Cuando despertamos al alma somos capaces de ver sonreír a las abejas, a las flores, al espacio y al tiempo.
Nos encontramos en un momento crítico en la historia de la humanidad y con grandes paradojas. De un lado tenemos avances gigantescos en cuanto a tecnologías de todo tipo y de otro lado graves problemas que nos revelan que estamos frente a una crisis civilizatoria. Así, según el Instituto de Resiliencia de Estocolmo hemos superado 4 de los 9 umbrales ecológicos. Estos son: la catástrofe climática, el extermino de la biodiversidad, el cambio de uso de la tierra y la alteración de los flujos bioquímicos del fósforo y el nitrógeno. Así mismo hemos superado la biocapacidad de la tierra y estamos llevando a la Amazonía al punto de no retorno a partir del cual nos espera un proceso de sabanización.
El problema de fondo es que para sectores que solo están preocupados por lograr crecimiento económico a toda costa (a toda sierra, a toda selva, a toda Amazonía, a todo planeta) estos temas no les preocupan o les preocupan superficialmente. Así se escuchan en grandes foros de crecimiento económico y desarrollo las recetas para el desarrollo fundamentalmente en términos de mercados, inversiones, competitividad, gestión, prospectiva, retos tecnológicos, entre otros, pero subestiman la grave crisis “ambiental” en la que nos encontramos. Pongo ambiental entre comillas porque en sentido estricto no hay una dimensión ambiental aislada, sino que se encuentra interrelacionada con otras dimensiones de la realidad compleja. Diríamos que prima el optimismo, pero hay que reconocer tipos de optimismo: un optimismo ingenuo, un optimismo arrogante y un optimismo energizante, este último caracterizado por reconocer los alcances de la crisis y a la vez desplegar esfuerzos, conocimientos y coraje para tratar de superar las dificultades.
El otro problema es que el sistema económico hegemónico, que se inscribe en un antropocentrismo exacerbado, nos ha llevado al individualismo, al materialismo, al consumismo y en este proceso modernizante hemos llegado a la mercantilización de la naturaleza, la naturaleza es apreciada en tanto es útil, es apropiable, es producible, puede ser cotizado y tiene mercados. La expresión máxima de esta actitud de reduccionismo monetario es que todo se reduce a capital y los capitales pueden ser sustituibles. Bajo esta consideración hay especies y ecosistemas útiles para negocios y especies y ecosistemas “inútiles” por lo tanto sujetos a ser modificados o transformados según mejor convenga a los propósitos de acumulación. Es entonces cuando vemos pequeños o grandes procesos de deforestación para fines de producción agroindustrial, infraestructuras, vías o expansión urbana no planificada. De esta manera la deforestación se hace a nombre de la modernización, de la civilización. Los bosques aparecen, en esta perspectiva reduccionista, como fronteras de expansión económica, legal o ilegalmente, como espacios que hay que conquistar, dominar, someter para contribuir al crecimiento económico condición esencial para su propuesta de desarrollo. Cuando sólo prima la mirada de crecimiento económico toda la naturaleza se reduce a cosas, a materias primas, a insumos, a oportunidades de negocios con bosques o sin bosques.
Según el portal GEOBOSQUES del MINAM entre el 2001 al 2021 se han perdido en el país 2´754,562 ha. El 2020, en plena pandemia, se deforestaron 203,272 ha y el 2021 se deforestaron 137, 976 <Geobosques (minam.gob.pe)> Entre los principales factores que ocasionan la deforestación se mencionan: la agricultura y la ganadería, la minería, la tala ilegal de madera, la infraestructura y otras actividades ilegales. Pero es importante tener en cuenta que la deforestación no es solo causada por factores directos sino también los estructurales y subyacentes en donde se encuentran políticas, programas, proyectos, narrativas y la corrupción. La indiferencia es un factor indirecto porque pensamos, equivocadamente, que esta situación no nos afecta. Basta traer a colación los grandes ciclos biogeoquímicos o los ciclos hidrológicos para recordar que el futuro de los bosques también tiene que ver directamente con nosotros, independientemente del lugar en el que nos encontremos.
Pero más allá de aspectos utilitarios lo importante es reconocer que en gran medida la situación actual de los bosques también se debe a la pérdida de afectividad ambiental a la que nos ha llevado el sistema hegemónico. La consistencia y la persistencia del modelo económico dominante se sustenta en una desconexión afectiva con la naturaleza, así es más fácil no ver la vida y ver más bien cosas, materias primas o commodities. Valoramos lo que es útil o es bello, pero aquí lo bello también es relativo porque alude a las formas visibles, a colores y sale del radar lo que no es visible, a lo que no calza en nuestra estética convencional. Aunque importante, no basta la atención a las especies emblemáticas o carismáticas, porque la belleza de la vida se despliega más allá de nuestros sentidos o nuestra valoración económica.
Ante la primacía del materialismo y el utilitarismo, como humanidad hemos perdido nuestra capacidad de asombro por las magníficas expresiones de la vida, seres vivos y sistemas vivos, que se han generado producto de millones de años de evolución y coevolución. No nos asombran los magníficos procesos vitales que se dan desde el nivel micro y el nivel macro, las interrelaciones que se dan en la trama de la vida, las relaciones colaborativas y las relaciones competitivas, la gran capacidad de adaptación, las múltiples estrategias de los seres vivos para soportar los cambios ambientales y poder reproducirse, la comunicación entre las plantas, el rol que cumple cada organismo en un ecosistema, las relaciones mutuas entre personas, animales y plantas, la mutua modelación biocultural. Es increíblemente enriquecedor cuando uno revisa el proceso evolutivo de las plantas y nos remontamos hasta LUCA (Last Universal Common Ancestor) y reconocernos con todas las expresiones de vida como una sola gran familia. Todo esto lo perdemos cuando nos aferramos a antropocentrismos y especismos.
Por todo ello, una de las condiciones para la reconexión biocultural (ser humano-naturaleza) pasa por recuperar nuestras capacidades para asombrarnos, maravillarnos del portentoso fenómeno de la vida en todas sus expresiones. Admirar y respetar para recuperar la afectividad ambiental. No hay fórmula posible si es que no pasamos por este proceso conducente a la afectividad, vínculo que une, que compromete (Giraldo y Toro, 2020). Existe mucho conocimiento que se pierde porque no se hace la conexión con la afectividad. De ahí la importancia, primero de interesarse vívidamente por el fenómeno de la vida en todas sus expresiones, y segundo de profundizar y difundir las investigaciones que se realizan en todos los campos de la vida y los sistemas vivos. Pero también hay muchísimo campo para nuevas investigaciones para aquellos que quieran abrir los ojos y el corazón a la belleza de la vida.
(*) Doctor en Pensamiento Complejo por la Multidiversidad Mundo Real Edgar Morín de México. Magister en Conservación de Recursos Forestales por la Universidad Agraria La Molina, Perú. Docente en la Maestría de Ecología y Gestión Ambiental de la Universidad Ricardo Palma.
El universo está compuesto finalmente de materia/masa, energía, información y sentido y estas manifestaciones son intercambiables. Ello da sentido a la gran trama universal de que todo está interconectado y nosotros somos parte de esa gran red. Así cobra sentido cuando se reconoce las interacciones entre individuo-sociedad-especie humana; cuerpo-mente-fisiología-palabra-acción; cuerpo-sistema nervioso-ambiente; objeto-sujeto-alter ego; paradigmas-pensamientos-sentimientos-acciones, entre otras tantas manifestaciones de concurrencia, conectividad y acoplamiento. Ello nos lleva a reconocer la complejidad humana como un ente (tecno) biopsicosocial (ambiental). Implica entonces superar la visión reductivamente racionalista que hasta ahora nos ha dominado que no da cuenta de la compleja naturaleza del ser humano. Racionalista es mucho decir cuando tenemos grandes problemas que hemos creado y no sabemos o no queremos resolver. Sapiens es un apellido irónico si es que no reconocemos los demons que conviven en nosotros. El gran reto entonces es cómo hacer que las concurrencias de integración produzcan emergencias de paz y de sostenibilidad, es cómo hacer para que en el juego de bondad y de pulsiones triunfe la fraternidad universal ser humano-naturaleza-cosmos recuperando el gran sentido de totalidad y de unidad.
Todos somos integrantes de sistemas y como tal somos parte de interacciones tengamos o no conciencia de ello. Tenemos interacciones entre personas, e interacciones entre personas y la naturaleza y el cosmos; interacciones con el pasado (porque nuestra historia siempre está presente) e interacciones con el futuro (porque lo que hagamos o dejemos de hacer hoy repercutirá para las futuras generaciones). Somos parte la trama universal tanto a nivel micro o a nivel macro.
