Dr. Carlos Alvarez de Zayas
Quisiéramos sintetizar en este trabajo en su expresión más simple: la interpretación ontológica de los fenómenos biológicos, en contraposición con el existencialismo contemporáneo y con otras filosofías como el idealismo, que lo precedió, los cuales mantuvieron y mantienen una posición confusa acerca de la visión del ser humano. En estos enfoques se acostumbra atribuirle como esencia solamente a su naturaleza orgánica, con esto la misma comprensión del mundo orgánico es privada de las visiones que la auto percepción humana le ofrece, al mismo tiempo que no aprecia la verdadera línea divisoria entre lo simple animal y el ser humano.
Por otro lado la “biología científica”, cuyas reglas la mantienen atada a los hechos físicos exteriores que ignora la dimensión subjetiva; con lo que no se puede diferenciar lo animado e inanimado; y al mismo tiempo el sentido de la vida cuando, explicado únicamente a través de lo material, el fenómeno biológico se vuelve aun más enigmático.
Los dos puntos de vista, idealismo subjetivo y el materialismo objetivo, con criterios absolutos que, desde Descartes son mantenidos artificialmente separados, en verdad se complementan lógicamente . Al querer explicarlos aisladamente, cada uno de estos muestra insuficienicas, tanto en la comprensión del ser humano, como en la vida extra humana y de otras especies vivas.
Una relectura de la biología, del fenómeno vivo, puede conjugar la comprensión de las cosas orgánicas con la dimensión interior y así reconquistar para la unidad psico social y física de la vida el lugar que ella perdió en la teoría después de la separación absoluta establecida entre lo mental y lo material. En este caso la comprensión de lo orgánico nos permite también la comprensión del ser humano.
De acuerdo con esto, las consideraciones a seguir buscan derrumbar por un lado las barreras antropocéntricas de la filosofía idealista y existencialista y por otro las barreras materialistas de las ciencias naturales, de carácter positivista.
Efectivamente en el misterio del cuerpo vivo las dos están unidas. Las grandes contradicciones que el ser humano encuentra en sí mismo; espíritu-materia, libertad-necesidad, autonomía-dependencia, el yo-mundo, relaciones-islamiento, actividad creadora y condición moral, ya están de algún modo prefiguradas en las primarias manifestaciones de vida, cada una de ellas manteniendo un precario equilibrio entre el ser y no ser, siempre trayendo dentro de sí un horizonte de “trascendencia”.
En este tema, común a toda vida, conjugaremos las capacidades y funciones orgánicas: metabolismo, movimiento y apetito; con la explicación de la sensación y la percepción, imaginación; con el arte y el concepto, en una escala de libertad y riesgo, de la cual también forma parte el humano. Todo lo cual nos lleva a una nueva compresión de su unicidad, cuando deje de considerarse un ser metafísicamente aislado de los otros organismos.
Por lo tanto el lector aquí no encontrara nada de optimismo evolucionista, como una incesante marcha de la vida rumbo a la más alta perfección, ni del principio de novedad creadora que siempre se realiza y por eso se obtiene éxito, admitido como base de todo el incesante movimiento del universo.
Vera por el contrario, la vida considerada como un experimento envolviendo apuestas y riesgos cada vez mayores, que puede llevarla a la extinción o a su conservación. La diferencia entre esta visión y las otras historias de éxito metafísicas se manifestará, como una diferencia no solo de cosmovisiones, sino también como una cuestión de justicia filosófica hacia el fenómeno biológico.
El fenómeno de la vida, que se explica sobre la base de teorías ontológicas, conlleva cuestiones que van desde la física y la biología hasta la epistemología y la ética, dimensiones todas de un mismo objeto de estudio. El propio fenómeno de la vida rechaza los límites absolutos que generalmente separan entre sí nuestras disciplinas y nuestros campos de trabajo. Así la dialéctica fundamental del fenómeno vida es: organismo y libertad. Veamos:
2.1 ¿Qué es la vida?
