Cultura ciudadana desde la escuela: Una propuesta desde la práctica pedagógica

Alfonso Atencio Esquiaqui

El término cultura ciudadana no es novedoso en el país, tampoco su aplicación. Por ello, cuando hablamos de cultura nos referimos Conjunto de valores, creencias, ideologías, hábitos, costumbres y normas, que comparten los individuos en la organización y que surgen de la interrelación social, los cuales generan patrones de comportamiento colectivos que establece una identidad entre sus miembros y los identifica de otra. Es el conjunto de manifestaciones y tradiciones que ha tenido el ser humano a través de todo su tiempo y su escala de valoración hasta nuestros días.
Por ello, valorar la conducta del ser humano expresadas en sus normas de comportamiento en sociedad es lo que precisa el grado de compromiso en ella.

La ciudadanía se refiere a las prácticas sociales y culturales que dan sentido de pertenencia. Y lo que da sentido de pertenencia es la posibilidad de tener derechos propios y derechos colectivos. Pero corresponde decir que la ciudadanía en su concepción plena ampara derechos, pero presupone también obligación y responsabilidades.
En consecuencia, cultura ciudadana Cultura ciudadana es el conjunto de costumbres, acciones y reglas mínimas compartidas que generan sentido de partencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos. Su propósito es desencadenar y coordinar acciones públicas y privadas que inciden directamente sobre la manera como los ciudadanos perciben, reconocen y usan los entornos sociales y urbanos y cómo se relacionan entre ellos en cada entorno. Pertenecer a una ciudad es reconocer contextos y en cada contexto respetar las reglas correspondientes. Apropiarse de la ciudad es aprender a usarla valorando y respetando su ordenamiento y su carácter de patrimonio común.

Un elemento importante es tener en cuenta la noción de territorio y todos los procesos que se dan y son inherentes a él. En efecto, para su estudio, hemos coincidido con la Tesis Doctoral denominada: Trabajo social comunitario: Perspectivas teóricas, metodológicas, éticas y políticas, cuya autora Duarte, C. (2015, p.163) plante que “el territorio permite comprender las relaciones sociales en un determinado espacio, en el que se encuentran contenidas prácticas sociales y sentidos simbólicos”; se hace necesario que los estudiantes desarrollen desempeños académicos, donde deban adentrarse al territorio conocido por ellos como ciudad. Y es en ella, donde desarrollarán el sentido de pertenencia por los aspectos de índole simbólica que encontramos en ese espacio geográfico-cultural.

De otro lado, se hace necesario, para la construcción de Cultura Ciudadana, tener en cuenta la tesis de la pedagogía urbana desarrollada por Burbano, M. (2014), la cual sintetiza de la siguiente manera:
Desde la perspectiva de la pedagogía urbana, los interrogantes que han orientado la exploración del espacio público son: ¿cuál es el papel que juega el espacio público en la formación del ciudadano? (…) ¿Qué papel ha jugado el espacio público en el sostenimiento de las prácticas sociales que han caracterizado la vida en público a lo largo de la historia? ¿Qué prácticas sociales han estado asociadas al espacio público de la ciudad? ¿Qué transmiten las obras de arte a los ciudadanos en el espacio público? (p. 193)

El antecedente inmediato en la construcción de cultura ciudadana en Barranquilla, fue la elaboración, en 2012, del “Manual de Convivencia del Distrito de Barranquilla”. Este manual contempla las más importantes normas de comportamiento y cultura ciudadana. Particularmente, en el Libro Primero, título III: Cultura Ciudadana para la Convivencia”; y el libro segundo, Comportamientos orientados a la Cultura Ciudadana para la Convivencia”. El Manual de Convivencia (p.28) caracteriza la cultura ciudadana como “la construcción colectiva en la que ciudadanos y las ciudadanas, conjuntamente con las autoridades, comparten valores, actitudes, comportamientos y reglas mínimas para un mejor vivir en comunidad”. Este referente fue importante, dado que ciudadanos y autoridades podían aunar los esfuerzos necesarios para compartir normas y valores para generar un control social, cambio cultural en el ciudadano para desarrollar los programas de integración tendientes a proteger el patrimonio colectivo, y generar en sí, cultura ciudadana.

A pesar de estos esfuerzos que viene realizando el Distrito de Barranquilla, hoy seguimos observando a un individuo (un citadino) totalmente opuesto al ideal de ser de tener y practicar cultura ciudadana. La ciudad pasa diariamente por las mezquindades más bajas del ser humano, aunque no sean todos.

