Por: Gloria Hurtado
¿Qué es un hombre? pregunta el hijo. Busca por ti mismo, responde el padre, porque la respuesta que me dio tu abuelo ya no es válida y no he encontrado otra. Paule Simone Los hombres se transforman.”
Afrontada (por decir lo menos) la revolución femenina, estamos viviendo una verdadera crisis masculina donde el hombre está siendo “obligado” a la reubicación de su rol si quiere sobrevivir a la hecatombe del mundo. Se le perdió el norte y no sabe para dónde va. Lo conocido ya no sirve. Esta nueva mujer le movió el piso (o será el trono) y él, varón, se extravió en la maraña del cambio. Le están diciendo de todas las formas posibles que se puede vivir sin él, que no lo “necesitan” para existir. Hoy entonces, tiene que “ganarse” su lugar y nada le viene dado “porque sí”, o porque “se lo merece o le corresponde”.
¿Quién lo obliga a moverse? ¿Qué tan dispuesto está a encontrar ese nuevo papel? La resistencia es enorme. El patriarca no quiere dar su brazo a torcer. El patriarca “aún” no siente que sea necesario un cambio. El patriarca pareciera que quisiera “devolver el tiempo” para continuar con el control de la vida de los demás. El machismo, aquel engendro que el patriarcado fabricó y que tanta desigualdad generó está viviendo “los estertores de la muerte”. El término patriarcado refiere a un estado social en que existe una desigual distribución de poder entre hombres y mujeres a favor de los primeros. Pero ¡ya no da mas! No existe un modelo “actualizado” de hombre y hay que construirlo. ¿Cómo? La respuesta no es fácil porque como en el viejo enigma entre el huevo y la gallina, “no hay modelo por lo tanto no hay copia”, pero no hay copia porque no hay modelo.
Hasta que la genética no apareció, un hombre nunca tuvo certeza de su paternidad. Dependía de la palabra de la mujer para aceptar si sus hijos eran realmente suyos. Como no tenía seguridad de su consaguinidad aceptaba sólo el rol de proveedor para no involucrarse afectivamente en una educación que debía ser tarea de la madre. ¡Eran de ella! Su papel de padre lo desempeñaba a través de funciones autoritarias, dominantes, distantes, rígidas, controladoras. Pero ahora que la genética le confirmó su paternidad está buscando cómo ser un padre diferente en escenarios también diferentes a los de su educación. En especial existen dos factores modernos que debe enfrentar: está al lado de una mujer fuerte, autónoma que “no lo necesita” para levantar hijos y el avance tecnológico que “inunda” la vida de los niños y adolescentes de hoy. ¿Cómo ser papá?
Sin modelo, algunos optan por “copiar” y terminan jugando el rol de “madres con pantalones” en una blandura, flojera, y complicidad que “toca arrebato”. Cuestionados su autoritarismo y violencia no saben cuáles son las funciones propias de un padre. Pero encontrar esas condiciones no es asunto fácil porque tienen que fabricarlas sin el modelo de su propio progenitor porque esa forma ya no aplica. Quedan dos opciones: reconstruir la función paterna desde los avances y conocimientos actuales, donde la energías masculinas y femeninas puedan articularse o, resistirse al cambio y seguir practicando lo antiguo, generando la violencia intrafamiliar o peor aún, los feminicidios. Cada quien decide. Mientras, la sociedad pregunta “¿dónde está mi papá?”
Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos?start=45