«El currículum y la endogamia universitaria explican la pobreza actual de nuestra Pedagogía»
«El constructivismo ha absolutizado la idea de la centralidad del niño en la enseñanza, minusvalorando la importancia del profesor y los conocimientos que la humanidad ya ha adquirido»
«La educación no puede cargar con todos los problemas de la sociedad; otras instituciones sociales deberían responsabilizarse también»
Profesores y maestros deben tomar las riendas de su profesión: recuperar la autonomía, delimitar sus competencias profesionales y evitar interferencias. Para José Penalva, el sistema educativo necesita una profunda reestructuración, y la pieza fundamental del cambio reside en el modelo de profesor. A pesar de impartir clases en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia, sus años en institutos le llevan a defender que los profesores deben reforzar su profesionalidad, y los pedagogos deben ser sus «servidores»
La gran mayoría de los pedagogos señalan que el problema del sistema educativo reside en la escasa financiación. ¿Comparte usted esta opinión?
La idea, en efecto, que promueven los defensores del actual sistema educativo es que el sistema es bueno y que existe fracaso escolar porque no ha tenido financiación suficiente. Es cierto que la financiación de la educación ha sido insuficiente con todos los gobiernos. Sin embargo, el problema fundamental no es ese, sino el propio diseño del sistema. Me refiero a sus tres pilares básicos: la teoría de la enseñanza, el modelo de profesor y el modelo de escuela, que muestran una inconsistencia teórica colosal, casi épica, y una falta de ajustamiento a la realidad educativa.
Para empezar con el primero de esos pilares, ¿se refiere a que el constructivismo es inconsistente?
La teoría de la enseñanza de nuestro sistema educativo es constructivista. Este modelo de enseñanza nace en los países anglosajones y se ha importado a España. Ahora bien, se han tomado sólo algunas ideas, y se han trasplantado a un marco radicalmente diferente; además, no se han tomado precisamente las mejores ideas.
El modelo constructivista español parte del supuesto de que la enseñanza se puede reducir a psicología; no en vano, fueron psicólogos quienes hicieron este diseño. Además, como querían romper definitivamente con el modelo antropológico reinante en su época (que, según ellos, se apoyaba en una ideología cristiana y era un residuo del régimen dictatorial), rompieron con toda tradición y empezaron de cero. Quisieron construir un modelo «científico», utilizando las teorías de Piaget, las teorías de la informática, etc. El problema es que, primero, adoptaron estas teorías cuando ya el debate científico había demostrado su reduccionismo y, segundo, llamaron «científico» a la suma de varias teorías. Además, el modelo deja sin respuesta cuestiones imprescindibles de la enseñanza y del ser humano, como la creatividad, la libertad, etc. No obstante, como la pedagogía identifica constructivismo con igualitarismo, el constructivismo se ha convertido en un dogma incuestionable.
Entonces, ¿qué alternativa presenta?
Para plantear Ia posibilidad de la alternativa, el punto de partida debería ser la existencia de debate educativo, de crítica y apertura de pensamiento. Y no creo que hoy existan tales condiciones. Hoy todo es constructivismo y todos dicen ser constructivistas.
Sin embargo, el constructivismo, en versión española se apoya en un relativismo radical radical y en un sociologismo extremo.
El constructivismo ha absolutizado la idea de la centralidad del niño en la enseñanza, minusvalorando la importancia del profesor y los conocimientos que la humanidad ya ha adquirido. Es cierto que el alumno debe ser participativo y reconstruir los conocimientos ya dados, pero existe conocimiento que debe ser recibido. No todo puede ser inventado de nuevo en cada generación. Además, existen preguntas y temas fundamentales que deben ser planteadas generación tras generación. No todo esta dado en su contexto social. Si esto fuera así, la educación estaría al servicio de los poderes locales y de los medios de comunicación.
En su origen la idea de la «centralidad del niño» (que tiene a J. Dewey como su principal valedor, y no a Rousseau, como se piensa frecuentemente) propone que los grandes temas y conocimientos de la humanidad deben ser recibidos por el alumno con participación, y no de modo memorístico. Pero se da por supuesto que existen grandes temas y conocimientos ya adquiridos por la humanidad. En cambio, la pedagogía española post-68 convirtió esa idea en un lema contra la ideología capitalista (representada en el currículo escolar) y contra la autoridad (ejemplificada en el profesor).
Por tanto, de cara a la alternativa, sería beneficioso reconsiderar el problema del conocimiento y, sobre todo, reforzar el papel del profesor en el proceso de enseñanza.
Además del modelo de enseñanza, también ha analizado el modelo de profesor ¿Cuál es el papel que, en su opinión, debe tener el profesor?
De los tres pilares que comentaba, el modelo de profesor es la pieza clave. El problema básico del modelo de profesor que domina en el sistema educativo actual es el siguiente: unos son los que piensan (los pedagogos de la universidad) y otros (los profesores) aplican las ideas de los pedagogos. Unos son los expertos y otros los mandados (los peones de obra). Lo que sucede es que los pedagogos trabajan fuera de la escuela (es más, muchos de ellos no han pisado un colegio, ni un instituto, en su vida profesional) y diseñan teorías muy idealistas y poco ajustadas a la realidad.
