Por: Angel Vera
Se ha pretendido diseñar al sistema educativo del Ecuador para ser un supercrucero de batalla, capaz de navegar en mares tempestuosos y sacar diestros marineros de las aulas, es decir: estudiantes sabios, críticos y maduros.
Sin embargo, por los procedimientos en que se está incurriendo da la impresión que hicieron un barco supermoderno, pero encargaron el comando de la nave al cocinero. Esto a propósito de algunos asunticos de los planteles, que demuestran verdaderos problemas, más allá de los lindos planes de estudio y lindos discursos de las autoridades.
Para empezar, muchos de los planes de estudio: de lengua, de ciencias, de matemáticas, son extensísimos, superabundantes, me temo que en gran medida muy superiores a lo que se puede abordar en los meses de estudio y bien seguro que, si se llega a cumplir los “seis bloques” de enseñanza de cada materia, difícilmente se los cubrirá de buena manera. Presionado por el vicerrector, por el rector, a partir de la mitad del año, el profesor acelerará e impartirá los contenidos por encima, por encima, con tan de llegar, aunque sea mal.
Esto se agrava por falta de partidas docentes para maestros titulares que se hagan cargo de las materias de sus respectivas especialidades, lo que obliga a rellenar responsabilidades y horarios entregándoles cátedras en la que no tiene experticia: el resultado será docentes a cargo de materias que no conocen o que la conocen a la usanza vieja.
No faltará un profesor de matemáticas que quiera seguir enseñando el álgebra de Baldor, demasiado por debajo de los altos niveles que el gobierno pretende. Y no es que esté mal, sino que se debe cuidar que la enseñanza esté a cargo de un especialista (ya se erró en recibir en el magisterio a quien no era docente) y además cuidar que se esté impartiendo los contenidos que se prescriben.
La demostración palmaria que no se está cumpliendo con esto es la gran cantidad de estudiantes rechazados en el examen de ingreso a la universidad. Cómo lo van a aprobar si les preguntan lo que nunca les enseñaron, claro, porque no estaban en capacidad de hacerlo. El Estado debería tener un departamento de educación continua para maestros, donde una materia permanente sea didáctica de matemáticas, para superar algo en lo que siempre hemos fallado. (O)
Fuente: www.latarde.com.ec/2016/12/12/pata-coja-en-la-educacion/