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Educar desde la infancia para que no existan más manadas

Por: Adrián Cordellat

Es fundamental acabar con el papel dominante y agresivo de los hombres y el cariñoso de las mujeres. Un pensamiento que es cultivo de la desigualdad

La reacción social y mayoritaria al caso, el juicio y la sentencia de La Manada demuestran que algo está cambiando en España. Muy poco a poco, es cierto, porque este caso no deja de ser la punta del iceberg en un país en el que se viola a una mujer cada ocho horas y en el que la mitad de la población está expuesta de forma sistemática a discriminación, violencia psicológica, física y sexual por una simple cuestión de género. “El feminismo es una historia de logros y éxitos y no podemos obviar que son muchos los avances conseguidos en materia de igualdad entre mujeres y hombres, pero a pesar de todo, cada día nos encontramos ante situaciones y sucesos que nos obligan a reflexionar y cuestionarnos sobre la forma en la que abordamos la construcción de la feminidad y sobre todo la de la masculinidad”, reflexiona María García Sánchez, directora de Programas de la Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad.

Pese a esos acontecimientos y sucesos, “y a pesar de lo que queda pendiente”, para la portavoz estamos “en el camino correcto”. Una percepción que en su opinión corrobora “la respuesta social” ante hechos como la sentencia de La Manada, que ha supuesto “un punto de inflexión”. No obstante, García Sánchez considera que como sociedad hemos asumido el mensaje, pero seguimos sin aceptar el contenido: “Hemos aprendido el vocabulario, pero no hemos interiorizado el sentido y el sentir de cada palabra, normalizamos la violencia, la invisibilizamos y culpabilizamos a las víctimas. Toleramos espacios, gestos y contenidos que no hacen más que perpetuar la violencia y la desigualdad y la legitiman, con la impunidad que eso conlleva”.

Su opinión la corrobora Iria Marañón, editora y autora de Educar en feminismo (Plataforma Editorial), que considera que, aunque es cierto que en algunos sectores hay más sensibilidad con el tema de la igualdad de género, por regla general, en la sociedad todavía no ha cambiado nada: “Las familias, las escuelas, los referentes culturales y educativos perpetúan los mismos estereotipos y no castigan los comportamientos sexistas. Por eso las niñas y los niños siguen creciendo con la idea de que ocupan lugares diferentes en la sociedad. Hasta que no haya coeducación en las escuelas y la ciudadanía no sea realmente consciente del problema, seguiremos educando de forma machista”.

Y en ese escenario de educación machista seguirá reproduciéndose lo que Marañón denomina “la cultura de la violación”, una forma de lo que el sociólogo francés Pierre Bourdieu bautizó como “violencia simbólica”. Es decir, aquella que el dominador ejerce sobre el oprimido sin que este último sea consciente de ello, convirtiéndolo de esta forma en «cómplice de la dominación a la que está sometido». “Las sometidas consideran que su lugar en el mundo es el que es, y ni siquiera son conscientes de las desigualdades ni se plantean levantarse contra el opresor. Esto es así porque vivimos en un sistema patriarcal que lo impregna absolutamente todo. En este sistema, la parte masculina disfruta de unos privilegios que están completamente asentados, entre otros, piensan que el cuerpo de la mujer está a su disposición. Por eso hay hombres que se creen con derecho a tocar a las mujeres, a besarlas, e incluso a acosarlas o a violarlas. No es algo aislado, ocurre con demasiada frecuencia”, argumenta la editora.

El ideal de la coeducación

Podemos partir de la idea equivocada de la que la coeducación, el método educativo que parte del principio de la igualdad y la no discriminación por razón de sexo, es una realidad en una democracia y en un sistema educativo como el español. Al fin y al cabo, en el sistema educativo público no se separa a los estudiantes por su sexo y en apariencia nuestras hijas tienen los mismos derechos que nuestros hijos. Para Elena Simón, profesora de Secundaria, catedrática de Francés y autora, entre otros, de La igualdad también se aprende: cuestión de coeducación (Narcea), esta percepción equivocada “no responde más que a un deseo de que así sea y a la ignorancia del currículo”. Un currículo que, según la formadora experta en Coeducación, “no contiene la obra humana de las mujeres (ni la reproductiva, ni la productiva y creativa)”, prioriza el mundo de lo masculino dominante “de manera que lo femenino y las mujeres casi no son nombradas o lo son de manera despectiva o imprecisa”, y en el que la educación sexual “es inexistente”.

En opinión de Simón, a pesar de los mandatos educativos de varias leyes vigentes respecto a la Igualdad y prevención de la violencia de género, “muy pocas personas en los centros tienen conocimientos sobre Igualdad y Coeducación, y, además, aún no es preceptiva esta enseñanza”. Partiendo de esa base, añade la experta, la Coeducación no solo no estaría generalizada en España (“ni en ningún otro país”), sino que, “apenas iniciada”, se enfrenta continuamente a “resistencias y reacciones que la sacan de en medio argumentando que ya está conseguida o sustituyendo el objetivo de la Igualdad por el de la diversidad. La diversidad es el punto de partida de todo ser humano, la Igualdad hay que construirla, aprenderla y ponerla en práctica. Y, para ello, el sistema educativo es el espacio adecuado”.