Por tanto, es importante reconocer que no estamos solos y que todos nuestros paradigmas, pensamientos, sentimientos y manifestaciones (acciones, discursos, narrativas, actitudes y comportamientos), querámoslo o no, siempre se interrelacionan. Depende de nosotros para que no dejemos que la flecha del tiempo disipe la energía y reine la desorganización, la desintegración o el desgaste. Pongamos información, sentido, imágenes y emociones para que la flecha del tiempo conduzca a la integración, a la construcción de una auténtica diseminación de sonrisas y de legítimo orgullo de contribución a un mundo mejor. Es en este contexto que podemos entender la importancia del pensamiento complejo para la expansión de la conciencia socioambiental.
El pensamiento complejo:
Pensar de manera compleja en buena cuenta quiere decir predisposición y capacidad para pensar y mirar más allá de lo evidente y de manera articulada. Pensamiento complejo es aquel pensamiento que tiene la capacidad de percibir, interpretar y explicar la realidad de una manera totalizadora, sistémica, integradora, crítica y estratégica de tal manera que se pueda cubrir todo el espectro de posibilidades. Por lo tanto, el pensamiento complejo no se queda en lo conocido, en lo legitimado, lo positivizado, lo regulado, lo estandarizado; tampoco se queda en los promedios, las regularidades, las continuidades sino que tiene la capacidad de percibir, valorar e incorporar lo raro, lo extraño, lo imprevisto, lo súbito, las irregularidades, las discontinuidades, los quiebres, las fracturas, las bifurcaciones, las irrupciones, lo súbito, las emergencias, lo popular, lo local, lo emocional, lo intuitivo.
El pensamiento complejo es aquel que es capaz de pensar sobre su propio pensamiento, en tal sentido está abierto a la autocrítica y predispuesto a que aflore la fecunda actitud creativa e innovadora.
A diferencia del pensamiento que separa, fragmenta, atomiza, aísla el pensamiento complejo tiene en la articulación uno de sus atributos centrales. Es, por tanto, imbricado, entrelazado, entretejido, ecologizado. Su enfoque totalizador que valora la diversidad, pluralidad, heterogeneidad considera que todas las fuentes de conocimiento tienen su propia energía e información que es necesario gestionar. Así se articula diversidad formas de pensamiento, conocimientos y teorías. Pero no es una articulación cualquiera si no una que es crítica, reflexiva, ponderada y pertinente. Por ello el pensamiento complejo tiene la capacidad de unir a través de la asociación e implicación.
Así articula la materia/masa con la energía, la información y el sentido; las múltiples dimensiones, escalas y temporalidades; los diferentes planos, niveles, jerarquías; los diversos enfoques, aproximaciones, lenguajes y métodos; los diversos significados, sentidos y sentires; la mente con el cuerpo, el cuerpo con el espíritu; la razón con la emoción; la razón con la intuición; la sociedad y la naturaleza, la naturaleza y la cultura; la ciencia con la filosofía, con la ética, la estética, el arte, la literatura; la ciencia con la tecnología y con la técnica, la ciencia con la práctica; la ciencia con los saberes; la ingeniería con la poesía; las matemáticas con la poesía; valores con hechos, entre otras tantas dualidades que occidente ha generado. Atendiendo a principios de dialogicidad y recursividad el pensamiento complejo también debería articularse mejor con las ciencias de la complejidad.
El pensamiento complejo es una forma especial de interpretar la realidad que es multidimensional, multiescalar, multitemporal y profundamente entrelazado. El pensamiento complejo no alude sólo al cerebro sino a todo el cuerpo (sistema nervioso + cuerpo) y su relación con el ambiente, se puede decir también que abarca la acción como extensión de la palabra. El pensamiento complejo no es un proceso exclusivamente individual porque también es producto de la interacción con el otro. Ello no desconoce nuestro propio diálogo interno pero cuyos significados siempre son construidos en la interacción experiencia propia y entorno.
El atributo complejo del pensamiento complejo no quiere decir complicado. Simplemente quiere decir abrir la perspectiva, la mente, los sentidos y todo el cuerpo a nuevas formas de interpretar la realidad no quedándose en el mundo de lo conocido.
El pensamiento complejo es ubicuo, lo que no quiere decir que toda la realidad sea compleja. Lo podemos encontrar en el ámbito académico como estrategia de reflexión, investigación, conocimiento y propuesta. En el ámbito laboral como una actitud para buscar formas creativas e innovadoras de actuación. En el ámbito de la cotidianeidad cuando se convierte en una forma y estilo de vida de preguntar todo, reflexionarlo todo, cuestionarlo todo en busca de nuevas e infinitas posibilidades. También lo podemos encontrar en el ámbito metodológico cuando desarrollas una estrategia para interpretar la realidad compleja.
El pensamiento complejo como actitud ética-política es tremendamente transformador. Busca indeterminar la realidad e indisciplinar el conocimiento, las instituciones y los estatutos establecidos es una manera de romper los modelos hechos, los conceptos acabados, las formas institucionalizadas de poder. El cambio puede empezar a partir de la energía nuclear de una poderosa pregunta provocadora.
La articulación, la dialogicidad y las sinergias como fundamentos del pensamiento complejo:
No hay ninguna duda que las estrategias cognitivas y operativas de división, fragmentación, y atomización han dado grandes contribuciones a la humanidad. Pero hay que reconocer honestamente que dada la complejidad del mundo actual esas estrategias son absolutamente insuficientes e incluso hasta se vuelven inefectivas. Seguir pensando y actuando que desde tu sector, desde tus funciones y competencias acotadas, desde tu disciplina, desde tus marcos epistémicos, teóricos, conceptuales, herramientas y procedimientos vas a resolver los problemas de tu campo y del mundo está desfasado. Parte de la realidad se puede abordar desde el marco de la teoría de sistemas y desde esta perspectiva todo sistema está dentro de otro sistema y por lo tanto no hay sistemas cerrados. Todo está interconectado y pensar que desde un fragmento o segmento de un sistema vas a generar respuestas pertinentes es iluso. De ello estamos llenos de ejemplos y lo más evidente es que muchos de los grandes problemas, como por ejemplo el de la corrupción, siguen vivitos y prosperando. Recuperar el sentido de sistemas, de interconexiones y dinámicas no lineales significa reconocer que se requiere romper fronteras de todo tipo y atreverse hacer las cosas más allá de los feudos de poder o de comodidad a los que nos habíamos acostumbrado. Para que surjan respuestas creativas e innovadoras es imperativo tener la vocación de indeterminar e indisciplinar la realidad. Se requiere capacidad de desafiar, retar, transgredir y alterar para recuperar el sentido del entramado y entrelazamiento del cual formamos parte. Esto vale para la gestión, para la educación, para la vida misma. De ahí el sentido profundo de la articulación y religancia como actos genuinos de metamorfosis, trasformación o revolución. La articulación es fundamental para la construcción de sociedades sustentables. De ahí la pertinencia de enfoques socioambientales que vayan más allá de enfoques sectoriales y parciales.
La naturaleza del pensamiento complejo:
El pensamiento complejo no es solo un proceso cognitivo sino que moviliza todo el ser, por lo tanto requiere otros marcos epistemológicos, otras formas de concebir, pensar, sentir y manifestarse para valorar las diversidades y pluralidades. Implica la plasticidad y flexibilidad para moverse ente el orden y el desorden, entre lo tangible e intangible, entre las certezas y las incertidumbres. Todo ello para contribuir en la transformación de la realidad de manera creativa e innovadora y ser capaz de afrontar los problemas de frontera, que son aquellos que no pueden asumirse desde perspectivas disciplinarias reduccionistas, disyuntivas, mutilantes, lineales, deterministas y estáticas.
Actitudes para el pensamiento complejo:
Una de las aristas del pensamiento complejo tiene que ver con la actitud. Para desarrollar pensamiento complejo se requiere las siguientes actitudes: observación y escucha activa; apertura mental; capacidad para enfrentar lo desconocido, lo no conocido, lo raro, lo extraño, lo singular, lo borroso, la incertidumbre; flexibilidad, tolerancia, respeto; capacidad para problematizar, indagar, investigar, sospechar; capacidad para preguntar, cuestionar; capacidad crítica; capacidad para provocar, indeterminar, desequilibrar, indisciplinar; capacidad para argumentar; capacidad para dialogar, discutir, debatir; capacidad para articular, religar y sinergizar; capacidad para soñar futuros posibles y deseables.
En la medida que desarrollemos pensamiento complejo seremos capaces de salir de la trampa de las ideologías acabadas que nos han vendido y que seguimos disciplinadamente y “felices” porque nos hacen pensar que eso es lo mejor. Mejor para los grupos dominantes y conservadores pero no necesariamente mejor para nosotros. En este sentido, el pensamiento complejo se convierte en una opción transformadora y liberadora.
Por un pensamiento complejo alternativo a un pensar domesticado:
Es muy cómodo pensar que ya todo está pensado o simplemente ser pensado por otros como ser hablado por otros. Pensar que ya todo está pensado te da comodidad, seguridad y equilibrio psicológico. Pensar que ya no hay nada más que pensar porque ya lo hicieron los grandes pensadores te aleja de la incómoda incertidumbre, de las irregularidades, de las incomprensiones. Es más fácil pertenecer al grupo que piensa en común.
