Por: Fausto Segovia Baus
La pobreza es un concepto que va más allá de lo político, religioso y económico. Tiene resonancias espirituales, éticas e inclusive literarias. La historia de la humanidad es, en cierto modo, el relato sobre los pobres y su ansiada liberación. No hay cultura o civilización que no incluya estas reflexiones, que se han traducido en estructuras políticas, filosóficas y religiosas que dejaron hondas fisuras en diversos escenarios y que todavía subsisten. Desde que tengo uso de razón sentí la pobreza, leí sobre la pobreza, estudié para salir de la pobreza y actué sobre la pobreza, en el entendimiento que la única forma o estrategia para salir de la pobreza era la educación. Mis padres no estaban equivocados. En realidad la pobreza forma parte de la historia de muchos países, comunidades y personas. Pero más tarde entendí que no había una sola pobreza –la económica-, sino otras pobrezas: la pobreza moral, la pobreza política, y la madre de todas las pobrezas –la injusticia, de la mano del egoísmo, la codicia y la insolidaridad-. Y que la pobreza, así concebida y aplicada, no era un destino divino para llegar a los cielos, sino un modelo económico-político creado por los seres humanos con una parafernalia de leyes, normas y sistemas asumidos, inclusive, en nombre de la democracia. • Diversos discursos El título de este ensayo es actual y en forma de pregunta, porque resulta curioso reconocer –en tiempos electorales o no- que se usa y abusa del término para fines diferentes. ¿Por qué sería rentable la pobreza? Para los redentores como Cristo, que fue un líder asertivo, la pobreza tiene en las bienaventuranzas las respuestas más efectivas; para Marx en la organización del proletariado; para Gandhi en la no violencia activa, y para la mayoría de políticos los pobres y la pobreza integran un discurso que se vende bien, gracias a la propaganda, porque es una utopía que sirve para ascender al poder, pero una vez allí los agentes de reproducción del sistema siguen intactos. ¿Qué ha sucedido? El manido cambio se ha convertido en ‘obras’, por acción de un Estado benefactor u ‘ogro filantrópico’, y las obras no han logrado superar las causas de la pobreza. Y el círculo vicioso de la pobreza continúa. La rentabilidad política de la pobreza es evidente. • Objetivos del Milenio Por eso, las Naciones Unidas no se equivocan cuando plantean superar –con el concurso de todos los Estados- la pobreza y sus causas, el calentamiento global, el acceso a la educación de calidad con equidad, la promoción de las mujeres y el respeto de los derechos humanos. Los Objetivos del Milenio van en esa línea, y ya se preparan nuevos desafíos hasta el 2030. ‘La ONU ha descubierto los derechos de propiedad de los pobres’ que serían la base para combatir la exclusión, dice una información internacional de cercana data. Es increíble, pero al parecer ‘un aspecto único e ignorado de los derechos es el vínculo inexorable en la pobreza dominante –en cerca del 60% de la humanidad- y la ausencia de protecciones jurídicas para los pobres’. • Hernando de Soto: el otro sendero Las investigaciones del economista Hernando de Soto, de nacionalidad peruana, –conocido por su obra ‘El otro sendero’- apuntan en esa dirección. La idea básica es lograr el ‘empoderamiento de los pobres’, que consiste en formular políticas en todo el mundo orientadas a crear un sistema de propiedad legal, ‘que determinará que los empresarios individuales y las economías nacionales tengan oportunidades’, en los países en vías de desarrollo. De Soto, en la mencionada obra, probó que un sector importante de la economía en los países del Tercer Mundo es informal, y que no por ser informal el movimiento de los recursos se lo puede desestimar; al contrario, según el investigador, las economías informales ‘mueven’ valores y transacciones por montos que superan el setenta por ciento de la población. El contexto de esta propuesta es el drama de millones de personas integradas a economías informales, subterráneas, sin relación de dependencia –algunos la llaman ‘ilegales’- pero que representan, en la práctica, millones de dólares en giro, y que en su conjunto, pesan sobre las economías nacionales. En la práctica el proyecto ideado por Hernando de Soto significó la legalización en Perú de 300 empresas, que antes operaban en la informalidad (léase, clandestinidad), es decir, ‘fuera de los libros’ de contabilidad. Los resultados han sido sorprendentes en Perú. Los dirigentes políticos se dieron cuenta que estas reformas movilizaron a medio millón de trabajadores, al pasar de la economía subterránea a la economía legal. Se generó más empleo, más oportunidades de producción, y más ingresos tanto para los trabajadores como para el Estado, por más de 300 millones de dólares anuales. Con estos resultados en tierras peruanas De Soto fue contratado por Egipto, para que dirigiera los derechos de propiedad del programa de reforma económica. Y siguieron otros países: Honduras, Tanzania, Haití y otros. La ONU creó una comisión de alto nivel que preside Hernando de Soto y Madeleine Albrigth, ex secretaria de Estado con un objetivo concreto: establecer el vínculo inexorable entre la pobreza dominante y la ausencia de protecciones jurídicas para los pobres. • Yunus: no más caridad, sino oportunidades ‘El tema de fondo pasa necesaria e ineludiblemente por la creación de condiciones y oportunidades’, según Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz, quien estuvo entre nosotros hace algún tiempo. Los pobres no deben recibir bonos, donaciones –decía Yunus-. Eso crea dependencia y no va a las raíces del problema. Los pobres necesitan oportunidades. Y una de esas oportunidades es el Banco del Micro crédito, dirigido especialmente a las mujeres. Estas reflexiones pueden servir para aclarar el tema de la pobreza, y que los discursos y sobre todo las acciones de los dirigentes políticos y sociales se orienten en la dirección correcta.
Imagen: notenemossitio.files.wordpress.com/2010/08/crisis-y-pobreza-p-blog2.jpg