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Educación, desarrollo y producción

Por: NOEL AGUIRRE LEDEZMA. 20/03/2022

Por mucho tiempo, así como se han establecido políticas económicas diferenciadas de las políticas sociales, la educación ha quedado al margen de la praxis de la producción, economía y desarrollo. Al predominar el “modelo económico primario exportador”, como fue a lo largo de la República, la educación solo ejerció el rol de satisfactor de necesidades y ha sido considerada un gasto o un servicio social antes que un derecho.

En tiempos de Estado Plurinacional que construye el horizonte civilizatorio del Vivir Bien, este carácter subsidiario de la educación tiene que transformarse radicalmente. Tengamos en cuenta que están vigentes: (1) la Constitución Política del Estado (2009) que reconoce a la educación como un derecho fundamental —fundamento para el logro de otros derechos— y garantiza la educación productiva para todas las personas; (2) la Ley de la Educación 70 “Avelino Siñani-Elizardo Pérez” (2010), que sostiene que la educación es “productiva y territorial, orientada a la producción intelectual y material, al trabajo creador y a la relación armónica de los sistemas de vida y las comunidades humanas en la Madre Tierra,…” y (3) la Ley 1407 del Plan de Desarrollo Económico y Social 2021-2025, “Reconstruyendo la Economía para Vivir Bien, Hacia la Industrialización con Sustitución de Importaciones” (2021) que establece: “El futuro está basado en la diversificación económica y la Industrialización con Sustitución de Importaciones, la modernización del aparato productivo, la generación de empleo, una mejor distribución de ingresos…”, que tiene como uno de sus principales ejes a la “Educación, Investigación, Ciencia y Tecnología para el Fortalecimiento y Desarrollo de Capacidades y Potencialidades Productivas”. Por lo tanto, las posibilidades de establecer una interacción estratégica entre Desarrollo y Producción con Educación están planteadas en normas de relevancia, el caso es consolidar la puesta en práctica de estos mandatos desde lineamientos claramente establecidos.

Un primer lineamiento está vinculado a la concepción del Vivir Bien, al replanteamiento del modelo occidental y capitalista que mal supone que desarrollo y economía tienen que generar un crecimiento ilimitado con una cada vez mayor producción, consumo, desecho y acumulación del capital a costa de la explotación del trabajo de las personas y la naturaleza que por contrapartida es finita y está en agotamiento. La dimensión ambiental del Vivir Bien tiene que convertirse en una política prioritaria, todo proceso productivo tiene que ser sustentable, debe preservar la vida de humanas y humanos, así como cuidar la continuidad y regeneración de la naturaleza. Esta concepción tiene que ser parte de todo proceso educativo, más si está vinculado con la producción y desarrollo.

Un segundo lineamiento tiene relación con las concepciones propias del mundo de la educación sustentada en el pensamiento crítico. La educación debe vincular la práctica con la teoría. A título de producción no puede reducirse únicamente a la generación de habilidades motrices, creación de bienes materiales y desarrollo de procesos formativos en laboratorios denominados talleres, casi en formato de simulacro. La educación productiva tiene que crear teoría desde la práctica de los centros productivos propios de la comunidad, de la siembra y cultivo, de la fábrica, del artesano, del centro de investigación, de la producción de arte y cultura, etc., propios del entorno social y económico. La producción tiene que ser entendida como creación material e intelectual, generadora de ciencia y tecnología con justicia epistémica y diálogo intercientífico.

Tercer lineamiento, la educación tiene que interactuar con el territorio y sus respectivos sistemas de vida en el marco de complejos productivos territoriales. El territorio no solo depende de mapas ni de aspectos físicos – geográficos comunes, son la expresión de la historia, cultura y pertinencia de sus habitantes, de los sistemas de vida que existen en la interrelación ser humano —comunidad— naturaleza y cosmos, es en estos ámbitos donde se tienen que identificar las vocaciones y potencialidades productivas y hacerse parte de Planes Regionales de Educación Productiva construidas y ejecutadas mediante acciones intersectoriales y participativas en coherencia con los planes y expectativas de municipios, gobernaciones y de organizaciones sociales, comunitarias y productivas.

Fuente de la información: https://www.la-razon.com

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Fenómeno global: La izquierda italiana, en el diván: ¿por qué los obreros votan a la extrema derecha?

Por: Javier Brandoli

“Eres más tonto que un obrero de derechas” empieza a ser una frase a actualizar o al menos a poner en un generoso plural.

a izquierda italiana empieza a tener un problema de diván: ¿quiénes somos?, ¿qué representamos? Si uno analiza el mapa electoral italiano y los viejos dogmas sociales, la izquierda del país parece haber cruzado de trinchera y dejado a la extrema derecha como representante de buena parte de las clases obreras. Una idea que para muchos se ha agravado con la entrega pasional de los hoy parlamentariamente dos principales partidos progresistas italianos, el Partido Democrático (PD) y su escisión de la Italia Viva del ex primer ministro Matteo Renzi, al Gobierno de concentración liderado por el exbanquero liberal Mario Draghi. ¿Puede ideológicamente un partido de izquierda apoyar sin matices que gobierne un hombre que apuesta por bajar impuestos, deuda y déficit, aumentar la edad de jubilación y liberalizar buena parte del mercado?

Este es un fenómeno que parece global. El movimiento Trump en Estados Unidos mostró un trasvase de votos de las clases bajas urbanas a los republicanos y su política de reducción de impuestos, mientras que los demócratas eran votados por clases medias acomodadas de mayor nivel cultural. “Eres más tonto que un obrero de derechas” empieza a ser una frase a actualizar o al menos a ponerle un generoso plural. Italia, en este sentido, parece llevar un derrotero parecido: la extrema derecha representa a las bajas clases urbanas obreras y la izquierda empieza a apoderarse de las clases medias y las universidades.En el medio, el fenómeno populista del Movimiento 5 Estrellas, que no se identifica con derecha ni izquierda, lo que ahonda más la orfandad del añejo izquierdismo en el panorama político patrio. En Italia, tras la II Guerra Mundial, el Partido Comunista era una institución muy enraizada socialmente, casi cultural. ¿Será que la izquierda se está moviendo a luchas sobre determinados derechos sociales y abandonando la vieja lucha de clases?

El casimir y los Warhol de la izquierda

Para entender qué pasa en la izquierda italiana, hay que atender al ahora y al antes. El ahora se puede comprender con algunos llamativos datos que se resumen en los titulares que varios medios usaron tras las elecciones europeas de 2019: “Los obreros votan por Salvini (líder de la Lega)”, fue el encabezado. Entonces, algunas encuestas cifraron que en su aplastante victoria, 34% de los sufragios totales, un 40% de sus votos vino de clases obreras.

Eso hizo que para muchos pensadores progresistas saltaran las alarmas sobre un cambio de paradigma que en realidad viene de lejos. En los años noventa, el líder de Refundación Comunista, Fausto Bertinotti, era muy criticado por vestir con jerséis de casimir, tener tres Andy Warhol en casa y un aspecto de intelectual rico, mientras el líder de la Lega, Umberto Bossi, iba descamisado y tenía el aspecto de hombre de barriada. “El jersey de casimir me lo compró mi mujer en un mercadillo y los tres Warhol eran un regalo”, se ha excusado recientemente en una entrevista Bertinotti, sabedor de que aquella icónica imagen ahondó en la idea de una izquierda intelectual alejada de las clases bajas.

Un amplio estudio de entre 1980 y 2010 realizado por la Universidad Ca’ Foscari (universidad de Venecia) y el sindicato mayoritario italiano, CGIL, intentó explicar el fenómeno de que buena parte de los propios delegados sindicales, con su carné sindical en el bolsillo, decidían votar por la conservadora Lega. El estudio explicó que la Lega se ve como un partido que da seguridad, lucha contra la inmigración y los derechos de los trabajadores, y está presente en la vida de la comunidad. Un 45% de los delegados sindicales se quejaba de que la CGIL hace demasiada política, un 50% mostraba absoluto desinterés por ella y un 72% pensaba que la CGIL no tiene mayor seguimiento entre otros trabajadores por su exceso de implicación política.

Esa brecha es algo que sigue pasando. Según la última encuesta de Ipsos para ‘Il Corriere’, que divide a los votantes de cada formación por su condición profesional, los votantes de los partidos de extrema derecha de Italia, Lega y Fratelli d’Italia (FdI), tienen en la suma de obreros, desocupados y pensionistas un 43% y un 44% respectivamente de sus votantes. El PD, por su parte, tiene entre esos tres sectores sociales, clásicos de la izquierda, un 30% de sus votos, e Italia Viva, un 25%.

De hecho, si atendemos a la categoría social en concreto que son los obreros, suelo electoral de la izquierda mundial durante 150 años, la Lega (partido hoy primero en las encuestas en intención de voto en Italia, con cerca del 23%) es la formación que tiene mayor porcentaje de su voto, con un 21%, seguida de los populistas del M5S con un 20% y FdI con un 16%. Los obreros suponen para la izquierda del PD un 13% de sus apoyos y para Italia Viva, un 10%.

Sin embargo, si a lo que atendemos es al nivel de estudios, un 22% de los votantes del PD son licenciados universitarios y un 19% en el caso de IV. Aquí, Lega tiene un 9% y FdI y M5S un 14%. Un 52% de los votantes de la Lega, según esa encuesta, tiene el equivalente de estudios de primaria en España.

Bicicletas frente a coches de 20 años

Quizá en los años de liderazgo de Renzi al frente de sus hoy ex del PD, entre 2013 y 2018, concluye este largo giro hacia el centro de la izquierda que corre el riesgo de haberse pasado algo de frenada para los que prefieren posicionamientos más progresistas.

El PD es uno de los herederos del Partido Comunista (los árboles genealógicos políticos italianos son largos y complicados). La formación, nacida en 2007, cuenta con ex comunistas, socialistas y toda clase de familias políticas que llegan hasta el centro. De alguna manera, por poner un símil entendible en España, es ideológicamente algo similar a lo que durante años pasó en España con el conservador Partido Popular que albergaba corrientes desde el centro a la extrema derecha.

En esa enorme tienda electoral que supone representar del centro al extremo, el PD encuentra un fértil campo de votos que finalmente le da la victoria en las ajustadas elecciones generales de 2013. En 2014, el partido decide adscribirse al Partido Socialista Europeo. Justo unos días antes, Matteo Renzi se hace con la Secretaria General del Partido Democrático y la Presidencia del Consejo de Ministros en Italia tras una maniobra en la que consigue desbancar al hasta entonces primer ministro del PD, Enrico Letta.
Y con el ¿socialista? Renzi comienza una nueva época del PD. En los próximos años el partido sufre una importante erosión entre sus propias filas y una guerra ideológica ante una parte de sus votantes que ven en Renzi a un joven, carismático y arrogante líder de un partido liberal más que a un joven socialista. Internet hoy está lleno de páginas de análisis o artículos que se han preguntado durante años —la duda llega hasta hoy— si Renzi es de derechas o de izquierdas. Sus políticas económicas parecían indicar que era un liberal que apostaba por el libre mercado y su estilo personal se asemejaba más a alguien que uno podría encontrar en un restaurante ‘cool’ o una tienda de ropa de diseño que en una taberna y un mercadillo.

Renzi deja el Gobierno en diciembre de 2016 por una mala jugada política, la única que ha cometido en su carrera, de ligar su cargo a un referéndum constitucional. Luego, se lleva un posterior varapalo al frente del PD en las elecciones generales de 2018 en las que el M5S y la Lega le pasan por izquierda, derecha, arriba y abajo sin que él parezca entender que su problema es haber metido su izquierda en un club exclusivo de intelectuales preocupados por fomentar el loable uso de las bicicletas en las ciudades mientras sus periféricos votantes están preocupados porque les dejen usar sus contaminantes coches de 20 años de vida para poder seguir yendo a sus lejanos trabajos.

Renzi, el verdadero Maquiavelo de la política italiana y el artífice de este gobierno de Draghi, que prometía ser el referente de una rejuvenecida izquierda política mezcla entre Obama, Kennedy y Tony Blair, es hoy más odiado por los votantes de izquierda que por los de derecha.

El PD, mientras, se ha quedado huérfano de un liderazgo fuerte y su actual líder, el gris Nicola Zingaretti, ha conseguido con gran éxito detener la hemorragia electoral previa y asentar a la formación de nuevo como la alternativa más fiable al hipotético gobierno de la coalición de derechas entre Lega, FdI y la Forza Italia de Berlusconi. Sin embargo, las crisis internas del partido han acabado por hartar a Zingaretti, quien anunció abruptamente su dimisión este jueves. «Me avergüenzo de que en el PD desde hace veinte días solo se hable de cargos y primarias mientras en Italia estalla la tercera ola de coronavirus», criticó el político italiano al anunciar su renuncia.

