Alexis García/ El Espectador /Entorno Inteligente
Fue Eduardo, su hermano, la persona que le inculcó el amor por el fútbol. Aunque no había con qué comer, ni mucho menos con qué comprar balones, guayos y canilleras, Alexis aprendió a jugar en las polvorientas canchas de Quibdó (Chocó). No importaban sus pies descalzos y su ropa desgastada; el talento era más fuerte que las adversidades. «Mi hermano fue un mentor en el que encontré la inspiración para hacer lo que más me gusta», recuerda Alexis García en diálogo con El Espectador. Su papá, quien murió cuando él apenas tenía siete años, era quien lo llevaba al estadio, cuando ya vivían en Medellín. No obstante, no le gustaba que su hijo jugara fútbol y se enojaba por eso. Prefería que el tiempo que le invertía al balón se lo dedicara a algo más productivo, como el estudio, «pero cuando uno tiene un sueño y lucha por él, no se lo quita ni el papá», afirma el hoy técnico de Independiente Santa Fe, quien como futbolista triunfó con Atlético Nacional y gracias a su liderazgo dentro del campo fue apodado el Maestro.
¿Entonces le tocó ser rebelde con su papá?
Uy sí. Me gané muchas pelas y correazos. Pero no había nada que me hiciera abandonar el fútbol, y la idea en mi casa era que yo no siguiera jugando con tanto fervor como lo hacía.
¿Qué tan importante es esa rebeldía para un futbolista?
Yo pienso que la rebeldía tomada para desarrollar un sueño es una vitamina para el espíritu del que quiere lograr algo importante. Es la manera de dar un grito de independencia ante lo férrea que es la educación, en donde no permiten que el sueño vaya antes de la obligación. Esos soñadores que tienen la capacidad de rebelarse contra las normas y las cosas que atentan contra sus sueños van a lograr todo lo que quieren.
¿Cómo fue crecer sin un padre?
Fue difícil, porque primero era el sustento económico de la casa, así que las carencias crecieron por miles. Mi papá era el de las normas, y eso se necesita por más rebelde que uno sea. Además, era la seguridad. El vacío que dejó fue grandísimo. Yo sólo tenía siete años, tenía toda la vida por delante.
¿Qué es lo que más recuerda de él?
Su férrea disciplina. Mi papá siempre decía que la gente que logra triunfar lo hace gracias a la disciplina y la responsabilidad. Él despreciaba el talento y decía que siendo disciplinado se podría lograr lo que uno quisiera.
¿Y así de recio es usted con sus hijos?
Uno es muy alcahueta. Yo con mis hijos no soy de extremos sino de puntos medios. Siempre les doy el espacio para que sean felices y mis consejos no les cambien su forma de pensar y su esencia. Esa es la lucha diaria en el papel más importante que desempeño, que es el de ser papá.
¿Y a sus futbolistas los trata igual?
Es parecido. Yo con ellos soy como un padre, pero que exige y castiga. Un padre que les da la confianza de encontrar en mí a un amigo y la seguridad de que si hacen caso les va a ir bien. Uno sólo piensa en el bienestar de ellos y en un objetivo. En mi vida siempre he sido derecho con ellos y por eso tengo la autoridad para educar.
¿Cómo se describe como técnico?
Soy un formador que se preocupa por el ser humano más que por el futbolista, por la persona más que por el personaje. Voy más al corazón del jugador y tomo decisiones, siempre pensando en el bienestar de las personas y no de los jugadores.
¿Qué sería de Alexis García sin el fútbol?
Eso es como el cuerpo humano sin el corazón. Para mí el balón es un corazón adicional en mi cuerpo, en mi vida. Yo en el fútbol he desempeñado casi todos los papeles. He sido jugador, directivo, entrenador, cazatalentos, mánager, periodista. No me veo fuera del fútbol nunca.
¿Hubo alternativas en lugar del fútbol?
No las hubo (piensa unos segundos). En realidad hubo alguna idea, cuando terminé el bachillerato, de estudiar derecho. Me presenté a la Universidad Nacional y la de Antioquia, y en ambas pasé, pero al lado del fútbol esa carrera no tenía nada que hacer.
¿Al 10 que más admiró fue a Alejandro Brand?
Sí. Cuando estaba pequeño él iba a Medellín a jugar con Millonarios. Por lo enano, me dejaban entrar al estadio los últimos 20 minutos de los partidos. Por una pequeña ranura de la malla lo veía sólo a él y luego en el barrio quería hacer todos sus movimientos. Quise emularlo siempre, su elegancia, su estilo, todo.
¿Recuerda su debut, justamente contra Santa Fe?
Sí, qué coincidencia (sonríe). Yo jugaba con Once Caldas y el partido fue en Manizales contra Santa Fe. A la siguiente fecha jugué contra Nacional e hice gol. Creo que lo canté como ningún otro. En la celebración le di por ahí tres vueltas al estadio.
