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¡Ayotzi…vive!

Abelardo Carro Nava

Desde que tengo uso de razón, he creído que el normalismo mexicano es un pilar de gran valía dentro del Sistema Educativo Mexicano (SME). ¿Por qué afirmo esto? Sencillamente porque la gran mayoría de los profesores y profesoras que se encuentran desempeñando una función docente en nuestros días, fueron formados en las aulas de las escuelas normales. Un asunto nada menor que, indiscutiblemente, hace pensar y repensar el subsistema de educación normal que existe en mi querido y amado México.

En este sentido, no puedo negar que en mis orígenes, se halla una profunda vena normalista, misma que me ha llevado a analizar concienzuda y objetivamente, cada parte de su historia, de su vida; así que con este referente deseo en esta ocasión, mi estimado lector, propiciar una reflexión en torno a un tema que sigue estando en la mente de muchos ciudadanos y educadores de este país. Como parece obvio, me referiré al caso de Ayotzinapa y a los 43 estudiantes que, hasta el momento en que cierro estas líneas, siguen desaparecidos.

Así, sin más ni más: desaparecidos. Cruda y trágica afirmación que, por más que se diga lo contrario, el hecho es en sí mismo innegable.

Las versiones que hemos escuchado y leído de los funcionarios públicos de la Secretaría de Gobernación, de la Procuraduría General de la República, de las autoridades del estado de Guerrero; en fin, de todos aquellos que tuvieron en algún momento injerencia en este lamentable asunto, no otorgan la credibilidad que, como mexicanos, esperamos. Y no son creíbles, porque las mismas indagaciones “científicas” que han presentado o expuesto, no corresponden a los hechos que en ese trágico día se vivieron.

Si usted recuerda, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes que participó en las investigaciones, dio los elementos suficientes para tirar por la borda la “verdad histórica” que en su momento expuso el ex procurador Murillo Karam y, a partir de tales consideraciones, la verdad de las cosas, insisto, poco hemos sabido de los hechos, pero también, poco se ha hecho al respecto.

Como sabemos, los padres de los 43 siguen la búsqueda de sus hijos. Las manifestaciones continúan; sin embargo, parece que su esfuerzo se difumina cuando en los medios de comunicación nos enteramos que es más fácil encontrar a un ex director del Diario conocido como La Prensa, que a los estudiantes de la Normal Isidro Burgos. Ahí radica el meollo del asunto, en la falta de un estado de derecho que haga fiables y confiables las investigaciones sobre tal o cual hecho.

Con tristeza, vemos que cada día aparecen más fosas clandestinas en varios estados de mi querida República Mexicana, particularmente, en Morelos y Veracruz. Lamentablemente, observamos que son los familiares de los desaparecidos los que no han cejado es sus intentos de encontrar con vida a sus familiares y no las autoridades correspondientes.

De hecho, y como sabemos, el tema de los 43 volvió a la luz pública por el desafortunado encuentro que tuvo Andrés Manuel López Obrador con un padre de los estudiantes desaparecidos. El debate, hasta estos días, se ha centrado en “tirar” culpas entre un candidato a la Presidencia de la República y una de las instituciones del estado mexicano: el ejército. Pero, ¿por qué no se habla de los alumnos de Ayotzinapa?, ¿por qué en ese afán de protagonismo en los medios de comunicación se olvida de un tema de trascendental importancia para lograr la credibilidad del gobierno mexicano?

Tengo claro que la lucha por el poder vuelve a los seres humanos arquitectos de su propio destino; no obstante, considero que el tema educativo no debe dejarse de lado, porque si bien es cierto que existe esa “lucha” desmedida por el poder – y que hasta cierto punto es lógica –, también es cierto que hace falta atender a las escuelas normales del país pero, sobre todo, la educación que se brinda en esos centros escolares. Idea simplista si usted quiere, pero que encuentra sentido en la formación de los futuros profesores que México requiere.

Si usted tuvo la oportunidad de escuchar el mensaje que ofreció el Secretario de Educación en la presentación del “nuevo” modelo educativo el pasado 13 de marzo. Éste tocó el tema de las normales, pero así, por “encimita”, lo cual no da claridad ni certeza en una probable reforma de la educación normal. Si, con seguridad habrá quién me diga que ya se están realizando “trabajos” para fortalecer al normalismo mexicano, y es cierto, debo reconocerlo. Sin embargo, parece que todo esfuerzo es insuficiente cuando por años, que se lea muy bien, por años, se han mantenido en el olvido.

Desde mi trinchera, y en ese recorrido que he tenido en estas importantes escuelas formadoras de docentes, puedo afirmar que poco se ha avanzado en la formación de formadores o… ¿alguien conoce de un programa nacional de fortalecimiento profesional-pedagógico-didáctico para todos los docentes normalistas?

¡Ayotzi… vive!, no es un eslogan ni una frase que arenga a una multitud en torno a un lamentable suceso. Su expresión, encierra ese cúmulo de demandas que las escuelas normales ha manifestado a través de los años y que, para acabar pronto, pocos han atendido. En este sentido, debo reconocer el esfuerzo que algunas autoridades educativas han realizado a favor de las normales. Es loable, lo agradezco, lo aplaudo. Pero, insisto, no es suficiente cuando quienes nos encontramos en “el ruedo”, somos conscientes de las problemáticas que enfrenta la educación normal en un país vapuleado como el nuestro.

