Por: Carlos Ornellas
José Guillermo Merquior, en un estudio que no pierde actualidad, Rousseau and Weber: Two Studies in the Theory of Legitimacy, arguye que hay dos variantes principales en el concepto de legitimidad. Una, rousseauniana, que establece que un gobierno es legítimo cuando emana de un contrato social donde los ciudadanos otorgan poder al gobernante y ceden parte de su soberanía. En las democracias esa legitimidad se adquiere mediante el voto popular. El concepto weberiano de legitimidad tiene que ver con el ejercicio del poder; funda que un gobierno es legítimo si su hacer político y administrativo es eficaz (entrega resultados) y se gana la credibilidad de la ciudadanía. Credibilidad es la pieza clave.
Desde que arribó a la jefatura de la Secretaría de Educación Pública, Aurelio Nuño, se dedicó a cultivar la imagen de eficacia al poner en práctica los filos más agudos de la Reforma Educativa, como la evaluación del desempeño docente. En el trayecto, se ganó la animadversión de quienes desde antes atacaban a la reforma, pero comenzó a ganar credibilidad entre ciertos actores.
La acción política del secretario incluyó un lenguaje agresivo contra los maestros disidentes, señaló que se impondría la reforma, que sus postulados no estaban a discusión y amagaba con despedir a los incumplidos. Pero también comenzó un proyecto de difusión de las estrategias de ejecución: visitaba escuelas cada lunes —con lo que ganó reflectores de la prensa y los medios—, debatía con los adversarios y escribió artículos en varios periódicos. Quería atrapar la atención de la opinión pública.
Y, como dice mi amigo, El Maestro, allí la llevaba. Aunque la recuperación del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca era parte de la estrategia de Emilio Chuayffet —que el exsubsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, boicoteaba— fue Nuño quien recibió créditos. Como él sí tenía el apoyo del presidente Peña Nieto, apaciguó a Miranda y, por un rato, lo sacó de la jugada.
Sin embargo, Nuño había pregonado tanto contra la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (incluso anunció que repetiría la dosis del IEEPO en Chipas y Michoacán) que, cuando llegó la mañana triste de Nochixtlán, los maestros disidentes y sus allegados se le fueron a la yugular. Parecía que al secretario no sólo se le escapaba la presa, sino que él mismo, de cazador se convirtió en perseguido.
El secretario Nuño —y esto no les gusta a sus adversarios— mostró que es tenaz, aguantó la avalancha de críticas y, aunque disminuyó sus apariciones en la plaza pública, porfió en su acción política: aguijoneó el programa de la escuela al centro, organizó una consulta más sobre el modelo educativo (con tres documentos, especie de libros blancos, para tutelar los foros) y, aunque con dificultades en los estados donde la CNTE tiene presencia fuerte, prosiguieron las evaluaciones.
Con la intervención del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación se realizaron los concursos de ingreso al servicio profesional docente y la prueba Planea, a los alumnos. Aunque hubo broncas, no fueron de consecuencia.
Hoy, parece que ya recuperó su tronco de cazador. El viernes, el secretario Nuño se reunió con egresados de normales de Guerrero que ganaron plazas docentes por medio del concurso nacional de oposición. Los que destacaron fueron los egresados de la Normal de Ayotzinapa. Éstos serán tildados de traidores por los abogados de la corrección política, aunque sólo pujaron por un puesto de trabajo que sabían que ya no lo obtendrían en automático.
A pesar de la discreción que mostró la SEP, no dejó de publicitar la visita de los normalistas, con todo y foto con el secretario. Aurelio Nuño anda de nuevo en la caza de credibilidad, o sea, de legitimidad.
Fuente: http://www.educacionfutura.org/sep-a-la-caza-de-legitimidad/