En general los profesionales y estudiantes de medicina desde su inicio facultativo están dedicados a estudiar la morfología, la fisiología, la patología y el tratamiento del cuerpo humano, aunque con una noción epistemológica del objeto de estudio de la medicina no muy clara. Aun, antes de explicar la episteme médica, que debería ser primordial para cualquier profesional del área, en este caso del médico, la enfermera, etc., debemos dejar sentado que es necesario pasar por una lógica anterior a la explicación del cuerpo humano, es ineludible ver el fundamento original que mantiene al ser humano vivo en sus actividades cotidianas, en salud o enfermedad, nos referimos al principio de lo vivo, a la episteme esencial que trata con la naturaleza viva, a la pregunta de qué da origen a la vida, al humano, la cual la biología lleva en sus entrañas desde su inicio como ciencia.
La investigación sobre el significado de la vida es hasta ahora la pregunta más inquietante y enigmática entre los saberes de la biología e inclusive de otras ciencias y filosofías.
Usualmente cuando uno pregunta qué es la vida a los profesores correspondientes estos en su mayoría responden que es una cuestión filosófica o religiosa y que poco tiene que ver con la ciencia en cuestión o se reducen a cuestiones pertenecientes al mundo inerte, al mundo sin vida, al mundo físico-químico o inclusive subatómico.
Se dice y escribe dentro la comunidad científica y filosófica, que el tronco del árbol del conocimiento humano del siglo XX ha sido de la física, la que nos ha dado las luces para el progreso del entendimiento del mundo, y que las ramas de este árbol eran las demás ciencias; sin embargo en pleno siglo XXI esta visión se ha ido reconstruyendo y la biología se ha responsabilizado con ser el tronco del árbol del entendimiento humano, no sólo por las paradojas y limitaciones que el mundo cuántico y subatómico han presentado, sino porque desde lo biológico se puede hacer explícito la creación del mundo y explicar la existencia de los demás organismos con los cuales convive, formando una red de procesos auto regulados, desde las bacterias autónomas hasta la auto organización de la biosfera.
La biología hoy día es la base del conocimiento humano, los procesos cognitivos y físico psico neurológicos de todos los organismos se dan cuando estos están vivos, y no inanimados. Es, en este sentido, que el mundo sólo puede ser conocido como tal cuando emerge lo vivo, cuando hay un observador que está vivo, antes de esto, el mundo, si es que existe, es desconocido.
Pocos han sido los científicos que han intentado dar una respuesta plausible, tanto desde lo teórico como desde lo experimental, para la pregunta de la cual queremos partir en esta obra, ¿qué es la vida? El profesional o estudiante de medicina leyendo un libro sobre la ciencia médica, se preguntará cuál es la relación entre el proceso salud-enfermedad o epistemología médica y lo que es vida. Estamos seguros que dentro de la caracterización de lo vivo y la base epistemológica del fenómeno biológico, se dará un paso inicial e importante para la construcción y entendimiento de la epistemología médica y por lo tanto para el cabal entendimiento del proceso salud enfermedad.
En conclusión se hace necesario significar que cualquier ciencia de naturaleza biológica para poder explicar científicamente su objeto de estudio tiene que ser capaz de explicar qué es la vida.
2.2 El origen de la vida como punto de partida
Es evidente que cuando uno se pregunta sobre algún fenómeno, proceso u objeto, sea por ejemplo el músculo esternocleidomastoideo, uno en primera instancia piensa, para qué sirve y dónde está eso?, sin embargo una vía de razonamiento con una llegada más cerca del entendimiento es preguntarse ontológicamente sobre el origen, cuál es el origen de ese músculo? Seguramente el estudiante o profesional que lo haga encontrará que dicho músculo tuvo su origen en un vertebrado común, se encuentra en la mayoría de los vertebrados y que en todos estos organismos, inclusive en el humano, este músculo conecta por el exterior de la apófisis mastoidea del hueso oxipétalo cefálico, el cuello al tronco y la cabeza.
Así también cuando uno se pregunta ¿qué es la vida? Se tratará de explicar que la misma surgió hace más de 3.5 billones de años y que se conserva hasta ahora, un principio básico de lo vivo, que mantiene en el vivir a todos los organismos del planeta y además que los ha diversificado.
