14 de diciembre de 2016 / Fuente: http://isepclinic.es/
Por: Maribí Pereira
Claudia Meléndez, alumna de prácticas de ISEP Clínic, ha realizado un interesante artículo sobre la Inteligencia Emocional (IE) en el cual nos explica el origen de nuestras emociones y cómo podemos regularlas en el día a día a partir de ciertas técnicas cognitivo-conductuales que nos permitirán desarrollar habilidades personales y sociales y por tanto, llevar una vida más equilibrada y plena.
Una emoción es una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia, que sobrevienen de forma súbita y brusca y que resultan pasajeras.
En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación. Es por ello que cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.
Durante mucho tiempo las emociones han estado consideradas poco importantes y siempre se le ha dado más relevancia a la parte más racional del ser humano. Pero las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso, objetivos.
Apenas tenemos unos meses de vida, adquirimos emociones básicas como el miedo, el enfado o la alegría. Existen seis emociones básicas:
MIEDO: Anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad.
SORPRESA: Sobresalto, asombro, desconcierto. Es muy transitoria. Puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa.
AVERSIÓN: Disgusto, asco, solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión.
IRA: Rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad.
ALEGRÍA: Diversión, euforia, gratificación, contentos, da una sensación de bienestar, de seguridad.
TRISTEZA: Pena, soledad, pesimismo.
Cada una de las emociones antes mencionadas cumplen una función adaptativaen el ser humano para interactuar con el medio que le rodea, así pues, el miedo nos permite protegernos del peligro, la sorpresa nos ayuda a ubicarnos en una situación inesperada, la rabia nos conduce a destruir aquello que nos hace daño, la aversión nos hace rechazar lo que tenemos delante, la tristeza nos motiva hacia una reintegración personal y la alegría nos induce a reproducir el suceso que nos ha hecho sentir bien.
Sin importar la profesión o rol social que desempeñemos, a menudo nos encontramos con situaciones que generan determinado tipo de emociones en nuestro interior y nos conllevan a actuar bajo un estado conductual de:
- Pesimismo
- Desconfianza
- Victimismo
- Enojo
- Culpa (reproches)
- Excusas
- Aislamiento
- Venganza
Como consecuencia de estas conductas nos podemos llegar a sentir solos, tristes o irritables, e incluso a desarrollar síntomas psicológicos que puedan requerir ayuda profesional. Sin embargo, la buena noticia es que esto se puede mejorar y lograr ser emocionalmente inteligentes.
Por ello, es importante conocer el término inteligencia emocional. La inteligencia emocional (IE) es la habilidad de comprender, manejar y trabajar nuestras emociones y las de los demás generando empatía y resultados positivos. Para desarrollar la IE deben entrenarse tanto habilidades internas, como el autoconocimiento, la motivación y el control emocional, y las habilidades externas como la empatía y la destreza social.
En este sentido, se requiere de motivación, apertura y puesta en práctica de algunas estrategias que nos permiten regular adecuadamente las emociones. Entonces, si estás dispuesto a cambiar tu antigua forma de pensar y renovar tus pensamientos, te sugerimos que empieces por:
- Identificar de forma adecuada tus emociones y sentimientos.
- Comunicar cómo te sientes y verbalizarlo de forma clara, precisa y respetuosa ante el otro.
- Esfuérzate en ver lo positivo de cualquier situación.
- Comprende a los demás.
- Descansa y relájate
- Realiza ejercicios de respiración.
- Toma decisiones responsablemente, teniendo en cuenta las consecuencias de las mismas para ti y para quienes te rodean.
Siguiendo estos pasos, es probable que disminuyan los problemas de comunicación en tu vida, los conflictos, y probablemente tengas un desempeño más eficiente en diferentes ámbitos, así como una sensación de bienestar general. De hecho, la IE reporta beneficios, como por ejemplo:
- Mejora en las relaciones sociales a partir de comprender las actitudes de los demás.
- Capacidad de encontrar el aspecto positivo de las personas y las situaciones
- Vivencia de las críticas como constructivas y como una oportunidad para mejorar y crecer personal y profesionalmente.
- Desarrollo de estrategias de afrontamiento para sobrellevar las adversidades y contratiempos, sin venirse abajo tan fácilmente.
- Apertura al cambio.
- Respeto por las opiniones opuestas y con ello, aceptación e las diferencias.
- Control de los impulsos antes de actuar o hablar.
- Motivación, optimismo y generosidad.
Por ello, es fundamental incorporar en nuestra filosofía de vida que, “La inteligencia emocional no es lo contrario de la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza. Es la única intersección de ambas”, tal como dijo David Carusso.
Fuente artículo: http://isepclinic.es/blog/emociones-como-regularlas-en-la-vida-cotidiana/