Hay libros que son perfectos para leer en tiempos de confinamiento. Y el que acaba de publicar Maria Carme Alerm es uno de ellos: A sota veu. Relats en femení (En voz baja. Relatos en femenino), en Stonberg editorial. En nuestro confinamiento hemos tenido tiempo de reflexionar sobre cómo era la vida antes del encierro y en cómo será a partir de ahora. Y eso ha dado para mucho. Como también se han puesto a prueba nuestras relaciones familiares y con los amigos. O con nosotros mismos, desde nuestra soledad. Muchos de los textos de este libro tratan cuestiones semejantes.
Las historias conectan con el lector por la actualidad de sus temas, de forma que las inquietudes y aspiraciones de sus protagonistas nos son muy cercanas: los problemas de la gente mayor, los amores deseados y los rechazados, las enfermedades que invalidan, los trabajos alienantes, los recuerdos… Las protagonistas de los relatos son mujeres de diferentes edades que se enfrentan a situaciones difíciles de superar. Situaciones que todos –de una manera u otra- hemos vivido en primera persona o a través de amigos o familiares. A partir de los conflictos de estas mujeres, de sus sentimientos y de sus emociones, los lectores podemos reflexionar sobre la manera que el ser humano se enfrenta a la vida.
Maria Carme Alerm es catedrática de Lengua y Literatura de instituto, y doctora por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) . Fue cofundadora de la revista digital El Pasajero. Revista de estudios sobre Ramón del Valle Inclán, con la que mantiene una estrecha colaboración. Su principal ocupación es la docencia y conoce la importancia de enseñar. Y de hacerlo de diferentes maneras. La literatura es una de las que ha escogido. Estos once relatos que nos ofrece son testimonio de ello.
Carme, tu libro está circulando en un periodo de confinamiento. Es una más de las actividades afectadas por el COVID-19. ¿Cómo crees que influirá en el futuro a la comunicación literaria?
El mundo de la cultura y el de los libros en particular se ha visto afectado de lleno por el confinamiento, sobre todo porque ha impedido la celebración de la fiesta de Sant Jordi, que se ha visto sustituida por vídeos grabados o por encuentros virtuales en el mejor de los casos. Las editoriales han hecho esfuerzos para adaptarse, aun cuando una pantalla nunca podrá reemplazar el contacto directo entre autores y lectores entre decenas de puestos de libros y de rosas.
Parece que ante la imposibilidad de acceder al libro en papel, se han potenciado los ebooks. Tal vez esto contribuya a difundir más la lectura en este formato. Si así fuera, la comunicación literaria estaría asegurada, porque de lo que se trata, al fin y al cabo, es de promover la lectura, sea cual sea el soporte que utilicemos.
En “A l’altra banda del balcó” (Al otro lado del balcón) –como si fuera una premonición- la protagonista padece ‘sensibilidad química múltiple’, una enfermedad que le impide salir a la calle -entre otras cosas- y, cuando lo hace, utiliza una mascarilla. Esta situación cambia su relación con su marido. Es un caso similar a lo que estamos viviendo estos días. Desde tu punto de vista, ¿este confinamiento puede cambiar nuestras relaciones familiares y nuestras relaciones con los demás?
Me temo que mientras no se logre la vacuna y se pueda extender a toda la población, inevitablemente sí van a cambiar nuestras relaciones con los demás. A corto plazo podremos tener un contacto presencial, pero no físico. Y nos va a costar porque besos y abrazos están presentes por doquier en nuestra cultura, tan mediterránea.
Confiemos, sin embargo, en que no dure demasiado tiempo… En este sentido, la situación de los afectados por la Sensibilidad Química Múltiple es mucho más dura, porque el virus tal vez pueda desaparecer de nuestras vidas, pero los productos químicos, no. Y para ellos, por desgracia, el confinamiento y las mascarillas seguirán formando parte de su día a día, pues hasta la fecha no se ha encontrado ningún tratamiento efectivo contra esa enfermedad tan cruel.
El cuento “Ja no tornarem a Ribes” (Ya no volveremos a Ribes) trata el tema de la gente mayor y de las residencias de ancianos. Después de la que está cayendo con los ancianos en las residencias, ¿cómo ves la condición de los mayores en la sociedad actual?
Este relato se sitúa en una residencia, aunque el centro de atención no es el mundo de los geriátricos en sí, sino las vivencias de un personaje en concreto que está bien atendido, pero que no se siente a gusto con el trato a veces demasiado “infantilizado” que recibe. Se trata de una perspectiva muy personal: la protagonista mantiene su lucidez, pero tiene limitaciones físicas que le impiden llevar una vida independiente; por eso no es feliz.
Sin embargo, ello no significa que en los geriátricos no haya grandes profesionales que lleven a cabo una labor encomiable. En los medios de comunicación están apareciendo noticias escalofriantes sobre determinados centros en los que no se ha atendido debidamente a los residentes y han proliferado los decesos; pero me consta que, por fortuna, no en todos es así. Y en este sentido, tienen toda mi admiración, respeto y agradecimiento.
Otro tema que está presente en “La fressa del riu” (El ruido del río) es la dificultad de algunas personas para hacer frente al pago de los alquileres y el consiguiente desahucio. ¿Con la crisis que se nos viene encima, qué crees que hemos aprendido sobre ello?
