07 de diciembre de 2016 / Fuente: http://blog.tiching.com/
Gerard Corriols
Empecemos por el principio: ¿qué es la educación humanitaria?
La educación humanitaria es un método de innovación ecopedagógica que destaca por su excelencia educativa al vincular y relacionar los derechos humanos, la ética ambiental y la protección de todos los animales.
¿ Y cuáles son sus objetivos?
Su lógica de profunda coherencia facilita el desarrollo y el aprendizaje de valores como la compasión, la empatía, el respeto, la bondad y una consideración positiva hacia todos los seres vivos, humanos o no, de manera incluyente y sin ningún tipo de discriminación. En consecuencia, la atracción innata de los niños hacia los animales y la naturaleza, facilita el aprendizaje de todos los contenidos curriculares sin renunciar a una máxima de valores.
¿A partir de qué edades puede comenzar a trabajarse?
La infancia se caracteriza por el amor a la vida y por todo lo que está vivo, eso se explica porque nacemos biofílicos, es decir, con una atracción natural intrínseca hacia todas las formas de vida vegetales y animales, así que nacemos humanitarios de serie. Los niños tienen incorporado un conocimiento y una visión global de la realidad que posteriormente la escuela y la sociedad fragmenta y reduce a simplificaciones sin sentido que no sirven para vivir con plenitud ni para en un futuro poder aportar calidad y creatividad a nivel profesional. Está más que contrastado que el contacto y la filiación hacia la naturaleza y los animales es esencial para un desarrollo pedagógico y psicológico saludable.
¿Qué metodologías utiliza?
La vertiente holística, crítica y emocional de la educación humanitaria facilita su conjugación con las metodologías pedagógicas creativas y de desarrollo personal que superan la concepción caduca que limita la educación a los pilares del saber y el hacer, y la amplía hacia el sentir, emocionando a los educandos y encontrándose con ellos mismos, así como el aprender a convivir con los demás seres con quienes compartimos el planeta trabajando a partir de proyectos que den soluciones a los retos que se plantean en el aula.
Pero, ¿y en qué se diferencia de la educación para la no violencia?
A mi entender, la verdadera educación para la no violencia tiene que ser incluyente, es decir, sin excluir ningún tipo de violencia contra cualquier ser vivo con emociones, conciencia y sensibilidad al dolor. Cabe recordar que en el año 2012 un equipo de trece neurocientíficos de las universidades internacionales de más prestigio, en presencia del científico Stephen Hawking, firmaron la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia en la que afirman la existencia de conciencia en diversos animales no humanos. Se me hace difícil justificar una educación para la no violencia que no contemple ni trate la violencia contra los seres más vulnerables.
Se trata entonces de ampliar el punto de mira…
Está demostrado que, mayoritariamente, cualquier tipo de violencia tiene sus raíces en las agresiones, abusos y/o usos contra los animales. Es una contradicción que las leyes de educación tengan como objetivo prioritario la prevención de conflictos y la educación para la no violencia y que a su vez el propio sistema esté permitiendo el fracaso de estos por el simple desconocimiento de que el método infalible para conseguirlo consiste en lo que plantea la educación humanitaria. Así pues, invito al conjunto de administraciones y al profesorado a que hagan una interpretación profunda, humanitaria y coherente del currículum y de las leyes y que empecemos de inmediato a desarrollar programas de educación humanitaria en todos los contextos educativos.
¿Puede relacionarse entonces la crueldad con los animales y la violencia entre seres humanos?
Desgraciadamente la crueldad contra los animales es solo el primer paso para pasar a agredir a un ser humano. Esto lo demuestran los escalofriantes estudios criminológicos realizados por el GEVHA (Grupo de Estudio de la Violencia hacía Humanos y Animales) que concluyeron que el 86% de mujeres víctimas de violencia también explican maltrato hacia los animales, y el 30% de estas explicaron que sus hijos habían herido o matado animales. Además, se ha comprobado que cuando un niño maltrata a un animal, este es uno de los indicadores más importantes para detectar un trastorno de conducta. El mismo FBI ha comprobado a lo largo de treinta años de investigación que el 70% de maltratadores de animales también tenían otros antecedentes delictivos.
¿Cree que el ser humano es cruel por naturaleza, o es un comportamiento aprendido?
