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La caída de la reforma educativa

Por: a

Justo en el momento en que cierro estas líneas, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, “presenta” a los mexicanos los Planes de Estudio que habrán de mejorar, lo que desde su perspectiva, está mal en la educación que se imparte en mi México querido.

Desde mi punto de vista, éste es uno de los últimos eventos a través del cual dicho Secretario, llamará los reflectores de propios y extraños, para posicionarse ante el electorado con miras al 2018. Argumentos para sustentar mi dicho son muchos y muy variados pero, como siempre digo, vayamos por partes porque de este asunto, varias cosas se desprenden.

En las múltiples visitas que he realizado a varias escuelas de los diferentes niveles educativos que conforman el Sistema Educativo Mexicano (SME), para compartir algunas experiencias que se desprenden del quehacer docente que miles de maestros y maestras realizamos a diario; he podido constatar que la supuesta “reforma educativa” implementada por el gobierno federal, es un sueño guajiro del cual, no quiere despertar quien despacha en la calle de República de Argentina en la Ciudad de México y, mucho menos, quien habita en Los Pinos.

Las tensiones, preocupaciones, angustias, desesperanza, estrés, y varios adjetivos calificativos más, permea en el ánimo de los mentores. Las evaluaciones, las planeaciones, las evidencias, el portafolio, la “subida” de calificaciones, las argumentaciones, en fin; son innumerables las acciones que los maestros tienen que realizar a diario, como parte de esos “requisitos” administrativo/burocráticos que las autoridades de las distintas Secretarías de Educación en las entidades, piden a los profesores que cumplan; esto, con la idea de demostrar que sus alumnos han aprendido a lo largo del ciclo escolar, como si con tales actos, realmente se reflejara lo que en el aula se vive cotidianamente.

¿Dónde queda el proceso de enseñanza y aprendizaje si en los hechos se nos obliga a entregar los informes que ni los asesores técnicos pedagógicos (ATP), supervisores, jefes de sector, coordinadores de academia, entre otras supuestas autoridades, revisan para que a partir de lo que entregamos, nos orienten para mejorar lo que hacemos en el aula? – escuché decir a una maestra en días pasados –. Y tal expresión es pertinente. Y es pertinente porque en los hechos, poco o nada se ha avanzado para lograr que todos los agentes educativos, comprendan que los procesos educativos, van más allá de lo que en un informe se puede entregar o conocer sobre el proceso de enseñanza y de aprendizaje.

De las visitas del ATP, mejor ni hablamos. Reconozco que algunos de ellos, están debidamente capacitados y cumplen al cien por ciento con la tarea encomendada; sin embargo, en su mayoría, adolecen de varios conocimientos técnico-pedagógicos que los lleven a realizar su trabajo con eficacia y eficiencia – por decirlo de alguna forma –. ¿No acaso uno de los propósito de la supuesta reforma era que cada uno de estos actores estuviera capacitado para que desarrollara adecuadamente su trabajo?, ¿cuál es el panorama que se vive actualmente en este sentido?, ¿por qué existe una brecha en cuanto al discurso pomposo del flamante Secretario y lo que sucede en cada región, zona escolar y escuela?

¿Por qué nos cambian los planes y programas cuando apenas comenzamos a comprender los anteriores, dada la escasa orientación que hemos recibido de nuestras autoridades educativas sobre los mismos? – expresaba un maestro hace un par de semanas –. Y tal pregunta es válida. Y es que mire usted, tal parece que la educación pasa a un segundo término cuando nos damos cuenta que por meras “modas sexenales”, quien ocupa la silla en la SEP, pretende dejar su huella.

Tengo claro que la educación, y todo lo concerniente a ella debe evolucionar, dados los cambios y/o transformaciones que vive a diario el mundo entero pero, ¿no podría fijarse un plan educativo que vaya más allá de esas modas sexenales y de las ocurrencias de cuanto político por mera coincidencia se sienta en un puesto administrativo?

Ciertamente este día, Nuño habrá de acompañarse de aquellos que fueron parte de la construcción de dichos planes; algunos de ellos, he tenido la fortuna de conocerlos, con otros, no he coincidido, pero sé que conocen el medio. Su capacidad no está en duda, que no se piense lo contrario. Sin embargo, los planteamientos que habremos de revisar en los próximos días, distarán de lo que en las escuelas de la sierra negra de Puebla se vive cotidianamente, o bien, de lo que en el bello estado de Chiapas se observa comúnmente. Esa, es una realidad que duele, que lastima, que indigna; porque la pobreza, la miseria, la paupérrimas condiciones de vida de sus habitantes, son las que estrujan el corazón y propician que pensemos y repensemos lo que un “supuesto” nuevo modelo  educativo trae consigo.

Y es ahí, en esos lugares, como en otros tantos de mi querida y amada República Mexicana, que está un maestro. Un maestro que vive las realidades que sus alumnos y padres de familia enfrentan. Un maestro, que con poco hace mucho para que sus estudiantes aprendan. Un maestro, que da más de lo que la Secretaría de Educación y sus autoridades educativas le ofrece. Un maestro, que ha sido golpeado brutalmente por funcionarios públicos que, en pos de una supuesta “mejora educativa”, se esconden tras de un escritorio y diseñan políticas que atentan y han atentado en contra del servicio público que ofrece y ha ofrecido el docente.