El problema es que ese PD —para muchos descafeinado— debe atraer los votos de los desencantados del M5S, de las clases bajas urbanas y de formaciones de centro izquierda pequeñas si quiere recuperar el poder. Su europeísmo, más que sus ideas de redistribución de la riqueza, es ahora su reclamo más rentable. No es suficiente por ahora para atraer a los votantes desencantados con el sistema. La revolución ya no es cosa de los ‘progres’.

¿Es eso negativo para el PD? ¿Se pescan más votos por el centro o por los extremos? Las últimas encuestas, tras ya el Gobierno Draghi, solo muestran dos subidas: según un sondeo actual de la empresa SWG, la extrema derecha de FdI sube un 1,3% en intención de voto y se coloca con un 17,5% de intención de voto, a 0.8% de la segunda posición del PD. La otra subida electoral con este nuevo Gobierno es la de indecisos o desilusionados que sube 3 puntos y pasa del 38 al 41% de los electores. La izquierda, por ahora, no consigue pescar ahí a nadie.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2021-03-04/izquierda-desubicada-italia-obreros-extrema-derecha_2977371/
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Descifrar a China II ¿capitalismo o socialismo?

Por: Claudio Katz


La gigantesca expansión de China es el mayor ejemplo contemporáneo del desarrollo desigual y combinado. Una economía retrasada convenientemente enlazada con el mercado mundial escaló en el ranking global, dejando atrás su status subdesarrollado. Capturó tecnologías e inversiones de las potencias más avanzadas y utilizó la baratura de sus recursos, para motorizar un inédito crecimiento con rentabilidades superiores al promedio global.

Con ese asombroso despegue se ubicó en el podio de las economías centrales, luego de aunar transformaciones internas con ventajosas inserciones en la globalización. Copió innovaciones, lucró con los costos inferiores que imperan en los países relegados y consumó una expansión sin parangón. Otras economías asiáticas también crecieron, pero sin esa intensidad y con poblaciones o territorios incomparablemente menores.

El principio del desarrollo desigual y combinado operó en un nuevo contexto de globalización. Ningún precedente histórico de la expansión china actual -Estados Unidos, Japón, Alemania o la Unión Soviética- presentó una conexión tan peculiar con el capitalismo mundial.

China retomó el lugar preeminente que ya tuvo en su milenaria trayectoria. Pero los vínculos de ese remoto pasado con el renacimiento actual no son nítidos. El despunte de la nueva potencia asiática obedece a varias especificidades contemporáneas.

Pilares, etapas y singularidades

La expansión china fue posible por la existencia de un pilar socialista previo, que permitió articular los modelos planificados y mercantiles en una sorprendente dinámica de crecimiento. Ese cimiento facilitó el salto productivo desde un piso muy bajo de subdesarrollo.

La conformación socialista inicial explica la acelerada industrialización de un país devastado por la guerra, que en 1949 tenía un PBI per cápita inferior a muchos países africanos. En tres décadas remontó ese atraso con espectaculares avances en materia sanitaria (erradicación de las epidemias y aumento de la esperanza de vida de 44 a 68 años entre 1950 y 1980). Lo mismo ocurrió en el plano educativo (reducción del analfabetismo del 80 % al 16% entre 1950 y 1980) o familiar (eliminación del patriarcado ancestral) (Guigue, 2018). Las grandes mejoras en la agricultura apuntalaron el despegue posterior.

La reversión del subdesarrollo con políticas económicas no capitalistas emparenta a China con la Unión Soviética y distingue su trayectoria del curso seguido por las grandes potencias de Occidente. Las estrategias socialistas demostraron una incuestionable efectividad, frente a un retraso extremo que tiene correlatos hasta la actualidad.  La segunda potencia del mundo todavía ostenta la posición 90 en el índice de Desarrollo Humano (Ríos, 2017). Es el principal proveedor comercial y acreedor financiero de Estados Unidos, pero tiene un PIB per cápita inferior a la séptima parte de su competidor (Watkins, 2019).

El pilar socialista aportó un gran sostén a los dos períodos de desenvolvimiento posterior. Entre 1978 y 1992 predominó una etapa de generalización de las relaciones mercantiles, con estrictos límites a la privatización y a la acumulación privada de capital. El agro fue protagonista de un modelo centrado en el mercado interno. Los dirigentes chinos comprendieron con anticipación el suicidio que implicaba socializar la pobreza. Captaron que la renuncia abrupta y total al mercado conducía al dramático rumbo transitado por Camboya (Prashad, 2020). Por eso retomaron las políticas de introducción del mercado en la gestión planificada, que primero experimentaron Hungría y Yugoslavia.

A mitad de los 90 se optó por otro curso de signo pro-capitalista. Se incentivó la privatización de las grandes empresas, la gestación de una clase burguesa y la integración a la globalización. Ese giro introdujo un cambio cualitativo en la economía, que comenzó a registrar los típicos desequilibrios del capitalismo (Lin Chun, 2009a).

El correlato social de esa segunda fase se verifica en los índices de inequidad. El coeficiente Gini retrata un aumento de la desigualdad superior al registrado en cualquier otra economía asiática (Roberts, 2017). Una nueva elite de millonarios ostenta su riqueza, exalta el lujo y estrecha vínculos con sus pares del exterior. Son los protagonistas de todos los escándalos de corrupción de los últimos años. Los grupos enriquecidos propagan la cultura de la mercantilización y del consumismo que asimila gran parte de la ascendente clase media. En el polo opuesto un enorme segmento de emigrantes rurales nutre la masa de trabajadores precarizados, que sostiene el crecimiento industrial.

El principal secreto de la altísima expansión china ha sido la retención local del excedente. Esa captura explica la ininterrumpida continuidad del proceso de acumulación. Una economía con niveles de apertura externa muy bajos forjó sólidos mecanismos para asegurar la reinversión local de las ganancias.

En el debut de esa capitalización la diáspora china fue cooptada para facilitar el desenvolvimiento interno. Por esa razón entre 1985 y 2005 fue artífice de las inversiones llegadas al país (Guigue, 2018). Su gravitación inicial perdió incidencia frente al despunte posterior de una clase capitalista en el propio país, que preservó la norma de reciclar los excedentes en el ámbito local.

            El despegue chino obedeció, además, a una compleja mixtura de ingredientes internos y externos. La intensa acumulación local quedó enlazada con la mundialización, en circuitos de reinversión facilitados por el gran control a la salida de capitales. Los sucesivos modelos de transición socialista, expansión mercantil y parámetros capitalistas mantuvieron una elevada tasa de crecimiento. La diáspora brindó el puntapié inicial a un modelo productivo posteriormente enlazado con la globalización.

Ese esquema incluyó el pasaje de la fabricación inicial de manufacturas básicas a la elaboración de mercancías de nivel medio en la cadena de valor. Este avance se asentó en una absorción de tecnologías muy diferente a la pauta prevaleciente en el mundo.

Desequilibrios sin neoliberalismo, ni financiarización

China introdujo un modelo con regulaciones estatales muy alejadas del patrón neoliberal. Se integró a la globalización con una elevada presencia del sector público y con gran incidencia gubernamental en las normas de inversión. Impuso limitaciones al nivel de las ganancias, a la distribución de los dividendos y a la transferencia de los beneficios al exterior (Andreani; Herrera, 2013). La nueva potencia se asoció al capitalismo mundializado con reglas muy distintas a las imperantes en ese sistema.

            La gravitación de las empresas estatales es ilustrativa de esa estrategia. Luego de un intenso proceso de privatizaciones, las compañías del sector público conforman un núcleo minoritario, pero con dimensiones 14 veces mayores al promedio de la economía. Están localizadas, además, en las ramas estratégicas del petróleo, el gas, el acero, los seguros, las telecomunicaciones y la banca (Treacy, 2020).

China tiene un stock de activos del sector público equivalente al 150% del PIB anual, lo que triplica el acervo del sector privado. Sólo Japón cuenta con un stock semejante, mientras que en las principales economías ese porcentual no supera el 50%. Las mismas diferencias se observan en la gravitación de la inversión pública y en el peso de las empresas estatales con activos gigantescos (Roberts, 2020, 2018, 2017).

Es importante registrar, además, el elevado grado de centralización de esas compañías, que operan bajo la supervisión directa del Partido Comunista. Esas empresas garantizan el suministro de insumos baratos a toda la estructura productiva.

El grado de privatización actual de la economía china es muy controvertido. Algunas estimaciones destacan la nítida preeminencia de ese sector (Hart-Landsberg, 2011) y otras restringen su incidencia dominante al 30% de PBI (Merino, 2020). Pero todos los analistas coinciden en resaltar el continuado papel protagónico de las firmas estatales.

            Otro rasgo distintivo del modelo ha sido la conservación de la tierra como propiedad pública. Esa condición está determinada por las exigencias de soberanía alimentaria, en un país que concentra el 22% de la población mundial con tan sólo el 6% de la tierra cultivable. La relación per cápita de utilización del suelo para la nutrición es 10 veces inferior al nivel imperante en Francia (Andreani, Herrera, 2013).

Las modalidades de la propiedad agraria común han sido muy diversas. La pequeña producción ha persistido, las formas comunales perdieron peso frente al ámbito privado y el despegue de los años 80 se basó en el crecimiento exponencial de todo el sector. Allí se generaron los primeros excedentes para la industrialización posterior. Como el volumen de la población urbana saltó del 20 al 50% del total, la expansión del agro fue indispensable para asegurar el abastecimiento alimentario de las ciudades. La propiedad pública garantizó ese equilibrio (Amin, 2013).

El derecho a utilizar pequeños terrenos cumple, además, una función protectora de los trabajadores migrantes, cuando el incremento del desempleo los expulsa de las ciudades. Cuentan con una especie de seguro social agrario frente a los vaivenes del mercado laboral (Au Loong, 2016). Las tensiones que generaría la implementación en el agro de las privatizaciones introducidas en el suelo urbano han disuadido esa extensión. El patrón del agrobusiness que el neoliberalismo impuso en el grueso del planeta no rige en China.

En ese país tampoco prevalece la financiarización vigente en el grueso de las economías occidentales. Las regulaciones acotan especialmente el ingreso y egreso de los capitales. Ese flujo está controlado por distintos mecanismos cambiarios, que protegen a la economía de los temblores financieros internacionales (Amin, 2018).

Ese control de las divisas no sólo otorga a China grandesventajas en la gestión de cualquier crisis. Ha permitido la conversión de los ingresos de la exportación en créditos bancarios orientados a la industrialización. Con esos mismos dispositivos se limita también la fuga de capital y la expatriación de las ganancias. La nueva clase adinerada ha sido inducida a reciclar internamente sus beneficios y a tolerar la intermediación del Banco Central en la gestión de sus fondos.

            El principal instrumento de esa regulación financiera son los bancos de propiedad estatal. Una veintena de entidades controlan el 98% de las operaciones y manejan los monumentales depósitos que orientan el crédito. Un corolario de esa supervisión es la ausencia de financiarización en los tres terrenos de ese dispositivo. El auto-financiamiento de empresas, la titularización de los bancos y el endeudamiento de los hogares son muy secundarios en comparación a cualquier economía occidental (Lapavitsas, 2016: 227).

            Con su prescindencia del neoliberalismo y la financiarización, China se ahorró muchos desequilibrios que afectan a sus competidores. Pero no ha podido soslayar las contradicciones que introduce el capitalismo. Esas tensiones irrumpieron con la sustitución de modelo mercantil-planificado por el esquema de privatización de las grandes empresas.

China es el principal epicentro mundial de la superproducción y esos sobrantes empujan a redoblar la búsqueda de mercados externos. Esa compulsión deriva en picos de sobre-inversión interna, que su vez alimentan la especulación inmobiliaria, el endeudamiento creciente y las operaciones financieras en las sombras.

Neoliberales y heterodoxos

La impresionante irrupción de China suscita admiración, temor e incomprensión. La elite occidental no logra hilvanar una interpretación coherente de lo ocurrido. Oscila entre el reproche a la continuidad del comunismo y la alegría por el giro pro-capitalista. Algunos sospechan que la nueva potencia mantiene con disfraces su viejo régimen y otros celebran su conversión al ideario de mercado.

 Estas incoherencias repiten las reacciones de la guerra fría frente al apogeo económico de la URSS. Esa expansión generaba en 1950-60 tanto odio como envidia, entre los intelectuales orgánicos del imperialismo occidental. Pero la tónica finalmente dominante frente a China es la confrontación, con todo tipo de fábulas sobre el peligro rojo o amarillo.

Lo neoliberales suelen explicar el crecimiento chino por su meritoria adopción del capitalismo. Omiten el antecedente socialista y presuponen una falsa identidad entre la vigencia del mercado y la preeminencia de las privatizaciones. La primera norma operó durante un largo tiempo en estrecha combinación con la planificación y la segunda ha quedado acotada por los límites al neoliberalismo y la financiarización.

