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Entre un pendenciero y un orate, hay una diferencia

Abelardo Carro Nava

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), “orate” significa o hace alusión a aquella persona que ha perdido el juicio o bien, que es una persona de poco juicio, moderación y prudencia. En este sentido cabe mencionar que dicha palabra, etimológicamente hablando, proviene del Catalán y significa: “loco o ido”; definición que en todo caso, refiere o se asemeja a la concepción que la RAE nos brinda.

Bueno, con seguridad usted se estará preguntando el por qué esta serie de ideas inician aportando dos definiciones sobre una misma palabra: orate. Pues bien, como seguramente habrá leído o conocido, en días pasados el recién nombrado titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Otto Granados – priista de hueso colorado e incondicional del “salinismo” mexicano –, que sustituyó al hoy coordinador de la campaña de José Antonio Meade, Aurelio Nuño, escribió en sus redes sociales un tuit que a la letra dice: “¿Es posible debatir con un orate? ¿Y así sueña con ser una opción? Más allá de sus problemas de senilidad y salud mental, le faltan ideas, argumentos, razones, hechos, datos duros, verificables, y le sobra demagogia, falsedad e inmoralidad” (29/12/2017).

Tuit que por sobradas razones causó polémica entre varios de sus seguidores y no seguidores, entre columnistas y no columnistas, entre políticos y no políticos, vaya, entre todos aquellos que tenemos la posibilidad de preocuparnos y ocuparnos de lo que acontece en el terreno educativo, y no es para menos. Y digo que no es para menos porque como es sabido, un espacio que adolece precisamente de juicio y autocrítica por parte de la autoridad educativa en turno, es precisamente el terreno educativo. Y para muestra un botón.

Desde que inició el sexenio de Peña Nieto, se “vendió” la idea a los mexicanos, de que era necesaria una reforma educativa, misma que durante la gestión de Nuño Mayer, se manejó como una gran “revolución” educativa. Muchos, me incluyo, fuimos escépticos en cuanto al uso de esas palabras: “reforma” o “revolución”; más por su significado que por los alcances que podrían lograrse en ese sentido y vaya, no nos equivocamos.

Por principio de cuentas, debemos y tenemos que reconocer que dicha transformación educativa, nació en lo que pomposamente fue conocido como el “Pacto por México”, es decir, de la unión de una serie de “intereses” de las principales “fuerzas” políticas del país, más que por las verdaderas necesidades y demandas de los mexicanos. La simulación, el maquillaje, la farsa que le siguió después de haber concertado dicha “reforma” – cuyo título fue por demás irrisorio – fue eso, una simulación más que una objetiva y real consulta nacional sobre las necesidades reales de los millones y millones de mexicanos que habitamos nuestro territorio nacional. O, ¿acaso se le preguntó a todas las voces que conforman el inmenso Sistema Educativo Mexicano (SEM)? Y si se les preguntó, ¿qué pasó con sus respuestas y en dónde quedaron? Sí, adivinó usted, con seguridad en un archivero, de esos que también con seguridad hay en la SEP y que son utilizados para resguardar lo indeseable, lo que no es correcto, lo que no corresponde a “la línea”, lo que no es útil. ¿Sabe usted lo que pasó con la propuesta que emanó y fue firmada por cientos de asistentes al XII Congreso Nacional de Investigación Educativa celebrado en la Ciudad de Chihuahua en 2015 y que fue entregada a la SEP para su consideración? Sigo teniendo mis dudas al respecto.

Ahora bien, si de razones, hechos o datos duros y verificables estamos hablando, tal y como lo señala el Secretario, tendríamos que recurrir necesariamente a lo que la investigación ha arrojado y vaya, sobre este terreno hay mucho que decir. De hecho, desconozco el atrevimiento que tuvo Granados al hacer esta afirmación; supongo, que la lucha férrea que su partido está enfrentando para mantenerse en el poder lo llevó a hacer esta aseveración. No obstante, permítame compartirle brevemente unos datos.

El número de personas en situación de pobreza en el último bienio en México, es de 53 millones 418 mil 151 y, por lo que respecta a los que viven en pobreza extrema, éstos suman 9 millones 375 mil 581 (CONEVAL, 2017). Datos duros que me permiten afirmar que buena parte de la población mexicana, no ha gozado precisamente de una política social durante el sexenio peñista y de una calidad de vida que les permita desarrollarse plenamente, tal y como lo mandata nuestra Carta Magna. ¿Estos datos influyen en el terreno educativo? Sin duda, buena parte de los que trabajamos en el magisterio sabemos, que si un niño o niña no cuenta con los elementos mínimos y necesarios para su crecimiento y desarrollo, la escuela y el maestro, pueden hacer muy poco al respecto. Por otra parte, un dato que me parece de lo más pertinente mencionar en estos momentos, es el que el propio Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, 2017) dio a conocer en ese año; me refiero pues, a los que la prueba PLANEA (plan nacional de evaluación de los aprendizajes) arrojó solamente en educación media superior: “evaluados tanto en matemáticas como en lenguaje y comunicación, la prueba Planea fue aplicada a 117 mil 700 alumnos a punto de concluir el último grado de bachillerato, de 2 mil 300 planteles en todo el país, con resultados reprobatorios”. ¿A quién responsabilizamos de tal embrollo?, ¿a la SEP?, ¿al Gobierno?, ¿a los mexicanos?, ¿a los alumnos?, ¿a los maestros?…. ¿Seguimos con los datos?