¿Podría una verdadera coeducación ayudar a que no haya más manadas?, le preguntamos a Elena Simón, que considera que las manadas solo son la punta del iceberg de la desigualdad y de la violencia. “Si los hombres se siguen divirtiendo desde niños viviendo la vida como una batalla y las mujeres como instrumentos de amor, comprensión, ayuda y servicio, no solo seguirán las manadas que, por cierto, han existido siempre, sino que otros muchos chicos desearán también tener la suya, para triunfar y seguir sintiendo que viven en un mundo que los encumbra por sus hazañas”, reflexiona.

Según Simón, una verdadera coeducación abordaría todas las cuestiones de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres y podría “elaborar un nuevo modelo de relación equitativa, pacíficamente negociada y saludable”. En el ámbito social, por ejemplo, la coeducación, según la experta, nos permitiría ocuparnos a hombres y mujeres “de cualquier cargo, profesión, tarea u oficio”; en la familia, por su parte, “corresponsabilizarnos de la provisión económica y de los cuidados”; y a nivel relacional, por último, “vernos y tratarnos como diferentes-iguales, intercambiando ayuda, respeto, afecto y placeres de forma recíproca”. Todo esto, sin embargo, habría que enseñarlo. Y aprenderlo. Si no, como cierra la docente, lo que se hace es “reproducir lo que se ve, repetir, guiarse por la inercia sin someterla a crítica y caer en la falsa creencia de que todo esto es natural y que no tiene remedio, que incluso es positivo y conveniente”.

Coeducar desde casa

Aunque pensemos que no, como explica Iria Marañón, seguimos transmitiendo a nuestros hijos muchos estereotipos de género que perpetúan roles machistas. Los educamos a ellos “para que se sientan fuertes, valientes y poderosos, para que piensen que son capaces de conseguir lo que quieren, cuando quieren y cómo lo quieren”. Y a ellas, por el contrario, “para ser sumisas y complacientes, y para ocuparse de las tareas domésticas y reproductivas, una esfera de la sociedad completamente desprestigiada”. Es decir, desde bien pequeños, inconscientemente, les dejamos claro que hay una parte de la población, la masculina, que ejerce el poder; y otra, la femenina, que se somete a ese poder.

Sin embargo, no todo está perdido. “Podemos empezar a crear una sociedad más igualitaria desde que son pequeños”, afirma Marañón. Y ello comienza por poner coto a determinados comportamientos agresivos y sexistas que muchas veces, cuando provienen de niños, aceptamos cuando no, directamente, incitamos o aprobamos entre risas. “Si los niños se relacionan entre ellos de forma violenta o agresiva y ese comportamiento no se corrige, ya tenemos a un adulto que va a usar la violencia para resolver conflictos, incluso con las mujeres, con las que además va a sentir que tiene el poder para hacerlo. Si también se les permite molestar a las niñas, levantarles la falda, tirarles de las coletas o tocarles el culo estamos lanzando un mensaje: que el cuerpo de las niñas y mujeres está a disposición de lo que los niños y hombres quieran hacer con él. Por eso, incluso los hombres que no maltratan ni violan, pueden considerar normales, o no peligrosos, comentarios de grupo en su WhatsApp, o chistes sobre la mujer, porque todo forma parte de lo mismo”, argumenta la autora de Educar en feminismo.

En ese sentido, Iria Marañón destaca la necesidad de enseñar a los niños a respetar a las niñas desde que son pequeños, tanto en sus decisiones y en sus opiniones como en lo que respecta a su espacio físico y verbal. También la importancia de “redefinir la masculinidad” para eliminar el componente de poder que tiene asociado; así como de otras medidas que podemos llevar a cabo desde casa, como proporcionar referentes femeninos diversos, enseñar que los trabajos del hogar y los cuidados corresponden a ambos sexos o fomentar la empatía, la asertividad, la comunicación, la sensibilidad y evitar el narcisismo.

Por último, considera de vital importancia “no consentir las bromas o los juegos que fomenten las desigualdades”, así como educar a los niños para que sepan que debe haber un consentimiento expreso por parte de las chicas a la hora de mantener relaciones sexuales: “Debemos enseñarles que las relaciones sexuales no son la pornografía a la que tienen acceso, debe haber una educación sexual que les explique que el sexo es un momento compartido entre personas, donde es fundamental la afectividad: los besos, las caricias, preocuparse por cómo está la otra persona… Incluso en las relaciones esporádicas de una noche”.

Pequeños grandes gestos todos ellos que son motores de cambio, aunque nos parezca que desde nuestra casa no podemos cambiar el mundo. Ya lo dijo la escritora y activista política norteamericana Hellen Keller, a quien cita María García Sánchez: “No soy la única, pero aun así soy alguien. No puedo hacer todo, pero aun así puedo hacer algo. Y justo porque no puedo hacer todo, no renunciaré a hacer lo que sí puedo”.