Culminó mis ideas expresando una más en torno al tema que me ocupa. En días pasados en la ciudad de Mérida, Yucatán, por iniciativa – excelente iniciativa – de la DGESPE, se congregaron más de 800 maestros y estudiantes normalistas en el 1er. Congreso de Investigación sobre Educación Normal. En dicho evento, fui testigo de la capacidad profesional y académica de los profesores y estudiantes de este subsistema. ¿No podrán canalizarse las energías de la SEP para impulsar a todo un sector que, hoy por hoy, es indispensable para la formación de los mexicanos?, ¿qué intereses no permiten su avance y fortalecimiento?

Éstas son preguntas que, con seguridad, quedarán en el aire; sin embargo, mientras haya momentos reflexivos como el que ahora le propongo, puedo afirmar que ese ¡Ayotzi… vive!, retumbará en lo más profundo de la educación en mi México querido.

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¡Ayotzi…vive!

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El Congreso Nacional de Investigación sobre Educación Normal (CONISEN): un espacio para la reflexión

Por Abelardo Carro Nava

Dentro de los enfoques de la investigación, sea ésta educativa o no, existe un método que es conocido por quienes tenemos la maravillosa oportunidad de dedicar un poco de nuestro tiempo a la indagación de los diversos fenómenos que en el mundo acontecen; me refiero a la etnografía.

Si consideramos que un estudio etnográfico parte de la idea de obtener información directamente del campo en que ocurre cierto fenómeno, debemos considerar entonces, que éste es fiable en la medida en que el que investiga, se involucra con el objeto de estudio, independientemente del problema de que se trate. Para ello, resulta fundamental la recogida de datos a través de una observación participante, así como también, las entrevistas que se realicen a los sujetos que son parte de ese objeto de estudio. De esta forma, es como los hallazgos pueden presentarse de una manera objetiva y confiable, hecho que hace en sí mismo, relevante el tema de investigación que se esté abordando.

Pues bien mi estimado lector, en esta ocasión he querido hacer esta breve introducción con el propósito de exponerle, algunas reflexiones que he formulado con relación al 1er. Congreso Nacional de Investigación sobre Educación Normal (CONISEN), que tuvo lugar el pasado 8, 9 y 10 de marzo, en la bella ciudad de Mérida, Yucatán.

Pues bien, como seguramente usted recordará, en anteriores entregas, di cuenta de la acertada decisión que tuvo la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), sobre la organización de este evento. Como en dichas líneas lo exprese, ya era hora de que alguien voleara su mirada hacia las escuelas normales que, por años, se han mantenido en el olvido, y bueno, como docente normalista y apasionado de mi elección profesional, no dude ni por un instante en inscribirme a tal evento.

Así fue, formalmente fui aceptado y registrado en dicho Congreso en los últimos días del mes de febrero. Los pormenores del encuentro, no los abordaré a detalle, más por falta de espacio que de ganas, pero si quisiera exponer, lo que desde mi perspectiva, resultó ser un exitoso Congreso.

  1. Más de doscientas ponencias que abordaron diversos aspectos relacionadas con la investigación educativa en las escuelas normales, fueron expuestas por docentes pertenecientes a alguna de las más de doscientas normales públicas del país. Los temas fueron tan variados, que le permitieron a los asistentes, ampliar su visión y conocimiento con relación a las grandes problemáticas que atañe la formación de docentes en mi México querido.
  2. No obstante este dato, algunos más que puedo ofrecerles, fue la realización de talleres, exposición de cárteles y libros, con temas de vital importancia para quienes nos encontramos en el complejo mundo de la docencia.
  3. Por lo que respecta a las conferencias magistrales, hablar de que asistió el Dr. Ángel Díaz Barriga o la Dra. Rosa María Torres, sería un tanto difícil, y no refiero esto por el desconocimiento que pueda tener sobre tal o cual tema, sino porque su presencia y exposición de ideas vinculadas con el medio educativo, hablaron por sí solas.
  4. La participación del artista plástico Ángel Pahuamba en la elaboración de un Mural Itinerante denominado “Educación Expandida”, fue extraordinaria, dado que durante los tres días que estuvimos por la bella Mérida, fuimos testigos de su creación. Obra artística que encierra un cúmulo conocimientos relacionados con las escuelas normales.

De manera general, éste podría ser un breve pero sustancial bosquejo de lo que ocurrió en tierras Yucatecas pero, en ese ánimo de formular una breve interpretación, producto de esa investigación a la que hago referencia al inicio de estas líneas, destaco lo siguiente:

  1. La participación de estudiantes en este Congreso. Un asunto nada menor puesto que si hablamos de la formación de docentes investigadores, el escenario fue propicio para que los jóvenes normalistas, observaran el trabajo que decenas de colegas realizan como parte de su quehacer docente.
  2. La presencia discreta del Dr. Mario Chávez, Director General de la DGESPE, y de su equipo de trabajo, entre ellos, el Mtro. Abraham Sánchez Contreras, Director de Políticas Educativas de la misma Dirección; lo cual fue favorable, porque sin protagonismo ni llamamiento de los reflectores, capitalizaron sus energías para que el evento como tal, funcionara adecuadamente. En este sentido cabe señalar, que la apertura hacia la crítica, reflexión y análisis de estas autoridades educativas fue meritorio, porque si algo sabemos quienes nos dedicamos a la docencia, es que la educación en su conjunto no está muy bien que digamos en un país tan vapuleado como el nuestro; y con toda apertura, insisto, escucharon cada una de las propuestas que ahí se formularon.
  3. El intercambio de experiencias, fue el elemento principal que permeó este Congreso. Un hecho por demás significativo pero que dejo ver que los maestros y maestras de las escuelas normales, conocen su quehacer y, en consecuencia, saben de lo que están hablando cuando trabajan con sus alumnos en cada una de las aulas de sus escuelas.
  4. Ciertamente, es menester reconocer que, como todo en la vida, en el medio normalista existen sus “prietitos en el arroz”; sin embargo, en esta ocasión quise dedicar buena parte de estas líneas, a esos colegas que tuve la oportunidad de conocer en tal Congreso.

Espero, y lo digo con el corazón en la mano, que foro como estos, en los que prevalece tema académico, se mantengan y continúen para beneficio de los formadores de formadores. Ciertamente, el gran reto fue echar andar este proyecto pero, para quienes dirigen los destinos del subsistema normalista, les espera un reto mayor, organizar el 2º Congreso Nacional de Investigación sobre Educación Normal.

Estoy seguro, porque en palabras del Dr. Mario Chávez, el evento sobrepaso las expectativas. Ello, me congratula porque si de algo estamos cansados los mexicanos, es de falsas promesas y metas incumplidas.

¡Soy normalista de corazón y por ello, llevo el normalismo en la sangre!

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Por qué no se deja hablar a los maestros

Abelardo Carro Nava

De nueva cuenta los medios de comunicación se inundaron el pasado 13 de marzo, con la presentación del nuevo modelo educativo que el presidente Peña Nieto, y el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, dieron a conocer a la sociedad desde Palacio Nacional.

El evento en sí, lució como era de esperarse: aplausos, adulaciones, reconocimientos, agradecimientos; en fin, toda la parafernalia que es parte de este tipo de acciones que emanan del gobierno federal y, que nos tiene acostumbrados cuando se trata de presentar algo que así, de botepronto, se expone como la panacea que solucionará los grandes problemas que aquejan a los mexicanos en el ámbito educativo – para ser más específicos –.

No obstante esta superflua realidad que viven ciertos políticos de mi México querido, es menester reflexionar sobre la eficiencia, eficacia y relevancia de dicho modelo. Claro, si lo analizamos desde el plano de una educación de calidad tan necesaria como indispensable en un país tan vapuleado como el nuestro.

Pues bien, en tal evento llamó la atención que se hablara de una verdadera “revolución” educativa con la idea de transformar un Sistema Educativo Mexicano (SEM) caduco y que, para acabar pronto, hasta nuestros días, no ha permitido el desarrollo del pueblo de México. Cosa más curiosa fue ésta, porque a fuerza de ser sincero, este discurso se me antojó meramente electorero y sin un propósito educativo en específico. Al escucharlo pues, mi mente trajo aquellos episodios en lo que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), arengaba a sus simpatizantes con los ideales revolucionarios que aludían a una justicia social sin precedente. Ciertamente, hablar de revolución implica una transformación del estado de las cosas pero, considero que quienes hicieron uso del micrófono en este evento, se les olvidó que este mismo partido, su partido, ha sido el que ha propiciado la mayor parte de los males que hoy padecemos millones de mexicanos. En todo caso queda una pregunta en el aire: ¿acaso Peña Nieto y Nuño Mayer son los caudillos del “nuevo” México?

Por lo que respecta a los documentos que integran la propuesta gubernamental, y que fueron dados a conocer por estos funcionarios públicos, me limitaré a afirmar que nada nuevo contienen. De hecho, en varias ocasiones, cuando amablemente me han invitado a participar en algunos foros, cursos o talleres para hablar del mismo, he señalado la deficiencias en su estructuración y, como parece lógico, para su implementación.

En este sentido, fue curioso escuchar que el CIDE recabó y proceso los resultados que se obtuvieron de los foros y las encuestas que la SEP formuló para integrarlas al modelo presentado el día lunes; sin embargo, la responsable de tal encomienda, Blanca Heredia, no tuvo mayor injerencia en este evento. ¿Por qué no se habló de la forma en que se organizó cada uno de los foros en las que los maestros expusieron sus ideas con la intención de fortalecer el modelo educativo? Créame usted, y lo digo con conocimiento de causa, de tres a 5 minutos que se les otorgó a los participantes para presentar una “propuesta”, fue irrisorio dados los elementos que tuvieron que abordarse para realizar tal planteamiento.

¿Por qué no se deja hablar a los maestros y maestras de México? Es una pregunta que aún retumba en mi cabeza. ¿Miedo, temor, desconocimiento, incertidumbre, desasosiego por parte de las autoridades educativas? Es posible. No obstante, creo que en el fondo de esto, subyace la idea de perder autoridad frente a los miles de docentes que conocen y conocen muy bien el tema.

