27 de octubre de 2016/Fuente: la izquierda diario
Dialogamos con el autor de «Crónicas marxianas. Marx & marxismo» que se publicará el año próximo. En esta entrega, la segunda parte de la entrevista.
En tu libro señalas que el trabajo de Engels como editor póstumo de Marx es un trabajo formidable, pero revela una faceta no dialéctica de Engels ¿por qué?
La Dialéctica marxiana, podríamos decir, despareció bajo las presiones tácticas y la pedagogía científico-popular. Engels asumió la tarea “forzosa” (por circunstancias tanto personales como políticas) de divulgar, concluir y presentar como sistema concluso una (contra) teoría en realidad abierta e inconclusa. Un torso, como precisó la intuitiva Luxemburg. Muchas de estas presiones por presentar un Marx científico se debieron al propio rol de Engels en la lucha y consolidación del SPD. Engels tenía una visión hiperpráctica del mundo, era más pragmático que Marx, nunca fue (ni pretendió ser) un gran filósofo político; era consciente de la necesidad que la idea comunista tuviera una encarnación organizacional, una maquinaria política, por eso presionaba en vida a Marx, ya desde 1845 cuando esbozaban La Ideología alemana, para que terminara escritos con los que guiar al movimiento político. Bajo estas premisas “sistematizó” a marchas forzadas el Nachlass de Marx y fue una suerte de Streetfighter ideológico a la hora de demarcar la ortodoxia.
Como había afirmado Adler, líder del socialismo austríaco, Engels más que teórico era el “gran tacticista” indispensable del Socialismo de la II internacional. El “ismo” en Marx nació en la época de Engels como timonel, en las revistas de partido dirigidas por los futuros centristas, revisionistas y socialistas de derecha, Kautsky, Bernstein; nació en la correspondencia de Engels con Bebel; nació en la Vulgata de los textos y prólogos de Engels y de las polémicas del propio Engels con fracciones, escuelas, críticos, socialistas de cátedra, populistas e incluso con el renacimiento del Materialismo vulgar a fines del siglo XIX. Una rápida revisión del trabajo editorial de Engels nos revela una faceta no-dialéctica: al avisar al lector que se ha preocupado por facilitar la “comprensión del texto”, las premisas metodológicas marxianas. La fundamental división (que incluso llega a ser formal, formell) entre Modo de Investigación (Forschungswiese) y Modo de Exposición (Darstellungswiese), que Marx presentaba no solo en la Einleitung de 1857 sino en el prólogo a la segunda edición de Das Kapital como el “Método dialéctico” que evitaba toda construcción a-priorística, queda ahora desechado sin más.
Estas contradicciones internas en el legado literario de Marx (que no existen en el Nachlass) reflejan y proyectan las propias contradictorias intenciones de Engels: por un lado, deseaba mantener el espíritu original de los manuscritos de Marx, su carácter auténtico pero provisorio y abierto; por el otro, se obligaba a lograr un texto más “escolar”, legible, comprensible políticamente. La propuesta retórica fue una utopía comunicativa inconsciente: retrotraer al dialéctico Marx a una forma popular expositiva científica, a la aridez de la ortodoxia más pedagógica y al método de deslinde.
La Dialéctica entre idealidad y materialismo sería reemplazada por la comprensión escolar de leyes positivas del movimiento. El elemento precientífico en la ideología dominante en las clases obreras, en su conciencia-en-sí, sería superado no con más sino con menos dialéctica. Dada la propia historia interna del Marxismo, el rol de Engels como albacea testamentario, editor, leyenda viva y popularizador es absolutamente crucial para una satisfactoria comprensión de lo que se entendió por Marxismo durante un siglo. Es decir en este aspecto debemos cambiar la vieja óptica, inducida por la misma autointerpretación del “El General”, y analizar en cuanto al nacimiento y difusión del Marxismus a Engels en primer plano, y a Marx en un segundo. Para la Política práctica, que desea revolucionar la realidad, el Marxismus como tal depende directamente del trabajo difusor-editorial del Engels tardío e indirectamente de los textos del propio Marx. Durante un tiempo leeremos a Marx con las gafas de Engels. E invertir esta situación es nuestra tarea teórica pendiente.
