Por: Esther Pineda
Ejemplos de esta femigerontocracia los hay en toda Iberoamérica, sin embargo, entre sus principales exponentes destaca la antropóloga mexicana Marta Lamas.
“El opresor no sería tan fuerte
si no tuviese cómplices
entre los propios oprimidos”
(Simone De Beauvoir)
La femigerontocracia hace referencia al grupo de feministas con edades comprendidas entre los 60 y 80 años, en su mayoría blancas, pertenecientes a las clases medias y altas, cuya experiencia profesional ha transcurrido entre la academia, la ocupación de cargos políticos, gerenciales y ministeriales, así como, el lobbismo para la obtención de contratos y financiamientos con organismos internacionales y embajadas. Estas feministas se caracterizan por mantener una narrativa melancólica, añorando sus otroras glorias y su pasada influencia en la opinión pública y mediática, la cual han perdido ante su imposibilidad de convocar y dar respuesta a los múltiples intereses y necesidades dentro de la diversidad del feminismo, entre estas las mujeres obreras, indígenas, afrodescendientes, lesbianas, campesinas, estudiantes, entre otras; pues, su trabajo se caracteriza por el abordaje clasista, racista, lesbo-trans-fóbico, anacrónico y desactualizado de las problemáticas, desigualdades, discriminaciones y violencias que afectan a las mujeres en la sociedad actual. Ante ello, se muestran reticentes a actualizar sus campos de trabajo e investigación, desestiman, critican y atacan a las feministas jóvenes que no se sienten identificadas con ellas o no las reconocen como referentes o influencia; al mismo tiempo que, defienden y justifican a violadores, maltratadores y femicidas, coquetean o articulan con el poder constituido y establecen alianzas con los sectores más conservadores y patriarcales para mantener su vigencia, presencia y beneficios.
Ejemplos de esta femigerontocracia los hay en toda Iberoamérica, sin embargo, entre sus principales exponentes destaca la antropóloga mexicana Marta Lamas; quien tras haberse hecho de un nombre, una carrera y un prestigio enarbolando la bandera del feminismo, en la actualidad -y para mantener su vigencia-, se ha convertido en el brazo más fuerte y cómplice del patriarcado latinoamericano.
En el año 2017 se realizó el “Coloquio Marta Lamas en diálogo con XY” en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para el cual fueron invitados como panelistas para hablar sobre feminismo 11 hombres y ninguna mujer. A los cuestionamientos Lamas respondió “Cuando me lo propusieron pensé que era algo distinto, creativo, lúdico. Pensé que podría ser interesante que un grupo de hombres que son mis amigos y aliados en muchas causas hablaran de mi trayectoria, de mi activismo y de mi obra. Creí que además podría invitar a un cierto tipo de público que ya no va a los eventos feministas porque siempre son iguales o muy parecidos”. Afirmó que durante su carrera ha hecho muchas conferencias con mujeres “Por eso me parecía divertido que fuera sólo con hombres”, además insistió en que “El tema era hacer visible que existen hombres que me han ayudado y acompañado en esta lucha”. Pero no bastaba con ello, Lamas en su oportunista acercamiento al patriarcado decidió arremeter contra el feminismo: “La impresión que a mí me da es que las feministas la están pasando muy mal en el patriarcado, hay muchísima agresión contra ellas. Es horrible ser mujer joven en la ciudad y subirte al metro, que te manoseen, las violaciones, los feminicidios. Es algo que yo veo en las marchas, a las jóvenes muy enojadas y tienen razón. Lo que me preocuparía es como se canaliza de la mejor manera política esa energía”.
No obstante, tras estas declaraciones Marta Lamas continuó avanzado en una dirección sin dudas peligrosa, que no solo puede tacharse de sexista, sino también de misógina. En los últimos años ha insistido en defender y justificar todo aquello que oprime, vulnera y violenta a las mujeres, desconociendo e invisibilizando las desigualdades por razones de género, las relaciones de poder, la educación diferenciada, la concepción de la mujer como objeto sexualizado para el consumo masculino (cuyo valor o devaluación está determinada por su sexualidad), la socialización de los hombres para el ejercicio de la violencia, así como, la satisfacción de sus deseos en los cuerpos de las mujeres sea de forma consensuada o no.