Del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) qué puede decirse. En lo que va de este sexenio, ha sido fiel aliado del presidente en turno y de Aurelio Nuño. Fue doblegado, fue vencido, fue vapuleado; cual “charro” de esos que la historia del sindicalismo mexicano refiere en años pasados.

Sí, la reforma educativa va en picada. Sí, las elecciones que están en la puerta de la esquina habrán de marcar su caída. Sí, la reforma educativa no ha sido, más que el sueño guajiro de quien despecha en la SEP por el momento. Sí, existe un país llamado Nuñolandia, pero a éste… afortunadamente le quedan pocos meses.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/la-caida-de-la-reforma-educativa/

Fuente imagen: http://www.proyectodiez.mx/wp-content/uploads/2015/02/REFOR.jpg

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El fantasma de Ayotzinapa y la matrícula en normales

28 de junio de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Abelardo Carro Nava

Hace unos días, en una amena charla que sostuve con varios colegas de algunas escuelas normales del país, el tema de la escasa demanda de ingreso que se vive en estas instituciones formadoras de maestros y maestras – a últimas fechas –, salió a relucir. Entre otras cuestiones, hablamos de las grandes complejidades que el mismo subsistema encierra, así como también, de las grandes bondades que trae consigo la formación de docentes.

El tema, polémico en sí, dio para varias horas de plática. Desde luego, la pregunta sobre qué han hecho las normales para posicionarse como instituciones de educación superior dio, para que los hablantes en esa cálida tarde, fijáramos una postura al respecto. Como parece obvio, muchos, hablamos desde nuestra experiencia y construcciones que hemos hecho a partir del trabajo que desarrollamos en estas escuelas, otros, tal parece que marcaron una distancia entre su labor y lo que el mismo medio ofrece dada su inserción a algún puesto directivo o a las tan cuestionadas organizaciones sindicales (SNTE o CNTE). Sin embargo, dentro de ese cúmulo de ideas, coincidimos en una parece que tal parece, ha marcado la pauta para que hoy, la escasa demanda de ingreso al medio normalista, sea una cruda realidad que viven poco más de 200 normales en mi querido país. Veamos.

Las diversas políticas educativas internacionales que han surgido a partir de la década de los 90’s, han traído consigo, la transformación de los sistemas educativos en el mundo entero. Es obvio que ante los avances científicos y tecnológicos, así como también, de la constante evolución e involución de las sociedades, la educación debe y tiene que transformarse, y no es para menos. Ciertamente la sociedad y, de manera particular, los estados-gobierno, para lograr ese tan anhelado bienestar, progreso y desarrollo de sus habitantes, han fincado sus esperanzas, deseos y aspiraciones, en esa educación que se brinda en millones de escuelas. Así de simple y así de complejo.

Y para ello, la principal política que se ha implementado para lograrlo, es la transformación de la curricula y del quehacer docente. Como si esto fuera lo único que debería transformarse pero bueno. En este tenor, como sabemos, la evaluación ha jugado un papel preponderante para que se “alcancen” los niveles de calidad que satisfagan los requerimientos internacionales y de los estados; sin embargo, su fracaso es un hecho ineludible e innegable. ¿Cómo asegurar eficientes procesos de evaluación cuando en los hechos la educación ha sido vista como el botín político de quienes ostentan el poder? El más claro ejemplo de ello lo tenemos en México donde, para acabar pronto, con base en las “visiones” políticas que han tenido los distintos gobiernos federales, han hecho y deshecho en el medio educativo, lo que se les ha venido en gana. Ahí está el “súper nuevo” modelo educativo y su entrada en vigor en 2018. Una “absurdez” en todos los sentidos. Esto, es la más clara evidencia de ese binomio del que no ha habido buenos resultados hasta la fecha: política y educación.

Y en medio de todo este asunto, se encuentran las normales. Escuelas que, a pesar de los vaivenes de la política gubernamental, han formado a millones y millones de docentes en mi México querido. Algunas, como lo he referido en este y otros espacios, han “desaparecido”; otras, por el contrario, han sorteado la suerte y han impulsado un trabajo que les ha permitido gozar de ese prestigio, tan merecido pero pocas veces otorgado, como la Escuela Normal Veracruzana Enrique C. Rébsamen. Institución de la que su trabajo colegiado y académico, habla por sí solo.

Por qué ya no hay demanda de ingreso a las normales, es una buena pregunta que tendríamos que pensarla y repensarla; sin embargo, para el caso mexicano, tendríamos que reconocer que del año 2000 a la fecha, los gobiernos panistas y priistas, las organizaciones civiles como “Mexicanos Primero”, las grandes televisoras nacionales, algunos medios de comunicación “chayoteros”, y buena parte de los funcionarios de cada una de las entidades de mi querida República Mexicana, han propiciado que a los maestros y futuros maestros, se les vea como aquellos profesionales que no han cumplido con su función: educar al pueblo; pero, todos ellos se equivocan. Y se equivocan porque quienes han tenido la oportunidad de adentrarse al maravilloso mundo del normalismo mexicano, han descubierto que tal afirmación es “simplista” y sin fundamento.