Lo que observamos, en ciernes, es un conjunto de citadinos que viven en la ciudad, utilizan sus calles, servicios públicos, sus casas, pero no se interesan por ella, no respetan el deber, cuidado y obligaciones para con la ciudad misma. Podemos concluir que, en nuestra ciudad aún no hemos construido, de manera suficiente, ciudadanos que sientan amor por la ciudad en que vive, la cuiden y respeten su entorno.
Se proyecta la ciudad a futuro, pruebe de ello son las grandes obras de infraestructura, tales como los estadios construidos para los Juegos Centroamericanos y del Caribe, la Terminal de Transportes, Plaza de la concordia,; redesarrollo del Paseo de Bolívar; pasando por las obras actuales como Transmetro, construcción de hospitales y Megacolegios y embellecimiento de los parques, Malecón del Río, escenarios para eventos culturales nacionales e internacionales, canalización de arroyos, entre otras obras de infraestructura. Consideramos que la escuela debe ser el centro piloto del desarrollo motor de toda iniciativa. Las administraciones no han dado crédito a que es la escuela la que puede generar un proyecto a largo plazo para la consecución de un ciudadano, de una cultura ciudadana que vele por los inmuebles, por las obras de desarrollo futuristas que se ejecuten en la ciudad.

Entonces, ¿cómo y por qué no articular un Proyecto de construcción de cultura ciudadana que integre los mismos propósitos, y parta desde la escuela misma? Para ello nos formulamos las siguientes problemáticas: ¿Qué Institución queremos? ¿Cómo articular el sistema educativo nacional, regional y local en la escuela? ¿Qué saberes y haceres son los pertinentes para los educandos? ¿Qué contenidos escolares privilegiar? ¿Cómo integrar los campos de conocimientos? ¿Cómo considerar el espacio y el tiempo escolar para bien de los educandos? ¿Cuáles teorías y paradigmas pedagógicos asimilar? ¿Qué teorías curriculares utilizar? ¿Cómo estimular el interés y el conocimiento emancipatorio? Estas y otras preguntas son las que orientan la reconstrucción y rediseño curricular.
Se tienen calles, alcantarillados, traza urbana, pero no existe ciudadanía, no tenemos ciudadanos. Ciudadanos en el sentido de sujetos conscientes de sus derechos y deberes para con la ciudad. Las ciudades no pueden hacerse sin ciudadanos, sin ciudadanía, sin proyectos de cultura ciudadana.

Aquí debe entrar a jugar un papel preponderante la pedagogía y, desde luego, la escuela. Su finalidad, que es la enseñabilidad, es contribuir a la formación de sujetos sociales autónomos y críticos de la realidad social.
Igualmente, es importante la inserción dentro del Currículo (en rediseño permanente), de un Plan de Estudios transversal e interciencial (o interdisciplinario) e intercultural para formar en cultura ciudadana.
Finalmente, es importante mirar con óptica diferente a este ciudadano que concibe a la ciudad como un enfoque de participación, de ciudadanía, donde se considera como ciudadano a los adultos, ancianos, niños y jóvenes que vivan la ciudad, comprendan sus derechos y deberes en ella, eliminando la versión del ciudadano que solo vota y elige a sus representantes, del ciudadano que solo va y viene de su trabajo o centro de estudio.

¿Cuál es el ciudadano que nos proponemos formar desde la escuela, para el presente y futuro de nuestra ciudad? Un ciudadano que quiera a su ciudad; que aprenda a cuidar su entorno barrio y ciudad, lo que es de él, de nosotros, de todos; que tenga sentido de pertenencia por ella. Un ciudadano que muestre sensibilidad social como gobernante y priorice las necesidades más sentidas de sus gobernados. Con cultura vial, de pago, que cuide la estética de su ciudad, de su patrimonio, de su amoblamiento urbano.

Fuente: https://diariolalibertad.com/sitio/2019/09/25/cultura-ciudadana-desde-la-escuela-una-propuesta-desde-la-practica-pedagogica/

Imagen tomada de http://www.80grados.net/wp-content/uploads/2016/06/escuela-ciudad.jpg

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Una mirada diferente a la Universidad del Sur

Por: Alfonso Atencio Esquiaqui

20 junio 2016

Jamás en la historia de la Universidad del Atlántico habíamos asistido a semejante mezquindad por parte de uno de los actores profesorales que debería más bien librar una dura batalla en la calles con los estudiantes, para la apertura inmediata de una sede universitaria de cara al postconflicto: la Universidad del Sur.

Es una aspiración histórica del movimiento estudiantil y profesoral alcanzar una Educación Superior como derecho fundamental y bien común, con calidad, de libre acceso a las comunidades y suministrado por el Estado. De igual manera, es una reivindicación de la lucha campesina el acceso a la tierra y el trabajo, en condiciones que reconozcan la coexistencia de diversos modelos productivos permitiendo el fortalecimiento de la economía campesina y la producción de alimentos, en términos de democratización territorial, desarrollo técnico y científico para la producción agraria, dotación de medios de producción, infraestructura de transporte, comunicaciones, distritos de riego y regadío, logística de almacenamiento y recursos de crédito.