Hay innumerables teorías e hipótesis del paso del objeto inanimado fisicoquímico a lo vivo, sin embargo ninguna de ella ha resuelto el camino hacia la complejidad de la emergencia celular y simplemente ha resuelto la aparición de algunos componentes orgánicos y moleculares, no así del sistema celular como tal. Hasta ahora, y por vía experimental hay investigaciones que van por tres vías en el intento de entender el origen del primer ser vivo y la construcción de una célula mínima que pueda ser cultivada. La primera intenta reducir el genoma de un microorganismo a saber con qué cantidad mínima de genes puede existir un ser vivo, la segunda intenta introducir sistemas metabólicos o de procesos moleculares básicos dentro una micela de lípidos y ver si esta sobrevive y la tercera estudia los microorganismos extremo filos, que viven en condiciones extremas de temperatura y pH que asemeja las condiciones iniciales de la tierra. Lo cierto es que cuando se quiere explicar el concepto de célula, se tiene que partir de una nueva cosmovisión.
En el colegio enseñan que la vida se expresa mediante el nacer, crecer, reproducirse y morir. Esto sin dudas no es una falsedad completa, pero tampoco nos lleva directamente al punto central. En la universidad el tema se reduce a la reproducción y a la evolución de la vida, los profesores dicen que la vida tiene en común la reproducción y la evolución, sin embargo hay varios organismos marinos que no se reproducen y están vivos. Podríamos también tomar a la mula como ejemplo terrestre, es un organismo híbrido que no se reproduce pero está vivo desde que nace hasta que muere, es más, los niños y ancianos no se reproducen y están vivos. Pues bien, a partir de aquí uno puede decir que la reproducción no es general a lo biológico como tal, en toda su dimensión.
La evolución de las especies tiene como sustrato la modificación genotípica y en cierta medida fenotípica, para que haya modificación o diferencia es necesaria la recombinación cromosómica, la varianza a partir de la cual la derivación natural puede comenzar el juego evolutivo de las posibilidades y determinantes. Pero la varianza genética depende y está ligada directamente a la reproducción, por lo tanto se infiere que la reproducción es antes de la evolución y que por lo tanto la evolución no puede ser un factor general al fenómeno biológico. Nuevamente tenemos que retroceder un paso antes de la reproducción y la evolución, volver a la emergencia de la primera célula viva en el planeta, volver al origen mismo, a la unidad. Solamente puede haber reproducción y evolución si hay unidad o sistema perecedero.
Es decir, la respuesta a la pregunta de qué es la vida, requiere de un nuevo enfoque que incluyendo todos los análisis e inferencias anteriores, parta de un fundamento epistemológico cualitativamente superior, que nosotros formulamos como la conjunción dialéctica de lo material y lo espiritual, para lo cual debemos explicar qué es lo material y qué es lo espiritual en una nueva síntesis.
2.3 Dimensión material de la vida
Para que el lector tenga una comprensión no reducida del fenómeno biológico como una cuestión fisicoquímica o fisiológica, sino en su complejidad, es útil ver una de las dimensiones del sistema o unidad, sin caer en la división del cartesianismo en una formulación absoluta.
Materialmente la vida en la tierra está hecha de una serie de relaciones moleculares y metabólicas en su base celular, relaciones anatómicas y fisiológicas en su base meta celular y finalmente de relaciones ecosistemicas y poblacionales en su base ecobioesférica. A nivel de organismo estas relaciones materiales permiten el espectro del domino operacional que cada organismo puede tener en su medio ambiente.
De esta dimensión parte un concepto central en la nueva biología, que es el de determinismo estructural. Cada organismo está determinado en su dominio operacional por su estructura. Por ejemplo los humanos no podemos volar por nosotros mismos o con nuestro cuerpo ya que estructuralmente no tenemos alas, los gatos pueden saltar muchas veces mas su tamaño, porque están determinados estructuralmente en su anatomía, en su estructura para hacerlo, para tener ese dominio operacional. Además un ser vivo determinado en su estructura significa que cuando algo externo incide sobre ellos, los efectos dependen de ellos mismos, de su estructura y estado en ese instante, y no de lo externo. De lo que se hace presente la relación determinística, estructura-función.