Pensar que hay mucho que (re)pensar te vuelve incómodo, perturbador, desestabilizante, desestructurador, hereje iconoclasta. Es cuanto el acto de pensar se vuelve genuina resistencia y abriga un espíritu transformador, creativo e innovador.
Somos el límite de nuestros pensamientos, si expandimos nuestra conciencia, sentimientos y emociones, entonces tendremos otras perspectivas y podremos ver nuevas posibilidades que ya están agotadas en pensamientos supuestamente acabados, por más que se vistan de jerarquía del poder y la arrogancia de la ciencia, de la política o la economía. En ese contexto pensar lo que no ha sido pensado, mirar lo que no ha sido mirado y sentir lo que no ha sido sentido expande nuestro mundo más allá de la media, de lo establecido, de lo normalizado, estandarizado o instituido. Hay hermanos y hermanas, mucho que (re)pensar.
El universo está compuesto finalmente de materia/masa, energía, información y sentido y estas manifestaciones son intercambiables. Ello da sentido a la gran trama universal de que todo está interconectado y nosotros somos parte de esa gran red. Así cobra sentido cuando se reconoce las interacciones entre individuo-sociedad-especie humana; cuerpo-mente-fisiología-palabra-acción; cuerpo-sistema nervioso-ambiente; objeto-sujeto-alter ego; paradigmas-pensamientos-sentimientos-acciones, entre otras tantas manifestaciones de concurrencia, conectividad y acoplamiento. Ello nos lleva a reconocer la complejidad humana como un ente (tecno) biopsicosocial (ambiental). Implica entonces superar la visión reductivamente racionalista que hasta ahora nos ha dominado que no da cuenta de la compleja naturaleza del ser humano. Racionalista es mucho decir cuando tenemos grandes problemas que hemos creado y no sabemos o no queremos resolver. Sapiens es un apellido irónico si es que no reconocemos los demons que conviven en nosotros. El gran reto entonces es cómo hacer que las concurrencias de integración produzcan emergencias de paz y de sostenibilidad, es cómo hacer para que en el juego de bondad y de pulsiones triunfe la fraternidad universal ser humano-naturaleza-cosmos recuperando el gran sentido de totalidad y de unidad.
Todos somos integrantes de sistemas y como tal somos parte de interacciones tengamos o no conciencia de ello. Tenemos interacciones entre personas, e interacciones entre personas y la naturaleza y el cosmos; interacciones con el pasado (porque nuestra historia siempre está presente) e interacciones con el futuro (porque lo que hagamos o dejemos de hacer hoy repercutirá para las futuras generaciones). Somos parte la trama universal tanto a nivel micro o a nivel macro.
Por tanto, es importante reconocer que no estamos solos y que todos nuestros paradigmas, pensamientos, sentimientos y manifestaciones (acciones, discursos, narrativas, actitudes y comportamientos), querámoslo o no, siempre se interrelacionan. Depende de nosotros para que no dejemos que la flecha del tiempo disipe la energía y reine la desorganización, la desintegración o el desgaste. Pongamos información, sentido, imágenes y emociones para que la flecha del tiempo conduzca a la integración, a la construcción de una auténtica diseminación de sonrisas y de legítimo orgullo de contribución a un mundo mejor. Es en este contexto que podemos entender la importancia del pensamiento complejo para la expansión de la conciencia socioambiental.
El pensamiento complejo
Pensar de manera compleja en buena cuenta quiere decir predisposición y capacidad para pensar y mirar más allá de lo evidente y de manera articulada. Pensamiento complejo es aquel pensamiento que tiene la capacidad de percibir, interpretar y explicar la realidad de una manera totalizadora, sistémica, integradora, crítica y estratégica de tal manera que se pueda cubrir todo el espectro de posibilidades. Por lo tanto, el pensamiento complejo no se queda en lo conocido, en lo legitimado, lo positivizado, lo regulado, lo estandarizado; tampoco se queda en los promedios, las regularidades, las continuidades sino que tiene la capacidad de percibir, valorar e incorporar lo raro, lo extraño, lo imprevisto, lo súbito, las irregularidades, las discontinuidades, los quiebres, las fracturas, las bifurcaciones, las irrupciones, lo súbito, las emergencias, lo popular, lo local, lo emocional, lo intuitivo.
El pensamiento complejo es aquel que es capaz de pensar sobre su propio pensamiento, en tal sentido está abierto a la autocrítica y predispuesto a que aflore la fecunda actitud creativa e innovadora.
A diferencia del pensamiento que separa, fragmenta, atomiza, aísla el pensamiento complejo tiene en la articulación uno de sus atributos centrales. Es, por tanto, imbricado, entrelazado, entretejido, ecologizado. Su enfoque totalizador que valora la diversidad, pluralidad, heterogeneidad considera que todas las fuentes de conocimiento tienen su propia energía e información que es necesario gestionar. Así se articula diversidad formas de pensamiento, conocimientos y teorías. Pero no es una articulación cualquiera si no una que es crítica, reflexiva, ponderada y pertinente. Por ello el pensamiento complejo tiene la capacidad de unir a través de la asociación e implicación.
Así articula la materia/masa con la energía, la información y el sentido; las múltiples dimensiones, escalas y temporalidades; los diferentes planos, niveles, jerarquías; los diversos enfoques, aproximaciones, lenguajes y métodos; los diversos significados, sentidos y sentires; la mente con el cuerpo, el cuerpo con el espíritu; la razón con la emoción; la razón con la intuición; la sociedad y la naturaleza, la naturaleza y la cultura; la ciencia con la filosofía, con la ética, la estética, el arte, la literatura; la ciencia con la tecnología y con la técnica, la ciencia con la práctica; la ciencia con los saberes; la ingeniería con la poesía; las matemáticas con la poesía; valores con hechos, entre otras tantas dualidades que occidente ha generado. Atendiendo a principios de diálogo y recursividad el pensamiento complejo también debería articularse mejor con las ciencias de la complejidad.
El pensamiento complejo es una forma especial de interpretar la realidad que es multidimensional, multiescalar, multitemporal y profundamente entrelazado. El pensamiento complejo no alude sólo al cerebro sino a todo el cuerpo (sistema nervioso + cuerpo) y su relación con el ambiente, se puede decir también que abarca la acción como extensión de la palabra. El pensamiento complejo no es un proceso exclusivamente individual porque también es producto de la interacción con el otro. Ello no desconoce nuestro propio diálogo interno pero cuyos significados siempre son construidos en la interacción experiencia propia y entorno.
El atributo complejo del pensamiento complejo no quiere decir complicado. Simplemente quiere decir abrir la perspectiva, la mente, los sentidos y todo el cuerpo a nuevas formas de interpretar la realidad no quedándose en el mundo de lo conocido.
El pensamiento complejo es ubicuo, lo que no quiere decir que toda la realidad sea compleja. Lo podemos encontrar en el ámbito académico como estrategia de reflexión, investigación, conocimiento y propuesta. En el ámbito laboral como una actitud para buscar formas creativas e innovadoras de actuación. En el ámbito de la cotidianeidad cuando se convierte en una forma y estilo de vida de preguntar todo, reflexionarlo todo, cuestionarlo todo en busca de nuevas e infinitas posibilidades. También lo podemos encontrar en el ámbito metodológico cuando desarrollas una estrategia para interpretar la realidad compleja.
El pensamiento complejo como actitud ética-política es tremendamente transformador. Busca indeterminar la realidad e indisciplinar el conocimiento, las instituciones y los estatutos establecidos es una manera de romper los modelos hechos, los conceptos acabados, las formas institucionalizadas de poder. El cambio puede empezar a partir de la energía nuclear de una poderosa pregunta provocadora.
La articulación, el diálogo y las sinergias como fundamentos del pensamiento complejo
No hay ninguna duda que las estrategias cognitivas y operativas de división, fragmentación, y atomización han dado grandes contribuciones a la humanidad. Pero hay que reconocer honestamente que dada la complejidad del mundo actual esas estrategias son absolutamente insuficientes e incluso hasta se vuelven inefectivas. Seguir pensando y actuando que desde tu sector, desde tus funciones y competencias acotadas, desde tu disciplina, desde tus marcos epistémicos, teóricos, conceptuales, herramientas y procedimientos vas a resolver los problemas de tu campo y del mundo está desfasado. Parte de la realidad se puede abordar desde el marco de la teoría de sistemas y desde esta perspectiva todo sistema está dentro de otro sistema y por lo tanto no hay sistemas cerrados. Todo está interconectado y pensar que desde un fragmento o segmento de un sistema vas a generar respuestas pertinentes es iluso. De ello estamos llenos de ejemplos y lo más evidente es que muchos de los grandes problemas, como por ejemplo el de la corrupción, siguen vivitos y prosperando. Recuperar el sentido de sistemas, de interconexiones y dinámicas no lineales significa reconocer que se requiere romper fronteras de todo tipo y atreverse hacer las cosas más allá de los feudos de poder o de comodidad a los que nos habíamos acostumbrado. Para que surjan respuestas creativas e innovadoras es imperativo tener la vocación de indeterminar e indisciplinar la realidad. Se requiere capacidad de desafiar, retar, transgredir y alterar para recuperar el sentido del entramado y entrelazamiento del cual formamos parte. Esto vale para la gestión, para la educación, para la vida misma. De ahí el sentido profundo de la articulación y religancia como actos genuinos de metamorfosis, trasformación o revolución. La articulación es fundamental para la construcción de sociedades sustentables. De ahí la pertinencia de enfoques socioambientales que vayan más allá de enfoques sectoriales y parciales.