Se dice que de perder las elecciones en el 2018 se corre el riesgo de que el modelo educativo propuesto retroceda, y esto puede ser posible; sin embargo, hacer este tipo de señalamientos y afirmaciones nada bueno traen consigo, porque así como suena, manda un mensaje nada favorable para asegurar la continuidad educativa que se piensa. Si es un buen modelo, casi casi el que habrá de sacarnos del atolladero en el que nos encontramos, ¿por qué se piensa que habrá de ser cambiado en los próximos años?

Tengo claro que política y educación van de la mano pero, en este caso, a todas luces se sigue anteponiendo los intereses de partido, de grupo o de élite, de los que la sociedad espera y demanda. Ojalá y se le diera voz al magisterio. A ese sector que ha sido injustamente golpeado por el gobierno peñista. Los maestros tienen mucho que decir y proponer. Lo sé y me consta a través del diario recorrido que realizó en diversos centros escolares en los cuales los profesores desean ser escuchados, ser atendidos, ser tomados en cuenta.

Espero, en lo sucesivo, se trabaje en este asunto. El modelo educativo como tal ya fue presentado. Con esto Aurelio Nuño se lava las manos y tal vez podría decir: “yo ya hice mi chamba”. No obstante, el gran reto que enfrenta el sector, se encuentra en cada una de las entidades de mi querida República Mexicana. A los gobernadores les hace falta un buen jalón de orejas para que se pongan a trabajar, pero trabajar en serio para que los niños y niñas de México, efectivamente reflexionen sobre éste y otros asuntos, como el hecho de contar con más de 60 millones de mexicanos sumidos en la más cruel de las pobrezas.

Como en reiteradas ocasiones lo he dicho y lo sostengo, cansados estamos los mexicanos de que nos quieran dar atole con el dedo. La revolución, señores priistas, es parte de la historia. ¿Hay que tomarla en cuenta? Si. Pero no se les olvide que las revoluciones las luchó el pueblo.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/por-que-no-se-deja-hablar-a-los-maestros/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/03/unspecified-768×512.jpg

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Los Centros de Actualización del Magisterio, instituciones educativas… ¿olvidadas?

Mi apreciable lector, en esta ocasión quiero compartir una serie de reflexiones con relación a los Centros de Actualización del Magisterio (CAM) que aún quedan “vivos” en el país. Con seguridad, algunos de ustedes al leer el título que le da entrada a estas líneas, confundieron esta institución formadora de maestros con los Centros de Atención Múltiple, cuya definición y funcionalidad, es diferente a la que se le otorgó a dicho centro. Y es que mire usted, por años esta institución educativa, que ha recibido a cientos de docentes en sus aulas, ha estado en el olvido por las autoridades que dirigen los destinos de la educación pero, como siempre digo, vayamos por partes porque de este asunto, varias cosas se desprenden.

Pues bien, culminada la constante lucha revolucionaria que se vivió de manera álgida después de 1910, se pensó que la escuela rural mexicana debería ser atendida por profesores formados para tal efecto; por esta razón en el año de 1944, se creó el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM). Ésta, debo decirlo, fue una atinada iniciativa que el Gral. Manuel Ávila Camacho puso en marcha y que, para el año de 1945, entró en vigor en mi México querido.

Transcurridos los primeros años de su funcionamiento, para 1950 el Lic. Miguel Alemán, solicitó que este instituto continuara con sus actividades, mismas que el Lic. José Ángel Ceniceros consideró relevantes, por lo que se le otorgó su permanencia, dado que la función de capacitar y profesionalizar a los miles de docentes que requería el Sistema Educativo Mexicano (SEM), era de vital importancia dadas las condiciones educativas que prevalecían en el país. Este hecho fue altamente significativo, en razón de la misión que le fue conferida: capacitar al maestro rural; profesionalizarlo en el ejercicio de los conocimientos científicos y técnicos que requería la enseñanza rural; unificar las prácticas pedagógicas; y, otorgar títulos a docentes de primaria que concluyeran sus estudios.

Así, para 1971, este centro de actualización, había titulado a una cantidad considerable de docentes – se habla de más de 100 mil maestros aunque no hay cifras exactas –, por lo que torres Bodet, lo llegó a considerar como la normal más grande de Latinoamérica.

Obviamente que, conforme el tiempo transcurrió, varios hechos cambiaron la visión de lo que se tenía considerado, hasta ese entonces, como profesionalización del profesorado mexicano, por ejemplo: el surgimiento de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) en el año de 1978; el decreto de 1984 a partir del cual las escuelas normales del país, adquirieron el rango de licenciatura, lo que implicó que jóvenes egresados de bachillerato, y ya no de secundaria, ingresaran a las normales; la creación de la Licenciatura en Docencia Tecnológica (LIDOTEC) registrada en el año de 1986 por la Dirección General de Profesiones (DGP) y que fue impartida por la Dirección General de Capacitación y Mejoramiento Profesional (instancia a la que se encontraba adscrita el IFCM); el registro por la DGP en el año de 1993, de la institución educativa denominada “Centro de Actualización del Magisterio” (CAM) y cuya misión consistió en impartir la LIDOTEC con el propósito de que cientos de profesores adquirieran el perfil para que pudieran laborar en cada uno de los centros escolares a los que estaban adscritos.

