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Una evaluación docente que no es evaluación

Por: Abelardo Carro Nava

Como seguramente usted tiene conocimiento, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), se vieron en la necesidad de modificar las fechas en las que los docentes de 10 entidades de mi querida República Mexicana (Chiapas, Hidalgo, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Ciudad de México), presentarían su evaluación de desempeño en sus tres etapas. Modificación que se debió a los estragos que el sismo del pasado 19 de septiembre causó en dichas entidades federativas. Situación que en su momento trajo polémica, dado el pronunciamiento que Mexicanos Primero (MP) emitió al respecto y que versó sobre los criterios y argumentos que emplearon ambas instancias para soportar esa modificación pero, también, porque el hecho de reprogramar esa evaluación, debería responder a las necesidades de los maestros y niños y no a los tiempos y cálculos políticos.

Así las cosas, los tiempos de aquellos lamentables y trágicos acontecimientos del mes de septiembre, pasaron; y las fechas para que los profesores pudieran cumplir con lo dispuesto por las autoridades educativas, llegaron. Y justamente esta situación, trajo consigo una serie de inconvenientes que, por más que se diga lo contrario, ni la propia SEP, ni el INEE, ni la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD), pudieron – ni han podido – responder. Veamos.

Desde mediados del mes de noviembre, las inconformidades que varios docentes expresaron con relación a la plataforma a través de la cual tendrían que realizar la etapa 2. Proyecto de enseñanza, gestión, asesoría y acompañamiento, fueron más que evidentes. Como usted sabe, dicha etapa es parte del proceso de evaluación al desempeño de los docentes que se encuentran insertos en alguno de los niveles educativos que integran el Sistema Educativo Mexicano (SME). Razones para entender su molestia, son muchas y muy varias; no obstante, permítame expresar la que, desde mi perspectiva es fundamental para comprender la problemática existente en esta materia. Por un lado, la autoridad educativa estableció las reglas del juego a través de las cuales, los docentes serían evaluados. Como sabemos, en esta ocasión, fueron tres etapas que se consideran en dicho proceso evaluativo. Una de ellas, la segunda, consistió en que cada profesor o profesora, tendría que “subir” la información que le era solicitada, conforme a la Guía Técnica que la CNSPD emitió en meses pasados.

Este asunto nada malo tendría, de no ser porque si algo ha caracterizado a las plataformas que la SEP pone a disposición de los maestros y maestras para que mediante ellas “suban” sus calificaciones, reporten datos estadísticos, etc., ha sido precisamente esa, su inoperancia y/o funcionalidad. Muchos mentores han expresado y expresan, su enorme insatisfacción por tales medios tecnológicos. De hecho, he sido testigo de las horas que le destinan a este propósito – “subir” las observaciones, por ejemplo – y de las problemáticas que presentan las “plataformas” que refiero.

Al respecto, puede decirse – y es muy válido el planteamiento – que los profesores dejan todo para el último momento y que, por tales razones, el sistema se satura y por ello “se cae” la red o el sistema. Cosa más curiosa ha sido ésta, porque si de algo nos hemos enterado, ha sido de los millones de pesos que se han invertido en sistemas y/o conexiones que les permita soportar el tráfico de los usuarios a dichas plataformas o… ¿es que acaso la SEP no está preparada para atender con eficiencia y eficacia tales requerimientos?, ¿por qué pensar en un esquema de evaluación a través de los medios tecnológicos si en los hechos el sistema no soporta el tráfico de usuarios?, ¿por qué no dar una explicación clara y concreta sobre este problema?, ¿por qué emitir un escueto comunicado a través del cual se informa que el periodo para “subir” los proyectos de enseñanza – por ejemplo – se ampliaría para que “el personal atendiera las etapas de manera adecuada”.

La SEP está haciendo agua, la CNSPD ni se diga… del INEE, me gustaría saber cómo es que pretende evaluar un proyecto que contiene poco más de 10,000 caracteres, quién los va a evaluar y, lo más importante, cuáles serán las recomendaciones que le harán al docente para que mejore su trabajo – en caso de que así sea necesario – dado que el evaluador solamente emitirá una valoración a partir de ciertos parámetros e indicadores pero no de una observación directa al trabajo que realiza el docente en el aula.

Urgen respuestas y urgen soluciones. Vaya, como en reiteradas ocasiones lo he dicho y afirmado, no es que me oponga a la evaluación, sino más bien, a los procesos mediante los cuales desde la SEP y el INEE, piensan o consideran que se puede lograr una valoración objetiva del trabajo docente aunque en los hechos y como sabemos, toda evaluación es subjetiva por su propia naturaleza.

De ahí que comparta plenamente la idea y/o posicionamiento del Dr. Manuel Gil Antón, cuando refiere en su último artículo publicado en El Universal “El árbol torcido y la evaluación docente” (2/12/2017), cito: “Lo mismo ocurre con la evaluación del desempeño. Depende del medio en que se realiza. Es el espacio artificial del examen, con menos factores en juego, el resultado es uno; cuando se observa la práctica en el aula, repleta de elementos que ningún examen puede tomar en cuenta ni medir, es otro”.

