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La otra Reforma para las Normales

Por: Abelardo Carro Nava

Después de 1984, cuando por decreto y/o acuerdo presidencial las escuelas normales formaron parte de las Instituciones de Educación Superior (IES), el medio normalista se vio envuelto en una serie de cambios que bien a bien no han cuajado en sus estructuras organizativas. Compararlas con las Universidades o los Tecnológicos no es correcto y, mucho menos, lo deseado. ¿Por qué afirmo esto? Porque como sabemos, las áreas sustantivas que permean el ambiente universitario – y también el normalista a partir de esa fecha –, docencia, investigación y difusión y extensión educativa, se desarrollan de diferente manera en estos subsistemas.

El debate que existe entre el dominio de las disciplinas que son el objeto de las Universidades – dado que éstas se enfocan a una especialidad – y lo que en las normales debe dominarse, es amplio y más por falta de espacio que de ganas, me limitaré a afirmar que las segundas, no sólo deben conocer sobre una disciplina en específico, sino de varias, con el propósito de abordar los contenidos que la propia curricula de nivel básico establece. En todo este asunto, la pedagogía y didáctica, parece ser el punto medular de las profesiones que se desprenden de las carreras profesionales de carácter universitario y normalista. Así de simple, así de complejo.

Ahora bien, por lo que respecta a la reforma curricular que se vislumbra en las normales, y que la misma Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE) viene trabajando con diversos grupos de “representantes” de esas escuelas. Tal y como lo afirmé en mi colaboración anterior, se antoja necesaria y harto pertinente. Alinear el proceso educativo que desarrolla en el nivel básico de enseñanza y lo que ocurre en las normales, insisto, me parece viable. No obstante, y con el propósito de hacer un análisis sobre distintos rubros que se desprenden de tal reforma, les comparto mi visión al respecto.

En el año 2011, cuando aún estaba al frente la Mtra. Marcela Santillán, se implementaron los planes de estudio de las licenciaturas en educación preescolar y primaria, dejando de lado, a las de educación secundaria, especial y física. ¿El motivo por el que éstas últimas no se consideraron? Se desconoce, pero la lógica nos indica que estos planes no entraron en el presupuesto pedagógico educativo. Así las cosas, y después de haber sorteado algunos inconvenientes en su implementación en “escuelas piloto” – de lo cual no se habla mucho que digamos –, para el 2012, dichos planes de estudio se implementaron en todo el país en las dos licenciaturas referidas.

Este nuevo planteamiento modificó, de alguna forma, el trabajo y las asignaturas/cursos que se tenían contemplados en los planes 1997 (licenciatura en educación primaria) y 1999 (licenciatura en educación preescolar), así como también, la modalidad de titulación que ambos tenían considerados.

De la estructuración de las asignaturas a partir de un Mapa Curricular (1997-1999), se trasladó a una Malla Curricular (2012). De las actividades escolarizadas, de acercamiento a la práctica y de las prácticas intensivas en condiciones reales de trabajo (1997-1999), se trasladó a los 5 trayectos formativos: piscopedagógico, preparación para la enseñanza y el aprendizaje, lengua adicional y TIC, práctica profesional, y optativos (2012). De una modalidad de titulación por ensayo a través de un documento recepcional (1997-1999), se trasladó a tres modalidades de titulación: tesis, informe de prácticas profesionales y portafolio de evidencias (2012).

Como podemos darnos cuenta, a groso modo y desde mi perspectiva, estos fueron los cambios más significativos y de los cuales puede desprenderse el análisis de cada uno de los contenidos de cada una de las asignaturas y los cursos que contemplaban los planes 1997-1999 y los del 2012. Sin lugar a dudas, puede hablarse mucho al respecto, pero lo que me parece más relevante, es el hecho del enfoque que se encuentra inmerso en tal esquema. Es obvio que si pretende cambiar o transformar algo, dicha transformación debe partir de su origen. Es decir, desde sus cimientos: la práctica docente. Y es aquí donde mi análisis se hace más fino: ¿si el plan de estudios 2012 para las licenciaturas en educación preescolar y primaria considera el enfoque centrado en el aprendizaje, el enfoque basado en competencias y la flexibilidad curricular, académica y administrativa, el  plan de estudios que se está elaborando responderá a los aprendizajes clave, los campos de formación académica, las áreas de desarrollo personal y social y los ámbitos de autonomía curricular tal y como lo marca la educación básica?.

Entonces, ¿qué tipo de docente queremos formar?, ¿un docente que responda a las demandas curriculares de su nivel de competencia o un docente que atienda las áreas sustantivas de desarrollo de las universidades? Preguntas si usted quiere, básicas y sencillas, pero que en el entramado curricular adquieren un peso importante, dada la complejidad precisamente, de organizar los contenidos curriculares para los formadores de formadores y para los propios estudiantes.

Se dice pues, que en nuestros días se requieren docentes que investiguen los problemas educativos y que, a partir de las herramientas intelectuales y físicas que tenga a su alcance, atienda dichos problemas para la mejora de su práctica educativa con la intención de favorecer los aprendizajes de sus alumnos. Asunto nada menor y que requiere de toda la atención de los profesionales de la educación insertos en el medio normalista. No obstante, la realidad que México nos arroja, hace pensar y reflexionar sobre la posibilidad real del éxito que pueda tener el currículo que puede implementarse en la normales.

¿A qué realidad me refiero? A la que padecemos los millones y millones de mexicanos día con día. Pobreza, miseria, desigualdad, inequidad, corrupción, discriminación, racismo, y varios etcéteras más.