Sobre este breve recorrido histórico resta decir, que a partir de 1971, la Dirección General de Mejoramiento Profesional del Magisterio (DGMPM), le asignó al todavía IFCM, una función sustantiva: la impartición de cursos de actualización con una duración de 30 o 40 hrs., además de algunos seminarios de actualización para los profesores en servicio. Asunto nada menor, puesto que dicha función era precisamente esa: capacitar al profesorado mexicano.

Insisto, años han pasado y desde aquella época en la que los CAM que se fundaron en el país, muchas cosas han pasado; sin embargo, la peor de todas, es que estas instituciones se han quedado en el olvido.

Razones por las que la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de sus distintos Secretarios, no haya volteado su mirada hacia estos centros de formación de maestros, pueden ser muchas y muy variadas. No obstante, quiero pensar que una de ellas, está relacionada con la falta de visión y de una política integral que articule adecuadamente a las instituciones formadoras de docentes.

Como seguramente usted sabrá, en el país existen las escuelas normales (públicas y privadas); las escuelas normales superiores; la UPN y sus distintas Unidades; las universidades (públicas y privadas) que forman en docencia; los CAM; en fin, varias instituciones educativas que tienen el propósito de formar y profesionalizar al magisterio. Sin embargo, y aun con esta gran diversidad, me resulta increíble que haya ciertas escuelas o centros de formación, en el olvido. Ya he dado cuenta en este mismo espacio, sobre las escuelas normales rurales, por ejemplo.

Ciertamente, habrá quien me diga que algunos CAM se incorporaron al Programa que recientemente lanzó el Gobierno Federal y cuyo nombre no deja de causarme extrañeza: Escuelas al cien; pero los recursos asignados, no satisfacen las grandes necesidades y/o requerimientos que enfrenta estos centros.

¿Por qué no pensar en una política, pero una política en serio, que integre a las instituciones de educación superior en el país y en cada uno de los estados de mi querida República Mexicana? Así como en las escuelas normales, y lo he constatado, existe personal directivo y docente que se pone las pilas para trabajar en la formación de docentes o futuros docentes, también en los CAM existen profesores comprometidos con la profesionalización del magisterio.

Habría que voltear a ver al CAM de Morelos, por ejemplo, cuya plataforma en la construcción de Curso-Talleres (en línea y presenciales) es de gran valía y cuyo trabajo va en serio.

Cierto, el CAM, como toda institución educativa tendrá sus “pietritos en el arroz” pero, seguro estoy, que son muchos los profesores que vienen empujando fuerte para fortalecer la educación que se brinda en estos centros de formación.

Sr. Aurelio Nuño, es momento de entrar en acción y fortalecer a través de sus subordinados en los estados, a los CAM. Se trata de fortalecer y profesionalizar al magisterio nacional o… ¿me equivoco?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-centros-de-actualizacion-del-magisterio-instituciones-educativas-olvidadas/

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Los repatriados y su inclusión en el Sistema Educativo Mexicano

por: Abelardo Carro Nava

Hace unos días, el Presidente Peña Nieto envío al Congreso de la Unión de nuestro país, su primera iniciativa preferente con la intención de que, dada la coyuntura que se vive con Estados Unidos y, específicamente, con el Presidente Donald Trump, se legislara para que los mexicanos en edad escolar que pudieran ser repatriados, se integraran sin ningún problema al Sistema Educativo Mexicano (SEM) y a las distintas escuelas que integran los diferentes niveles del mismo. Iniciativa que me pareció de lo más pertinente e importante, porque si de algo estamos cansados los mexicanos, es de la tormentosa serie de trámites administrativos que tenemos que padecer los que habitamos esta bella tierra azteca cuando acudimos a las instancias de gobierno a realizarlos; imagínese lo que ello significaría para quienes no cuentan con los papeles que los acreditan como mexicanos.

Insisto, esta medida, me pareció de lo más pertinente dado el difícil escenario que se observa en el país vecino. Sin embargo, me gustaría profundizar un poco sobre un tema que, al parecer, al Secretario Aurelio Nuño se le ha olvidado y que, por lo que le he escuchado a éste y leído sobre el asunto, no pensó que ocurriría en las escuelas de mi México querido; me refiero pues: a la inclusión educativa. Me explico.

Hace unos días, una de mis estudiantes que asisten al Centro de Actualización del Magisterio (CAM) a cursar la Licenciatura en Educación Secundaria con especialidad en Español, dado el tema que estábamos analizando en esos momentos, me planteó y compartió con el grupo, una problemática que se acababa de presentar en la escuela en la que se encuentra prestando sus servicios profesionales. Si mi memoria no me falla, se trataba de la llegada de dos adolescentes – hermanos – provenientes de Estados Unidos, cuyo padre y madre, habían sido repatriados por las políticas anti-migrantes que Trump ha implementado.

Pues bien, nos decía esta colega, que los alumnos fueron aceptados sin ningún problema en su institución. Los trámites y demás cuestiones “engorrosas” se resolvieron con rapidez; sin embargo, su incorporación a las aulas no fue ni ha sido del todo rápida ni del todo favorable; esto, porque uno de estos hermanos hablaba los dos idiomas, español e inglés, y podía comunicarse con el resto de la comunidad escolar, pero el otro hermano, solamente se comunicaba en inglés y, por obvias razones, su interacción era “limitada”.