En fin, dejo pues hasta aquí esta serie de reflexiones sobre un tema que es de vital trascendencia en el medio educativo en el que nos encontramos insertos, recomendándole a usted, al igual que Gil Antón, los resultados que arrojó el estudio que realizaron cuatro investigadores (Weiss, Dávalos, Civera y Block) sobre la evaluación del desempeño docente; una comparación de la calificación obtenida por un grupo de profesores en el examen que aplica la SEP, con el desempeño del profesor desde la perspectiva de la práctica. Investigación y resultados, que pudimos observar, analizar y dialogar, en el XIV CNIV que promueve el COMIE.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/una-evaluacion-docente-que-no-es-evaluacion/

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Panorama educativo: El desastre que viene

Por: Abelardo Carro Nava

Pese a que en sus constantes discursos y entrevistas a los medios de comunicación, Aurelio Nuño – aún Secretario de Educación en nuestro país –, ha declarado que las escuelas de los diferentes niveles que integran el Sistema Educativo Mexicano (SEM), se encuentran en condiciones para que los alumnos y profesores regresen a sus clases después de los estragos que dejaron los pasados sismos, del 7 y 19 de septiembre en varias entidades del país. Los hechos, las evidencias, vaya, las cosas en este sentido, no son como este funcionario las pinta; y es que son varias las quejas de maestros, padres de familia e, incluso, de los propios estudiantes, que a diario observamos en diversos espacios – redes sociales por ejemplo – o bien, de las que cotidianamente somos testigos dado nuestro diario andar por esas instituciones educativas.

Y, para acabarla de amolar en medio de todo este embrollo, en la reciente comparecencia de Nuño en ambas Cámaras, la de Senadores y Diputados, el Secretario en comento, justificó la renta de un inmueble cuyo valor asciende a los más de 30 millones de pesos (mensuales) dadas las afectaciones que a decir de él, y no con base en un dictamen – o al menos yo no lo conozco y dudo que  muchos lo conozcamos –, sufrieron varios edificios en los que algunos funcionarios de la SEP despachaban hasta antes de los movimientos telúricos.

No sé qué piense usted al respecto pero, desde mi perspectiva, ésta es una muestra más de la forma a través de la cual, la desigualdad en materia educativa se hace evidente. Y es que mire usted, no acaba de comprenderse el por qué las cientos de escuelas que se vieron afectadas por los sismos, no tengan la posibilidad de rentar un inmueble para que los alumnos puedan contar con las condiciones necesarias e indispensables para que reciban clases pero eso sí, para que ciertos funcionarios despachen cómodamente en una oficina, se hace prioritario el que se tenga que alquilar un edificio por más de 30 millones de pesos. Haga usted sus cuentas, no sólo por lo que la renta del inmueble pueda representar, sino por el traslado que implica cambiar de un lugar a otro “las oficinas” gubernamentales. ¿Qué pasa en Morelos, Oaxaca, Puebla, Estado de México y en la propia Ciudad de México, por ejemplo?, ¿por qué las reacciones violentas de los padres de familia ante las inoperantes acciones que han tomado las autoridades federales y locales en esta materia?, ¿por qué se sigue manejando un doble discurso que en nada ayuda a solucionar el conflicto?

Las respuestas a tal interrogante parecen ser sencillas de responder, y así es. La simulación y el maquillaje, así, por encimita, es lo que ha caracterizado a este gobierno y a la gestión del Secretario de Educación en turno. Hechos para sustentar mis dichos son muchos; en este y otros espacios he dado cuenta de ello. Vamos, para nadie es desconocida, la cantidad impresionante de dinero que Nuño ha gastado con la idea de posicionar su imagen ante el electorado mexicano, así como también, para hacer creer a la ciudadanía que la educación va mejorando en un país donde las desigualdades sociales y, como en este caso, las educativas, es más que evidente.

¿Por qué ya no se ha hablado desde la SEP de la evaluación para el ingreso al servicio o de la del desempeño docente, cuyo carácter punitivo ha quedado una y otra vez demostrado cuando en las entidades se siguen cometiendo una serie de arbitrariedades que difieren de lo que la norma establece? Claro, esto ya no les conviene, porque el 2018 se aproxima y, en próximos días, conoceremos quién será el candidato que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) impulsará para la silla grande, y Aurelio Nuño, sigue levantando la mano.

Dese cuenta, hasta el momento en que cierro estas líneas, desde la parte oficial, se está preparando toda una estrategia para que en los próximos meses, se hable hasta el hartazgo de los grandes logros de este gobierno. Esto, con la idea de mantener el partido político que gobierna, en el gobierno. ¿Y la educación? Sigue en medio de esa incertidumbre que implica el desconocimiento sobre la aplicación de un modelo educativo. ¿Y sus actores? En medio de una encrucijada, o coyuntura, si usted quiere llamarle de esa manera, por esa el desasosiego que produce la incertidumbre que refiero.

Tengo claro que, independientemente de las coyunturas – naturales en ambientes tan cambiantes como el nuestro –, los maestros, esos maestros y maestras que a diario acuden a sus centros escolares, seguirán trabajando de sol a sol, con la idea de generar esos conocimientos en sus estudiantes que les permitan desarrollarse en su contexto. No obstante, es menester propiciar o hacer conciencia sobre estos hechos que, lamentablemente, no han sido atendidos como debiera.

No se puede hablar de una mejora sustantiva en nuestra educación, sin tener todos los elementos a la mano. Sí, ya sé, tal vez algunos piensen o consideren que mi postura se ubica en esa post verdad por lo que a diario observo, y no en datos duros que me permitan hacer un análisis objetivo de los hechos pero, ¿no es la misma observación un requerimiento indispensable que nos lleva al registro y explicación de aquello que observamos?