Vaya, ser pendenciero es fácil, aceptar (autocrítica) y sustentar los beneficios o males que aquejan al terreno educativo en el país, no lo es tanto. Y no lo digo precisamente porque un servidor se caracterice por ser pendenciero, si entendemos como tal que esta palabra significa que uno es propenso a riñas o pendencias (RAE); no, no lo digo por ello, sino porque pienso que hay muchos problemas que atender en el SEM, como para estar buscando pelea con quién sabe quién en las redes sociales.

Como ciudadano y militante que es Granados, Nuño o cualquier otra persona, es respetable su posicionamiento, como Secretario de Educación, tendría que pensar y repensar su escritura, porque si analizamos lo que la misma RAE nos aporta y que doy a conocer al inicio de estas líneas, el termino que éste empleo para referirse a quién sabe quién, también le aplica, dado que con su tuit demostró poca moderación y prudencia. Obviamente, y para confirmar mi dicho: entre un pendenciero y un orate, hay una diferencia. Uno es Secretario de Educación y el otro… ¿alguien sabe quién es el “otro”?

Tiempo al tiempo.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/entre-un-pendenciero-y-un-orate-hay-una-diferencia/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2015/11/Otto-Granados-Roldan-e151189405

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¿Qué educación queremos?

31 de diciembre de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Abelardo Carro Nava

El año se acaba y es pertinente plantearnos una serie de propósitos que nos lleven a ser mejores personas, mejores ciudadanos, mejores seres humanos. Y, como es de esperarse, el título que da entrada a esta serie de ideas, lleva esa intención, que reflexionemos sobre la educación que queremos para nuestro México.

Pues bien, como es sabido en el actual sexenio, por la Secretaría de Educación Pública (SEP) transitó Chuayffet y Nuño, dos personajes emanados de una clase política que, en nuestros días, ésta refleja la podredumbre del Sistema Político Mexicano. ¿Cuáles fueron sus principales aportaciones al ramo educativo?, ¿el establecimiento de una Reforma Educativa y de las leyes que de ella emanaron y que en ambas Cámaras se aprobaron?, ¿la implementación de una evaluación punitiva que atentó y aún atenta en contra de los derechos de los trabajadores de la educación?, ¿el sometimiento de un Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) con el encarcelamiento de “la maestra” y la puesta en escena de un líder sindical que no representa a la base magisterial?, ¿la denostación del quehacer docente y del docente mismo al responsabilizarlo de todos los males educativos que esa misma clase política ha propiciado con el correr de los años? Sin duda, todas y cada una de esas preguntas puede responderse de manera afirmativa. Obviamente, habrá quien piense y afirme lo contrario, y está en su sano derecho hacerlo. No obstante, permítanme seguir cavilando.

La educación, tal y como la conocemos, no persigue otro propósito más que aquel que significa desarrollar las facultades del ser humano. Así lo estipula nuestra Carta Magna pero también, las bases filosóficas y organizativas que lo sustentan. Propósito noble, cuya esencia es fundamental comprender para lograr los objetivos que la misma sociedad se plantea y ha planteado desde hace tiempo.

En este sentido cabe preguntarse: qué educación queremos. La respuesta, aunque parece obvia, en nuestro México tiene significados diversos. Para el grueso de los mortales, comunes y corrientes, como usted o como yo, representa la oportunidad de ser alguien en la vida; un hombre o una mujer que, a través de sus estudios, pueda lograr sus proyectos de vida. No obstante, para quienes desde su mundo fantasioso e irreal nos gobiernan, simboliza la posibilidad de mejorar, sí, de mejorar… pero su economía y las posiciones de sus grupos políticos.

Esto es así, porque las sociedades se han configurado de tal forma, que sus mecanismos de representación, al menos para el caso mexicano, dan la posibilidad de organizarse para contar con “representantes del pueblo” cuya función no es otra más que esa, representar los intereses de la nación, vaya: del pueblo. No obstante, como sabemos, la simulación, el maquillaje, la farsa, se ha apoderado de buena parte de ellos.

Por un lado, tenemos discursos “pomposos” que hablan de una procuración del bienestar social y, para ello, una reforma educativa, o revolución educativa – como fue llamada en este sexenio – se hace indispensable. Pero, ¿esto es cierto? Efectivamente, si consideramos que una revolución o reforma alude a un cambio de paradigma, tengo que reconocer que el concepto empleado nos llevaría a ello. Sin embargo, los hechos, tal y como lo hemos constatado, me permiten afirmar lo contrario. Sí, el discurso suena bonito y es bonito pero, lamentablemente, los hechos no gozan de tales significados. Demagogia le llaman, y es cierto.

¿Cuántos mexicanos viven en pobreza y pobreza extrema?, ¿cuántos niños y adolescentes viven en situación de calle sin la posibilidad de acceder a la escuela ni a una beca?, ¿cuántos jóvenes desertan de las aulas porque la condición precaria de sus familias los lleva a insertarse a un trabajo mal remunerado?, ¿cuántas escuelas no cuentan con los servicios básicos que aseguren su subsistencia?, ¿cuántos alumnos y alumnas reciben los beneficios prometidos en las campañas políticas?… ¿esa es la meta de la educación de nuestros días?

Sí, las realidades que vivimos cotidianamente millones de mortales, comunes y corrientes, como usted o como yo, son tan diferentes de las que “en las alturas” se observan que, cual bofetada en rostro, nos recuerdan que muy poco se ha logrado en materia de desigualdad y justicia social pero, también, de una mejora educativa.

Bien se ha dicho, y en nuestros días se ha acentuado, que el rico se hace más rico pero, ¿y el pobre?, ¿o el que por azares del destino se ubica en una clase media?

