Pensamiento frágil y educación líquida

17 de enero de 2017/Fuente: cronicadelquindio

Es conocido que la materia presenta tres estados fundamentales: sólido, líquido y gaseoso, uno menos ‘popular’ es el plasma y existen muchos más que no son del caso mencionarlos.

El sólido es rígido, y el líquido se adapta al recipiente que lo contiene, es decir es cambiante en su forma y fluye.

Sygmunt Bauman (9 enero 2017- 1925), sociólogo y filósofo polaco, reflexionando sobre esos dos estados de la materia, los extrapoló a la sociedad, su cultura, la educación, la economía y su globalización, la política, etc. y escribió unos 30 libros, entren ellos, “La modernidad líquida”, “Sobre la educación en un mundo líquido”, “Los retos de la educación en la modernidad líquida”.

Como esta semana se inicia el año escolar, aspiro ofrecer un pequeño homenaje a este pensador recientemente fallecido, dando a conocer algunas de sus reflexiones sobre la educación que actualmente se les imparte a las nuevas generaciones y las conectaré con otros planteamientos.

Haber sido galardonado con el European Amalfi Prize for Sociology and Social Science en 1992, el  Premio Theodor W. Adorno en 1998 y recibir, junto con Alain Touraine, el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, en 2010, refleja su importancia

Bauman fue un referente internacional

Fue profesor emérito de la universidad de Varsovia y ejerció la docencia en la London School of Economics, Tel Aviv, Leeds, así como en EE.UU. y Canadá. Desconceptuó la idea que se ha tenido de posmodernidad, replanteándola en lo que denominó “modernidad líquida”. Sus libros, sus cátedras y conferencias lo convirtieron en un referente internacional.

En su texto “Modernidad líquida” dice: “(…) la ‘fluidez’ o la ‘liquidez’ son metáforas adecuadas para aprehender la naturaleza de la fase actual –en muchos sentidos nuevas- de la historia de la modernidad”. Queriendo responder a potenciales críticos, se pregunta: “(…) ¿Acaso la modernidad no ha sido ‘fluida’ desde el principio?”. Y cita la expresión “derretir los ´solidos”, acuñada hace un siglo y medio por los autores del Manifiesto comunista.

Esa expresión se refería al tratamiento con que, como dice Bauman, el confiado y exuberante espíritu moderno aludía a una sociedad que se encontraba demasiado estancada para su gusto y demasiado resistente a los cambios ambicionados, ya que todas sus pautas estaban congeladas.

En la modernidad hubo muchos cambios. Siguiendo la analogía de Baumana, estuvo acompañada de momentos de ‘fluidez’, pero al refiere a la posmodernidad como “modernidad líquida”, quiere hacer alusión a la rapidez en que va el ritmo de la existencia de los individuos, donde nada es duradero.

En la vida moderna líquida, todo es efímero

En su texto “Sobre la educación en un mundo líquido” Conversaciones con Ricardo Mazzeo, nos aclara sus ideas cuando expresa: “Si la vida premoderna consistía en una práctica diaria de la infinita duración de todo excepto la vida mortal, la vida moderna líquida es un ensayo diario de la transitoriedad universal”.

Y agrega: “Lo que los ciudadanos del mundo moderno líquido descubren pronto es que en ese mundo no hay nada destinado a perdurar, mucho menos para siempre. Objetos que hoy nos recomiendan como útiles e indispensables tienden a convertirse en historia mucho antes de haber tenido tiempo de asentarse y convertirse en una necesidad o hábito. Todo nace con el sello estampado de una muerte inminente, (…)”.

En esta época la sociedad está naufragando en un mercado de lo efímero y lo superfluo. Como resalta Bauman; vivimos en un mundo de excesos, redundancia, desperdicio y eliminación de desechos. Es, tal vez, el momento histórico cuando más contaminamos.

Si las cosas que “se necesitan (?)” para el diario vivir son volátiles, igual se puede afirmar sobre la educación. Al respecto afirma el sociólogo: “Han tenido que transcurrir más de dos milenios, desde aquellos tiempos en que los antiguos sabios griegos inventaron la noción de paideia, para que la idea de “educación durante toda la vida” cambiara, pasando a ser un oxímoron (una contradicción en sus términos)  (…)”.

