de la infancia y en todos tiene que trabajar UNICEF. Por eso, necesitamos una visión muy amplia en la que necesitamos, por supuesto, que nos acompañen las sociedades de los países pobres y ricos.

– ¿Cuáles son los retos y objetivos de UNICEF España para este año 2022?

Yo creo que necesitamos recuperar la senda de conseguir los objetivos de bienestar que nos habíamos planteado.

UNICEF cumple ahora 75 años: 60 en España, 75 UNICEF global. Tras la Segunda Guerra Mundial, UNICEF se planteó el objetivo de la supervivencia de la infancia, erradicar las enfermedades que se llevaban miles de muertos cada día, la educación como corazón de UNICEF, el bienestar en todas sus fórmulas y la erradicación de conductas que todavía están muy presentes en ciertas sociedades y que afectan a niños y a niñas, como es el caso del matrimonio infantil.

En todo este tiempo, en estos 75 años, se ha avanzado mucho en el cumplimiento de estos objetivos. El matrimonio infantil, por ejemplo, se ha reducido en un 15% en las tres últimas décadas. Pero el impacto de la pandemia sobre todos esos procesos que estaban en marcha y que estaban teniendo un cierto éxito sostenido ha sido, está siendo y va a ser enorme. Hay que recuperar esa senda de bienestar para el cumplimiento de unos objetivos que, lamentablemente, después de 75 años, todavía están vigentes.

Necesitamos actuar contra la pobreza infantil, en materia de salud mental y de fortalecimiento del sistema educativo, en temas de bienestar y sobre la sostenibilidad del clima en el que tenemos que movernos. En concreto, tenemos que erradicar determinadas prácticas como las que afectan a las políticas de género o que tienen que ver con el trabajo infantil y que están muy favorecidas por todo lo que trae consigo la pandemia, como el cierre de las escuelas.

Fuente: https://www.soziable.es/entrevista-gustavo-suarez-presidente-unicef-espana

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La infancia perdida de los ‘niños de la guerra siria’

Trabajan a costa de su presente, en busca de un futuro. En medio de una zona industrial de Idlib, Siria, Ibrahim está ocupado, intentando desenroscar los tornillos de un pesado motor. Desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde, cada día, libra una agotadora batalla física y mancha sus manos de aceite mientras intenta seguir las instrucciones de su jefe.

«Desatornillo el motor, desatornillo la transmisión automática, la junta de la culata… todo lo que me dice mi jefe. A veces, cuando los tornillos están muy apretados, llamo a mi jefe para que me ayude. En el futuro, me gustaría seguir trabajando como mecánico y tener mi propio negocio. No terminé mis estudios porque no se dedicaba suficiente atención a las escuelas«.

El 60 % de los niños del noroeste de Siria no están escolarizados, y solamente un tercio de las escuelas funcionan a pleno rendimiento. El sector educativo tiene muchos desafíos a los que hacer frente. Los salarios siguen siendo el más urgente, ya que los profesores se ven privados de sus sueldos durante meses por falta de recursos.

Pero los desplazamientos masivos provocados por los bombardeos de Rusia y del régimen de Bashar al-Asad han empujado al 90 % de los sirios a la pobreza, dejando a muchos niños sin otra opción que ponerse a trabajar y mantener a sus familias.

«Los bombardeos nos obligaron a abandonar nuestras casas, bajo la lluvia y tuvimos que vivir en los campamentos. A veces me quedo con 10 o 20 liras turcas y le doy el resto a mi padre; el total de lo que recibo es de 100 liras a la semana».

Para muchas familias de la zona, el trabajo infantil es un medio para sobrevivir, ya que UNICEF estima que el aumento de las necesidades humanitarias en Siria, desde 2020, creció un 27 %. Hay niños en numerosos tipos de empleos. Algunas de sus tareas son agotadoras, otras son, incluso, peligrosas. La realidad de la guerra no solamente roba el presente a los niños, sino también, su futuro.

Fuente: https://es.euronews.com/2022/02/01/la-infancia-perdida-de-los-ninos-de-la-guerra-siria

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