Ciertamente, el medio normalista y las escuelas normales, adolecen de varias cuestiones, mismas que bien podríamos enmarcarlas en las áreas sustantivas que a partir de 1984 les fueron asignadas: docencia, investigación y difusión y extensión de la cultura; no obstante, su trabajo, nuestro trabajo, va más allá de dichas áreas. Y eso de sobra se sabe pero, aun con ello, se insiste hasta el hartazgo, que no están haciendo su trabajo.

Del caso de la Normal Isidro Burgos en Ayotzinapa, poco se sabe, pero eso sí, muchos se han atrevido a juzgar a los padres que siguen en la búsqueda de sus hijos, de esos 43 que aún siguen “desparecidos”. Muchos se han dedicado a denostar el trabajo que en esta normal se hace, aún sin conocerlo. Muchos han generalizado la situación que se vive una escuela normal en particular, con lo que la mayoría experimenta. Muchos… si muchos han contribuido para que la profesión docente, haya dejado de ser atractiva para los miles de jóvenes que egresan del bachillerato.

Y es que mire usted, las normales lamentablemente se hicieron visibles después del terrible suceso de Iguala en Guerrero y, quiérase o no, los medios de comunicación, la torpeza en las investigaciones por parte de las autoridades, y la paupérrima postura que asumió y ha sumido el gobierno federal y el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, en torno a estos hechos, ha sido uno de los factores que han influido en la percepción de los padres de familia y los jóvenes, en cuanto al deseo de ingresar a una escuela normal de mi amado México.

En suma, no se trata de aplicar una curricula cuyo diseño y elaboración está en duda, tal y como lo hemos visto con el modelo educativo 2018; tampoco, de aplicar una reforma educativa que no ha hecho otra cosa más que afectar los derechos laborales del gremio, sin que verdaderamente se hable de una transformación de un trabajo docente. Considero pues, se trata de entender y comprender una profesión y el origen de ésta que, por más que se diga lo contrario, ha formado a millones de mexicanos, y para ello Sr. Aurelio Nuño, pregúntele a Alberto Arnaut, él sabe de ello.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/el-fantasma-de-ayotzinapa-y-la-matricula-en-normales/

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¡Fuerza Escuelas Normales, fuerza!

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El día 21 de junio, de nueva cuenta estudiantes normalistas fueron agredidos por las fuerzas de “seguridad pública”. No, no se trató del conflicto que hace días le compartía en este mismo espacio y que se suscitó en Cañada Honda, en el hermoso estado de Aguascalientes; no, tampoco se trató del lamentable y trágico suceso de Ayotzinapa, en la bella entidad de Guerrero; tampoco se trató de estudiantes provenientes de alguna de las normales del singular estado de Oaxaca. Se trató pues, de normalistas de Tiripetío en Michoacán.

Hasta el momento en que cierro estas líneas. Las versiones, que corren a raudales en los medios de comunicación, mencionan que ante una manifestación estudiantil, los elementos que integran la “flamante” policía michoacana, dispararon sus armas para “disuadir” al grupo de “rijosos” que se concentraron en torno a unas vías del tren para impedir el tránsito del mismo, con el objetivo de que sus demandas fueran escuchadas y atendidas por el gobierno perredista.

De hecho, existen videos – grabados por los mismos estudiantes y pobladores de esa entidad – que dan cuenta de las agresiones de las que fueron objeto los alumnos de la escuela normal Vasco de Quiroga. Ante tales circunstancias, por la mañana del 22 de junio, se informó que fue destituido el Subdirector de Seguridad Pública, Antonio Paniagua Arce, por los “errores” cometidos en el operativo, mientras que el director de la dependencia, Fidel Ortiz Barragán, estaba siendo investigado por las autoridades correspondientes.

Estos hechos violentos, como los cientos que a diario ocurren en mi querida República Mexicana, podrían no ser trascendentales, de no ser porque en días pasados – cuando el conflicto entre las estudiantes de la Escuela Normal Justo Sierra Méndez y autoridades del estado de Aguascalientes llegó a su clímax – el gobernador Silvano Aureoles declaró ante los medios de comunicación – dada la agresión que sufrieron los alumnos de la normal de Tiriperío que apoyaban el movimiento de Cañada Honda –, que era justa la “garrotiza” que recibieron los normalistas y que de ésta, esperaba hubieran aprendido.

Nada más lamentable que este tipo de declaraciones, pero lo es aún más, el que este funcionario, falto de sensibilidad política y humana, se haya atrevido a mandar ese mensaje a la ciudadanía. ¿Acaso no se ha aprendido nada en temas de seguridad pública y atención a los conflictos sociales en los últimos años?, ¿acaso el tema de Ayotzinapa y Nochixtlán no dejó un aprendizaje en los mandos únicos policiales?, ¿acaso merecemos este tipo de gobernantes?

Hace días, reflexionaba sobre el planteamiento que he venido escuchando de varios colegas, analistas, intelectuales, académicos, medios de comunicación, en fin; de aquellos que piensan, razonan, reflexionan, comprenden y entienden los grandes problemas que enfrenta México, y hoy más que nunca, lo confirmo: el país se le ha ido de las manos a Enrique Peña Nieto. Y se le ha ido por la falta de capacidad que ha mostrado desde el inicio de su gobierno para enfrentar los conflictos que él mismo ha generado con su pésima forma de gobernar el territorio mexicano.

