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Los Centros de Actualización del Magisterio, instituciones educativas… ¿olvidadas?

Mi apreciable lector, en esta ocasión quiero compartir una serie de reflexiones con relación a los Centros de Actualización del Magisterio (CAM) que aún quedan “vivos” en el país. Con seguridad, algunos de ustedes al leer el título que le da entrada a estas líneas, confundieron esta institución formadora de maestros con los Centros de Atención Múltiple, cuya definición y funcionalidad, es diferente a la que se le otorgó a dicho centro. Y es que mire usted, por años esta institución educativa, que ha recibido a cientos de docentes en sus aulas, ha estado en el olvido por las autoridades que dirigen los destinos de la educación pero, como siempre digo, vayamos por partes porque de este asunto, varias cosas se desprenden.

Pues bien, culminada la constante lucha revolucionaria que se vivió de manera álgida después de 1910, se pensó que la escuela rural mexicana debería ser atendida por profesores formados para tal efecto; por esta razón en el año de 1944, se creó el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM). Ésta, debo decirlo, fue una atinada iniciativa que el Gral. Manuel Ávila Camacho puso en marcha y que, para el año de 1945, entró en vigor en mi México querido.

Transcurridos los primeros años de su funcionamiento, para 1950 el Lic. Miguel Alemán, solicitó que este instituto continuara con sus actividades, mismas que el Lic. José Ángel Ceniceros consideró relevantes, por lo que se le otorgó su permanencia, dado que la función de capacitar y profesionalizar a los miles de docentes que requería el Sistema Educativo Mexicano (SEM), era de vital importancia dadas las condiciones educativas que prevalecían en el país. Este hecho fue altamente significativo, en razón de la misión que le fue conferida: capacitar al maestro rural; profesionalizarlo en el ejercicio de los conocimientos científicos y técnicos que requería la enseñanza rural; unificar las prácticas pedagógicas; y, otorgar títulos a docentes de primaria que concluyeran sus estudios.

Así, para 1971, este centro de actualización, había titulado a una cantidad considerable de docentes – se habla de más de 100 mil maestros aunque no hay cifras exactas –, por lo que torres Bodet, lo llegó a considerar como la normal más grande de Latinoamérica.

Obviamente que, conforme el tiempo transcurrió, varios hechos cambiaron la visión de lo que se tenía considerado, hasta ese entonces, como profesionalización del profesorado mexicano, por ejemplo: el surgimiento de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) en el año de 1978; el decreto de 1984 a partir del cual las escuelas normales del país, adquirieron el rango de licenciatura, lo que implicó que jóvenes egresados de bachillerato, y ya no de secundaria, ingresaran a las normales; la creación de la Licenciatura en Docencia Tecnológica (LIDOTEC) registrada en el año de 1986 por la Dirección General de Profesiones (DGP) y que fue impartida por la Dirección General de Capacitación y Mejoramiento Profesional (instancia a la que se encontraba adscrita el IFCM); el registro por la DGP en el año de 1993, de la institución educativa denominada “Centro de Actualización del Magisterio” (CAM) y cuya misión consistió en impartir la LIDOTEC con el propósito de que cientos de profesores adquirieran el perfil para que pudieran laborar en cada uno de los centros escolares a los que estaban adscritos.

Sobre este breve recorrido histórico resta decir, que a partir de 1971, la Dirección General de Mejoramiento Profesional del Magisterio (DGMPM), le asignó al todavía IFCM, una función sustantiva: la impartición de cursos de actualización con una duración de 30 o 40 hrs., además de algunos seminarios de actualización para los profesores en servicio. Asunto nada menor, puesto que dicha función era precisamente esa: capacitar al profesorado mexicano.

Insisto, años han pasado y desde aquella época en la que los CAM que se fundaron en el país, muchas cosas han pasado; sin embargo, la peor de todas, es que estas instituciones se han quedado en el olvido.

Razones por las que la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de sus distintos Secretarios, no haya volteado su mirada hacia estos centros de formación de maestros, pueden ser muchas y muy variadas. No obstante, quiero pensar que una de ellas, está relacionada con la falta de visión y de una política integral que articule adecuadamente a las instituciones formadoras de docentes.

Como seguramente usted sabrá, en el país existen las escuelas normales (públicas y privadas); las escuelas normales superiores; la UPN y sus distintas Unidades; las universidades (públicas y privadas) que forman en docencia; los CAM; en fin, varias instituciones educativas que tienen el propósito de formar y profesionalizar al magisterio. Sin embargo, y aun con esta gran diversidad, me resulta increíble que haya ciertas escuelas o centros de formación, en el olvido. Ya he dado cuenta en este mismo espacio, sobre las escuelas normales rurales, por ejemplo.

Ciertamente, habrá quien me diga que algunos CAM se incorporaron al Programa que recientemente lanzó el Gobierno Federal y cuyo nombre no deja de causarme extrañeza: Escuelas al cien; pero los recursos asignados, no satisfacen las grandes necesidades y/o requerimientos que enfrenta estos centros.