Sin embargo, desde el determinismo del mundo físico-químico no podemos explicarnos el comportamiento complejo del mundo de lo vivo, como por ejemplo podemos observar que existe una cantidad innumerable de microorganismos en el medio que son patógenos, pero que no nos hacen daño, ¿por qué? Existen también líquidos corporales que son excretados por nuestras células cuando estamos en un estado emocionalmente estable, sin embargo cuando nuestras emociones cambian, y sentimos pena, estos líquidos dejan de producirse y los patógenos que naturalmente están en el medio consiguen entrar, no es la inestabilidad emocional que nos enfermó, si no el determinismo estructural de ese estado que permitió el ingreso de patógenos.
Si sólo el comportamiento vital se reduce a la relación determinista estructura-función, tendríamos que esperar un solo comportamiento de respuesta ante una cierta situación, por ejemplo: Nosotros podemos mover a un perro contra su voluntad, es decir podemos jalarlo hasta un plato de comida, pero no podemos obligarlo a comer o tomar agua. En otras palabras existe un determinismo estructural en todos los organismos vivos, lo que implica que existe una barrera epistemológica para conocer el mundo del otro, su interioridad. Un biólogo, un médico o un psicólogo nunca podrían conocer fielmente lo que siente su objeto de estudio, simplemente porque estructuralmente estos profesionales estarán determinados única y solamente en sus cuerpos y para saber tendrían que vivir en el cuerpo de su objeto, es más tendrían que ser el objeto mismo y vivir su historia. Para estudiar el vivir de otro organismo, en este caso una mosca, tendríamos que mosquear, esto puede parecer risible, sin embargo nos es vedado por nuestra propia estructura de no-mosca.
Por otro lado hay una nueva expresión del determinismo estructural usando un lenguaje más contemporáneo: La moda científica actual dentro el fisicismo biológico, es atribuirle una especie de “espíritu cuántico” a la materia, al cuerpo, sin aún poder, como ciencia subatómica dar una explicación justa del paso del mundo micro al macro, del quantum a la galaxia, del átomo a la célula. Es a partir de estos criterios que se pretende ilusoriamente que del fenómeno electromagnético físico, del quantum, dar el toque de gracia a la vida y a la consciencia. En ese sentido nos muestran e insisten con frecuencia, por intermedio de los libros, de la televisión, de los periódicos y las aulas, que el espíritu separado del cuerpo responde a cuestiones energéticas físicas impalpables a primera instancia, como la luz, sin embargo ninguna ley del mundo material, ni la segunda ley de la termodinámica pueden explicar o predecir la autonomía del fenómeno biológico, ni encuadrarla dentro de las leyes físico-químicas, ni siquiera la religión evocando un espíritu etéreo, fuera del cuerpo, tornando o reduciendo el fenómeno de lo vivo a la pura metafísica. Lo cierto es que sólo la vida puede conocer a la vida, y puede sentir sólo y únicamente a partir de ahí, de este estado que dimensionalmente alberga dentro de su unidad: su dimensión inmaterial.
En este punto es importante mencionar que esta dimensión puede ser llamada de varias formas; así, en cierta medida, podemos hablar de lo mental como un sinónimo de lo espiritual, también es común oír hablar de la energía, del alma, la consciencia como dimensión inmaterial de la vida.
Encontramos esta dimensión cuando por ejemplo dos perros van a establecer una comunicación de pelea, aparecen los sentimientos que ya están presentes en las formas más diminutas de vida, en las células, los pelos se les erizan, comienzan a hacer ruidos propios de ellos y mostrar los dientes como advertencia, es decir existe una meta comunicación antes de la pelea en sí, es como si uno dijera al otro, mira que esto puede doler, puede causar sufrimiento y a veces sólo en esta intimación simbólica se diluye la confrontación. Es evidente que esto no es un fenómeno puramente material, ni se puede reducir a una cuestión fisiológica o fisicoquímica, es un plano mayor que alberga la dimensión inmaterial y emerge conjuntamente y unívocamente con la dimensión corpórea, material, definiendo y distinguiendo así el fenómeno biológico como fenómeno central de la Naturaleza.
En resumen, la explicación de lo material, que existe en la realidad objetiva, aporta una caracterización de la vida en una relación estructural funcional que, sin dudas, condiciona el comportamiento vital pero que no puede explicar en esencia el comportamiento de lo vivo.