Tal parece que los gobernadores, cual virreyes en una pequeña isla, hacen y deshacen lo que se les venga en gana, y no hay nada ni nadie que pueda obligarlos a actuar con mesura, prudencia, paciencia, diálogo y acuerdos.

Del “flamante” Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, puede decirse mucho al respecto, dado que las normales son también, ámbito de su competencia; sin embargo, como hemos visto, sabido y comprobado, está más preocupado por posicionarse ante sus posibles electores con miras al 2018, que en atender los problemas educativos que, como en esta entidad michoacana y en las diversas que integran el país, existen. Y existen porque son reales, nada ficticias, nada utópicas.

Tales argumentos mi apreciable lector, me constan. Y me constan porque en mis veinte años de servicio, he tenido la maravillosa oportunidad de visitar varias escuelas normales del país. De ahí que pueda afirmar, sin ningún miramiento, que las normales han sido, son y serán, instituciones que por años han formado a maestros destacados en cada uno de los niveles educativos a los que se han insertado.

Duele, efectivamente, que se den estos lamentables hechos, pero duele aún más, ver y darse cuenta de las agresiones que otros seres humanos cometen en contra de sus iguales, por una estúpida – sin que sea peyorativo el uso de la palabra – orden “ejecutiva” que alguien desde su escritorio otorga a quienes tienen la responsabilidad de salvaguardar la vida humana.

En estos días, se habla de 2,186 homicidios dolosos cometidos en mi amado México. ¿Qué está pasando?, ¿quién está fallando? Cuestionamientos que, si usted analiza, buscan un culpable y un responsable; sin embargo, ¿por qué no le apostamos al fortalecimiento de este tipo de instituciones formadoras de docentes para mejorar el entorno que nos rodea? Programas contra de la violencia son necesarios, no lo niego, pero ojo, son programas que buscan remediar un mal, y no una probable prevención mediante la cual, se eduque al pueblo.

Ciertamente, y comparto las ideas que mi querido amigo Alberto Arnaut escribió en días pasados en su muro (Facebook, Junio 20, 2017) sobre una columna que tan amablemente publicaron Educación Futura y Profelandia (Hasta la victoria siempre: las normales viven); no basta con una reforma curricular a las escuelas normales para solucionar los problemas que enfrenta el normalismo mexicano. Las problemáticas van más allá de ello y del actuar de algún funcionario como lo es el Director de la DGESPE. Eso se sabe, no se desconoce; lo importante y verdaderamente trascendental, es trabajar de manera conjunta y coordinada para lograr una mejora sustantiva en el subsistema normalista.

Las normales viven, y seguirán viviendo, porque muchos, al menos así lo considero, creemos en ellas.

Sí, basta de injusticias. Sí, basta de represión. Sí, basta de todo. El diálogo debe ser el medio a través del cual se diriman los conflictos. Las normales, seguro estoy, pueden y podrán con los grandes retos que se les asignen. No obstante, no pueden navegar solas, requieren de acompañamiento y eso, dudo mucho que don Aurelio Nuño quiera hacerlo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/fuerza-escuelas-normales-fuerza/

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Las falsedades de la reforma educativa

Por: Abelardo Carro Nava

Llegado este momento, en que el Presidente Peña Nieto comienza a vislumbrar su salida de Palacio Nacional, vale la pena preguntarse qué es lo que ha pasado con la implementación de sus famosas “reformas estructurales” porque, a decir de muchos – y me incluyo –, ni se ha reformado lo prometido, ni ha habido una transformación sustantiva en varios de los frentes que, en su momento, pensó se transformarían; y lo que es peor, esas promesas que incluían grandes beneficios para los mexicanos, se han quedado en eso, en meras ilusiones veraniegas sin que en los hechos se haya percibido un cambio radical en los bolsillos de los ciudadanos o, en la educación que se brinda en mi México querido.

Hechos para sustentar mi dicho son muchos y muy variados; sin embargo, me detendré a analizar los que están relacionados con el tema que nos ocupa, el educativo, sin que ello implique que éste esté separado del resto, que también son materia de análisis, pero que dejaré para otro momento.

Pues bien mi querido lector, con la detención de la maestra Elba Esther, se pensó que la reforma educativa de la que tanto habló el Presidente en los primeros 100 días de su gobierno, las cosas serían miel sobre hojuelas. El Secretario en turno, Emilio Chuayffet, poco pudo hacer, y fue relevado del cargo tres años después. Sin embargo, el mal estaba hecho. El “Pacto por México” logró su cometido: reformar la Constitución Política Mexicana y las leyes que de ella emanaron. Todo, con el propósito de “mejorar” la educación en el territorio mexicano pero afectando los derechos de los trabajadores que se encuentran en este ramo.

No, ante ello, no hubo una respuesta sindical como era de suponerse y esperarse, por el contrario, Juan Díaz de la Torre guardó silencio y el gremio magisterial fue brutalmente golpeado. Se dijo que las modificaciones a la carta magna tenían un sustento: recuperar la rectoría de la educación pero, ¿acaso los gobernantes la habían perdido cuando en los hechos ellos mismos la había cedido?

Por su parte, por esas fechas el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) cobró presencia pero no autonomía. Claro, la amenaza era constante: te evalúas o te vas. Así de simple, así de complejo.