El diario andar, que implica la constante interacción con docentes de los diferentes niveles educativos; sus palabras, sus desasosiegos, sus conocimientos, sus experiencias, me brindan esa posibilidad de afirmar, que esa realidad, la que Nuño y compañía ven desde sus escritorios, difiere de lo que en las aulas se vive a diario.

Se habla de logros en materia de inclusión educativa pero no hay capacitación para los profesores de las escuelas primarias, por ejemplo. Se habla de la implementación del programa de inglés, pero no se habla de los “falsos procesos” de contratación que se están dando en varias entidades del país. Se habla de que más del 90 por ciento de las escuelas ya se encuentran laborando después de los sismos, pero no se habla de las condiciones en las que los niños y profesores se encuentran trabajando. Se habla de una transformación de las escuelas normales, pero no se habla de la inexplicable reducción a la matrícula de las mismas. Se habla de las grandes bondades del sexenio, pero no se habla del gran desastre educativo que viene.

En fin, de todo eso se habla, pero no se habla de lo que realmente sucede en México.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/panorama-educativo-el-desastre-que-viene/

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Lo electorero del nuevo modelo educativo

Por:  Abelardo Carro Nava

El clima electoral en nuestro país comienza a calentarse en demasía, tan es así, que los partidos políticos han fijado los “mecanismos” bajo los cuales habrán de ser “ungidos” sus candidatos. Para Aurelio Nuño, la silla grande parece escapársele de las manos dado que en el partido tricolor, desde mi perspectiva, se ha hecho lo necesario para Meade, actual Secretario de Hacienda, sea el que lleve su bandera y se posicione ante el electorado mexicano, compitiendo, como parece obvio, con Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador y alguno que otro independiente que logre colocarse en esa carrera presidencial.

Así  las cosas, y en medio de este asunto, una pregunta parece resonar en el aire: ¿qué pasará con el modelo educativo que tan pomposamente ha sido difundido por el actual Presidente de México y el propio Aurelio Nuño? Las especulaciones están a la vista y oídos de todos, sobre todo, de quienes nos encontramos insertos en el medio educativo. Y es que mire usted, aún y cuando dicho esquema de trabajo ha comenzado a implementarse en escuelas públicas “piloto” en algunas entidades del país, la zozobra pesa más cuando el 2018, fecha fatídica para su implementación, se aproxima.

En este sentido, y como lo he señalado desde hace tiempo cuando se habló de lograr una verdadera Revolución Educativa en este sexenio, el modelo educativo que entrará en vigor próximamente en todo el país adolece de varias cuestiones, destacando por su propia complejidad, la de los perfiles de egreso del nivel básico que en él se contemplan. No sé si usted sepa, pero de las adecuaciones curriculares que se hicieron en el 2011 y que en nuestros días siguen operando en este nivel educativo, no ha habido una valoración real que nos permita asegurar que el cambio o tránsito hacia un “nuevo” modelo era necesario dado el logro o no, de esos perfiles de egreso que se contemplaban en el Plan de estudios en referencia. Y lo que es peor, en ningún momento el magisterio estuvo presente o, más bien, fue el gran ausente, primero, de esa evaluación y, segundo, en el diseño del “ nuevo proyecto educativo”.

¿De qué forma puede obtenerse una mejora educativa si en los hechos los planteamientos curriculares obedecen a políticas internacionales más que necesidades nacionales previo diagnóstico de lo que se vive en mi México querido? Dese cuenta, el perfil de egreso que plantea el modelo educativo 2018, nivel preescolar, en el ámbito de lenguaje y comunicación, propone que los niños comprendan algunas palabras y expresiones en inglés. Si, así como lo leyó, “comprendan” algunas palabras y expresiones en inglés. Asunto nada menor si consideramos lo que ocurre en la mente para lograr esa comprensión pero, también, lo que implica el conocimiento de nuestro propio lenguaje, dada su complejidad semántica. ¿Cómo se espera que los niños de la sierra negra de Puebla, por ejemplo, logren este perfil si en las comunidades no hay docentes para la impartición de ese idioma? O, peor aún, ¿cómo se espera lograr ese propósito si además de abordar su lengua materna se tiene que adquirir el español y el inglés con todas las complejidades que tal acto requiere?

Aunado a ello, a alguien se le olvido que dichas comunidades siguen padeciendo los estragos de una serie de políticas económicas que, para acabar pronto, han abierto una brecha de desigualdad importante, no sólo en esta zona, sino en varias regiones del país.

“Aprender a aprender” suena bonito, se lee bonito; pero en los hechos, hay varios factores que impiden que los niños y adolescentes, y también los maestros, se acerquen a este sueño.

No, no piense que pretendo ser un aguafiestas y que mi pesimismo – aunque prefiero llamarlo realismo – opaque los anhelos de quien despacha en Los Pinos o en la Calle de República de Argentina. En absoluto, lo que pretendo decir, es que la realidad sobrepasa esos deseos que están plasmados en ese documento. Pongo otro ejemplo, en el documento “Los fines de la educación en el Siglo XXI” se lee lo siguiente: “Nos enfrentamos a la necesidad de construir un país más libre, justo y próspero, que forma parte de un mundo cada vez más interconectado, complejo y desafiante. En ese contexto, la Reforma Educativa nos ofrece la oportunidad de sentar las bases para que cada mexicana y mexicano, y por ende nuestra nación, alcancen su máximo potencial”.