La naturaleza del pensamiento complejo
El pensamiento complejo no es solo un proceso cognitivo sino que moviliza todo el ser, por lo tanto requiere otros marcos epistemológicos, otras formas de concebir, pensar, sentir y manifestarse para valorar las diversidades y pluralidades. Implica la plasticidad y flexibilidad para moverse ente el orden y el desorden, entre lo tangible e intangible, entre las certezas y las incertidumbres. Todo ello para contribuir en la transformación de la realidad de manera creativa e innovadora y ser capaz de afrontar los problemas de frontera, que son aquellos que no pueden asumirse desde perspectivas disciplinarias reduccionistas, disyuntivas, mutilantes, lineales, deterministas y estáticas.
Actitudes para el pensamiento complejo
Una de las aristas del pensamiento complejo tiene que ver con la actitud. Para desarrollar pensamiento complejo se requiere las siguientes actitudes: observación y escucha activa; apertura mental; capacidad para enfrentar lo desconocido, lo no conocido, lo raro, lo extraño, lo singular, lo borroso, la incertidumbre; flexibilidad, tolerancia, respeto; capacidad para problematizar, indagar, investigar, sospechar; capacidad para preguntar, cuestionar; capacidad crítica; capacidad para provocar, indeterminar, desequilibrar, indisciplinar; capacidad para argumentar; capacidad para dialogar, discutir, debatir; capacidad para articular, religar y sinergizar; capacidad para soñar futuros posibles y deseables.
En la medida que desarrollemos pensamiento complejo seremos capaces de salir de la trampa de las ideologías acabadas que nos han vendido y que seguimos disciplinadamente y “felices” porque nos hacen pensar que eso es lo mejor. Mejor para los grupos dominantes y conservadores pero no necesariamente mejor para nosotros. En este sentido, el pensamiento complejo se convierte en una opción transformadora y liberadora.
Por un pensamiento complejo alternativo a un pensar domesticado
Es muy cómodo pensar que ya todo está pensado o simplemente ser pensado por otros como ser hablado por otros. Pensar que ya todo está pensado te da comodidad, seguridad y equilibrio psicológico. Pensar que ya no hay nada más que pensar porque ya lo hicieron los grandes pensadores te aleja de la incómoda incertidumbre, de las irregularidades, de las incomprensiones. Es más fácil pertenecer al grupo que piensa en común.
Pensar que hay mucho que (re)pensar te vuelve incómodo, perturbador, desestabilizante, desestructurador, hereje iconoclasta. Es cuanto el acto de pensar se vuelve genuina resistencia y abriga un espíritu transformador, creativo e innovador.
Somos el límite de nuestros pensamientos, si expandimos nuestra conciencia, sentimientos y emociones, entonces tendremos otras perspectivas y podremos ver nuevas posibilidades que ya están agotadas en pensamientos supuestamente acabados, por más que se vistan de jerarquía del poder y la arrogancia de la ciencia, de la política o la economía. En ese contexto pensar lo que no ha sido pensado, mirar lo que no ha sido mirado y sentir lo que no ha sido sentido expande nuestro mundo más allá de la media, de lo establecido, de lo normalizado, estandarizado o instituido. Hay hermanos y hermanas, mucho que (re)pensar.
En una perspectiva de socioecosistemas el bosque es entendido como un sistema único en el que se producen interacciones entre los elementos biofísicos y los elementos socioculturales. Esta misma perspectiva es compartida por los servicios ecosistémicos que reconoce no sólo servicios de apoyo, de aprovisionamiento y regulación sino también servicios culturales que en conjunto interactúan con los componentes del bienestar humano tanto a nivel individual y colectivo (seguridad, salud, buenas relaciones sociales, libertad de elección y acción, entre otros). En buena cuenta, los socioecosistemas están conformados por materia/masa, energía, información y sentido y su gestión sostenible debe considerarlos en su totalidad y en sus interacciones.
Hasta ahora ha predominado en el sector forestal una visión de pensamiento simplificante que se caracteriza por ser positivista, disyuntivo, reduccionista, lineal, y determinista. Ello se sustenta tanto por la formación disciplinaria en la que todos los profesionales nos hemos educado pero también por la propia estructura administrativa del Estado y de la organización privada que enfatiza en las funciones, competencias, y en casilleros rígidos del organigrama que refuerzan la fragmentación. Esfuerzos como Comités, Comisiones Multisectoriales, Comisiones Intersectoriales, entre otras modalidades de trabajo conjunto, no necesariamente logran recuperar una visión sistémica si es que cada una de las partes se sigue encerrando en sus perspectivas particulares con esquemas de pensamiento simplificante. De ahí la necesidad de incorporar el pensamiento complejo como una de las formas de enriquecer el pensamiento simplificante que no se desdeña pero que sí se fortalece al abrirse a la complejidad.
Arce (2016: 5) ha planteado un núcleo conceptual del pensamiento complejo que tomamos como base:
Pensamiento complejo es una filosofía, estrategia, método, actitud y práctica orientada al abordaje de problemas de frontera que se encuentran entre los comportamientos regulares y predecibles y los comportamientos irregulares e impredecibles con el propósito de entender y dar explicaciones de la realidad de manera totalizadora, integradora, dialogante con el entorno, constructiva y transformadora a partir de la comprensión de las estructuras complejas en las que se verifican la emergencia de nuevos comportamientos y la auto organización.
Pensamiento complejo por lo tanto puede plantearse como una nueva forma de entender la realidad, explicarla y transformarla a partir de nuevas formas de pensamiento que no se reducen a una racionalidad o lógica clásica sino que se abre hacia las múltiples manifestaciones de la realidad, incluyendo la incertidumbre, lo raro, lo extraño, las ambigüedades, las turbulencias, entre otras expresiones de la complejidad de la realidad. En este marco cobra especial relevancia la interdisciplinariedad y aportes no convencionales que vienen desde las lógicas no clásicas, matemáticas discretas, teoría de redes, sistemas dinámicos complejos adaptativos, teoría de la información, entre otros.
Aplicado al fortalecimiento de capacidades en el sector forestal pensar de manera compleja implica tomar en cuenta los siguientes factores (Núñez, 2013; Osorio, 2012; Solana, 2011; Pereira, 2010; Morin et al. 2002; Morin, 1998):
Totalidades: Todos los tipos de ecosistemas forestales, toda la diversidad biológica forestal, todos los actores forestales, todos los sectores involucrados, toda la cadena productiva. También implica considerar todas las jerarquías, todas las dimensiones, todas las categorías, todos los significados, todas las valoraciones y todos los sentidos. Esta es una perspectiva que da cuenta de las redes y el reconocimiento del policentrismo o acentrismo. Ahora bien, esto no significa en caer en el reduccionismo del holismo sino tener la capacidad de reconocer los elementos estratégicos o catalizadores para entender la dinámica de los sistemas complejos. El enfoque sistémico u organizacional alude al hecho de la dialogicidad con el entorno.
Dinámicas complejas adaptativas: No sólo se trata entonces de reconocer la diversidad de elementos heterogéneos sino también las interacciones, las interdependencias, la interdefinibilidad, retroacciones y retroalimentaciones. Este conjunto de relaciones dan cuenta de los principios de retroacción, recursividad, dialogicidad, emergencia, autonomía/dependencia (auto-eco-organización) que caracterizan al pensamiento complejo.
Cambios y transformaciones: Un sistema complejo adaptativo refleja la capacidad de aprendizaje, adaptación, evolución y regeneración. Esta es una forma de visualizar la gestión de la entropía en el sistema.
Incertidumbre: Correspondiente a los fenómenos como volatilidad, irrupciones, cambios súbitos, ambigüedades, brumas, contradicción, paradoja, caos, orden-desorden. Refiere al principio de borrosidad en el que las fronteras no son rígidas y son más bien permeables y no continuas
La aplicación del pensamiento complejo al fortalecimiento de capacidades forestales nos lleva a tomar en cuenta las siguientes consideraciones:
Asumir la totalidad de la diversidad biológica forestal y no restringirse únicamente a productos de valor comercial conocido, emblemáticos o carismáticos.
Abordar todas las cadenas y redes de valor
Valorar la diversidad de actores vinculados a la diversidad biológica forestal o servicios ecosistémicos, incluyendo la propia diversidad de cada actor y la perspectiva etárea, de igualdad y equidad de género.