¿En qué momento se dio cuenta de que su futuro sería como técnico?
Yo creo que eso lo descubrí desde mis últimos años en Manizales. Era un hombre que participaba en muchas de las decisiones del equipo. Incluso en la contratación de Pacho Maturana como DT en el 86 yo tuve que ver porque me preguntaron mi concepto. También empecé a descubrir que me hacían caso mis compañeros en lo que decía. Luego, cuando llegué a Nacional, me dieron la oportunidad de entrenar a compañeros, como a Néider Morantes, Juan Pablo Ángel y León Darío Muñoz. Fui sintiendo esa vena de formador y comencé a capacitarme, a hablar con entrenadores y escribir. Por eso es que mis compañeros comenzaron a decirme Maestro, por los consejos que yo les daba. Desde ahí me lo comencé a creer.
¿Qué disfruta más: jugar o dirigir?
Jugar. Incluso todavía lo disfruto más.
¿Usted se parece a quienes lo dirigieron?
Creo que lo que no es buen ejemplo es una buena advertencia. He sido una esponja con mis entrenadores. Con Maturana, Bolillo, Juan José Peláez, Pacho González, Tucho Ortiz, Hugo Gallego. Son hombres que hoy en día todavía consulto. También lo hago con algunos técnicos alrededor del mundo a quienes admiro y trato de sacarles algunas cositas.
¿Cómo quiénes?
A mí me gusta mucho como entrenador Arsene Wenger, el técnico del Arsenal de Inglaterra. También Guardiola, a quien no he podido ver entrenar, pero he ido a charlas de él y es una persona espectacular. Con Carlo Ancelotti hice una amistad y disfruto mucho de su trabajo, y finalmente a Jorge Valdano, quien es mi amigo, admiro y quiero mucho.
Valdano una vez dijo que «no puedes jugar con Riquelme sin jugar para Riquelme». ¿En Santa Fe aplica esa frase con Ómar Pérez?
Cuando vos tenés una lámpara que alumbra tanto en un lugar, lo único que tienes que hacer es desocuparle el resto del salón para que ilumine mejor. Es posibilitarle al jugador diferente la opción de que ejecute su talento en bienestar de todos. Claro que hoy en día cada futbolista tiene que cumplir una función dentro de un equipo, y Ómar lo sabe hacer muy bien.
Siempre alabó a Ómar Pérez. ¿Dirigiéndolo lo ha sorprendido más?
He podido confirmar que hay un talento andante, una enciclopedia del fútbol que cuando entra a la cancha no corre igual que antes, pero piensa más que antes. Ahí hay un futbolista bueno, pero una persona espectacular.
¿Por qué pasó tanto tiempo sin dirigir antes de llegar a Santa Fe?
Me salió la opción de ir al Cúcuta y de dirigir dos equipos de Perú, pero no me quería mover de Bogotá. Estuve un año y medio dedicado a capacitarme, leí más libros que nunca, compartí y hablé de fútbol con muchísima gente, y me puse una meta clara y fue que mientras no encontrara un proyecto que valiera la pena no iba a exponerme y a estresarme.
¿Qué tanto le enseñó a usted el descenso con Fortaleza?
Aprendí que no todo depende del técnico sino de la organización. A veces tenemos la osadía de pensar que todo lo podemos arreglar, pero realmente no es así. El trabajo de uno llega hasta un punto. Ni Guardiola puede sacar adelante un proyecto cuando no hay organización detrás.
¿Llegó a dudar de usted?
La verdad, en ese momento no. En otros sí he dudado de mis condiciones, pero creo que el fracaso hace parte de un nuevo comienzo. Cuando uno tiene la certeza de lo que es, nadie se la arrebata.
¿Ha visto en Santa Fe a un líder como usted?
He visto a varios líderes y eso me ha sorprendido, porque hoy en día hay equipos sin líderes. Tú te pones a buscar y en la selección colombiana, desde la salida de Mario Yepes, no se ha visto uno. Pero en Santa Fe hay varios y eso me parece espectacular.
Gustavo Costas dejó marcada una frase: «ganar no es lo más importante, lo es todo». ¿Qué frase quiere dejarles usted en la cabeza a estos jugadores?
Esa frase me parece muy linda, pero la verdad no me mueve, porque para mí el cómo se gana sí es muy importante. Yo les repito mucho a los muchachos que sin exigencia no hay excelencia.
¿Ha hablado con Gerardo Pelusso después de que saliera?
No, no he tenido esa oportunidad.
«El balón es un corazón adicional en mi cuerpo»: Alexis García
Con Información de El Espectador
Originalmente Publicado: http://www.entornointeligente.com/articulo/8296435/El-baloacute;n-es-un-corazoacute;n-adicional-en-mi-cuerpo-Alexis-Garciacute;a-24042016
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