¿Por qué no pensar en una política, pero una política en serio, que integre a las instituciones de educación superior en el país y en cada uno de los estados de mi querida República Mexicana? Así como en las escuelas normales, y lo he constatado, existe personal directivo y docente que se pone las pilas para trabajar en la formación de docentes o futuros docentes, también en los CAM existen profesores comprometidos con la profesionalización del magisterio.

Habría que voltear a ver al CAM de Morelos, por ejemplo, cuya plataforma en la construcción de Curso-Talleres (en línea y presenciales) es de gran valía y cuyo trabajo va en serio.

Cierto, el CAM, como toda institución educativa tendrá sus “pietritos en el arroz” pero, seguro estoy, que son muchos los profesores que vienen empujando fuerte para fortalecer la educación que se brinda en estos centros de formación.

Sr. Aurelio Nuño, es momento de entrar en acción y fortalecer a través de sus subordinados en los estados, a los CAM. Se trata de fortalecer y profesionalizar al magisterio nacional o… ¿me equivoco?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-centros-de-actualizacion-del-magisterio-instituciones-educativas-olvidadas/

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Los repatriados y su inclusión en el Sistema Educativo Mexicano

por: Abelardo Carro Nava

Hace unos días, el Presidente Peña Nieto envío al Congreso de la Unión de nuestro país, su primera iniciativa preferente con la intención de que, dada la coyuntura que se vive con Estados Unidos y, específicamente, con el Presidente Donald Trump, se legislara para que los mexicanos en edad escolar que pudieran ser repatriados, se integraran sin ningún problema al Sistema Educativo Mexicano (SEM) y a las distintas escuelas que integran los diferentes niveles del mismo. Iniciativa que me pareció de lo más pertinente e importante, porque si de algo estamos cansados los mexicanos, es de la tormentosa serie de trámites administrativos que tenemos que padecer los que habitamos esta bella tierra azteca cuando acudimos a las instancias de gobierno a realizarlos; imagínese lo que ello significaría para quienes no cuentan con los papeles que los acreditan como mexicanos.

Insisto, esta medida, me pareció de lo más pertinente dado el difícil escenario que se observa en el país vecino. Sin embargo, me gustaría profundizar un poco sobre un tema que, al parecer, al Secretario Aurelio Nuño se le ha olvidado y que, por lo que le he escuchado a éste y leído sobre el asunto, no pensó que ocurriría en las escuelas de mi México querido; me refiero pues: a la inclusión educativa. Me explico.

Hace unos días, una de mis estudiantes que asisten al Centro de Actualización del Magisterio (CAM) a cursar la Licenciatura en Educación Secundaria con especialidad en Español, dado el tema que estábamos analizando en esos momentos, me planteó y compartió con el grupo, una problemática que se acababa de presentar en la escuela en la que se encuentra prestando sus servicios profesionales. Si mi memoria no me falla, se trataba de la llegada de dos adolescentes – hermanos – provenientes de Estados Unidos, cuyo padre y madre, habían sido repatriados por las políticas anti-migrantes que Trump ha implementado.

Pues bien, nos decía esta colega, que los alumnos fueron aceptados sin ningún problema en su institución. Los trámites y demás cuestiones “engorrosas” se resolvieron con rapidez; sin embargo, su incorporación a las aulas no fue ni ha sido del todo rápida ni del todo favorable; esto, porque uno de estos hermanos hablaba los dos idiomas, español e inglés, y podía comunicarse con el resto de la comunidad escolar, pero el otro hermano, solamente se comunicaba en inglés y, por obvias razones, su interacción era “limitada”.

No sé si llegado a este momento de la historia, usted, mi apreciable lector, puede imaginarse el cuadro que la compañera maestra nos estaba pintando a quienes nos encontrábamos en el salón de clases, sobre todo, por lo que se refiere al segundo estudiante. Cierto, en sus palabras había incertidumbre, desasosiego y, porque no, hasta desconocimiento de lo que podía o no hacer para atender esta situación y que la incorporación de su alumno al aula-escuela se diera en buenos términos. Es lógico pensar que el idioma no lo dominaba ella, y aunque tuviera conocimiento de algunas estrategias para integrarlo al grupo, cómo podría hacer que sus demás compañeros se comunicaran – o ella misma – con dicho alumno si la enseñanza del inglés en México se da de manera progresiva en las escuelas de nivel básico. Además de esto, cómo articular los contenidos si sabemos bien que el sistema de enseñanza varia en cuanto a lo que se aborda curricularmente en el país vecino y lo que en el nuestro se trabaja.

Menuda situación fue ésta, y vaya, no es para menos la preocupación y angustia que pudimos apreciar en esta colega. Así pues, debatimos sobre varias cuestiones: diagnóstico, adecuaciones curriculares, planeación, estrategias didácticas, formas de evaluación, pero también, de un aspecto muy importante, de inclusión educativa y atención a la diversidad. Temas que nos ocuparon varios minutos de la clase, y es que mire usted, pareciera ser fácil la llegada de los niños, adolescentes, jóvenes o adultos a nuestras escuelas y la verdad de las cosas no lo es. Y no lo es porque si el tránsito del hogar a la escuela es difícil en el ser humano, imagínese lo que significa dicho tránsito de un país a otro dadas las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales, que se viven en ambos lugares.