Valorar todos los conocimientos y no solo los oficiales, oficiosos, académicos u occidentales.
Generar activos procesos de interacción dialógica en la construcción de políticas públicas y no sólo quedarse en esquemas de transmisión de información o conocimientos.
Reconocer que los problemas forestales no sólo se resuelven desde los profesionales forestales sino que se requiere verdaderos enfoques y prácticas interdisciplinarias y transdisciplinarias.
Reconocer que el bosque es parte integrante de sistemas mayores como paisajes y de ahí la necesidad de enfatizar en la mirada de territorios.
Acabar con la falsa paradoja entre desarrollo y conservación porque ambos enfoques deben tratarse de manera dialógica y recursiva.
Reconocer que los bosques juegan un papel fundamental en lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible no sólo a partir de una mirada de aporte al crecimiento económico sino también a partir de su contribución al bienestar.
Cambiar la posición de forestales reactivos a forestales propositivos con capacidad de diálogo con todas las dimensiones, planos, escalas, temporalidades, significados y sentidos de la realidad.
Reconocer que el socioecosistema es afectado por el entorno por lo que la historia y el contexto importan mucho.
Revisar los marcos epistemológicos y paradigmas de desarrollo forestal que han reforzado la endogamia y la desconexión con el entorno nacional y global.
Abordar los fenómenos de informalidad e ilegalidad desde una perspectiva de complejidad para superar enfoques que privilegian sólo lo punitivo pero que no logran comprensiones estructurales de estos grandes problemas de frontera.
No quedarse únicamente en los promedios, en las soluciones conocidas o convencionales. Tener la capacidad de mirar y abordar todo el espectro de la campana de Gauss para poder atender lo raro, lo extraño que hasta ahora había sido minimizado o subestimado.
Atreverse al fortalecimiento de capacidades desde la perspectiva de pensamiento complejo es asumir con responsabilidad, creatividad, innovación y osadía nuevas formas de pensar aunque ello sea doloroso, signifique perder cuotas de poder o reconocer que varias de las cosas que hemos estado haciendo han sido inefectivas en tanto no hemos resuelto esos grandes problemas de frontera que nos retan.
Referencias bibliográficas:
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Osorio, Sergio. (2012). El pensamiento complejo y la transdisciplinariedad: fenómenos emergentes de una nueva racionalidad. Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y Reflexión [en línea] 2012, XX (Junio-Sin mes): [Fecha de consulta: 14 de agosto de 2017] Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=90924279016> ISSN 0121-680
Pereira, José. (2010). Consideraciones básicas del pensamiento complejo de Edgar Morin, en la educación. Revista Electrónic@ Educare Vol. XIV, N° 1, [67-75], ISSN: 1409-42-58, Enero-Junio 2010.
Solana, José. (2011). El pensamiento complejo de Edgar Morin. Críticas, incomprensiones y revisiones necesarias. Gazeta de Antropología, 2011, 27 (1), artículo 09 · http://hdl.handle.net/10481/15241
El desarrollo sostenible incluye al desarrollo rural y al desarrollo urbano aunque estas categorías cada vez se hacen más tenues tanto por los procesos acelerados de urbanización en detrimento de la población urbana en detrimento del campo como por los procesos de expansión urbana y presión agroindustrial hacia las áreas rurales. Además, cada vez se entiende mejor las estrechas interrelaciones entre lo rural y urbano.
na forma de plantear el desarrollo es ponerle apellido territorial, así se habla de enfoques de desarrollo territorial sostenible. De manera complementaria existen diferentes grados de equivalencia y de matices entre los conceptos de territorios, paisajes y jurisdicciones. Reconocida la estrecha interrelación entre estos diversos conceptos en este artículo vamos a poner énfasis en el desarrollo rural bajo en emisiones (DRBE).
En el ámbito rural las principales fuentes de GEI vienen de la agricultura (fermentación entérica, cultivo del arroz, fertilizantes sintéticos, estiércol aplicado a los suelos, estiércol depositado en las pasturas, residuos agrícolas, cultivo de suelos orgánicos, combustión de residuos agrícolas, uso de energía) y la silvicultura y uso de la tierra (tierras forestales, tierras de cultivo, pastizales, combustión – biomasa) (FAO, 2015).
Según Llanos-Hernández (2010:207) el “territorio es un concepto teórico y metodológico que explica y describe el desenvolvimiento espacial de las relaciones sociales que establecen los seres humanos en los ámbitos cultural, social, político o económico; es un referente empírico, pero también representa un concepto propio de la teoría”. Por ello, el concepto de sistemas calza muy bien con el concepto de territorio como señala Arce (2013):
Una mirada sistémica implica varias cosas. Lo primero refiere a la necesaria interrelación entre diversos niveles del sistema tanto al interior del país como las relaciones con sistemas exteriores y que además son de diversa índole. Un segundo elemento refiere a las diferentes manifestaciones de la energía natural y social y que puede apreciarse como flujos y ciclos, redes y relaciones. Todo este conjunto de elementos se expresa en conexiones, mallas, tramas y articulaciones. En este conjunto de interacciones es posible apreciar fuerzas convergentes y divergentes que es necesario entender – hasta donde sea posible- para poder gestionarlos. A nivel social por ejemplo podemos encontrar conectores y divisores respecto al tratamiento de determinados temas. De ahí se desprende que los conflictos en el nivel humano forman parte de la dinámica social (Arce, 2013).
En tanto el territorio es un concepto sistémico totalizador (masa, energía, información y sentido; dimensión biofísica y dimensiones socioculturales; tangibles e intangibles) es importante que podamos tener muy claro cuáles son sus límites. Simplificando podríamos identificar dos categorías: (1) Circunscripciones jurisdiccionales establecidas (criterios geográficos políticos), y (2) unidades convergentes. En la primera categoría podríamos ubicar una comunidad, una localidad, una región, una provincia, un distrito (según la tipología que tenga cada país) y en la segunda categoría se ubican muchos sistemas que no necesariamente se inscriben en la categoría anterior y que tienen dinámica propia (Arce, 2016). El territorio, entendido como el espacio cargado de actividades humanas, de historia e imaginarios, significa un punto de encuentro para distintos intereses (Ther, 2006). Consecuentemente, es necesario reconocer no sólo la complejidad de lo social sino que las divergencias de intereses, de concepciones y de estrategias de los actores locales, así como los compromisos formales e informales, forman parte de las reglas del juego en todo proceso social. Rozenblum, 2014)
El territorio es un sistema complejo por excelencia. Así, podríamos afirmar que el territorio es un sistema abierto en el que se encuentran múltiples elementos heterogéneos que se encuentran estrechamente interrelacionados, son interdependientes y son interdefinibles y que tienen la capacidad de autoorganizarse y de producir fenómenos emergentes que no pueden ser explicados a partir de los componentes individuales. Estos sistemas que tienen una capacidad de diálogo con el entorno tienen propiedades irreversibles e impredectibles. Como sistemas complejos presentan además múltiples dimensiones, múltiples escalas y múltiples temporalidades. En el mismo sentido el paisaje es concebido como una unidad geográfica integrada por uno o más (micro) cuencas y mosaicos de tierras que están interconectadas y son interdependientes ecológica, sociológica o administrativamente, lo que proporciona la conectividad para especies, comunidades y procesos ecológicos (ICAA, 2016).
Como señala Rozenblum (2014) la complejidad en los territorios es indudable y los procesos de desarrollo que ocurren en ellos reflejan esa imbricada relación entre las dimensiones económico-productivas, sociales, culturales, político-institucionales y ambientales. Diversidad de actores, intereses y concepciones atraviesan los territorios y requieren esfuerzos orientados a construir compromisos colectivos que superen la ocurrencia de posibles conflictos. De ahí la importancia de analizar temas ecológicos, económicos y sociales en forma integral, complementando y estableciendo relaciones entre las variables que las definen en cada territorio. En este marco, las condiciones habilitantes para un desarrollo bajo en emisiones son financieras, institucionales, regulatorias, tecnológicas y de capacidades (MINAM, 2014).
Bajo un enfoque de complejidad del territorio Boisier (2012: 27) menciona que:
Todos los sistemas territoriales tienden a convertirse en sistemas complejos, con numerosos subsistemas, alta interacción interna y externa, desorden/orden, incertidumbre, autopoiesis/expansión, transformación, y caos estocástico o determinista. Surgen propiedades emergentes o emergencias sistémicas, como se designa un nuevo estado de complejidad superior, resultante de la interacción entre sus elementos o subsistemas. Es una propiedad del todo, no de las partes e imposible de ser manejada mediante la disyunción analítica cartesiana.
Boisier (2004) señala la necesidad de identificar los subsistemas del territorio en los cuales introducir sinapsis y energía. El autor reconoce los siguientes subsistemas: axiológico (valores universales y singulares poseídos por la población), de acumulación (modelo de crecimiento económico), decisional (matriz de agentes de desarrollo) y matriz de poder, organizacional (mapa de organismos públicos y privados y características de ellos), procedimental (papel del cuasi-Estado local en la prestación de servicios, manejo de la información y apoyo al posicionamiento global del territorio) y subliminal (matriz de nueve categorías de capitales intangibles: Capital cognitivo, cultural, simbólico, social, cívico, psicosocial, organizacional, mediático, humano).