2.4 Dimensión espiritual de la vida
Usualmente a la dimensión espiritual o inmaterial de la vida se la intenta rescatar desde el mundo inanimado del entendimiento sub atómico, como el cargador del espíritu y el promotor de la conciencia vital del mismo modo que se le atribuye al gen la responsabilidad total en la dimensión material de la vida. Sin embargo, al formarse la unidad viva, en el momento en que la realidad cambia de cualidad emerge algo distinto que no es sólo materia, pero que tampoco deja de serlo, surge la vida, y con ella emergen una serie de otras características distintas del mundo de la materia pura fisicoquímica.
Al estudiar la teoría del conocimiento, lo gnoseológico, al explicar la adquisición del conocimiento en el humano, constatamos que cuando un sujeto al ver la realidad que lo rodea puede refractarlas en sí mismo a través de sus sentidos; es decir, puede verlas (sensación) porque incide en los ojos. El nervio óptico “traduce” la información recibida y la traslada hasta el cerebro, por medio de impulsos eléctricos. Es decir, al ojo llega la luz; el nervio óptico capta sólo lo informacional, lo modulado y lo traslada hasta el cerebro, por medio de pulsos eléctricos (diferencias de potenciales).
Este órgano, registra esa información de un modo digital, al afectar a sus células, de modo tal que en su estructura pueda guardar materialmente lo modulado en la onda electromagnética, como información. Sin embargo, esta información es la que se convierte en el punto de partida de la mente cuya naturaleza es espiritual.
La información que se recepciona del contexto a través de los sentidos, el sujeto la analiza, pero ahora en su mente, en la dimensión espiritual del cerebro-mente, y allí descompone al objeto de estudio en sus partes constitutivas.
A esta mente, que es la dimensión espiritual del cerebro, ingresa la información que recibe de los sentidos, y es allí en que el sujeto escoge aquel aspecto que entiende más significativo, desde la espiritualidad de la persona receptora. A este proceso de selección subjetiva del sujeto cognoscente se le llama percepción: La sensación fundamentalmente es material, la percepción fundamentalmente espiritual, siempre juntas e inseparables, como condición de la existencia del cerebro-mente. De tal modo el sujeto percibe aquello para lo cual está debidamente preparado como parte de su formación.
Consecuentemente, el determinismo estructural de naturaleza material que está relacionando fuertemente con la historia filogenética de la especie, tiene que conjugarse, dialécticamente, también con la historia ontogénica del organismo en cuestión. El cerebro de una persona que ha leído Nietzsche es diferente de la que ha leído Eliot. Así es que la dimensión material de la vida implica cuestiones no solamente científicas para la explicación del fenómeno vivo y el fundamento para una epistemología médica, si no plantea cuestiones éticas para la reflexión filosófica: Uno ve en el objeto lo que previamente conoce o mejor descubre lo que quiere descubrir, parece no científico esta formulación, pero la gnoseología así nos lo muestra.
Tenemos así el surgimiento ontológico de un universo interior de significados, de una unidad que toma decisiones y que aprende a comunicarse, dentro de planos conciénciales e inconscientes, innatos e instintivos, pero siempre manteniendo una autonomía de lo que le sucede interiormente.
Lo que hace el científico que estudia y lidia con organismos vivos, sea biólogo, medico, psicólogo o pedagogo es describir simplemente un pedazo de la historia de ese organismo y a partir de ahí hacer sus propias inferencias, siempre desde su estructura y su cuerpo. Las implicaciones desprendidas de esta dimensión dan un sentido ético a nuestro hacer como profesionales que estudiamos fenómenos biológicos, y nos limita a apurar y perfeccionar nuestra capacidad descriptiva.
Existen métodos para hacer ciencia desde esta dimensión y este es el llamado método en primera persona, es decir, el científico que quiera estudiar algún fenómeno en esta dimensión, lo tendría que hacer primero en si propio y así alcanzar un conocimiento más aproximado del fenómeno.
En conclusión, aunque el comportamiento de los seres vivos está supeditado a la relación estructura-función, la misma no responde con necesidad determinista de igual manera en todas las condiciones de existencia de dicho ser. Hay otra relación de naturaleza ontogenética, donde la espiritualidad prima, que la modifica en correspondencia con las características espirituales de dicho ser.