Es cierto, medidas como las que ha tomado el Presidente Peña o, bien, las que la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM) anunció en estos días para apoyar a quienes son o serían deportados de Estados Unidos, son buenas y aplaudibles. Sin embargo, un pendiente o un gran pendiente que se tiene en esta materia, está relacionado con la inclusión educativa y la atención a la diversidad. Vaya, para nadie es desconocido que nuestro país sigue padeciendo el pesado lastre de la desigualdad social y que ésta, sigue pegando en los centros escolares a los cuales asisten miles de niños en mi querida República Mexicana. Discriminación, racismo, violencia, entre otros conceptos más, se siguen manifestando entre los estudiantes en las escuelas, tanto públicas como privadas, de México.

Esto, aunado a una limitada capacitación hacia los maestros, agrava el hecho de que la incorporación de estudiantes provenientes de otros países, por ejemplo, se dé de la mejor manera posible. Ojo, estoy hablando de un proceso de inclusión y de atención que involucra al amplio espectro que integra el SEM.

Si de verdad se busca eliminar ciertas trabas administrativas para que dicho proceso sea rápido y favorable, también se debe considerar los escenarios a los cuales se insertarán los connacionales provenientes de Estados Unidos, tales como: los estados, municipios, escuelas, maestros, alumnos, padres de familia, entre otros.

De no hacerlo, de nada serviría una revalidación de estudios si la inclusión a la que hago referencia, no abona para que dicho proceso sea favorable en términos académicos y pedagógicos. Digo, para algo pueden funcionar los Consejos Técnicos en los cuales se trate esta situación o… ¿me equivoco?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-repatriados-y-su-inclusion-en-el-sistema-educativo-mexicano/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/08/9209.jpg

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El por qué de la investigación en las normales…

Abelardo Carro Nava

Sin duda, un tema que es fundamental en el ámbito de la formación docente para la generación de conocimientos, es la investigación. No hay más; quién piense lo contrario, desde mi perspectiva, vive en un tiempo y espacio que no corresponde a la realidad que hoy día enfrentamos en el mundo y en mi amado México. Dese cuenta, hoy más que nunca, se tiene mirar al interior de los problemas y en los problemas que se suscitan en diferentes contextos, sean éstos educativos o de otra naturaleza, mismos que por sus propias particularidades, seguro estoy, repercuten en los centros escolares a los cuales asisten millones de niños, jóvenes y adultos a formarse.

Por qué investigar; es un cuestionamiento que tal vez no requiera mayor explicación como la que le he dado a usted al inicio de estas ideas. Sin embargo, intentaré profundizar un poco más al respecto, para que podamos comprender en su justa dimensión, el planteamiento que al final le ofrezco.

Pues bien, como sabemos, las escuelas normales por decreto presidencial en el año de 1984, adquirieron ese “rango” de instituciones pertenecientes al nivel de educación superior, ubicadas, como parece obvio, en el ámbito de las universidades, politécnicos, tecnológicos, entre otros. Menuda situación fue ésta, dado que después de décadas y décadas en que fueron concebidas como parte de la educación básica, su concepción cambió de un día para otro. Era obvio que la expansión educativa, producto de las políticas nacionales que por años había hecho necesario la formación de maestros, tenía que cambiar. De ahí que pueda entenderse ese cambio tan radical que se vivió en el medio normalista durante la década de los ochenta.

A las normales, ingresaron jóvenes provenientes del nivel medio superior, el bachillerato. Los argumentos, se enfocaron a que la insípida formación de profesores, debía ser concebida como “licenciatura” y, por ende, los conocimientos, tenían que ser más que especializados para que los futuros profesores, enfrentaran los retos que el mundo contemporáneo imponía a cada instante. Como sabemos, la tecnología, el crecimiento de las empresas, vaya, el neoliberalismo que surgió en el planeta, obligó a que buena parte de los estudios se perfilaran a satisfacer las necesidades, no solo de los seres humanos, sino del mercado.

Si entendemos y coincidimos con la idea anterior, resulta obvio pensar que como  instituciones de educación superior, las escuelas formadoras de docentes, debían de adoptar un modelo que en el ámbito universitario venía operando: docencia, investigación y difusión y extensión de la cultura. Tres líneas de actuación que tienen sentido, si consideramos que son éstas, las que le dan funcionalidad a quienes tienen la misión de educar en un campo disciplinario en específico.

No obstante esta situación, los diagnósticos y demás documentos que he consultado, me permiten afirmar que éstos no fueron del todo analizados por quienes en ese entonces tomaron la decisión de incorporar a las escuelas normales en este nivel educativo. Razones para afirmar este aspecto son muchas y muy variadas, sin embargo, me enfocaré brevemente a dos de ellas que, desde mi perspectiva, son fundamentales para comprender el rezago por el que en materia de investigación no se ha avanzado mucho en las normales: la falta de autonomía institucional y la limitada capacitación que se brindó por décadas al personal integrante de este medio.

