La pedagogía en la educación para el trabajo

Por.  Gabriel Sánchez Zinny

El nuevo ciclo de la economía nos obliga a prepararnos para un escenario en el que crecerá la demanda de talentos técnicos. El complejo agroalimentario, la construcción, así como los servicios intensivos en conocimiento (como software) serán algunos de los dinamizadores del próximo quinquenio. Pero la oferta disponible no es suficiente, por lo que será necesario recorrer distintos espacios de acción para mejorar la vinculación del sistema educativo con el sector socioproductivo. Junto con los incentivos para atraer a los jóvenes hacia la escuela técnica (y retenerlos), hace falta poner foco en la actualización de los contenidos, y por supuesto mejorar la calidad docente y la gestión de las escuelas.

En un relevamiento reciente realizado desde el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), encontramos que los dos principales desafíos detectados por el sector socioproductivo argentino, y docentes y directores entrevistados, son la falta de competencias específicas y también de experiencia previa en el área de conocimiento en la que se desempeña. Ello incluye tanto las actividades prácticas dentro de los centros educativos como las experiencias de trabajo en las empresas y otros establecimientos productivos.

A pesar de los avances de los últimos años en proveer equipamiento y mejor infraestructura a una gran mayoría de las escuelas técnicas, la rapidez en los procesos de producción y la fuerte irrupción tecnológica, que solamente se acelerará, desactualiza rápidamente esos destacados logros. A su vez, muchas veces los equipos docentes que los enseñan están desconectados de cómo se aplican los procesos técnicos en los ambientes laborales.

Las prácticas profesionalizantes o algún tipo de experiencia práctica o de interacción con una empresa antes de graduarse resultan fundamentales para los alumnos de las instituciones de formación técnico-profesional de todos los niveles. Pero algunos casos exitosos, como el australiano, nos permiten pensar que la experiencia debe extenderse también a otros actores de la vida escolar. En este sentido, docentes y directivos son los actores más importantes dentro de la escuela y de mayor impacto en el proceso de aprendizaje en el aula, por lo que el hecho de que conozcan y se mantengan actualizados sobre el ambiente productivo donde van a trabajar luego los alumnos que ellos forman es más que significativo.

La educación técnico-profesional requiere de una manera especial que sus líderes en la escuela sean de alguna forma profesionales duales: por un lado, formadores, pero también conocedores y especialistas en sus respectivas industrias. Se trata de conseguir que la persona más idónea sea capaz de entrenar y evaluar a los estudiantes con calidad.

Para retomar el ejemplo de Australia, los docentes lo logran no sólo conociendo sobre la industria específica en la que se desempeñan, sino que tienen experiencia de trabajo en sus áreas de especialización, lo que les permite mantener sus conocimientos al día y también reflejar en tiempo real las necesidades y las tendencias de la industria. En otros términos, combinan los saberes teóricos con la dinámica de la vida real de los temas estudiados. Junto con ello, los requisitos para su reclutamiento a menudo incluyen el cumplimiento de los estándares mínimos de los marcos de referencia de la industria en cuestión; a la vez que muchos de los cursos de enseñanza técnico-profesional incorporan espacios de práctica en el terreno, además del aula, lo que permite guiar al alumno a través de una experiencia de interacción con un ambiente de trabajo concreto. La experiencia europea también exige a los docentes ser graduados de instituciones de educación superior, además de promover una formación multidisciplinaria (pedagógica, específica pero también amplia y generalista).

La formación del docente técnico debería ser además continua: junto con el conocimiento específico y de técnica pedagógica, es necesario que se mantengan actualizados en relación con el avance de los saberes y también de las mejores prácticas, las últimas tecnologías incorporadas y los desarrollos en marcha en sus industrias. La Comisión Europea recomienda que se comprometan activamente en su desarrollo profesional, lo que incluso podría requerir que se desempeñen por algún período fuera del sistema educativo (con prácticas en el sector productivo), o incluso realicen intercambios en otros países.

En un mundo en el que los talentos locales competirán por posiciones en industrias dinámicas y en constante cambio, a la par de otros provenientes de los países vecinos y otros continentes, necesitamos docentes con capacidades pedagógicas, técnicas, actualizados en los procesos tecnólogicos y productivos. Son los que contribuirán a hacer la diferencia en la competitividad y el desarrollo económico de la Argentina en los próximos años.

El autor es director ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) del  Ministerio de Educación y Deportes.

Fuente: http://www.infobae.com/opinion/2016/08/01/la-pedagogia-en-la-educacion-para-el-trabajo/

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