La protagonista del relato es vicedirectora de una entidad bancaria que vendió productos tóxicos -pensemos en las preferentes- a sus clientes. Al estallar la crisis del 2008 esos clientes sufrieron grandes pérdidas y la protagonista sufre hostigamiento y amenazas, lo que le provoca una severa depresión. Trata de romper con todo ello cambiando de oficina y mudándose a un pueblo; pero la vivienda que acaba de comprar, a buen precio, procede de un desahucio…
Esperemos que algo hayamos aprendido de esas malas prácticas, aunque, sinceramente, no soy demasiado optimista.
Sabemos que te dedicas a la enseñanza de la literatura en un instituto. Ahora estarás experimentando la enseñanza a distancia con el cierre de los centros educativos. ¿Cómo lo valoras?
Es una situación insólita para la que no estábamos preparados. Los primeros días fueron de mucho desconcierto. Después nos hemos ido organizando, pero, aun así, es duro tanto para los profesores como para los alumnos. Estamos preparando y enviando un montón de materiales, y además impartimos una clase virtual a la semana por asignatura; pero los alumnos se sienten sobrecargados y nosotros, también. Tengo la suerte de que todos mis alumnos cuentan con ordenador y wifi, pero echan mucho de menos la enseñanza presencial porque el contacto directo en el aula, el calor humano al fin, es crucial para el aprendizaje.
¿Cómo crees que será el futuro de la educación tras la pandemia? ¿Piensas que será posible mantener la distancia de seguridad en los centros educativos?
El futuro es muy incierto en todos los ámbitos y, por supuesto, en la educación de un modo especial. En mi instituto, un edificio ya antiguo, convivimos unos ochocientos alumnos y más de sesenta profesores. Siendo así, mantener la distancia de seguridad en las actuales condiciones lo veo prácticamente imposible. Tal vez deba recurrirse a la construcción apresurada de barracones, no lo sé. Desde luego, nosotros haremos cuanto podamos para adaptarnos, pero serán las autoridades quienes deban ofrecernos alternativas.
Con el confinamiento muchos de nosotros hemos ocupado nuestro tiempo en escribir diarios, cuentos, historias…. En tu libro también mencionas que la literatura tiene un valor terapéutico, ¿cómo ves este valor justo en estos momentos?
El confinamiento ha abierto una brecha en nuestras vidas y nos ha inducido a reflexionar. Eso es lo positivo. Cada día recibo por whatsapp las reflexiones de un amigo mío, exprofesor de instituto y autor y director teatral. Lo titula “Diario de un confinamiento” y ahí va enhebrando ideas, impresiones, sensaciones, recuerdos… Entiendo que es como una terapia para él. Ahora bien, yo creo que ese torrencial no debe ser un fin en sí mismo, sino la materia prima para una reelaboración posterior en clave literaria. Precisamente, hay un relato de mi libro donde la protagonista también vierte sus zozobras en un diario, pero más adelante decide depurarlo. Ello le permite tomar distancia y a la vez el esfuerzo que exige esa obligada destilación literaria se convierte también para ella en una especie de terapia interna.
El libro consta de 11 relatos bastante diversos, pero hay tres que se desarrollan durante la guerra civil o la posguerra. ¿Parece que el tema de la guerra civil es uno de tus preferidos?. ¿Por qué la guerra civil sigue siendo un tema tan recurrente? ¿Qué experiencia indirecta tuviste tú de ella?
Sí, ese tema aparece en varios relatos y también en otros que no se recogen en el libro. Pertenezco a una generación en la que la guerra civil y la primera postguerra era algo ya muy lejano, pero nuestros padres y nuestros abuelos nos hablaban a menudo de ello: el hambre, la represión, el miedo… Siempre me habían llamado particularmente la atención los comentarios que oía sobre los campos de concentración franquistas. Recuerdo que en mi infancia un familiar mío me contaba horrores de su paso por varios de ellos, pero en aquel momento no se hablaba del tema. Estaba relegado a la memoria oral, por así decirlo. Hace unos años empezaron a publicarse estudios y pude comprobar la veracidad de lo que me contaba y sentí la necesidad de reflejarlo en mis relatos. Paralelamente, fui incorporando otros aspectos no siempre relacionados con las vivencias de mi familia, pero que me impresionaron mucho, como el papel de las mujeres en la guerra civil, por ejemplo. He procurado que mis personajes sean gentes sencillas, con sus debilidades y sus contradicciones, y cómo no, con ciertas trazas de un heroísmo anónimo que sin duda los dignifica.
Tu libro tiene un subtítulo, Relats en femení (Relatos en femenino), ¿por qué? ¿Qué tiene que ver con el título, A sota veu (En voz baja)?
Los relatos son heterogéneos porque tratan varios temas, pero tienen en común el protagonismo de la mujer en diferentes etapas de su vida. Con todo, no están destinados a un público exclusivamente femenino. En estos textos se reflejan sentimientos, conflictos o ideas que también afectan a los hombres, aunque muchas veces hombres y mujeres solo se atrevan a expresarlos en voz baja, a modo de soliloquio.
En tus relatos las palabras adquieren un valor simbólico acercándonos a otras realidades. O se convierten en un rito para dar paso a mundos poco visibles. ¿crees que esta es la función de la literatura?
Sí, porque la literatura, ante todo, es un arte, el arte de la palabra. Indagar en sus valores simbólicos, en la carga connotativa que las impregna, permite contemplar la realidad desde otros ángulos y ahondar en ella. Aquí radica, en mi opinión, la verdadera magia de la literatura.
Fuente: http://www.aikaeducacion.com/entrevistas/relatos-en-femenino-en-tiempos-de-confinamiento/