Precisamente, en el libro parecería haber permanentemente un paralelismo entre dos planos: lo que Marx escribió y cómo se lo editó y difundió. En este marco contanos la valoración que hacés del trabajo de David Riazanov.
Uno de los primeros y más trágicos intentos de reconstruir el Marx mutilado-reprimido fue el del ucraniano David Zimkhe Zelman Berov Goldenbach, alias “Riazanov”, a quién definieron adecuadamente como aquella persona que “por una duda en una coma en un manuscrito de Marx era capaz de viajar toda la noche en un tren de cuarta clase sin calefacción desde Viena a Londres.” Entre los grandes méritos de Riazanov, no el menor, fue el haber sido el alma mater de la gran empresa editorial de las primeras obras completas crítico-históricas de Marx y Engels, la mítica MEGA (1), publicadas simultáneamente en la Rusia bolchevique y en Alemania entre 1921 y 1931. Riazanov, militante-teórico al mismo tiempo, adquiere la merecida reputación de ser una de las más autorizadas voces sobre Marx, Engels y la historia del Marxismo en toda Europa. En su faceta política, Riazanov fue instintivamente anti-stalinista, se conoce su temeraria afirmación de 1924: “Yo no soy un bolchevique, no soy un menchevique, no soy un leninista. Soy solamente marxista, y, como marxista, soy un comunista”.
El intuitivo Trotsky lo definía como “orgánicamente incapaz de cobardía, o de perogrullo”, añadiendo que “toda ostentación vistosa de lealtad le repugnaba”. Hay una anécdota que lo pinta de cuerpo entero: estando exiliado Trotsky en Alma-Ata Riazanov lo contacta… ¡para que trabaje en la edición crítica de la obra polémica de Marx Herr Vogt!, incluso Riazanov le encarga revisar traducciones y realizar correcciones en las pruebas de imprenta de los volúmenes de Marx y Engels. A contra-corriente, afirmaba con razón que corremos el riesgo de “conocer a Luxemburg o Lenin de la A a la Z, e ignorar los escritos del propio Marx.” Entre 1900 y 1918 Riazanov adquiere en Europa la merecida reputación de ser una de las más autorizadas voces sobre Marx, Engels y la historia del Marxismo en toda Europa. Sus principales trabajos de esta época son sobre Marx y la Rusia zarista, Marx y el trabajo periodístico, Engels y la cuestión polaca y la I Internacional.
Riazanov valoraba a Marx en su totalidad: las obras perdidas, inéditas u olvidadas de Marx de igual importancia que las ya conocidas, y lo hacía públicamente y sin miedos, ante un auditorio público en 1924 decía que las obras escritas por Engels y Marx entre 1845 y 1847 “hoy ciertamente han envejecido… pero no más que las obras de Plejanov o de aún de Lenin. Tómese un libro cualquiera de Plejanov aparecido en 1883, o de Lenin en 1903, y el lector joven no comprende casi nada sin un buen comentario.” Riazanov incluso, sabiendo desde el interior de la SPD las manipulaciones y arbitrariedades cometidas en el Nachlass marxiano, ponía en duda hasta el mismo papel de Engels como albacea literario y editor póstumo de Marx.
Además Riazanov relacionaba estrechamente Revisionismo con Marxismo vulgar, justificando políticamente la edición del Marx inédito y auténtico por las deficiencias en la formación de las nuevas generaciones comunistas. Una tarea paralela fue ser el alma mater y director del famoso IME (Instituto Marx-Engels), pretenderá estudiar a los clásicos relacionándolos con la amplia historia del anarquismo, socialismo y del movimiento obrero europeo. El IME incluirá biblioteca, archivo, y museo, dividido en cinco departamentos (Kabinetts): Marx y Engels, historia del socialismo y el anarquismo, economía política, filosofía e historia de Inglaterra, Francia y Alemania. A lo largo de los años se le sumaron otros: I y II Internacionales, historia de la ciencia, historia de la sociología, historia del derecho, la política y el estado, relaciones internacionales, historia del marxismo en el movimiento obrero, etc.