Los griegos nos enseñaron lo que debía ser la educación

Paideia, para los antiguos griegos, era  el proceso de educación de los niños, y lo  entendían tanto desde el “saber ser”, transmisión de valores, como el “saber hacer”, es decir, los saberes técnicos propios de la sociedad; ideas muy antiguas que a veces ‘reencauchan’ como nuevas.

Este concepto griego de educación cambió en tiempos recientes, y sobre ello expresa Bauman: “(…) es el resultado de los cambios, que se dan a un ritmo acelerado, en el entorno social de quienes son los dos principales actores en la educación: los maestros y quienes aprenden”.

En “los retos de la educación moderna líquida” afirmaba: “La imagen del conocimiento reflejaba que el compromiso y la visión de la educación eran una réplica de la tareas que ese compromiso fijó en la agenda moderna. El conocimiento tenía valor puesto que se esperaba que durara, así como la educación tenía valor en la medida que ofreciera conocimiento de valor duradero”.
Es decir, la educación era una adquisición que debía atesorarse y conservarse para siempre, sin embargo, como resalta Bauman, la educación contemporánea debe afrontar los desafíos de la modernidad líquida, ya que es despreciada porque todo se convirtió en un mundo virtual y las personas ya no tienen el compromiso de pensar en sólido y en duradero.

Se ha inhabilitado la memoria

Una forma de conservarse el conocimiento como es la memoria, dejó de ser útil. Unas décadas atrás tenía valor, pero hoy la han inhabilitado y se engañan aún más si la consideran inútil. Para qué usar la memoria si el dios Google me ‘sopla’ lo que no sé. Pero cuando hay que pensar en la solución de un problema laboral y no se tiene internet, se arriesga perder el empleo por incompetente.

El libro es una reflexión sobre los retos que afronta la educación actual, en una sociedad líquida, capitalista, consumista, individualista, insolidaria, en la cual la serenidad que exige aprender con solidez se remplaza por el “saber volátil” que no permite el “saber hacer”.

Todos debemos luchar por una educación que no se deje atrapar por el “agujero negro” de la modernidad líquida y luchar –construyendo- por una educación de saberes, ‘sembrando’ conocimiento, teniendo como abono la reflexión, el pensamiento lógico, memorizando lo fundamental, generando competencias en quehaceres.
Termino, con algunas frases de Bauman: “Las redes sociales son una trampa”. “Todo es más fácil en la vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad”. “Hemos olvidado el amor, la amistad, el trabajo bien hecho”.
Internet ha vuelto frágil el pensamiento
Son varios los libros y artículos que alertan sobre un uso inadecuado de internet. Nicholas Carr, experto en tecnología, en su libro “Superficie. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?”, expresa: “Los medios no son solo canales de información. Proporcionan la materia del pensamiento, pero también modelan su proceso. Y lo que parece estar haciendo la web es debilitar mi capacidad de concentración y contemplación”.

Pareciera que la web debilitara la capacidad de concentración y contemplación, así como también se tiene menos paciencia para los argumentos largos, trabajados y matizados afirma Carr. Bauman coincide con él cuando expresa: “(…) hay una crisis de atención. Concentrarse es dedicarse por un tiempo prolongado a una cuestión importante”.

Los padres deben saber que la música, y si es clásica mejor, potencian la inteligencia de los niños, pero la tecnología no; solo fomenta ciertas cualidades, como eso que se afirma que los niños son digitales, pero no altera el fondo del cerebro.

Por Diego Arias Serna (*)
Madrid, España
(*) Profesor-investigador universidad del Quindío
darias@fis.ucm.es
darias@uniquindio.edu.co

Fuente: http://www.cronicadelquindio.com/noticia-completa-titulo-pensamiento_frgil_y_educacin_lquida-seccion-la_general-nota-106351.htm

Imagen: www.cronicadelquindio.com/files/noticias/120170114033815.jpg

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