Con base en ello, ¿cómo podemos construir un país más libre, justo y próspero si la realidad nos bofetea en el rostro cada vez que se descubren actos de corrupción por funcionarios y gobernantes cuya responsabilidad, se supone, debería ser la de atender las demandas sociales y que, para acabar pronto, han llevado a posicionar a nuestro México como uno de los más corruptos de América Latina?, ¿cómo lograr que haya un México interconectado si en muchas localidades mexicanas no hay luz ni servicios de internet y de banda ancha que permitan lograr precisamente esta interconexión con el mundo?, ¿cómo alcanzar nuestro máximo potencial si en resumidas cuentas más de la mitad de los mexicanos se haya en pobreza y pobreza extrema?

Las elecciones se aproximan, eso es un hecho, y el modelo educativo será vendido como el producto que nos permitirá ser un país de primer mundo, y puede ser cierto; sin embargo, somos muchos pero muchos mexicanos que no creemos en falsas promesas de campaña que pueden ser firmadas ante notario público, tal y como ese circo, que prometió un gran espectáculo y terminó siendo un fiasco.

México requiere de una educación que posibilite y potencialice el desarrollo de sus mexicanos, y lo requiere porque por muchos años se nos ha vendido la idea de que sólo a través de esa educación podremos salir del atolladero en el que nos encontramos y hasta el momento, nada ha pasado por las razones que he expuesto. El momento es propicio para levantar la voz y exigir que todos esos candidatillos saquen las manos de los procesos educativos, tan necesarios para el bienestar de los mexicanos.

Fuente del Artículo:

Lo electorero del nuevo modelo educativo

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Los proyectos de enseñanza y la evaluación

25 de octubre de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Abelardo Carro Nava

En estas últimas semanas, he tenido la fortuna de trabajar con varios docentes de algunas entidades de mi querida República Mexicana, con la intención, de brindarles una orientación o asesoría para la construcción de sus Proyectos de Enseñanza que, como sabemos, es uno de los momentos que la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD) y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), consideraron para la valoración del desempeño docente en estos meses, además del informe de responsabilidades y el propio examen.

Proyectos que, a decir de las propias autoridades, podría evaluar el quehacer profesional de los mentores en los niveles educativos que conforman el complejo Sistema Educativo Mexicano (SEM). Dudas, inquietudes, zozobra, desesperanza, incertidumbre, entusiasmo, conformidad, aceptación, rechazo, entre otros adjetivos más, fue lo que pude percibir en varios de los profesores y profesoras con los que tuve el gusto de compartir momentos altamente enriquecedores y de los cuales, deseo exponerle, algunas ideas con la intención de aportar mi granito de arena, al necesario debate que debe y tiene que seguirse dando, sobre las formas de evaluación que se están implementando en mi México querido.

Por principio de cuentas, debo señalar que esta forma en que se pretende evaluar al magisterio mexicano, no es nueva. El trabajo que puede realizarse a partir de considerar una metodología como lo es el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), data de hace algunos años. Y bueno, alguien pensó que a través de tal metodología puede ser evaluado el maestro, y es cierto. No obstante, hay una cuestión que me sigue retumbando en la cabeza y que deseo plantearla en estos términos: ¿qué tanto puede valorarse el quehacer docente a partir del ABP que planea, desarrolla y evalúa el profesor, si en el aula ocurren un sinfín de situaciones que el mismo docente no puede considerar y/o registrar dadas las limitaciones que plantea la guía técnica para la construcción de dicho proyecto?

Y es que mire usted, como bien sabemos, los problemas educativos son multifactoriales, es decir, que una situación detectada en un grupo de alumnos, tiene su origen en las múltiples circunstancias que viven a diario los seres humanos y, por ello, lo que el docente realiza en el aula, debe considerar no solo un campo formativo y/o asignatura, sino muchos elementos más, para su atención y probable resolución. Ciertamente una muestra es representativa para este esquema de evaluación pero, ¿qué tan pertinente es considerar solamente eso, una muestra?

¿Qué puedo hacer si en la comunidad en la que viven mis alumnos las condiciones económicas no les permiten alimentarse como debieran y, por tales razones, mis estudiantes no logran concentrase ni desarrollarse como debieran?, ¿acaso debo comprarles el alimento? Fueron dos preguntas que una docente me hizo en su momento y que, para acabar pronto, limitaron mi respuesta dado que ante tales circunstancias, el papel del docente y, en este caso, de quien conduce el curso, son limitadas o fueron limitadas.

Ciertamente, el papel del docente es fundamental para  lograr el desarrollo de sus alumnos; no obstante, las condiciones económicas, sociales, políticas y hasta culturales, ajenas a su propio papel y desempeño, se escapan, muchas veces, de las manos.

Ahora bien, si esto no fuera suficiente, una cuestión más que aún sigo reflexionando es la siguiente: ¿qué tanto el evaluador realizará su evaluación considerando esos elementos que solamente en el aula ocurren y que resultan de una interacción que  solo sucede en el aula?

Es aquí donde entra de lleno el tema de la observación en toda la extensión de la palabra. Si en las escuelas normales, en las universidades, en los posgrados, vaya, en los propios planes de estudio se afirma que dicha observación es fundamental para registra los fenómenos, mismos que a su vez, deben ser codificados para interpretarlos y se puedan tomar las decisiones más pertinentes, ¿por qué la evaluación docente no se apega a la observación en la que esos evaluadores in situ valoren el trabajo que realiza el profesor frente a grupo?, ¿evaluar desde un escritorio tendrá la misma fiabilidad de aquella que se realiza en el aula?