Desde su perspectiva de clase, es incapaz de empatizar y reconocer las violencias que a ella no le oprimen, por ello, Lamas defiende la prostitución (“Muchas piensan que hay que abolir el comercio sexual. Yo creo que hay que regularlo y permitir nuevas formas de organización”. “Hay dos formas de tener relaciones sexuales, una es un intercambio expresivo y la otra un intercambio instrumental, quieres conmigo, dame algo a cambio”. “No está mal utilizar el capital erótico… cada quien tiene capitales culturales, económicos, sociales o intelectuales”), el acoso sexual (“Creo que hay muchas cosas a las que se les está nombrando acoso que no son acoso”. “El pobre de Clinton porque tuvo un affairecito chiquito allí, ni siquiera con su interna, el escándalo que eso fue, que tuvo que dar explicaciones y pedir perdón”), el acoso callejero (“No es lo mismo una mujer que recibe un piropo a una mujer que es violada”. “Hay mujeres que también les gusta que les pongan la mano de cierta manera o que les coqueteen de cierta manera”. “Chicas jóvenes que en este momento ya no les gustan los piropos, que ante un piropo a veces sobre reaccionan y dicen que es acoso”. “Me parece importante cuestionar una postura que yo estoy viendo con un cambio generacional, de si yo me siento acosada es que me están acosando”. “Las mujeres de repente se ofenden con que las miren con deseo”. “Que un tipo de repente se frote en el metro o te haga un manoseo, claro que no es agradable pero tampoco es una tragedia, ni con eso vas a quedar marcada para toda la vida”), las insinuaciones sexuales de adultos a menores de edad (“Creo que es una injusticia lo que le pasó a Kevin Spacey”) entre otras formas de violencia y desigualdad.
Pero ante el rechazo de las nuevas generaciones de mujeres feministas quienes no ven en ella un referente, quienes la han criticado por su perspectiva racista, clasista y ahora abiertamente sexista, arremete contra ellas llamándolas “nuevas puritanas”; sin embargo, para no desaparecer del espectro publico busca ganar con sus declaraciones y publicaciones la validación, el reconocimiento y la simpatía del patriarcado. Marta Lamas es eso que el machismo ha estado esperando, una falsa feminista que valide y reconozca sus violencias, que pueda ser citada y referenciada para “desacreditar” al feminismo; este hecho sin dudas lo convierte en un “feminismo” aceptable, equilibrado, consumible, y por supuesto mediático.
Al respecto algunas feministas opinan que visibilizar y señalar las violencias, revictimización y culpabilización de las mujeres por parte de Lamas de alguna forma contribuye a legitimarla, sin embargo, a alguien que habla en nombre de las mujeres, desde una narrativa que intenta hacer pasar por feminista, sin lugar a dudas hay que desenmascararla. Ante ello celebro y apoyo la iniciativa la Red mexicana de Feministas Diversas, quienes en un manifiesto condenan las nuevas formas de justificación, normalización, naturalización y perpetuación de acoso, hostigamiento, violación sexual y feminicidios, que son legitimadas en el contenido del libro “Acoso ¿Denuncia legítima o victimización?” escrito por Marta Lamas y publicado recientemente por el Fondo de Cultura Económica. Esta manifiesto alerta que el libro no debe ser tomado, de ninguna manera, como un referente teórico, metodológico, ni epistémico, para impartir justicia en lo referente a delitos sexuales denunciados pues, el libro tiene una clara intención de provocar y confrontar las luchas feministas y, por otro, sus argumentos sirven de referencia para perpetuar el patriarcado en el sistema de justicia penal.
Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/femigerontocracia-oportunismo-y-complicidad-patriarcal/