Por: Lusmery Yamileth Alvarado
“Lucho por una educación que nos enseñe a pensar y no por una educación que nos enseñe a obedecer.” Paulo Freire.
El ser docente es una profesión única que requiere de un continuo proceso investigativo y de actualización, la docencia es el pilar que sostiene el resto de las profesiones en nuestra sociedad, bien lo dijo Freire “No hay enseñanza sin investigación ni investigación sin enseñanza” y para formar tenemos la responsabilidad de formarnos, de investigar sobre lo que enseñamos y sobre todo de llevar a la praxis lo que investigamos, eso es lo que va caracterizando la época que vivimos.
En estos tiempos donde la Pandemia del COVID-19 usurpó nuestras vidas y por ende el ejercicio de la docencia, no tuvimos oportunidad de pensar que estrategia era mejor para cambiar la modalidad de estudios, sin embargo, teníamos una inspiración “Garantizar el derecho a la Vida y el Derecho a la Educación”, aunado a la era digital y de comunicación satelital en la que nos encontramos sirvió de vehículo para irnos adecuarnos a las nuevas exigencias de la sociedad.
Esto sin duda trajo una avalancha donde un alto porcentaje de la planta docente de nuestra Patria inspiró sus acciones hacia la formación y el empoderamiento de la educación mediada por las tecnologías, tratando en su mayoría de ajustar su normalidad, su cotidianidad hacia una nueva normalidad sobre las bases de la distancia.
Uno de los detalles que debemos corregir es el currículo, contamos con un currículo concebido para una educación presencial, donde el contacto humano es primordial para el desarrollo de saberes, y en este alboroto e integración de sentimientos montamos un abordaje de saberes en la distancia sobre las bases de una presencialidad que no tiene discusión, grave error, pues el currículo debe ser repensado, reconstruido y sobre todo reinstalado en nuestra sociedad académica sobre las bases de la multimodalidad o educación semi presencial que abone los senderos hacia la verdadera educación a distancia, esta es la que yo considero como primera reconfiguración necesaria en nuestra praxis para la universidad que requiere esta época.
Otro elemento a considerar son los valores, y no me refiero solo a los valores que como docentes debemos cultivar, somos un equipo de trabajo, integrado por: docentes, estudiantes, coordinadores académicos y nuestro ministerio, entonces, el experimentar el intercambio de roles necesario nos llevaran a ver desde diferentes perspectiva las eventualidades que como equipo debemos superar. Ha florecido un desapego a las responsabilidades y con ello el recargo a las responsabilidad de otros, nada ha cambiado, solo nosotros nos encargamos de sobrecargar las situaciones haciéndola cada día más difíciles de sostener.
En este contexto, me permito develar como tercera reconfiguración necesaria la incorporación de las tecnologías en nuestras actividades académicas diarias, este tema no es nuevo, pero la comodidad de lo presencial llevó a muchos docentes a no considerar su incorporación en el abordaje de saberes, creando mitos alrededor del fortalecimiento de los haceres de nuestros socios de aprendizaje, perdiéndose de las bondades que estas nos brindan ante determinadas situaciones, siendo la presencia del COVID-19 una de ellas.
Por ahora, el llamado es a nosotros los formadores a reconfigurar los procesos presente en nuestra praxis docente hacia una educación mediada por las TIC que pueda dar respuesta a las necesidades de formación en nuestra Patria, de modo que podamos conformar comunidades de aprendizaje, para el abordaje de saberes en esa universidad 3.0, con docentes 3.0 y estudiantes 3.0, pero para alcanzar eso, necesitamos fortalecer la simbiosis entre los procesos académicos – administrativos que nos permitan la transformación verdadera de la universidad, si no se reconfiguran los procesos administrativos jamás vamos a consolidar una academia que pueda dar respuestas a las necesidades de la época, entonces, el llamado es la reconfiguración de las estructuras arcaicas mecanicistas del pasado que guía nuestros procesos administrativos, para liberar la academia de las cadenas que la oprimen.