No sé si llegado a este momento de la historia, usted, mi apreciable lector, puede imaginarse el cuadro que la compañera maestra nos estaba pintando a quienes nos encontrábamos en el salón de clases, sobre todo, por lo que se refiere al segundo estudiante. Cierto, en sus palabras había incertidumbre, desasosiego y, porque no, hasta desconocimiento de lo que podía o no hacer para atender esta situación y que la incorporación de su alumno al aula-escuela se diera en buenos términos. Es lógico pensar que el idioma no lo dominaba ella, y aunque tuviera conocimiento de algunas estrategias para integrarlo al grupo, cómo podría hacer que sus demás compañeros se comunicaran – o ella misma – con dicho alumno si la enseñanza del inglés en México se da de manera progresiva en las escuelas de nivel básico. Además de esto, cómo articular los contenidos si sabemos bien que el sistema de enseñanza varia en cuanto a lo que se aborda curricularmente en el país vecino y lo que en el nuestro se trabaja.

Menuda situación fue ésta, y vaya, no es para menos la preocupación y angustia que pudimos apreciar en esta colega. Así pues, debatimos sobre varias cuestiones: diagnóstico, adecuaciones curriculares, planeación, estrategias didácticas, formas de evaluación, pero también, de un aspecto muy importante, de inclusión educativa y atención a la diversidad. Temas que nos ocuparon varios minutos de la clase, y es que mire usted, pareciera ser fácil la llegada de los niños, adolescentes, jóvenes o adultos a nuestras escuelas y la verdad de las cosas no lo es. Y no lo es porque si el tránsito del hogar a la escuela es difícil en el ser humano, imagínese lo que significa dicho tránsito de un país a otro dadas las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales, que se viven en ambos lugares.

Es cierto, medidas como las que ha tomado el Presidente Peña o, bien, las que la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM) anunció en estos días para apoyar a quienes son o serían deportados de Estados Unidos, son buenas y aplaudibles. Sin embargo, un pendiente o un gran pendiente que se tiene en esta materia, está relacionado con la inclusión educativa y la atención a la diversidad. Vaya, para nadie es desconocido que nuestro país sigue padeciendo el pesado lastre de la desigualdad social y que ésta, sigue pegando en los centros escolares a los cuales asisten miles de niños en mi querida República Mexicana. Discriminación, racismo, violencia, entre otros conceptos más, se siguen manifestando entre los estudiantes en las escuelas, tanto públicas como privadas, de México.

Esto, aunado a una limitada capacitación hacia los maestros, agrava el hecho de que la incorporación de estudiantes provenientes de otros países, por ejemplo, se dé de la mejor manera posible. Ojo, estoy hablando de un proceso de inclusión y de atención que involucra al amplio espectro que integra el SEM.

Si de verdad se busca eliminar ciertas trabas administrativas para que dicho proceso sea rápido y favorable, también se debe considerar los escenarios a los cuales se insertarán los connacionales provenientes de Estados Unidos, tales como: los estados, municipios, escuelas, maestros, alumnos, padres de familia, entre otros.

De no hacerlo, de nada serviría una revalidación de estudios si la inclusión a la que hago referencia, no abona para que dicho proceso sea favorable en términos académicos y pedagógicos. Digo, para algo pueden funcionar los Consejos Técnicos en los cuales se trate esta situación o… ¿me equivoco?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-repatriados-y-su-inclusion-en-el-sistema-educativo-mexicano/

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El por qué de la investigación en las normales…

Abelardo Carro Nava

Sin duda, un tema que es fundamental en el ámbito de la formación docente para la generación de conocimientos, es la investigación. No hay más; quién piense lo contrario, desde mi perspectiva, vive en un tiempo y espacio que no corresponde a la realidad que hoy día enfrentamos en el mundo y en mi amado México. Dese cuenta, hoy más que nunca, se tiene mirar al interior de los problemas y en los problemas que se suscitan en diferentes contextos, sean éstos educativos o de otra naturaleza, mismos que por sus propias particularidades, seguro estoy, repercuten en los centros escolares a los cuales asisten millones de niños, jóvenes y adultos a formarse.

Por qué investigar; es un cuestionamiento que tal vez no requiera mayor explicación como la que le he dado a usted al inicio de estas ideas. Sin embargo, intentaré profundizar un poco más al respecto, para que podamos comprender en su justa dimensión, el planteamiento que al final le ofrezco.

Pues bien, como sabemos, las escuelas normales por decreto presidencial en el año de 1984, adquirieron ese “rango” de instituciones pertenecientes al nivel de educación superior, ubicadas, como parece obvio, en el ámbito de las universidades, politécnicos, tecnológicos, entre otros. Menuda situación fue ésta, dado que después de décadas y décadas en que fueron concebidas como parte de la educación básica, su concepción cambió de un día para otro. Era obvio que la expansión educativa, producto de las políticas nacionales que por años había hecho necesario la formación de maestros, tenía que cambiar. De ahí que pueda entenderse ese cambio tan radical que se vivió en el medio normalista durante la década de los ochenta.

