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Celebremos ser maestros

Por: Abelardo Carro Navas

Ya de madrugada, con mi Plan de Estudios de la Licenciatura en Educación Secundaria sobre mi escritorio, mi antología a lado de éste, un formato para elaborar mi planeación en la computadora, varias páginas educativas abiertas a través de la internet, y cientos de ideas para estructurar una secuencia didáctica; me quedé pensando si varios maestros y maestras de mi México querido, estarían haciendo lo mismo. La respuesta, aunque parece obvia, me llevo considerar que buena parte de estos docentes, en ese preciso momento, estarían trabajando en algo relacionado con sus materias, sus grupos, sus alumnos.

No podría ser de otra manera, quienes por voluntad propia decidimos dedicarnos a la docencia, tenemos claro que el tiempo que le destinamos a esta noble labor, implica dedicarnos en cuerpo y alma.

¿Qué importan las desveladas, si al ver los rostros de nuestros alumnos llenos de sorpresa por haber descubierto algo nuevo, el sueño desaparece por completo?, ¿qué importa si para el logro de ese propósito, tenemos que poner dinero de nuestro bolsillo porque como es sabido, el dinero que la Secretaría de Educación Pública destina para material didáctico no alcanza?, ¿qué importa si en algunos momentos olvidamos a nuestra familia porque tenemos que atender a esa otra familia educativa que requiere de nuestra atención y apoyo? Si, nada de eso importa. Y no importa porque comprendemos que formar seres humanos va más allá de cuatro paredes y de lo que las autoridades educativas con sus torpes decisiones implementan para nosotros, los maestros.

Se dice que somos paristas, flojos, holgazanes; pero no es cierto. En mis veinte años de servicios he conocido de todo. Maestros y maestras que me han dado la oportunidad de aprender ellos. Porque de todo se aprende.

Jamás podría recriminarle a uno de mis maestros su actuar frente al grupo que estaba conduciendo. Hoy que vivo intensamente la docencia, sé que hay momentos y/o circunstancias por los que pasamos los seres humanos y que éstos, en buena medida, determinan nuestra acción en un aula. ¿Cómo juzgar a alguien sin tener conocimiento de las razones que lo llevan a ser como es en un momento determinado?

A veces, como sociedad – y me incluyo –, olvidamos que el docente es uno más de nosotros, de carne y hueso, con pesares y alegrías, con infortunios y buenos momentos, con malestares y extraordinarios estados de salud; en fin, hombres y mujeres que, como usted o yo, vive su vida de la forma en que así lo considere conveniente.

¿Qué nos da derecho a juzgarlos y someterlos al escrutinio público si todos cometemos errores? Cierto, la subjetividad y las experiencias de vida nos da ese derecho pero, ¿no sería pertinente revisar lo que hemos hecho en el transcurso de nuestra vida antes de emitir un juicio?

Como sabemos, las políticas educativas que emanan de organismos internacionales cambian constantemente, y ahí está el maestro. Fiel a sus principios y convicciones, dando más del cien por ciento, para cumplir con un mero requisito burocrático cuando en su aula, puede suceder lo contrario. Escuchar a un alumno, generar esa empatía, darle un consejo, muchas de las veces, se aleja de los contenidos que los programas establecen.

A veces se nos olvida que somos seres humanos, con virtudes y defectos. Se ha preguntado cuánto sabe un maestro de los problemas que viven los alumnos en su casa, por ejemplo. Y ahí, celosamente, cual guardián de los secretos está el maestro.

Desde mi perspectiva, hay mucho que celebrar el Día del Maestro, quienes nos dedicamos a la docencia, sabemos y comprendemos su significado. En absoluto comparto la idea de detener este festejo porque nuestras autoridades educativas han golpeado al magisterio. Creo, y tengo fundamento, que el grito: ¡felicidades mi maestro!; debe ser claro, preciso, concreto. Esa es la mejor forma de decirle al gobierno: ¡aquí estamos y somos maestros!

Ello, desde luego que trae consigo grandes responsabilidades; no lo niego. Pero para quienes tenemos esa convicción de dar lo mejor de nosotros en nuestra bella profesión, con seguridad será un gran gozo.

Bien se dice que cuando el trabajo se hace por gusto no es trabajo, y es cierto. Mi padre fue el más claro ejemplo de ello. Hombre libre y de buenas costumbres que me ha dejado el mejor legado que pudo haberme dado: mi profesión, mi mayor riqueza.

Si, amo intensa y apasionadamente ser maestro, y por ello en cada día, en cada clase, en cada momento, doy mi mejor esfuerzo para que mis estudiantes aprendan y se lleven algo nuevo.

Celebremos pues ser maestros, porque solo nosotros sabemos el significado que encierran estas letras que, juntas, forman un extraordinario concepto.

Muchas felicidades queridos maestros y maestras de México.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/celebremos-ser-maestros/

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¿Modalidades de titulación en Normales?

