Entrevistas/Noviembre 2020/Autor: Nacho Meneses/elpais.com
Anthony Salcito, vicepresidente de Microsoft Education, reflexiona acerca de los efectos de la pandemia sobre los modelos de aprendizaje y el papel que debe tener la tecnología
Siete meses después del estallido de la pandemia, el panorama educativo ha cambiado en gran parte del mundo. La misma incertidumbre que domina el futuro laboral y económico de millones de personas y el temor por nuevos contagios inunda de dudas el debate en torno a la mejor manera de garantizar el acceso de los jóvenes a la mejor educación posible. Abocados repentinamente a un confinamiento sin precedentes durante los últimos meses del pasado curso, la mayoría de los estudiantes volvieron a las clases presenciales al inicio de este; pero el aumento de casos hace que las instituciones educativas estén preparándose ante los efectos de un posible nuevo cierre escolar. Anthony Salcito, vicepresidente de Microsoft Education, reflexiona acerca de los efectos de la covid-19 en el entorno escolar y sobre cómo debería ser la educación en un futuro próximo.
Pregunta. Hace ya más de siete meses que estalló la pandemia. ¿De qué manera cree que la covid-19 ha impactado en el panorama educativo?
Respuesta. Creo que han cambiado muchas cosas, pero gran parte de ese cambio no es nuevo. En la época del coronavirus se han intensificado una serie de aspectos que ya valorábamos antes, como la equidad y el acceso a la información, el valor de un uso responsable de la tecnología y la importancia de los educadores. Una de las cosas que ha cambiado es que escuelas e instituciones tienen por fin una mejor comprensión del verdadero papel de la tecnología en la educación. Durante décadas esta tuvo un papel secundario en el contexto educativo: el enfoque estaba en la instrucción en el aula, mientras que la tecnología se quedaba para tomar apuntes, o investigar en la biblioteca. El giro que se ha producido es que el papel de la tecnología va más allá de la clase, y que el aprendizaje puede suceder en contextos muy diferentes.
El otro aspecto positivo es que la sociedad ha sido por fin capaz de comprender el valor de los educadores. Antes de la pandemia, muchos profesores temían que un aumento de la tecnología pudiera disminuir su valor, e incluso que estaban compitiendo para evitar ser sustituidos por ella. Pero lo que hemos visto con el coronavirus es que, incluso en un entorno dominado por la tecnología, la valoración de lo que los profesores hacen cada día nunca ha sido más clara. A medida que el aprendizaje viajó a las mesas de cada cocina, los padres han podido apreciar el valor que los docentes tienen para sus hijos. Debemos recordar que la tecnología puede ser un catalizador más allá de las aulas, y que el valor de los profesores se ve potenciado por la tecnología, y no al revés. Y lo más importante es que hemos de motivar a los estudiantes con habilidades que necesitan potenciar en la escuela si queremos que estén listos para la futura economía global, que desaten sus talentos y puedan cambiar el mundo.
P. Muchos expertos aseguran que esta digitalización de la educación no tiene marcha atrás. ¿Es posible que, una vez superada la pandemia, muchos profesores decidan simplemente volver a las clases tal y como eran antes?
R. Ese es un tema que hemos tratado con responsables de muchas escuelas en todo el mundo. Una vez que se ha conseguido expandir los límites del aula y se ha creado esta conexión digital, no debe haber marcha atrás. En la era de la covid, hemos visto escuelas que se han reconvertido completamente en un modelo remoto y después han vuelto a abrir sus puertas a los estudiantes. Lo primero que ha sucedido entonces es que hay presión por parte de los propios estudiantes, para que lo que hoy hacen en clase sea lo mismo que a lo mejor hacían la semana pasada en una videoconferencia por Teams. Piden que se optimice la manera en que se usa lo digital, la experiencia y el valor de esa conexión en remoto. Y también conseguir que el tiempo que pasamos cara a cara sea verdaderamente significativo.