2.5 La organización de lo vivo como disolución del dualismo. La autopoyesis
Así espíritu y materia o mente y cuerpo no son dos entidades que simplemente se relacionan, si no que son dimensiones de un mismo fenómeno, el biológico. No es posible saber si ya desde el inicio de la vida, desde las células, existen valores, si hay un sentimiento de amor, de felicidad, etc. No podemos descartar ni caer dentro de cajas negras de negación a esta dimensión incluso en las células, ya que cada organismo de este planeta desde una pulga hasta una secuoya pasando por el ser humano derivamos de una célula.
Cuando estudiamos un sistema organizado, dejamos de lado la materia para centrarnos en la organización, su estructura; sin embargo, la biología ha tendido a ignorar los aspectos organizativos de los seres vivos, para centrarse en el material del que están compuestos, por ejemplo actualmente el reduccionismo materialista ha intentado centrar al fenómeno biológico a los genes, como los cargadores de enfermedades, disfunciones, características e inclusive comportamiento.
En cierta medida esto no es falso, pero es evidente que no sólo los genes constituyen el ser vivo, si no que existe otra dimensión, que no es genética, sino subjetiva, que incluye una dinámica en que ni la molécula de DNA, ni el reduccionismo materialista, son los únicos fundadores de la historia del ser vivo.
La organización biológica que incluye ambas dimensiones y desde la cual surge la totalidad del fenómeno biológico, es el de la organización autopoyética, ‘auto’ de uno mismo y ‘poyética’ de hacer o producir. Veamos:
La dinámica de la dimensión material del ser es consecuencia de las diferencias energéticas existentes entre componentes del objeto, que tienden inconscientemente a un equilibrio energético, que presupone su estabilización y muerte consecuente. (Segundo principio de la termodinámica). Sin embargo, la dimensión espiritual del ser presupone la autopoyesis. La autopoyésis este auto hacerse, conscientemente, que ninguna máquina construida por el ser humano aún consigue, se presenta como la disolución del dualismo generando un monismo dialectico en el ser vivo y exponiendo desde formas simples, las dimensiones mentales, del pensamiento; así como, las materiales, en la que la dinámica del comportamiento del sujeto es consecuencia de determinar conscientemente una cierta aspiración, un cierto objetivo, organizando y desarrollando un proceso al efecto, cuya energía la toma la subjetividad del medio para cumplir su propia finalidad.
La autopoyesis es la capacidad de un sistema para organizarse conscientemente de tal manera que el único producto resultante es él mismo.
Una suerte de reflexividad donde no hay separación dicotómica entre el productor y el producto. El ser, el estar y el hacer de una unidad autopoyética son inseparables y esto constituye su modo específico de organización.
El ser como estado espiritual del objeto que determina su propia organización estructural, el estar; que posibilita el hacer que, como síntesis dialéctica, canaliza el alcanzar el objetivo.
Nuestra experiencia está amarrada a nuestra estructura de una forma indisoluble, el punto crucial donde el dualismo cae por su propio peso y da el inicio a un monismo dialéctico que en sí lleva lo material y espiritual.
Los seres vivos no vemos el espacio del mundo, vivimos nuestro campo visual ontogénico donde cada explicación que le damos está necesariamente ligada a nuestra historia de transformaciones resultado de unas historias de interacciones, a partir de una estructura inicial. Es una red de producción y transformación de componentes tal que los componentes son determinantes de los procesos que los generan y viceversa. Esta red autopoyética produce una unidad discreta en el espacio físico y psíquico, material-espiritual.
La estructura-función, de la dimensión material del ser; se conjuga dialéctica con la dialéctica vivencial autopoyética, de naturaleza espiritual, que reorganiza dicha estructura para que funcionalmente pueda hacer lo que le posibilita alcanzar el objetivo, la toma de decisiones a partir de sus valoraciones y espiritualidad en general, entre ellas sus propias autodeterminaciones, su libertad. Con lo cual vamos demostrando la formulación original de este trabajo: Organismo-Libertad.