Por: Abelardo Carro Navas

En esta ocasión, he querido abordar un tema que se me hace de lo más pertinente en estos momentos, dado que las instituciones educativas de todos los niveles, se acercan a la culminación de un ciclo escolar más. Como parece obvio, me referiré de manera específica a las escuelas normales y a las modalidades de titulación que tienen contempladas las licenciaturas en educación preescolar y primaria, en su Plan de Estudios, las más de 200 escuelas públicas de mi México querido.

Para iniciar, deseo comentar que así como he señalado en reiteradas ocasiones (en este mismo espacio), que la Secretaría de Educación Pública (SEP) y sus titulares, han mantenido en el olvido a las normales del país; ésta, la reforma que sufrió el Plan de Estudios de normales en el año 2011 – primero en escuelas piloto – y, posteriormente, para todas las instituciones a partir del 2012, fue un acierto. Y fue un acierto que operó la Dirección de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), instancia encargada de estas escuelas.

Como seguramente tendrá conocimiento, los planes de estudios 1999 y 1997 de las licenciaturas en educación preescolar y primaria, respectivamente; tenían contemplado una única modalidad de titulación, el documento recepcional. Éste, era un ensayo mediante el cual el estudiante normalista, con base a sus argumentaciones derivadas de la experiencia obtenida de sus jornadas de prácticas profesionales durante el último año de su carrera, construía un documento con cierto rigor teórico-metodológico, en el que plasmaba dichas vivencias relacionadas con su trabajo docente en los jardines de niños y escuelas primarias, mismas que eran el resultado de la puesta en marcha de una propuesta pedagógica.

Se pensaba en ese entonces, que al interior de las aulas en las que el practicante ponía en juego sus conocimientos, habilidades, actitudes y valores, los problemas se encontraban en sus alumnos, en sus aulas, en sus escuelas, no así en el ejercicio de su práctica profesional.

Años pasaron y tal propuesta de titulación llegó a “pulirse” en las escuelas normales de tal manera, que los temas recurrentes bajo los cuales se titulaban los estudiantes – y que los docentes asesoraban –, estaban relacionados con el desarrollo de un juego, una propuesta didáctica, el seguimiento de un caso, el análisis de la gestión escolar; en fin, de aquellas situaciones que aludían a la propuesta, seguimiento y análisis de una problemática en particular.

Para el logro de este propósito, los docentes que fungían como asesores, integraban sendos colegiados en los que, bajo una estructura que año con año se “renovaba”, diseñaban todo un esquema de trabajo que les permitiera orientar a sus estudiantes. Así, todos los docentes – éste es un supuesto porque en los hechos no acontecía de esta manera por las dinámicas institucionales – podían participar en el proceso de titulación como asesores.

Con el Plan de estudio 2012, la estructuración de una malla curricular, las normas de control escolar, y las orientaciones para la elaboración del documento de titulación, la cosa cambió; la DGESPE, dio un salto monumental en la forma en que podrían titularse los estudiantes normalistas. Su propuesta radicó en tres modalidades: tesis de investigación, informe de prácticas profesionales, y un portafolio de evidencias. Modalidades que los alumnos pueden elegir al momento que culminan el 5º semestre.

Sobre la primera modalidad no abordaré mucho, considero que sabemos lo que significa elaborar una tesis a partir de los enfoques y de la metodología que la misma investigación ofrece. Lo importante a rescatar aquí es que tal modalidad, plantea la enorme necesidad de generar conocimiento sobre los distintos fenómenos que en el campo educativo acontecen día con día. A diferencia del documento recepcional, en la construcción de ésta, el rigor científico y metodológico, es fundamental para el logro de tal objetivo.

Por lo que respecta al informe de prácticas profesionales; éste, sienta sus bases en la investigación-acción, necesaria para analizar el proceso de enseñanza y de aprendizaje pero, sobre todo, del ejercicio o de la práctica docente. La idea de que los problemas se encontraban en los niños, el aula, la escuela, la comunidad, quedó atrás. Pensar y repensar la función y práctica educativa en esta modalidad, lleva a los estudiantes  – a decir de la DGESPE –, a poner en marcha una propuesta que le permita atender sus debilidades y fortalecer aquellos elementos de su quehacer en el ámbito educativo, específicamente, en el aula en la que realiza sus prácticas profesionales.

Finalmente, el portafolio de evidencias – escasamente seleccionado en estos días por los estudiantes en las normales –, plantea la posibilidad de demostrar el desarrollo de las competencias adquiridas a los largo de los seis semestres que antecedieron al inicio del proceso de titulación. Como parece obvio, el alumno, recaba todas aquellas evidencias de aprendizaje con las que construye un documento a través del cual, da cuenta de los logros alcanzados pero, también, de aquellas áreas de oportunidad que tiene para mejorar su quehacer docente.

Para el logro de estas tres modalidades de titulación, resulta fundamental el trabajo previo que los docentes de las normales, tuvieron que haber desarrollado con sus alumnos. La malla curricular, ofrece cinco trayectos formativos y varios cursos que le permiten al estudiante y al profesor, ese acercamiento para que los aprendizajes y experiencias, se vean plasmados en su documento de titulación.

Por ello, y por las características de la nueva propuesta de titulación, a las normales se les estableció – normativamente – que aquel profesor que deseara ser asesor de titulación, contara con maestría a fin al campo educativo. Asunto más que importante si consideramos que una licenciatura debe estar a cargo de docentes con un grado superior de estudios.