Y en ese “puedo”, como concluye la directora de programas de la Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad, “está el educar y educarnos en igualdad”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/07/02/mamas_papas/1530531093_178095.html

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Reflexiones post #8M: Feminismo, Machismo, Patriotismo y otros desvaríos

Por Adrian Cordellat

En casa vivimos el #8M a flor de piel. Emocionados desde buena mañana con los testimonios de mujeres y hombres que se hacían escuchar en Hoy por hoyLuego emocionados también en la concentración de nuestro barrio, leyendo pancartas emotivas e ingeniosas, sumándonos a los cantos reivindicativos de mujeres, hombres, niñas y niños. Ya por la tarde-noche, a través de la radio (de La Ventana, de Hora 25) y de las imágenes que nos llegaban vía smartphone, orgullosos de todos esos millones de mujeres que tomaron las calles, las hicieron suyas, y durante el jueves convirtieron a España, un país irrelevante en el escenario internacional, en epicentro mundial de una revolución ya imparable.

Sí, imparable. Por más que algunos (incluso algunas), con mucho poder (y otros con no tanto), prefieran seguir como siempre. Boicotear el cambio. Confundir. Me sorprendió en ese sentido escuchar un día antes del #8M a la Ministra de Igualdad de España (¡De Igualdad!) decir que ella lucha por la igualdad real y efectiva de las mujeres, pero que no se siente feminista, que eso es una etiqueta, un estereotipo. Uno puede esperar ese comentario de alguien como Paula Echevarría, pero nunca de una Ministra de Igualdad. Alguien debería haberla hecho dimitir de inmediato si en este país dimitir fuese un verbo conocido en política. Por ignorante. Por dotar al feminismo de una connotación negativa que no tiene. Por confundir desde su poltrona a mucha gente que parece pensar que el feminismo es lo mismo que el machismo solo que a la inversa; que si se impone el feminismo las mujeres matarán a hombres, los acosarán sexualmente, los violarán en masa. Pobres.

El 8 de marzo, para todos aquellos que se encargan de manipular, para todos aquellos que solo buscan confundir a la población, para la señora Ministra, Fundeu, el buscador urgente de dudas en español, publicó un post: feminismo no es lo contrario que machismo. En él aclaraba que según el Diccionario de la RAE feminismo es el ‘principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre’ y el ‘movimiento que lucha por la realización’ de esa igualdad. Machismo, por su parte, se define como ‘actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres’ y ‘forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón’. Usted, señora ministra, con sus estereotipos y etiquetas, es posible que aún no lo sepa, pero es feminista. Con todas las letras.

EL #8M SÍ, ORGULLOSO DE SER ESPAÑOL

He dicho muchas veces en este blog que no entiendo de patrias ni de banderas, que no concibo el patriotismo como tal, que mi única patria son mi familia y mis amigos, que al final son los que dan sentido a todo. Por tanto, nunca he tenido necesidad de sentirme orgulloso de ser español. Ni tampoco, la verdad, me han dado demasiados motivos para ello. Esta postura me ha causado no pocos reproches en las sobremesas políticas familiares. Pueden estar tranquilos. El #8M, sin embargo y posiblemente por primera vez, sí me sentí orgulloso de ser español. Quizás porque me van más los delantales colgados de los balcones que las banderas de una absurda guerra de símbolos que no significan nada. Quizás porque me conmovió y me emocionó hasta puntos que no sabría explicar ver la movilización generada por las mujeres de nuestro país, apoyadas por muchos hombres; ver como España acaparaba la atención de medios de todo el mundo, ¡y no por el fútbol, sino por sus mujeres, convertidas en abanderadas de una lucha que no entiende de fronteras!.

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Gracias a todas por regalarnos este #8M. A las que organizaron, a las que estuvieron en concentraciones y movilizaciones de barrio, a las que asistieron a las manifestaciones, a las que dejaron de trabajar para hacer ver que son imprescindibles, a las que no pudieron porque los cuidados no entienden de huelgas, a las que no les dejaron ejercer su derecho y también a las que no quisieron ejercerlo porque ellas no sienten ni experimentan esa desigualdad. A éstas últimas me gustaría recordarles que las manifestaciones, las huelgas y las movilizaciones no se hacen por ellas, sino por todas las que siguen muy lejos de rozar esa igualdad, por todas las que chocan cada día contra techos de cristal, por todas las que sufren cada día la brecha salarial, por todas las que se enfrentan cada día a situaciones de violencia por el mero hecho de ser mujeres. Hoy por ti, mañana por mi.

Este #8M Mara vivió su primera huelga y asistió a su primera concentración. Probablemente no se enteró de nada. Un día, sin embargo, tarde o temprano, verá en algún libro de historia lo que significó este 8 de marzo de 2018. Y se sentirá orgullosa de haber estado, a su manera, en él. Mucho de lo que pueda conseguir dentro de dos o tres décadas se lo deberá a todas las mujeres que lucharon por sus derechos desde tiempos inmemoriales. También a aquellas que aquel 8 de marzo de 2018, cuando ella solo era una niña de 4 años, hicieron historia y, como dijo una mujer en Hoy por Hoy, dieron por comenzado, con 18 años de retraso, el siglo XXI.