En suma mi apreciable lector, considero que todos los intentos por mejorar la educación que se brinda en mi México querido, son aplaudibles. Lo lamentable de este asunto, es que mientras el gobierno federal y la propia Secretaría de Educación, siga viéndose como un mero trampolín político, dichas intenciones quedaran en eso, en meros intentos y la educación irá… ¿de mal en peor?. Y no lo digo por los maestros, sino por las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales que vive mi México.

Finalmente, vuelvo a insistir, a que la DGESPE convoque a un foro nacional para que se discuta la pertinencia del plan de estudios que se está diseñando. Créanme que aunque existen y asisten “representantes” a las reuniones nacionales y regionales, la información no llega o bien, no llega como debiera por asuntos de naturaleza política. Si realmente queremos un cambio, debemos comenzar con los mecanismos de comunicación, diálogo y debate entre todos los actores participantes.

Tiempo al tiempo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-otra-reforma-para-las-normales/

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La Reforma silenciosa para las Normales

Por:

De unos meses para acá, quienes tenemos un conocimiento sobre los distintos acontecimientos que en el medio educativo suceden, particularmente, los relacionados con la educación normal que se brinda en las más de 200 escuelas normales públicas del país; hemos escuchado o leído, sobre la propuesta que se está diseñando con la intención de fortalecer el subsistema normalista.

Muchos, me incluyo, hemos hecho una crítica sobre las posibilidades que tal diseño implica. Sobre todo, porque como reiteradamente lo he señalado en este y otros espacios, por años el normalismo mexicano estuvo olvidado. Ciertamente con el paso del tiempo, algunos esfuerzos se han hecho para “mejorar” lo que podía mejorarse, como por ejemplo, los que a partir de 1984 se implementaron y que llevaron a las escuelas normales, a formar parte de las Instituciones de Educación Superior (IES); pese a lo anterior, ningún otro esfuerzo ha cuajado por completo dadas las lagunas jurídicas y administrativas que existen en varias entidades del país y en el propio centro.

Dese cuenta, mientras las reformas al nivel básico de enseñanza van “tomando forma”, y los docentes hacen “magia” para ajustar su ejercicio profesional a las “realidades” que les son impuestas; las normales, han tenido y tienen, que ajustarse a las dinámicas que este nivel educativo trae consigo. No hay más.

Ahora bien, qué tanto ha sido bueno o malo el que, hasta este momento, se haya dado dicho tránsito de esta manera. La lógica o el sentido común, nos dice que tal situación no es nada buena, y es cierto.

Y es que mire usted, me consta, que las escuelas normales se han ajustado a lo que las políticas educativas han dictado desde hace mucho tiempo en educación básica, y bueno, los resultados, aunque no han sido sobresalientes en la formación de sus egresados, han demostrado que estas escuelas, siguen formando profesionales de la educación, con los conocimientos y habilidades para desarrollarse en el ámbito de su competencia.

¿Por qué asegurar o implementar una reforma al medio normalista para que éste vaya a la par de lo que acontece en educación básica? Si coincidimos con el planteamiento anterior, alinear esos procesos parece lógico y harto pertinente. Lo malo del asunto es que, mientras no haya una claridad jurídico-administrativa al respecto, esa supuesta reforma no verá los resultados esperados.

¿A qué me refiero con ello? A que la misma Dirección de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), se encuentra en la disyuntiva de considerar al subsistema normalista como parte de esa educación básica que refiero o, seguir bajo el esquema que plantea las IES en el país.

Con seguridad pensará que esta situación es sencilla y que puede subsanarse rápidamente. Le pido que vayamos con calma y analicemos la siguiente situación.

¿Conoce usted la normatividad que regula la contratación, permanencia y promoción de los maestros para las escuelas normales? Supongo, que muy pocos la conocen, y los que tenemos algún conocimiento sobre ello, difícilmente llegamos a tener una certeza en cuanto a ese ingreso, permanencia y promoción que se vive en el medio en los distintos estados del país. ¿Por qué sucede esto? Porque cada entidad federativa, ha ajustado a “su medida” dicho reglamento y, en complicidad con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), han sedimentado prácticas que le han permitido hacer y deshacer lo que se les venga en gana. ¿Desea usted un ejemplo? Bueno, volteemos a ver lo que en el Estado de Morelos acontece. Las escuelas normales están adscritas al Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM), específicamente, a la Dirección de Educación Secundaria, mientras que en el Estado de Tlaxcala, se hayan integradas a la Dirección de Educación Terminal de la Secretaría de Educación Pública del Estado. ¿Es lógico esto?, es decir, ¿es lógico que el subsistema normalista que, en teoría debería ser una entidad perteneciente a las IES, dependa de dos estructuras organizacionales diferentes entre sí? No, no es lógico, ni administrativamente viable. Caray, no imagino la complejidad que debe representar para el personal directivo y docente de las normales, comprender el “limbo” jurídico-administrativo que esto representa, y luego, para acabarla de amolar, los subsistemas de estas entidades, deben y tienen que atender las políticas educativas que se desprenden de la propia DGESPE. ¿Alcanza a dimensionar tal embrollo?