Las bondades que tienen consigo dichas modalidades de titulación, son muchas y muy variadas. No obstante, también existen ciertos problemas en su implementación, pero esas cuestiones serán motivo de otra entrega, más por falta de ganas, de espacio en estos momentos.

De esta forma mi apreciable lector, culminó estas ideas expresando lo que al inicio señalé con claridad: así como he marcado ciertos errores en los que ha incurrido la SEP en varios rubros relacionados con la educación normal, éste, por parte de la DGESPE, ha sido y es un acierto.

Ahí tenemos los normalistas, motivo de investigación para el desarrollo de proyectos vinculados con los procesos de titulación en la educación normal que nos arrojen luz y conocimiento para la toma de decisiones.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/modalidades-de-titulacion-en-normales/

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Mucho Modelo Educativo, ¿y las normales?

26 de abril de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Abelardo Carro Nava

Muy pocos somos los que nos hemos detenido a escribir sobre un subsistema que, desde mi punto de vista, es fundamental dentro del complejo Sistema Educativo Mexicano (SME). Me refiero pues, al subsistema de educación normal que por más que se diga lo contrario, desde 1984 a la fecha, no ha sufrido verdaderas transformaciones educativas.

Intentos ha habido, no lo niego. Sin embargo, éstos son escasos si los comparamos con lo que ha acontecido con el nivel básico de enseñanza de nuestro país pero, como siempre digo, vayamos por partes, porque de este asunto varias cuestiones se desprenden.

Como recordaremos, el pasado 13 de marzo con bombos y platillos, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, presentó ante la sociedad el Nuevo Modelo Educativo – versión 2017 – que, salvo algún agregado en la propuesta curricular, nada de nuevo tiene. Si, ya sé que algunos de ustedes me cuestionarán sobre tal afirmación pero, permítanme por el momento, sostener este argumento, en razón del espacio que amablemente me brindan mis colegas de Educación Futura.

Pues bien, en dicho modelo se hace referencia al papel que desempeña la formación inicial de maestros. Como parece obvio, se le asigna un papel trascendental a las escuelas normales para el logro de este propósito; vaya, para acabar pronto, se asegura que solo puede existir una “buena” educación si en las normales se forman a los mejores maestros, y es cierto. Este planteamiento me parece de lo más importante; de hecho, en las diversas entrevistas que el Secretario de Educación brindó a diversos medios de comunicación, así lo confirmó, y no se equivocó, solo que en medio de todo este pronunciamiento, algo parece estar en el aire: ¿cómo hacer para que las instituciones formadoras de docentes cumplan con la encomienda que les fue conferida en el nuevo modelo?

En este sentido, debo reconocer que el “qué hacer” es importante pero, desde mi perspectiva, resulta trascendental que se mencione el “cómo pueden lograrlo”, y es ahí donde de manera clara y precisa, entra mi planteamiento: ¿cómo hacer que las escuelas normales cumplan con las tres áreas sustantivas que le fueron  asignadas después de 1984 si en los hechos no se han fortalecido a las mismas en el ámbito pedagógico, administrativo y laboral? Me explico.

Después de que el subsistema de educación normal se separó de la educación básica, la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), dependiente de la Subsecretaría de Educación Superior, se hizo cargo de todo lo concerniente a las normales. No sé qué tantos beneficios haya traído esta decisión, lo que tengo claro es que a partir de la misma, se abrió una brecha que ha traído como consecuencia una desvinculación con lo que acontece en el nivel básico del propio SEM. ¿Cómo lograr que los estudiantes de las normales tengan una adecuada y pertinente vinculación con lo que a su egreso será su campo de trabajo si las reformas a la educación básica han marcado la pauta en y para el trabajo docente mientras las normales y sus respectivas licenciaturas (preescolar, primaria y secundaria) no van a la par de dichas reformas? Basta con revisar los Planes de Estudio de las licenciaturas que refiero para darse cuenta de ello. Algo que se antoja bastante ilógico y sin mucho sentido que digamos.

Ciertamente desde hace unos años, la Mtra. Marcela Santillán, ex directora de la DGESPE, y en estos días, el Dr. Mario Chávez, han hecho un trabajo considerable con la intención de que las instituciones formadoras de docentes adquieran ese papel protagónico que los anteriores Secretarios de Educación, expresaron en sus discursos. Lo malo de este asunto, es que los cambios se han quedado en eso, en meros discursos y hasta la fecha no se ha logrado posicionar a las normales como se ha esperado.

Motivos para que no se hayan tomado las decisiones que pudieran mejorar al subsistema, son muchos y muy variados pero, por el momento, me concentraré en el que, desde mi punto de vista, parece marcar esas decisiones de quien dirige los destinos de la educación del país desde la Calle de República de Argentina en la Ciudad de México: el político.