El trabajo que puede hacerse considerando el ABP no es malo. No, no estoy diciendo ello. Tampoco estoy diciendo que no se pueda evaluar a través de esta metodología. Lo que estoy diciendo es que esta evaluación, aunque es viable, es reducida o limitada para los efectos que se consideran desde los órganos centrales. Entiendo que el INEE ha hecho lo posible para acercarse a la forma de evaluación que se apegue a criterios objetivos con la intención de mejorar lo que, a decir de ellos y las autoridades de la SEP, puede mejorarse. No obstante, no debe olvidarse que si hay algo que no puede desprenderse de la misma evaluación, es la subjetividad que, por más que se diga lo contrario, está implícita en dicho proceso evaluativo en esa dicotomía tan conocida: evaluador y evaluado.

Con este proceso, ¿no estaremos entrando a un terreno pantanoso en el que el evaluado solo cumpla por cumplir y el evaluador solo evalúe por evaluar… ¿y el tema educativo relacionado con los procesos de enseñanza y aprendizaje que ocurren en el aula?

Como hemos visto, oído y conocido, la SEP ha gastado una cantidad impresionante en recursos para lograr una amplia difusión de los programas educativos que entraran en vigor el año próximo, ¿cuándo lo hará para capacitar y actualizar al magisterio? Si el INEE ha observado que la evaluación que están implementado en el país, dirigida a los profesores, ¿por qué considerar tres momento evaluativos para valorar el trabajo del docente y no realizar uno solo y en el aula?, ¿no estaremos cayendo en un exceso evaluativo que, para acabar pronto, sature la práctica profesional que los maestros realicen en el salón de clases?

Éstas son algunas preguntas que, aunque parecen sencillas, tienen especial significado y relevancia dado que hasta la fecha, el medio educativo se encuentra permeado por las constantes indecisiones que en los órganos centrales se vienen observando. ¿Cuándo podrá realizarse una evaluación en el lugar que cada maestro realiza su trabajo? Su país, mi país, nuestro México, es tan desigual en varios aspectos, que bien valdría la pena pensar y pensar lo que se está haciendo en esta materia.

Hasta aquí dejo estas breves ideas, reconociendo el papel que a diario realizan mis colegas en cada uno de sus centros escolares. Esta experiencia o experiencias, me han llevado a reencontrar y revalorar la función del docente en nuestros días. Por  ello, les aplaudo, les reconozco y les admiro porque con tan poco dan mucho por sus alumnos y eso, lamentablemente, no se observa en una muestra que se recaba a través del ABP.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/los-proyectos-de-ensenanza-y-la-evaluacion/

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La otra Reforma para las Normales

Por: Abelardo Carro Nava

Después de 1984, cuando por decreto y/o acuerdo presidencial las escuelas normales formaron parte de las Instituciones de Educación Superior (IES), el medio normalista se vio envuelto en una serie de cambios que bien a bien no han cuajado en sus estructuras organizativas. Compararlas con las Universidades o los Tecnológicos no es correcto y, mucho menos, lo deseado. ¿Por qué afirmo esto? Porque como sabemos, las áreas sustantivas que permean el ambiente universitario – y también el normalista a partir de esa fecha –, docencia, investigación y difusión y extensión educativa, se desarrollan de diferente manera en estos subsistemas.

El debate que existe entre el dominio de las disciplinas que son el objeto de las Universidades – dado que éstas se enfocan a una especialidad – y lo que en las normales debe dominarse, es amplio y más por falta de espacio que de ganas, me limitaré a afirmar que las segundas, no sólo deben conocer sobre una disciplina en específico, sino de varias, con el propósito de abordar los contenidos que la propia curricula de nivel básico establece. En todo este asunto, la pedagogía y didáctica, parece ser el punto medular de las profesiones que se desprenden de las carreras profesionales de carácter universitario y normalista. Así de simple, así de complejo.

Ahora bien, por lo que respecta a la reforma curricular que se vislumbra en las normales, y que la misma Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE) viene trabajando con diversos grupos de “representantes” de esas escuelas. Tal y como lo afirmé en mi colaboración anterior, se antoja necesaria y harto pertinente. Alinear el proceso educativo que desarrolla en el nivel básico de enseñanza y lo que ocurre en las normales, insisto, me parece viable. No obstante, y con el propósito de hacer un análisis sobre distintos rubros que se desprenden de tal reforma, les comparto mi visión al respecto.

En el año 2011, cuando aún estaba al frente la Mtra. Marcela Santillán, se implementaron los planes de estudio de las licenciaturas en educación preescolar y primaria, dejando de lado, a las de educación secundaria, especial y física. ¿El motivo por el que éstas últimas no se consideraron? Se desconoce, pero la lógica nos indica que estos planes no entraron en el presupuesto pedagógico educativo. Así las cosas, y después de haber sorteado algunos inconvenientes en su implementación en “escuelas piloto” – de lo cual no se habla mucho que digamos –, para el 2012, dichos planes de estudio se implementaron en todo el país en las dos licenciaturas referidas.

Este nuevo planteamiento modificó, de alguna forma, el trabajo y las asignaturas/cursos que se tenían contemplados en los planes 1997 (licenciatura en educación primaria) y 1999 (licenciatura en educación preescolar), así como también, la modalidad de titulación que ambos tenían considerados.