Lo que yo planteo es cambiar tanto el tipo de investigación en la Pedagogía como el modelo de profesor. En resumen, la pedagogía debería estar al servicio de maestros y profesores. El pedagogo debería ser un ayudante del profesor. Pero lo que me interesa ahora resaltar es el cambio en el modelo de profesor.
Hoy en día la acción del profesor se reduce a la práctica (es decir, a la docencia). El pensamiento y las ideas del profesor (pensamientos sobre los objetivos de la educación, sobre el currículo, sobre la enseñanza, sobre los valores…) no cuentan. Para eso (para pensar e idear) va están los expertos pedagogos. Como mucho, se invita al profesor a reflexionar sobre su práctica. Pero nada más. No obstante, yo creo que la actividad del profesor debería incluir tanto la docencia como el estudio y la investigación. Este planteamiento, Iógicamente, conlleva una reestructuración del sistema educativo.
¿Permiten los horarios actuales esa investigación?
No sólo no se adjudican al profesor horas para la investigación, sino que esa idea de investigación no existe. El actual modelo de profesor excluye de su actividad profesional la investigación. El profesor es un docente. De este modo se piensa que cuantas más horas esté dando clases, mejor será la educación. Igualmente, se piensa que si el alumno está más horas en la escuela, mejor será su aprendizaje. Así, se cree que, mediante el aumento de horas de clase, de docencia, se reducirá el fracaso escolar. Por eso la pedagogía y los políticos tienden a aumentar el horario escolar. De este modo los colegios se convierten en guarderías, sitios para aparcar a los niños, lo que no significa que estén mejor educados.
Pero no es un cambio cuantitativo lo que necesita el profesor, sino un cambio cualitativo; es decir, un cambio en su concepto de profesionalidad lo que hay que reforzar.
Alejar al profesor de la práctica, ¿no es contrario a la recuperación de la vocacion que reivindica?
En realidad no planteo sacar al profesor del aula, ni disminuir la dimensión práctica. Hablo de fortalecer cualitativamente la práctica. Digo que el trabajo del profesor tiene dos dimensiones inseparables: el contacto con el alumno, trabajo en el aula (eso que se conoce como práctica) y también estudio e investigación.
La vocación no se gesta sólo a través del contacto con los alumnos. Uno se siente llamado a una tarea, en este caso, a dar respuestas con sentido a unas personas en su proceso de crecimiento. Para ello. hay que conocer las características de la generación a la que se está educando, los rasgos de la sociedad en la que van a trabajar dentro de unos años, los fines de la educación, etc. Todo ello se consigue con estudio e investigación.
Es evidente que la vocación profesional se aviva solo ante rostros concretos, en el trabajo diario. El trabajo en las escuelas es imprescindible. Pero un profesional no se alimenta sólo de buenas intenciones, ni de buenas técnicas (una profesión se puede ejecutar técnicamente muy bien, pero de forma mecánica). La profesión debe ser asumida por cada profesor, profesada personalmente, incorporada desde un proyecto personal. Dicho de otro modo, el profesor debe instalarse en la profesión. Para conseguir tal instalación, o incorporación personal, o como se quiera llamar, es imprescindible el estudio y la investigación. De lo contrario, el profesor no será más que un burócrata (al servicio de intereses políticos partidarios) o un técnico (al servicio de los intereses de las clases dominantes).
Entonces. ¿qué cambios propone para que ese modelo de profesor se lleve a cabo?
Los cambios fundamentales se derivan de incluir la investigación, junto a la actividad docente, en el trabajo del profesor. La investigación no puede ser ejercida por agentes externos a la escuela, es decir, por pedagogos universitarios o políticos. Los profesores deberían ser los investigadores en lo relativo al conocimiento escolar.
La investigación que, en mi opinión, debería realizar el profesor abarca, al menos, las siguientes dimensiones: qué se enseña (conocimientos curriculares); cómo se enseña (didáctica); a quién se enseña (conocimiento de la generación actual de estudiantes y sus condiciones sociales); para qué se enseña (fines de la educación); cómo se implementa el sistema educativo, etc. La consecuencia inmediata es que la comunidad de la investigación educativa debe estar compuesta por los profesores. Es decir, los investigadores sobre los ámbitos que acabo de referir serán maestros y profesores, de Primaria y Secundaria.
Evidentemente, esto obligaría a reestructurar el sistema educativo. Habría que dar medios (bibliotecas, etc.) a los profesores, reformular su horario laboral hasta llegar incluso a tener más horas de investigación que de práctica, ya que la calidad de la práctica depende de la calidad profesional.
Además, el claustro debería ser el principal órgano de decisión de la escuela en lo referente a la acción educativa. Habría que empezar a decir en alto que la participación de los padres en la escuela no puede invadir la actividad profesional del profesor. Al miso tiempo, habría que recordar a los padres que su principal responsabilidad educativa está en la familia, y que sin educación en la familia difícilmente se pueden conseguir resultados en la escuela.
¿Se le pide demasiado a los colegios e institutos?