Recuerdo que hace días, en tremenda conversación que sostuve con algunos colegas normalistas, uno de ellos expresaba: “me gustaría saber quién le pondrá el cascabel al gato”; haciendo alusión a la necesaria reforma que tiene que darse en las normales del país, sobre todo, por la serie de implicaciones políticas que traería consigo. Lo que sucedió en el 2011, con la implementación del nuevo plan de estudios (2012), fue un claro ejemplo de ello. No sé si usted lo conozca o se haya enterado, pero ante la implementación en ese año de dicho plan de estudios, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) tiró la propuesta que la Secretaría de Educación (SEP) había dado a conocer a varias “escuelas normales piloto”. Así sin más ni más, la tiró. ¿Los argumentos? No se había considerado su opinión ni su consentimiento para la aprobación de esa propuesta curricular. Así de simple, así de complejo.

Quienes me conocen en persona y a través de este espacio, sabrán que soy un defensor apasionado – siempre objetivo o al menos lo intento – del normalismo mexicano. De hecho hace unos días, tuve la oportunidad de dar una conferencia en la Escuela Normal Rural “Emiliano Zapata” de Amilcingo, Morelos, y ahí mismo, aseguré como lo he asegurado, que el normalismo es y será la piedra angular de la educación de nuestro país, y no me equivoco. Miles de maestros que hoy día se encuentran prestando un servicio educativo en mi México querido, se formaron en estas instituciones cuya tradición es necesario entender para comprender las complejidades del SEM.

Esperemos que la tan anunciada reforma a la educación normal se lleve a cabo y en los mejores términos posibles, no bastan los recursos asignados mediante el famoso “PACTEN” o el de las Escuelas Al Cien para el logro de tal propósito. Como seguramente sabrán en la SEP, se requiere de un análisis concienzudo sobre la situación que guardan éstas, de largas charlas con sus actores directos para asegurar un buen proceso de transición, de tomar las decisiones que deban tomarse en base a ese consenso y convencimiento; esto, sin pretender cambiar esa tradición que por años ha permeado la formación de maestros y maestras de mi querida República Mexicana. En concreto, parafraseando a un gran investigador, Manuel Gil Antón: ¿se debe transformar la educación normal?, sí, pero no así.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/mucho-modelo-educativo-y-las-normales/

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El nuevo modelo educativo: ¿retórica electoral?

Abelardo Carro Nava

En estos días he tenido la oportunidad, al igual que muchos colegas, de analizar el Modelo Educativo que presentó hace unos días, con bombos y platillos, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño.

Muchos, hemos realizado una crítica debidamente fundamentada en los conocimientos y experiencia que poseemos por haber realizado algunos estudios sobre el tema, o bien, por encontrarnos laborando dentro del propio Sistema.

En este sentido, tengo claro que cualquier intento por mejorar la educación en nuestro país, es digno de reconocer y aplaudir; sin embargo, hay de intentos a intentos y éste, mi apreciable lector, no puede figurar dentro de ese reconocimiento y aplauso que refiero. Me explico.

Consecuencia de las políticas internacionales que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha emprendido en los últimos años, México tuvo que entrarle al ruedo de la transformación y evaluación educativa. Así, sin más ni más. Sin embargo, las preguntas que muchos nos seguimos haciendo hasta el momento siguen siendo las mismas: ¿qué transformar y qué evaluar?, ¿para qué transformar y para qué evaluar? y ¿cómo transformar y cómo evaluar?

Pareciera ser que, efectivamente, la transformación educativa se logrará en la medida en que se evalúe todo aquello que se encuentra inmerso en el Sistema Educativo Mexicano (SME). Para ello, como bien sabemos, se creó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) cuyo propósito se halla en el nombre que se le dio al mismo. No obstante estas cuestiones, y desde mi punto de vista, ni se ha evaluado como debiera, ni se ha transformado al Sistema como el presidente Peña quisiera.

Razones que me llevan a lanzar tales afirmaciones son muchas y muy variadas y, con seguridad, usted las conoce y conoce muy bien; sin embargo, me detendré un momento en algo sencillo y hasta básico y lógico, por el que la mal llamada reforma educativa no ha avanzado en el plano áulico, en la escuela o en el sistema: la política.

Y es que mire usted, el docente, es el encargado de que tales cuestiones avancen considerablemente para el beneficio de los estudiantes que acuden a cierto centro educativo a recibir una enseñanza y, por consecuencia, un aprendizaje. ¿Cómo aborda cada uno de los contenidos que se encuentran en un currículo? Sigue siendo una interrogante que a más de uno, nos ha llevado a realizar serios estudios sobre los procesos mediante los cuales, el profesor o profesora, maneja los contenidos en sus espacios escolares.

Que si la planeación didáctica, que si la secuencia didáctica, que si los aprendizajes esperados, que si la evaluación del aprendizaje, que si los aprendizajes clave, que si el humanismo, que si esto, que si lo otro, que si aquello. En fin, tengo claro que los saberes docentes, se manifiestan de diversas formas en las aulas de las escuelas que integran el SEM. Un asunto harto complejo de evaluar y transformar, porque si bien es cierto que la currícula establece determinados contenidos que deben abordarse con cierta precisión, también es cierto que, como seres humanos, vivimos diversos procesos para la adquisición de los aprendizajes.