Pues bien, me parece importante señalar en este momento – aunque será un tema que abordaré en otra ocasión – que la reforma curricular es necesaria por lo que sucede, insisto, en educación básica. No obstante, el reto es mayor, y no me refiero precisamente a contar con un nuevo reglamento de ingreso, permanencia y promoción para las escuelas y los docentes normalistas, sino de lidiar con todas esas prácticas institucionalizadas donde el SNTE y muchas autoridades locales, vuelvo a insistir, han hecho lo que se les venga en gana. ¿Por qué si la DGESPE está encabezando una modificación reglamentaria de lo que hasta estos días ha permeado en las escuelas normales el SNTE no hace lo propio y modifica sus estatutos? No sé si usted lo sepa pero hasta el día de hoy, esa organización sindical, no ha realizado algún ajuste en este sentido y, por ello, se mantienen aquellos esquemas de representación sindical (por el número de maestros integrados un centro de trabajo) que se denominan “Delegaciones Sindicales”. Delegaciones que para acabar pronto, en las normales, poco o nada hacen para apoyar a cientos de profesores que continúan preparándose y/o profesionalizándose.

Tengo claro que generalizar es malo, y le ofrezco una sincera disculpa por ello. Sin embargo, es menester reconocer una problemática latente y que no ha sido atendida como debiera por las autoridades educativas oficiales y sindicales, sencillamente, porque los “cotos” de poder, generan votos y esos votos, se canalizan a través de un partido pequeño (Nueva Alianza) que, al final de cuentas, termina cual rémora hambrienta, viviendo del mejor postor.

En suma mi estimado lector, propongo que exista una reforma a la educación normal, pero ésta debe partir de los órganos rectores que conducen la vida normalista: SEP-SNTE, y los “acuerdos” que en lo oscurito hasta la fecha se han firmado. Obviamente, definiendo en primer lugar, a qué nivel educativo deben pertenecer, para después, definir cuáles serán sus formas de contratación. Del asunto pedagógico, repito, le dedicaré otro espacio en otro momento. No obstante, y sin temor a equivocarme – sobre este rubro –, considero que los normalistas han podido y podrán con lo que se les ponga enfrente.

Su carácter aguerrido, combativo y académico, está más que demostrado.

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La Reforma silenciosa para las Normales

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Rescatemos a las escuelas… pero de Nuño

07 de octubre de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Abelardo Carro Nava

En días pasados, fuimos testigos de una fuerza, hasta ese día, poco conocida en mi México querido; se trató pues, de la participación decidida de los jóvenes en el sismo que sacudió a la Ciudad de México, Puebla, Morelos y otras entidades de la República Mexicana.

Tal fuerza, tal empuje, vino a darnos una muestra de lo que la unión, en torno a un hecho, siniestro como lo fue, puede lograr si somos solidarios, empáticos, decididos.

La reflexión que le propongo a usted, mi querido lector, tiene que ver con esa unión a la que aludo líneas atrás porque, como es sabido, la fuerza de la educación en nuestro país, reside en el magisterio mexicano. Un magisterio que en los últimos años ha sido brutalmente golpeado y denostado por quienes ostentan el poder, llámesele Gobierno Federal o Secretaría de Educación en tuno. Y esto es así, porque finalmente, las cúpulas del poder han decidido y deciden sin tener el menor conocimiento de lo que ello implica, o bien, sin haber aprendido sobre lo que permea en el proceso educativo en cada uno de los rincones de las cientos de escuelas que son parte del Sistema Político Mexicano (SEM). Dese cuenta, en lo que va del sexenio peñista, dos Secretarios de Educación han ocupado el lugar que, por motivos políticos y no didáctico-pedagógicos, han tomado decisiones de naturaleza política y no educativa, aunque suene redundante.

Hablar del Pacto por México – generador de la mal llamada reforma educativa –; de la poca visión de la educación de nuestro país de un presidente que no preside mucho que digamos; de las desafortunadas decisiones de Chuayffet en esta materia; o de la desmedida y agresiva política de Nuño en contra de los mentores, es infructuoso, aunque si meritorio mencionarse en estos momentos, puesto que como sabemos, cinco años de gobierno han pasado y… ¿cómo estamos?, ¿qué beneficios se han generado en el ámbito educativo a partir de la reforma administrativa-laboral sacada al vapor en el primer año de gobierno?, ¿qué mejoras sustantivas ha arrojado la evaluación a los profesores y alumnos en sus respectivas competencias?, ¿qué ha pasado con el tan llamado “nuevo” modelo educativo?

Cuestionamientos básicos, si usted quiere, pero que nos permiten reflexionar a la luz de los diversos acontecimientos que en materia educativa se han dado en estos años de gobierno. Del primer asunto, es claro que se volvió a un esquema donde el patrón–estado – a través de la SEP – “recuperó” la rectoría de la educación bajo el argumento: ¡o te alineas o te vas!. Así de simple, así de complejo. ¿Y el SNTE? Doblegado. Tan es así, que esa misma amenaza, aplica para el líder magisterial que, dicho sea de paso, no lidera nada, salvo la abnegación de sus agremiados.

Por lo que se refiere al tema de la evaluación, éste sigue siendo un tema harto polémico, dadas las dificultades que ha encontrado el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) para ser autónomo, y para llevar a cabo una evaluación que permita valorar el desempeño de los docentes, no a través de un examen, sino de su práctica diaria. En cuanto a la evaluación realizada a los alumnos, mejor conocida como PLANEA, como bien sabemos, ésta ha arrojado resultados que nos hacen pensar que no necesariamente el docente es el responsable de éstos, sino de las paupérrimas condiciones políticas, sociales, económicas y culturales, por las que atraviesa el país. Tema que bien podría ser considerado en los discursos de Peña y Nuño, al momento de expresarlos.