Por lo que respecta al primer punto, basta con revisar la Constitución Política de México, para observar que las normales no gozan de autonomía en prácticamente muchos de los aspectos que por obvias razones, las diferencian del ámbito universitario: diseño curricular, evaluación, recursos – de diversa naturaleza –, matrícula, ingreso de aspirantes, entre otros. Por lo que toca al segundo punto, es menester decir, que las escuelas normales por décadas fueron un sector olvidado, sobre todo, en el diseño de programas de capacitación, actualización y profesionalización de los docentes que se encuentran adscritos al subsistema normalista. Así, de simple, así de real, así de complejo.

Quienes tenemos la fortuna de haber transitado por alguna de estas escuelas formadoras de docentes, y quienes hemos leído y hecho investigación sobre el mismo medio, lo sabemos y lo sabemos muy bien. Las razones para argumentar ese olvido al que hago referencia, también son muchas y muy variadas, pero me limitaré en estos momentos, a afirmar que la política, esa mala política que se desprende de un podrido Sistema Político, las permeó hasta los huesos.

Así las cosas, en días recientes la Dirección de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), a través de la Dirección de Políticas Educativas, cuyo titular es el Mtro. Abraham Sánchez Contreras, ha impulsado en el país, el Primer Congreso Nacional de Investigación en las Escuelas Normales (CONISEN), con el propósito de fortalecer un aspecto que, aunque aislado, se viene dando en buena parte de las normales públicas de México. Asunto que me congratula y que llena de esperanza, porque si algo tengo claro, es que en las normales se están haciendo muchas cosas y se están haciendo bien. Ya era hora de que alguien volteara la mirada a ese sector que, repito, por años fue olvidado.

Ciertamente, y usted mi querido lector lo sabe, he sido un crítico empedernido – más no criticón – sobre los distintos asuntos que ocupan y preocupan en el ámbito normalista; sin embargo, también se reconocer el trabajo que algunas instancias y colegas realizan en beneficio de la educación que se brinda en mi México querido.

Esperemos, que en el evento como tal, coincidamos varios colegas normalistas sin otro fin más que el educativo. Ya habrá tiempo para la “jiribilla” política, porque considero que este espacio se abre para que mostremos el trabajo que realizamos en cada una de las más de 400 normales en el país.

Desde mi perspectiva, es momento de hacer ruido, pero éste debe ser un ruido a través del cual, la sociedad hable en otros términos del normalismo mexicano y, de una buena vez por todas, se deje atrás ese lastre que por años, y por culpa de algunos políticos y autoridades educativas que han ocupado el lugar que en algún momento lleno el gran Vasconcelos, se la ha asignado a los que conforman el medio.

Esperemos que el Sr. Aurelio Nuño entienda que látigo en mano, no genera la misma reacción que la que este tipo de eventos despierta en el Sistema Educativo Mexicano.

Colegas, Mérida nos espera. Mostremos esa fuerza académica que nos caracteriza. Allá nos vemos.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/el-porque-de-la-investigacion-en-las-normales/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2014/05/modelo-profesional-de-las-escuelas-normales.png

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Y después de la jubilación… ¿qué sigue?

Por: Abelardo Carro Nava

Generalmente, para quienes tenemos la oportunidad de encontrarnos “activos” dentro del Sistema Educativo Mexicano (SME), la pregunta que da entrada a esta serie de reflexiones, impostergablemente, llega. Y llega en el momento en que las circunstancias de naturaleza administrativa nos lo hacen saber pero, además, los que la propia constitución biológica de los seres humanos, lo confirma.

Pareciera ser fácil tomar esa decisión: jubilarse. Pero no es así. De hecho, bien a bien no acabo de comprender dicho termino, porque por más que los diccionarios y las normas establecidas que he consultado me brindan cierta información al respecto, la verdad de las cosas, es que estas definiciones son nada frente al significado que cada ser humano le otorga al mismo y, mucho menos, al proceso que cada individuo vive llegado ese momento.

Pensemos pues, en esos maestros que por más de 30 años dedicaron su vida a la enseñanza. ¿Será fácil desprenderse de todo ese cúmulo de elementos que forman parte de ese proceso de enseñanza y de aprendizaje?, ¿cómo dejar de buenas a primeras las actividades que por años llevaron a cabo para favorecer los aprendizajes de sus estudiante?, ¿cómo eliminar de tajo la convivencia – en sus distintas formas – con colegas, alumnos y padres de familia?, ¿cómo desligarse de todo lo que el medio educativo significa?

No sé si usted mi apreciable lector, se haya detenido un momento a pensar cada uno de las interrogantes que he planteado. Sinceramente, quienes nos encontramos insertos y “activos” en el SEM, sólo lo hacemos o hemos hecho, cuando el fantasma de la jubilación ronda nuestra puerta. Asunto nada menor que muy pocos nos hemos detenido a analizar e indagar. ¿Las razones? Aunque ilógicas e irracionales, son en buena medida, entendibles, porque aquel trabajador de la educación que se jubila “ya no es parte de ese sistema” dado que su ciclo ha culminado, no obstante que éste se incorpora a otro, a ese en el que la vejez lo cobija, lo comprende y lo acepta.