En este sentido cabe preguntarse, ¿cuáles son las transformaciones educativas que se han implementado en México desde la década de los 70’s?, ¿cuáles han sido los cambios sustanciales que han sufrido los planes y programas de estudio del nivel básico de enseñanza?, ¿cuáles son los resultados que se han obtenido? Con mucha seguridad, información sobre estos temas existen, alguna puede ser consultada, gracias a las aportaciones que han realizado investigadores de renombre, así como también, organizaciones civiles cuyo propósito ha sido el de contribuir a la educación en su conjunto, pero ¿por qué estamos como estamos?, ¿por qué nuestro país ocupa un lugar que a nadie tiene contento?

La respuesta parece hallarse en la política, esa mala política que ha permeado el Sistema. El SNTE, ha jugado su parte, no lo niego; sin embargo, las políticas sexenales que cada gobierno federal ha impulsado en este terreno, han sido el principal elemento que ha generado ese “desastre educativo” que ellos mismos aluden en cada discurso político.

Sí, se trata de mejorar la educación. Sí, se trata de traer beneficio para los alumnos. Sí, se trata de abordar contenidos a partir del humanismo. Sí, se trata de éstas y otras cosas más. Créanme, los maestros y maestras de México podremos con el reto, sólo no olviden que en la calle de República de Argentina y en Palacio Nacional, a través del tiempo, se han propuesto esos cambios que tantos “beneficios” traerían al pueblo de México.

¿Por qué se dejó a un lado al humanismo, por ejemplo? Porque en su momento, dada la visión se tenía de las cosas, así se consideró viable; no obstante, al ser éste un aspecto fundamental en y para el desarrollo del ser humano, en las escuelas, seguro estoy de ello, se siguieron trabajando algunos contenidos con la idea de fortalecer los valores en los niños y jóvenes de este país.

Desconozco si el actual Secretario de Educación se ha preguntado sobre el mensaje que está mandando a la sociedad con relación a su “modelo educativo”, no lo sé y tampoco lo sabré; pero con los “Spots” que se exponen en televisión y radio – donde un salón de clases se ilumina y llena de color con la entrada del modelo educativo –, el discurso o discursos que éste ha pronunciado en los últimos días en cuanto a que dicho modelo corre peligro si es que tal o cual político gana en el 2018, con toda la parafernalia que sigue en la consecución de un logro eminentemente educativo, desde mi perspectiva, no logrará el cambio tan anhelado.

Vaya, su propuesta de “mejora educativa”, suena más a una simple y llana retórica electoral, que a una verdadera “revolución educativa” o… ¿me equivoco?

Tiempo al tiempo.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/el-nuevo-modelo-educativo-retorica-electoral/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/08/inauguracion-de-la-escuela-pri_3-300×200.jpf

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¡Ayotzi…vive!

Abelardo Carro Nava

Desde que tengo uso de razón, he creído que el normalismo mexicano es un pilar de gran valía dentro del Sistema Educativo Mexicano (SME). ¿Por qué afirmo esto? Sencillamente porque la gran mayoría de los profesores y profesoras que se encuentran desempeñando una función docente en nuestros días, fueron formados en las aulas de las escuelas normales. Un asunto nada menor que, indiscutiblemente, hace pensar y repensar el subsistema de educación normal que existe en mi querido y amado México.

En este sentido, no puedo negar que en mis orígenes, se halla una profunda vena normalista, misma que me ha llevado a analizar concienzuda y objetivamente, cada parte de su historia, de su vida; así que con este referente deseo en esta ocasión, mi estimado lector, propiciar una reflexión en torno a un tema que sigue estando en la mente de muchos ciudadanos y educadores de este país. Como parece obvio, me referiré al caso de Ayotzinapa y a los 43 estudiantes que, hasta el momento en que cierro estas líneas, siguen desaparecidos.

Así, sin más ni más: desaparecidos. Cruda y trágica afirmación que, por más que se diga lo contrario, el hecho es en sí mismo innegable.

Las versiones que hemos escuchado y leído de los funcionarios públicos de la Secretaría de Gobernación, de la Procuraduría General de la República, de las autoridades del estado de Guerrero; en fin, de todos aquellos que tuvieron en algún momento injerencia en este lamentable asunto, no otorgan la credibilidad que, como mexicanos, esperamos. Y no son creíbles, porque las mismas indagaciones “científicas” que han presentado o expuesto, no corresponden a los hechos que en ese trágico día se vivieron.

Si usted recuerda, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes que participó en las investigaciones, dio los elementos suficientes para tirar por la borda la “verdad histórica” que en su momento expuso el ex procurador Murillo Karam y, a partir de tales consideraciones, la verdad de las cosas, insisto, poco hemos sabido de los hechos, pero también, poco se ha hecho al respecto.

Como sabemos, los padres de los 43 siguen la búsqueda de sus hijos. Las manifestaciones continúan; sin embargo, parece que su esfuerzo se difumina cuando en los medios de comunicación nos enteramos que es más fácil encontrar a un ex director del Diario conocido como La Prensa, que a los estudiantes de la Normal Isidro Burgos. Ahí radica el meollo del asunto, en la falta de un estado de derecho que haga fiables y confiables las investigaciones sobre tal o cual hecho.