El desarrollo chino refuta todos los mitos del capitalismo desregulado. Ese modelo no prevaleció en ninguna de las tres fases del desenvolvimiento económico del país. El impulso inicial se consumó bajo estrictas reglas de planificación centralizada, el período siguiente incorporó mecanismos de gestión mercantil y el curso actual contiene formas capitalistas acotadas por la regulación estatal. La simplificada creencia que las reglas del beneficio rescataron a esa economía de su “estancamiento socialista” es una fantasía de los derechistas, que no logran digerir la extraordinaria expansión de un modelo ajeno a sus recetas.

Ese desconcierto se traduce en esquizofrénicas loas y repudios al “orden”, la “jerarquía” o la “disciplina”, que observan en el funcionamiento del sistema económico chino. Esas características son elogiadas como sinónimo de “progreso capitalista” o denigradas como evidencias de la “dictadura comunista”. La coherencia brilla por su ausencia entre los neoliberales, a la hora de evaluar la irrupción de la nueva potencia asiática.

La heterodoxia convencional presenta a China como el principal ejemplo del capitalismo regulado. En general rehúye el debate conceptual sobre el significado de esa categoría. Simplemente refuta las ensoñaciones neoliberales de un crecimiento, guiado por la mágica presencia de la mano invisible del mercado. Esa crítica subraya la constante preeminencia de la regulación estatal en cada avance consumado por el país. Describe correctamente la decisiva ausencia del neoliberalismo y la financiarización, pero supone que la simple continuidad de esa estrategia garantiza el sendero del progreso.

            Esa mirada reduce todos los secretos del desarrollo a la presencia dominante del estado. Omite que muchos países contaron con largos períodos de primacía estatal, sin superar el atraso ante la continuada primacía del capitalismo dependiente. Al desconocer que el logro de China se cimentó inicialmente, en mayúsculas transformaciones  de tono anticapitalista, se transmite un diagnóstico incompleto y sesgado.

Los teóricos del capitalismo regulado olvidan que sus principios estuvieron totalmente ausentes en el debut de proceso y no cumplieron ningún rol importante durante la combinación del plan con el mercado. Han aparecido finalmente con formas muy singulares en la actualidad. La historia de los últimos dos siglos contiene incontables ensayos de regulación capitalista fallida que China no imitó.

Justificaciones milenaristas

            Otra explicación de la expansión del país relativiza los determinantes económicos y subraya la preeminencia de condicionamientos histórico-sociológicos. Observa el despegue como un retorno al antiguo equilibrio destruido por la primacía de Occidente. Recuerda que China es una civilización milenaria, con derecho a ocupar un lugar hegemónico en el concierto de las naciones. Por eso interpreta su protagonismo actual, como una compensación a los desvíos creados por la dominación occidental en los últimos dos siglos. Concluido ese paréntesis, la historia tendería a recuperar una trayectoria previa asentada en la centralidad de China.

Esta teoría de la venganza milenaria supone que el país recobra su legítimo predominio. Recuerda que, en el año 1800, las economías localizadas en los territorios asiáticos proveían el 49% de la producción mundial (Fornillo, 2018). Estima que China actualmente reequilibra la historia y recupera el lugar de una vieja economía de mercado, que siempre superó a otras formaciones asentadas en la preeminencia militar (Nolan, 2019). Estas miradas recuerdan que, en el pasado, la distribución del poder económico era proporcional a un patrón de peso demográfico que tiende a reaparecer (Ríos, 2017).

            Pero de su interpretación de la historia, algunos enfoques deducen la validez de una resurrección hegemónica de China en el escenario actual. Aportan importantes observaciones que mejoran nuestro conocimiento de una sociedad milenaria, pero deducen de ese pasado un controvertido derecho de China a recuperar centralidad en el mundo.

Esa nación no es portadora de ningún destino (a la dominación o a la subordinación) por la simple inexistencia de ese atributo. China no encarna ningún devenir superior al resto de la humanidad, por la misma razón Estados Unidos carece de un “destino manifiesto” como custodio de la seguridad mundial. Ese mismo faltante se extiende a Europa, que no es transmisora de ninguna “civilización” de excelencia a los pueblos de la periferia.

            Las justificaciones milenaristas retoman las mitologías de la excepcionalidad nacional, como una virtud de ciertas poblaciones frente a otras. En el caso de China, las tesis sinocéntricas han irrumpido como reacción al eurocentrismo previo. Luego de un siglo de humillación occidental suponen la validez de una retribución. Pero ese razonamiento participa de todos los mitos gestados en torno a la “invención de las naciones”, para enaltecer ciertos territorios, destinos, culturas o idiomas.

            La tradición marxista siempre ha confrontado con ese tipo de creencias, que agudizan las rivalidades nacionales y afectan los intereses compartidos de todos los pueblos del mundo. El comunismo chino propagó activamente un ideario nítidamente internacionalista durante décadas. Enarboló especialmente una variante antiimperialista de ese proyecto asentado en el protagonismo revolucionario del Tercer Mundo.

            Ese legado ha quedado ahora erosionado por el nuevo patriotismo sinocéntrico, que presenta el desarrollo de China, como una revancha frente a la opresión impuesta por Occidente (Guigue, 2018). El mismo argumento patriótico es utilizado para interpretar el enriquecimiento de los capitalistas locales, como una retribución al empobrecimiento sufrido en el pasado. La incorporación de potentados al Partido Comunista es presentada con ese fundamento como una expresión de ponderables comportamientos nacionales (Ding, 2009). Pero en los hechos ocurre todo lo contrario. Los sectores adinerados de la nueva elite china son afines a Occidente, propician el estrechamiento de la asociación transnacional y propagan el credo neoliberal.

            Algunas justificaciones nacionalistas del renacimiento de China se sustentan en la revalorización del confucionismo, como fundamento del estado, la sociedad, la ética y la armonía familiar. Otras reemplazan el análisis concreto del desarrollo desigual y combinado contemporáneo por vagos preceptos de auge y declive secular de sistemas sociales indiferenciados. Con ese enfoque, el devenir de China es despegado de su cimiento en modos de producción tributarios, capitalistas o socialistas, para ser evaluado con el dudoso patrón valorativo de las civilizaciones.

            Esa mirada diluye las singularidades de las últimas décadas en nebulosas tramas meta-históricas. El propio pasado de China se pierde en esas vaguedades. Olvida que la oleada nacionalista que sucedió a la guerra de Opio (1840) alimentó la moderna identidad china y apuntaló la conciencia nacional de la revolución republicana (1911). El posterior triunfo socialista (1949) combinó proyectos agrarios, democráticos y antiimperialistas que definieron el curso posterior del país. Los críticos del milenarismo subrayan la centralidad de estas trasformaciones (Lin Chun, 2013:197-211).

            El mismo debate se extiende a la evaluación del papel internacional de China. Algunos análisis dan cuenta de la frecuente identificación de ese rol, como el cimiento de una nueva civilización, forjada con criterios de comunidad, destino compartido, desarrollo pacífico y armonía global (Margueliche, 2020). Esa imagen idealizada de universalismo es propagada con un lenguaje despolitizado de consenso universal, que simplemente omite las tendencias destructivas del capitalismo (Lin Chun, 2019). Para superar esa evasión conviene aplicar al análisis de China, los mismos parámetros de materialismo histórico, que se utilizan para indagar la trayectoria de cualquier otra nación.

Capitalismo, socialismo, formas intermedias

Los principales interrogantes sobre China no radican en las peculiaridades de su modelo, sino en la naturaleza social de su sistema ¿Es capitalista, socialista o intermedio?

Para dilucidar ese problema hay que reconocer primero la validez de esos conceptos, en contraposición a los pensadores que los omiten o impugnan. Habitualmente descartan la relevancia actual del socialismo, considerando que el capitalismo es el único sistema válido. Esa visión convalida implícitamente la óptica neoliberal, que asoció el derrumbe de la Unión Soviética con el “fin de la historia” y la consiguiente eternidad del capitalismo. Con esa postura resulta imposible comprender la trayectoria seguida por China y caracterizar a un régimen que proclama su identidad con la perspectiva socialista.

Si se considera que esa definición es intrascendente o constituye un simple disfraz habría que extender la misma objeción a otras evaluaciones. ¿Por qué aceptar por ejemplo la consistencia de los conceptos capitalismo regulado y desregulado? ¿O de liberales y antiliberales? ¿No ocultan otra realidad subyacente que invalida esas caracterizaciones?

El análisis se torna más sensato si se reconoce que capitalismo y socialismo son las dos nociones organizadoras de la interpretación de China. Aportan reglas antagónicas de funcionamiento de la sociedad y el estado, que permiten indagar dónde se ubica ese país.

Ciertamente son conceptos insuficientes para caracterizar el modelo vigente en un país, pero aportan un punto de partida insoslayable. Antes de dilucidar las especificidades del capitalismo o del socialismo chino hay que esclarecer el significado básico de ambos términos.

La vigencia de capitalismo está dada en el terreno económico por la propiedad privada de los medios de producción y la preeminencia de normas de beneficio, competencia y explotación, junto al desequilibrio de la sobreproducción. Ninguna variedad de capitalismo se desenvuelve sin la presencia de estas condiciones.

Esos tres pilares no sólo distinguen al capitalismo de su antónimo socialista. También lo diferencian de formas incompletas o primitivas de gestión mercantil. El mercado precedió y sucederá al capitalismo. Es un dispositivo complementario de distintos sistemas y su presencia no define la naturaleza social de un país. La presentación de China como “una economía de mercado” -que conceptualizó un influyente estudioso de esa sociedad (Arrighi, 2007: cap 3 y 8)- evade la caracterización efectiva del régimen.

El pasaje de normas mercantiles acotadas y compatibles con la planificación a los tres pilares de la economía capitalista, marcó el debut potencial en China de ese sistema a principios de los años 90. La pequeña y mediana propiedad privada en el agro dio paso a grandes empresas industriales pertenecientes a la nueva burguesía. La fijación de precios por normas competitivas se amplió al grueso de las cotizaciones, se extendieron las modalidades de explotación y la acumulación de beneficios enriqueció a una influyente minoría. Además, los viejos cuellos de botella generados por la sub-producción fueron sustituidos por tensiones de sobre-inversión. Estos cambios retratan la gravitación de modalidades capitalistas en la economía china.

De esa canasta de elementos lo más significativo es el surgimiento de una clase propietarias de los medios de producción que busca transmitir privilegios a sus herederos. ¿Pero la indiscutible incidencia de este sector define la vigencia del capitalismo en China?

La respuesta sería probablemente afirmativa en otras circunstancias históricas. El país comenzó a incorporarse a ese sistema en un escenario global de neoliberalismo y financiarización, sin adoptar esas dos características. Esa limitación tornó muy incompleta desde el inicio la restauración del capitalismo. Las modalidades de alta regulación, restricción de ganancias, propiedad pública de la tierra y manejo estatal de los bancos, la moneda y el comercio exterior obstruyen la vigencia plena de ese sistema.

A diferencia de otras experiencias -como el neo-desarrollismo o el distribucionismo latinoamericano de la última década- el distanciamiento chino del neoliberalismo y la financiarización no ha sido un episodio de pocos años. Impera en un país, que forjó su economía contemporánea con pilares de socialismo.

El carácter acotado del predominio capitalista en China se verifica más nítidamente en el plano político. Esa esfera es decisiva puesto que la preeminencia de ese sistema no se define exclusivamente en el ámbito de la economía o la sociedad. Presupone también el manejo del estado por parte de la gran burguesía. La simple existencia de este sector o su elevada gravitación en el control de los recursos no determina el status capitalista de un país. Los principales resortes del poder estatal deben quedar sometidos al manejo directo o delegado de los apropiadores. Y ese control no se verifica en la actualidad en China.

El estado funciona con las normas e instituciones forjadas a partir de la revolución socialista de 1949. La continuada preeminencia del Partido Comunista -y de toda la estructura de organismos nacionales y regionales conectados a esa primacía- ilustra una modalidad de gobierno muy distinta a las formas habituales del poder político burgués.

En China no se produjo la implosión que desintegró a la URSS, ni el abrupto colapso de los regímenes del Este Europeo. La repetición de esa trayectoria que esperaban los líderes de Occidente no se verificó. La ruptura del sistema que impuso Yeltsin contrastó con la continuidad que reafirma Xi Jinping. Esa diferencia indica que la clase capitalista ya forjada en China actúa bajo un sistema político que no domina.

            Esa estructura institucional mantiene, además, ideologías, símbolos y próceres muy chocantes para los preceptos básicos del capitalismo. Reivindica el heroísmo en lugar el lucro y las metas colectivas en vez del enriquecimiento personal. Ciertamente esos principios divergen de una realidad económica sujeta en gran medida a la lógica del beneficio. Pero esa tensión también expresa los límites que afronta el reingreso pleno del capitalismo.