De la estructuración de las asignaturas a partir de un Mapa Curricular (1997-1999), se trasladó a una Malla Curricular (2012). De las actividades escolarizadas, de acercamiento a la práctica y de las prácticas intensivas en condiciones reales de trabajo (1997-1999), se trasladó a los 5 trayectos formativos: piscopedagógico, preparación para la enseñanza y el aprendizaje, lengua adicional y TIC, práctica profesional, y optativos (2012). De una modalidad de titulación por ensayo a través de un documento recepcional (1997-1999), se trasladó a tres modalidades de titulación: tesis, informe de prácticas profesionales y portafolio de evidencias (2012).

Como podemos darnos cuenta, a groso modo y desde mi perspectiva, estos fueron los cambios más significativos y de los cuales puede desprenderse el análisis de cada uno de los contenidos de cada una de las asignaturas y los cursos que contemplaban los planes 1997-1999 y los del 2012. Sin lugar a dudas, puede hablarse mucho al respecto, pero lo que me parece más relevante, es el hecho del enfoque que se encuentra inmerso en tal esquema. Es obvio que si pretende cambiar o transformar algo, dicha transformación debe partir de su origen. Es decir, desde sus cimientos: la práctica docente. Y es aquí donde mi análisis se hace más fino: ¿si el plan de estudios 2012 para las licenciaturas en educación preescolar y primaria considera el enfoque centrado en el aprendizaje, el enfoque basado en competencias y la flexibilidad curricular, académica y administrativa, el  plan de estudios que se está elaborando responderá a los aprendizajes clave, los campos de formación académica, las áreas de desarrollo personal y social y los ámbitos de autonomía curricular tal y como lo marca la educación básica?.

Entonces, ¿qué tipo de docente queremos formar?, ¿un docente que responda a las demandas curriculares de su nivel de competencia o un docente que atienda las áreas sustantivas de desarrollo de las universidades? Preguntas si usted quiere, básicas y sencillas, pero que en el entramado curricular adquieren un peso importante, dada la complejidad precisamente, de organizar los contenidos curriculares para los formadores de formadores y para los propios estudiantes.

Se dice pues, que en nuestros días se requieren docentes que investiguen los problemas educativos y que, a partir de las herramientas intelectuales y físicas que tenga a su alcance, atienda dichos problemas para la mejora de su práctica educativa con la intención de favorecer los aprendizajes de sus alumnos. Asunto nada menor y que requiere de toda la atención de los profesionales de la educación insertos en el medio normalista. No obstante, la realidad que México nos arroja, hace pensar y reflexionar sobre la posibilidad real del éxito que pueda tener el currículo que puede implementarse en la normales.

¿A qué realidad me refiero? A la que padecemos los millones y millones de mexicanos día con día. Pobreza, miseria, desigualdad, inequidad, corrupción, discriminación, racismo, y varios etcéteras más.

En suma mi apreciable lector, considero que todos los intentos por mejorar la educación que se brinda en mi México querido, son aplaudibles. Lo lamentable de este asunto, es que mientras el gobierno federal y la propia Secretaría de Educación, siga viéndose como un mero trampolín político, dichas intenciones quedaran en eso, en meros intentos y la educación irá… ¿de mal en peor?. Y no lo digo por los maestros, sino por las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales que vive mi México.

Finalmente, vuelvo a insistir, a que la DGESPE convoque a un foro nacional para que se discuta la pertinencia del plan de estudios que se está diseñando. Créanme que aunque existen y asisten “representantes” a las reuniones nacionales y regionales, la información no llega o bien, no llega como debiera por asuntos de naturaleza política. Si realmente queremos un cambio, debemos comenzar con los mecanismos de comunicación, diálogo y debate entre todos los actores participantes.

Tiempo al tiempo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-otra-reforma-para-las-normales/

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La Reforma silenciosa para las Normales

Por:

De unos meses para acá, quienes tenemos un conocimiento sobre los distintos acontecimientos que en el medio educativo suceden, particularmente, los relacionados con la educación normal que se brinda en las más de 200 escuelas normales públicas del país; hemos escuchado o leído, sobre la propuesta que se está diseñando con la intención de fortalecer el subsistema normalista.

Muchos, me incluyo, hemos hecho una crítica sobre las posibilidades que tal diseño implica. Sobre todo, porque como reiteradamente lo he señalado en este y otros espacios, por años el normalismo mexicano estuvo olvidado. Ciertamente con el paso del tiempo, algunos esfuerzos se han hecho para “mejorar” lo que podía mejorarse, como por ejemplo, los que a partir de 1984 se implementaron y que llevaron a las escuelas normales, a formar parte de las Instituciones de Educación Superior (IES); pese a lo anterior, ningún otro esfuerzo ha cuajado por completo dadas las lagunas jurídicas y administrativas que existen en varias entidades del país y en el propio centro.

Dese cuenta, mientras las reformas al nivel básico de enseñanza van “tomando forma”, y los docentes hacen “magia” para ajustar su ejercicio profesional a las “realidades” que les son impuestas; las normales, han tenido y tienen, que ajustarse a las dinámicas que este nivel educativo trae consigo. No hay más.

Ahora bien, qué tanto ha sido bueno o malo el que, hasta este momento, se haya dado dicho tránsito de esta manera. La lógica o el sentido común, nos dice que tal situación no es nada buena, y es cierto.