Con tristeza, vemos que cada día aparecen más fosas clandestinas en varios estados de mi querida República Mexicana, particularmente, en Morelos y Veracruz. Lamentablemente, observamos que son los familiares de los desaparecidos los que no han cejado es sus intentos de encontrar con vida a sus familiares y no las autoridades correspondientes.

De hecho, y como sabemos, el tema de los 43 volvió a la luz pública por el desafortunado encuentro que tuvo Andrés Manuel López Obrador con un padre de los estudiantes desaparecidos. El debate, hasta estos días, se ha centrado en “tirar” culpas entre un candidato a la Presidencia de la República y una de las instituciones del estado mexicano: el ejército. Pero, ¿por qué no se habla de los alumnos de Ayotzinapa?, ¿por qué en ese afán de protagonismo en los medios de comunicación se olvida de un tema de trascendental importancia para lograr la credibilidad del gobierno mexicano?

Tengo claro que la lucha por el poder vuelve a los seres humanos arquitectos de su propio destino; no obstante, considero que el tema educativo no debe dejarse de lado, porque si bien es cierto que existe esa “lucha” desmedida por el poder – y que hasta cierto punto es lógica –, también es cierto que hace falta atender a las escuelas normales del país pero, sobre todo, la educación que se brinda en esos centros escolares. Idea simplista si usted quiere, pero que encuentra sentido en la formación de los futuros profesores que México requiere.

Si usted tuvo la oportunidad de escuchar el mensaje que ofreció el Secretario de Educación en la presentación del “nuevo” modelo educativo el pasado 13 de marzo. Éste tocó el tema de las normales, pero así, por “encimita”, lo cual no da claridad ni certeza en una probable reforma de la educación normal. Si, con seguridad habrá quién me diga que ya se están realizando “trabajos” para fortalecer al normalismo mexicano, y es cierto, debo reconocerlo. Sin embargo, parece que todo esfuerzo es insuficiente cuando por años, que se lea muy bien, por años, se han mantenido en el olvido.

Desde mi trinchera, y en ese recorrido que he tenido en estas importantes escuelas formadoras de docentes, puedo afirmar que poco se ha avanzado en la formación de formadores o… ¿alguien conoce de un programa nacional de fortalecimiento profesional-pedagógico-didáctico para todos los docentes normalistas?

¡Ayotzi… vive!, no es un eslogan ni una frase que arenga a una multitud en torno a un lamentable suceso. Su expresión, encierra ese cúmulo de demandas que las escuelas normales ha manifestado a través de los años y que, para acabar pronto, pocos han atendido. En este sentido, debo reconocer el esfuerzo que algunas autoridades educativas han realizado a favor de las normales. Es loable, lo agradezco, lo aplaudo. Pero, insisto, no es suficiente cuando quienes nos encontramos en “el ruedo”, somos conscientes de las problemáticas que enfrenta la educación normal en un país vapuleado como el nuestro.

Culminó mis ideas expresando una más en torno al tema que me ocupa. En días pasados en la ciudad de Mérida, Yucatán, por iniciativa – excelente iniciativa – de la DGESPE, se congregaron más de 800 maestros y estudiantes normalistas en el 1er. Congreso de Investigación sobre Educación Normal. En dicho evento, fui testigo de la capacidad profesional y académica de los profesores y estudiantes de este subsistema. ¿No podrán canalizarse las energías de la SEP para impulsar a todo un sector que, hoy por hoy, es indispensable para la formación de los mexicanos?, ¿qué intereses no permiten su avance y fortalecimiento?

Éstas son preguntas que, con seguridad, quedarán en el aire; sin embargo, mientras haya momentos reflexivos como el que ahora le propongo, puedo afirmar que ese ¡Ayotzi… vive!, retumbará en lo más profundo de la educación en mi México querido.

Fuente del Artículo:

¡Ayotzi…vive!

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El Congreso Nacional de Investigación sobre Educación Normal (CONISEN): un espacio para la reflexión

Por Abelardo Carro Nava

Dentro de los enfoques de la investigación, sea ésta educativa o no, existe un método que es conocido por quienes tenemos la maravillosa oportunidad de dedicar un poco de nuestro tiempo a la indagación de los diversos fenómenos que en el mundo acontecen; me refiero a la etnografía.

Si consideramos que un estudio etnográfico parte de la idea de obtener información directamente del campo en que ocurre cierto fenómeno, debemos considerar entonces, que éste es fiable en la medida en que el que investiga, se involucra con el objeto de estudio, independientemente del problema de que se trate. Para ello, resulta fundamental la recogida de datos a través de una observación participante, así como también, las entrevistas que se realicen a los sujetos que son parte de ese objeto de estudio. De esta forma, es como los hallazgos pueden presentarse de una manera objetiva y confiable, hecho que hace en sí mismo, relevante el tema de investigación que se esté abordando.