La educación que queremos trae consigo una reflexión profunda, que nos lleva a formularnos otra: para qué la queremos.

Siendo éste pues, un país en el que la libertad es nuestra bandera, habría que preguntarnos si realmente somos libres, si realmente somos democráticos, si realmente estamos siendo educados como debiera porque, en los hechos, solo como un ejemplo, con la promulgación de una ley de seguridad interior, y las restricciones que en materia de expresión libre y espontánea de las ideas, la posibilidad de que alguien pueda cuestionar, analizar, reflexionar o comprender todo aquello que le rodea, esta muerta. Paradojas de la vida.

Y es que cómo comprender que mientras en esos discursos y en los documentos educativos (ver la propuesta curricular del nuevo modelo educativo) que se emiten desde la SEP, se le exige al docente propiciar el análisis y la reflexión en sus alumnos, pero caso contrario, se han aprobado leyes que prohíben expresarse o manifestarse.

Una educación sin demagogia y sin dogmas; sí, eso queremos. Una educación que lleve al Sistema Educativo Mexicano (SEM) a actuar como tal, como sistema, con todo lo que ello implica. Una educación que cuente con profesores y profesoras valorados y reconocidos por el desempeño de su trabajo. Una educación que le brinde a sus estudiantes, la posibilidad de ser algo más allá de su vida. Sí, una educación que nos permita trascender; que nos permita edificar una sociedad justa y equitativa. Una educación que tome como bandera los valores universales tan necesarios e indispensables en momentos tan difíciles como estos. En fin, estoy hablando de una educación que sea eso: una educación en el más amplio sentido de la palabra.

¿Podremos lograrlo? Desde luego. Mi fe, mi esperanza, mi deseo, se halla en los maestros, en esos millones de maestros que a diario se parten el alma en las aulas y en sus escuelas. En esos maestros que, por más que se diga lo contrario, son la piedra fundamental del SEM.

¿No es utopía o un sueño guajiro? En absoluto. Porque parafraseando a un gran filósofo moderno, la utopía es lo que nos permite seguir caminando y, mientras haya esperanzas, haya anhelos, haya sueños, seguro estoy, el magisterio seguirá avanzando.

Con el mejor de los deseos para el 2018, mi agradecimiento infinito a usted, que a lo largo de estos años, me ha regalado cinco minutos de su valioso tiempo.

¡Gracias, muchas gracias!

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/que-educacion-queremos/

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Y Nuño se fue, así como si nada…

Por: Abelardo Carro Nava.

Si por un momento llega a pasar por la mente de Aurelio Nuño, que su gestión al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), se caracterizó por ser una de las más importantes y trascendentales en la historia de nuestro país, se equivoca. Y se equivoca porque en los hechos, no hizo nada que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), o lo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) u otros organismos internacionales, le hayan mandatado. ¿Cuál es el logro de su administración?, ¿la implementación de un “nuevo” modelo educativo que todavía ni se implementa porque debemos esperar al 2018 cuando las elecciones presidenciales hayan pasado?, ¿la evaluación punitiva al desempeño docente que, como sabemos, evalúa parcialmente el quehacer educativo del maestro?, ¿la emisión de una convocatoria para todo aquel que deseara ingresar al servicio profesional docente lo hiciera aun sin contar con la preparación y/o conocimientos pedagógicos y didácticos?, ¿la sumisión de un Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) a través de la abnegación y entrega total de su líder, Juan Díaz de la Torre que, cual charro pendenciero, sigue respaldando la reforma y al Partido Revolucionario Institucional (PRI)?, ¿la “supuesta” desaparición y/o control de una Coordinación Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en los estados en donde su presencia está más viva que nunca?, ¿la denostación y agresión de la que fuimos objeto miles de maestros a través de los constantes discursos que una y otra vez emitía desde su oficina?

No, Aurelio Nuño no fue un hombre reformador y revolucionario y, mucho menos, transformó la educación en México. El único mérito que tuvo para ocupar la silla de Vasconcelos, fue ser amigo de Peña Nieto, y aún lo es. Qué curioso, en el medio educativo durante dos años y medio, se nos repitió hasta el cansancio, que el mérito era fundamental para crecer en el Sistema Educativo Mexicano (SEM) y, para ello, la evaluación se convirtió en la supuesta piedra angular del mismo; irrisoriamente, este ex Secretario ni fue evaluado, ni rindió cuentas, ni tuvo otro mérito para ocupar el encargo que el que ya he expresado.

Sí, al parecer las luces, los reflectores, las cámaras y toda la parafernalia a la que nos tenía acostumbrado este personaje, quedaron atrás. Las visitas a las escuelas de los diferentes niveles educativos en las que se dejaba apapachar y consentir, además de tomarse la foto con los alumnos y uno que otro maestro, pasaron a formar parte de esta gris y lamentable historia, más como un hecho anecdótico que como mero logro de gobierno o… ¿qué fue lo que logró con estas visitas?, ¿cuál fue el sentido de las mismas si no visitó aquellas en las que la “miseria educativa” se vive, y todo por la toma incorrecta de decisiones políticas?

La simulación, el maquillaje y los discursos pomposos que hablaron de una realidad muy diferente a la que viven millones de mexicanos que asisten a recibir clases en alguno de los niveles educativos, también, ya son parte de un pasado que, por más que se diga lo contrario, no queremos volver a repetir.