Triste realidad es ésta. Y la hemos aceptado como un proceso natural en los seres humanos, dada la etapa productiva que pueden ejercer en tal o cual profesión los hombres. Sin embargo, permítame ser un poco “quisquilloso” al respecto: la Secretaría de Educación Pública (SEP) no se ha ocupado de capacitar a los que ingresan al medio y, mucho menos, ha considerado brindar un apoyo a quienes transitan por ese proceso jubilatorio.

¿Cuántas veces no habremos escuchado a algunos de nuestros mentores expresar que si se jubilan se mueren?, ¿cuántas veces no hemos oído decir a los profesores que su futuro será incierto una vez que se jubilen?, ¿cuántas veces no hemos visto a esos maestros, que fueron nuestros maestros, en las clínicas y/o hospitales porque sus enfermedades se agravaron después de su retiro?

Cierto es, que buena parte de quienes toman la decisión de jubilarse, tienen y viven un proceso favorable. Tal vez las circunstancias sociales y económicas les permiten o permitieron gozar felizmente de esa jubilación a la que tienen “derecho”. No obstante, también es cierto que buena parte de esos docentes, no viven ese proceso como debiera, y es ahí donde quisiera ocuparme un poco. Porque finalmente, como prestadores de servicio y empleados del gobierno, también somos seres humanos que amamos y sentimos, que pensamos y reflexionamos, que valoramos y somos valorados, en fin, que vivimos.

Justo por esta última razón, y en aras de comprender el proceso de desprendimiento de la profesión docente, es que quien escribe estas líneas, conjuntamente con la Mtra. Rocío Acosta Jaimes, colega de la Normal Urbana Federal Cuautla, Morelos; decidimos iniciar un proyecto de investigación con profesores jubilados de escuelas normales en el estado de Tlaxcala y, como parece obvio, de Morelos, con la finalidad de reconstruir su identidad profesional a partir de los espacios de sociabilidad y procesos discursivos que los llevaron a ser maestros normalistas. Es indudable que el tema de la jubilación saldrá a relucir, sin embargo, nuestro objeto de estudio se centra en ese proceso que han vivido los profesores que serán sujetos de estudio.

En este sentido, es que la metodología jugará un papel importante; sin embargo, creemos que a través del método biográfico y las historias de vida, podremos acercarnos a la comprensión del fenómeno que deseamos indagar y, cuyo propósito, será el de exponer dicho proceso para generar un conocimiento sobre tan importante tema de estudio.

Alguna vez se ha preguntado cuántos estudios se han o habrán hecho al respecto. Pues bien, esa fue una de las primeras interrogantes que nos planteamos y partir de las cuales, pretendemos lograr el objetivo propuesto.

En suma, considero que la educación es un campo muy amplio de posibilidades en cuanto a la investigación se refiere. De hecho, en caso de ser aprobado, estaremos exponiendo este anteproyecto de indagación en el Primer Congreso Nacional de Investigación de Educación Normal en Mérida, Yucatán, pero, si no fuera así, dicho proyecto seguirá su curso hasta encontrar los hallazgos que la misma indagatoria nos regale.

Estoy seguro y convencido, que la educación puede cambiar al mundo y, trabajos como éste, y como los de cientos de colegas que realizan a diario en sus propios espacios, brindan la posibilidad de tener una perspectiva diferente de las cosas o de los fenómenos.

Ojalá, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, o el mismo Juan Díaz de la Torre, volteara su mirada a los cientos de maestros y maestras jubilados. Su vida se vivió en el magisterio, esa vida de la que muy probablemente, solo quedan: recuerdos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/y-despues-de-la-jubilacion-que-sigue/

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Los desvaríos del SNTE

01 de febrero de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Abelardo Carro Nava

Para nadie es desconocido que el sueño dorado de la maestra Elba Esther Gordillo Morales, fue el de ocupar la Secretaría de Educación Pública. Sueño guajiro que en reiteradas ocasiones lo comentaba, ya sea en alguna entrevista o en alguno de esos eventos en los que su participación era más que elocuente.

Por esa razón, desde su llegada a la Secretaría General de Sindicato más grande de Latinoamérica, impulsó una serie acciones con la idea de transformarlo. De hecho, la cercanía que ésta tenía con varios intelectuales, nacionales e internacionales (ver “Los socios de Elba Esther” de Ricardo Raphael), le permitía lograr cada una de las metas que se proponía y así era; cada uno de los objetivos que se trazaba los sacaba adelante, a veces con manoteos, otras, con diálogo, pero de que los lograba los lograba.

Dese cuenta, la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) con Salinas de Gortari, la firma del Compromiso Social por la Calidad de la Educación con Vicente Fox, y la firma de la Alianza por la Calidad de la Educación con el expresidente Felipe Calderón, le permitieron, entre otras cosas, pensar y repensar a su Sindicato, no solo como eje de lucha, confrontación o negociación, más bien, como una organización que podía ir más allá de lo que su propia función le señalaba: profesionalizar al magisterio. Cosa curiosa fue ésta, de ser un Sindicato que pugnaba por la defensa irrestricta de los intereses de los trabajadores, pasó a ser una instancia profesionalizadora del magisterio mexicano. Si no me cree mucho, dese una vuelta por el portal (www.snte.org.mx) del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y busque el discurso que ofrece Juan Díaz de la Torre en la presentación del Sistema Nacional de Desarrollo Profesional Docente (SINADEP). ¿Aún lo duda?