Ahora bien, si del “nuevo” modelo educativo hablamos, éste con todas sus “peculiaridades” entrará en vigor en el próximo año. Aunque como también sabemos, ha comenzado a aplicarse en “escuelas piloto” para observar su desarrollo. La pregunta en todo caso sería: ¿quién se está encargando de llevar un registro minucioso – y con qué metodología – de lo que está sucediendo en las aulas de estos centros escolares? Intentar dejar un “legado” educativo, dista mucho de una mejora sustantiva de la educación en su conjunto. Eso algo que el mismo Secretario de Educación conoce, y conoce muy bien. Lo lamentable del asunto es que, a pesar de ese conocimiento, las “políticas siguen su curso y, para como pintan las cosas en el país, la propuesta Peña-Nuño, entrará en vigor el siguiente año.

Así las cosas mi estimado lector, la lista de cuestiones que pueden ser abordadas con la intención de hacer un análisis sobre las mismas, nos llevarían a una conclusión: la propuesta que emanó en este sexenio, no ha tenido ni tuvo el resultado esperado, claro, si es que esperaban obtener algo.

Ciertamente, Peña y Nuño van de salida pero, ¿por qué habría que esperar a que dichos personajes dejen de ocupar un cargo para que el magisterio haga lo propio?, ¿por qué habría que esperar a que Juan Díaz de la Torre deje el cargo para exigir una defensa de los derechos laborales de sus agremiados?

Sí, se trata de levantar la voz, pero ésta debe ser expresada a través de un grito debidamente fundamento, con sustento. Las evidencias cada docente las posee, porque vive y conoce las realidades que enfrentan los millones y millones de mexicanos.

La fuerza de los jóvenes, esos millennals que hasta hace poco eran desconocidos o pocos valorados, se hizo presente con la intención de apoyar a la sociedad que en esos estados de la República, se vio afectada.

¿Los maestros y maestras de México pueden ser empáticos y solidarios? No lo dudo, su función social va más allá de un Presidente o un Secretario de Educación. Digo, no se formaron para obedecer a ciegas ciertas políticas educativas impuestas y sin un sustento pedagógico, se formaron con la firme intención de educar al pueblo.

Educar al pueblo, esa es su fuerza y su fortaleza, es por ello que le propongo algo mi estimado colega y amig@: rescatemos a las escuelas; sí, rescatémoslas, pero de Peña Nieto y Nuño. Estamos a tiempo.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/rescatemos-a-las-escuelas-pero-de-nuno/

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Un epicentro llamado millennials

Abelardo Carro Nava

Indescriptible es todo el cúmulo de sentimientos que viví el pasado 19 de septiembre en el Estado de Morelos; esto, mientras me encontraba dando un curso a colegas normalistas de esa bella entidad porque, a fuerza de ser sincero, no existen palabras que puedan plasmar las emociones que se generaron en mi interior por el sismo que buena parte de los mexicanos vivimos ese día. Miedo, angustia, desesperación, impotencia, frustración, desazón, incertidumbre, tristeza, llanto; en fin, tantos y tantos sentimientos que, de una jalón, hicieron que mi seguridad – o al menos la que pienso tener –, se quebrantara, y no es para menos.

Algunos llaman a este fenómeno natural, el cobro de facturas por el daño que le hemos hecho al planeta; otros, un recordatorio sobre lo pequeños que somos ante los efectos del mundo moderno; unos más, consideran que es algo justo por haber perdido la fe en un ser supremo creador de todas las cosas. En cualesquiera de los casos, el hecho, el acontecimiento, el suceso, ahí quedó, como un episodio más que, con seguridad, dejó una huella profunda en alguna parte de nuestra mente y corazones.

Y en medio de todo este caos que inundó pueblos, ciudades… vaya, al país entero, estaban ellos, un grupo de millennials que ante la desgracia que embargó a familias enteras, se dieron cita para ayudar a su prójimo, a su semejante, a su igual. ¿Una lección solidaria y empática? No lo sé, y no me atrevería a calificarla de esta manera en este momento. Lo que sí es un hecho, es que su participación voluntaria y decidida, hizo que el pueblo de México volteara a verlos.

¿Habremos desestimado su configuración social a partir de lo que los estudios nos han arrojado? Es probable. Y es probable, porque buena parte de las investigaciones, nos dicen que los jóvenes que nacieron después de la década de los ochenta, tienen ciertos rasgos que indican lo contrario de lo que observamos el pasado 19 de septiembre y en los días sucesivos. En ellos, o en buena parte de ellos, se observaron algunos valores que no entran precisamente en una categoría de indiferencia, rechazo o despreocupación por lo que sucede a su alrededor – aunque sí en contra de las mismas tácticas y/o estrategias gubernamentales y políticas cuya finalidad da forma a tan conocido concepto: demagogia –. ¿Qué es lo que pasó entonces?, ¿por qué muchos hablamos de la labor tan encomiable que estos jóvenes realizaron durante y después del siniestro?, ¿qué evaluación podremos hacer con relación a la formación informal y formar que han recibido en casa y en la escuela?

Éstas, son preguntas que en lo sucesivo tendrán alguna respuesta, así como también, el que a partir de estos hechos, particularmente en México, se voltee a ver de una forma diferente a quienes, hoy por hoy, representan una fuerza ideológica y física que está aquí y que, insisto, no hemos valorado como debiera.