Otto Granados, ex Subsecretario de Planeación, Evaluación y Coordinación de la misma SEP, es el nuevo titular de la dependencia. ¿Su mérito? Ser un incondicional de la línea salinista. Otra vez el mismo cuento, la misma historia.

En sus más recientes declaraciones, este exgobernador de Aguascalientes, aseguró que le dará continuidad al trabajo realizado por su antecesor. Claro, no podía ser de otra forma ni de otra manera, las elecciones presidenciales están cada día más cerca, y la SEP echará a andar toda su maquinaria para que el PRI no pierda la Presidencia de la República. Con seguridad, muchos maestros y maestras, que fuimos agredidos por la implementación de una “reforma educativa” a través de una LGSPD, ahora nos convertiremos en sus “amigos”, en sus “aliados”, en el “motor” de su crecimiento. Basta con ver lo que el líder nacional del Partido Nueva Alianza (el partido de los “maestros”) está tramando con Meade y Nuño rumbo al 2018.

Las escuelas afectadas por los sismos del pasado 7 y 19 de septiembre, pueden esperar, aunque se dice, que ya están siendo atendidas como debiera. Los problemas de diversa índole que prevalecen en escuelas multigrado o unitarias, así como los que enfrenta la educación secundaria, son parte de ese conglomerado de “situaciones fortuitas” que tiene que ir solventado el propio SEM.

Las escuelas rurales e indígenas, que por años se han mantenido en el olvido, seguirán durmiendo el sueño de los justos políticos. Las escuelas normales, sobre todo las rurales, continuarán en esa vorágine que la misma política educativa impone, más como un mero asunto remedial, que como parte de una verdadera mejora en la formación inicial de los docentes. En este sentido cabe mencionar, que la formación continua del profesorado, tendrá que esperar. Y tendrá que esperar hasta que el momento electoral haya pasado.

El panorama es pues, poco alentador. Las condiciones políticas, económicas y sociales, que se viven no solo en México, sino en el mundo entero, nos recuerdan aquel sabio adagio que a la letra dice: del dicho al hecho, hay mucho trecho; y es cierto.

En los próximos meses, seremos testigos de una lucha encarnizada por el poder. Ese poder que hasta el momento ha traído desesperanza e incertidumbre a millones de mexicanos que hoy día se encuentran en una lastimosa clasificación: pobreza y pobreza extrema. Esto es así, simple y sencillamente, porque para los políticos, nada vale el esfuerzo que cada maestro, cada padre de familia o que cada ciudadano realiza en cada uno de los espacios en los que se desenvuelve. No, para ellos nada de eso vale, el voto es lo que cuenta, y para ello, se gastarán millones de pesos que bien podrían ser destinados para atender los grandes problemas educativos.

Sí, es momento de dar vuelta a la página. El momento de Nuño ha terminado. No obstante, no debemos olvidar que este gobierno, con garrote en mano y sin ningún tacto pedagógico y, mucho menos político, pretendió cambiar lo que con políticas erradas no se puede cambiar.

La fuerza de la educación está en los maestros, eso lo tengo claro. Y quiero pensar, como un sano deseo, que éstos no olvidarán tales afrentas el día que emitan su voto el próximo año.

Tiempo al tiempo.

 

Fuente artículo:  http://www.educacionfutura.org/y-nuno-se-fue-asi-como-si-nad

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Una evaluación docente que no es evaluación

Por: Abelardo Carro Nava

Como seguramente usted tiene conocimiento, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), se vieron en la necesidad de modificar las fechas en las que los docentes de 10 entidades de mi querida República Mexicana (Chiapas, Hidalgo, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Ciudad de México), presentarían su evaluación de desempeño en sus tres etapas. Modificación que se debió a los estragos que el sismo del pasado 19 de septiembre causó en dichas entidades federativas. Situación que en su momento trajo polémica, dado el pronunciamiento que Mexicanos Primero (MP) emitió al respecto y que versó sobre los criterios y argumentos que emplearon ambas instancias para soportar esa modificación pero, también, porque el hecho de reprogramar esa evaluación, debería responder a las necesidades de los maestros y niños y no a los tiempos y cálculos políticos.

Así las cosas, los tiempos de aquellos lamentables y trágicos acontecimientos del mes de septiembre, pasaron; y las fechas para que los profesores pudieran cumplir con lo dispuesto por las autoridades educativas, llegaron. Y justamente esta situación, trajo consigo una serie de inconvenientes que, por más que se diga lo contrario, ni la propia SEP, ni el INEE, ni la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD), pudieron – ni han podido – responder. Veamos.

Desde mediados del mes de noviembre, las inconformidades que varios docentes expresaron con relación a la plataforma a través de la cual tendrían que realizar la etapa 2. Proyecto de enseñanza, gestión, asesoría y acompañamiento, fueron más que evidentes. Como usted sabe, dicha etapa es parte del proceso de evaluación al desempeño de los docentes que se encuentran insertos en alguno de los niveles educativos que integran el Sistema Educativo Mexicano (SME). Razones para entender su molestia, son muchas y muy varias; no obstante, permítame expresar la que, desde mi perspectiva es fundamental para comprender la problemática existente en esta materia. Por un lado, la autoridad educativa estableció las reglas del juego a través de las cuales, los docentes serían evaluados. Como sabemos, en esta ocasión, fueron tres etapas que se consideran en dicho proceso evaluativo. Una de ellas, la segunda, consistió en que cada profesor o profesora, tendría que “subir” la información que le era solicitada, conforme a la Guía Técnica que la CNSPD emitió en meses pasados.