Fuente: https://www.unpapaenpracticas.com/8m-feminismo/#more-4762

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Día del maestro: “Los niños con dislexia no fracasan, lo hace el sistema con ellos”

Por: Adrián Cordellat

Hay que mejorar la formación, dotar a los centros de mayores recursos tecnológicos y aumentar la inversión en orientadores, logopedas y maestros

Samuel, el hijo de Araceli Salas, portavoz de la Federación Española de Dislexia y otras DEA, (FEDIS) tiene hoy 25 años y una titulación en dirección cinematográfica. Alcanzar este logro no ha sido nada fácil para él. Como tampoco lo es para el 10% de la población española que, según estimaciones, padece dislexia, un trastorno del aprendizaje que altera la capacidad de leer y de escribir de quienes lo sufren. No en vano, se estima que 4 de cada 6 fracasos escolares en España, el 66%, está relacionado de forma directa o indirecta con la dislexia y otras Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA). Una problemática a recordar este 27 de noviembre, Día del Maestro, figura que necesita más recursos para atender cómo es debido a esta población que también forma parte de la comunidad educativa.

“A mi hijo siempre le he dicho que no es él el que fracasa, sino que es el sistema el que fracasa con él”, afirma Araceli. Por eso, su historia personal de superación pone nombre, rostro y piel a la campaña promovida por FEDIS en change.orgpara exigir “más atención a la Dislexia y otras DEA en la próxima Ley Orgánica de Educación”. Quieren alcanzar las 300.000 firmas para hacérselas llegar al Ministerio de Educación Cultura y Deporte. Ya suman casi 215.000. Entre las reivindicaciones de su iniciativa, solicitan a la administración más medidas para el diagnóstico temprano, una política educativa inclusiva y no discriminatoria, y adaptaciones metodológicas que permitan a los niños con dislexia seguir con sus estudios y no ser carne de cañón del fracaso escolar.

La importancia del diagnóstico precoz

El diagnóstico de Samuel llegó con nueve años. Para entonces él y su familia ya habían transitado un largo camino por el desierto para encontrar respuestas a su dificultad para recordar los días de la semana, los meses del año y leer o comprender lo que leía. “Cuando empezó en primaria empezó a llevar un retraso con respecto a sus compañeros. Y claro, como son niños listos se cuestionan las cosas”.

Hoy el diagnóstico ha avanzado bastante. Se puede diagnosticar a los niños a partir de los 7 años. Incluso hay casos que empiezan a detectarse antes, al dar los menores síntomas de dislexia. Casos en los que es importante empezar a actuar aunque no se tenga un diagnóstico confirmado. Sin embargo, por experiencia propia y por su labor como asesora, Araceli sabe que las familias lo siguen pasando “muy mal” y viviendo “con mucha angustia” la situación hasta que encuentran un diagnóstico que da respuestas a sus preguntas.

Los que peor lo pasan, no obstante, son los niños. “Los niños disléxicos sufren una importante merma en su autoestima. Les toman por tontos, por vagos, a menudo son víctimas de bullying. No entienden cómo trabajando tanto su rendimiento es menor. Por ello una detección precoz es importantísima”, afirma Luz Rello, que fue una niña con dislexia y hoy, a sus 33 años, es una mujer con dislexia (porque esta no se cura) y una investigadora multipremiada que ha dedicado muchos años de su vida a estudiar la dislexia hasta dar forma al proyecto emprendedor Change Dyslexia.

Su experiencia la comparte Araceli, que además de la baja autoestima que alcanzó su hijo, ese pensar y llegar a creerse que era tonto, recuerda la ausencia de tiempo para realizar actividades extraescolares en las que se sintiese a gusto a causa de las visitas a psicólogos, logopedas y al mayor tiempo que necesitaba para hacer los deberes. “Eso quema muchísimo”, afirma. También, otro impedimento descubierto recientemente. Debido a su situación muchos niños con dislexia tienen pesadillas nocturnas recurrentes, lo que les impide tener un sueño reparador. “Ya se despiertan con menos energía que el resto y terminan la jornada mucho más cansados. Y encima ese sobreesfuerzo que ellos hacen no se ve recompensado ni en casa ni en el colegio”.

Cambiar la forma de dar clase

El sistema educativo sigue siendo igual que el que atendía a nuestros abuelos

Desde las asociaciones de pacientes con dislexia se consiguió la primera Ley educativa que ampara a este tipo de alumnado con dificultades específicas de aprendizaje. “Hemos avanzado mucho, sí, pero necesitamos que se siga avanzando, que cada vez que se ponga en marcha una Ley Educativa o que se haga un Pacto político por la Educación, todo lo que tenga que ver con este tipo de alumnado se tenga en cuenta y se mejore. Que haya más formación del profesorado y de los profesionales del ámbito educativo, que el propio sistema educativo los contemple, que existan las herramientas adecuadas en los centros, que exista una detección temprana y un plan de actuación… y también, esencial, que en cualquier Comunidad Autónoma el alumno tenga los mismos derechos”, reflexiona la portavoz de FEDIS.

También, como ella misma reconoce, que la sociedad se sensibilice, que conozca que la dislexia es mucho más que tener dificultades para escribir o leer o tener faltas de ortografía, que tome conciencia de que estos niños no son tontos o vagos y que sí que pueden aprender. Pero para ello necesitan un cambio en el sistema educativo, en la forma de impartir la docencia. “El sistema educativo sigue siendo igual que el que atendía a nuestros abuelos. Necesitamos que el sistema cambie su metodología hacia estilos más interactivos, multisensoriales, que tenga en cuenta la neurociencia, y que destierre esa idea preconcebida de que todos los niños deben aprender al mismo ritmo”, añade Salas.