Boisier (2012: 32) al señalar las características básicas de los sistemas abiertos menciona los siguientes principios a tomar en cuenta en la gestión del territorio:
Principio de equifinalidad: Puede alcanzarse el mismo estado final partiendo de condiciones iniciales distintas.
Principio de heterogeneidad auto organizacional: Los sistemas abiertos evolucionan hacia estados de complejidad superiores mediante el intercambio de entropía con el entorno.
Principio de complejidad organizada: Los sistemas abiertos conjugan complejidad y autoorganización.
Principio de abundancia organizacional: Los sistemas abiertos poseen un número elevado de elementos componentes estructurados complejamente.
Principio teleológico: Poseen finalidades específicas que dependen de cada sistema específico.
Principio de retroalimentación: Feedbacks positivos y negativos.
Principio de complejidad jerárquica: A mayor complejidad, mayor jerarquización.
La Alianza de Trópicos Sostenibles (2014: 3) reconocen que las regiones tropicales están enfrentando un desafío cada vez más complejo: ¿Cómo pueden avanzar exitosamente las sociedades el desarrollo rural de forma que atiende al bienestar local y regional, mientras a la vez satisfaciendo su rol expandido en cuanto al cambio climático y la seguridad alimentaria?. En ese mismo sentido la Alianza de Trópicos Sostenibles (2014) plantea que se requieren abordajes innovadores y holísticos que integran las metas de mitigación del y adaptación al cambio climático con las preocupaciones sobre el bienestar humano, y que involucran una gama de actores relevantes.
La Alianza de Trópicos Sostenibles (2014:13) señala la necesidad de avanzar hacia una mentalidad territorial. No se puede lograr DRBE con una mentalidad de proyecto, en la cual se minimiza el grado de involucramiento de los gobiernos. La visión DRBE tiene que unir iniciativas a través de regiones enteras en apoyo de métricas comunes de éxito, con avances realizados hacia dichos hitos apoyados por incentivos positivos (el acceso al mercado, crédito, incentivos reglamentarios). En esa misma perspectiva Digiano et al. (2016) señalan que se requieren políticas, programas, finanzas y mercados integrados que fomenten el desarrollo rural equitativo, sostenible, de bajas emisiones a través de grandes jurisdicciones de bosque tropical. Asimismo, Fishbein y Lee (S.f) mencionan que tenemos que pasar del enfoque de costo de oportunidad a un modelo de desarrollo transformacional. Como señala Arias-Pineda (2010: 26) ahora tenemos frente a nosotros la posibilidad de pasar de una visión lineal a una visión en bucle, de un pensamiento fragmentado a un pensamiento en red, de la dominación a la emancipación, de la degradación a la sustentabilidad.
Resumiendo se podría afirmar entonces que abordar el desarrollo rural bajo de emisiones desde una perspectiva de complejidad implica mirar las totalidades y las diversidades. Todos los actores, todas las dimensiones, todas las escalas, todas las variables y todos los elementos. Significa además mirar todas las interacciones y relaciones a partir de los cuales se generan dinámicas adaptativas complejas que explican la autoorganización, las emergencias, la adaptación y la evolución.
El desarrollo rural bajo en emisiones en una perspectiva sistémica implica reconocer su carácter de problema de frontera por lo que no es posible resolverlo solo desde una perspectiva disciplinar o desde esquemas institucionales o de gestión que privilegian la fragmentación administrativa, el aislamiento de competencias y funciones y la falta de coordinación. Siendo la gestión de la información un elemento fundamental de los sistemas complejos se requiere que ésta pueda organizarse de manera articulada e interoperable. Resultan también fundamentales los espacios de diálogo multiactor donde participen todos los actores involucrados, incluyendo su propia variabilidad interna, para generar información y sentido que revierta la entropía a favor de equilibrios dinámicos. En tal sentido los Objetivos de Desarrollo Sostenible pueden convertirse en un atractor que permita expandir la conciencia y articular los esfuerzos, imaginación y creatividad de todos los actores.
Todo ello nos lleva a reconocer la necesidad fundamental de cambios profundos en nuestra manera de concebir el desarrollo, nuestra manera de pensar y obrar. Desde el paradigma de desarrollo que privilegia lo económico sobre las otras variables no es posible avanzar significativamente en una propuesta de Desarrollo Rural Bajo de Emisiones. Desde una perspectiva de complejidad importan todas las dimensiones, importa la ingeniería, la poesía, la diversidad, la pluralidad, la intuición, lo local, lo particular y se convive con la incertidumbre. En tanto se valora el camino importa la historia y el contexto. Más que una propuesta parcial o fragmentaria lo que se propone es una posición ética y política que valora la religancia.
Arias-Pineda, Eduardo (2010). Gestión Ambiental Sistémica: Estrategia de Articulación para el Fortalecimiento de la Facultad de Ciencias Ambientales, Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia. Proyecto de Grado para el Pregrado en Administración Ambiental. Universidad Tecnológica de Pereira Facultad de Ciencias Ambientales Pregrado en Administración Ambiental Pereira.
FAO (2015). Estimación de emisiones de gases de efecto invernadero en la agricultura Un manual para abordar los requisitos de los datos para los países en desarrollo. Roma: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Iniciativa para la Conservación en la Amazonía Andina (ICAA) (2016). Manejo Sostenible de Paisajes en la Iniciativa para la Conservación en la Amazonía Andina (ICAA). Lima: INICIATIVA PARA LA CONSERVACIÓN EN LA AMAZONÍA ANDINA (ICAA. Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energías Renovables de la Pontificia Universidad Católica del Perú (INTE-PUCP)
M. DiGiano (EII), C. Stickler (EII), D. Nepstad (EII), J. Ardila (EII), M. Becerra (EII), M. Benavides (IBC), S. Bernadinus (INOBU), T. Bezerra (EII), E. Castro (IBC), M. Cendales (EII), C. Chan (EII), A. Davis (PRISMA), S. Irawan (INOBU), S. Kandel (PRISMA), E. Mendoza (EII), J. Montero (PNS), M. Osorio (IBC), J. Setiawan (EII). (2016). Aumentando los beneficios de REDD+ para los pueblos indígenas y comunidades tradicionales a través de un enfoque jurisdiccional. Recuperado de: https://earthinnovation.org/wp-content/uploads/2016/08/Aumentando_REDD_beneficios_2016_EII.pdf.
Ministerio del Ambiente del Perú – MINAM (2014). Abriendo caminos para un desarrollo bajo en emisiones en el Perú y Latinoamérica avances, retos, prioridades y oportunidades. Lima: Fondo Editorial del MINAM.
Rozenblum, Constanza. (2014). Una aproximación a la complejidad del territorio Aportes metodológicos para el análisis y la evaluación de procesos de Desarrollo Territorial: Buenos Aires: INTA.
Aunque está generalizado el uso de la expresión “relaciones comunitarias” preferiría hablar de relaciones con las comunidades porque expresa mejor la interacción entre las industrias extractivas y las comunidades.
Se entiende que la empresa también se relaciona con actores sociales como el gobierno nacional, el gobierno local, las ONG, los medios de comunicación, entre otros. Esto va en concordancia con la expresión “relaciones con las comunidades” empleada por la Corporación Financiera Internacional – IFC (Grupo del Banco Mundial). El IFC usa la expresión “relaciones con las comunidades y otros actores sociales” que amplía el espectro de atención respecto a las actividades de la empresa.
La precisión semántica es pertinente porque tiene que ver con la lógica cómo se aborda el tema. Bajo una concepción limitada de relaciones comunitarias el énfasis está en puesto en cómo la empresa puede trabajar en paz sin afectar su rentabilidad, cómo involucra a la comunidad en el proyecto y cómo gana una imagen de responsabilidad social como ventaja competitiva. De esta manera, los procesos de negociación que en teoría se ubican en el enfoque ganar-ganar quedan relativizados porque está claro de antemano hacia dónde se dirigen los resultados.
La discusión de fondo no es de qué lado me pongo y me sesgo a los intereses de las empresas, la comunidad o el Estado. Con demasiada frecuencia este sesgo de partida dificulta los procesos de diálogo y negociación. Un proceso de negociación parte por reconocer que todos los actores tienen intereses. Un genuino proceso de diálogo y concertación no busca ataviar los intereses (y menos manipularlos) sino más bien expresarlos de manera asertiva para que puedan ser apropiadamente abordados. Esto no quiere decir que los intereses de los actores han de satisfacerse a integridad si no encontrar un punto de equilibrio que a su vez esté en sintonía con el ambiente.
Tampoco se trata de obviar las asimetrías del poder que existen entre los actores. Conscientes de esta situación es obligación de los actores generar condiciones para que las relaciones sean más horizontales. En esta perspectiva la información es clave. Mejor información a los actores, en formatos apropiados y con pertinencia cultural, es un elemento central para favorecer un proceso más democrático de toma de decisiones en escenarios de diálogo o negociación.