Bueno, pero si esto no fuera suficiente, en los últimos años en esta organización sindical, han surgido una serie de eventos que han llamado mi atención en demasía. Por cuestiones de espacio – más que de ganas –, abordaré dos de ellos: SNTE Joven y los Juegos Magisteriales, Deportivos y Culturales que promueve dicha organización.

Por lo que respecta al primero, tengo claro que esta idea tiene como propósito preparar cuadros y revitalizar la estructura sindical, dado que para Luis Manuel Hernández León, representante del propio Juan Díaz de la Torre en el primer encuentro nacional Snte Joven (La Jornada 5/03/2016), los maestros jóvenes “son la esperanza porque serán los actores principales del proceso de transformación del sindicato”. Afirmación que sin lugar a dudas, abre la inmensa posibilidad de formular algunos cuestionamientos: ¿preparar cuadros para qué?, ¿se pretende reproducir las mismas prácticas clientelares y corporativas en dichos jóvenes?, ¿el sindicato no se rige por unos estatutos que definen sus formas de organización y participación?, ¿de qué transformación se está hablando?, ¿ya no será sindicato y ahora será una instancia profesionalizadora? En fin, insisto, varios cuestionamientos que se desprenden de las afirmaciones que integrantes del mismo sindicato realizan sobre este asunto.acuerdos-sep-snte4

Por lo que respecta a los Juegos Magisteriales, Deportivos y Culturales, también tengo claro que otras organizaciones sindicales, como el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) o bien, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), los realizan de manera continua y permanente. A través de éstos, se pretende fomentar la convivencia entre los trabajadores que están adheridos a tales sindicatos; sin embargo, bien cabría preguntarse – en el caso del SNTE –: ¿qué ventajas y desventajas ofrecen este tipo de actividades para los maestros?, ¿se busca un espacio de convivencia y esparcimiento o la confrontación y lucha derivada de la competencia que generan los deportes, por ejemplo? De la suspensión de clases y de la inscripción de ciertos jugadores (maestros o maestras) mejor ni hablamos. En muchos casos, y me consta, se suspenden clases por varios días en ciertas escuelas o zonas escolares con el propósito de participar en los “juegos”, pero también, aquellos que se inscribieron resulta que no se inscribieron – aunque si asisten – dado que participan o se integran a jugadores “externos” que nada tienen que ver con el magisterio. ¿Cuál es entonces la finalidad de este tipo de actividades?, ¿dónde queda el espíritu deportivo y artístico en este tipo de eventos?

Es loable el que se piense en los trabajadores, en este caso, de la educación. Sin embargo, las condiciones educativas y laborales en el país no están como para que a éstos se les dé atole con el dedo. Desde mi perspectiva, la dirigencia sindical, tendría que hacer lo que le corresponde: luchar por los intereses de sus agremiados.

Ciertamente las condiciones en México han cambiado, pero por esa misma razón, es que debe pensarse y repensarse los principios que rigen el sindicalismo en México.

Bien reza el dicho: “zapatero a tus zapatos” y, en consecuencia, soy de la idea de que el SNTE como tal, debe regresar a su origen, a sus principios. De nada le sirve ser una instancia profesionalizadora si la Secretaría de Educación Pública (SEP) no reconoce sus cursos, talleres, diplomados, etc., además de que éstos nunca han sido evaluados. De nada le sirve promover actividades deportivas y culturales si no se exige rotundamente que la misma SEP ofrezca estos servicios en las escuelas y para los maestros.

Lejos estamos de aquellos años en los que la maestra Elba Esther tenía una visión “transformadora” de su Sindicato. Reflexionar su función es de vital importancia si es que desea Juan Díaz de la Torre, quitarse el mote que miles de maestros expresan en sendas marchas: el gran charro sindical. Y aunque Edur Velasco Arregui (1999) define al charrismo sindical como “aquel intermediario de las relaciones laborales, seleccionado por el Estado, como otros (tantos) intermediarios de la vida social en México, (sus) funciones se derivan del propio poder público”*; considero que está a tiempo de generar una inercia diferente, si es que desea recuperar la legitimidad y credibilidad de un gremio fuertemente golpeado por el gobierno federal en  manos de Peña Nieto.

Tiempo al tiempo.

* Nota: lo que aparece entre paréntesis es mío.

Referencias: Velasco, Edur (1999). Estructura y poder sindical en México: el retrato de una élite longeva. Espiral, estudios sobre Estado y Sociedad. Vol. V. No. 16. Dicembre de 1999.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/los-desvarios-del-snte/

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La reforma pendiente… las normales

Por: Abelardo Carro Navas

Una de las asignaturas que tiene pendiente la Secretaría de Educación Pública (SEP), es la reforma a la educación normal en nuestro país. Si bien es cierto que en los últimos tres años se ha hablado de la inminente transformación de las escuelas normales, también es cierto que, hasta el día en que cierro estas líneas, no se ha hecho mucho que digamos, y eso que el actual Secretario de Educación, Aurelio Nuño, había prometido que este tema sería uno de los que estaría en la mesa de la discusión al inicio de este año pero, ¿esto es y será así?, porque como están las cosas en mi México querido, dudo mucho que en los próximos meses se toque el Subsistema normalista. Me explico.