Este asunto nada malo tendría, de no ser porque si algo ha caracterizado a las plataformas que la SEP pone a disposición de los maestros y maestras para que mediante ellas “suban” sus calificaciones, reporten datos estadísticos, etc., ha sido precisamente esa, su inoperancia y/o funcionalidad. Muchos mentores han expresado y expresan, su enorme insatisfacción por tales medios tecnológicos. De hecho, he sido testigo de las horas que le destinan a este propósito – “subir” las observaciones, por ejemplo – y de las problemáticas que presentan las “plataformas” que refiero.

Al respecto, puede decirse – y es muy válido el planteamiento – que los profesores dejan todo para el último momento y que, por tales razones, el sistema se satura y por ello “se cae” la red o el sistema. Cosa más curiosa ha sido ésta, porque si de algo nos hemos enterado, ha sido de los millones de pesos que se han invertido en sistemas y/o conexiones que les permita soportar el tráfico de los usuarios a dichas plataformas o… ¿es que acaso la SEP no está preparada para atender con eficiencia y eficacia tales requerimientos?, ¿por qué pensar en un esquema de evaluación a través de los medios tecnológicos si en los hechos el sistema no soporta el tráfico de usuarios?, ¿por qué no dar una explicación clara y concreta sobre este problema?, ¿por qué emitir un escueto comunicado a través del cual se informa que el periodo para “subir” los proyectos de enseñanza – por ejemplo – se ampliaría para que “el personal atendiera las etapas de manera adecuada”.

La SEP está haciendo agua, la CNSPD ni se diga… del INEE, me gustaría saber cómo es que pretende evaluar un proyecto que contiene poco más de 10,000 caracteres, quién los va a evaluar y, lo más importante, cuáles serán las recomendaciones que le harán al docente para que mejore su trabajo – en caso de que así sea necesario – dado que el evaluador solamente emitirá una valoración a partir de ciertos parámetros e indicadores pero no de una observación directa al trabajo que realiza el docente en el aula.

Urgen respuestas y urgen soluciones. Vaya, como en reiteradas ocasiones lo he dicho y afirmado, no es que me oponga a la evaluación, sino más bien, a los procesos mediante los cuales desde la SEP y el INEE, piensan o consideran que se puede lograr una valoración objetiva del trabajo docente aunque en los hechos y como sabemos, toda evaluación es subjetiva por su propia naturaleza.

De ahí que comparta plenamente la idea y/o posicionamiento del Dr. Manuel Gil Antón, cuando refiere en su último artículo publicado en El Universal “El árbol torcido y la evaluación docente” (2/12/2017), cito: “Lo mismo ocurre con la evaluación del desempeño. Depende del medio en que se realiza. Es el espacio artificial del examen, con menos factores en juego, el resultado es uno; cuando se observa la práctica en el aula, repleta de elementos que ningún examen puede tomar en cuenta ni medir, es otro”.

En fin, dejo pues hasta aquí esta serie de reflexiones sobre un tema que es de vital trascendencia en el medio educativo en el que nos encontramos insertos, recomendándole a usted, al igual que Gil Antón, los resultados que arrojó el estudio que realizaron cuatro investigadores (Weiss, Dávalos, Civera y Block) sobre la evaluación del desempeño docente; una comparación de la calificación obtenida por un grupo de profesores en el examen que aplica la SEP, con el desempeño del profesor desde la perspectiva de la práctica. Investigación y resultados, que pudimos observar, analizar y dialogar, en el XIV CNIV que promueve el COMIE.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/una-evaluacion-docente-que-no-es-evaluacion/

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Panorama educativo: El desastre que viene

Por: Abelardo Carro Nava

Pese a que en sus constantes discursos y entrevistas a los medios de comunicación, Aurelio Nuño – aún Secretario de Educación en nuestro país –, ha declarado que las escuelas de los diferentes niveles que integran el Sistema Educativo Mexicano (SEM), se encuentran en condiciones para que los alumnos y profesores regresen a sus clases después de los estragos que dejaron los pasados sismos, del 7 y 19 de septiembre en varias entidades del país. Los hechos, las evidencias, vaya, las cosas en este sentido, no son como este funcionario las pinta; y es que son varias las quejas de maestros, padres de familia e, incluso, de los propios estudiantes, que a diario observamos en diversos espacios – redes sociales por ejemplo – o bien, de las que cotidianamente somos testigos dado nuestro diario andar por esas instituciones educativas.

Y, para acabarla de amolar en medio de todo este embrollo, en la reciente comparecencia de Nuño en ambas Cámaras, la de Senadores y Diputados, el Secretario en comento, justificó la renta de un inmueble cuyo valor asciende a los más de 30 millones de pesos (mensuales) dadas las afectaciones que a decir de él, y no con base en un dictamen – o al menos yo no lo conozco y dudo que  muchos lo conozcamos –, sufrieron varios edificios en los que algunos funcionarios de la SEP despachaban hasta antes de los movimientos telúricos.

No sé qué piense usted al respecto pero, desde mi perspectiva, ésta es una muestra más de la forma a través de la cual, la desigualdad en materia educativa se hace evidente. Y es que mire usted, no acaba de comprenderse el por qué las cientos de escuelas que se vieron afectadas por los sismos, no tengan la posibilidad de rentar un inmueble para que los alumnos puedan contar con las condiciones necesarias e indispensables para que reciban clases pero eso sí, para que ciertos funcionarios despachen cómodamente en una oficina, se hace prioritario el que se tenga que alquilar un edificio por más de 30 millones de pesos. Haga usted sus cuentas, no sólo por lo que la renta del inmueble pueda representar, sino por el traslado que implica cambiar de un lugar a otro “las oficinas” gubernamentales. ¿Qué pasa en Morelos, Oaxaca, Puebla, Estado de México y en la propia Ciudad de México, por ejemplo?, ¿por qué las reacciones violentas de los padres de familia ante las inoperantes acciones que han tomado las autoridades federales y locales en esta materia?, ¿por qué se sigue manejando un doble discurso que en nada ayuda a solucionar el conflicto?