Si nos remontamos a las palabras del filósofo Rosseau, unos de los llamados padres de la pedagogía junto con Kant, él pensaba que el ser humano es bueno por naturaleza y que es la sociedad quien lo contamina de crueldad. Lo que me parece evidente es que vivimos en una sociedad con tendencia a la violencia, ya que funcionamos mediante la competitividad en vez de la cooperación y la ayuda mutua como hacen los animales de cada especie, lo cual demuestra que estamos perdiendo inteligencia y el verdadero sentido de la vida.
Entonces, ¿podríamos educar a los más pequeños para evitarlo?
Por supuesto que se puede educar para prevenir la violencia. A mi entender la educación en valores tiene que liderarse desde cada familia, creando hogares armónicos y dando responsabilidades a los niños para que el día de mañana no cometan irresponsabilidades. A nivel escolar, es bueno recordar que el sistema educativo se tiene que reinventar por completo, la escuela tiene que abrirse y conectar con la comunidad de su entorno, y los equipos directivos junto con el profesorado tienen el reto de crear claustros fuertes, eficientes y cohesionados que faciliten seguridad y aporten recursos al profesorado para que este se sienta a gusto y pueda educar con el método más infalible que existe: el del ejemplo.
En este tipo de iniciativas se trabajan mucho los conceptos de empatía y compasión, ¿existe alguna diferencia entre ellos?
Existen diferentes interpretaciones del significado de la empatía y la compasión. Actualmente en la educación humanitaria se entiende que las dos son importantes, aunque la empatía supone una identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro, y la concepción más evolucionada de la compasión da un paso más allá, ya que significa ponerse en el lugar del otro pero también comporta la participación en el dolor, pasando a la acción con el propósito de aligerar el sufrimiento en los humanos y los demás animales, siempre y cuando, esta esté basada en el desinterés, la cooperación y la ternura.
¿Cómo se trabajan ambos elementos en la educación humanitaria?
La metodología de la educación humanitaria ha desarrollado diferentes dinámicas y herramientas vivenciales y creativas para educar en positivo en la empatía y la compasión. Algunos ejemplos para trabajar la empatía se basan en ponerse en el lugar del otro, por ejemplo: en el lugar de una niña explotada en una fábrica textil, de un gatito abandonado, de una flor que está triste, de un río contaminado, de una persona mayor maltratada por sus hijos, o de un animal encerrado en una granja. Igualmente, también se desarrollan trabajos grupales por proyectos para encontrar soluciones compasivas y creativas a las diferentes situaciones de crueldad que encontramos en la sociedad, de manera que comprueban las conexiones que existen entre la justicia social, el medio ambiente y la defensa de todos los animales.
Pero, ¿sirve de algo la educación humanitaria en el aula si al salir de ella la sociedad continúa siendo igual de cruel?
Tenemos que lograr que cada persona entienda que la máxima responsable de la educación es ella misma, tanto o más que un maestro. Lo que sucede en el aula tendría que servir solo para complementar y ordenar los aprendizajes y los valores que se tendrían que liderar en cada familia. El conjunto de la ciudadanía tiene el deber moral de responsabilizarse de la educación de su entorno inmediato de la manera más objetiva posible y aplicando el sentido común delante de cualquier duda. Solo así, dejando de delegar la educación a la escuela, los niños encontrarán en la sociedad los valores y los aprendizajes positivos que aprenden en el aula.
Son por lo tanto muchos los elementos que deben entrar en juego.
Otro tema que influye directamente es que el sistema educativo y las políticas sociales en general no están dando unos resultados óptimos cuando existen iniciativas como la educación humanitaria que demuestran que sin la necesidad de invertir más, solo adaptando el currículo a las necesidades reales y humanitarias de la sociedad, se podrían conseguir grandes logros que repercutirían positivamente en todos los ámbitos de la sociedad en beneficio del bien común.
Sin embargo, actualmente hay una tendencia a eliminar del currículo los contenidos “menos productivos”, como las artes, la filosofía o la ética… no queda apenas espacio para el trabajo en valores. ¿Qué opina al respecto?