El uso que le dieron a las redes sociales, jugó un papel muy importante en todo esto. De hecho con este uso, confirmaron esa concepción del millennial que conocemos pero, ¿y los valores que observamos en ellos? Dese cuenta, las convocatorias que difundieron a través de Facebook o Twitter para que las personas brindaran alguna ayuda para las personas de las zonas afectadas, fue un éxito. Tan es así, que varias toneladas de víveres y demás enseres domésticos, ellos mismos las han hecho o hicieron llegar a los habitantes de la Ciudad de México, el Estado de México, Morelos o Puebla, lugares donde dicho sismo, pegó en demasía. ¿Habrá usted visto tal fuerza y empuje? Es lógico, ellos no lo habían vivido, solo visto. Y no lo habían visto porque estos jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 15 y 29 años, no vivieron el temblor del 85. Esa tragedia que muchos tenemos fresca en nuestra memoria y que, cuando un evento de esta naturaleza llega a ocurrir en estos días, se manifiesta de la forma menos esperada en cada uno de los mexicanos que la padecimos en carne propia.

De llamar la atención fueron los incontables centros de acopio que hubo en varios rincones de la República Mexicana. No, no a través del internet. Ellos, los millennnials, físicamente se encargaron de tal proeza y eso, cualquiera de nosotros, lo pudo constatar ya que su brío y solidaridad con el pueblo de México, con la energía que caracteriza esta etapa de nuestra vida, logró acrecentar el amor por nuestra gente, nuestros connacionales, nuestros mexicanos.

No, no se confunda mi estimado lector, con estas línea no pretendo desestimar ni cometer el mismo error que, supongo, hemos cometido hasta antes de este siniestro: subestimar a esta generación de mexicanos. Por el contrario, es un merecido reconocimiento a su labor, su empuje, su empeño.

Como puede darse cuenta, en absoluto estoy hablando de la misma generación de jóvenes, con los que nosotros nos formamos, eso lo tengo claro. Ésta, es una generación de jóvenes que, por alguna razón, fue catalogada de esta forma: la generación Y; sin embargo, en el ejercicio de dar un nombre a tales o cuales generaciones, se nos olvida o se nos ha olvido, que son seres humanos que, sin importar una fecha de nacimiento, una década o un siglo, sienten, piensan, reflexionan y actúan sin distingo partidista o clasista.

Sí, hubo un epicentro el pasado 19 de septiembre pero, más allá de sismo que vivimos y del cual aún seguimos padeciendo sus estragos; prefiero quedarme con éste, el de los millennials, un epicentro social que ha marcado y marcará una etapa en la vida de mi México querido.

Finalmente, y si usted me lo permite, deseo expresar mi enorme reconocimiento a los jóvenes y maestros de las diversas escuelas normales que han sumado esfuerzos y voluntades para hacer llegar algunos víveres a quienes en este momento lo necesitan, entre ellas puedo nombrar a la Escuela Normal “Lázaro Cárdenas” de Tenería; Escuela Normal Urbana Federal Cuautla, Morelos; Escuela Normal Preescolar “Profra. Francisca Madera Martínez” de Tlaxcala; Escuela Normal del Estado de Querétaro, Escuela Normal Rural Mactumactzá; Escuela Normal Rural de Tiripetío de Michoacán; en fin, a todas y cada una de las instituciones formadoras de docentes que han aportado su granito de arena con los afectados por el movimiento telúrico.

En suma, coincido con aquellos que han afirmado y afirman que la sociedad y en especial, sus jóvenes, sobrepasaron a una estructura gubernamental, vieja, anquilosada y llena de escombros que bien pueden ser removidos si nos los proponemos. Es tiempo de reflexionar o… ¿me equivoco?

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/un-epicentro-llamado-millennials/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/09/descarga-768×432.jpe

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Adiós Nuño. Adiós… ¿reforma educativa?

Abelardo Carro Nava

El sexenio peñista comienza a pintar sus últimos trazos de gobierno. Como hemos observado en estos días, el momento electorero empieza a tornarse candente y las disputas por ver quién será el ungido en los distintos frentes políticos es, hoy por hoy, una realidad en mi México querido. Para nadie es desconocida la aspiración de un Manuel López Obrador en este terreno. Para nadie es raro, que un Ricardo Anaya sueñe con habitar en Los Pinos. Para nadie es desconocido, que el mismo Aurelio Nuño, anhele ocupar la silla de su jefe. Vaya, muchos nos hemos dado cuenta que, la serie de políticas que éste último ha implementado en el sector educativo, tienen un sello – su sello – “propagandístico” y con tintes electoreros.

No obstante esta serie de aspiraciones, si usted quiere, naturales en el ser humano y de todo político mexicano. El tema que en esta ocasión me preocupa y ocupa, tiene que ver precisamente con lo que le espera al Sistema Educativo Mexicano (SEM) una vez que comience – legalmente – la carrera por la silla grande; sistema que por más que se diga lo contrario, sigue padeciendo la serie de estragos desafortunados que no sólo este gobierno le ha generado, sino también, los que los otros partidos políticos y políticos que ha estado en el gobierno, le han propiciado.

Cito un caso que aún tengo fresco en la memoria, el de la “reforma” a los planes de estudios de las escuelas normales, licenciaturas en educación preescolar y primaria, para ser más específicos.