Las respuestas a tal interrogante parecen ser sencillas de responder, y así es. La simulación y el maquillaje, así, por encimita, es lo que ha caracterizado a este gobierno y a la gestión del Secretario de Educación en turno. Hechos para sustentar mis dichos son muchos; en este y otros espacios he dado cuenta de ello. Vamos, para nadie es desconocida, la cantidad impresionante de dinero que Nuño ha gastado con la idea de posicionar su imagen ante el electorado mexicano, así como también, para hacer creer a la ciudadanía que la educación va mejorando en un país donde las desigualdades sociales y, como en este caso, las educativas, es más que evidente.

¿Por qué ya no se ha hablado desde la SEP de la evaluación para el ingreso al servicio o de la del desempeño docente, cuyo carácter punitivo ha quedado una y otra vez demostrado cuando en las entidades se siguen cometiendo una serie de arbitrariedades que difieren de lo que la norma establece? Claro, esto ya no les conviene, porque el 2018 se aproxima y, en próximos días, conoceremos quién será el candidato que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) impulsará para la silla grande, y Aurelio Nuño, sigue levantando la mano.

Dese cuenta, hasta el momento en que cierro estas líneas, desde la parte oficial, se está preparando toda una estrategia para que en los próximos meses, se hable hasta el hartazgo de los grandes logros de este gobierno. Esto, con la idea de mantener el partido político que gobierna, en el gobierno. ¿Y la educación? Sigue en medio de esa incertidumbre que implica el desconocimiento sobre la aplicación de un modelo educativo. ¿Y sus actores? En medio de una encrucijada, o coyuntura, si usted quiere llamarle de esa manera, por esa el desasosiego que produce la incertidumbre que refiero.

Tengo claro que, independientemente de las coyunturas – naturales en ambientes tan cambiantes como el nuestro –, los maestros, esos maestros y maestras que a diario acuden a sus centros escolares, seguirán trabajando de sol a sol, con la idea de generar esos conocimientos en sus estudiantes que les permitan desarrollarse en su contexto. No obstante, es menester propiciar o hacer conciencia sobre estos hechos que, lamentablemente, no han sido atendidos como debiera.

No se puede hablar de una mejora sustantiva en nuestra educación, sin tener todos los elementos a la mano. Sí, ya sé, tal vez algunos piensen o consideren que mi postura se ubica en esa post verdad por lo que a diario observo, y no en datos duros que me permitan hacer un análisis objetivo de los hechos pero, ¿no es la misma observación un requerimiento indispensable que nos lleva al registro y explicación de aquello que observamos?

El diario andar, que implica la constante interacción con docentes de los diferentes niveles educativos; sus palabras, sus desasosiegos, sus conocimientos, sus experiencias, me brindan esa posibilidad de afirmar, que esa realidad, la que Nuño y compañía ven desde sus escritorios, difiere de lo que en las aulas se vive a diario.

Se habla de logros en materia de inclusión educativa pero no hay capacitación para los profesores de las escuelas primarias, por ejemplo. Se habla de la implementación del programa de inglés, pero no se habla de los “falsos procesos” de contratación que se están dando en varias entidades del país. Se habla de que más del 90 por ciento de las escuelas ya se encuentran laborando después de los sismos, pero no se habla de las condiciones en las que los niños y profesores se encuentran trabajando. Se habla de una transformación de las escuelas normales, pero no se habla de la inexplicable reducción a la matrícula de las mismas. Se habla de las grandes bondades del sexenio, pero no se habla del gran desastre educativo que viene.

En fin, de todo eso se habla, pero no se habla de lo que realmente sucede en México.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/panorama-educativo-el-desastre-que-viene/

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Lo electorero del nuevo modelo educativo

Por:  Abelardo Carro Nava

El clima electoral en nuestro país comienza a calentarse en demasía, tan es así, que los partidos políticos han fijado los “mecanismos” bajo los cuales habrán de ser “ungidos” sus candidatos. Para Aurelio Nuño, la silla grande parece escapársele de las manos dado que en el partido tricolor, desde mi perspectiva, se ha hecho lo necesario para Meade, actual Secretario de Hacienda, sea el que lleve su bandera y se posicione ante el electorado mexicano, compitiendo, como parece obvio, con Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador y alguno que otro independiente que logre colocarse en esa carrera presidencial.

Así  las cosas, y en medio de este asunto, una pregunta parece resonar en el aire: ¿qué pasará con el modelo educativo que tan pomposamente ha sido difundido por el actual Presidente de México y el propio Aurelio Nuño? Las especulaciones están a la vista y oídos de todos, sobre todo, de quienes nos encontramos insertos en el medio educativo. Y es que mire usted, aún y cuando dicho esquema de trabajo ha comenzado a implementarse en escuelas públicas “piloto” en algunas entidades del país, la zozobra pesa más cuando el 2018, fecha fatídica para su implementación, se aproxima.