A lo mejor en la minimización de las humanidades encontramos la respuesta del porqué actualmente existe cierta incapacidad institucional para resolver los actuales retos sociales. Precisamente la educación en valores tendría que educar para conseguir que se llegue a consensos que indiquen aquello que debe tener más valor y que es más importante y apreciado para la sociedad. La obsesión institucional de perseguir a las humanidades me parece preocupante, ya que si hemos llegado hasta aquí ha sido precisamente gracias a la reflexión, al diálogo, a la cooperación, a la creación, a la conciencia, a la belleza… y a todo lo que tiene que ver con las humanidades.
Las consecuencias de ello no pintan entonces muy bien.
La fragmentación del pensamiento que padecemos en la escuela y en la sociedad es antinatural e impide que desarrollemos la visión global que tenemos en la infancia, de manera que a medida que crecemos vamos perdiendo inteligencia creativa hasta llegar a tener un pensamiento de un reduccionismo preocupante. Este reduccionismo es el que impide evolucionar a las llamadas ciencias exactas que en sectores como la medicina o el medio ambiente se hace evidente la necesidad de complementarse con sus orígenes humanistas para poder ser más eficaces y dar respuestas integrales y de calidad a las necesidades emergentes.
La educación humanitaria parece una manera diferente de enfocar la educación en valores… ¿Forma ya parte del currículum en algún país del mundo?
En realidad cualquier currículum democrático y con trasfondo pedagógico tendría que incluir aspectos relacionados con la justicia social, la protección del medio ambiente y el respeto hacia los animales. Políticamente los gestos son demasiado tímidos, es por eso que las iniciativas que existen, de momento, están impulsadas mayoritariamente por organizaciones no gubernamentales. En Estados Unidos la educación humanitaria está muy consolidada y, más o menos esporádicamente, se imparten acciones en multitud de escuelas. No está de más recordar que tuvo un periodo de esplendor y a principios del siglo XX ya habían más de 260.000 niños y niñas organizados para proteger a los animales en las llamadas Bands of Mercy (Bandas de la Misericordia) que a través de cuentos, canciones y lecciones animaban a la sociedad a decir alguna palabra amable o a hacer algún acto de bondad que hiciese más feliz a cualquier otro ser.
¿Podría citarnos alguna experiencia educativa que se esté llevando a cabo en la actualidad?
Por poner algún ejemplo, tenemos el caso de un proyecto muy emotivo en Liberia que está empoderando a diferentes poblaciones a través de la educación humanitaria. También cabe destacar la imparable actividad que realizan en escuelas de todo Asia desde ACTAsia o bien proyectos singulares como es el caso de la Muse School de California, una escuela verde y humanitaria impulsada por el director de cine James Cameron. Por suerte, en el estado español contamos cada vez con más profesorado formado en educación humanitaria gracias a iniciativas como la que ha impulsado FAADA y que ya está aplicando la metodología con excelentes resultados; así como escuelas que educan a través de métodos integrales como la pedagogía Waldorf que según las tesis de su creador, el genio Rudolf Steiner, educan en el respeto más profundo hacía todos los seres vivos.
Y, para acabar, ¿qué le recomendaría al profesorado y a las familias interesadas en educación humanitaria?
Como los animales despiertan una gran atracción, deben tener un papel relevante en la educación escolar y familiar. Pero para que esta sea de calidad, coherente y ética, es necesario que las visitas y excursiones que se realicen para facilitar el contacto con los animales se hagan exclusivamente en protectoras, santuarios o centros de recuperación de fauna salvaje, es decir, en centros en los que únicamente se encuentren animales rescatados del abandono y del maltrato o bien por encontrarse heridos en su hábitat, y sobre los cuales no se ejerza ningún tipo de exhibición, uso ni abuso. En lo que se refiere a la alimentación, los comedores escolares tendrían que ser sinónimo de educación para la salud y de alimentación consciente, de manera que los niños sepan exactamente qué es lo que se les pone en el plato. En consecuencia, los comedores escolares tendrían que incluir iniciativas innovadoras como los Meat Free Mondays, de gran éxito a nivel internacional, o, en el mejor de los casos, apostar por una alimentación diaria vegana, libre de cualquier producto de origen animal en beneficio de la salud del alumnado, de la vida de los animales inocentes, así como del medio ambiente.
Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/gerard-corriols-la-infancia-se-caracteriza-por-el-amor-a-la-vida/