Pues bien mi estimado lector, en esta ocasión he querido hacer esta breve introducción con el propósito de exponerle, algunas reflexiones que he formulado con relación al 1er. Congreso Nacional de Investigación sobre Educación Normal (CONISEN), que tuvo lugar el pasado 8, 9 y 10 de marzo, en la bella ciudad de Mérida, Yucatán.

Pues bien, como seguramente usted recordará, en anteriores entregas, di cuenta de la acertada decisión que tuvo la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), sobre la organización de este evento. Como en dichas líneas lo exprese, ya era hora de que alguien voleara su mirada hacia las escuelas normales que, por años, se han mantenido en el olvido, y bueno, como docente normalista y apasionado de mi elección profesional, no dude ni por un instante en inscribirme a tal evento.

Así fue, formalmente fui aceptado y registrado en dicho Congreso en los últimos días del mes de febrero. Los pormenores del encuentro, no los abordaré a detalle, más por falta de espacio que de ganas, pero si quisiera exponer, lo que desde mi perspectiva, resultó ser un exitoso Congreso.

  1. Más de doscientas ponencias que abordaron diversos aspectos relacionadas con la investigación educativa en las escuelas normales, fueron expuestas por docentes pertenecientes a alguna de las más de doscientas normales públicas del país. Los temas fueron tan variados, que le permitieron a los asistentes, ampliar su visión y conocimiento con relación a las grandes problemáticas que atañe la formación de docentes en mi México querido.
  2. No obstante este dato, algunos más que puedo ofrecerles, fue la realización de talleres, exposición de cárteles y libros, con temas de vital importancia para quienes nos encontramos en el complejo mundo de la docencia.
  3. Por lo que respecta a las conferencias magistrales, hablar de que asistió el Dr. Ángel Díaz Barriga o la Dra. Rosa María Torres, sería un tanto difícil, y no refiero esto por el desconocimiento que pueda tener sobre tal o cual tema, sino porque su presencia y exposición de ideas vinculadas con el medio educativo, hablaron por sí solas.
  4. La participación del artista plástico Ángel Pahuamba en la elaboración de un Mural Itinerante denominado “Educación Expandida”, fue extraordinaria, dado que durante los tres días que estuvimos por la bella Mérida, fuimos testigos de su creación. Obra artística que encierra un cúmulo conocimientos relacionados con las escuelas normales.

De manera general, éste podría ser un breve pero sustancial bosquejo de lo que ocurrió en tierras Yucatecas pero, en ese ánimo de formular una breve interpretación, producto de esa investigación a la que hago referencia al inicio de estas líneas, destaco lo siguiente:

  1. La participación de estudiantes en este Congreso. Un asunto nada menor puesto que si hablamos de la formación de docentes investigadores, el escenario fue propicio para que los jóvenes normalistas, observaran el trabajo que decenas de colegas realizan como parte de su quehacer docente.
  2. La presencia discreta del Dr. Mario Chávez, Director General de la DGESPE, y de su equipo de trabajo, entre ellos, el Mtro. Abraham Sánchez Contreras, Director de Políticas Educativas de la misma Dirección; lo cual fue favorable, porque sin protagonismo ni llamamiento de los reflectores, capitalizaron sus energías para que el evento como tal, funcionara adecuadamente. En este sentido cabe señalar, que la apertura hacia la crítica, reflexión y análisis de estas autoridades educativas fue meritorio, porque si algo sabemos quienes nos dedicamos a la docencia, es que la educación en su conjunto no está muy bien que digamos en un país tan vapuleado como el nuestro; y con toda apertura, insisto, escucharon cada una de las propuestas que ahí se formularon.
  3. El intercambio de experiencias, fue el elemento principal que permeó este Congreso. Un hecho por demás significativo pero que dejo ver que los maestros y maestras de las escuelas normales, conocen su quehacer y, en consecuencia, saben de lo que están hablando cuando trabajan con sus alumnos en cada una de las aulas de sus escuelas.
  4. Ciertamente, es menester reconocer que, como todo en la vida, en el medio normalista existen sus “prietitos en el arroz”; sin embargo, en esta ocasión quise dedicar buena parte de estas líneas, a esos colegas que tuve la oportunidad de conocer en tal Congreso.

Espero, y lo digo con el corazón en la mano, que foro como estos, en los que prevalece tema académico, se mantengan y continúen para beneficio de los formadores de formadores. Ciertamente, el gran reto fue echar andar este proyecto pero, para quienes dirigen los destinos del subsistema normalista, les espera un reto mayor, organizar el 2º Congreso Nacional de Investigación sobre Educación Normal.

Estoy seguro, porque en palabras del Dr. Mario Chávez, el evento sobrepaso las expectativas. Ello, me congratula porque si de algo estamos cansados los mexicanos, es de falsas promesas y metas incumplidas.

¡Soy normalista de corazón y por ello, llevo el normalismo en la sangre!

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Por qué no se deja hablar a los maestros

Abelardo Carro Nava

De nueva cuenta los medios de comunicación se inundaron el pasado 13 de marzo, con la presentación del nuevo modelo educativo que el presidente Peña Nieto, y el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, dieron a conocer a la sociedad desde Palacio Nacional.