En este sentido, y como lo he señalado desde hace tiempo cuando se habló de lograr una verdadera Revolución Educativa en este sexenio, el modelo educativo que entrará en vigor próximamente en todo el país adolece de varias cuestiones, destacando por su propia complejidad, la de los perfiles de egreso del nivel básico que en él se contemplan. No sé si usted sepa, pero de las adecuaciones curriculares que se hicieron en el 2011 y que en nuestros días siguen operando en este nivel educativo, no ha habido una valoración real que nos permita asegurar que el cambio o tránsito hacia un “nuevo” modelo era necesario dado el logro o no, de esos perfiles de egreso que se contemplaban en el Plan de estudios en referencia. Y lo que es peor, en ningún momento el magisterio estuvo presente o, más bien, fue el gran ausente, primero, de esa evaluación y, segundo, en el diseño del “ nuevo proyecto educativo”.

¿De qué forma puede obtenerse una mejora educativa si en los hechos los planteamientos curriculares obedecen a políticas internacionales más que necesidades nacionales previo diagnóstico de lo que se vive en mi México querido? Dese cuenta, el perfil de egreso que plantea el modelo educativo 2018, nivel preescolar, en el ámbito de lenguaje y comunicación, propone que los niños comprendan algunas palabras y expresiones en inglés. Si, así como lo leyó, “comprendan” algunas palabras y expresiones en inglés. Asunto nada menor si consideramos lo que ocurre en la mente para lograr esa comprensión pero, también, lo que implica el conocimiento de nuestro propio lenguaje, dada su complejidad semántica. ¿Cómo se espera que los niños de la sierra negra de Puebla, por ejemplo, logren este perfil si en las comunidades no hay docentes para la impartición de ese idioma? O, peor aún, ¿cómo se espera lograr ese propósito si además de abordar su lengua materna se tiene que adquirir el español y el inglés con todas las complejidades que tal acto requiere?

Aunado a ello, a alguien se le olvido que dichas comunidades siguen padeciendo los estragos de una serie de políticas económicas que, para acabar pronto, han abierto una brecha de desigualdad importante, no sólo en esta zona, sino en varias regiones del país.

“Aprender a aprender” suena bonito, se lee bonito; pero en los hechos, hay varios factores que impiden que los niños y adolescentes, y también los maestros, se acerquen a este sueño.

No, no piense que pretendo ser un aguafiestas y que mi pesimismo – aunque prefiero llamarlo realismo – opaque los anhelos de quien despacha en Los Pinos o en la Calle de República de Argentina. En absoluto, lo que pretendo decir, es que la realidad sobrepasa esos deseos que están plasmados en ese documento. Pongo otro ejemplo, en el documento “Los fines de la educación en el Siglo XXI” se lee lo siguiente: “Nos enfrentamos a la necesidad de construir un país más libre, justo y próspero, que forma parte de un mundo cada vez más interconectado, complejo y desafiante. En ese contexto, la Reforma Educativa nos ofrece la oportunidad de sentar las bases para que cada mexicana y mexicano, y por ende nuestra nación, alcancen su máximo potencial”.

Con base en ello, ¿cómo podemos construir un país más libre, justo y próspero si la realidad nos bofetea en el rostro cada vez que se descubren actos de corrupción por funcionarios y gobernantes cuya responsabilidad, se supone, debería ser la de atender las demandas sociales y que, para acabar pronto, han llevado a posicionar a nuestro México como uno de los más corruptos de América Latina?, ¿cómo lograr que haya un México interconectado si en muchas localidades mexicanas no hay luz ni servicios de internet y de banda ancha que permitan lograr precisamente esta interconexión con el mundo?, ¿cómo alcanzar nuestro máximo potencial si en resumidas cuentas más de la mitad de los mexicanos se haya en pobreza y pobreza extrema?

Las elecciones se aproximan, eso es un hecho, y el modelo educativo será vendido como el producto que nos permitirá ser un país de primer mundo, y puede ser cierto; sin embargo, somos muchos pero muchos mexicanos que no creemos en falsas promesas de campaña que pueden ser firmadas ante notario público, tal y como ese circo, que prometió un gran espectáculo y terminó siendo un fiasco.

México requiere de una educación que posibilite y potencialice el desarrollo de sus mexicanos, y lo requiere porque por muchos años se nos ha vendido la idea de que sólo a través de esa educación podremos salir del atolladero en el que nos encontramos y hasta el momento, nada ha pasado por las razones que he expuesto. El momento es propicio para levantar la voz y exigir que todos esos candidatillos saquen las manos de los procesos educativos, tan necesarios para el bienestar de los mexicanos.

Fuente del Artículo:

Lo electorero del nuevo modelo educativo

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Los proyectos de enseñanza y la evaluación

25 de octubre de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Abelardo Carro Nava

En estas últimas semanas, he tenido la fortuna de trabajar con varios docentes de algunas entidades de mi querida República Mexicana, con la intención, de brindarles una orientación o asesoría para la construcción de sus Proyectos de Enseñanza que, como sabemos, es uno de los momentos que la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD) y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), consideraron para la valoración del desempeño docente en estos meses, además del informe de responsabilidades y el propio examen.

Proyectos que, a decir de las propias autoridades, podría evaluar el quehacer profesional de los mentores en los niveles educativos que conforman el complejo Sistema Educativo Mexicano (SEM). Dudas, inquietudes, zozobra, desesperanza, incertidumbre, entusiasmo, conformidad, aceptación, rechazo, entre otros adjetivos más, fue lo que pude percibir en varios de los profesores y profesoras con los que tuve el gusto de compartir momentos altamente enriquecedores y de los cuales, deseo exponerle, algunas ideas con la intención de aportar mi granito de arena, al necesario debate que debe y tiene que seguirse dando, sobre las formas de evaluación que se están implementando en mi México querido.

