Por: Alfonso Atencio Esquiaqui
20 junio 2016
Jamás en la historia de la Universidad del Atlántico habíamos asistido a semejante mezquindad por parte de uno de los actores profesorales que debería más bien librar una dura batalla en la calles con los estudiantes, para la apertura inmediata de una sede universitaria de cara al postconflicto: la Universidad del Sur.
Es una aspiración histórica del movimiento estudiantil y profesoral alcanzar una Educación Superior como derecho fundamental y bien común, con calidad, de libre acceso a las comunidades y suministrado por el Estado. De igual manera, es una reivindicación de la lucha campesina el acceso a la tierra y el trabajo, en condiciones que reconozcan la coexistencia de diversos modelos productivos permitiendo el fortalecimiento de la economía campesina y la producción de alimentos, en términos de democratización territorial, desarrollo técnico y científico para la producción agraria, dotación de medios de producción, infraestructura de transporte, comunicaciones, distritos de riego y regadío, logística de almacenamiento y recursos de crédito.
El llamado Cono Sur del departamento conformado por los municipios de Repelón, Manatí, Candelaria, Campo de la Cruz, Santa Lucia y Suán, concentra cerca de 90 mil habitantes aproximadamente, de los cuales el 15.5% habitan en el campo. Además, las actividades económicas, sociales y culturales en los cascos municipales están totalmente ligadas al mundo rural. Pese a ello, estos departamentos nunca han tenido la posibilidad de desarrollar toda la potencialidad productiva de la tierra debido a la ausencia de acceso a infraestructura, financiación, sistemas de riego y drenaje, así como la falta de planificación y presencia estatal en apoyo a la producción campesina, de forma que sea posible el salto de la producción de auto consumo y subsistencia hacia la explotación agrícola con fines de comercialización a gran escala, a través de la tecnificación y el apoyo científico y tecnológico al pequeño productor de alimentos.
La vocación agropecuaria de las tierras del sur del Atlántico se vio trastocada tras los efectos de la inundación generada por la ruptura del Canal del Dique en el año 2010. Fueron 24.284 hectáreas dedicadas al cultivo de alimentos las que fueron totalmente infundadas en los seis municipios mencionados anteriormente, lo que ha disminuido la productividad del campo y ha profundizado el fenómeno de pobreza que históricamente ha atravesado esta subregión del departamento. En el municipio de Candelaria se alcanza un porcentaje de personas con Necesidades Básicas Insatisfechas de 74,22, mientras que Campo de la Cruz, Santa Lucia, Manatí, Suán y Repelón oscilan entre el 52 y el 62 por ciento.
En este contexto, es a la vez un sentir y una exigencia por parte de las comunidades del sur del departamento del Atlántico, la presencia del Estado en sus territorios a través de instituciones educativas que permitan superar las difíciles condiciones de vida que atraviesan las personas. Por esta razón, la existencia o no de una institución de educación superior pública, de calidad y pertinente a las necesidades de esta subregión no es una cuestión que surja del espíritu filantrópico de un gobernador, es un clamor que debe ser atendido y que ha sido expresado por la población a través de la lucha social y las organizaciones campesinas en el sur del departamento.
De igual manera, la puesta en marcha de una institución de educación superior en la subregión del sur del departamento no puede estar determinada a la voluntad política del gobierno central, que por medio del ministerio de educación aprieta el pulso a diario, en medio de la tarea que juiciosamente ha asumido esta cartera desde el año de 1991 en procura por la privatización y la financiación del sistema educativo.
No es nuevo el fantasma de la desfinanciación de la universidad pública en nuestro país. El Sistema Universitario Estatal señalaba que: “Si bien la Ley 30 de 1992 hace un reconocimiento de esta autonomía de las IES estatales en temas de administración, manejo presupuestal, normatividad, elección de sus directivas, entre otras características; también generó en el Gobierno Nacional un efecto desobligante en materia de financiación de la Educación Superior Pública, donde la responsabilidad de garantizar la educación de calidad fue trasladada a las IES Estatales y los recursos que aporta la Nación a las Universidades son considerados hoy solo un aporte de ley.” (Desfinanciamiento de la educación superior en Colombia: La realidad de la Crisis en el sistema de financiación de las Universidades Estatales. SUE, Diciembre de 2012).
Hoy el gobierno nacional y departamental, pretenden poner a forcejear tanto a las comunidades del sur, que legítimamente exigen y deben tener acceso a la educación, como a la comunidad universitaria de la Uniatlántico que con conocimiento de causa manifiestan su preocupación por la carga financiera que implicaría para la universidad asumir una nueva sede si su base presupuestaria no es ampliada.
Ante esta situación las instalaciones, construidas por la gobernación del Atlántico construidas en el municipio de Suan, deben ponerse en función de los intereses estratégicos del departamento y las comunidades que habitan el área de influencia de éstas, en un contexto que incluye además el posible acuerdo final entre el gobierno nacional y las FARC EP, lo que contemplaría una trasformación radical del campo, con enfoque de territorialidad.