Para entrar en materia, comenzaré por el lado político. Como bien sabemos, este año será crucial para el 2018. Las elecciones en el Estado de México, hacen suponer que varias de las iniciativas que pudieran presentarse en el escenario educativo, no serán tocadas en demasía por quien dirige la SEP en estos momentos. ¿Quién pensaría en alborotar el medio si lo que se quieren son votos y no marchas y plantones por parte del magisterio? Hacerlo, como parece obvio, traería “costos políticos” de relevancia y, para Aurelio Nuño, significaría poner en riesgo su probable elección como candidato a la gubernatura de esa entidad, o bien, su candidatura a la Presidencia de la República. ¿Le dijo a usted algo el que en estos días tan flamante Secretario haya develado un cuadro para homenajear a su antecesor Emilio Chuayffet haciéndose acompañar del Secretario General del SNTE, Juan Díaz de la Torre? En lo personal, tal acción se asemejo a una frase que utilizamos en mi pueblo cuando alguien pretende conseguir algo pero sin expresarlo de frente: “algo quiere y dinero no es”.

Por lo que respecta al ámbito económico. Pensar en reformar la estructura organizacional de las escuelas normales, se antoja harto complicado. Las condiciones presupuestales, como se ha visto, no auguran la pertinencia de dicha reforma. Es cierto que, derivado del programa Escuelas Al Cien, el año pasado se destinaron varios millones de pesos para fortalecer a las normales, sobre todo, a las rurales; pero también es cierto que el recorte presupuestal le pega y le pegará, no solo al Subsistema normalista, sino a todos los niveles que conforman el Sistema Educativo Mexicano (SME) – aun y cuando se diga lo contrario –. Necesidades o requerimientos hay muchos en estas instituciones; desde infraestructura y equipamiento adecuado para su funcionamiento, hasta las formas de organización y reglamentación que por años han mantenido a estas escuelas formadoras de docentes.

En la parte social. Es impensable que éstas puedan desaparecer. Su tradición pero, sobre todo, su relevancia e impacto social, parecen descartar su eliminación. Por años, estas escuelas han formado a miles de maestros y maestras que se han incorporado al SEM con el propósito de cumplir con esa función que contempla el Estado Mexicano y que ha sido plasmada en la Constitución Política de nuestra nación: desarrollar armónicamente las facultades de los seres humanos. Nadie, en estos momentos, dudaría que en las escuelas hace falta un maestro que oriente y facilite la generación de aprendizajes en los niños, jóvenes y adultos de México.

Por lo que toca a la parte cultural, debo señalar que estas escuelas son parte importante y trascendental de la cultura mexicana. Muchas de las costumbres y tradiciones que se viven en cada una de las regiones del país, han sido fomentadas y preservadas por los maestros. ¿Y dónde se aprende todo ello? Como parece obvio, en las normales. Pese a quien le pese, en estas escuelas se genera ese aprendizaje que a la postre se desarrolla en los diferentes niveles en los que se insertan los egresados de estas instituciones. Bien se dice que cultura es una forma de vida, y no es errado pensarlo de esta manera. Dese cuenta, ¿cuántos y cuántos mexicanos no han sido formados por un maestro?, ¿cuántos y cuántos no hemos aprendido algo de ellos?, ¿cuántos y cuántos no hemos realizado una convivencia en razón de lo expuesto? Millones… millones de mexicanos.

Tengo claro que muchas de estas escuelas, por su misma condición regulatoria – sin autonomía y apegada a lo que mandata la Constitución –, han construido prácticas que a la fecha, no son las mejores. El diagnóstico que hace años realizó  la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), dio cuenta del rezago en el que se encuentran, pero también, de esas prácticas bajo las cuales se mueven los miembros de este Subsistema. De hecho, hace un año precisamente, Mexicanos Primero, difundió un informe – con el que no estuve del todo de acuerdo –  en el que se plantearon varias debilidades y fortalezas que no del todo son ciertas pero que hay cierta razón en ellas.

Reformar las escuelas normales, desde mi perspectiva, es fundamental si en realidad queremos mejorar la educación en nuestro país. Con seguridad resistencias gremiales y corporativas habrá. Es lógico pensar que existirán, y más por la serie de torpezas que ha cometido y viene cometiendo el gobierno federal en manos de Peña Nieto; sin embargo, el paso tiene que darse, sin prisa pero sin pausa. ¿Por qué? Porque estas escuelas formadoras de docentes, merecen ocupar el lugar que en 1984, por decreto presidencial, les fue asignado: instituciones de educación superior.

En este sentido, debo reconocer el trabajo que recientemente ha emprendido la DGESPE, en cuanto a la realización del Primer Congreso de Investigación de Educación Normal a celebrarse en la Ciudad de Mérida, Yucatán, el próximo mes de marzo (por allá nos veremos). Lejos del tema político que éste pudiera tener, me congratula el que finalmente, se tomé en cuenta a este Subsistema como parte de la educación de mi querido país.