Recuerdo que en el año 2011, justo cuando culminaba el sexenio de Felipe Calderón, la ex directora de la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), Marcela Santillán, implementó en “escuelas normales piloto”, lo que hoy día se conoce como el Plan de Estudios 2012, para las licenciaturas en educación preescolar y primaria. Cierto, esta serie de modificaciones se fueron trabajando mucho antes de que se llegara a tan fatídica implementación en el año que refiero, lo malo de este asunto es que, de un día para otro, a dichas escuelas normales, se les notificó que serían las instituciones en las cuales se implementarían esos planes de estudio. ¿Qué fue lo que pasó en ese entonces y en lo sucesivo? Que los docentes normalistas recibieron un plan de estudios que no estaba terminado; su malla curricular contempló en un inicio, la posibilidad de ampliar la duración de los estudios (de 4 a 5 años) pero no prosperó tan iniciativa por la intervención del SNTE; los materiales curriculares y bibliográficos, no estaban completos; la capacitación para su operación fue mínima, y muchas Secretarías en los estados, optaron por contratar a “agentes externos” para que capacitaran a los profesores de las escuelas normales; las modalidades de titulación – propuestos en el plan que refiero – propiciaron que éstas fueran sujetas a las interpretaciones, tanto de los docentes, como de los propios alumnos; el idioma inglés que se planteó en varios de los semestres de esa malla curricular, requirió de la contratación y/o certificación de los docentes que tenían un conocimiento sobre esta materia; etcétera, etcétera, y etcétera. En fin, como puede usted darse cuenta, fueron varios los inconvenientes que se desprendieron de, al menos, una modificación a la curricula que permeaba en las escuelas normales. ¿Se imagina tal escenario en educación básica?, ¿imagina usted lo que implica hacer un cambio en este nivel educativo?

Pues bien, se ha dicho hasta el hartazgo en estos días, que el nuevo modelo educativo comenzará a ser implementado en un número determinado de escuelas del nivel básico de enseñanza. De hecho, con toda la “parafernalia” que conocemos, el presidente Peña, acompañado de Nuño y Díaz de la Torre, presentó ante la sociedad y los medios de comunicación, este logro de gobierno. Logro que bien a bien no entiendo, porque si de algo estamos seguros quienes nos encontramos en el medio educativo, es que esta supuesta “reforma educativa”, no verá sus “frutos” en este sexenio. Cierto, ha habido un ajuste laboral que se ha desprendido de aplicar a rajatabla, algo que se conoce como Ley General del Servicio Profesional Docente y, para ello, la evaluación ha sido su mejor aliado. Recuperar la rectoría de la educación, le llamaron; sin embargo, es menester preguntarse ¿qué es lo que ha cambiado?, ¿cuáles son las mejoras sustantivas que se han visto en el SEM?, ¿cuáles han sido los resultados de aplicar esa famosa “reforma educativa”?

Desde mi perspectiva, insisto, se han hecho ajustes que pueden aterrizarse en el plano laboral-administrativo, pero… ¿y el educativo? Curiosamente, y como bien lo dijo el presidente Peña, tenemos que esperar a que sean “adultos mayores” los niños que en estos días cursan su educación primaria para conocer el impacto que tuvo la implementación de tan comentado modelo educativo.

Ahora bien, si consideramos que esta es la peor situación por la que podríamos estar pasando, momento, no coma ansias mi estimado lector; un aspecto que no acabo de comprender, es aquel que indica que la implementación total del modelo educativo se realizará a partir del 2018. ¿Acaso piensa Nuño que sus políticas educativas se mantendrán después de la salida de su jefe de Los Pinos? El único elemento que puede asegurar su continuidad, es que él mismo o alguien de su partido, gane la Presidencia de la República. ¿Puede suceder esto?, para como están las cosas en México, es posible. No obstante, considero que echar campanas al vuelo mucho antes de que sepamos quién gobernará al país a partir de 2018, es harto pretensioso y cínico.

El derecho a la educación de niños, jóvenes y adultos, está por encima de cualquier partido político, eso lo tengo claro pero, ¿no acaso desde que llegó Nuño a la SEP ha intentado dejar su legado educativo mismo que se ha caracterizado por las constantes violaciones a las leyes que el priismo y los partidos políticos, mediante el Pacto por México, implementaron para recuperar la rectoría de la educación en México?

¿Qué ha dejado hasta el momento la evaluación del desempeño o para el ingreso al servicio profesional docente? Inconsistencias, irregularidades y arbitrariedades. ¿Y el SNTE? Cual charro, ha guardado silencio pero, eso sí, ha respaldado a quien, a ojos vistos, es su jefe.

¿Será que en los próximos días seremos testigos de la salida de Aurelio Nuño de la SEP dada la contienda electoras que se avecina? Es probable pero, sin temor a equivocarme, puedo afirmar que tal acción sería uno de los mayores logros de este gobierno.

Tiempo al tiempo.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/adios-nuno-adios-reforma-educativa/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/07/nuno-1.jp

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Las cuotas escolares: entre la gratuidad y la obligatoriedad

06 de septiembre de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Abelardo Carro Nava

En días pasados, tuve la oportunidad de compartir algunas experiencias educativas con maestros y maestras del nivel básico de enseñanza de la entidad tlaxcalteca. En todos estos momentos, pude recoger sus inquietudes, angustias, expectativas, enseñanzas y aprendizajes. Sin duda, este tipo de acercamientos, me han permitido comprender un poquito más, lo que los docentes viven a diario en sus salones de clase y en sus escuelas. No obstante, un tema que salió a relucir, fue el de las cuotas escolares.

Tema harto polémico que ha causado molestia e indignación a los padres de familia; incertidumbre a los directivos escolares; inseguridad a los profesores de los alumnos; y, escasa claridad a las autoridades educativas en cuanto a la aplicación de una ley que, por más que se diga lo contrario, es ambigua. Me explico.