La Autopoyesis, trae consigo de la mano, una nueva epistemología y una teoría sobre el origen del ser. Todo devenir que involucra la realización del vivir de al menos un ser vivo es un fenómeno biológico. Así, la bioquímica es química involucrada en la realización del vivir de una célula; la biofísica es física involucrada en la realización de un vivir de un ser vivo, la biopsicología es psicología involucrada en la realización del vivir de una unidad.
El conocer es el operar adecuado, que surge en la realización del vivir de un ser vivo. Por lo tanto en esta disolución del dualismo separador y la construcción del monismo dialectico integrador, los seres vivos son vistos como totalidades mente-corpóreas y/o espiritual-material y no como partes no relacionadas o simplemente como conjunto de propiedades.
2.6 Dialéctica del nacimiento y la muerte. La vida como proceso
La relación dialéctica entre lo material y lo espiritual, que tiene momentos significativos en el nacimiento y en la muerte, no presuponen el surgimiento o la desaparición de ambos en los mencionados momentos sino que, como cualquier cambio característico de un objeto en su desarrollo, sí presupone transformaciones cualitativas de ambos componentes o dimensiones.
Ni muerte absoluta, ni nacimiento absoluto, sino cambios cualitativos profundos, en los que las dos dimensiones tienen aspectos que permanecen y otros que cambian, repito, cualitativamente. El nacimiento es un momento de la muerte, la muerte del nacimiento. La vida es el proceso que une ambos estadios del ser.
El nacimiento y su par dialéctico, la muerte, son de naturaleza biológica, pero no se reducen sólo a lo físico-químico; sino que es consecuencia también de lo sociológico, de lo cognitivo, de lo psicológico, pero fundamentalmente, de lo ontológico.
La muerte vista como un momento del nacimiento, donde la misma muerte genera más vida, donde cada célula que muere dentro de nuestro organismo nos posibilita vivir, donde el producto de nuestra digestión conlleva a contribuir en la nutrición de la tierra la cual al mismo tiempo nos alimenta, una dialógica en espiral. La vida que no es espíritu solamente ni puramente materia, pero que al mismo tiempo conlleva unívocamente ambas dimensiones como parte de un mismo proceso.
Una relectura del fenómeno biológico a partir de un monismo dialectico integrador posibilita no solamente una base epistemológica para la medicina, la veterinaria, la agronomía, la ecología y las ciencias relacionadas a las ciencias de la vida, si no que redirecciona nuestra forma de pensar el mundo que hasta ahora se ha mantenido dentro de la ontología de lo inanimado, en el cual lo vivo era la excepción de la regla dentro el universo muerto y cuyo alcance no podía ser, si no dentro de sí mismo.
Entre el nacimiento y la muerte se lleva a cabo la vida, en un determinado proceso. La muerte y el nacimiento son momentos de la vida, que pasa de un estado a otro, en que sus esencias material-espiritual, objetivo-subjetivo e individual-social producen cambios cualitativos del ser.
La vida es un proceso consciente que permea la dinámica del ser desde el nacimiento hasta la muerte, en esa etapa, y que continúa en etapas sucesivas. Una de las dimensiones de dicho proceso vital es el proceso salud-enfermedad.
1.7 La vida como fenómeno complejo
En lo biológico está la unidad, la síntesis del ser, la ontología espiritual y el cuerpo material como opuestos complementarios, prefigurados desde el inicio de la vida sobre la tierra y maximizado hasta la unidad de la biosfera.
En este sentido nuevamente hay un transfondo y redirección del fenómeno biológico, no visto más como un fenómeno puramente físico, corpóreo y material, sino un fenómeno el cual incluye y no se esconde de la experiencia mística, de la experiencia espiritual, de la experiencia del amor, los cuales son estados de la vida y no emergen fuera de ella.
Un diagrama que torna al fenómeno biológico como fenómeno complejo y lo deja en su cabalidad dimensional es el propuesto donde en una misma unidad existe dimensiones opuestas complementarias y propiedades emergentes a cada nivel de organización cualitativamente diferente al previo. Es evidente que los pasos hacia un nueva visión del mundo, conllevará, en su esencia misma, la reformulación de la episteme de lo vivo.
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Hans Mejía Guerrero