Título original: El asesor técnico pedagógico: Una figura que debe apostar al cambio de paradigmas en las aulas.
Nunca dudes de que un pequeño grupo de personas comprometidas pueden cambiar al mundo, lo cierto es que siempre ha sido así.
– Margaret Mead.
No existe hasta el momento un perfil definido para la figura del asesor técnico pedagógico, es este uno de los espacios en blanco que trajo consigo la reforma educativa; sin embargo, quienes apostaron por esta promoción en el servicio y lo lograron se encuentran actualmente en un campo de batalla en el cual deberán librar una de las más fuertes conquistas en su tránsito por el Sistema Educativo Mexicano.
Las encomiendas se han multiplicado al ser responsables no únicamente de un aula, sino de una zona escolar completa, lo cual significa estar al tanto de las prácticas pedagógicas y el desempeño de por lo menos cincuenta agentes educativos en diversos ámbitos e influir de manera positiva en la mejora de los mismos.
¿Podemos abordar este escenario con la misma visión e intenciones de hace una década? Los tiempos cambian, el mundo avanza, los alumnos potencian sus habilidades y conocimientos con ayuda de dispositivos electrónicos y en gran parte de manera independiente. El maestro sabe de esto, vive en esta realidad, pero en ocasiones casi podemos escucharles citar a cierto personaje de profundos rizos y comentarios sarcásticos para su tierna edad, Mafalda: “Paren el mundo, me quiero bajar”.
Es entonces cuando el asesor técnico pedagógico podrá hacer su graciosa entrada. Justo ahí, cuando el maestro se quiera bajar.
Pero para entrar con éxito en la escena, es indispensable que el asesor se reconozca como un actor preponderante en el complejo entramado educativo, que se revista con el compromiso, la responsabilidad y el conocimiento del poder que posee para generar cambios, pues si bien se encuentra en espera del documento que describa y defina las atribuciones correspondientes, es innegable que quienes han estado inmersos en la labor docente, conocen de primera mano las necesidades, dudas y sinsabores de la labor en el aula y el asesor técnico pedagógico es precisamente eso: un docente que acompaña a otro docente.
Primera premisa y la enmarcamos a manera de reflexión silenciosa, de aquellas que causan un breve dolor en el estómago porque nos revelan mucho en pocas palabras “Un docente que acompaña a otro docente”…
El papel del asesor no se limita al seguimiento en áreas pedagógicas para con los maestros frente a grupo, esta sería una visión simple y reduccionista de un papel en el libreto que se encuentra justo al lado del protagónico, para hacerlo crecer, para compartir con este su experiencia y por tal motivo debe ceñirse el traje con la debida importancia.
Nuestro personaje tiene el poder y el deber de incidir también en el ánimo de directivos para que estos retomen o fortalezcan su liderazgo y se conviertan en el eje rector de su centro escolar, esto último deberá ejercerse desde una amplia perspectiva y desde el reconocimiento de su valía como cabeza de una institución que requiere organización, reglas, disciplina, entendimiento mutuo, trabajo entre pares, comunicación asertiva y relaciones empáticas para el logro de un fin común.
Sin el director de escena de nuestro lado y con el convencimiento de su importante papel, la trama se perdería al igual que en una mala obra de teatro, pero en este caso, los resultados serán catastróficos y repercutirán en varias generaciones.
Si el asesor no dimensiona el carácter vital de su papel en el sistema educativo, no podrá explotar todas la bondades del mismo y en consecuencia sus aportes se limitarán a visitas de inspección del cumplimiento de los docentes en el papel cuando esta figura educativa en el amplio dominio del saber, saber hacer y sobre todo del saber ser, tiene la oportunidad verdadera de propiciar el cambio, de apostar por lo nuevo, de romper paradigmas y generar cambios.
Hablemos de realidades
No todo se logra partir de buenas intenciones o del establecimiento de utopías para sobrellevar el trabajo en un sistema educativo tremendamente complejo como el nuestro, existen por ahora ciertas bases, incipientes acerca del trabajo del asesor susceptibles de ser revisadas y analizadas a consciencia para tener un punto de partida y no un punto ciego, porque ¿Cómo asesorar y acompañar esperando generar cambios si no se cuenta con la idea esencial del deber ser?
En el documento Perfiles, Parámetros e Indicadores para personal con funciones de dirección, supervisión y asesoría técnico pedagógica 2015; emitido a razón de la primera ocasión que se llevarían a cabo Concursos de Oposición para la Promoción a cargos con funciones de dirección y supervisión en educación básica, y a funciones de asesoría técnica pedagógica, se expresan las características deseables para ingresar a la función y para orientar la formación de quien pretendiera acceder a la misma.
En el marco del dichos perfiles, el ATP se considera como una figura esencial que despliegue y ponga en juego un gran número de competencias; esto nos indica, que el ATP debe poseer y movilizar una serie de conocimientos, habilidades y actitudes que le permitan entre otras cuestiones:
- Saber cómo aprenden los alumnos, poder describir lo que deben aprender y sobre todo conocer diversas formas de intervención adecuadas. Este conocimiento le permitirá proporcionar asesoría acertada a los maestros frente a grupo desde una base teórica pertinente que abarque el conocimiento profundo de las características de desarrollo y aprendizaje de los alumnos de nivel que atiende, las mejores formas de intervención y sobre todo de los programas de estudio; esto último en consecuencia demanda que el asesor identifique con claridad cada uno de los componentes curriculares del programa con el cual trabaja, el marco teórico del mismo y el enfoque de cada uno de los campos formativos; pues si bien los asesores se caracterizan por ser especialistas en un área de formación específica (lenguaje y comunicación o pensamiento matemático), es su deber tener un dominio pleno del programa y no únicamente del área que eligieron para obtener la promoción.
