Por: NOEL AGUIRRE LEDEZMA. 20/03/2022
Por mucho tiempo, así como se han establecido políticas económicas diferenciadas de las políticas sociales, la educación ha quedado al margen de la praxis de la producción, economía y desarrollo. Al predominar el “modelo económico primario exportador”, como fue a lo largo de la República, la educación solo ejerció el rol de satisfactor de necesidades y ha sido considerada un gasto o un servicio social antes que un derecho.
En tiempos de Estado Plurinacional que construye el horizonte civilizatorio del Vivir Bien, este carácter subsidiario de la educación tiene que transformarse radicalmente. Tengamos en cuenta que están vigentes: (1) la Constitución Política del Estado (2009) que reconoce a la educación como un derecho fundamental —fundamento para el logro de otros derechos— y garantiza la educación productiva para todas las personas; (2) la Ley de la Educación 70 “Avelino Siñani-Elizardo Pérez” (2010), que sostiene que la educación es “productiva y territorial, orientada a la producción intelectual y material, al trabajo creador y a la relación armónica de los sistemas de vida y las comunidades humanas en la Madre Tierra,…” y (3) la Ley 1407 del Plan de Desarrollo Económico y Social 2021-2025, “Reconstruyendo la Economía para Vivir Bien, Hacia la Industrialización con Sustitución de Importaciones” (2021) que establece: “El futuro está basado en la diversificación económica y la Industrialización con Sustitución de Importaciones, la modernización del aparato productivo, la generación de empleo, una mejor distribución de ingresos…”, que tiene como uno de sus principales ejes a la “Educación, Investigación, Ciencia y Tecnología para el Fortalecimiento y Desarrollo de Capacidades y Potencialidades Productivas”. Por lo tanto, las posibilidades de establecer una interacción estratégica entre Desarrollo y Producción con Educación están planteadas en normas de relevancia, el caso es consolidar la puesta en práctica de estos mandatos desde lineamientos claramente establecidos.
Un primer lineamiento está vinculado a la concepción del Vivir Bien, al replanteamiento del modelo occidental y capitalista que mal supone que desarrollo y economía tienen que generar un crecimiento ilimitado con una cada vez mayor producción, consumo, desecho y acumulación del capital a costa de la explotación del trabajo de las personas y la naturaleza que por contrapartida es finita y está en agotamiento. La dimensión ambiental del Vivir Bien tiene que convertirse en una política prioritaria, todo proceso productivo tiene que ser sustentable, debe preservar la vida de humanas y humanos, así como cuidar la continuidad y regeneración de la naturaleza. Esta concepción tiene que ser parte de todo proceso educativo, más si está vinculado con la producción y desarrollo.
Un segundo lineamiento tiene relación con las concepciones propias del mundo de la educación sustentada en el pensamiento crítico. La educación debe vincular la práctica con la teoría. A título de producción no puede reducirse únicamente a la generación de habilidades motrices, creación de bienes materiales y desarrollo de procesos formativos en laboratorios denominados talleres, casi en formato de simulacro. La educación productiva tiene que crear teoría desde la práctica de los centros productivos propios de la comunidad, de la siembra y cultivo, de la fábrica, del artesano, del centro de investigación, de la producción de arte y cultura, etc., propios del entorno social y económico. La producción tiene que ser entendida como creación material e intelectual, generadora de ciencia y tecnología con justicia epistémica y diálogo intercientífico.
Tercer lineamiento, la educación tiene que interactuar con el territorio y sus respectivos sistemas de vida en el marco de complejos productivos territoriales. El territorio no solo depende de mapas ni de aspectos físicos – geográficos comunes, son la expresión de la historia, cultura y pertinencia de sus habitantes, de los sistemas de vida que existen en la interrelación ser humano —comunidad— naturaleza y cosmos, es en estos ámbitos donde se tienen que identificar las vocaciones y potencialidades productivas y hacerse parte de Planes Regionales de Educación Productiva construidas y ejecutadas mediante acciones intersectoriales y participativas en coherencia con los planes y expectativas de municipios, gobernaciones y de organizaciones sociales, comunitarias y productivas.
Fuente de la información: https://www.la-razon.com