Para Luz Rello, por su parte, la evaluación es “crucial” porque si se aprende por medio de la lectura y se evalúa por medio de la escritura, “una persona con dislexia que precisamente tiene dificultades en ese canal (lectura y escritura) lo va a hacer con un rendimiento más bajo que si por ejemplo realiza los exámenes orales”. Una inquietud que comparte Araceli: “Lo que está claro es que con un sistema tradicional de lectura y de ejercicios a estos niños les es imposible, porque si solo les dejamos la vía de la lectura para el aprendizaje y la vía de la escritura para demostrar lo que saben, entonces mal vamos. No están en igualdad de condiciones”.

Para Araceli Salas, desde el punto de vista de política educativa,“no son conscientes de la cantidad de niños que están afectados por este trastorno”

En ese sentido, desde FEDIS insisten en que se precisa que el sistema conozca de qué forma aprenden los disléxicos y que se adapte a su forma de aprendizaje, algo que no les parece tan complicado teniendo en cuenta que ya se está haciendo en muchos centros y que hay muchos profesionales que ya lo ponen en práctica: “Pero claro, necesitas estar sensibilizado y formado, porque la metodología que funciona para los niños con dislexia funcionaría para todo el aula”.

La duda es si tratándose de unas medidas que están tan al alcance, que no se hayan tomado todavía responde a la falta de presupuesto (para, como pide Luz Rello, mejorar la formación, dotar a los centros de mayores recursos tecnológicos y aumentar la inversión en orientadores, logopedas, maestros de pedagogía terapéutica y maestros de audición y lenguaje) o a la falta de voluntad política y de sensibilidad con la problemática. Para Araceli Salas, desde el punto de vista de política educativa,“no son conscientes de la cantidad de niños que están afectados por este trastorno” y es necesario que los políticos sean conscientes de la dimensión del mismo para que se regule “de forma seria como se hace en otros países como EE UU, Reino Unido, Suecia o Dinamarca”.

Una reivindicación en la que seguirán insistiendo desde FEDIS para mejorar la vida de sus hijos, sus nietos y la de niños que aún no han nacido pero que dentro de unos años tendrán que enfrentarse a una vida con dislexia. “Queremos que ningún niño pase por lo que ha pasado el nuestro y que ninguna familia tenga que sufrir tanto para saber qué le está pasando a su hijo. Una sociedad moderna como la nuestra no puede permitir que un niño tenga que sufrir para poder aprender”.

La tecnología como herramienta para la dislexia

Desde la Asociación Española de Dislexia y Familia (DISFAM) , de la que Araceli Salas es fundadora, junto a la Universitat de les Illes Balears (UIB), han desarrollado Prodislex, un protocolo de detección y actuación gratuito disponible para su descarga en la web y que ya cuenta con más de un millón y medio de descargas.

Luz Rello, por su parte, es la desarrolladora de Dytective for Samsung, una app que a través de un test de dislexia gratuito notifica con casi un 90% de precisión el riesgo de padecer dislexia. “No se trata de un diagnóstico, sino de una prueba de cribaje, un detector de riesgo. El diagnóstico debe confirmarse con un profesional”, explica su fundadora. Desde FEDIS, por su parte, también insisten en que si un niño no es detectado por la app pero existen sospechas, la familia lo lleve igualmente a un experto “para evitar el riesgo de que se quede sin diagnosticar”.

Al margen de Dytective for Samsung, Luz Rello también ha desarrollado desde Change Dyslexia otra app, Dytective U, disponible tanto para dispositivos iOS como para smartphones Android. Se trata de una herramienta basada en la inteligencia artificial que cuenta con más de 35.000 ejercicios personalizados y validados científicamente para, a través del juego, mejorar los problemas de la dislexia y estimular las fortalezas de los niños. “La tecnología nos permite herramientas más económicas y accesibles que permiten que un niño con dislexia pueda llegar al rendimiento esperado para su capacidad”, concluye la emprendedora.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/11/23/mamas_papas/1511448848_672108.html

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Jornada escolar continua o partida, ¿cuál es mejor?

Por: Adrián Cordellat

El número de horas que pasan nuestros hijos en la escuela genera encendidos debates entre los padres

Con cada inicio de curso escolar se reabren viejos debates entre posiciones aparentemente irreconciliables. Está el de los deberes sí o no, el de uniformes sí o no y también, entre otros, el que se centra en la jornada escolar: ¿continua o partida? Hasta hace no tanto, en España primaba la jornada partida. Hoy, como afirma Antonio Tinajas, la balanza está igualada. Según el catedrático de enseñanza secundaria y autor del artículo ¿Jornada escolar continua o jornada escolar partida?, publicado en la Revista Iberoamericana de Educación, “en general, son más las comunidades en las que las escuelas públicas siguen una jornada continua, aunque la población escolar total afectada por un tipo u otro de jornada es muy similar”.