Recordemos que, con esta obra se benefician los 2.700 estudiantes que anualmente egresan de bachillerato de las instituciones educativas de los municipios de Manatí, Repelón, Candelaria, Suan, Santa Lucía y Campo de la Cruz en el Atlántico; Zapayán, Salamina, El Piñón, Cerro de San Antonio, Concordia y Pedraza en Magdalena y San Estanislao, Soplaviento, San Cristobal, Arroyo Hondo y Calamar en Bolívar (El Heraldo, 28 de Diciembre de 2015). Se es mezquino plantear que la Universidad del Sur solo albergará a los estudiantes del Departamento del Atlántico. Una regionalización (en el pleno sentido de Fals Borda) a la altura de las necesidades actuales conlleva a llegar a todos los municipios y departamentos, área de influencia de la Unisur. La Universidad del Atlántico, no puede desentenderse del reto que implica la formación de profesionales integrales e investigadores, capaces de transformar su entorno, en ejercicio autónomo de la responsabilidad social y en búsqueda de la excelencia académica para propiciar el desarrollo humano, la democracia participativa, la sostenibilidad ambiental y el avance de las ciencias, la tecnología y la innovación, como bien lo señala su misión institucional. Por esta razón, debe ser esta la que esté al frente de los programas profesionales que se oferten en el sur del departamento.
Los programas ofertados tienen que estar enmarcados a los campos de acción pertinentes a la vocación agropecuaria y acuícola del Cono Sur, además de mantener un enfoque de desarrollo sostenible y construcción de tejido social para la paz y justicia social. Para esto es viable la apertura de programas que ya son ofertados por la Universidad del Atlántico en esta sede, como el caso de Ingeniería Agroindustrial, Biología, Química y Administración de Empresas. Así como la creación de programas profesionales que permitan hacer de la hasta ahora denominada Universidad del Sur, un centro de investigación, Docencia e Innovación rural del Atlántico. En ese sentido, es necesario iniciar estudios de viabilidad de cara a la creación de la Sede Rural de la Universidad del Atlántico, contemplando la oferta de otros programas profesionales a ofertar, tales como, Zootecnia y Veterinaria. Teniendo en cuenta lo contemplado por el artículo 58 de la ley 30.
De otro lado y, ante esta necesidad objetiva, no es decoroso que la Doctora Gina Parody, ministra de Educación, en lugar de aumentar cobertura educativa a una población humilde y sedienta de educación en el sur del Departamento, salga ahora planteando que su Ministerio no asignará recursos a este proyecto, inspirado por la gobernación del Atlántico y que se espera adscribir a la U. del Atlántico, y por la restricción de recursos que tiene la misma Universidad. Según Parody, “El Ministerio no va a girar ningún recurso, porque nosotros giramos directamente a las instituciones cuando son una realidad”.
Flaco favor estamos haciendo a los gobiernos de turno. Qué paradoja, la ministra exige aumento de cobertura y jornada única en educación básica y media y, por otro lado cierra las aspiraciones y el futuro a esos mismos estudiantes una vez se gradúan. ¿Para dónde vamos? ¿El mundo al revés?
Las fuerzas sociales de los departamentos áreas de influencia de la de Unisur deben manifestarse frente a este juego perverso en que se encuentra estancada la educación y el futuro de nuestros estudiantes.
El gobierno nacional debe responder a la altura de las necesidades históricas, de cara al postconflicto. Observamos a diario como se pierden y esfuman, en la corrupción los sagrados recursos económicos; los ladrones de cuello blanco se pasean libremente por sus casas; y una sede universitaria, de que solo necesita de dos mil millones de pesos.
La universidad del Atlántico ha propuesto la posibilidad del traslado de los Programas Académicos regionalizados que actualmente se están ofertando en las instalaciones del CERES Suan. Para ello, se estimaron unos gastos de $888.709.286. La Universidad del Atlántico aportaría $448.231.214, correspondiente a los gastos académicos, administrativos, promoción y de apoyo a la Sección Funcional de Desarrollo Estudiantil; mientras que la Gobernación del Atlántico podría asumir $440.478.072 correspondientes a los gastos de funcionamiento y mantenimiento de lo que han llamado la nueva estructura en Suan. ¿Por qué el MEN no puede poner también unos recursos?
Con esta “propuesta se trasladarían actualmente ochenta y tres (83) estudiantes y se acogerían ciento veinte (120) aspirantes que están en proceso de admisión para el segundo semestre académico de 2016 el cual inicia en el próximo mes de agosto”. Es más, según las directivas académicas de la Universidad del Atlántico, se realizará el trámite correspondiente ante el Ministerio de Educación Nacional para la creación de una Seccional en Suán, previa autorización del Consejo Superior de la Universidad.
Con voluntad política, con presupuesto de la nación, se genera plenas garantías para que la Universidad del Atlántico pueda adscribir a la Unisur. Sin mezquindades, se podrá rescatar nuevamente la vocación agrícola, pecuaria y acuícola en el cono sur y departamentos vecinos, cuyo centro estratégico es en Municipio de Suan. Esta es la esencia de la transformación del campo con enfoques de territorialidad.
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