El llamado Cono Sur del departamento conformado por los municipios de Repelón, Manatí, Candelaria, Campo de la Cruz, Santa Lucia y Suán, concentra cerca de 90 mil habitantes aproximadamente, de los cuales el 15.5% habitan en el campo. Además, las actividades económicas, sociales y culturales en los cascos municipales están totalmente ligadas al mundo rural. Pese a ello, estos departamentos nunca han tenido la posibilidad de desarrollar toda la potencialidad productiva de la tierra debido a la ausencia de acceso a infraestructura, financiación, sistemas de riego y drenaje, así como la falta de planificación y presencia estatal en apoyo a la producción campesina, de forma que sea posible el salto de la producción de auto consumo y subsistencia hacia la explotación agrícola con fines de comercialización a gran escala, a través de la tecnificación y el apoyo científico y tecnológico al pequeño productor de alimentos.

La vocación agropecuaria de las tierras del sur del Atlántico se vio trastocada tras los efectos de la inundación generada por la ruptura del Canal del Dique en el año 2010. Fueron 24.284 hectáreas dedicadas al cultivo de alimentos las que fueron totalmente infundadas en los seis municipios mencionados anteriormente, lo que ha disminuido la productividad del campo y ha profundizado el fenómeno de pobreza que históricamente ha atravesado esta subregión del departamento. En el municipio de Candelaria se alcanza un porcentaje de personas con Necesidades Básicas Insatisfechas de 74,22, mientras que Campo de la Cruz, Santa Lucia, Manatí, Suán y Repelón oscilan entre el 52 y el 62 por ciento.

En este contexto, es a la vez un sentir y una exigencia por parte de las comunidades del sur del departamento del Atlántico, la presencia del Estado en sus territorios a través de instituciones educativas que permitan superar las difíciles condiciones de vida que atraviesan las personas. Por esta razón, la existencia o no de una institución de educación superior pública, de calidad y pertinente a las necesidades de esta subregión no es una cuestión que surja del espíritu filantrópico de un gobernador, es un clamor que debe ser atendido y que ha sido expresado por la población a través de la lucha social y las organizaciones campesinas en el sur del departamento.

De igual manera, la puesta en marcha de una institución de educación superior en la subregión del sur del departamento no puede estar determinada a la voluntad política del gobierno central, que por medio del ministerio de educación aprieta el pulso a diario, en medio de la tarea que juiciosamente ha asumido esta cartera desde el año de 1991 en procura por la privatización y la financiación del sistema educativo.

No es nuevo el fantasma de la desfinanciación de la universidad pública en nuestro país. El Sistema Universitario Estatal señalaba que: “Si bien la Ley 30 de 1992 hace un reconocimiento de esta autonomía de las IES estatales en temas de administración, manejo presupuestal, normatividad, elección de sus directivas, entre otras características; también generó en el Gobierno Nacional un efecto desobligante en materia de financiación de la Educación Superior Pública, donde la responsabilidad de garantizar la educación de calidad fue trasladada a las IES Estatales y los recursos que aporta la Nación a las Universidades son considerados hoy solo un aporte de ley.” (Desfinanciamiento de la educación superior en Colombia: La realidad de la Crisis en el sistema de financiación de las Universidades Estatales. SUE, Diciembre de 2012).

Hoy el gobierno nacional y departamental, pretenden poner a forcejear tanto a las comunidades del sur, que legítimamente exigen y deben tener acceso a la educación, como a la comunidad universitaria de la Uniatlántico que con conocimiento de causa manifiestan su preocupación por la carga financiera que implicaría para la universidad asumir una nueva sede si su base presupuestaria no es ampliada.

Ante esta situación las instalaciones, construidas por la gobernación del Atlántico construidas en el municipio de Suan, deben ponerse en función de los intereses estratégicos del departamento y las comunidades que habitan el área de influencia de éstas, en un contexto que incluye además el posible acuerdo final entre el gobierno nacional y las FARC EP, lo que contemplaría una trasformación radical del campo, con enfoque de territorialidad.