El legado socialista no sólo aflora lateralmente en los formalismos de los funcionarios, sino que conserva vigencia en el gran espectro de la izquierda y recobra importancia en las coyunturas de crítica a la desigualdad.  ¿Pero esos límites a la restauración capitalista indican, entonces, la continuidad de su contracara socialista?

En los términos concebidos por los clásicos del marxismo, China siempre se ubicó a una gran distancia de esa meta. Nunca alcanzo el bienestar colectivo, la abundancia material o la democracia genuina, que permitirían inaugurar la disolución de las formas opresivas del estado. Mucho más alejado de ese ideal estuvo siempre la utopía positiva del comunismo.

Durante las primeras décadas que sucedieron a la revolución rigió una transición al socialismo asentada en dos principios de esa evolución: la expansión de la propiedad pública y la intervención popular en la transformación de la sociedad. Posteriormente se incluyeron en la misma plataforma numerosos mecanismos comerciales para renovar el crecimiento. Esa etapa quedó cerrada con la conformación de una nueva clase propietaria de grandes empresas. El avance inicial al socialismo se transformó en un proceso opuesto de involución hacia el capitalismo. Esa regresión no se ha consumado, pero revirtió la tendencia precedente.

            En China no rige el capitalismo, ni el socialismo. Prevalece una modalidad histórica intermedia e irresuelta de sociedad, junto a una formación burocrática en el manejo del estado. El funcionariado que controla el poder estatal no actúa por simple delegación de la nueva clase propietaria. Busca sostener -mediante un elevado ritmo de crecimiento- un equilibrio de todos los sectores sociales del país.

Antecedentes, modelos y afinidades

Nuestra interpretación retoma ideas expuestas en un libro sobre el socialismo. Transcurridos 16 años desde la edición de ese texto, las principales definiciones conceptuales sobre China propuesto por nuestro análisis mantienen su validez (Katz, 2004:77-83). Esa continuidad ilustra cómo puede prolongarse en el tiempo, la indefinición del carácter capitalista o socialista de un sistema. Lo que parecía coyunturalmente irresuelto persiste como un proceso que será zanjado en períodos más extensos.

            El principal señalamiento de ese análisis -la restauración capitalista no ha concluido- persiste hasta la actualidad. También la mencionada existencia de tres períodos diferenciados (debut socialista, gestión mercantil, introducción del capitalismo) se mantiene como eje clarificador del problema.

Nuestro enfoque actualizado en otro texto (Katz, 2016) fue bien recibido por algunos comentaristas, que lo contrapusieron a las miradas simplistas de la realidad china (Restivo, 2020). Pero han interpretado erróneamente que postulamos el carácter irreversible de un viraje hacia el capitalismo, que a nuestro entender permanece inconcluso.

            Para dirimir el grado de reintroducción del capitalismo utilizamos los criterios aportados por un analista de los “procesos pos-comunistas” de Europa Oriental. Esos parámetros son el alcance de la propiedad privada, las normas de funcionamiento de la economía y el modelo político imperante (Kornai, 1999: 317-348).

Con esos indicadores destacamos que China avanzó hacia el capitalismo en el primer terreno, no definió un perfil definitivo en el segundo y afrontó un severo dique en el tercero. Su estadio intermedio es muy visible en comparación a lo ocurrido en Rusia o Europa Oriental.

            Nuestra mirada sintoniza con muchas caracterizaciones de la Nueva Izquierda de China. Esta afinidad se verifica ante todo en la distinción cualitativa entre el período de las reformas mercantiles (1978) y la etapa de las privatizaciones (1992). Lejos de constituir dos momentos de una misma trayectoria, involucraron rumbos contrapuestos de compatibilidad con el socialismo y alineamiento con el capitalismo (Lin Chun, 2009a).

            También compartimos la crítica frontal a un proceso de restauración, que socava las conquistas sociales logradas con la revolución, ampliando en forma dramática la desigualdad (Lin Chun, 2019). Resaltamos por igual que el tránsito de China hacia el capitalismo no es un devenir conveniente, ni inexorable para desarrollar las fuerzas productivas y que ese desenvolvimiento no exige la integración a la globalización (Lin Chun, 2009b).

            La coincidencia se extiende, además, al diagnóstico de un proceso de restauración sólo parcial del capitalismo. Ese curso puede ser revertido en la lucha por igualdad, en una sociedad con principios muy arraigados de justicia. La recuperación de la trayectoria socialista dependerá de una acción emprendida por los sujetos populares (Lin Chun, 2013:197-211).

Tres variantes de restauración

El carácter limitado de la reintroducción capitalista en China ha sido recientemente evaluado por un importante estudio, que traza comparaciones conceptuales con lo ocurrido en Europa del Este y Rusia. Diferencia los tres procesos distinguiendo la incorporación del capitalismo desde abajo, desde el exterior o desde arriba (Szelényi, 2016).

            Señala que la conformación del capitalismo en Europa del Este se procesó con gran antelación y monitoreo externo, mediante un intenso estrechamiento de lazos entre los grupos dominantes locales y sus socios de Occidente. La intelectualidad asimiló con gran fanatismo el credo neoliberal y cumplió un rol determinante en la creación del clima de entusiasmo que rodeo a la recepción del capitalismo.

Las privatizaciones quedaron en manos de los sectores que ya habían acumulado en las sombras los acervos requeridos para capturar el botín. La terapia de shock en Polonia, el transito gradual en Eslovenia, las reparaciones a los antiguos propietarios en la República Checa y la subastas de Hungría constituyeron modalidades peculiares de un curso compartido de vertiginosa restauración del capitalismo.

Las clases dominantes ya prefiguradas en la etapa previa se consolidaron con la misma velocidad, que se desmoronó la vieja conducción de los regímenes precedentes. La preeminencia de consejeros externos y la instalación de formas brutales de neoliberalismo fueron los datos más significativos de esa transformación.

            En China no se ha verificado ninguno de esos procesos. La acumulación de capital comenzó en el campo y se desenvolvió con gran lentitud hasta el inicio de las privatizaciones en las ciudades. Ese proceso se mantuvo a lo largo de varias décadas, sin extenderse a las actividades estratégicas que permanecen en manos del estado. Tampoco hubo dirección externa de la reconversión. Las empresas transnacionales fueron asociadas a un programa de crecimiento elaborado localmente y los gobiernos occidentales tuvieron poca influencia en el rumbo seguido. Las propias elites seleccionaron a la diáspora china como su contraparte privilegiada y establecieron severas limitaciones al papel del capital foráneo.

Ciertamente la ideología neoliberal penetró en el país, pero en permanente disputa con otras concepciones y nunca logró primacía.  El viejo sistema político estructurado en torno al Partido Comunista persistió y afianzó su predominio de la gestión económica. Los contrastes con lo ocurrido en Europa del Este son tan categóricos, que el autor de la comparación pone seriamente en duda la vigencia actual del capitalismo en China.

            También en Rusia la restauración fue un fenómeno fulminante y alejado de las ambigüedades que se verifican en el escenario asiático. La introducción del capitalismo se consumó a la misma velocidad que en Europa del Este por medio de virulentas privatizaciones. Yeltsin decidió construir el nuevo sistema en 500 días y repartió el grueso de propiedad pública entre sus allegados.

La nueva burguesía se gestó de la noche a la mañana y cinco años después del colapso de la URSS, los siete mayores empresarios rusos poseían la mitad de los activos del país. Los desequilibrios precipitados por la codicia se hicieron tan presentes como las turbulencias financieras.

            En esa reconversión fue visible la enorme influencia occidental, pero a diferencia de Europa Oriental el comando final quedó en manos de la nueva plutocracia moscovita. El capitalismo no reingresó desde afuera, sino desde arriba. Los protagonistas del viraje fueron los mismos actores de la cúpula política precedente. La alta burocracia de la URSS se transformó en la nueva oligarquía de Rusia. El mismo personal cambió de vestimenta y mantuvo la conducción del estado para otros fines. Esa mutación de abanderados del comunismo a exaltadores del capitalismo se verificó también en Ucrania, Bielorrusia, las antiguas repú­blicas de Asia Central y algunos países de los Balcanes.

China no atravesó por esos senderos. La reimplantación del capitalismo ha sido es un proceso tortuoso e inacabado, ante la ausencia de un mandatario dispuesto a emular a Yeltsin. El desmoronamiento de la URSS acentuó el conservadurismo de los dirigentes chinos. En lugar de sepultar la estructura política del Partido Comunista decidieron consolidarla y en vez de fusionar a la nueva clase capitalista con el poder político, sólo aceptaron su existencia como una fuerza paralela a su propia dirección.

            Por esa razón en China no ha imperado el modelo de reparto patrimonial de propiedades que introdujo Yeltsin, al rematar los activos del país entre la nueva elite. Tampoco se verificó el esquema prebendario de retribuciones en función de la lealtad que instauró Putin. Con ese mecanismo el presidente ruso acotó el poder de los codiciosos oligarcas. Expropió, criminalizó y disciplinó a esos acaudalados, con la misma virulencia que utilizaban los zares contra los boyardos. Pero ninguna de sus acciones modificó el status capitalista del país.

También en China hay tensiones de gran porte y el férreo comando que ejerce Xi Jinping apunta a impedir el desmadre de esas disputas. Algunos analistas estiman que gobierna utilizando un conjunto de reglas ocultas y no escritas, que reproducen la antigua autoridad del emperador sobre las capas subordinadas. Equilibra especialmente los choques entre el funcionariado que asciende con las reglas de la meritocracia y los ahijados del viejo liderazgo comunista (Au Loong, 2016).

Pero incluso con esas modalidades de gestión, el poder político mantiene las denominaciones, estatutos e ideologías del proceso inaugurado en 1949. Aquí radica la gran diferencia con Rusia que sepultó todos los vínculos con la revolución de 1917. La disímil penetración del capitalismo en ambos países está muy conectada con esa divergencia de actitudes hacia el pasado.

Comparaciones con el origen del capitalismo

Una revisión de los debates sobre el origen del capitalismo contribuye a clarificar la naturaleza actual de China. Al indagar cómo nació ese sistema se puede discernir de qué forma ha resurgido dónde había sido erradicado.

La controversia entre los historiadores marxistas sobre el nacimiento del capitalismo contrapuso a los intérpretes de su debut en el agro (Dobb, 1974), con los teóricos de su consolidación primigenia en el comercio (Sweezy, 1974). La primera visión atribuía la transición a la erosión en Europa de las estructuras feudales, como consecuencia de las rebeliones campesinas. La segunda resaltaba el auge urbano que deterioró a la nobleza, acentuó la huida de los siervos y transformó la renta de productos en dinero.

Esa discusión buscaba dirimir si el capitalismo emergió en un largo proceso de acumulación primitiva en el agro y generalización del trabajo asalariado en las ciudades, o si por el contrario despuntó cuando se afianzaron las relaciones comerciales.

La ventaja del primer enfoque radicó en su acertada identificación del capitalismo con un sistema de competencia por beneficios surgidos de la explotación. Esa generación de ganancias requiere propiedad privada de los medios de producción y normas de lucro asentadas en la extracción de plusvalía. El simple predominio de los parámetros mercantiles no consagra el predominio del capitalismo.

Retomando esa diferenciación, China debería reunir actualmente las condiciones señaladas por la tesis del origen agrario para presentar un status capitalista. No alcanza con la universalización de las reglas comerciales para constatar esa vigencia. Justamente en la trayectoria contemporánea del país, la etapa de expansión del mercado sin privatizaciones no implicó el inicio del capitalismo. Sólo en el periodo posterior emergió la restauración. La acumulación por abajo en el agro constituyó, a lo sumo, un presupuesto de ese cambio y no un indicio de su consumación.

Otra discusión sobre el nacimiento del capitalismo opuso a los historiadores que subrayaban su origen nacional (Wood, 2002:103-121), con los estudiosos que remarcaban su génesis internacional (Wallerstein, 1988: 33-35). Esa controversia contraponía la existencia de múltiples trayectorias de un sistema forjado en el siglo XIX, con visiones de un régimen que irrumpió como totalidad mundial en el siglo XVI.

            En este caso, el acierto de la primera mirada radica en los criterios que aportó para estudiar cada capitalismo nacional, en función de sus diferencias con los sistemas previos. El inconveniente de la segunda óptica estriba en la disolución de esas singularidades. Remonta la existencia del capitalismo a un lejano pasado y supone que ya operaba como entramado global.

Esa divergencia de criterios internos o externos para definir la presencia del capitalismo cobra actualidad, para evaluar las trayectorias nacionales divergentes seguidas por Rusia o Europa del Este frente a China. Esos procesos se desenvolvieron en un mismo escenario de globalización neoliberal, pero transitaron por cursos nacionales muy distintos.

