Por: Mirta Castedo
Dice el diccionario, la “compasión” es un “sentimiento de pena ante los males de alguien”. Según esta definición, no se trata de algo negativo. Sin embargo, en estos días, se asocia a la “compasión” con una Pedagogía negativa, según la cual algunos docentes propiciamos que los chicos de sectores marginales pasen de grado sin saber lo deseable porque nos “compadecemos” de sus condiciones de vida.
Como docente, comprender a nuestros alumnos es indispensable. Sin comprender que el otro es distinto es imposible enseñar. Su comprensión de los objetos de enseñanza (la lengua escrita, la numeración, el mundo animal, etc) es otro porque es un niño, porque tansitó otras experiencias de vida, porque sabe cosas diferentes. Enseñar no es un tarea sencilla porque los chicos no aprenden lo que les enseñamos de manera “directa” y “transparente”. Pero sobre todo porque no aprenden todos lo mismo al mismo tiempo. La base común de saberes que la escuela pública intenta que todos posean al concluir sus estudios no es igual para todos en el punto de partida y tampoco en el camino. Por lo tanto, mal podría ser comprendida por todos al mismo tiempo, en el mismo grado y del mismo modo.
Hay una parte de la definición de compasión que rechazamos. La diversidad no nos da pena. Enriquece las interacciones. Pero cuando se trata de una diferencia que proviene de una condición desigual de nuestros alumnos, nos revela, por su origen injusto. Entonces, nos pone en “acción pedagógica”: para estos chicos el esfuerzo será mayor y para nosotros, sus maestros, mayor el desafío. Estamos dipuestos a afrontarlo: a enseñar a esforzarse y a gozar del logro por la tarea bien cumplida y por la comprensión profunda de los contenidos (no solo por pasar de grado). Lo que no queremos es agregar más obstáculos a un trabajo que ya es por demás difícil. Por esa razón no estamos de acuerdo con volver atrás con el pequeño paso dado en el Régimen Académico de la Provincia de Buenos Aires.
Aplazos y repitencia no son una buena combinación. No se trata de una opinión o posición ideológica. Lo demuestran otros sistemas educativos e investigaciones.
En muchos países, no existe la repitencia en la escuela primaria: Finlandia, Noruega, Suecia, Irlanda, Holanda, Canadá, Corea del Sur, Japón, Singapur, Reino Unido, China. La mayoría tienen buenos resultados en las pruebas internacionales. Podría argumentarse que se debe a las buenas condiciones sociales de algunos de ellos. Sin embargo, lo que es irrefutable es que sin repitencia se pueden lograr excelentes resultados, no parece ser indispensable.
Delia Lerner recapituló varios trabajos. En 1983, la investigadora brasileña Dutra Coelho da Rocha reseñó más de 700 estudios del Banco Mundial en América Latina y Europa. Los resultados mostraron que la repitencia es perjudicial porque afecta negativamente el aprendizaje (los chicos que repiten aprenden menos) e incrementa el riesgo de expulsión del sistema educativo.
Por lo dicho, si bien es cierto que este Régimen Académico fue modificado sin evaluación rigurosa de sus efectos – no se dio tiempo-, no es menos cierto que existen evidencias sobre los efectos perniciosos de la repitencia y la desaprobación. Evitarla no soluciona todos los problemas de la enseñanza, pero al menos no empeora algunos.
Fuente: http://www.eldia.com/informacion-general/aprender-no-es-repetir-ensenar-no-es-aplazar-135836
Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=noticias+educativas+de+++singapur&client=firefox-b-ab&biw=1024&bih=489&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwiWmZmAjd3MAhWCmR4KHcfaAf4Q_AUIBygC#imgrc=Nz3WvxU1xjozjM%3A