Está claro que las empresas quieren obtener rentabilidad y es su derecho. El Estado desea que las empresas tributen para incrementar sus ingresos fiscales. Las comunidades desean beneficiarse con empleos, ingresos pero no quieren que los afecte social, cultural y ambientalmente. Consecuentemente, el hecho no está en qué intereses deben primar o los objetivos de quién deben prevalecer si no cuál es el objetivo fundamental que buscamos con esta relación. Es aquí que el objetivo que debe primar es el de la sostenibilidad. Para hacer esto posible se requiere una visión de desarrollo territorial en el que todos los actores se ven como aliados y contribuyen para hacer sinergias transformativas.
Un débil compromiso por un desarrollo territorial sostenible (o en su defecto el interés explícito por beneficiarse a costa de la gente y el ambiente) provoca una serie de distorsiones. Por ejemplo empresas que tienen departamentos de relaciones comunitarias que cumplen sus obligaciones sociales y ambientales solo por exigencias legales o administrativas, oficinas estatales que son abiertamente permisivas o sospechosamente lentas en su accionar para remediar situaciones anómalas, o comunidades que piensan que las empresas deben resolver todos sus problemas o son causantes de todos sus problemas.
Para superar este conjunto de barreras que dificultan un proceso concertado, se requiere mucho respeto y consideración entre las partes en un enfoque de corresponsabilidad en la gestión territorial sostenible.
Si para todos está claro que el objetivo fundamental es el desarrollo territorial sostenible entonces habría que revisar algunas ideas preconcebidas que no dejan avanzar. Habría que ponderar apropiadamente qué significa la responsabilidad para cada una de las partes. Es cierto que las empresas no pueden asumir todo el pasivo social histórico que hay en las comunidades, las comunidades no pueden cifrar sus esperanzas de desarrollo solo a factores externos y el Estado tiene que dejar su adicción a ingresos (relativamente) rápidos producto de las actividades empresariales extractivas aunque impliquen sacrificar al ambiente y la gente, generar normas con nombre propio o transgredir sus propias normas.
Las relaciones con las comunidades entonces no solo son un factor de competitividad empresarial producto de la aplicación de una genuina política de responsabilidad social. Tiene también el propósito de construir con el ejercicio activo de la ciudadanía y contribuir a la gobernabilidad asociada al desarrollo territorial.
Es por ello que en este marco no caben las políticas asistencialistas que sólo perpetúan la dependencia y no resuelven el tema de fondo que es generar relaciones de sociedad entre los actores en las que juntos trabajan y apuestan por la sostenibilidad territorial como objetivo supremo. Por ello cada una de los actores involucrados debe cumplir sus roles y funciones apropiadamente: Estados actuando como garante de derechos, empresas cumpliendo cabalmente la normatividad nacional e internacional, sus códigos de conducta, sus procesos de gestión social con genuinos enfoques de calidad (asociados a la sostenibilidad, justicia y equidad), y comunidades empoderadas participando activamente en la gestión del desarrollo, en los procesos de participación en el ciclo del proyecto productivo, y en los procesos de monitoreo ambiental.
Buena fe, confianza y transparencia son palabras clave que deben acompañar el proceso de concertación social para la sostenibilidad de la gestión territorial. Bajo este contexto no se trata de “hacer participar” a las comunidades ni menos realizar procesos de consulta sólo como expresión de cumplimiento de normas.
Una consulta auténtica no es un proceso informativo sino un proceso de encuentro, de interaprendizaje y de transformación con el objetivo de desarrollo territorial sostenible. El objetivo es generar valor para todos los actores involucrados.
También es necesario considerar que en un proceso de concertación tripartita están en juego diferentes culturas, cosmovisiones, lenguajes, significados, símbolos y códigos. No se trata de imponer una perspectiva si no de encontrar juntos la perspectiva de sostenibilidad.
Es claro reconocer que en un proceso de concertación entra en juego el tema del poder. La conciencia de relaciones desequilibradas de poder no es para imponer posiciones si no para estar consciente de la necesidad de buscar mejores equilibrios que hagan más viables y permanentes los acuerdos. Procesos manipulatorios pueden convertirse en triunfos pírricos por lo que existe la necesidad de basar las relaciones en principios de confianza y transparencia.
Esperamos que relaciones equitativas y sostenibles con las comunidades tenga implicancias en el desarrollo de capital social con indicadores claros de relaciones de confianza, transparencia, capacidad dialógica, concertadora y de negociación ganar-ganar, enfoque en el que también se respeta a la naturaleza.
08 de marzo de 2017 / Fuente: http://www.ecoportal.net
Por: Rodrigo Arce Rojas
Teniendo presente que la agricultura moderna es una de las mayores fuentes de contaminación causante del calentamiento global y que la agroindustria utiliza diez calorías de energía proveniente de combustibles fósiles para producir una caloría de alimento (Gore, 2010) es importante que podamos definir políticas específicas sobre la gestión integral del suelo así como hacer más visible la responsabilidad de su gestión. Es plausible que la agroexportación contribuya al crecimiento económico del país pero habría que revisar su rentabilidad ecológica para decir que efectivamente estamos haciendo buenos negocios para todos, para los inversionistas, el país y el ambiente.
El CEPLAN (2010) menciona que el país enfrenta severos problemas de deterioro de suelos agrícolas: en la costa por salinización, en la sierra por erosión y en la selva por deforestación.
Entre el 20 al 23% de las emisiones anuales de CO2 a nivel global tiene su origen en la destrucción y quema de bosques (Gore, 2010). A nivel nacional esta cifra se duplicaría. El Mapa de Desertificación del Perú presentado por el INRENA en el año 2006 daba cuenta que las áreas desertificadas en el Perú eran de 3.862.786 ha y que 30.522.010 ha se encontraban en proceso de desertificación. Así mismo se menciona que para 1985 la superficie de áreas degradadas era de 43.057.038 ha. (MINAM y colaboradores, 2009).
El MINAG (2008) considera que la superficie agropecuaria presenta una alta fragmentación de la tierra, la cual se expresa en el reducido tamaño de las unidades agropecuarias, que a su vez comprenden parcelas dispersas (situación agravada por la topografía nacional), lo que constituyen un gran obstáculo a la rentabilidad del agro, donde el 84% de las unidades agropecuarias eran menores de 10 ha y ocupaban alrededor del 50% del total de la superficie. El MINAG considera que esta reducida extensión de las parcelas, genera obstáculos para el desarrollo de una agricultura moderna.
Preocupa que con estos datos no exista una política y una institucionalidad específica para la gestión integral del suelo. Si se revisa las políticas se encuentra que mayormente que el tratamiento de los suelos se hace de manera indirecta a través de la promoción de la gestión de bosques, gestión de cuencas y la Zonificación Ecológica y Económica (ZEE) y el Ordenamiento Territorial (OT). Esto podría ser entendido así en la medida en que exista una gestión pública integrada pero que en la práctica no se da. De ahí la necesidad de avanzar hacia la implementación de los sistemas de gestión ambiental y gestión forestal. Además se requiere que la gestión de cuencas que se realiza en el país no se reduzca al agua que siendo fundamental no es el único componente a gestionar.
Analicemos el marco político y normativo al respecto. Con relación a lineamientos de política sobre suelos la Política Nacional del Ambiente (MINAM, 2009) considera: i) impulsar la caracterización, evaluación y registro de los suelos y tierras a nivel nacional, ii) fortalecer los conocimientos y tecnologías tradicionales compatibles con el manejo sostenible de los suelos y agua y iii) impulsar acciones para prevenir los procesos de desertificación, degradación y pérdida de suelos mitigando sus efectos y/o recuperándolos.
En el Eje Estratégico 6 de Recursos Naturales y Ambiente del Plan Perú 2021 no aparece un rubro específico de tratamiento de los suelos y sólo es incluido en el acápite 6.6 “otros recursos estratégicos” en el cual se menciona que el Perú posee una baja disponibilidad de tierras arables per cápita (CEPLAN, 2010).
La Comisión Técnica Multisectorial (2003) consideró entre los lineamientos generales de política agraria la conservación del ambiente y el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales promoviendo: a) el uso eficiente del agua de riego, así como su conservación y preservación para evitar el deterioro y la pérdida de suelos por erosión y salinización y b) el ordenamiento territorial mediante el manejo integrado de cuencas y la recuperación de ambientes degradados.
Ley Orgánica para el aprovechamiento sostenible de los recursos Naturales (Ley Nº 26821) considera como recurso natural el suelo, subsuelo y las tierras por su capacidad de uso mayor: agrícolas, pecuarias, forestales y de protección. Se consideran recursos naturales a todo componente de la naturaleza, susceptible de ser aprovechado por el ser humano para la satisfacción de sus necesidades y que tenga un valor actual o potencial en el mercado.