La expansión mundial del capitalismo que sucedió al fin de la guerra fría, no implicó la implantación del mismo sistema en todos los rincones del planeta. China (o Cuba y Vietnam) ha seguido un rumbo distinto en un contexto común. Por las mismas razones que la existencia de un sistema-mundo no equivalía a la automática adscripción de la URSS a esa totalidad, la preeminencia actual de la globalización no presupone el capitalismo en China.

Este señalamiento es importante para evitar los equívocos inversos, que asignan a la nueva potencia asiática una misión civilizatoria mundial. Si la globalización no define el status capitalista de China, la expansión internacional de ese país tampoco alumbra otro funcionamiento del resto del mundo.

Revolución y contrarrevolución burguesa

Las discusiones sobre el origen del capitalismo afianzaron la percepción de una larga transición de varios siglos, con diversas modalidades de coexistencia de clases dominantes (Vitale, 1984). Esta misma conclusión podría aplicarse en la actualidad a China, Su eventual pasaje al capitalismo, no debería necesariamente presentar el abrupto desenlace que imperó en Rusia o Europa del Este. Podría efectivizarse a lo largo de varias décadas y en ese caso correspondería caracterizar al régimen vigente durante ese período intermedio.

En los debates historiográficos de esa transición surgió la noción de formación económico-social, para conceptualizar la existencia de variadas articulaciones entre modos de producción, con predominio desigual del capitalismo (Cueva, 1988). Esa noción fue utilizada para caracterizar, por ejemplo, las mixturas imperantes en América Latina entre los siglos XV y XIX. Hubo diversas combinaciones del capitalismo con el esclavismo (plantaciones) o con el feudalismo (haciendas). La misma mirada podría aplicarse en la actualidad a China, para considerar su formación económico-social en términos de un eventual “social-capitalismo”.

            Pero estas categorías económicas no alcanzan para definir cuándo rige el capitalismo. En las mixturas de la transición la burguesía conquistó su dominio de la sociedad, pero sólo ejerció efectivamente esa primacía cuando capturó el poder del estado. El imperio de la competencia, la ganancia y la explotación no consagró el status capitalista, mientras el estado permaneció en manos de otros grupos dominantes. Fue lo ocurrido por ejemplo con el estado absolutista durante la era feudal. Sólo cuando la burguesía controló ese resorte quedaron despejados todos los escollos para la acumulación.

Esta conclusión del debate historiográfico tiene especial aplicación para el escenario actual de China. Tal como ocurrió en el pasado, una nueva clase dominante ya monitorea gran parte de la economía sin manejar el poder político, lo que a su vez impide el pleno despegue del capitalismo.

El punto de giro en el pasado fue clarificado en la evaluación de las revoluciones burguesas, que constituyeron la modalidad clásica de conquista del poder por parte de la clase capitalista. La caída de monarquía (Francia) o la guerra de secesión (Estados Unidos) fueron ejemplos típicos de ese viraje (Piqueras, 2000).

Pero estas contundentes mutaciones no fueron el único curso de la historia y esa indefinición reaparece en la actualidad. Las fechas exactas del cambio de régimen que se observaron en Rusia, Polonia, Alemania del Este o Hungría, no se han extendido a China.

En la comparación corresponde igualmente subrayar que las revoluciones burguesas del pasado no constituyeron el simple antecedente de las contrarrevoluciones del presente. Un monumental abismo separa al surgimiento del capitalismo de su retorno. La principal diferencia estriba en la total carencia de complementos progresistas en el plano democrático, nacional o agrario (Anderson, 1983). El resurgimiento actual más bien profundiza los ingredientes regresivos de la instauración del capitalismo, que predominó en los países centrales desde la segunda mitad del siglo XIX (Callinicos, 1989). Esa misma tónica ha prevalecido en la restauración del sistema al cabo de una centuria en Rusia y Europa del Este.

            Conviene recordar también que en numerosos lugares del mundo el capitalismo emergió sin revolución burguesa, mediante transformaciones pasivas o auto-conversiones de los estados. El paulatino aburguesamiento de la antigua nobleza en Japón y Alemania fueron los típicos modelos de esa gestación por arriba (Takahashi, 1974). Se podría argumentar que China está transitando por una reconversión semejante, mediante el pausado padrinazgo del capitalismo por los mismos sectores que dominaron el sistema precedente.

            Pero esa transición de largo plazo sería muy distinta a los precedentes del siglo XIX. Implicaría en China el triunfo del proyecto neoliberal y el estrechamiento de lazos con los socios occidentales. Esa eventualidad constituye por ahora sólo una de las opciones en juego. Las alternativas en disputa requieren un análisis más específico que abordaremos en el tercer artículo de esta serie.

18-9-2020

RESUMEN

La irrupción de China ilustra la dinámica contemporánea del desarrollo desigual y combinado. El cimiento socialista, el complemento mercantil y los parámetros capitalistas apuntalaron un modelo enlazado a la globalización, pero centrado en la retención local del excedente. La ausencia de neoliberalismo y financiarización ahorraron al país los desequilibrios afrontados por sus competidores. Pero la penetración del capitalismo genera sobreinversión y excedentes a descargar en el exterior.

La ortodoxia explica la expansión china por un imaginario predominio de la desregulación y la heterodoxia por la simple aplicación de controles que han fallado en otros lugares. Ambos omiten el cimiento socialista. La óptica milenarista enaltece un destino imaginario y supone raíces remotas para procesos muy recientes.

El capitalismo está presente pero no domina aún en la economía. La nueva clase burguesa tampoco logró el control del estado, pero la transición socialista se revirtió y prevalece un status intermedio. La acotada restauración contrasta con las trayectorias de Europa Oriental y Rusia. Una comparación con el origen del capitalismo sugiere la posibilidad de largas transiciones y mixturas de sistemas.

Claudio Katz[1]

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[1] Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

Fuente e imagen: https://contrahegemoniaweb.com.ar/seccion/secciones/debates_estrategicos/

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El mundo con catarro y sin pañuelo

Por: Rose Mary Hernández Román

Uno de los problemas a los cuales se enfrentan gobernantes de países del mundo ante la pandemia del covid 19 es el tema de la resistencia social para acatar llamados y medidas preventivas que puedan evitar la propagación con consecuencias nefastas.

Algunas personas refieren este comportamiento no como una desobediencia, sino como la situación de resignación a la que solo responden desde sus únicas posibilidades, seguir en las calles, en el filo de la vida y la muerte a la cual han sido expuestos mucho antes de la aparición del coronavirus, bien sea por la discriminación, pobreza, exclusión, los bajos salarios, conformando grupos sociales altamente vulnerables, sin la posibilidad de prosperidad sostenible en su contextos y en el mundo.

Si bien las tasas de pobreza mundial han disminuido en regiones, los avances no han sido uniformes, e incluso, según el Banco Mundial (2019): “nuevos datos cuestionan los conceptos tradicionales de ricos y pobres». La pobreza ahora tiene rostro multidimensional que minimiza el nivel de vida en general, sufren carencias en educación, salud, trabajo, seguridad social, vivienda, económicas, sanitarias, entre otras.

Muchos son los lugares pobres  no reconocidos por los gobiernos,  donde las privaciones son peores que en un campo de refugiados. La mala distribución de las riquezas, ingresos y la desigualdad de oportunidades al nacer, son algunas de las connotaciones  presentes. Las políticas económicas de los gobiernos neoliberales benefician a los más pudientes, que son estratos menores , mientras,  grupos menos favorecidos han de pugnar, entre otras cosas, con la escasez, pocos o ningún recurso, servicios o bienes públicos debilitados por los serios recortes que no permiten recuperar sus funciones.

En Latinoamérica,  los profesionales de carrera y dependientes del sector público,  ven mermadas sus posibilidades adquisitivas al ser víctimas  constantes de abusos y reformas económicas que les  desmejoran, e incluso, colocan en una situación de neoesclavitud laboral, trabajador@s con paupérrimas pagas salariales, lo que conduce a otras realidades no abordadas como: la migración, ausentismo, desprendimiento al patrono, justas revelaciones sociales en pro de la defensa derechos establecidos constitucionalmente y contraídos en contrataciones colectivas.  A esto se le debe añadir las elevadas cifras de precariedad en la que se encuentran los servicios,  lo que agrava la crisis sanitaria que hoy está desalentándonos.

Existe entonces una orden de irresponsabilidad en los gobiernos que han dirigido al mundo, donde la lucha por dominio y control, con políticas con principios no éticos socialmente, puesto que no responden al bien supremo de la felicidad de la existencia humana, convirtiendo este último como una utopía prácticamente inalcanzable, han dejado desprovistos a miles de personas en quienes los efectos de la pandemia será devastador por no poder cumplir las restricciones.

La paradoja de los pobres ha sido sobrevivir a epidemias sin provocarlas. Lo han venido haciendo desde la aparición del Imperio español,  que trajo consigo la esclavitud y colonización de las civilizaciones indígenas, además de las pestes de la viruela, gripe y el sarampión. Hoy, virus sociales como la globalización, el capitalismo, el neoliberalismo, el racismo, son sistemas que destruye a la humanidad y al ambiente, donde se suprimen los derechos humanos, sistemas que  producen monstruos que no puede enfrentar.

Epidemias como la fiebre amarilla, malaria, cólera, coronavirus, guerras, mutilaciones, desigualdades, e ideologías dominantes de la ganancia como propósito de la vida, siempre han tenido al mundo pobre en catarro sin pañuelo.

Revisiones documentales

https://news.un.org/es/story/2019/07/1459131

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Balance 2019 y proyección 2020 para América Latina

Redacción: Mundo.Sputniknews

América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo. En la mayoría de los países sus pueblos sufren los costos de políticas económicas, laborales y sociales neoliberales que restringen el acceso a derechos. En el 2019 hubo masivas movilizaciones expresando el hartazgo de la sociedad hacia ese estado de cosas.

En ChileEcuadorColombia y otras naciones hubo masivas protestas contra el deterioro de la calidad de vida.

La respuesta estatal fue la represión y el abuso de la fuerza con suspensión de derechos, que sólo agudizan la crisis al habilitar graves violaciones a los derechos humanos.

En Bolivia además hubo un golpe de Estado, instalando una situación de excepción. Este contexto regional está poniendo en riesgo décadas de construcción democrática, periodo en el cual se desplazaron los regímenes autoritarios que habían sido la norma en América Latina.

Desaceleración

Las tensiones políticas son emergentes de tensiones sociales generadas por un ciclo económico débil que ya se extiende por varios años. El Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe de la CEPAL ofrece oportunos análisis y estadísticas para comprender lo que está pasando en la región.

El contexto es extremadamente complejo debido a la desaceleración económica generalizada y, especialmente, sincronizada a nivel de los países y de los distintos sectores.

En este año, a diferencia de anteriores recientes, 18 de los 20 países de América Latina, así como 23 de las 33 economías de América Latina y el Caribe, presentan una desaceleración en la tasa de crecimiento de la actividad económica.

Esta debilidad generalizada se originó en el menor dinamismo de la demanda interna, acompañado por una baja demanda agregada externa y mercados financieros internacionales más frágiles.

Este escenario de estancamiento impulsó las crecientes demandas sociales y presiones por reducir la desigualdad. El 2019 fue el año que precipitaron esos reclamos con impactantes rebeliones populares. Más que un mal año en términos económicos, el cuadro de exclusión acumulada era un caldo de cultivo para esas explosiones.

El panorama macroeconómico es fulminante: en los últimos seis años, de 2014 a 2019, hubo caída del Producto Interno Bruto, descenso del PIB per cápita, retroceso de la inversión, del consumo per cápita y de las exportaciones, y un sostenido deterioro de la calidad del empleo.

Este balance es más que elocuente para entender el hastío social que se reflejó en las calles en estos meses en varios países.

En 2019, las economías de América Latina y el Caribe crecerán a una insignificante tasa promedio del 0,1%. Es un estadio de estancamiento que no se registraba desde hace décadas. Las proyecciones de crecimiento de la CEPAL para 2020, si bien mejoran un poco respecto a esa desalentadora cifra, no son muy alentadoras.

La estimación es de apenas 1,3% en promedio que, si se confirmara, concluirá el septenio (2014-2020) de menor crecimiento económico en la región en los últimos 40 años.

El impacto internacional

La debilidad de las economías latinoamericanas, cuya base se encuentra en el predominio de políticas neoliberales, también tiene su origen en una economía mundial de escaso dinamismo.

En 2019, el mundo crecerá apenas 2,5%, la menor tasa de expansión desde las crisis de 2008, influenciada por la desaceleración tanto de las economías desarrolladas como de las emergentes.

El mayor impacto para la región proviene del menor crecimiento de los EE.UU. y China, que son sus dos principales socios comerciales.