Los argumentos de varios especialistas y asistentes que nos dimos cita en Chihuahua durante el XIII Congreso Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), no importaron. La reforma es la reforma y no admite punto de discusión ni debate – se dijo –.

Los maestros, sin una representación, sin un liderazgo que los defendiera de las autoridades, fueron apabullados; aún y cuando las evidencias de la serie de injusticias por la implementación incorrecta de una ley (del servicio profesional docente) en cada una de las entidades federativas, se documentaron y denunciaron.

Las evaluaciones de desempeño se aplicaron y los resultados demostraron que “el mal” no estaba en los maestros sino en el intricado Sistema Educativo Mexicano (SEM) y en las políticas educativas que hasta el momento se habían ejecutado. ¿Puede entender porque en nuestros días solo se evaluarán cerca de 170 mil maestros de los más de 1.2 millones que se tenían contemplados?

Las pruebas internacionales se desestimaron, los recursos fueron insuficientes pero, también, la capacidad de las instituciones encargadas de evaluar el proceso de enseñanza y de aprendizaje, y surgió entonces un examen que mediría el conocimiento de los estudiantes que cursan alguno de los grados del nivel básico y medio superior del SEM: PLANEA (Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes). ¿Y los resultados?

Así las cosas, el modelo educativo, solo tres años después se presentó. Se dijo que éste traería grandes propuestas pedagógicas y que ahora sí, los alumnos se formarían adecuadamente y por los mejores maestros, y nada de ello ha pasado. Claro, tendremos que esperar hasta el 2018.

En esos días, dicho modelo fue duramente criticado – con el debido fundamento – y el Secretario Nuño tuvo que recular y repensar su estrategia de implementación. Para ello, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y su titular, Blanca Heredia, le entraron al quite y durante un tiempo considerable, recabaron las propuestas de la sociedad y de los maestros.

Culminado este proceso, se “relanzó” el famoso modelo. Con bombos y platillos se presentó ante los medios de comunicación y los mexicanos; sin embargo como hemos visto, leído y conocido, en los documentos se hallan grandes errores, tanto de forma como de fondo, que generaron una nueva oleada de críticas y de argumentos que han propiciado una falta de legitimidad y de credibilidad, que ni el mismo Secretario ha podido contrarrestar.

En estos días, la mira se encuentra en las elecciones que en próximas fechas tendrán lugar en algunas de las entidades del país, resultando trascendental la del Estado de México. Se dice, que de perder el Partido Revolucionario Institucional (PRI) las elecciones en este estado, y la Presidencia de la República en el 2018, se corre el riesgo de que la propuesta educativa se venga abajo. Con este argumento, se busca a toda costa asegurar la permanencia de un partido político en el poder, más no el bienestar de los mexicanos; se busca a toda costa “lucrar políticamente” con las necesidades de la gente, más no traer beneficios en su colectividad ni en su individualidad; se busca a toda cosa fomentar la ignorancia, más no educar al pueblo para que piense, analice y reflexione.

Ese es el mensaje que el gobierno está mandando a los mexicanos. Ese es el propósito de los comerciales que se difunde la SEP por las grandes televisoras nacionales. Ese es el circo, maroma y teatro que quieren vendernos con la idea de conservar un puesto.

En conclusión, las reformas estructurales no han traído el cambio tan prometido, y el sexenio comienza a irse en picada. ¿Y la educación? La educación está pasando por el peor momento en la historia de mi México querido. La reforma educativa, ha sido y es, la suma de falsedades que quiere vendernos el gobierno como verdades absolutas, y no es cierto.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/las-falsedades-de-la-reforma-educativa/

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Celebremos ser maestros

Por: Abelardo Carro Navas

Ya de madrugada, con mi Plan de Estudios de la Licenciatura en Educación Secundaria sobre mi escritorio, mi antología a lado de éste, un formato para elaborar mi planeación en la computadora, varias páginas educativas abiertas a través de la internet, y cientos de ideas para estructurar una secuencia didáctica; me quedé pensando si varios maestros y maestras de mi México querido, estarían haciendo lo mismo. La respuesta, aunque parece obvia, me llevo considerar que buena parte de estos docentes, en ese preciso momento, estarían trabajando en algo relacionado con sus materias, sus grupos, sus alumnos.

No podría ser de otra manera, quienes por voluntad propia decidimos dedicarnos a la docencia, tenemos claro que el tiempo que le destinamos a esta noble labor, implica dedicarnos en cuerpo y alma.

¿Qué importan las desveladas, si al ver los rostros de nuestros alumnos llenos de sorpresa por haber descubierto algo nuevo, el sueño desaparece por completo?, ¿qué importa si para el logro de ese propósito, tenemos que poner dinero de nuestro bolsillo porque como es sabido, el dinero que la Secretaría de Educación Pública destina para material didáctico no alcanza?, ¿qué importa si en algunos momentos olvidamos a nuestra familia porque tenemos que atender a esa otra familia educativa que requiere de nuestra atención y apoyo? Si, nada de eso importa. Y no importa porque comprendemos que formar seres humanos va más allá de cuatro paredes y de lo que las autoridades educativas con sus torpes decisiones implementan para nosotros, los maestros.