Por principio de cuentas, debo señalar que esta forma en que se pretende evaluar al magisterio mexicano, no es nueva. El trabajo que puede realizarse a partir de considerar una metodología como lo es el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), data de hace algunos años. Y bueno, alguien pensó que a través de tal metodología puede ser evaluado el maestro, y es cierto. No obstante, hay una cuestión que me sigue retumbando en la cabeza y que deseo plantearla en estos términos: ¿qué tanto puede valorarse el quehacer docente a partir del ABP que planea, desarrolla y evalúa el profesor, si en el aula ocurren un sinfín de situaciones que el mismo docente no puede considerar y/o registrar dadas las limitaciones que plantea la guía técnica para la construcción de dicho proyecto?

Y es que mire usted, como bien sabemos, los problemas educativos son multifactoriales, es decir, que una situación detectada en un grupo de alumnos, tiene su origen en las múltiples circunstancias que viven a diario los seres humanos y, por ello, lo que el docente realiza en el aula, debe considerar no solo un campo formativo y/o asignatura, sino muchos elementos más, para su atención y probable resolución. Ciertamente una muestra es representativa para este esquema de evaluación pero, ¿qué tan pertinente es considerar solamente eso, una muestra?

¿Qué puedo hacer si en la comunidad en la que viven mis alumnos las condiciones económicas no les permiten alimentarse como debieran y, por tales razones, mis estudiantes no logran concentrase ni desarrollarse como debieran?, ¿acaso debo comprarles el alimento? Fueron dos preguntas que una docente me hizo en su momento y que, para acabar pronto, limitaron mi respuesta dado que ante tales circunstancias, el papel del docente y, en este caso, de quien conduce el curso, son limitadas o fueron limitadas.

Ciertamente, el papel del docente es fundamental para  lograr el desarrollo de sus alumnos; no obstante, las condiciones económicas, sociales, políticas y hasta culturales, ajenas a su propio papel y desempeño, se escapan, muchas veces, de las manos.

Ahora bien, si esto no fuera suficiente, una cuestión más que aún sigo reflexionando es la siguiente: ¿qué tanto el evaluador realizará su evaluación considerando esos elementos que solamente en el aula ocurren y que resultan de una interacción que  solo sucede en el aula?

Es aquí donde entra de lleno el tema de la observación en toda la extensión de la palabra. Si en las escuelas normales, en las universidades, en los posgrados, vaya, en los propios planes de estudio se afirma que dicha observación es fundamental para registra los fenómenos, mismos que a su vez, deben ser codificados para interpretarlos y se puedan tomar las decisiones más pertinentes, ¿por qué la evaluación docente no se apega a la observación en la que esos evaluadores in situ valoren el trabajo que realiza el profesor frente a grupo?, ¿evaluar desde un escritorio tendrá la misma fiabilidad de aquella que se realiza en el aula?

El trabajo que puede hacerse considerando el ABP no es malo. No, no estoy diciendo ello. Tampoco estoy diciendo que no se pueda evaluar a través de esta metodología. Lo que estoy diciendo es que esta evaluación, aunque es viable, es reducida o limitada para los efectos que se consideran desde los órganos centrales. Entiendo que el INEE ha hecho lo posible para acercarse a la forma de evaluación que se apegue a criterios objetivos con la intención de mejorar lo que, a decir de ellos y las autoridades de la SEP, puede mejorarse. No obstante, no debe olvidarse que si hay algo que no puede desprenderse de la misma evaluación, es la subjetividad que, por más que se diga lo contrario, está implícita en dicho proceso evaluativo en esa dicotomía tan conocida: evaluador y evaluado.

Con este proceso, ¿no estaremos entrando a un terreno pantanoso en el que el evaluado solo cumpla por cumplir y el evaluador solo evalúe por evaluar… ¿y el tema educativo relacionado con los procesos de enseñanza y aprendizaje que ocurren en el aula?

Como hemos visto, oído y conocido, la SEP ha gastado una cantidad impresionante en recursos para lograr una amplia difusión de los programas educativos que entraran en vigor el año próximo, ¿cuándo lo hará para capacitar y actualizar al magisterio? Si el INEE ha observado que la evaluación que están implementado en el país, dirigida a los profesores, ¿por qué considerar tres momento evaluativos para valorar el trabajo del docente y no realizar uno solo y en el aula?, ¿no estaremos cayendo en un exceso evaluativo que, para acabar pronto, sature la práctica profesional que los maestros realicen en el salón de clases?

Éstas son algunas preguntas que, aunque parecen sencillas, tienen especial significado y relevancia dado que hasta la fecha, el medio educativo se encuentra permeado por las constantes indecisiones que en los órganos centrales se vienen observando. ¿Cuándo podrá realizarse una evaluación en el lugar que cada maestro realiza su trabajo? Su país, mi país, nuestro México, es tan desigual en varios aspectos, que bien valdría la pena pensar y pensar lo que se está haciendo en esta materia.

Hasta aquí dejo estas breves ideas, reconociendo el papel que a diario realizan mis colegas en cada uno de sus centros escolares. Esta experiencia o experiencias, me han llevado a reencontrar y revalorar la función del docente en nuestros días. Por  ello, les aplaudo, les reconozco y les admiro porque con tan poco dan mucho por sus alumnos y eso, lamentablemente, no se observa en una muestra que se recaba a través del ABP.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/los-proyectos-de-ensenanza-y-la-evaluacion/

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