- Por otra parte, el documento arriba señalado menciona también que, “para que el asesor técnico pedagógico contribuya a mejorar las formas de enseñar y aprender, requiere poseer habilidades de asesoría y acompañamiento y ser capaz de centrar su práctica en relaciones empáticas y proactivas”. Dichas habilidades “Implican desarrollar su quehacer a partir de un diagnóstico de las prácticas pedagógicas de los docentes que asesora, para que de manera conjunta puedan fijar las metas y tracen la ruta de asesoría más conveniente”. Esta afirmación supone que el saber y saber hacer del asesor técnico pedagógico le permite acompañar a los docentes, mediante la práctica reflexiva fundada en el diálogo y la colaboración, en la construcción de situaciones de aprendizaje adecuadas y flexibles a las características de los alumnos.
- También será menester y característica indispensable de nuestro personaje que se reconozca como profesional que mejora continuamente para asesorar a docentes en su práctica profesional, esto en el entendido de que “para que un asesor técnico pedagógico brinde un servicio de calidad a los docentes, debe ser un aprendiz permanente; abierto y crítico a las nuevas tendencias pedagógicas apoyadas en la investigación educativa reciente; capaz de actualizarse de manera continua para su quehacer profesional y comprometido con su convicción para enseñar como carrera de vida”. No puedes dar lo que no tienes, reza un refrán.
- Finalmente, será indispensable también que el asesor no sólo asuma sus responsabilidades y principios éticos en la labor, sino que además sea capaz de promoverlos generando la reflexión entre los docentes que acompaña, para que se sensibilicen con respecto al papel que desempeñan y la enorme responsabilidad que tienen en sus manos al ser protagonistas y actores activos de un sistema que impacta directamente en una comunidad específica, una comunidad que necesita con urgencia de líderes que la impulsen, la motiven y promuevan no solo conocimientos, sino actitudes que incidan en el contexto, que posibiliten la mejora en sus integrantes, que prioricen la superación y la convivencia sana, pacífica y respetuosa entre los mismos.
Volviendo al punto de partida
No existe un perfil definido del asesor técnico pedagógico y tristemente debemos reconocer que lo arriba descrito corre el riesgo de quedarse en buenas intenciones, de representar nuevamente la teoría surgida detrás de un escritorio para un sistema educativo que adolece de realidades, de puestas en marcha, de toma de decisiones y como versa nuestro título, de romper paradigmas.
Ahora más que nunca es el momento de cambiar esquemas, de ser aquel agente de cambio que como paso inicial de su labor, se empatiza con los docentes, los comprende, se pone de nuevo los zapatos de educador y actúa en consecuencia motivando a los compañeros, trabajando siempre con respeto hacia las prácticas que encuentra; porque eso si es un hecho: los maestros merecen todo nuestro respeto, no importa las dificultades, y prácticas con áreas de oportunidad que presenten, están realizando uno de los trabajos más difíciles que puedan existir, están tratando con seres humanos y su responsabilidad es enorme.
Sólo después de reconocer que quienes salimos del grupo nos convertimos en una especie de estrategas de guerra señalando las batallas a librar en un papel, y que son ellos, los docentes frente a grupo quienes tendrán que librarlas, quienes estarán en el campo, en la realidad con todos los pesares, dificultades y sinsabores que sus contextos específicos representan y que eso es digno de admiración y de respeto hacia sus prácticas; sólo entonces, podremos comenzar a trabajar para mejorar y para buscar un cambio.
El maestro requiere sentirse comprendido y saber que el asesor técnico pedagógico es el apoyo al cual recurrir en momentos de duda, debe sentirse valorado y retroalimentado en aquellas áreas de su desempeño en las cuales aún puede mejorar y sobre todo necesita sentirse apoyado y reconocido.
Es momento de romper paradigmas, de ser una nueva generación de asesores y de demostrar con el ejemplo que somos más que una persona a la cual hay que temerle cuando aparece por las escuelas, o de quien ocultar prácticas o dificultades en la intervención, que somos esos agentes de cambio con ganas de sacar al sistema educativo del gran atolladero en el cual se encuentra a partir del estudio, la dedicación, la investigación, el compromiso y las prácticas compartidas hombro con hombro con cada uno de los maestros.
Se debe predicar con el ejemplo y si la pretensión es romper paradigmas, debemos romperlos primero nosotros, en nuestra persona y desarraigar aquellos sistemas de creencias que nos limitan como personajes activos en la educación porque, “así siempre ha sido la labor del asesor”.
Aquellos fueron otros tiempos y otros contextos, y tal vez el perfil fue funcional entonces, eso ya no nos corresponde evaluarlo, pero por ahora nos encontramos ante una oportunidad única de ser protagonistas del cambio en las escuelas, una oportunidad digna de ser aprovechada hasta sus últimas consecuencias, porque lo necesitamos y porque la esencia del maestro es o fue esa antaño y sería nuestro deber rescatarla: ser un agente de cambio y de inspiración para una comunidad que requiere con urgencia volver a creer, volver a tener un líder a quien acudir con la certeza de que en él encontrará una opinión sólida, que está comprometido con el cambio y que su mayor aspiración es dejar huella a través de su colaboración para hacer de esa comunidad un lugar mejor donde estar.
Bibliografía
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- Secretaria de Educación Pública (2011). Programa de estudio 2011. Guía para la educadora. Educación básica preescolar. México: SEP.
Para citar este artículo:
Marisa Pacheco Baeza, (2017). Reflexiones sobre el asesor técnico pedagógico. Recuperado de Revista Vinculando: http://vinculando.org/articulos/reflexiones-asesor-tecnico-pedagogico.html
Fuente: http://vinculando.org/articulos/reflexiones-asesor-tecnico-pedagogico.html
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