Recordemos que, con esta obra se benefician los 2.700 estudiantes que anualmente egresan de bachillerato de las instituciones educativas de los municipios de Manatí, Repelón, Candelaria, Suan, Santa Lucía y Campo de la Cruz en el Atlántico; Zapayán, Salamina, El Piñón, Cerro de San Antonio, Concordia y Pedraza en Magdalena y San Estanislao, Soplaviento, San Cristobal, Arroyo Hondo y Calamar en Bolívar (El Heraldo, 28 de Diciembre de 2015). Se es mezquino plantear que la Universidad del Sur solo albergará a los estudiantes del Departamento del Atlántico. Una regionalización (en el pleno sentido de Fals Borda) a la altura de las necesidades actuales conlleva a llegar a todos los municipios y departamentos, área de influencia de la Unisur. La Universidad del Atlántico, no puede desentenderse del reto que implica la formación de profesionales integrales e investigadores, capaces de transformar su entorno, en ejercicio autónomo de la responsabilidad social y en búsqueda de la excelencia académica para propiciar el desarrollo humano, la democracia participativa, la sostenibilidad ambiental y el avance de las ciencias, la tecnología y la innovación, como bien lo señala su misión institucional. Por esta razón, debe ser esta la que esté al frente de los programas profesionales que se oferten en el sur del departamento.

Los programas ofertados tienen que estar enmarcados a los campos de acción pertinentes a la vocación agropecuaria y acuícola del Cono Sur, además de mantener un enfoque de desarrollo sostenible y construcción de tejido social para la paz y justicia social. Para esto es viable la apertura de programas que ya son ofertados por la Universidad del Atlántico en esta sede, como el caso de Ingeniería Agroindustrial, Biología, Química y Administración de Empresas. Así como la creación de programas profesionales que permitan hacer de la hasta ahora denominada Universidad del Sur, un centro de investigación, Docencia e Innovación rural del Atlántico. En ese sentido, es necesario iniciar estudios de viabilidad de cara a la creación de la Sede Rural de la Universidad del Atlántico, contemplando la oferta de otros programas profesionales a ofertar, tales como, Zootecnia y Veterinaria. Teniendo en cuenta lo contemplado por el artículo 58 de la ley 30.

De otro lado y, ante esta necesidad objetiva, no es decoroso que la Doctora Gina Parody, ministra de Educación, en lugar de aumentar cobertura educativa a una población humilde y sedienta de educación en el sur del Departamento, salga ahora planteando que su Ministerio no asignará recursos a este proyecto, inspirado por la gobernación del Atlántico y que se espera adscribir a la U. del Atlántico, y por la restricción de recursos que tiene la misma Universidad. Según Parody, “El Ministerio no va a girar ningún recurso, porque nosotros giramos directamente a las instituciones cuando son una realidad”.

Flaco favor estamos haciendo a los gobiernos de turno. Qué paradoja, la ministra exige aumento de cobertura y jornada única en educación básica y media y, por otro lado cierra las aspiraciones y el futuro a esos mismos estudiantes una vez se gradúan. ¿Para dónde vamos? ¿El mundo al revés?

Las fuerzas sociales de los departamentos áreas de influencia de la de Unisur deben manifestarse frente a este juego perverso en que se encuentra estancada la educación y el futuro de nuestros estudiantes.
El gobierno nacional debe responder a la altura de las necesidades históricas, de cara al postconflicto. Observamos a diario como se pierden y esfuman, en la corrupción los sagrados recursos económicos; los ladrones de cuello blanco se pasean libremente por sus casas; y una sede universitaria, de que solo necesita de dos mil millones de pesos.

La universidad del Atlántico ha propuesto la posibilidad del traslado de los Programas Académicos regionalizados que actualmente se están ofertando en las instalaciones del CERES Suan. Para ello, se estimaron unos gastos de $888.709.286. La Universidad del Atlántico aportaría $448.231.214, correspondiente a los gastos académicos, administrativos, promoción y de apoyo a la Sección Funcional de Desarrollo Estudiantil; mientras que la Gobernación del Atlántico podría asumir $440.478.072 correspondientes a los gastos de funcionamiento y mantenimiento de lo que han llamado la nueva estructura en Suan. ¿Por qué el MEN no puede poner también unos recursos?

Con esta “propuesta se trasladarían actualmente ochenta y tres (83) estudiantes y se acogerían ciento veinte (120) aspirantes que están en proceso de admisión para el segundo semestre académico de 2016 el cual inicia en el próximo mes de agosto”. Es más, según las directivas académicas de la Universidad del Atlántico, se realizará el trámite correspondiente ante el Ministerio de Educación Nacional para la creación de una Seccional en Suán, previa autorización del Consejo Superior de la Universidad.

Con voluntad política, con presupuesto de la nación, se genera plenas garantías para que la Universidad del Atlántico pueda adscribir a la Unisur. Sin mezquindades, se podrá rescatar nuevamente la vocación agrícola, pecuaria y acuícola en el cono sur y departamentos vecinos, cuyo centro estratégico es en Municipio de Suan. Esta es la esencia de la transformación del campo con enfoques de territorialidad.

Fuente del Artículo:

Una mirada diferente a la Universidad del Sur

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