Y es que mire usted, me consta, que las escuelas normales se han ajustado a lo que las políticas educativas han dictado desde hace mucho tiempo en educación básica, y bueno, los resultados, aunque no han sido sobresalientes en la formación de sus egresados, han demostrado que estas escuelas, siguen formando profesionales de la educación, con los conocimientos y habilidades para desarrollarse en el ámbito de su competencia.

¿Por qué asegurar o implementar una reforma al medio normalista para que éste vaya a la par de lo que acontece en educación básica? Si coincidimos con el planteamiento anterior, alinear esos procesos parece lógico y harto pertinente. Lo malo del asunto es que, mientras no haya una claridad jurídico-administrativa al respecto, esa supuesta reforma no verá los resultados esperados.

¿A qué me refiero con ello? A que la misma Dirección de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), se encuentra en la disyuntiva de considerar al subsistema normalista como parte de esa educación básica que refiero o, seguir bajo el esquema que plantea las IES en el país.

Con seguridad pensará que esta situación es sencilla y que puede subsanarse rápidamente. Le pido que vayamos con calma y analicemos la siguiente situación.

¿Conoce usted la normatividad que regula la contratación, permanencia y promoción de los maestros para las escuelas normales? Supongo, que muy pocos la conocen, y los que tenemos algún conocimiento sobre ello, difícilmente llegamos a tener una certeza en cuanto a ese ingreso, permanencia y promoción que se vive en el medio en los distintos estados del país. ¿Por qué sucede esto? Porque cada entidad federativa, ha ajustado a “su medida” dicho reglamento y, en complicidad con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), han sedimentado prácticas que le han permitido hacer y deshacer lo que se les venga en gana. ¿Desea usted un ejemplo? Bueno, volteemos a ver lo que en el Estado de Morelos acontece. Las escuelas normales están adscritas al Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM), específicamente, a la Dirección de Educación Secundaria, mientras que en el Estado de Tlaxcala, se hayan integradas a la Dirección de Educación Terminal de la Secretaría de Educación Pública del Estado. ¿Es lógico esto?, es decir, ¿es lógico que el subsistema normalista que, en teoría debería ser una entidad perteneciente a las IES, dependa de dos estructuras organizacionales diferentes entre sí? No, no es lógico, ni administrativamente viable. Caray, no imagino la complejidad que debe representar para el personal directivo y docente de las normales, comprender el “limbo” jurídico-administrativo que esto representa, y luego, para acabarla de amolar, los subsistemas de estas entidades, deben y tienen que atender las políticas educativas que se desprenden de la propia DGESPE. ¿Alcanza a dimensionar tal embrollo?

Pues bien, me parece importante señalar en este momento – aunque será un tema que abordaré en otra ocasión – que la reforma curricular es necesaria por lo que sucede, insisto, en educación básica. No obstante, el reto es mayor, y no me refiero precisamente a contar con un nuevo reglamento de ingreso, permanencia y promoción para las escuelas y los docentes normalistas, sino de lidiar con todas esas prácticas institucionalizadas donde el SNTE y muchas autoridades locales, vuelvo a insistir, han hecho lo que se les venga en gana. ¿Por qué si la DGESPE está encabezando una modificación reglamentaria de lo que hasta estos días ha permeado en las escuelas normales el SNTE no hace lo propio y modifica sus estatutos? No sé si usted lo sepa pero hasta el día de hoy, esa organización sindical, no ha realizado algún ajuste en este sentido y, por ello, se mantienen aquellos esquemas de representación sindical (por el número de maestros integrados un centro de trabajo) que se denominan “Delegaciones Sindicales”. Delegaciones que para acabar pronto, en las normales, poco o nada hacen para apoyar a cientos de profesores que continúan preparándose y/o profesionalizándose.

Tengo claro que generalizar es malo, y le ofrezco una sincera disculpa por ello. Sin embargo, es menester reconocer una problemática latente y que no ha sido atendida como debiera por las autoridades educativas oficiales y sindicales, sencillamente, porque los “cotos” de poder, generan votos y esos votos, se canalizan a través de un partido pequeño (Nueva Alianza) que, al final de cuentas, termina cual rémora hambrienta, viviendo del mejor postor.

En suma mi estimado lector, propongo que exista una reforma a la educación normal, pero ésta debe partir de los órganos rectores que conducen la vida normalista: SEP-SNTE, y los “acuerdos” que en lo oscurito hasta la fecha se han firmado. Obviamente, definiendo en primer lugar, a qué nivel educativo deben pertenecer, para después, definir cuáles serán sus formas de contratación. Del asunto pedagógico, repito, le dedicaré otro espacio en otro momento. No obstante, y sin temor a equivocarme – sobre este rubro –, considero que los normalistas han podido y podrán con lo que se les ponga enfrente.

Su carácter aguerrido, combativo y académico, está más que demostrado.

Fuente del Artículo:

La Reforma silenciosa para las Normales

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Rescatemos a las escuelas… pero de Nuño

07 de octubre de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Abelardo Carro Nava

En días pasados, fuimos testigos de una fuerza, hasta ese día, poco conocida en mi México querido; se trató pues, de la participación decidida de los jóvenes en el sismo que sacudió a la Ciudad de México, Puebla, Morelos y otras entidades de la República Mexicana.

Tal fuerza, tal empuje, vino a darnos una muestra de lo que la unión, en torno a un hecho, siniestro como lo fue, puede lograr si somos solidarios, empáticos, decididos.