Cabe recordar que las competencias en Educación están hoy cedidas a las Comunidades Autónomas y que son estas las que legislan sobre las características de la jornada escolar y sobre las condiciones en que es posible el cambio de la jornada partida a la continua. En la práctica, siguiendo esas condiciones, es cada colegio, a petición del Consejo Escolar y con la votación favorable del censo del centro, el que decide el paso de una jornada a otra.

Y aquí radica el primer punto de fricción. Para Leticia Cardenal Salazar, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), esta es una decisión que “no debería dejarse a la autonomía del centro, como no se dejan otras cuestiones relevantes, como es la elaboración del currículo de las asignaturas, por ejemplo o el calendario escolar”. Una posición totalmente opuesta a la que defienden desde el sindicato de la enseñanza pública ANPE, para el que la elección del tipo de jornada del centro educativo “debe corresponder a la autonomía de los centros” a través de un proceso “transparente, participativo y con garantías democráticas”. En ese sentido, desde el sindicato del profesorado recuerdan que el Consejo Escolar del Estado ya se pronunció hace años sobre la jornada continuada, “reconociendo el derecho de las comunidades educativas a establecer el tipo de jornada escolar”.

Quién quiere qué

Sea como sea, lo cierto, como la propia Leticia Cardenal reconoce, es que “se está generalizando que sean las comunidades educativas de los centros quienes decidan sobre el tipo de jornada que quieren”, de forma que se han ido incrementando el número de centros que se han acogido a la jornada continua. Un dato que sorprende, cuando desde la principal agrupación de asociaciones de Padres y Madres se muestran reacios al cambio. Según su presidenta, la explicación podría deberse en parte a que los debates sobre el particular “no se realizan en condiciones de igualdad entre familias y profesorado y el profesorado habla de pedagogía cuando lo que hay detrás es un interés de mejora en sus condiciones laborales”.

También señala al profesorado Antonio Tinajas, que señala a la gran diversidad de situaciones particulares que se dan entre las familias de un colegio, una coyuntura que en su opinión aprovecha el equipo directivo y el profesorado, que “tiende a abusar de la autoridad pedagógica que les atribuyen las familias”. Para Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, por su parte, solo existirían dos “grupos de madres” que se inclinan espontáneamente por la jornada intensiva: “las que no tienen ni buscan empleo o tienen uno a tiempo parcial que combina mejor con ella; y las de clase media acomodada y culta que, habiendo optado por la escuela pública, creen que a sus hijos les sobran horas y que podrían emplearlos mejor en otras actividades fuera de las aulas”. El resto, según Enguita, que conformarían la gran mayoría de madres y padres de alumnos, suelen ser sometidos en opinión del catedrático “a una desinformación sistemática y, a menudo, una presión poco escrupulosa desde el profesorado, que no para hasta que se convierten o se rinden”.

¿Tanta fuerza tiene el profesorado entre los padres y madres para que en abril de este año, sin ir más lejos, 215 de los 325 centros educativos de la Comunidad Valenciana que celebraron consultas sobre la organización horaria, votasen a favor de la jornada continua? Al contrario de lo que mucha gente piensa el cambio horario es una reivindicación mayoritariamente de las familias, de hecho, se da el caso de muchos claustros que no apoyan el cambio y ni siquiera se puede llegar a las votaciones de las familias. En el caso de mi centro y en muchísimos más, somos las familias las que hemos instado al centro para que inicien el proceso”, explica Asun Bañón, presidenta de la Asociación Plataforma A Favor de la Jornada Continua por la Libre Elección en la Comunidad Valenciana, una de las asociaciones más activas y reivindicativas en España.

El profesorado también se defiende de las acusaciones de buscar en última instancia una mejora de sus condiciones laborales. Desde ANPE recuerdan que “no se trata de una reducción de la jornada escolar del alumno ni del profesor, sino de una redistribución de la misma” (esta sigue siendo de 25 horas a la semana); y que en todo caso, la compactación de la jornada tiene otro tipo de beneficios para la función docente, que se ejerce “de forma más racional, fomentando una mayor interrelación personal y profesional del profesorado, facilitando la preparación de las clases, mejorando la programación docente y permitiendo el perfeccionamiento profesional de los docentes mediante una mayor posibilidad de acceso a cursos de formación”.

Argumentos a favor y en contra

Para Asun Bañón, la jornada continua también permite poder aprovechar mejor las horas libres de los niños: “Algo tan sencillo como que los niños puedan irse a una actividad (deporte, música, idiomas, cumpleaños) con los deberes hechos o la lección repasada, y no tener que retrasar esto hasta última hora de la tarde cuando los niños están demasiado cansados”. También destaca de ella su “flexibilidad”, lo que permite adaptarla a las necesidades de cada familia (“Las familias tienen diariamente tres opciones para la salida de los niños del cole, a las 14:00, a las 15:30 o a las 17:00 horas”); y la “reducción del absentismo, especialmente en el caso de los niños más pequeños, que se duermen después de comer”, que se produce al tener que ir solo una vez al centro escolar.

Al desarrollo de las actividades extraescolares gracias a la implantación de la jornada continua también aluden desde ANPE, desde donde afirman que “todo los países modernos han comprendido el alcance de las actividades extraescolares como forma nueva, sugestiva y original de prolongar y entender el aprendizaje fuera del ámbito escolar”. Unas extraescolares que deberían ser en todo caso gratuitas, para no caer en la discriminación del alumnado en función de sus posibilidades económicas.