Se dice que somos paristas, flojos, holgazanes; pero no es cierto. En mis veinte años de servicios he conocido de todo. Maestros y maestras que me han dado la oportunidad de aprender ellos. Porque de todo se aprende.

Jamás podría recriminarle a uno de mis maestros su actuar frente al grupo que estaba conduciendo. Hoy que vivo intensamente la docencia, sé que hay momentos y/o circunstancias por los que pasamos los seres humanos y que éstos, en buena medida, determinan nuestra acción en un aula. ¿Cómo juzgar a alguien sin tener conocimiento de las razones que lo llevan a ser como es en un momento determinado?

A veces, como sociedad – y me incluyo –, olvidamos que el docente es uno más de nosotros, de carne y hueso, con pesares y alegrías, con infortunios y buenos momentos, con malestares y extraordinarios estados de salud; en fin, hombres y mujeres que, como usted o yo, vive su vida de la forma en que así lo considere conveniente.

¿Qué nos da derecho a juzgarlos y someterlos al escrutinio público si todos cometemos errores? Cierto, la subjetividad y las experiencias de vida nos da ese derecho pero, ¿no sería pertinente revisar lo que hemos hecho en el transcurso de nuestra vida antes de emitir un juicio?

Como sabemos, las políticas educativas que emanan de organismos internacionales cambian constantemente, y ahí está el maestro. Fiel a sus principios y convicciones, dando más del cien por ciento, para cumplir con un mero requisito burocrático cuando en su aula, puede suceder lo contrario. Escuchar a un alumno, generar esa empatía, darle un consejo, muchas de las veces, se aleja de los contenidos que los programas establecen.

A veces se nos olvida que somos seres humanos, con virtudes y defectos. Se ha preguntado cuánto sabe un maestro de los problemas que viven los alumnos en su casa, por ejemplo. Y ahí, celosamente, cual guardián de los secretos está el maestro.

Desde mi perspectiva, hay mucho que celebrar el Día del Maestro, quienes nos dedicamos a la docencia, sabemos y comprendemos su significado. En absoluto comparto la idea de detener este festejo porque nuestras autoridades educativas han golpeado al magisterio. Creo, y tengo fundamento, que el grito: ¡felicidades mi maestro!; debe ser claro, preciso, concreto. Esa es la mejor forma de decirle al gobierno: ¡aquí estamos y somos maestros!

Ello, desde luego que trae consigo grandes responsabilidades; no lo niego. Pero para quienes tenemos esa convicción de dar lo mejor de nosotros en nuestra bella profesión, con seguridad será un gran gozo.

Bien se dice que cuando el trabajo se hace por gusto no es trabajo, y es cierto. Mi padre fue el más claro ejemplo de ello. Hombre libre y de buenas costumbres que me ha dejado el mejor legado que pudo haberme dado: mi profesión, mi mayor riqueza.

Si, amo intensa y apasionadamente ser maestro, y por ello en cada día, en cada clase, en cada momento, doy mi mejor esfuerzo para que mis estudiantes aprendan y se lleven algo nuevo.

Celebremos pues ser maestros, porque solo nosotros sabemos el significado que encierran estas letras que, juntas, forman un extraordinario concepto.

Muchas felicidades queridos maestros y maestras de México.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/celebremos-ser-maestros/

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¿Modalidades de titulación en Normales?

Por: Abelardo Carro Navas

En esta ocasión, he querido abordar un tema que se me hace de lo más pertinente en estos momentos, dado que las instituciones educativas de todos los niveles, se acercan a la culminación de un ciclo escolar más. Como parece obvio, me referiré de manera específica a las escuelas normales y a las modalidades de titulación que tienen contempladas las licenciaturas en educación preescolar y primaria, en su Plan de Estudios, las más de 200 escuelas públicas de mi México querido.

Para iniciar, deseo comentar que así como he señalado en reiteradas ocasiones (en este mismo espacio), que la Secretaría de Educación Pública (SEP) y sus titulares, han mantenido en el olvido a las normales del país; ésta, la reforma que sufrió el Plan de Estudios de normales en el año 2011 – primero en escuelas piloto – y, posteriormente, para todas las instituciones a partir del 2012, fue un acierto. Y fue un acierto que operó la Dirección de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), instancia encargada de estas escuelas.

Como seguramente tendrá conocimiento, los planes de estudios 1999 y 1997 de las licenciaturas en educación preescolar y primaria, respectivamente; tenían contemplado una única modalidad de titulación, el documento recepcional. Éste, era un ensayo mediante el cual el estudiante normalista, con base a sus argumentaciones derivadas de la experiencia obtenida de sus jornadas de prácticas profesionales durante el último año de su carrera, construía un documento con cierto rigor teórico-metodológico, en el que plasmaba dichas vivencias relacionadas con su trabajo docente en los jardines de niños y escuelas primarias, mismas que eran el resultado de la puesta en marcha de una propuesta pedagógica.

Se pensaba en ese entonces, que al interior de las aulas en las que el practicante ponía en juego sus conocimientos, habilidades, actitudes y valores, los problemas se encontraban en sus alumnos, en sus aulas, en sus escuelas, no así en el ejercicio de su práctica profesional.

