Por: Carlos Arturo Serna Jaramillo.
Orientar con criterios empiristas, naturalistas y pragmáticos es la recomendación de John Dewey. Para él se aprende del mundo mediante la experiencia y el ejercicio de la inteligencia que enfrenta problemas del conocimiento y del comportamiento moral de la persona; o sea, la conducta humana.
La educación debería basarse en el empirismo, que supone practicar el método propio de las ciencias experimentales. Pensar y realizar inteligentemente, de acuerdo al proceder científico, desarrolla sentido de curiosidad y comprensión del mundo en contravía de ideas y pensamientos estereotipados, que por dogmáticos e inútiles no reconocen que el conocimiento está expuesto a ensayo y error y que la certeza de una afirmación requiere tiempo e investigación. “Que el agua contaminada y es tóxica para la salud y sin ella no se vive”, es una aseveración que en el siglo XIX era ignorada por la gente, que enfermaba y moría por consumir un líquido impotable.
La educación tiene sentido y significado si el individuo es capaz de interrogar y averiguar por las relaciones que constituyen la realidad, por cómo las cosas son útiles a las necesidades vitales y si hay explicación de los fenómenos de la naturaleza. Años de investigación científica y procedimientos ayudan a forjar el espíritu científico y que, en calidad de pautas educativas, contienen lo siguiente: 1. Señalar que existe un problema o una dificultad que hay que resolver (para Dewey todo pensamiento que sea genuino parte de un problema que concita a la reflexión y reclama solución. ¿Qué se ha de hacer para que haya suministro de agua potable a la ciudad y que sea un servicio permanente y a futuro? 2. Clarificar el problema por medio del análisis –descomponerse en sus partes- y confrontado con experiencias pasadas y conocimientos adquiridos y reputados como verdaderos y que han sido útiles a los fines prácticos. 3. Formular una pregunta a manera de hipótesis: “¿Qué hacer para conservar el caudal hídrico de modo que asegure el líquido vital, no solo ahora sino en un mañana y por tiempo indefinido?” 4. Establecer consecuencias o posibles desenlaces de las acciones a emprender. 5. Por último, corroborar o revisar, a la luz de nuevos conocimientos, las acciones realizadas y saber, en concreto, qué se espera de ellas.
Identificados los problemas se anticipan eventualidades posibles. ¿Qué hacer en una situación de extrema sequía donde solo queda un hilo de agua? Esto lo resuelve la imaginación científica, con base en hechos y realidades, y un compromiso inteligente y razonable que fija líneas de acción de acuerdo al conocimiento adquirido y la tecnología disponibles en un momento determinado. Es el empirismo educativo.
Fuente del artículo: http://www.cronicadelquindio.com/noticia-noticia_opinion-seccion-opinion-titulo-empirismo-y-educacion-op-20067