Por: Rodrigo Arce Rojas
La Ley General del Ambiente (Ley 28611) menciona que la educación ambiental se convierte en un proceso educativo integral, que se da en toda la vida del individuo, y que busca generar en éste los conocimientos, las actitudes, los valores y las prácticas, necesarios para desarrollar sus actividades en forma ambientalmente adecuada, con miras a contribuir al desarrollo sostenible del país.
Por su parte la Política Nacional Del Ambiente (DS. 012 – 2009 – MINAM) tiene como objetivo específico alcanzar un alto grado de conciencia y cultura ambiental en el país, con la activa participación ciudadana de manera informada y consciente en los procesos de toma de decisiones para el desarrollo sostenible. Asimismo, es objetivo de la Política Nacional de Educación Ambiental “Desarrollar la educación y la cultura ambiental orientadas a la formación de una ciudadanía ambientalmente responsable y una sociedad peruana sostenible, competitiva, inclusiva y con identidad”.
Del marco de políticas públicas se puede inferir la existencia de dos actores centrales las autoridades y la ciudadanía entendida ésta última como todas las personas hombres y mujeres pertenecientes a una comunidad organizada que no ejercen funciones de autoridades. Estas personas a su vez pueden pertenecer a diferentes organizaciones de diferente naturaleza. Se asume a su vez que son las autoridades las que han recibido el encargo del pueblo de gobernar y la ciudadanía recibe el encargo de cumplir las políticas y leyes, aunque no hay que olvidar que el soberano es el pueblo.
Pero qué pasa cuando son las propias autoridades quienes con sus actos y medidas dan cuenta de una subestimación del cuidado ambiental en nombre del crecimiento económico, cuando debilitan las consideraciones ambientales en nombre de la eficiencia o la fluidez de las inversiones, cuando no muestran un compromiso decidido por luchar contra la corrupción ambiental que se traduce en deforestación y degradación de bosques, contaminación de mares, ríos y lagunas, cuando en nombre de la simplificación administrativa reducen las salvaguardas que garantizan las funciones y los procesos ecológicos de los ecosistemas. Es entonces cuando necesitamos apelar a la educación ambiental inversa, que es aquella cuando el pueblo, la sociedad civil debe educar ambientalmente a sus autoridades para que entiendan que lo ambiental no es accesorio ni descartable, es parte consustancial del desarrollo sostenible.
No se trata de ser anti progresista o de retardatario del desarrollo del país, lo que se trata es ese desarrollo tome en cuenta todas las dimensiones, y no se privilegie únicamente las consideraciones económicas. Es simplemente reconocer que un modelo de desarrollo que permite abierta o subrepticiamente la contaminación y deterioro de los ecosistemas es insostenible. La ilegalidad que destruye la base de recursos naturales no puede ser sustentada con argumentos de emprendimiento o de heroísmo laboral si es que no va acompañada de respeto a consideraciones ambientales (y por supuesto que también de consideraciones sociales). El verdadero emprendimiento es el que va acompañado de valores y de respeto al ambiente. Así de simple.
Por tanto la educación ambiental inversa nos invita a parafrasear el objetivo de la Política Nacional de Educación Ambiental dirigido a nuestras autoridades. En ese caso el texto sería: “Desarrollar la educación y la cultura ambiental orientadas a la formación de funcionarios públicos éticos, transparentes, inclusivos, colaborativos, ambientalmente responsables al servicio de los ciudadanos y con una visión de desarrollo sostenible”
Bajo el marco de la educación ambiental inversa las autoridades estarían más prestas a reconocer las buenas prácticas de manejo y conservación de recursos existentes, a revalorar y revitalizar los conocimientos y saberes locales, a recoger las experiencias, innovaciones y tecnologías locales apropiadas, las historias de éxito, entre otros tanto logros. Por supuesto que también hay muchas cosas que en el pueblo se hace mal en términos ambientales (sabiendo que hay varias razones), por eso se justifica la forma tradicional de cómo se ha venido haciendo la educación ambiental. Pero también es innegable que mucho del accionar gubernamental deja mucho que desear en términos ambientales y de ahí la necesidad de avanzar hacia una propuesta de interaprendizaje, de educación mutua intercultural, de una construcción social de intersubjetividades favorables al desarrollo sostenible y no solo para mantener la estructura de poder que solo favorece a determinados grupos económicos en detrimento de la sociedad y el ambiente.
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