El viejo proyecto bolchevique de un “Museo del Marxismo”, el primero de su tipo en todo el Mundo, se había transformado en un verdadero laboratorio para investigadores, académicos, activistas, cuadros y militantes en general. Indudablemente la empresa editorial apuntaba políticamente a un combate ideológico contra el Revisionismo, la vulgarización y banalización de Marx. Riazanov no era un pensador original, ni un creador vanguardista: en esas obras expone a Marx en sus textos, los documentos hablan por sí solos. Su relación con los Nachlass literarios de Marx y Engels puede ser llamada de “piedad positivista”: el documento desnudo y completo (textual e intertextualmente) es el elemento esencial en la investigación histórica. Pero esto ya es revolucionario…
Otro tema importante que planteas es la idea del comunismo como «contrateoría» ¿qué relación tiene esta definición con los debates recientes en un sector de la intelectualidad sobre «la Idea del Comunismo» o «el comunismo como Idea»?
Existe un problema entre los autores diríamos “posmodernos”. Pueden escribir libros sobre Marx, Engels o Lenin sin siquiera nombrarlos o al menos conocerlos con cierta profundidad. Es un arte de prestidigitación literario más cerca del márketing que de la auténtica búsqueda de la verdad.
Creo que el Comunismo moderno tiene un origen eminentemente reactivo, de respuesta y contragolpe a los callejones sin salida de la democracia burguesa, y sus complejidades, nuevos desarrollos y crecimiento en tanto teoría política va de la mano con la magnitud del impulso democrático de masas. Pero además la idea comunista crece desde el candoroso suelo popular de la realidad de las formaciones económico-sociales. Es un producto bifronte, con doble laminación, con tensiones y asimetrías, que explican mucho de su tortuoso camino. Teóricamente el Comunismo es una reducción, crítica e inversión del máximo punto alcanzado por la Filosofía clásica burguesa (Idealismo objetivo=Hegel), y, al mismo tiempo, reflexión sobre la propia lucha de clases y popular de la época. Pasó de ser un adjetivo a conformarse como un fuerte sustantivo filosófico-político, a devenir una base lógica.
En Marx el Comunismo crítico es la negación práctica-teórico-práctica de la propiedad privada burguesa, por ello creo que puede ser explicado en términos filosóficos por Marx como “oposición reflectiva”. Comunismo es re-flexio, reflexión (por oposición) y determinación negativa desde el propio estado de la clase obrera y los presupuestos de la sociedad civil capitalista; el Comunismo es al mismo tiempo una intelección (racional) y una subjetividad concreta (Materialismo), por lo que, parafraseando a Fichte, para el joven Marx vale aquello de es “sólo a través de la Oposición resulta posible obtener una conciencia específica y clara de lo que sea.” Lo que evita la unilateralidad del Comunismo crítico de Marx con respecto a los realmente existentes es precisamente la Dialéctica.
Para leer la primera entrevista: El joven Marx y la construcción del comunismo crítico
*Nicolás González Varela es ensayista y periodista cultural. Sus últimas obras publicadas son: Nietzsche contra la Democracia (Montesinos, Barcelona, 2010), Los Archivos de Nación Apache (Libros del Sur, Buenos Aires, 2011). Ha sido traductor y cuidador de la edición del Cuaderno Spinoza, de Karl Marx (Montesinos, Barcelona, 2012), así como de la edición de Sobre el suicidio, también de Marx (El Viejo Topo, 2012). Actualmente reside en Andalucía, España.
Fuente: http://www.laizquierdadiario.com.ve/Los-posmodernos-escriben-sobre-Marx-Engels-o-Lenin-sin-conocerlos-en-profundidad?id_rubrique=5442
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