A esa discriminación aluden precisamente desde CEAPA. Recuerda Leticia Cardenal que la escuela es “un espacio de formación integral para todo el alumnado, donde se forman todos sin diferencias de ningún tipo y donde, además se compensan las desigualdades sociales”. Una formación que debería ser entendida en un sentido amplio, más allá de la transmisión de conocimientos o del tiempo exclusivamente curricular; “la escuela es un referente de convivencia, socialización y participación. Por eso, cuanto menos tiempo sea común a todo el alumnado en la escuela, mayores serán las diferencias, ya que estas crecen en las familias porque somos las familias las que marcamos esas diferencias”.

Según Fernández Enguita, por su parte, la intensificación horaria “perjudica especialmente a los alumnos que ya tienen problemas con la escuela, que son muchos”. En ese sentido, aboga por ir hacia horarios flexibles, “con un núcleo central para todos y flexibilidad en las horas de entrada y salida”. En todo caso, en la coyuntura actual considera preferible la jornada partida, “ya que lo que pueden perder con ella algunos (salir antes de una escuela que les aburre y tener tiempo para actividades que les interesan más) me parece menos grave que lo que pueden perder sin ella otros al no poder seguir el ritmo y verse empujados al rechazo o al fracaso escolares”.

¿Existe una alternativa mejor?

Coinciden todas las fuentes consultadas en que no hay ningún estudio de carácter científico que avale que una alternativa es mejor que la otra; o que una de ellas conlleve mejoras significativas en la calidad de la enseñanza. “Ni los hay ni creemos que los haya, porque las mejoras que se pueden producir en la escuela obedecen a múltiples factores y no a uno exclusivamente. Por lo tanto, no podemos decir que un modelo sea mejor”, afirma la presidenta de CEAPA, que no obstante recuerda que ningún argumento de los que se esgrimen para pasar de jornada partida a jornada continua “son objetivables” y que tampoco han demostrado las mejoras con las que, en su día, se convenció a la comunidad educativa: “Podremos hablar del nivel de satisfacción de profesorado o de familias, pero poco más”.

Su opinión la comparte en parte Mariano Fernández Enguita, que aunque reconoce que los horarios escolares en España “no han tenido todavía el estudio sistemático que merecen”, afirma que hay ya “unas docenas de estudios aquí, y muchos más fuera” cuyas conclusiones se distribuyen “entre pocos y muchos, pequeños o grandes, efectos negativos” de la jornada continua. “No existe un solo estudio, ni uno solo, que sustente los beneficios académicos de la jornada continua. He documentado esto en un libro y varios artículos y vídeos”, concluye.

Antonio Tinajas, por su parte, hace referencia a la cronopsicología, una ciencia que intenta comprender qué factores influyen en el mantenimiento sostenido de la atención por parte de los escolares a lo largo de la jornada. “Sabemos que la atención depende de numerosas variables: la edad y la personalidad del individuo, la naturaleza de la tarea a realizar (perceptivo motriz o mental), si se trata de tareas individuales o en grupo, los procesos mentales puestos en juego, la motivación, pero existe un consenso según el cual, en los últimos años de primaria y en la ESO, la atención es baja a primera hora de la jornada y crece hasta alcanzar su máximo entorno a media mañana (la hora del patio). A partir de aquí, desciende a medida que avanza la mañana y decae bruscamente tras la comida. Durante la tarde, vuelve a incrementarse la atención hasta volver a alcanzar otro máximo a media tarde”, argumenta. Una evolución de la atención que, en apariencia, coincide mejor con el horario partido.

“Tal vez pueda influir algo el horario en el rendimiento académico”, conceden desde la Asociación Plataforma A Favor de la Jornada Continua por la Libre Elección en la Comunidad Valenciana, pero en todo caso consideran que esa influencia “sería meramente anecdótica” en comparación con las soluciones que la jornada continua facilita para la adaptación a los horarios “de una sociedad en constante cambio”. Una opinión que también refrendó el estudio A las tres en casa: el impacto social y educativo de la jornada escolar continua, dirigido por Elena Sintes. En él, la doctora en Sociología, en referencia al argumento, utilizado también por la corriente projornada continua de que esta mejoraba el rendimiento académico, concluía que “la causa que marca la mejora de los resultados académicos y escolares de los alumnos, se encuentra en la calidad del proyecto educativo del centro, no en su horario lectivo”. Por tanto, y dado que el horario “no supone una variable fundamental para la obtención de un mejor rendimiento académico”, consideraba “perversa” la asociación entre ambas variables.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/09/17/mamas_papas/1505641549_019224.html

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Padres, hijos y sexo: cómo normalizar el tabú

Por: Adrián Cordellat

Aunque nos cueste hablar del tema, la educación sexual en casa es necesaria para evitar relaciones tempranas, embarazos no deseados o enfermedades

En países como Suecia, la educación sexual forma parte del currículo académico de los estudiantes desde 1955 y es impartida en el aula desde que los niños tienen 11 años. En España ni siquiera está reglada, por lo que al margen de unos escasos, y a todas luces insuficientes, contenidos en ciencias, esta queda al libre albedrío de la dirección de cada centro educativo. Si a esto unimos que para muchos padres aún supone un tabú hablar de sexo con sus hijos, muchos niños y adolescentes acaban aprendiendo ideas erróneas a través de sus únicas fuentes, sus amigos y lo que encuentran en Internet. Las consecuencias, relaciones sexuales demasiado tempranas, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, relaciones desiguales… ¿Cómo podemos evitarlo?