Tenemos que evitar volver a lo de antes, y abrazar estas nuevas oportunidades de transformación. Todos queremos volver a clases y a la colaboración cara a cara, con los estudiantes en las aulas, pero necesitamos seguir extendiendo el valor de la colaboración digital, conseguir que el contenido esté disponible para otros alumnos que lo necesiten después de una lección presencial. Y también dotar de flexibilidad al sistema, ya sea porque los estudiantes están enfermos, viajando o porque hay otro brote de covid-19 que vuelve a llevarnos a un modelo educativo remoto e híbrido.
P. ¿De qué manera pueden inspirarse en la tecnología alumnos y profesores para mantener unos elevados estándares de calidad en un modelo que alterna clases presenciales y en remoto?
R. Hay una incertidumbre muy grande. En este contexto, lo más importante, y tenemos que reconocerlo en un momento en el que la tecnología está en el centro de todo, es que la mentalidad y el bienestar social y emocional de profesores, alumnos y demás personal de los centros educativos es lo prioritario. Debemos asegurarnos de que los estudiantes tienen la mentalidad y la energía adecuada, y de que abordamos todas las incertidumbres que ahora forman parte de nuestra vida diaria. Para construir una cultura escolar idónea, es necesario ser considerados con la fatiga y el estrés del entorno.
Las escuelas deberían aproximarse a un modelo de educación híbrida, una mezcla de interacción física, colaboración digital y una amplia gama de modalidades que van desde una actividad en vivo, dentro de un curso virtual, hasta un profesor grabando una clase magistral, los estudiantes viendo esa clase a su propio ritmo y luego colaborando con sus compañeros digitalmente, haciendo preguntas en un formato digital. Podría ser una mezcla de clases enteras y pequeños grupos digitales de estudiantes, donde estos se unen para realizar proyectos y actividades. Lo que las instituciones deberían hacer, con la vuelta a los campus, es continuar desarrollando este acercamiento multihíbrido, con una mezcla de lo físico y lo híbrido, aprendiendo dentro de clase y más allá, con aprendizaje síncrono y asíncrono, interacciones en grupos pequeños y grandes… Y usando entonces herramientas digitales que favorezcan la colaboración y los comentarios.
Herramientas como Teams, One Note o Flipgrid, de Microsoft, se están utilizando mucho más allá de la conexión digital. La colaboración en Teams no se limita solo a la reunión, sino que se extiende después de ella. Con Flipgrid, los estudiantes están grabando vídeos para reflexionar sobre lo que están aprendiendo y compartiendo sus opiniones con otras clases; unas experiencias síncronas que van a ser muy necesarias en el futuro. Es importante que las instituciones sean ahora rigurosas, para que las transiciones de vuelta a lo remoto sean después mucho más sencillas.
P. Muchos expertos recomiendan el método de la clase invertida, que en numerosos casos ya estaban aplicando con anterioridad a la pandemia de coronavirus. ¿Cuál es la mejor manera de aprovecharse de este proceso de digitalización acelerada que venimos experimentando?
R. Estos meses hemos visto muchas buenas prácticas. Por lo general, las instituciones que movieron su currículum, su programación didáctica y su agenda a lo digital, y siguieron haciendo lo mismo con una cámara en la pantalla, han tenido problemas con el nivel de compromiso de los estudiantes, la fatiga de alumnos y profesores, y unos resultados peores como consecuencia de todo ello. Los ejemplos exitosos son aquellos que realmente construyeron este modelo, con aulas invertidas e incluso con clases magistrales tradicionales: si tengo una clase el viernes que llevo esperando una semana, porque es sobre un tema interesante, y hay ciertas tareas que he tenido que completar antes, también puede ser muy emocionante. Pero si simplemente estoy añadiendo otra llamada por Teams a una agenda escolar, no resulta tan atractivo. Las instituciones que realmente sopesen todas las formas en las que pueden utilizar la tecnología son las que tendrán un mayor éxito en la nueva normalidad.