La reflexión que le propongo a usted, mi querido lector, tiene que ver con esa unión a la que aludo líneas atrás porque, como es sabido, la fuerza de la educación en nuestro país, reside en el magisterio mexicano. Un magisterio que en los últimos años ha sido brutalmente golpeado y denostado por quienes ostentan el poder, llámesele Gobierno Federal o Secretaría de Educación en tuno. Y esto es así, porque finalmente, las cúpulas del poder han decidido y deciden sin tener el menor conocimiento de lo que ello implica, o bien, sin haber aprendido sobre lo que permea en el proceso educativo en cada uno de los rincones de las cientos de escuelas que son parte del Sistema Político Mexicano (SEM). Dese cuenta, en lo que va del sexenio peñista, dos Secretarios de Educación han ocupado el lugar que, por motivos políticos y no didáctico-pedagógicos, han tomado decisiones de naturaleza política y no educativa, aunque suene redundante.

Hablar del Pacto por México – generador de la mal llamada reforma educativa –; de la poca visión de la educación de nuestro país de un presidente que no preside mucho que digamos; de las desafortunadas decisiones de Chuayffet en esta materia; o de la desmedida y agresiva política de Nuño en contra de los mentores, es infructuoso, aunque si meritorio mencionarse en estos momentos, puesto que como sabemos, cinco años de gobierno han pasado y… ¿cómo estamos?, ¿qué beneficios se han generado en el ámbito educativo a partir de la reforma administrativa-laboral sacada al vapor en el primer año de gobierno?, ¿qué mejoras sustantivas ha arrojado la evaluación a los profesores y alumnos en sus respectivas competencias?, ¿qué ha pasado con el tan llamado “nuevo” modelo educativo?

Cuestionamientos básicos, si usted quiere, pero que nos permiten reflexionar a la luz de los diversos acontecimientos que en materia educativa se han dado en estos años de gobierno. Del primer asunto, es claro que se volvió a un esquema donde el patrón–estado – a través de la SEP – “recuperó” la rectoría de la educación bajo el argumento: ¡o te alineas o te vas!. Así de simple, así de complejo. ¿Y el SNTE? Doblegado. Tan es así, que esa misma amenaza, aplica para el líder magisterial que, dicho sea de paso, no lidera nada, salvo la abnegación de sus agremiados.

Por lo que se refiere al tema de la evaluación, éste sigue siendo un tema harto polémico, dadas las dificultades que ha encontrado el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) para ser autónomo, y para llevar a cabo una evaluación que permita valorar el desempeño de los docentes, no a través de un examen, sino de su práctica diaria. En cuanto a la evaluación realizada a los alumnos, mejor conocida como PLANEA, como bien sabemos, ésta ha arrojado resultados que nos hacen pensar que no necesariamente el docente es el responsable de éstos, sino de las paupérrimas condiciones políticas, sociales, económicas y culturales, por las que atraviesa el país. Tema que bien podría ser considerado en los discursos de Peña y Nuño, al momento de expresarlos.

Ahora bien, si del “nuevo” modelo educativo hablamos, éste con todas sus “peculiaridades” entrará en vigor en el próximo año. Aunque como también sabemos, ha comenzado a aplicarse en “escuelas piloto” para observar su desarrollo. La pregunta en todo caso sería: ¿quién se está encargando de llevar un registro minucioso – y con qué metodología – de lo que está sucediendo en las aulas de estos centros escolares? Intentar dejar un “legado” educativo, dista mucho de una mejora sustantiva de la educación en su conjunto. Eso algo que el mismo Secretario de Educación conoce, y conoce muy bien. Lo lamentable del asunto es que, a pesar de ese conocimiento, las “políticas siguen su curso y, para como pintan las cosas en el país, la propuesta Peña-Nuño, entrará en vigor el siguiente año.

Así las cosas mi estimado lector, la lista de cuestiones que pueden ser abordadas con la intención de hacer un análisis sobre las mismas, nos llevarían a una conclusión: la propuesta que emanó en este sexenio, no ha tenido ni tuvo el resultado esperado, claro, si es que esperaban obtener algo.

Ciertamente, Peña y Nuño van de salida pero, ¿por qué habría que esperar a que dichos personajes dejen de ocupar un cargo para que el magisterio haga lo propio?, ¿por qué habría que esperar a que Juan Díaz de la Torre deje el cargo para exigir una defensa de los derechos laborales de sus agremiados?

Sí, se trata de levantar la voz, pero ésta debe ser expresada a través de un grito debidamente fundamento, con sustento. Las evidencias cada docente las posee, porque vive y conoce las realidades que enfrentan los millones y millones de mexicanos.

La fuerza de los jóvenes, esos millennals que hasta hace poco eran desconocidos o pocos valorados, se hizo presente con la intención de apoyar a la sociedad que en esos estados de la República, se vio afectada.

¿Los maestros y maestras de México pueden ser empáticos y solidarios? No lo dudo, su función social va más allá de un Presidente o un Secretario de Educación. Digo, no se formaron para obedecer a ciegas ciertas políticas educativas impuestas y sin un sustento pedagógico, se formaron con la firme intención de educar al pueblo.

Educar al pueblo, esa es su fuerza y su fortaleza, es por ello que le propongo algo mi estimado colega y amig@: rescatemos a las escuelas; sí, rescatémoslas, pero de Peña Nieto y Nuño. Estamos a tiempo.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/rescatemos-a-las-escuelas-pero-de-nuno/

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