A las normales, ingresaron jóvenes provenientes del nivel medio superior, el bachillerato. Los argumentos, se enfocaron a que la insípida formación de profesores, debía ser concebida como “licenciatura” y, por ende, los conocimientos, tenían que ser más que especializados para que los futuros profesores, enfrentaran los retos que el mundo contemporáneo imponía a cada instante. Como sabemos, la tecnología, el crecimiento de las empresas, vaya, el neoliberalismo que surgió en el planeta, obligó a que buena parte de los estudios se perfilaran a satisfacer las necesidades, no solo de los seres humanos, sino del mercado.

Si entendemos y coincidimos con la idea anterior, resulta obvio pensar que como  instituciones de educación superior, las escuelas formadoras de docentes, debían de adoptar un modelo que en el ámbito universitario venía operando: docencia, investigación y difusión y extensión de la cultura. Tres líneas de actuación que tienen sentido, si consideramos que son éstas, las que le dan funcionalidad a quienes tienen la misión de educar en un campo disciplinario en específico.

No obstante esta situación, los diagnósticos y demás documentos que he consultado, me permiten afirmar que éstos no fueron del todo analizados por quienes en ese entonces tomaron la decisión de incorporar a las escuelas normales en este nivel educativo. Razones para afirmar este aspecto son muchas y muy variadas, sin embargo, me enfocaré brevemente a dos de ellas que, desde mi perspectiva, son fundamentales para comprender el rezago por el que en materia de investigación no se ha avanzado mucho en las normales: la falta de autonomía institucional y la limitada capacitación que se brindó por décadas al personal integrante de este medio.

Por lo que respecta al primer punto, basta con revisar la Constitución Política de México, para observar que las normales no gozan de autonomía en prácticamente muchos de los aspectos que por obvias razones, las diferencian del ámbito universitario: diseño curricular, evaluación, recursos – de diversa naturaleza –, matrícula, ingreso de aspirantes, entre otros. Por lo que toca al segundo punto, es menester decir, que las escuelas normales por décadas fueron un sector olvidado, sobre todo, en el diseño de programas de capacitación, actualización y profesionalización de los docentes que se encuentran adscritos al subsistema normalista. Así, de simple, así de real, así de complejo.

Quienes tenemos la fortuna de haber transitado por alguna de estas escuelas formadoras de docentes, y quienes hemos leído y hecho investigación sobre el mismo medio, lo sabemos y lo sabemos muy bien. Las razones para argumentar ese olvido al que hago referencia, también son muchas y muy variadas, pero me limitaré en estos momentos, a afirmar que la política, esa mala política que se desprende de un podrido Sistema Político, las permeó hasta los huesos.

Así las cosas, en días recientes la Dirección de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), a través de la Dirección de Políticas Educativas, cuyo titular es el Mtro. Abraham Sánchez Contreras, ha impulsado en el país, el Primer Congreso Nacional de Investigación en las Escuelas Normales (CONISEN), con el propósito de fortalecer un aspecto que, aunque aislado, se viene dando en buena parte de las normales públicas de México. Asunto que me congratula y que llena de esperanza, porque si algo tengo claro, es que en las normales se están haciendo muchas cosas y se están haciendo bien. Ya era hora de que alguien volteara la mirada a ese sector que, repito, por años fue olvidado.

Ciertamente, y usted mi querido lector lo sabe, he sido un crítico empedernido – más no criticón – sobre los distintos asuntos que ocupan y preocupan en el ámbito normalista; sin embargo, también se reconocer el trabajo que algunas instancias y colegas realizan en beneficio de la educación que se brinda en mi México querido.

Esperemos, que en el evento como tal, coincidamos varios colegas normalistas sin otro fin más que el educativo. Ya habrá tiempo para la “jiribilla” política, porque considero que este espacio se abre para que mostremos el trabajo que realizamos en cada una de las más de 400 normales en el país.

Desde mi perspectiva, es momento de hacer ruido, pero éste debe ser un ruido a través del cual, la sociedad hable en otros términos del normalismo mexicano y, de una buena vez por todas, se deje atrás ese lastre que por años, y por culpa de algunos políticos y autoridades educativas que han ocupado el lugar que en algún momento lleno el gran Vasconcelos, se la ha asignado a los que conforman el medio.

Esperemos que el Sr. Aurelio Nuño entienda que látigo en mano, no genera la misma reacción que la que este tipo de eventos despierta en el Sistema Educativo Mexicano.

Colegas, Mérida nos espera. Mostremos esa fuerza académica que nos caracteriza. Allá nos vemos.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/el-porque-de-la-investigacion-en-las-normales/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2014/05/modelo-profesional-de-las-escuelas-normales.png

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Y después de la jubilación… ¿qué sigue?

Por: Abelardo Carro Nava

Generalmente, para quienes tenemos la oportunidad de encontrarnos “activos” dentro del Sistema Educativo Mexicano (SME), la pregunta que da entrada a esta serie de reflexiones, impostergablemente, llega. Y llega en el momento en que las circunstancias de naturaleza administrativa nos lo hacen saber pero, además, los que la propia constitución biológica de los seres humanos, lo confirma.