P. ¿Qué importancia tiene la gestión de datos en este nuevo entorno?
R. Hay que optimizar el valor de los datos. Cuanto más tiempo pasemos online, con educación en remoto, más oportunidades tenemos de extraer información de esos datos que nos ayude a personalizar el entorno del aprendizaje a medida que avanzamos. Hacer eso de una manera segura es vital no solo para los estudiantes, sino también para nuestro propio recorrido de aprendizaje permanente. Las economías y los mercados están cambiando, y la movilidad y fluidez profesional van a ser elementos necesarios en la nueva economía, hasta el punto de tener múltiples carreras en tu vida laboral. Y eso conlleva una necesidad constante de reciclaje y de adquisición de habilidades que no puede darse solo en la etapa educativa, sino que se extiende a lo largo de toda nuestra vida profesional.
P. El pasado mes de julio, Microsoft presentó, junto a LinkedIn and GitHub, una iniciativa para mejorar las habilidades digitales de la población (y, en especial, de aquellos más afectados laboralmente por el coronavirus). ¿Qué efecto ha tenido, tres meses después?
R. Hemos hecho una gran inversión para ayudar a la gente a que desarrolle esas habilidades y encuentren trabajo. Hemos expandido Microsoft Learn para proveer acceso gratuito a cursos y contenidos, y que estudiantes y profesores estén preparados para avanzar en sus carreras. A lo largo de estos tres meses, Microsoft ha facilitado la formación en habilidades digitales de 193.000 personas solo en España; una inversión que va a continuar. También mantendremos programas como Imagine Cup e Imagine Cup Junior, para que los jóvenes den rienda suelta a su talento mientras abordan desafíos globales como la pobreza, el hambre o la enfermedad en el mundo, y usen la tecnología como base para solucionar cada problema y compitan con otros estudiantes alrededor del mundo.
Microsoft se ha comprometido con la formación online y ha facilitado el acceso gratuito a sus contenidos para escuelas y universidades. Hemos desarrollado una asociación con LinkedIn y GitHub para elaborar una propuesta de valor en la que puedas desarrollar tus habilidades con Microsoft Learn, demostrarlas y prepararte para un trabajo con LinkedIn y colaborar desde un punto de vista tecnológico en GitHub, y hacerlo de una manera tan constante como sea posible para que las instituciones la implementen.
P. ¿Qué habilidades digitales serán más necesarias a medida que avanzamos?
R. Será necesario entender cómo crear usando la tecnología. No necesitamos que todos sean programadores, pero es importante entender cómo funciona la tecnología para acceder a la información. La tecnología va a tener un papel en todas las industrias, y algunas disciplinas requerirán habilidades más técnicas, pero siempre se necesitará alguien que entienda el valor de la tecnología como catalizador para crear, fabricar y comunicar ideas. Estamos trabajando en ello con una mezcla de recursos, empezando desde edades tempranas con Minecraft, donde los estudiantes no están necesariamente programando, pero aprenden a dar forma y a crear con el lienzo abierto que es Minecraft, donde pueden colaborar en un proyecto, soñar con algo y convertirlo en realidad, y entender desde el análisis espacial a cómo funcionan los sistemas. Me encanta cuando las escuelas proponen a los estudiantes desafíos que requieren el uso de la tecnología para solventar un problema, de manera que los alumnos perciban la tecnología como una herramienta para lograr hacer cosas, más que una disciplina en sí misma.
P. ¿Cuáles son los principales beneficios del uso de tecnología en las escuelas?
R. Obviamente, que podemos aprender en cualquier momento y lugar. Tenemos la oportunidad de mezclar la implicación presencial y la remota, pero sobre todo la posibilidad de conectar más allá de las paredes de la escuela. Para los estudiantes que están acostumbrados a aprender a través de tres o cuatro horas frente a sus profesores, la posibilidad de aprender donde y cuando sea, e incorporar contenido de cualquier parte del mundo, representa un cambio de paradigma para las instituciones.
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