«Una escuela es una comunidad de personas que aprenden. ¿Qué hace que una escuela sea buena? Debería crear las condiciones óptimas para que tus hijos aprendan y evolucionen en todos los aspectos (…): cognitivo, afectivo, social y espiritual. Debería sacar a la luz sus mejores cualidades personales y ayudarles a desarrollar las competencias que necesitan para abrirse camino en la vida.» Ken Robinson:Tú, tu hijo y la escuela.
La educación está viviendo un momento de transformación, que podríamos denominar disruptivo. Es decir, todo está cambiando inevitablemente y a una velocidad impensable para una institución históricamente tan conservadora como es la escuela. Esta situación de crisis de transformación está creando ciertas distorsiones a la hora de interpretar lo que está pasando realmente.
Este artículo está pensado para desenmascarar algunas de estas confusiones y mentiras que circulan en nuestro día a día y que, gracias a las redes sociales, se amplifican y transmiten sin freno y sin las verificaciones que serían convenientes.
1ª mentira: Si una persona despertara después de cincuenta años en un aula de una escuela actual, no vería ningún cambio con respecto a la escuela de su época. La transformación de los espacios de aprendizaje en las escuelas se está produciendo cada vez de forma más evidente. Eso que se conoce como aula del futuro es una realidad cada día más evidente, a pesar de los costes económicos que conlleva. Lo cierto es que se están creando nuevos espacios que condicionan una nueva manera de enseñar y de aprender.
2ª mentira: El propósito de la escuela continúa siendo invariablemente la transmisión de conocimiento de las diferentes áreas curriculares. Sin duda, esta continúa siendo una de las funciones de la escuela, pero no es la única ni posiblemente la más importante. Como dice Robinson en la cita que encabeza este post, el propósito de la escuela es dotar de los conocimientos, las herramientas, las destrezas, las habilidades… que ayudarán a nuestros alumnos y alumnas a tener éxito en la vida.
3ª mentira: Los alumnos son receptores pasivos de su aprendizaje. La consolidación de un buen número de metodologías inductivas, que se están introduciendo de manera evidente en nuestras aulas, es una buena muestra de ello. El problema, como he comentado ya en otras muchas ocasiones, está en no hacer un buen uso de ellas… está sucediendo y es necesario ponerle freno.
4ª mentira: Hay un fuerte enfrentamiento entre «buenos» y «malos» profesores. Podría parecer que eso está sucediendo… pero creo que es más un eco, una consecuencia de la utilización masiva y descontrolada de las redes sociales. En ellas damos rienda suelta a nuestro ego y transmitimos una imagen distorsionadas e idealizada de la realidad. Los «superprofes» no existen… o quizá sí, cualquier persona que dedica su tiempo a enseñar, a facilitar el aprendizaje de otra persona, merece ese calificativo. Pero no siempre lo grandes profes reciben premios y reconocimientos.
5ª mentira: Más innovación, implica más y mejor aprendizaje. Esta afirmación no siempre es real. En el nombre de la innovación se están cometiendo verdaderas atrocidades con nefastas consecuencias para el alumnado. La innovación debe tener sentido y debe disponer de tiempo para consolidarse.
6ª mentira: La tecnología no se está incorporando en las aulas. No es verdad, la tecnología sí que se está incorporando en los procesos de enseñanza/aprendizaje. Sí, es cierto que a un ritmo muy lento y no sin dificultades y múltiples obstáculos, pero cada día se están mejorando procesos gracias al uso de las TIC. Por si alguien aún tiene la intención de enfrentarse a esta realidad, le diría que dedicara su esfuerzo a otros asuntos… la tecnología acabará siendo un elemento imprescindible en nuestras aulas de manera inminente e inevitable.
7ª mentira: La neurociencia está transformando nuestra forma de enseñar y de aprender. Esto aún no es una realidad, la neurociencia está todavía en una fase demasiado embrionaria y la incidencia de sus descubrimientos en la realidad del aula es muy compleja y difícil. Estoy convencido de que en un futuro (que deseo no muy lejano) está mentira pasará a ser una verdad indiscutible.
8ª mentira: Hay que enseñar a cada niño o niña según su estilo de aprendizaje. En ocasiones comentemos el error de querer facilitar demasiado la labor de los alumnos. En lugar de limitarnos a enseñarles de manera que se refuerce su talento, quizá resulte más interesante que les enseñemos reforzando aquello en lo que tienen más dificultades o limitaciones. Relacionado con esto, me gustaría poner atención el mal uso que se está cometiendo de la teoría de la inteligencia múltiples en muchas aulas, reconocidas y denunciadas por el propio Gardner.
9ª mentira: Hay que mejorar los resultados en PISA a toda costa. Esto es algo que nuestros gobernantes, e incluso la opinión pública (si es que esta existe), demandan como si fuera la solución a todos los problemas de nuestro sistema educativo. PISA solo es un indicador, potente pero limitado… la mejora de los resultados debería ser por mejorar los procesos de enseñanza/aprendizaje y no por preparar a nuestros alumnos y alumnas para mejorar en estas pruebas.
10ª mentira: Hay que recuperar la cultura del esfuerzo: codos, codos… Creo que no hay que confundir la capacidad de sufrimiento y angustia, con la motivación y las ganas de trabajar y estudiar. Loa alumnos se esfuerzan más cuando entienden y captan el sentido y la aplicación de aquello que están aprendiendo. Es hora de acabar con los exámenes que solo evalúan la retentiva a corto plazo de información y pasar a una evaluación diagnóstica que sirva para mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos y alumnas.
Seguro que tú conoces otras mentiras sobre la educación escolar actual… ¿las compartes con nosotros?
Fuente: http://www.salvarojeducacion.com/