Pareciera ser fácil tomar esa decisión: jubilarse. Pero no es así. De hecho, bien a bien no acabo de comprender dicho termino, porque por más que los diccionarios y las normas establecidas que he consultado me brindan cierta información al respecto, la verdad de las cosas, es que estas definiciones son nada frente al significado que cada ser humano le otorga al mismo y, mucho menos, al proceso que cada individuo vive llegado ese momento.

Pensemos pues, en esos maestros que por más de 30 años dedicaron su vida a la enseñanza. ¿Será fácil desprenderse de todo ese cúmulo de elementos que forman parte de ese proceso de enseñanza y de aprendizaje?, ¿cómo dejar de buenas a primeras las actividades que por años llevaron a cabo para favorecer los aprendizajes de sus estudiante?, ¿cómo eliminar de tajo la convivencia – en sus distintas formas – con colegas, alumnos y padres de familia?, ¿cómo desligarse de todo lo que el medio educativo significa?

No sé si usted mi apreciable lector, se haya detenido un momento a pensar cada uno de las interrogantes que he planteado. Sinceramente, quienes nos encontramos insertos y “activos” en el SEM, sólo lo hacemos o hemos hecho, cuando el fantasma de la jubilación ronda nuestra puerta. Asunto nada menor que muy pocos nos hemos detenido a analizar e indagar. ¿Las razones? Aunque ilógicas e irracionales, son en buena medida, entendibles, porque aquel trabajador de la educación que se jubila “ya no es parte de ese sistema” dado que su ciclo ha culminado, no obstante que éste se incorpora a otro, a ese en el que la vejez lo cobija, lo comprende y lo acepta.

Triste realidad es ésta. Y la hemos aceptado como un proceso natural en los seres humanos, dada la etapa productiva que pueden ejercer en tal o cual profesión los hombres. Sin embargo, permítame ser un poco “quisquilloso” al respecto: la Secretaría de Educación Pública (SEP) no se ha ocupado de capacitar a los que ingresan al medio y, mucho menos, ha considerado brindar un apoyo a quienes transitan por ese proceso jubilatorio.

¿Cuántas veces no habremos escuchado a algunos de nuestros mentores expresar que si se jubilan se mueren?, ¿cuántas veces no hemos oído decir a los profesores que su futuro será incierto una vez que se jubilen?, ¿cuántas veces no hemos visto a esos maestros, que fueron nuestros maestros, en las clínicas y/o hospitales porque sus enfermedades se agravaron después de su retiro?

Cierto es, que buena parte de quienes toman la decisión de jubilarse, tienen y viven un proceso favorable. Tal vez las circunstancias sociales y económicas les permiten o permitieron gozar felizmente de esa jubilación a la que tienen “derecho”. No obstante, también es cierto que buena parte de esos docentes, no viven ese proceso como debiera, y es ahí donde quisiera ocuparme un poco. Porque finalmente, como prestadores de servicio y empleados del gobierno, también somos seres humanos que amamos y sentimos, que pensamos y reflexionamos, que valoramos y somos valorados, en fin, que vivimos.

Justo por esta última razón, y en aras de comprender el proceso de desprendimiento de la profesión docente, es que quien escribe estas líneas, conjuntamente con la Mtra. Rocío Acosta Jaimes, colega de la Normal Urbana Federal Cuautla, Morelos; decidimos iniciar un proyecto de investigación con profesores jubilados de escuelas normales en el estado de Tlaxcala y, como parece obvio, de Morelos, con la finalidad de reconstruir su identidad profesional a partir de los espacios de sociabilidad y procesos discursivos que los llevaron a ser maestros normalistas. Es indudable que el tema de la jubilación saldrá a relucir, sin embargo, nuestro objeto de estudio se centra en ese proceso que han vivido los profesores que serán sujetos de estudio.

En este sentido, es que la metodología jugará un papel importante; sin embargo, creemos que a través del método biográfico y las historias de vida, podremos acercarnos a la comprensión del fenómeno que deseamos indagar y, cuyo propósito, será el de exponer dicho proceso para generar un conocimiento sobre tan importante tema de estudio.

Alguna vez se ha preguntado cuántos estudios se han o habrán hecho al respecto. Pues bien, esa fue una de las primeras interrogantes que nos planteamos y partir de las cuales, pretendemos lograr el objetivo propuesto.

En suma, considero que la educación es un campo muy amplio de posibilidades en cuanto a la investigación se refiere. De hecho, en caso de ser aprobado, estaremos exponiendo este anteproyecto de indagación en el Primer Congreso Nacional de Investigación de Educación Normal en Mérida, Yucatán, pero, si no fuera así, dicho proyecto seguirá su curso hasta encontrar los hallazgos que la misma indagatoria nos regale.

Estoy seguro y convencido, que la educación puede cambiar al mundo y, trabajos como éste, y como los de cientos de colegas que realizan a diario en sus propios espacios, brindan la posibilidad de tener una perspectiva diferente de las cosas o de los fenómenos.

Ojalá, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, o el mismo Juan Díaz de la Torre, volteara su mirada a los cientos de maestros y maestras jubilados. Su vida se vivió en el magisterio, esa vida de la que muy probablemente, solo quedan: recuerdos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/y-despues-de-la-jubilacion-que-sigue/

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