Años pasaron y tal propuesta de titulación llegó a “pulirse” en las escuelas normales de tal manera, que los temas recurrentes bajo los cuales se titulaban los estudiantes – y que los docentes asesoraban –, estaban relacionados con el desarrollo de un juego, una propuesta didáctica, el seguimiento de un caso, el análisis de la gestión escolar; en fin, de aquellas situaciones que aludían a la propuesta, seguimiento y análisis de una problemática en particular.

Para el logro de este propósito, los docentes que fungían como asesores, integraban sendos colegiados en los que, bajo una estructura que año con año se “renovaba”, diseñaban todo un esquema de trabajo que les permitiera orientar a sus estudiantes. Así, todos los docentes – éste es un supuesto porque en los hechos no acontecía de esta manera por las dinámicas institucionales – podían participar en el proceso de titulación como asesores.

Con el Plan de estudio 2012, la estructuración de una malla curricular, las normas de control escolar, y las orientaciones para la elaboración del documento de titulación, la cosa cambió; la DGESPE, dio un salto monumental en la forma en que podrían titularse los estudiantes normalistas. Su propuesta radicó en tres modalidades: tesis de investigación, informe de prácticas profesionales, y un portafolio de evidencias. Modalidades que los alumnos pueden elegir al momento que culminan el 5º semestre.

Sobre la primera modalidad no abordaré mucho, considero que sabemos lo que significa elaborar una tesis a partir de los enfoques y de la metodología que la misma investigación ofrece. Lo importante a rescatar aquí es que tal modalidad, plantea la enorme necesidad de generar conocimiento sobre los distintos fenómenos que en el campo educativo acontecen día con día. A diferencia del documento recepcional, en la construcción de ésta, el rigor científico y metodológico, es fundamental para el logro de tal objetivo.

Por lo que respecta al informe de prácticas profesionales; éste, sienta sus bases en la investigación-acción, necesaria para analizar el proceso de enseñanza y de aprendizaje pero, sobre todo, del ejercicio o de la práctica docente. La idea de que los problemas se encontraban en los niños, el aula, la escuela, la comunidad, quedó atrás. Pensar y repensar la función y práctica educativa en esta modalidad, lleva a los estudiantes  – a decir de la DGESPE –, a poner en marcha una propuesta que le permita atender sus debilidades y fortalecer aquellos elementos de su quehacer en el ámbito educativo, específicamente, en el aula en la que realiza sus prácticas profesionales.

Finalmente, el portafolio de evidencias – escasamente seleccionado en estos días por los estudiantes en las normales –, plantea la posibilidad de demostrar el desarrollo de las competencias adquiridas a los largo de los seis semestres que antecedieron al inicio del proceso de titulación. Como parece obvio, el alumno, recaba todas aquellas evidencias de aprendizaje con las que construye un documento a través del cual, da cuenta de los logros alcanzados pero, también, de aquellas áreas de oportunidad que tiene para mejorar su quehacer docente.

Para el logro de estas tres modalidades de titulación, resulta fundamental el trabajo previo que los docentes de las normales, tuvieron que haber desarrollado con sus alumnos. La malla curricular, ofrece cinco trayectos formativos y varios cursos que le permiten al estudiante y al profesor, ese acercamiento para que los aprendizajes y experiencias, se vean plasmados en su documento de titulación.

Por ello, y por las características de la nueva propuesta de titulación, a las normales se les estableció – normativamente – que aquel profesor que deseara ser asesor de titulación, contara con maestría a fin al campo educativo. Asunto más que importante si consideramos que una licenciatura debe estar a cargo de docentes con un grado superior de estudios.

Las bondades que tienen consigo dichas modalidades de titulación, son muchas y muy variadas. No obstante, también existen ciertos problemas en su implementación, pero esas cuestiones serán motivo de otra entrega, más por falta de ganas, de espacio en estos momentos.

De esta forma mi apreciable lector, culminó estas ideas expresando lo que al inicio señalé con claridad: así como he marcado ciertos errores en los que ha incurrido la SEP en varios rubros relacionados con la educación normal, éste, por parte de la DGESPE, ha sido y es un acierto.

Ahí tenemos los normalistas, motivo de investigación para el desarrollo de proyectos vinculados con los procesos de titulación en la educación normal que nos arrojen luz y conocimiento para la toma de decisiones.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/modalidades-de-titulacion-en-normales/

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Mucho Modelo Educativo, ¿y las normales?

26 de abril de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Abelardo Carro Nava

Muy pocos somos los que nos hemos detenido a escribir sobre un subsistema que, desde mi punto de vista, es fundamental dentro del complejo Sistema Educativo Mexicano (SME). Me refiero pues, al subsistema de educación normal que por más que se diga lo contrario, desde 1984 a la fecha, no ha sufrido verdaderas transformaciones educativas.

Intentos ha habido, no lo niego. Sin embargo, éstos son escasos si los comparamos con lo que ha acontecido con el nivel básico de enseñanza de nuestro país pero, como siempre digo, vayamos por partes, porque de este asunto varias cuestiones se desprenden.

Como recordaremos, el pasado 13 de marzo con bombos y platillos, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, presentó ante la sociedad el Nuevo Modelo Educativo – versión 2017 – que, salvo algún agregado en la propuesta curricular, nada de nuevo tiene. Si, ya sé que algunos de ustedes me cuestionarán sobre tal afirmación pero, permítanme por el momento, sostener este argumento, en razón del espacio que amablemente me brindan mis colegas de Educación Futura.

