Por: David Calderón
Aprender es un derecho. Pasaba en la escuela –para algunos bien, para muchos en formas imperfectas, precarias y repetitivas– y con el tiempo dejamos de preocuparnos que pasara en otros ambientes: en clases extra, en actividades comunitarias, que la tele y la web ofrecieran algo más que entretenimiento, que la propia familia y comunidad local se asumieran deliberadamente como espacios de aprendizaje, que en la calle se aprendiera convivencia y responsabilidad cívica y no majadería, desconfianza e inseguridad.
En México le acabamos cargando a la escuela toda la garantía del derecho; además, arrastrando con la carga de captura, la neoalianza entre la cúpula sindical oportunista –o de dos, la disciplinada de traje y la indisciplinada de marcha– y la camarilla en el poder. Ya teníamos poco, pobre y, para fastidiarla, se le bajó el switch de sopetón. Cuando las escuelas cerraron sus puertas, medida sensata y obligada, nos metimos en un brete mayúsculo, en una crisis de derechos humanos sin precedentes. Sin ese espacio y tiempo compartido, sin el arreglo de “escuela con tu maestra, tus pares y todos los días”, la vida de niñas y niños mexicanos se ha empobrecido dramáticamente en estos ya 14 meses del apagón.
Por supuesto, se han producido aprendizajes no escolares muy valiosos –acuerdos de convivencia, hábitos de autocuidado, las historias de la abuela, aprender a cocinar, bailar, juegos de mesa y de ingenio, travesuras inéditas; se lidió también con temple y buen ánimo para sobrellevar las disparejas sesiones de Aprende en Casa; incluso, en toda clase de iniciativas creativas y a contrapelo de la rigidez de las autoridades, hubo aprendizajes disruptivos en las visitas de los maestros a los hogares, en actividades en plazas y parajes al aire libre, en actividades semiclandestinas en el plantel mismo, que no estaba oficialmente abierto, pero al cual las y los estudiantes llegaron.
Vamos ahora perfilándonos a las aperturas graduales, y se tiene que clarificar qué es un modelo híbrido. ‘Híbrido’ se refiere en concreto a que no es posible ni deseable en este momento –y así será por meses, si no es que por enteros ciclos escolares por venir– ‘regresar a como estábamos’. Híbrido quiere decir que se combinan sabiamente actividades en presencia y actividades a distancia. Se armonizan y se corresponden dos medios, dos series de instrumentos, dos ambientes, pero en una única estrategia: no es hacer dos cosas, sino una sola –propiciar el aprendizaje– para un mismo grupo, buscando resultados equivalentes y significativos.
No se pueden tener jornadas escolares con todos los alumnos inscritos del plantel, ni con todos los asignados a cada aula, acudiendo todo el día y todos los días. Hay que escalonar, hay que pautar el uso de los espacios, hay que establecer horarios y calendarios diferenciados. Ni todos juntos a la vez, ni en el mismo lugar. Si se hacen verdaderos protocolos de regreso a actividades presenciales, entonces se verá que para un jardín de niños el esquema mejor puede ser AA-P-BB: establecer dos secciones del grupo original de cada grado, recibir lunes y martes a la primera sección, dejar el miércoles para limpieza y que se disipe la carga viral, y recibir después jueves y viernes a la segunda sección. En secundaria, la pauta por el riesgo puede ser de mayor dispersión, sólo seis alumnos por grado, de manera que cada estudiante va sólo una vez por semana al plantel. En media superior, podría ser incluso algunas asignaturas con casi todo a distancia, mientras otras en talleres concentrados de una semana entera… hay que ser inteligentes y creativos para estar seguros.
Con repetir el estribillo ‘verde, vacunas, voluntario’, sólo se está posponiendo una pregunta: ¿Cómo le va a hacer cada profesor, con seis alumnos en presencia y veinte a distancia? ¿Clase con transmisión live por Facebook para los que están en casa? Puede ser, algunos temas se prestan. Otros aprendizajes requieren que la teoría se trabaje con aprendizaje autónomo en casa, y que la práctica y ejercitación, el debate con compañeros o las exposiciones de trabajos o proyectos, sean la parte presencial. Pero eso requiere una planeación distinta a la que están habituados los maestros. Requiere de un currículum esencial y abreviado, que la SEP ya tiene trabajado, pero que duerme hasta que vuelvan de gira los funcionarios.
Modelo híbrido no debe significar trabajar doble, tener dos horarios –jornada en plantel y noche/madrugada respondiendo WhatsApp y revisando correos. Es algo mejor y más sólido, que no le pasa la carga de la nivelación a los maestros, ni deja a los alumnos abandonados otra vez a merced de Aprende en Casa. Tenemos pedagogos, MEJOREDU, la experiencia de UNICEF y UNESCO, lo que trabajamos en sociedad civil, lo que ya han probado algunos estados. Híbrido, no doble, es el trabajo que ya hay que hacer.
Fuente: profelandia