Si 2019 no fue muy alentador, para la CEPAL el 2020 no presenta perspectivas mejores. En el informe destaca que «la actividad económica y el comercio mundiales se encuentran débiles, y los riesgos están sesgados a la baja». Agrega que «las tensiones comerciales han afectado los niveles de confianza y de inversión de algunas economías cuyos sectores están fuertemente expuestos al comercio internacional».

El comercio mundial se encuentra muy condicionado por las disputas globales entre las dos grandes potencias (EE.UU. y China). Esto queda reflejado en las estadísticas: entre enero y septiembre de 2019 el volumen del comercio mundial disminuyó 0,4% en comparación con el mismo periodo de 2018.

Es un desempeño muy malo y las perspectivas para 2020 no son mejores, a lo que se le agrega una mediocre dinámica de los precios de las materias primas de exportaciones de América Latina. En este año, el promedio de precios descendió 5%.

Para la CEPAL, «la tendencia a la baja se mantendrá en 2020 en gran parte de los productos básicos que exportan los países de la región».

La cuestión social

El comportamiento regular de la macroeconomía tuvo su reflejo en un marcado deterioro de la cuestión social.

El empeoramiento se dio en una serie de variables laborales y fue bastante generalizado entre los países de la región. La tasa de desocupación se incrementó, en promedio, de 8% a 8,2%. Cerca de un millón de personas se sumaron a las filas del desempleo, con lo que el número total de personas que buscan un trabajo y no lo encuentran ascendió a 25,2 millones.

El deterioro del mercado laboral se observa también en la expansión de la informalidad. El trabajo por cuenta propia se expandió 3%, mientras que el empleo asalariado lo hizo en apenas 1,5%.

La cantidad de asalariados registrados tuvo ese leve incremento, pero fue por debajo de la expansión del número de ocupados y de no asalariados, indicadores del deterioro de la composición del empleo. La CEPAL también apuntó que hubo un aumento del subempleo y de la informalidad laboral.

​El crítico cuadro laboral se complementa con un estancamiento de los salarios medios reales del empleo registrado. En Argentina, con una tasa de inflación por encima del 50% anual, la pérdida fue sustancial, cercana al 20%. En Brasil, con retroceso de la inflación, también hubo pérdida de la capacidad de compra real de los ingresos de los trabajadores.

En México, por el contrario, el salario medio real registró el mayor aumento desde 2002, en parte por el incremento sustancial del salario mínimo.

Con este contexto económico, regional y mundial, las proyecciones del mercado laboral no son muy alentadoras. La CEPAL no espera repunte en la generación de empleo de calidad y evalúa como lo más probable que continúe la tendencia al deterioro de la composición del empleo, ya sea en las categorías de ocupación, subempleo e informalidad.

También proyecta salarios reales estancados y un alza de la desocupación regional al 8,4% en 2020. O sea, se incorporaría otro millón de personas al ejército de desempleados.

Desafíos

Como se detalló, 2019 fue un año con resultados macroeconómicos, laborales y sociales poco favorables, con una economía mundial que no ayudó a moderar la tendencia negativa.

Para 2020 no aparecen señales de reversión de esa situación, según la CEPAL; más bien, estima un escenario de mayores tensiones.

Esto se daría porque identificó un aumento de la incertidumbre y la vulnerabilidad, puesto que las disputas comerciales se mantienen latentes. Se ha instalado de ese modo un marco global que ha afectado los niveles de confianza y de inversión.

En términos de los mercados financieros internacionales, la acumulación de deuda a nivel mundial impulsada en parte por las bajas tasas de interés de los principales bancos centrales, ha alcanzado niveles récord.

En el segundo trimestre de 2019, el nivel de endeudamiento alcanzó el 320% del PIB mundial.

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/firmas/201912171089663538-balance-2019-y-proyeccion-2020-para-america-latina/

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Sobre el Arco Minero: Un debate ineludible e impostergable.

Por: Limber Salazar

Dentro de las políticas económicas nacionales, la explotación minera ha venido ocupando un espacio cada vez más relevante, al punto de considerarse como una opción para reemplazar y superar nuestro ya tradicional modelo rentista petrolero. Para dar una idea del tamaño de la tarea que se está proponiendo el Ejecutivo Nacional baste citar una cifra que es ya de conocimiento público: el 98% de las divisas que ingresan al país provienen de la venta del petróleo crudo y en consecuencia, parafraseando a Eclesiastés diría, que ni la más mínima hoja se mueve en nuestro mundo sin la anuencia de este recurso.

Sin embargo y como el área de la economía reviste una gran complejidad tanto en sus aspectos técnico-científicos como por sus impactos en toda la vida social y cultural del país, es necesario aclarar que evadiendo una visión reduccionista en este análisis, vamos a abordar el tema minero haciendo énfasis en sus aspectos legales, tecnológicos, ambientales y sociales, con la finalidad de abrir un debate, no sólo entre los sectores directamente involucrados en las actividades de exploración, explotación, refinación y comercialización de los productos, sino también en el seno de la población estudiantil y profesionales de la educación. Valga lo dicho a manera de introducción al tema.

Comencemos por su anclaje legal: la Ley Orgánica para el Desarrollo Productivo Minero (LODPM) 2016-2018 fue aprobada dentro del Decreto de Emergencia Económica publicado en la Gaceta Oficial N° 40.828 el 30 de diciembre de 2015. Es necesario comentar sus implicaciones en el desarrollo del país porque, junto con el petróleo y la agricultura, constituye una de esas tres áreas estratégicas de alta sensibilidad relacionadas con la soberanía económica y política de la Nación.

Habría que destacar dos detalles que aunque de forma, delatan la existencia de una crisis neurálgica subyacente y por lo tanto, de obligada solución. Primero, que fue aprobada en circunstancias de una emergencia económica, lo cual haría suponer que de estas actividades se espera obtener los recursos para resolver dicha crisis. Esta idea se ve reforzada desde el Ejecutivo Nacional al destacarlas como el modelo productivo que sustituirá de manera progresiva el esquema rentista petrolero impuesto por los gobiernos de la IV República. Segundo, que fue aprobada en los días subsiguientes a la contundente derrota política sufrida por la Revolución Bolivariana el 6 de diciembre de 2015 ([1]). Este evento pudo haber sido tomado como una seria amenaza a la estabilidad del Gobierno, dados los antecedentes de golpes parlamentarios en Honduras, Paraguay y Brasil. En otras palabras: casi una emergencia de gobernabilidad política.

Ahora bien: ¿Cuál es el ámbito geográfico objeto de la LODPM? ¿Qué asuntos afecta? ¿Qué propicia? ¿Qué beneficios se esperan recibir?

El Arco Minero del Orinoco contempla una superficie de 114 mil kilómetros cuadrados aproximadamente, ubicada en el estado Bolívar. Está dividido en cuatro bloques o áreas: el primero de 24.717 Km2 (Juana La Avanzadora) posee principalmente coltán (Colombita-Tantalita, minerales estratégicos para la fabricación de componentes electrónicos de alta tecnología) oro, bauxita y diamante. El segundo de 17.246 Km2 (Manuelita Sáenz) tiene oro y diamante. El tercero con 29.730 Km2 (Negra Hipólita) contiene hierro, oro, diamante y bauxita y el cuarto que abarca el área de unos 42.307 Km2, conocida como La Sierra de Imataca (Josefa Camejo) constituido mayormente por yacimientos auríferos, plata y cobre.

Empresas de origen ruso, canadiense, británico, surafricano, estadounidense, chino y australiano han manifestado su interés por el proyecto. Según la información oficial, el Estado venezolano hasta ahora ha suscrito dos acuerdos con la República Popular de China: uno con la empresa Camc Engeerering CO. LTD, que trabajará en el primer bloque; y el segundo con la empresa Yakuang Group que se incorporará a la exploración y explotación del oro en el boque cuatro. Igualmente, suscribió un acuerdo con una empresa minera de la República del Congo que operará en los bloques uno y cuatro y también, un memorándum de entendimiento con la empresa de Gold Reservs de Canadá para conformar una empresa mixta que desarrollará actividades de exploración y explotación del oro y otros minerales ([2]) Contactos personales con organizadores del Observatorio Minero venezolano y Directivos de la Gold Reservs aseguran que el Estado venezolano aun no ha podido resolver satisfactoriamente el conflicto con esta empresa canadiense.

El Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico (MPPDME) estima ([3]) que el valor comercial del total de las reservas minerales en esta zona asciende a más de dos trillones de dólares y se prevé que Venezuela puede percibir entre 3 mil y 4 mil millones de dólares anuales. Y en cuanto a las reservas de oro probadas, según la fuente supra citada, alcanzan a unas 4.300 toneladas y se espera una certificación de unas 7.000 toneladas, con lo cual Venezuela pasaría a ser la segunda reserva de oro del planeta ([4])

Sin embargo, El Observatorio Minero, el Colegio de Ingenieros de Venezuela, la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Minas y Metalúrgicos, la Sociedad Venezolana de Geólogos, la Academia Venezolana de Minería, El Centro de Investigaciones Ecológicas de Venezuela, entre otras organizaciones del área y las etnias indígenas directamente afectadas, tienen una opinión distinta. Experiencias en otros países también servirán de referencias válidas para una reflexión sobre el modelo de desarrollo estratégico venezolano en transición hacia el eco socialismo.

Acometer la empresa que se plantea el MPPDME en el Arco Minero de Guayana le plantea al Gobierno Nacional un reto de gran envergadura al tener que enfrentar las críticas formuladas desde los distintos sectores sociales y organizaciones gremiales y científicas del país, amén de las movilizaciones políticas adversas. A manera de ejemplo transcribiremos las opiniones del presidente del Centro de Investigaciones Ecológicas de Venezuela (CIEV) Alejandro Lanz ([5]) quien alerta sobre el “sacrificio ecológico que representa el desarrollo del Arco Minero”:

La biodiversidad que abarca gran cantidad de bosques, selvas que están protegidas por decretos de reserva forestal (caso Imataca) de 3 millones 800 mil hectáreas; (La Paragua y El Caura) con 5 millones 134 mil hectáreas; monumentos naturales (caso Guanay) y cuencas que están protegidas igualmente por leyes ambientales y convenios internacionales como la Cuenca del Caroní de 96 mil kilómetros cuadrados, que provee de las reservas de agua dulce más importantes del país y generadora de 60% de la energía hidroeléctrica que alimenta la represa del Guri (…) si estamos frente a una crisis energética, lo lógico es cuidar las cuencas del Caroní y Paragua y activar planes de reforestación (…)

Toda esa inmensa riqueza natural, patrimonio de toda la nación, estaría severa e irreversiblemente amenazada por la explotación del Arco Minero tal como se está planteando desde el Ministerio del ramo. Adicionalmente, estas actividades se plantean obviando los respectivos y obligatorios “estudios de impacto ambiental y sociocultural, así como la consulta previa, libre e informada a los pueblos originarios tales como, Inga, Mapoyo, Eñepá, Yekwana, Piapoco, Kariña, Arawak, Akawako entre otros” (Ob. Cit.) Pero no sólo a las etnias citadas, sino a todo el sureste del país, porque la arteria fluvial que está recibiendo todo ese impacto contaminante es el gran Río Orinoco a través de sus vitales afluentes de su margen derecha. Al respecto – continúa denunciando Lanz:

El decreto del Arco Minero prohíbe y penaliza el ejercicio de los derechos a la reunión, manifestación pacífica y a la huelga, contrario a lo establecido en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; al convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo relativo a libertad sindical y a los artículos 53, 68 y 97 de la Carta Magna (…) esta actividad traería grandes pasivos ambientales que se traducirán en desmejora de la calidad de vida de todos los pobladores de Amazonas, Bolívar, sur de Monagas y Delta Amacuro, por citar a los afectados más directos.

Es igualmente oportuno subrayar que los acuerdos firmados por Venezuela en la Conferencia entre las Partes (COP 13) ([6]) sobre la defensa de la biodiversidad son relevantes y todos van en favor del ambiente, de la seguridad alimentaria, de la salud humana y del Planeta. No se detectan contradicciones con los propósitos establecidos en el V Objetivo Histórico de la Ley Plan de la Patria 2013-2019.

Sin embargo, procede preguntarse sobre las tecnologías usadas o a ser usadas en este desarrollo minero, especialmente en el oro, donde son conocidos los severos impactos negativos con el uso del mercurio y del cianuro en el proceso de su refinación. Y ya que hasta ahora prevalece el uso de explosivos, maquinarias pesadas y equipos de alto impacto destructivo para la fracturación del material rocoso y la extracción del mineral (distinta a la fracturación usada en petróleo) ¿Procederá implementar biotecnologías en la refinación del oro y otros metales? ¿Qué contempla para nuestro caso el Ministerio del ramo? ¿Cuáles son las tecnologías a ser implementadas por las empresas extranjeras o nacionales? Por ejemplo ¿Habrá diferencias tecnológicas sustanciales entre las empresas de la República Popular de China y las de los consorcios privados canadienses o congoleños o cualesquiera otras que pudieran incorporarse? Este esclarecedor debate es ineludible, sobre todo porque nuestro Ministerio es por su misión, para implantar el Desarrollo Minero Ecológico, asumiendo además que hemos suscrito las Metas de Aichi ([7]) lo cual nos obliga como país a incorporarlas en nuestros planes estratégicos de desarrollo.

