¿ESTADO EDUCADOR?

estado eucador

Julio C Valdez/ Venezuela
Ocurre algo casi invisible pero de la más alta relevancia en la Venezuela de hoy. Desde nuestro cuerpo institucional vigente, tan pesado para vivir en sí mismo la práctica socialista, han empezado a proliferar en los últimos años espacios de formación institucionales y transinstitucionales.

Por ejemplo, existen viceministerios cuya función primordial es la formación, como es el caso del viceministerio de educación del Ministerio de la Defensa. Los ministerios asumen directamente procesos formativos, no sólo para sí mismos, sino también para las comunidades, como lo hacen los Ministerios de Comunicación e Información y el Ministerio para las Comunas y Movimientos Sociales, entre otros. Y también lo hacen organismos como CANTV, UNAMUJER, IDENNA, ONA y un buen etcétera. En estos procesos, nuestro cuerpo institucional comparte (por lo menos de modo incipiente) con innumerables experiencias formativas en educación popular, autogestionarias, para la producción, que han emergido desde hace mucho a partir de la organización popular.

¿Por qué es importante esto? Tal vez por dos grandes razones:

1. La diversificación de sujetos educativos y la proliferación de espacios para la formación (política, científica, técnica) implica un replanteamiento incluso de la concepción de estado docente que pese a su vigencia y su enorme importancia, había restringido la función formativa a las instituciones de la educación escolarizada (inicial, primaria, liceo, universidad). Es la sociedad la que educa en todos sus espacios y todo el tiempo; la educación escolarizada es sólo un modo de educar.

2. En la búsqueda de modos y medios de formación con la máxima pertinencia social, los/las diversos/as protagonistas en los múltiples espacios necesariamente se han visto en la situación de asumir reflexiones críticas sobre los modos y modelos educativos dominantes y buscar referencias en fuentes latinoamericanas (como la educación popular, la educación dialógica de Freire y la sistematización de experiencias) para desplegar procesos formativos realmente transformadores en conjunción con los grandes colectivos nacionales.

Estos procesos casi invisibles son sumamente importantes no sólo para la formación transformadora al interior de las propias instituciones –tarea extremadamente urgente-, sino también para la construcción de espacios formativos transformadores nacionales con la participación activa y protagónica de todas las comunidades del país. Esto –a mi humilde parecer- conlleva una alta potencialidad transformadora en el sistema educativo venezolano capaz de mover las anacrónicas pautas organizativas y prácticas curriculares de nuestro sistema escolar.

Ahora bien, dado lo anterior queremos hacer tres propuestas para mejorar y potenciar estos espacios formativos aún incipientes:

1. Considerar todo esto como un asunto de Estado. De un Estado educador, que ya aparece en el artículo 5 de la Ley Orgánica de Educación vigente. El Estado ha de asumir los lineamientos filosóficos y las acciones estratégicas para que estos procesos formativos impregnen las instituciones y viabilicen el plan de la patria.

2. Fomentar oportunidades de encuentros entre instituciones y comunidades para compartir lo que hacen en materia formativa y para reflexionar conjuntamente en torno a los supuestos fundamentales, las referencias doctrinarias y las acciones sistemáticas que puedan derivarse de ello. En foros, conversatorios, jornadas de reflexión pueden constituirse -por ejemplo- mesas de trabajo encargadas de analizar críticamente las experiencias, sus fundamentos y su impacto social, generando propuestas y caminos alternativos.

3. Registrar, sistematizar, escribir y socializar estas experiencias formativas de cara a la profundización teórica y al desarrollo de esquemas y metódicas de acción ampliamente dialógicas y transformadoras.

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