Yo creo que se ha extendido un malentendido; se considera a la escuela como la solución de todos los problemas de la sociedad. Si hay accidentes de tráfico se dice que la escuela debe incluir educación vial; si hay violencia de género, la escuela tiene que educar; cuando hay casos de violencia juvenil no faltarán comentadores periodistas que digan que el problema reside en la educación, no en el cambio de leyes, etc. Sin embargo, la escuela no puede cargar con todos los problemas sociales.
Es cierto que todos esos problemas sociales están ligados a una dimensión educativa. De ahí que se haya puesto de moda entre los periodistas hablar de educación cuando hay entre los jóvenes un problema de violencia, de drogas, etc. Pero habría que dejar esos simplismos y subrayar que la escuela, siendo la principal institución educativa, no es la única institución social con dimensión educativa. ¿es que los medios, sobre todo la televisión, no tiene una función educativa, o des-educativa, en este caso? ¿Es que la familia no tiene una responsabilidad crucial en la educación? ¿Y la institución judicial? Ciertas sentencias que generan impunidad ante ciertas conductas, ¿acaso no generan una función des-educativa en la sociedad? ¿El sistema financiero no tiene nada que decir ante la exclusión social?
Yo creo que, al hablar sólo de la responsabilidad social de la escuela, nos hemos instalado en un simplismo muy cómodo. Simplismo que, por otro lado, alimenta una tendencia muy viva en nuestra sociedad: la tendencia a buscar cabezas de turco ante los problemas. Las autoridades harían un gran bien a la sociedad si empezaran a reclamar a cada institución social su parte de responsabilidad en la educación. ¿Te imaginas a un gobernante reclamando a las instituciones financieras su responsabilidad en el problema de la exclusión social? Eso hoy no se contempla entre la clase política o pedagógica por muy progresista que sea. Es menos problemático para su puesto de trabajo decir que la escuela tiene que resolver la exclusión social.
Parece entonces que la sociedad no asume su responsabilidad educativa, sino que se limita más bien a reclamársela a la escuela
En efecto. Además, hoy el ciudadano puede no saber de arquitectura, de leyes o de otra profesión. Pero, acerca del trabajo del profesor, ¿quién dice no saber? Todos saben: los padres, los periodistas, incluso tenemos jueces que dicen redactar «sentencias pedagógicas».
A ello se une que la profesionalidad del profesor está cada vez más diluida y debilitada. Este es el problema básico: el profesor es, cada vez más, un mandado que hace lo que le dicen los pedagogos, los políticos.
La pérdida de prestigio social de profesores y maestros, ¿es el origen o la consecuencia de este fenómeno?
Hay muchos factores que influyen, pero el fundamental es la desprofesionalización de este trabajo. Por eso he dicho antes que la clave de la reforma reside en reforzar la profesionalidad del profesor. Introduciendo el estudio y la investigación en su actividad, se devolvería la excelencia profesional a este trabajo. Haría que el trabajo de profesor fuera intelectualmente atractivo, cosa que ahora no ocurre.
Otro factor crucial es la situación de miseria en que se encuentra la pedagogía en nuestro país. Hoy día, el 95% de los universitarios que llega a Pedagogía es porque no ha podido entrar en otras carreras. Se ha convertido en el coche escoba de la universidad. Lo grave de esta situación es que excluye de esta carrera a los intelectualmente más válidos. Esto explica, junto a la endogamia universitaria, la pobreza intelectual de la Pedagogía en nuestro país.
Sus propuestas incluyen mayor dedicación horaria a la investigación que a la práctica con una restructuración total del horario, el Bachillerato de tres años, Incluir la excelencia educativa y otros muchos cambios. ¿No cree que pueden resultar polémicas?
Lo que debería ser polémico es sostener, como ha hecho el presidente del Gobierno actual, que tenemos un buen sistema educativo cuando el fracaso escolar supera el 30%, y empeorando. Si la sociedad no se escandaliza ante estas declaraciones, es que algo esta tallando.
¿Existe un inmovilismo que dificulta la reforma educativa?
Así es. Hasta tal punto que creo que, dadas las condiciones actuales de nuestro país, es difícil que pueda haber una reforma educativa seria en los próximos 10-15 años.
Por dos razones principales. En primer lugar, la pedagogía actual es conservadora, inmovilista, y excluye todo discurso que critique los dogmas establecidos. Lo curioso del asunto es que ese conservadurismo proviene, hoy en día, de posturas autodenominadas progresistas
Esta situación se ve agravada por la endogamia que existe en la universidad española. El sistema de selección del profesorado universitario en España es tercermundista: la dedocracia se ha instaurado, como un cáncer en la universidad Eso genera que los candidatos elegidos sean los mas serviles, y no los mejor preparados.
En el ámbito politico, y esta es la segunda razón, las diferentes comunidades autonómicas subyugan la educación a los intereses partidistas y a las políticas a corto plazo. La consecuencia más grave del actual sistema autonómico es que ha roto con la índole nacional de la educación
De este modo es cada vez más difícil defender dos conceptos básicos de la educación y el sistema democrático: la libertad y la igualdad
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