El evento en sí, lució como era de esperarse: aplausos, adulaciones, reconocimientos, agradecimientos; en fin, toda la parafernalia que es parte de este tipo de acciones que emanan del gobierno federal y, que nos tiene acostumbrados cuando se trata de presentar algo que así, de botepronto, se expone como la panacea que solucionará los grandes problemas que aquejan a los mexicanos en el ámbito educativo – para ser más específicos –.

No obstante esta superflua realidad que viven ciertos políticos de mi México querido, es menester reflexionar sobre la eficiencia, eficacia y relevancia de dicho modelo. Claro, si lo analizamos desde el plano de una educación de calidad tan necesaria como indispensable en un país tan vapuleado como el nuestro.

Pues bien, en tal evento llamó la atención que se hablara de una verdadera “revolución” educativa con la idea de transformar un Sistema Educativo Mexicano (SEM) caduco y que, para acabar pronto, hasta nuestros días, no ha permitido el desarrollo del pueblo de México. Cosa más curiosa fue ésta, porque a fuerza de ser sincero, este discurso se me antojó meramente electorero y sin un propósito educativo en específico. Al escucharlo pues, mi mente trajo aquellos episodios en lo que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), arengaba a sus simpatizantes con los ideales revolucionarios que aludían a una justicia social sin precedente. Ciertamente, hablar de revolución implica una transformación del estado de las cosas pero, considero que quienes hicieron uso del micrófono en este evento, se les olvidó que este mismo partido, su partido, ha sido el que ha propiciado la mayor parte de los males que hoy padecemos millones de mexicanos. En todo caso queda una pregunta en el aire: ¿acaso Peña Nieto y Nuño Mayer son los caudillos del “nuevo” México?

Por lo que respecta a los documentos que integran la propuesta gubernamental, y que fueron dados a conocer por estos funcionarios públicos, me limitaré a afirmar que nada nuevo contienen. De hecho, en varias ocasiones, cuando amablemente me han invitado a participar en algunos foros, cursos o talleres para hablar del mismo, he señalado la deficiencias en su estructuración y, como parece lógico, para su implementación.

En este sentido, fue curioso escuchar que el CIDE recabó y proceso los resultados que se obtuvieron de los foros y las encuestas que la SEP formuló para integrarlas al modelo presentado el día lunes; sin embargo, la responsable de tal encomienda, Blanca Heredia, no tuvo mayor injerencia en este evento. ¿Por qué no se habló de la forma en que se organizó cada uno de los foros en las que los maestros expusieron sus ideas con la intención de fortalecer el modelo educativo? Créame usted, y lo digo con conocimiento de causa, de tres a 5 minutos que se les otorgó a los participantes para presentar una “propuesta”, fue irrisorio dados los elementos que tuvieron que abordarse para realizar tal planteamiento.

¿Por qué no se deja hablar a los maestros y maestras de México? Es una pregunta que aún retumba en mi cabeza. ¿Miedo, temor, desconocimiento, incertidumbre, desasosiego por parte de las autoridades educativas? Es posible. No obstante, creo que en el fondo de esto, subyace la idea de perder autoridad frente a los miles de docentes que conocen y conocen muy bien el tema.

Se dice que de perder las elecciones en el 2018 se corre el riesgo de que el modelo educativo propuesto retroceda, y esto puede ser posible; sin embargo, hacer este tipo de señalamientos y afirmaciones nada bueno traen consigo, porque así como suena, manda un mensaje nada favorable para asegurar la continuidad educativa que se piensa. Si es un buen modelo, casi casi el que habrá de sacarnos del atolladero en el que nos encontramos, ¿por qué se piensa que habrá de ser cambiado en los próximos años?

Tengo claro que política y educación van de la mano pero, en este caso, a todas luces se sigue anteponiendo los intereses de partido, de grupo o de élite, de los que la sociedad espera y demanda. Ojalá y se le diera voz al magisterio. A ese sector que ha sido injustamente golpeado por el gobierno peñista. Los maestros tienen mucho que decir y proponer. Lo sé y me consta a través del diario recorrido que realizó en diversos centros escolares en los cuales los profesores desean ser escuchados, ser atendidos, ser tomados en cuenta.

Espero, en lo sucesivo, se trabaje en este asunto. El modelo educativo como tal ya fue presentado. Con esto Aurelio Nuño se lava las manos y tal vez podría decir: “yo ya hice mi chamba”. No obstante, el gran reto que enfrenta el sector, se encuentra en cada una de las entidades de mi querida República Mexicana. A los gobernadores les hace falta un buen jalón de orejas para que se pongan a trabajar, pero trabajar en serio para que los niños y niñas de México, efectivamente reflexionen sobre éste y otros asuntos, como el hecho de contar con más de 60 millones de mexicanos sumidos en la más cruel de las pobrezas.

Como en reiteradas ocasiones lo he dicho y lo sostengo, cansados estamos los mexicanos de que nos quieran dar atole con el dedo. La revolución, señores priistas, es parte de la historia. ¿Hay que tomarla en cuenta? Si. Pero no se les olvide que las revoluciones las luchó el pueblo.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/por-que-no-se-deja-hablar-a-los-maestros/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/03/unspecified-768×512.jpg

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