Los lineamientos de política para el ordenamiento territorial (MINAM, 2010) tiene como orientación estratégica el aprovechamiento responsable y sostenible de los recursos naturales, la conservación de la diversidad biológica y de los procesos ecológicos que lo sustentan. En el lineamiento 5.2 Promover la recuperación de los ecosistemas deteriorados y la protección de áreas frágiles y relictos se consideran las siguientes actividades: i) Promover programas de reforestación con fines de protección en áreas deterioradas, ii) implementar un sistema de monitoreo y control satelital para el mantenimiento y recuperación de los ecosistemas. Estas buenas intenciones han chocado contra la realidad de los intereses políticos y económicos que limitan la efectividad del cumplimiento de la Zonificación Ecológica y Económica y el Ordenamiento Territorial.
El Ministerio de Agricultura (MINAG) mediante D.S. 017- 2009-AG del 02 de Setiembre del 2009 aprueba Reglamento de Clasificación de Tierras por su Capacidad de Uso Mayor busca promover y difundir el uso racional continuado del recurso suelo con el fin de conseguir el óptimo beneficio social y económico. Así mismo busca evitar la degradación de los suelos como medio natural de bioproducción y fuente alimentaria, además de no comprometer la estabilidad de las cuencas hidrográficas y la disponibilidad de los recursos. No obstante esta norma ha sido cuestionada por tener una visión extremadamente agrarista y por dejar la posibilidad de hacer cambio de uso de las tierras.
En esa misma dirección la Ley de promoción de la inversión privada en reforestación y agroforestería (Ley Nº 28852) considera adjudicaciones para reforestación y agroforestería con compromisos de inversión privada. La norma menciona que las actividades de reforestación y agroforestería son cultivos ubicados en tierras sin cubierta boscosa, con capacidad de uso mayor forestal, sean de propiedad privada o adjudicadas en concesión por el Estado, constituyen agronegocios forestales y se rigen por la Ley Nº 28611, Ley General del Ambiente y sus normas Reglamentarias y la presente Ley. Bajo estos considerandos, la norma señala que el Estado podrá adjudicar en concesión mediante subasta pública, tierras forestales sin cubierta boscosa y/o eriaza de su dominio. El derecho de concesión se otorgará por un plazo de 60 años, con compromiso de inversión, acto jurídico que será inscribible en los Registros Públicos. Se ha solicitado su derogatoria en la propuesta de Ley Forestal y de Fauna Silvestre (Proyecto de Ley 4141).
La Resolución Ministerial Nº 0443-2010-AG del 23 de junio de 2010 determina que corresponde a los Gobiernos Regionales de los departamentos con ámbito en la Selva, desarrollar los procedimientos de cambio de uso de tierras de aptitud agropecuaria de Selva, a que se refiere el artículo 26 de la Ley Nº 27308 – Ley Forestal y de Fauna Silvestre, una vez concluido el proceso de efectivización de la transferencia de la función “q” del artículo 51 de la Ley Nº 27867 – Ley Orgánica de Gobiernos Regionales.
Revisemos ahora la institucionalidad en torno al recurso suelo. El Ministerio de Agricultura a través de su órgano competente tiene a su cargo la clasificación de tierras según su Capacidad de Uso Mayor a nivel nacional en concordancia con el Ministerio del Ambiente autoridad encargada de promover la conservación y aprovechamiento de los recursos naturales, entre ellos el suelo. La Dirección General de Asuntos Ambientales Agrarios es la encargada de ejecutar los objetivos y disposiciones del Sistema Nacional de Gestión Ambiental, en el ámbito de su competencia. La Dirección General de Asuntos Ambientales cuenta con las siguientes unidades orgánicas: La Dirección de Gestión Ambiental Agraria y la Dirección de Evaluación de Recursos Naturales (MINAG, 2010)
La Autoridad Nacional del Agua es el organismo encargado de realizar las acciones necesarias para el aprovechamiento multisectorial y sostenible de los recursos hídricos por cuencas hidrográficas, en el marco de la gestión integrada de los recursos naturales y de la gestión de la calidad ambiental nacional estableciendo alianzas estratégicas con los gobiernos regionales, locales y el conjunto de actores sociales y económicos involucrados. Tiene como principales funciones formular la política y estrategia nacional de recursos hídricos, administrar y formalizar los derechos de uso de agua, distribuirla equitativamente, controlar su calidad y facilitar la solución conflictos. La entidad regula la actuación de las entidades del Poder Ejecutivo y de los actores privados en la gestión integrada y multisectorial de los recursos hídricos, estableciendo como unidad de gestión a las cuencas hidrográficas y acuíferos del país (ANA, 2010).
El problema, como ya hemos señalado, es que la gestión de cuencas privilegia el componente agua y no se interrelaciona apropiadamente con los otros recursos biofísicos, entre ellos los suelos y las dimensiones socioeconómicas y culturales que implica una gestión integrada del territorio. Es importante mencionar que la Estrategia Nacional de Diversidad Biológica desarrolla un enfoque ecosistémico como eje transversal al proceso de ordenamiento ambiental y manejo de cuencas y/o zonificación ecológica económica, para la conservación y uso sostenible de la Diversidad Biológica (CONAM, 2001). Este enfoque ha sido recogido en la propuesta de Ley Forestal y de Fauna Silvestre.
Se entiende que la gestión integrada de los recursos hídricos es un proceso que promueve, en el ámbito de la cuenca hidrográfica, el manejo y desarrollo coordinado del uso y aprovechamiento multisectorial del agua con los recursos naturales vinculados a esta, orientado a lograr el bienestar de la Nación sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas (Comisión Técnica Multisectorial, 2009).
Proyecto de Ley 4141: Ley General Forestal y de Fauna Silvestre
Prohibición de Cambio de uso actual de tierras de capacidad de uso mayor forestal y de protección.
En tierras de capacidad de uso mayor forestal y de protección, según el Reglamento de Clasificación de Tierras por su Capacidad de Uso Mayor, con o sin cobertura vegetal, se prohíbe el cambio de uso actual a fines agropecuarios.
Se prohíbe el otorgamiento de títulos de propiedad, certificados o constancias de posesión en tierras con capacidad de uso mayor forestal o de protección con o sin cobertura forestal, así como cualquier tipo de reconocimiento o instalación de infraestructura pública de servicios, bajo responsabilidad de los funcionarios involucrados. Ello no impide el otorgamiento de derechos reales mediante contratos de cesión en uso, sujetos a requisitos de sostenibilidad ambiental, tal como lo refiere esta Ley y según lo precise el reglamento de la presente ley.
Uso de tierras de capacidad de uso mayor para cultivo en limpio o cultivos permanentes con cobertura forestal actual.
En el caso de que exista cobertura boscosa en tierras técnicamente clasificadas como de capacidad de uso mayor para cultivo en limpio o cultivos permanentes, según el Reglamento de Clasificación de Tierras por su Capacidad de Uso Mayor; el SERFOR podrá autorizar su cambio de uso actual de la tierra a fines agrícolas, respetando la zonificación ecológico económica aprobada por el gobierno regional y/o gobierno local correspondiente y previa opinión vinculante del MINAM, de acuerdo al procedimiento administrativo que aprueben ambas autoridades para tal fin.
Aprobado el cambio de uso actual, para realizar el retiro de la cobertura boscosa se procederá según lo establecido en el artículo referido a desbosque.
En zonas de selva se propicia la microzonificación y el uso de sistemas agroforestales y forestales, como medio de proteger el suelo de los procesos de erosión y degradación. Adicionalmente, en superficies mayores a 10 ha se requiere un expediente técnico, previamente aprobado por el SERFOR. En todos los casos deberá reservarse un mínimo del 30% (treinta por ciento) de su masa boscosa y mantenerse la vegetación ribereña o de protección.
Teniendo presente que la agricultura moderna es una de las mayores fuentes de contaminación causante del calentamiento global y que la agroindustria utiliza diez calorías de energía proveniente de combustibles fósiles para producir una caloría de alimento (Gore, 2010) es importante que podamos definir políticas específicas sobre la gestión integral del suelo así como hacer más visible la responsabilidad de su gestión. Es plausible que la agroexportación contribuya al crecimiento económico del país pero habría que revisar su rentabilidad ecológica para decir que efectivamente estamos haciendo buenos negocios para todos, para los inversionistas, el país y el ambiente.
La demanda creciente de tierras amazónicas para producción agroindustrial de alimentos y agrocombustibles y las políticas de mayor inversión en hidrocarburos y minería están presionando para favorecer la incorporación de los territorios comunitarios al mercado de tierras y el cambio de uso de las florestas. Un balance transparente en términos de balances ecológicos es importante para avanzar hacia un desarrollo sustentable.
A la necesidad de aplicar genuinamente la gestión sostenible de cuencas y bosques se añade la gestión sostenible del suelo que incluye la gestión del carbono del suelo. Es hora que los enfoques de gestión ecosistémica pasen de ser principios orientadores a prácticas efectivas de gestión pública y privada responsables. www.ecoportal.net
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