En cuanto a las tecnologías, se sabe que la lixiviación es el proceso de disolución de los metales contenidos en los minerales y se asumía que se producía mediante reacciones netamente químicas donde intervenían el agua y el oxígeno atmosférico. Ahora hay abundante información sobre la intervención de bacterias como agentes biocatalizadores de dicho proceso y en tal sentido se le llamó bío-lixiviación. Este conocimiento dio paso a la “bio-hidro-metalurgia” tecnología que redujo enormemente el impacto contaminante del uso de los químicos en la extracción y recuperación de los metales. De allí surgió el término bio-minería, para denotar el uso de microorganismos en diferentes momentos de la explotación de los minerales, abarcando desde la concentración de las especies de interés (a través de la bio-flotación), la recuperación de los elementos presentes en ellas (bio-lixiviación y bio-oxidación), hasta su acción en tareas de remediación ambiental ([8])

Una de esas técnicas es la llamada “flotación espumante” usada para la recuperación de oro, platino y otros minerales reemplazando el mercurio por reactivos químicos derivados de sustancias orgánicas. Hay abundante información en esta área del conocimiento ([9]) ([10]) Por este método se ha logrado hasta un 90% de recuperación en materiales de bajo tenor, frente al 50 % que obtienen los mineros con sus métodos tradicionales.

Su principio técnico es relativamente sencillo: se basa en la separación selectiva de partículas en base a su hidrofobicidad. Estas sustancias orgánicas de origen animal (hongos y bacterias principalmente) tienen propiedades tensoactivas que contribuyen a la formación de pequeñas burbujas y a una fase estable de espuma. También se les denomina bio-sólidos donde además intervienen los ácidos húmicos como agentes espumantes.

La bio-lixiviación es otra técnica ampliamente usada en países mineros. Por ejemplo: el 5% de la producción cuprífera de Chile se obtiene a través de ella. ([11]) Aquí proceden con mayor pertinencia y fuerza las preguntas: ¿Qué tipo de tecnologías se usarán para el desarrollo del Arco Minero? ¿Qué rumbo estratégico marcarán las políticas públicas de la República Bolivariana de Venezuela para la minería en nuestro país?

Así como se han dado pasos relevantes en el establecimiento de una plataforma propiciadoras de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), como son la puesta en órbita de dos satélites de largo alcance ¿qué se avizora en la formación de ciudadanos venezolanos profesionales en dichas TIC, la robótica y la gerencia de procesos de alta complejidad y precisión relativas a las tecnologías mineras con la finalidad de reducir los impactos negativos al ambiente y de riesgos humanos?

Por considerarlo oportuno y pertinente, dado que estamos abordando la necesidad del uso de la biotecnología en un área tan polémica como la minería y la metalurgia, daremos algunos rasgos que la tipifican e incluiremos otras, que sin ser biológicas, contribuyen a mitigar el impacto agresivo de las que hoy predominan en esa industria, aun a riesgo de digresión en el discurso:

  • Con el uso de organismos vivos, parte de ellos o sus secreciones se logra: Reducción de emisiones de agentes contaminantes, eliminación de focos de contaminación química, metálica o bacteriana, menor utilización de agua para los procesos productivos, ahorro energético, utilización de prácticas cada vez más seguras para los trabajadores y amigas de los ecosistemas.
  • Los sistemas electrónicos de voladuras: Precisión 1.000 veces mayor y una mejor sincronización que los detonadores con explosivos de uso generalizado y masivo, mejor control energético, mejora de la fragmentación, formación de pilas, control de vibraciones, grandes voladuras, mejora las condiciones de las paredes o caras y reduce el sobre quiebre, el peligro y los soportes a tierra.
  • Los supresores de polvo a base de polímeros y aceites que funcionan modificando las propiedades físicas de la superficie: mejora la calidad del aire, la visibilidad del camino, la salud de los operadores, el desempeño de los equipos y la productividad de las operaciones mineras ([12])
  • Los nuevos métodos de recuperación de litio: reduce el tiempo para producir carbonato de litio y cloruro de potasio de ocho meses a unas cuantas horas, con energía solar y sin consumo de agua.
  • Uso de las TIC en los procesos de gerencia de procesos de alta complejidad y precisión: “Mejoran las interacciones entre empleados, fomentan la innovación, agilizan el proceso de toma de decisiones y aumentan la capacidad de respuesta frente a los clientes y el mercado, mejorando la reputación de la compañía por el uso eficiente de las nuevas tecnologías” ([13]).

Este ítem obliga a retrotraer la pregunta sobre la capacidad del capitalismo para sortear barreras y de imponer su modo de vida, pero también nos permite profundizar sobre su lógica:

¿Por qué – si el capitalismo se erige sobre una visión equivocada del mundo y además es un sistema ilógico – se ha sostenido desde el siglo XIV hasta el presente exhibiendo el más poderoso y deslumbrante sistema que la humanidad hubiera conocido? ¿Cómo ha sorteado “exitosamente” tantos obstáculos? [14]

Satisfacer las necesidades del cliente (cantidad, calidad y oportunidad) y triunfar frente a la competencia impone grandes exigencias a los gerentes de los complejos industriales modernos. Implica no sólo saber trabajar bajo la presión del tiempo en cuanto a los márgenes de retorno de la inversión sino además, estar capacitados en los procesos técnicos del negocio. En el caso de la industria minera por ejemplo, los controles legales (ambiente, salud y seguridad industrial entre otros) unidos a las incertidumbres naturales (tenor del metal, reservas reales del yacimiento, riesgos operacionales etc.) exigen además de una elevada especialización profesional, una obligada sincronización de equipos interdisciplinarios. En este tipo de actividades es más evidente que el área tecnológica constituye el corazón del negocio.

Hay dos áreas de inversión a las cuales la directiva de los consorcios le dan prioridad: en los llamados “activos know-how y al capital humano” Se considera que ahí radica el nudo crítico que limita o incrementa la velocidad de la innovación tecnológica y se da o se retrasa, según la medida en que se logren o no sincronizar la inversión en la capacitación del personal con la dirigida a la actualización en las nuevas tecnologías de producción.

Según Rodrigo Guzmán –Gerente de Everis Business Consulting para Minería ([15]) – el desarrollo de tecnologías como la integración de sistemas

… son palancas tecnológicas necesarias para crear las condiciones que permitan a las personas una mejor toma de decisiones en tiempo real, y administración de la variabilidad, reduciendo las pérdidas, mejorando la gestión sobre los activos, conteniendo costos y aumentando el valor económico de las minas.

Así, al concepto de Tecnologías de Información y Comunicación se le agrega la Automatización y Robótica (TICAR) que va en línea con la tendencia tecnológica a la robotización, la automatización y el telecomando. Siguiendo las orientaciones de Gerencia (Ibídem) las aplicaciones en este campo son múltiples: tele-operación mediante realidad aumentada, operación asistida y automatización de maquinaria; medición y control remoto; trazabilidad; monitoreo y detección     precoz de enfermedades producto del trabajo en ambientes extremos; mantenimiento preventivo, detección temprana de fallas y manejo de contingencias.

Dentro de las fuentes especializadas hemos seleccionado a la Revista Gerencia por ser esta una publicación dirigida a la formación de los gerentes modernos, capaces de competir y triunfar ante cualquiera en su área de competencias. Valga la pregunta: ¿En cuál sistema? It doesn’ matter Su norte es el ahorro: de energía, materia prima, tiempo, accidentes laborales, equipos, retrabajo, riesgos, rechazos de productos y otros, todo para lograr mejores y más rápidos retornos a la inversión. Para estos fines las TICAR se convierten en el aliado estratégico principal.

En lo relativo al “capital humano”, en la gerencia moderna no sólo se privilegia al personal de confianza que por sus méritos profesionales y lealtad a la empresa (su empresa) se ha ganado ese cognomento, sino también a su familia. De hecho, se estimula conductualmente el buen relacionamiento entre los compañeros de trabajo (el equipo) a quienes se les brindan todas las prerrogativas que fueren posibles, pero también a los miembros de sus familias. Los clubes de categoría juegan un rol básico en la formación de clase aparte. El relevo o adquisición de un gerente de alto rendimiento es algo que los directivos de los consorcios le dan un trato especial. El inglés no sólo es un requisito, sino el idioma oficial. La conexión con las universidades y centros de investigaciones tecnológicas es ya ley. Los grants, un mecanismo tradicional para la captación y especialización de gerentes de alta competitividad. Es decir: funciona la trama del Estado-consorcios para la estabilidad del Status quo.

Siguiendo la teoría de Olduvai ([16]) mientras las urbes capitalistas tengan suficiente energía, su población tendrá una calidad de la vida material satisfactoria Sólo que esa energía se la están proporcionando a esas urbes desarrolladas los países modernamente “subdesarrollados”. Sin embargo ¿Será que en el socialismo no es valioso ese tipo de “capital humano”? ¿Qué rol juega la ideología al respecto? ¿Será que el ahorro y el celo por el retorno de la inversión son sólo cualidades del capitalismo? ¿Será verdad que los bienes del Estado no tienen dolientes y por eso EL ESTADO no es eficiente en los menesteres de la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, donde la PROPIEDAD PRIVADA sí lo es? Pero interpelemos a la susodicha propiedad privada ¿Será eficiente un sistema que no puede remediar los costes ambientales, sobre todo por las magnitudes planetarias de sus daños?

Retomando el hilo del tema minero, válido para todos los demás de la economía, es imprescindible asumir los retos de las nuevas tecnologías, pero con una mayor exigencia científico-espiritual, siendo que somos una sola y misma ecuación vital: Hombre-Naturaleza-Hombre, o para decirla con la visión chaima y de la mayoría de los pueblos ancestrales: Naturaleza, el hombre implícito.

La interpelación sigue siendo ahora para la minería venezolana. La literatura reporta avances promisorios de tecnologías de bajos impactos ambientales indeseables. En ese sentido hay que incursionar en las técnicas gravitacionales ([17]) que permiten mejorar la eficiencia de la separación de los metales. La fuente citada reporta mejorías en la eficiencia de la extracción del oro pasando de un 45% con mercurio a un mínimo de 95% con esta técnica limpia basada en la utilización de la densidad del oro.

Tradicionalmente se viene usando el mercurio para capturar el oro y el cianuro para disolverlo y posteriormente aislarlo. Como ya se ha mencionado, con el uso de microorganismos y/o sustancias de origen biológico y con este método gravitacional se pueden evadir aquellas prácticas agresivas al ambiente y a la salud en general, así como el ahorro significativo del agua. Si a esto se le añade la mayor eficiencia en la captura y refinación del oro y otros metales de valor estratégico, no debería haber mayores obstáculos en el desarrollo de la minería como una columna fuerte en la implementación y consolidación de una economía nacional diversificada y sustentable. Este es parte del reto tecnológico en cuanto a explotación y administración minera para una Venezuela en tránsito hacia el eco socialismo. Este debate es impostergable.

Otro reto tecnológico lo constituye el área de la ingeniería ambiental post minera para la restauración de los espacios, cursos de aguas y regiones perturbadas por la actividad minera. Es innegable que cualquier proceso de extracción de materias primas perturba a la naturaleza de manera casi irreversible; la huella indeleble de la minería: pavorosos cráteres, montañas barridas, ríos, lagos y fuentes de aguas subterráneas contaminadas son algunos de los pasivos ambientales de la minería (carbón, hierro, níquel, oro y otros)

No obstante, “La decisión de un país no debe ser si hay o no minería, sino cómo se hace (…) El mundo depende de la extracción de materias primas que se utilizan para fabricar todo lo imaginable (…) No hay minería sustentable, todo impacta el medioambiente…” dice Karsten Feucht ([18]) alemán, especialista en proyectos para recuperar zonas afectadas por la explotación de recursos naturales. En este debate es ilustrativa la opinión de otro especialista: Gonzalo Salcedo Blandón ([19]) ingeniero de minas y metalurgia, colombiano, quien asegura que decirle NO a la minería corresponde a un discurso errado y deficiente en fundamento, porque sería también decirle no al progreso: a calles pavimentadas, a la crema dental, a los huevos y pollos, al cemento y a las casas, al talco medicinal, a los platos, lavamanos, tasas sanitarias, orinales, al vidrio, botellas, bombillos, celulares, computadores, aparatos electrónicos, prótesis dentales y quirúrgicas en general, cables eléctricos, fertilizantes, vehículos, utensilios de cocina etc., pero sería también renunciar a los aportes de científicos como Alexander von Humboldt en geología y minas. Es decir: el problema consiste en saber cómo hacer las cosas para satisfacer las necesidades de nuestra generación sin comprometer el futuro de las siguientes – respetando las leyes de la ecología y teniendo en cuenta las de la termodinámica.