Un director, en un pequeño receso que tuvimos – dado el curso que estaba impartiendo –, me compartió alguna información relacionada con este tema. En sus palabras, pude percibir esa incertidumbre y desazón que refiero. Pues bien, se trato una de las experiencias “amargas” que había tenido, y que se suscitó en alguna de las escuelas en las que había desempeñado el mismo cargo. Me dijo: mire maestro, el tema es difícil de comprender porque las mismas leyes no son claras. Me pasó que en una escuela en la que laboré hace poco tiempo, la presidenta del comité de padres de familia, cuando concluyó el ciclo escolar, no rindió su informe; es más, su hijo egresó del sexto año y, por lo que pude saber por los otros padres de familia, la señora se regresó a su ciudad natal, llevándose una cantidad que oscilaba entre los 170 mil o 180 mil pesos. Como es lógico, acudí a las instancias legales para levantar la denuncia correspondiente, y la respuesta que obtuve fue irrisoria, porque me dijeron que al ser ésta una aportación voluntaria por parte de los padres de familia, mi denuncia no podía ser querella, dado que no había delito que perseguir. Después de esta respuesta, y de obtener una respuesta similar en la Secretaría de Educación Pública (SEP), la verdad de las cosas es que poco se puede hacer al respecto. Los directivos y maestros quedamos como los malos del cuento, y la señora… bien gracias.

Palabras más, palabras menos. Fue el comentario que le escuché al maestro, y a quien le agradezco el que me haya dado la oportunidad de compartirlo con usted, mi apreciable lector.

Como podemos darnos cuenta. Éste, es uno de tantos casos que no sólo se presentan en mi querido estado de Tlaxcala sino en toda la República Mexicana. La idea y el conocimiento que tengo en la materia, me han permitido precisamente, compartir algunas reflexiones en torno a un tema, insisto, polémico. Y es que mire usted, como seguramente habrá podido observar, cada año, cada que inicia un nuevo ciclo escolar, la SEP difunde a los cuatro vientos, que la educación que imparte el Estado es gratuita. Gratuita en el entendido de que sus usuarios, no tienen por qué pagar el servicio que el mismo Estado brinda a sus habitantes. Sin embargo, dadas las modificaciones legales y circunstancias sociales, políticas y económicas por las que atravesamos y atraviesa el país, la ley como tal, se ha visto modificada en más de una ocasión.

La gratuidad sigue manteniendo ese principio: ningún mexicano tendría que pagar por un servicio, como el educativo, siempre y cuando éste sea público o bien, que el mismo mexicano quiera pagarlo. Lo malo del asunto es que, como sabemos, toda norma es sujeta a interpretación, y ciertas costumbres, llegan a convertirse en norma y, como tales, se asumen en cada una de las escuelas públicas que conforman el Sistema Educativo Mexicano (SEM). De ahí que pueda entenderse la “obligatoriedad” de las cuotas escolares en cada una de esas escuelas; de ahí que puedan entenderse, las múltiples problemáticas que de este hecho se desprenden.

Si una cuota escolar es voluntaria, ¿por qué se fija una cantidad que deben cubrir los padres de familia para que sus hijos sean inscritos? Se dice que ese recurso debe destinarse para infraestructura y/o mantenimiento del edificio público, entonces, ¿cuál es el papel del estado con relación a este rubro? Se afirma que debe haber y hay transparencia en el uso de los recursos que ingresan por cuotas escolares, ¿qué ley, norma o reglamento, asegura esa transparencia económica?

Tengo claro que como mexicano, ciudadano y padre de familia, tengo que asumir un compromiso con la educación de mis hijos, de mi estado y de mi país, pero ¿cuándo asumirá el mismo compromiso la SEP y el Estado Mexicano?

Señores diputados, pero esos buenos diputados, no aquellos que afirman que las cuotas escolares son necesarias pero no obligatorias, les invito a legislar sobre este asunto. Cierto, hace falta crear más leyes que permitan transparentar el uso de los recursos, pero también, de hacer valer su condición para que las Secretarías de Educación en los estados, hagan su trabajo, pero su trabajo en serio. Señores Secretarios o Secretarias de Educación, hace falta que se tomen un momentito de su tiempo para que recorran las escuelas y platiquen con los directivos y maestros a fin de que conozcan las problemáticas que este tema encierra. Conocer las realidades que enfrentan estos actores educativos, les permitirá tomar las decisiones más idóneas para que dicho problema se atienda desde el ámbito de su competencia, y no suceda lo que hasta el momento sucede: el que se laven las manos y digan, ese asunto no es mío y por ello, yo no le entro.

En fin, como siempre digo, tiempo al tiempo.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/las-cuotas-escolares-entre-la-gratuidad-y-la-obligatoriedad/

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La Evaluación del Desempeño: de lo absurdo a lo ridículo

Por: Abelardo Carro Nava

¿Por qué el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y la Secretaría de Educación Pública (SEP) invalidaron la evaluación del desempeño al término del segundo año del personal que realiza funciones de Asesoría Técnico Pedagógica (ATP)?, ¿qué pasó con la evaluación que ya había sido aplicada a estos APT?, ¿por qué dicha evaluación no cubrió con los criterios técnicos a los que fueron sometidos los ATP si, en los hechos, el propio Instituto de Evaluación es quien fija esos criterios para realizar la evaluación?, ¿por qué no se otorgaron las plazas o bases definitivas prometidas?, ¿por qué se tuvo que posponer y, en consecuencia, por qué serán nuevamente evaluadas esas figuras educativas?, ¿cuál es la verdadera razón por la que de nueva cuenta la SEP y el INEE se equivocaron es la aplicación de estos exámenes?, ¿qué ley o a qué instancia legal pueden recurrir los evaluados para que se amparen ante la falta de obligaciones administrativas que cometió la SEP y el INEE?

