Por: Ricardo Baruch
La agenda actual de los ultraconservadores en América Latina es muy amplia. Va desde detener el avance del matrimonio entre personas del mismo sexo así como la adopción, pasando por la prohibición total del aborto, e incluso temas nuevos como la limitación del uso de tecnologías para la fertilización y la subrogación de vientres solo para parejas heterosexuales casadas. Otro de los asuntos más recurrentes que se han visto bajo ataque es la educación sexual, a la que han culpado recientemente de «hipersexualizar» a la niñez y promover la homosexualidad. Nada más lejos de la realidad, ya que a estas alturas del siglo XXI, la educación sobre sexualidad en México apenas toca temas que vayan más allá de aspectos básicos de la prevención del embarazo y del VIH en la mayoría de las escuelas.
De acuerdo a la iniciativa Mira Que Te Miro, que monitorea el avance del cumplimiento de los compromisos en derechos sexuales y reproductivos, México está por debajo de la media regional en cuanto al marco normativo necesario para que se brinde educación integral en sexualidad (EIS) en las escuelas. Esto muestra en parte la falta de compromiso de la SEP con el tema, ya que muy poco se ha avanzado desde que en el año 2008 se firmó la Declaración Ministerial Prevenir con Educación, la cual tenía por objeto comprometer a todos los países de América Latina a implementar una mejor EIS desde el nivel primaria.
2 de cada 3 mujeres adolescentes en el mundo no saben qué les está pasando cuando tienen su primera menstruación.
El problema no ha sido solo la falta de voluntad política, sino la oposición a la EIS por parte de organizaciones ultraconservadoras que consideran que es perjudicial hablar de sexualidad en las escuelas. ¿Quién no recuerda que hace poco más de un año la Unión Nacional de Padres de Familia y diputados del PAN proponían quemar los libros o arrancarles las páginas con contenido sobre sexualidad? El enfoque de solo-abstinencia promovido por estos grupos no solo es inútil, sino que incluso es perjudicial para las y los adolescentes. El discurso de que «a mis hijos los educo yo» queda rebasado por el hecho de que son muy pocos padres y madres que hablan abiertamente sobre sexo con sus hijos e hijas. De cualquier manera, de ninguna manera se pretende quitarle a las familias la posibilidad de que sean ellas la fuente primaria de formación de sus hijos.
México es el país con la tasa de embarazo adolescente más alta de entre los países de la OCDE. Un cuarto de las nuevas infecciones de VIH en el país se dan entre menores de 24 años, según CENSIDA. La violencia hacia las mujeres repunta y se hace cada vez más visible. El país tiene el segundo mayor número de crímenes por homofobia y transfobia en el mundo, de acuerdo a ONU-DH. La educación integral en sexualidad no es la llave mágica que abatirá todos esos problemas, pero puede contribuir enormemente a combatirlos.
No hay que olvidar que la familia o los profesores no son la única fuente de información sobre sexualidad: la era digital ha permitido que las y los adolescentes accedan a millones de páginas de internet con contenido sexual a través de dispositivos electrónicos, por lo que resulta ingenuo pensar que si el o la joven no recibe EIS en la escuela, no se tendrá contacto con datos, imágenes y videos eróticos.
Rumbo a las elecciones del 1 de julio es urgente que las y los candidatos se comprometan a impulsar la EIS en todos los niveles de gobierno. No solo porque es lo correcto para la juventud de México, sino también porque es parte de los compromisos internacionales firmados por el gobierno, tales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo.
Fuente: https://www.huffingtonpost.com.mx/ricardo-baruch/el-nuevo-ataque-a-la-educacion-sexual_a_23378783/