En fin, considero que tiene que hablarse de las escuelas normales, y tiene que hablarse bien o mal, pero con sustento. Hechos lamentables como los de Ayotzinapa, por ejemplo, que siguen doliendo en el alma, deben ser atendidos y también expuestos para que, de una vez por todas, se den pasos firmes y sólidos hacia una mejora substancial en la formación de maestros.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-reforma-pendiente-las-normales/

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Ler o no ler, ese es el dilema

25 de enero de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Abelardo Carro Nava

Tremendo revuelo causó en los medios de comunicación, la metida de pata “involuntaria” por parte del Secretario de Educación, Aurelio Nuño, durante la 36 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Como sabemos, una niña de nombre Andrea, lo corrigió: “no se dice ler, se dice leer”. Esta fue una frase, puesta en imagen o video, que vendió y vendió muy bien. Y es que mire usted, el cuadro no podía haber sido mejor: un funcionario público hablando de las bondades de la lectura, unos niños que lo escuchaban, y una feria cuya intención radica en los libros, fue algo que ni el mismo Picasso lo hubiera pensado.

Tal hecho, me remontó a lo que en el 2011 le sucedió al precandidato que luchaba por la silla grande de nuestro país, Enrique Peña Nieto, durante la conferencia que impartió en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, cuando aseguró que Enrique Krauze, había escrito La silla del águila. Si mi mente no me falla, la “supuesta” confusión que tuvo quien ahora dirige los destinos de mi México querido, se generó por la pregunta que le formularon en cuanto a los libros que habían marcado su vida. Por ese entonces, las redes sociales se volvieron locas, los noticieros no se cansaron de repetir la misma historia, las charlas de los cafés se inundaron de tal tropiezo, en fin, en varios medios de comunicación, por días se comentó al respecto.

¿Qué coincidencias tiene la vida no cree? En ambas situaciones, el momento electoral se hizo presente. El segundo aludido, con miras a la Presidencia de la República y, el primero, vislumbrando un posible escenario en el Estado de México en el 2017 o, para el 2018, como máximo mandatario en nuestro país.

Hace unos días, en este mismo espacio (Educación Futura, 22/11/29016), Manuel Gil Antón, publicó una extraordinaria columna en la que alude el suceso que vivió Aurelio Nuño y la pequeña Andrea, haciendo una analogía con lo que pasa en cuanto a la reforma educativa y las posibilidades que pueden tener los maestros para expresar sus puntos de vista con relación a tan espinoso asunto, y créame, la comparto. Sin embargo, tal y como lo he venido señalando en otras columnas, lo que sucede con el Secretario y todo lo que ello implica, se resume en un solo aspecto: el electorero.

Pensamiento simplista si usted quiere, pero que nos permite reflexionar sobre los funcionarios que están ocupando diversos cargos y, claro, desempeñando una función que, por más que se diga lo contrario, es pública.

Si fue un montaje para que este servidor público apareciera en todos los medios de comunicación, nacionales e internacionales, sería lo de menos. Si fue un acto en el que la niña tuvo la osadía de corregir a quien tiene en sus manos el destino de la educación, lo pensaría y lo reflexionaría bastante. ¿Qué y cómo se está educando en México?, ¿cuáles son las intenciones de quienes tienen la enorme responsabilidad de propiciar esa mejora educativa que tanto se pugna en los foros internacionales?, ¿qué están o estamos formando los mexicanos, sean maestros, padres de familia u otros?, ¿cuál es el mensaje que se le está mandando a millones y millones de personas que tienen acceso a los distintos medios de información y comunicación? Son algunas preguntas que se me vienen a la mente y de las cuales, se pueden obtener una cantidad importante de respuestas, todas, relacionadas con el proceso formativo de los mexicanos.

Tengo claro que un error lo puede tener cualquiera; vaya, algún problema fisiológico puede ser normal en los seres humanos. Sin embargo, éste resulta inaceptable de alguien que desde llegó a la Secretaría de Educación Pública (SEP), no se ha cansado de vapulear a los maestros. ¿Por qué no pensar en una evaluación que sea aplicada a los funcionarios de este y otros niveles de gobierno?, ¿qué hubiera pasado si tal cuestión se le escuchara a un maestro?, ¿por qué no repensar la evaluación del magisterio si, como hemos visto, los seres humanos erramos?aurelio_nuno_1

Ler o no ler, es un dilema que plantea la imperiosa necesidad de revisar cada uno de los elementos del proceso educativo que permea el Sistema en México. Las disculpas son válidas; de hecho, el que este funcionario se haya dado un tiempo para visitar la escuela en la que la niña realiza sus estudios, fue aplaudible. No obstante, para como están las cosas en nuestro país, las disculpas y visitas inesperadas no solucionan el gran problema educativo existente. Ese es, desde mi punto de vista, el meollo del asunto: o trabajamos de manera conjunta en la solución de los problemas o la simulación seguirá siendo la reina con grandes zapatillas en el medio.

Recordemos que las habilidades básicas del lenguaje se resumen en cuatro: escuchar, hablar, leer y escribir. Ojalá, centremos la atención en las dos primeras para que el “ler” sea solo eso: un chusco desencuentro.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/ler-o-no-ler-ese-es-el-dilema/

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