Éstas, fueron algunas de las interrogantes que muchos docentes nos realizamos el pasado fin de semana, después de que la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD), mediante un escueto comunicado (CNSPD/0797/17), informó de la decisión “conjunta” que habían tomado la SEP y el INEE, relacionada al proceso de evaluación al que fueron, insisto, sometidos los ATP en el territorio mexicano. Información que bien a bien, no despeja las inquietudes de quienes fueron participes de un proceso “evaluador” plagado de inconsistencias e irregularidades administrativas, mismas que van desde el uso de la plataforma a través de la cual se llevó a cabo dicha valoración, hasta la calificación del referido proceso.

Menuda situación fue ésta, así como también, el que una vez más, la mal llamada reforma educativa, en manos de sus operadores, haya hecho el ridículo y haya dejado en suspenso, el futuro laboral de cientos de trabajadores de la educación de mi México querido.

Y es que mire usted, como en reiteradas ocasiones lo he afirmado en éste y otros espacios, la evaluación a la que han sido sometidos cientos de maestros y maestras que forman parte del Sistema Educativo Mexicano (SEM), ha sido el fracaso de este sexenio. Para nadie es desconocido su carácter meramente político y no educativo. Para nadie es desconocido que en los hechos, ésta poco colabora en la mejora del Sistema Educativo. Para nadie es desconocido, que éste es un mero sueño guajiro de quien despacha en Los Pinos porque, a fuerza de ser sincero, así se lo ha hecho cree quien por el momento habita en las calles de República de Argentina en la Ciudad de México.

Lo que el pasado 11 de agosto vivieron muchos ATP en la República Mexicana, puede interpretarse de diversas formas; sin embargo, la que desde mi perspectiva causó y ha causado mayor revuelo y fastidio, es precisamente la que refiero en cada una de las interrogantes que arriba planteo. La falta de seriedad que se observa en tal comunicado, la forma en que se redactó el mismo, y la increíble falta de sensibilidad humana y política ante ese proceso, genera y ha generado, esa falta de credibilidad de las instituciones que, en el papel, son las encargadas de asegurar una sustancial mejora educativa.

Hasta el cansancio, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, ha vociferado a los cuatro vientos, que solamente con la evaluación se contará con las y los mejores maestros y, como parece lógico, con una educación de calidad que permita a los niños y jóvenes, contar con el personal “idóneo” que favorezca los procesos de aprendizaje en los alumnos que integran alguno de los niveles educativos. Nada más falso que ello, porque como es sabido, en el proceso de evaluación al que son sometidos los docentes, las inconsistencias son muchas y muy variadas. Los testimonios ahí están. Varios colegas, investigadores, académicos, profesores y/o agentes externos, nos hemos dado a la tarea de rescatar cada una de esas experiencias. Sin embargo, para la autoridad educativa o bien, para los integrantes de la junta de gobierno del INEE, éstas son nada comparadas con el “logro” que este gobierno ha conseguido: evaluar a los maestros.

Una evaluación que a ojos vistos y oídos sordos, es punitiva; simplemente porque atenta los derechos adquiridos por cientos y cientos de maestros que, a diario, brindan lo mejor de ellos en las diversas comunidades y en las miles de escuelas en las que prestan un servicio educativo.

Sobre los procesos de evaluación, mucho se puede decir al respecto; más por falta de espacio que de ganas, me limitaré a decir que éste ha sido inconsistente, porque como varios analistas lo hemos afirmado, éste se centra en el ámbito cognitivo/cognoscitivo y muy poco en el desempeño. Cierto, habrá quien me diga que un examen es parte de un proceso formativo; sin embargo y como bien sabemos, el desempeño de quien coordina, dirige, orienta, o facilita un aprendizaje, es fundamental cuando de educación estamos hablando. Cierto, el examen arroja una calificación que, por más que se diga lo contrario, termina asignado y/o ubicando en una ambigua clasificación al docente que, en términos concretos, puede o no puede ser idóneo para ejercer su quehacer profesional.

No, no se confunda mi estimado lector. No pretendo con estas palabras demeritar los puntajes que cientos de maestros han obtenido en pasadas evaluaciones; por el contrario – también lo he escrito y publicado en éste y otros espacios –, a ellos les he expresado mi reconocimiento y admiración por dicho logro. No obstante, considero importante seguir insistiendo en que esta evaluación, es incompleta, puesto que no valora lo que en el aula sucede entre los maestros y los alumnos. En los seres humanos, para acabar pronto.

En días pasados escuché a un colega expresar que él había sido evaluado sin que se hubiese preparado o estudiado para dicho examen tal y como debería haberlo hecho y que su resultado fue extraordinario; sin embargo, ese mismo docente, se cuestionaba el por qué a una de sus colegas no le había favorecido el resultado, si él tenía conocimiento de que ésta se había preparado en demasía para hacer el examen que refiero.

Situaciones como éstas, sencillas si usted quiere, encierran una gran verdad de lo que en México acontece: una evaluación que no está evaluando lo que sucede en las aulas y con los maestros, porque, sin duda, el proceso que sigue la obtención de un aprendizaje es tan amplio y tan complejo, que estar sentado por más de 4 horas frente a una computadora, no asegura lo que el desempeño docente implica, más bien, esta evaluación, este examen, es parte de ese proceso. Así de simple, así de complejo.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/la-evaluacion-del-desempeno-de-lo-absurdo-a-lo-ridiculo/

 

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