Para ilustrar aun más sobre los impactos de la actividad minera con tecnologías tradicionales – y esto a manera de alerta roja para nuestro Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico – traemos a colación los siguientes datos ([20])

Minería a cielo abierto.

  • Remoción de la capa vegetal, provocando deforestación y defaunación.
  • Explosiones con dinamita para remover la tierra. Cada kilo de oro necesita 1104 kg de explosivos.
  • Por 1 kg de oro se remueven de 130 a 1350 toneladas de tierra: se clasifica la roca resultante de las explosiones en minerales y escombros.
  • Los escombros van a escombreras las cuales tienen altas probabilidades de drenar ácidos.
  • En la trituración la roca se reduce a un tamaño de unas 80 micras: para producir 1 kg de oro se consume la energía equivalente a 360 mil hogares.
  • El oro se sedimenta y se recupera en tanques de carbono, en una mezcla de agua con cianuro: cada kilo de oro necesita 849 kg de cianuro.
  • Por 1 gramo de oro se contaminan 360 mil litros de agua.
  • Debido a la emisión de gases tóxicos se pueden producir lluvias ácidas.
  • Contaminación con cianuro, cromo, mercurio, plomo y otros elementos tóxicos.
  • La intoxicación con los residuos de las minas pueden provocar enfermedades respiratorias, cardíacas, intestinales, dérmicas y reproductivas.

Es ilustrativo conocer las experiencias de algunos países como Alemania, Inglaterra, Estados Unidos y Rusia entre otros, de cómo han revertido los efectos del “desastre minero” con obras de relevante utilidad social, científica y ambiental para nombrar sólo algunos ejemplos. ([21])

De igual modo, saber cómo algunos países han ido ajustando su ordenamiento jurídico para controlar o frenar el avance indiscriminado de la actividad minera contaminante. Países de Nuestra América han sido escenarios de arduas y sostenidas luchas contra las trasnacionales de la minería. La decisión más audaz la tomó el Parlamento de El Salvador ([22]) al prohibir la industria minera bajo cualquier forma, lo cual se considera un triunfo histórico para las organizaciones ecologistas de ese país y del mundo. Entre los argumentos más sólidos esgrimidos por los movimientos sociales ha sido el de la urgente necesidad de preservar los mantos acuíferos en un país amenazado por la sequía, por la cantidad de millones de litros de agua que se requieren para la obtención del oro y peor aún, la que se contamina de manera irreversible: Por 1 gramo de oro se contaminan 360 mil litros de agua. La ley salvadoreña prohíbe el uso de cianuro, mercurio y otros metales en esta actividad, pero otorga un período de gracia de dos años a las personas que se dedican a la minería metálica artesanal para que puedan reconvertirse a otras actividades productivas. Este ha sido hasta ahora el único país en el mundo que ha evaluado los costes y beneficios de la minería, cálculos de alta complejidad, lo cual le permitió a su Parlamento tomar dicha resolución. Colombia y Chile entre otros, la han limitado de manera parcial. En 1989 en Venezuela, Carlos Andrés Pérez en sus funciones como presidente constitucional, impuso 50 años de moratoria de toda actividad minera en el Amazonas, aunque eso no impidió la expansión de la minería ilegal en esa región. En 2002, Filipinas aprobó una moratoria de 25 años para proyectos mineros. En 2014 la Agencia de Protección del Medioambiente de Estados Unidos, prohibió la apertura de la mina Pebble, ubicada en el estado de Alaska, para proteger el hábitat más extenso del mundo, del salmón rojo (Oncorhynchus nerka).

El Decreto N° 2.248, mediante el cual se crea la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional «Arco Minero del Orinoco» en nuestro país ha generado incertidumbre y preocupación en las organizaciones ecologistas, científicas, sociales y políticas del país.

Por razones similares en defensa del ambiente y de la vida en general, el laureado poeta y educador venezolano Gustavo Pereira, entre otros, ha llamado la atención del Gobierno Nacional por el permanente ecocidio que se viene produciendo años tras años en Pertigalete (Anzoátegui) por la cementera allí instalada, que si lo comparamos con el mega impacto destructivo, previsible e irreversible en Arco Minero del Orinoco, motivo de estas reflexiones, vendría a ser una minucia y como ya se ha mencionado en este ensayo: no obstante las buenas intenciones, el Decreto y las prácticas que a su amparo se implementan e implementarán, han sido severamente criticados.

En tal sentido, urge la difusión de información veraz y detallada sobre los efectos ambientales de la minería y en particular de la realizada a cielo abierto, por todos los medios de comunicación a nuestro alcance, tradicionales y en las redes sociales. Especial importancia tiene este debate en los centros educativos del país, comenzando por los estudiantes en talleres de libre y voluntaria realización, así como también en las reuniones de padres y representantes en las escuelas primarias y secundarias.

Es evidente que estos son temas de vital importancia para la nuestra y las futuras generaciones de venezolanos. Por tanto, deberán ser tratados con el mayor reposo y consenso posibles, porque además deben conciliarse con el V Objetivo Histórico de la Ley Plan de la Patria 2013-2019 a lo interno, amén de los tratados internacionales suscritos por nuestras autoridades.

Por todas estas razones, el debate sobre el Arco Minero de Guayana no debe ser abordado de manera aislada y menos fuera del actual contexto nacional e internacional. Son muchos los intereses en juego y entre ellos el más valioso: el futuro de nuestros recursos naturales. En esta área, aunque pueda producirse un estancamiento de orden táctico en el desarrollo económico del país, hay que tratarlas con una visión histórica.

[1] La oposición ganó la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional.

[2] Fuente: TeleSUR En Profundidad, 26 agosto 2016.

[3] Telesur, fuente citada.

[4] 1 Kg de oro = 31.000 onzas Troy. El valor hoy (04/04/16) de la onza es de 1.200 USA$

[5] tp://www.correodelcaroni.com/index.php/mas/ambiente/item/44011-ciev-alerta-que-arco-minero-del-orinoco-es-un-sacrificio Miércoles, 13 Abril 2016 00:00

[6] Cancún, México dic. 2016.

[7] Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 y las Metas de Aichi https://www.cbd.int/doc/strategic-plan/2011-2020/Aichi-Targets-ES.pdf

[8] porquebiotecnologia.com.ar/index.php?action=cuaderno&opt=5&tipo=1..El uso de microorganismos en minería – Biotecnología

[9] Orozco López, Y.R.(2012) Separación selectiva de partículas en base a su hidrofobicidad, Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.

[10] Reyes-Bozo L., Herrerra-Urbina et. Al (2013) Uso de biosólidos como reactivos espumantes en procesos de flotación. Pontificia Universidad Católica de Chile; Universidad de Sonora, Hermosillo, México; Centro de Investigación Minera y Metalúrgia, Chile y Universidad Andrés Bello, Chile.

[11] ConCiencia Minera: http://www.concienciaminera.com.ar/2013/09/nuevas-tecnologias-para-mineria-sustentable/

[12] Pertigalete y las demás zonas adyacentes a la producción de cemento, por su omisión, hablan al respecto.

[13] TI en minería: Tendencias. Revista Gerencia, Edición de abril 2017 http://www.emb.cl/gerencia/articulo.mvc?xid=273&edi=128&xit=ti-en-la-mineria-gt-el-aporte-de-la-tecnologia-en-los-procesos-mineros

[14] Salazar, L. (2018), UBV: Materiales para la tesis doctoral en Ciencias para el desarrollo estratégico (Inédito)

[15] Guzmán, Rodrigo ( Abril 2017) Revista Gerencia TI en Minería.       http://www.emb.cl/gerencia/articulo.mvc?el-aporte-de-la-tecnologia-en-los-procesos-mineros

[16] La Calidad Material de la Vida (CMV) = Energía (E) /Población (P) A mayor E manteniéndose P constante, mayor CMV y a mayor P manteniéndose E constante, menor CMV

[17] Rodríguez, Margarita Enid, docente investigadora de la Universidad Politécnica Bolivariana (UP://www.mineriasostenible.com.coB), Colombia.

[18] Semana Sostenible:

http://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/mineria-y-recuperacion-de-los-ecosisteas/36197

[19] Salcedo Blandón, Gonzalo: ¿Sabe lo que significa decir No a la minería? http://www.pantallazosnoticias.com.co/news/sabe-que-significa-decir-no-la-mineria/. Consultado el 08/06/18.

[20] Minería a cielo abierto en Latinoamérica; Martin Mantxo, Ekologistak Martxan. Revista El Ecologista nº 67

[21] Lausitz, Alemania (18 minas de carbón arrasaron el terreno) Allí se creó la zona de lagos artificales más grande de Europa; Inglaterra: proyecto El Edén, etc

[22] Asamblea Legislativa (29/03/17) Prohibición de la minería subterránea y a cielo abierto, San Salvador, El Salvador. http://www.ipsnoticias.net/2017/04/el-salvador

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Argentina: La Reforma Previsional discrimina a las personas con discapacidad

Argentina/01 de Enero de 2018/Política

La reforma previsional deteriora el actual régimen de previsión social de uno de los segmentos de la población más vulnerable.

El proyecto de Reforma Previsional que se discutirá en el Congreso Nacionaldiscrimina a las personas con discapacidad y generará un deterioro en las condiciones de previsión social del colectivo. Asimismo, hay fundados temores de que el “bono compensatorio” que recibirían los jubilados no será otorgado a los titulares de las pensiones no contributivas. Ello ya ocurrió en 2016, cuando se pagó sólo a jubilados el bono de fin de año de $1.000.

El análisis de los puntos débiles de la Reforma surge del informe de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI) llamado “Impacto negativo de la reforma previsional sobre las pensiones no contributivas”. Es la misma asociación civil que realizó la acción colectiva por la quita indiscriminada de 170.000 pensiones entre 2016 y 2017, causa que obtuviera fallo favorable de la Cámara Federal de la Seguridad Social.

La nueva fórmula de actualización de las jubilaciones lleva a menores aumentos de las pensiones no contributivas, cuyo monto es del 70% de una jubilación mínima. Mientras con la fórmula vigente se obtendría en marzo de 2018 un aumento de $736, con la fórmula propuesta-se alcanzaría un aumento de $289.

Un primer problema de la Reforma, según REDI, es que la nueva fórmula de actualización de las jubilaciones lleva a menores aumentos de las pensiones no contributivas, cuyo monto es del 70% de una jubilación mínima, según establece la actual Ley de Movilidad Jubilatoria. Actualmente, la pensión no contributiva es de $5.072. Mientras con la fórmula vigente se obtendría en marzo de 2018 un aumento de $736, con la fórmula propuesta-se alcanzaría un aumento de $289, considerando para las variables macroeconómicas afectadas a las fórmulas, senderos de evolución para 2018 alineados con las proyecciones de las consultoras del mercado. En consecuencia, en todo 2018 en lugar de recibir $70.202 recibirían $67.077, es decir, $3.125 menos. Ello como consecuencia de que se modifica el período de cálculo, pasa a ser trimestral en lugar de semestral, y los índices de ajuste. Asimismo, el “parche” del bono compensatorio que se otorgaría, según los funcionarios hicieron saber a la prensa, al no integrarse al haber jubilatorio, no redunda en una mejora de las pensiones no contributivas, es decir, no subsana el problema de empalme de ambas fórmulas.

En segundo lugarla Reforma contiene la garantía de que la jubilación será del 82% del salario mínimo vital y móvil sólo para quienes hayan realizado 30 años de aportes. Ello no contempla a quienes se jubilan anticipadamente por adquirir una discapacidad durante su vida laboral. Tampoco contempla a las personas con discapacidad inscriptas en alguna de las moratorias por no contar con los suficientes años de aportes para obtener una jubilación. Debe contemplarse el elevadísimo nivel de desempleo que afecta al colectivo, cercano al 80% según la OIT, y que el Estado poco hace por reducir, dado que incumple flagrantemente las leyes de cupo laboral. Y también debe tenerse presente que en muchas ocasiones la trayectoria educativa de las personas con discapacidad es más prolongada, dadas las dificultades de la inclusión en las escuelas.

Por consiguiente, desde REDI, se menciona que la falta de acciones afirmativas en la Reforma que atiendan específicamente la situación de la discapacidad la torna inconstitucional. Deteriora aún más el actual régimen de previsión social de uno de los segmentos de la población más vulnerable.Resultará en consecuencia pertinente la judicialización de la norma, en caso de ser aprobada.

Fuente: http://www.politicargentina.com/notas/201712/24009-la-reforma-previsional-discrimina-a-las-personas-con-discapacidad.html

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