Por: Luis Vazquez.
En días recientes se vivió con algarabía el primer centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, fecha propicia para recordar todo lo que significó en su momento, sus actores y sus alcances, en todos los ámbitos de la sociedad. Tan es así, que en diferentes instituciones se celebraron los logros que trajo consigo un documento en el que se reconocía y se ponderaba la dignidad humana, así como sus beneficios sociales que establecían, entre otras situaciones, la obligatoriedad de la educación para todos los mexicanos. Al mismo tiempo, se habló de los avances que se han alcanzado en diferentes temas de carácter social, exaltando el compromiso que se signó en Querétaro hace cien años y lo que se ha logrado.
El derecho a una identidad, a una educación, a poseer tierras y un trabajo digno, fue para los constituyentes un logro que se consiguió en México tras largos años de enfrentamientos ideológicos y luchas armadas entre los hombres que vivían en las reminiscencias del porfirismo y los que veían la necesidad de una transformación política, económica, social y cultural en los albores del siglo XX.
Con el paso de los años se ha visto como en cada uno de los sectores se manifiestan avances y retrocesos, que han impactado en diferentes ámbitos y demuestran la necesidad de una transformación de fondo para cristalizar el impacto social con el que se pensaron y plasmaron en la Carta Magna. En sí, se habla de la Educación, ya que, pasados cien años de haberse establecido como un derecho para todos los mexicanos, no todos los mexicanos gozan de ese derecho. Lejos de ver a la educación como un derecho constitucional, en la que se pueden desarrollar todas las capacidades del hombre, ha perdido credibilidad y los preceptos que le dieron sustento, no tienen impacto social, situación que ha provocado que la educación no sea vista como una oportunidad de desarrollo.
Algunos años antes del establecimiento de la educación como un derecho, José Vasconcelos veía que una de las grandes dificultades para lograr una alfabetización para todos los mexicanos, era la pluralidad cultural que prevalecía en México. Comunidades de habla indígena, alejadas de las capitales con dificultad para trasladarse, en fin, toda una serie de factores que obstaculizaban para lograr lo que ahora se conoce como una educación de calidad.
Lejos quedaron los esfuerzos del presidente Benito Juárez que planteaba la necesidad de las escuelas normales para formar y capacitar a los docentes para ofrecer una educación de calidad. Durante el gobierno de Maximiliano de Habsburgo, gobernante conservador de corte liberal, se vislumbraba que, para lograr el desarrollo de un país, era necesaria la educación. El impulso con el que se quiso catapultar a la educación se lo vino la dar Gabino Barreda, con la implantación de una educación positivista. Ante esta situación, el mismo Justo Sierra cuestionaba que en el país no se contaban con las condiciones para ese tipo de educación, pero aun con esta situación hubo un cierto avance.
El mayor impulso que tuvo la educación durante el siglo XIX se lo dio el presidente Porfirio Díaz, quien durante su gobierno le dio una proyección sin igual. Así como estableció la obligatoriedad de la educación primaria, promovió las escuelas mixtas y favoreció la creación de talleres y diferentes laboratorios para el nivel secundaria. Si al egresar los alumnos de este nivel no podían continuar con su educación, ya se les había orientado hacia los oficios.
Del mismo modo, le dio continuidad a los proyectos de Juárez cuando se consolido la fundación de la Escuela Normal Superior. Para tener un impacto más amplio, el Ministro de Educación, Justo Sierra Méndez se encargó del diseño de los planes de estudio y el proyecto de los libros de texto. Por tal motivo, en cada informe de gobierno del presidente Díaz, se manifiesta la preocupación del gobierno por diseñar un proyecto educativo nacional, así mismo, se informan las actividades que en materia educativa se ejecutaban durante el periodo de gobierno corriente.
A pesar de las diferencias lingüísticas y culturales, se estaba llevando a cabo un proyecto de educación nacional que incluía todos los niveles, con un eficaz fortalecimiento del magisterio y la vinculación con diferentes sectores de la sociedad. Se está a la vanguardia por la realización de eventos académicos en los que se discutían las diferentes problemáticas de la educación con las corrientes pedagógicas de la época.
Esta era la situación de la educación en México en vísperas de la revolución. La educación no era ni mejor ni peor de la que se imparte en la actualidad, era una educación necesaria para la época.
Pasados cien años de jurada la Constitución, cuál es el panorama de la educación, qué futuro se vislumbra para una sociedad mediada por la dinámica de la sociedad actual, donde una serie de problemas de toda índole abaten al sistema educativo nacional, ante esto es posible esperar la calidad educativa.
En la actualidad, con todos los avances en la ciencia y la tecnología, la educación se ha deshumanizado, se ha perdido la esencia de lo que es educar, los valores y los principios fundamentales parecen ausentes en todos los ámbitos de la sociedad.
Aún hay más, no hay una cobertura educativa para todo el país, las comunidades indígenas están más abandonadas que siempre, no hay un proyecto educativo que las contemple. A pesar de la modernidad y las tendencias educativas actuales, no resultan acordes para sus necesidades, ya que las escuelas formadoras no brindan las herramientas necesarias para que los jóvenes docentes vayan a las comunidades indígenas para enseñar a leer y escribir. Primero se tiene que aprender la lengua indígena para después alfabetizar en español y así poder preservar las costumbres y tradiciones que prevalecen en su seno.
Por otro lado, en las ciudades existen desabastecidas de lo básico para brindar una educación de calidad. Sin mobiliario, sin servicios básicos, incluso sin maestros convencidos de lo que significa educar.
A un siglo del Congreso Constituyente, el sentido social de la Constitución está incompleto, el gobierno tiene una cuenta pendiente con la sociedad, una educación de calidad de cobertura total y por igual para todos los mexicanos. Es tiempo de cumplir con la deuda pendiente, una deuda que es necesario saldar para avanzar como sociedad.
Fuente: http://www.monitortlaxcala.com.mx/MonitorTlax/2017/02/23/deuda-pendiente-opinion-enlamemoria-luisvazquezcar-monitortlaxcala/
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