Pues bien, en dicho modelo se hace referencia al papel que desempeña la formación inicial de maestros. Como parece obvio, se le asigna un papel trascendental a las escuelas normales para el logro de este propósito; vaya, para acabar pronto, se asegura que solo puede existir una “buena” educación si en las normales se forman a los mejores maestros, y es cierto. Este planteamiento me parece de lo más importante; de hecho, en las diversas entrevistas que el Secretario de Educación brindó a diversos medios de comunicación, así lo confirmó, y no se equivocó, solo que en medio de todo este pronunciamiento, algo parece estar en el aire: ¿cómo hacer para que las instituciones formadoras de docentes cumplan con la encomienda que les fue conferida en el nuevo modelo?

En este sentido, debo reconocer que el “qué hacer” es importante pero, desde mi perspectiva, resulta trascendental que se mencione el “cómo pueden lograrlo”, y es ahí donde de manera clara y precisa, entra mi planteamiento: ¿cómo hacer que las escuelas normales cumplan con las tres áreas sustantivas que le fueron  asignadas después de 1984 si en los hechos no se han fortalecido a las mismas en el ámbito pedagógico, administrativo y laboral? Me explico.

Después de que el subsistema de educación normal se separó de la educación básica, la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), dependiente de la Subsecretaría de Educación Superior, se hizo cargo de todo lo concerniente a las normales. No sé qué tantos beneficios haya traído esta decisión, lo que tengo claro es que a partir de la misma, se abrió una brecha que ha traído como consecuencia una desvinculación con lo que acontece en el nivel básico del propio SEM. ¿Cómo lograr que los estudiantes de las normales tengan una adecuada y pertinente vinculación con lo que a su egreso será su campo de trabajo si las reformas a la educación básica han marcado la pauta en y para el trabajo docente mientras las normales y sus respectivas licenciaturas (preescolar, primaria y secundaria) no van a la par de dichas reformas? Basta con revisar los Planes de Estudio de las licenciaturas que refiero para darse cuenta de ello. Algo que se antoja bastante ilógico y sin mucho sentido que digamos.

Ciertamente desde hace unos años, la Mtra. Marcela Santillán, ex directora de la DGESPE, y en estos días, el Dr. Mario Chávez, han hecho un trabajo considerable con la intención de que las instituciones formadoras de docentes adquieran ese papel protagónico que los anteriores Secretarios de Educación, expresaron en sus discursos. Lo malo de este asunto, es que los cambios se han quedado en eso, en meros discursos y hasta la fecha no se ha logrado posicionar a las normales como se ha esperado.

Motivos para que no se hayan tomado las decisiones que pudieran mejorar al subsistema, son muchos y muy variados pero, por el momento, me concentraré en el que, desde mi punto de vista, parece marcar esas decisiones de quien dirige los destinos de la educación del país desde la Calle de República de Argentina en la Ciudad de México: el político.

Recuerdo que hace días, en tremenda conversación que sostuve con algunos colegas normalistas, uno de ellos expresaba: “me gustaría saber quién le pondrá el cascabel al gato”; haciendo alusión a la necesaria reforma que tiene que darse en las normales del país, sobre todo, por la serie de implicaciones políticas que traería consigo. Lo que sucedió en el 2011, con la implementación del nuevo plan de estudios (2012), fue un claro ejemplo de ello. No sé si usted lo conozca o se haya enterado, pero ante la implementación en ese año de dicho plan de estudios, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) tiró la propuesta que la Secretaría de Educación (SEP) había dado a conocer a varias “escuelas normales piloto”. Así sin más ni más, la tiró. ¿Los argumentos? No se había considerado su opinión ni su consentimiento para la aprobación de esa propuesta curricular. Así de simple, así de complejo.

Quienes me conocen en persona y a través de este espacio, sabrán que soy un defensor apasionado – siempre objetivo o al menos lo intento – del normalismo mexicano. De hecho hace unos días, tuve la oportunidad de dar una conferencia en la Escuela Normal Rural “Emiliano Zapata” de Amilcingo, Morelos, y ahí mismo, aseguré como lo he asegurado, que el normalismo es y será la piedra angular de la educación de nuestro país, y no me equivoco. Miles de maestros que hoy día se encuentran prestando un servicio educativo en mi México querido, se formaron en estas instituciones cuya tradición es necesario entender para comprender las complejidades del SEM.

Esperemos que la tan anunciada reforma a la educación normal se lleve a cabo y en los mejores términos posibles, no bastan los recursos asignados mediante el famoso “PACTEN” o el de las Escuelas Al Cien para el logro de tal propósito. Como seguramente sabrán en la SEP, se requiere de un análisis concienzudo sobre la situación que guardan éstas, de largas charlas con sus actores directos para asegurar un buen proceso de transición, de tomar las decisiones que deban tomarse en base a ese consenso y convencimiento; esto, sin pretender cambiar esa tradición que por años ha permeado la formación de maestros y maestras de mi querida República Mexicana. En concreto, parafraseando a un gran investigador, Manuel Gil Antón: ¿se debe transformar la educación normal?, sí, pero no así.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/mucho-modelo-educativo-y-las-normales/

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