Huele a mi maestra

Por: Denise Betzabeth Díaz Alejandre. Subdirectora de difusión del Portal Insurgencia Magisterial

La frase que Pedro, su alumno, le había dicho ese día le daba vueltas. Había sido como si un río rompiera el dique que lo encarceló durante mucho tiempo y libre pudiera recorrer cientos de metros que ya no recordaba había andado hace tiempo atrás.

Cerró los ojos y un aroma de aquellos tiempos la envolvió, era un olor a hierbas. Se recostó en su cama y su cabeza se llenó de sonidos, voces y colores de aquellos tiempos en su pueblo. Por un momento sintió la textura de la tela de la ropa que vestía cuando vivía en el pueblo, era una niña, pero veía con claridad el blanco y se vio haciendo un movimiento para oler su blusa. Hasta ese momento supo que ese movimiento que aún seguía haciendo, tuvo su origen en esos tiempos.

Oler ese pedazo de tela le daba paz y fuerza. Un día le preguntó a su abuela porque la ropa olía tan bonito, ella le respondió: somos humildes pero limpios y dignos. Le contó que su mamá le había enseñado que después de lavar la ropa, debía dejarla en una cubeta con agua y pachulín machacado.

El pachulín era una planta con hojas verdes que crecía a las orillas del río y las lagunas y que al machacarlo con las manos en una cubeta de agua, adquiría un tono verdoso, pero que al meter la ropa de color blanco en ella, está no se manchaba y como por arte de magia la tela absorbía todo el perfume que esta planta regalaba. La ropa olía a hierba todo el día.

Se imaginó tirada en la hierba, oyendo el sonido del río correr y su mamá llamándola para peinarla. Ese era un momento mágico, su mamá tomaba sus cabellos negros y largos entre sus dedos y durante un rato la peinaba y mientras eso ocurría platicaban y reían, era uno de sus momentos preferidos del día, recordaba. Tejía dos largas trenzas, en ocasiones les insertaba tulipanes y ramitas  de albahaca. La mezcla de olores y colores era espectacular.

Pedro y su frase

Ese día ella no había podido llegar a la escuela, un accidente en la carretera se lo impidió. Le preocupaba que no tenía forma de avisarles a padres y estudiantes, la señal del teléfono móvil era inexistente.

Al día siguiente, Pedro la esperaba a la entrada de la escuela, le dijo que la había extrañado, que antes de irse a su casa había pasado a su salón. Muy emocionado le entregó un frasco de cristal que contenía perfume que su mamá le había regalado. Ella pregunto la razón por la que le daba ese regalo y él le dijo, que ayer que pasó al salón, su aroma estaba por todos lados, es como si usted hubiera estado. Esa tarde reconoció lo importancia que para ella tenían los aromas y los olores.

En busca de los olores de la infancia

Pasada la emoción de los recuerdos, busco en diversos sitios en internet información sobre  fragancias y perfumes reconoció que sabía muy poco de este tema, en el fondo deseaba cerrar los ojos, abrir un frasco y ser inundada por los aromas de su infancia. Oler bien, sin pagar una fortuna, se oía bien y siguió leyendo.

Fotografía: farmazara

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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