“La educación sexual debería ser una asignatura transversal durante toda la educación, como ya ocurre en otros países de Europa”, afirma Diana Sánchez, psicóloga y sexóloga, que afirma no entender por qué en nuestro país no pasa lo mismo “cuando existen aún un alto número de chicas con embarazos no deseados”. En ese sentido, como apunta Nayara Malnero, sexóloga y autora de Sexperimentando, las estadísticas demuestran cómo los países que ofrecen una educación sexual reglada a sus jóvenes presentan “índices de embarazos no deseados y tasas de infecciones más bajas. También una edad de la primera relación sexual más alta”.

Ante esta ausencia de educación sexual en la escuela, adquiere más importancia si cabe el entorno familiar, que, como recuerda Malnero, debería ser “siempre el primer pilar básico” de información, aunque tuviésemos un sistema educativo puntero en la materia. El problema es que por regla general las familias nunca encuentran el “momento adecuado” para abordar el tema y solo cuando la urgencia apremia lo hacen, pero “entonces es que ya es demasiado tarde”. Para Diana Sánchez, el principal hándicap es que carecemos de una educación sexual “formal, normalizada y que forme parte de nuestra vida como algo que no es un tabú”. El ejemplo, según la sexóloga, lo encontramos cada día en miles de hogares, cuando nuestros hijos hacen referencia a sus genitales: “Los mencionamos con palabras inventadas, como si diera miedo o fuese algo malo hablar de ellos. Si partimos de ahí, cualquier otro tipo de información va a ser todavía más difícil de dar”, añade.

Normalizar lo normal

“La charla sobre sexo sencillamente es innecesaria y poco efectiva”, afirma tajante Nayara Malnero, que recomienda aprovechar “claves contextuales”. Según la sexóloga, vivimos en un mundo en el que “por desgracia todo está hipersexualizado”, algo que, por otra parte, nos abre infinidad de puertas a los padres. «Podemos comenzar la conversación con cualquier cosa como excusa: una canción, una serie, un anuncio», para a partir de ahí, con normalidad, lanzar preguntas como ¿tú qué opinas?, ¿tu qué sabes sobre eso? o ¿te gustaría saber más?, que “nos abrirán las puertas”, como lo puede hacer también “comenzar dando una opinión en la que incluimos información que consideremos importante” para los menores.

Su opinión la secunda Diana Sánchez, que añade que desde que el bebé nace “es un ser sexual”, de forma que cuando le cambiamos pañales, le alimentamos o le acariciamos “le estamos dando seguridad en su propio cuerpo”. Desde muy pequeños se abre por tanto la “oportunidad” de abordar la sexualidad con ellos, adaptando por supuesto la información “a cada edad y con un lenguaje apropiado y sencillo”. De esta forma, según la experta, el sexo “no será un tabú, sino una realidad más de sus vidas”.

Para Nayara Malnero, “resulta bastante difícil” que un niño afronte el sexo con naturalidad si en casa es un tema tabú, aunque matiza que “los padres no somos los únicos agentes educadores, menos aún hoy en día con Internet”. También hace referencia a la influencia de la Red Diana Sánchez, que destaca la importancia de enseñar a nuestros hijos que si buscan información por otros medios y por su cuenta, esta sea “contrastada y realista”. Al final, como afirma la psicóloga, llegará un momento en que posiblemente nuestros hijos consulten más sobre el particular en Internet y con sus iguales, “pero si ya hemos hablado con ellos antes, si conocen el tema, les habremos proporcionado una base para toda la vida”.

Beneficios de educar en sexualidad

Recuerda la autora de Sexperimentando que la educación sexual “no es hablar solamente del acto sexual en sí”, sino que también es hacerlo de relaciones igualitarias, ética o autoconocimiento, aspectos que “nos hacen falta desde que nacemos hasta que morimos”. Por tanto, corrobora Diana Sánchez, no se trataría de educarles en sexualidad como unos contenidos sin más: “Creo que estamos sembrando semillas para que el día de mañana sean capaces de decir “no”, de respetar al prójimo, y cuando empiecen a tener relaciones sexuales en las que se incluyan prácticas de riesgo, aprendan a cuidarse y protegerse de embarazos no deseados y de enfermedades de transmisión sexual”.

Añade Nayara Malnero que romper el tabú del sexo con los hijos hace que nos tengan presentes y que recurran a nosotros si nos necesitan: “Es una pena ver a los chicos y chicas desesperados cuando tienen un problema relacionado con lo sexual y sienten que no pueden recurrir a sus padres”, explica. Además, suma otro beneficio, y es que hablar de sexo nos permite aportar “nuestras opiniones, ética y valores familiares, que de otro modo no van a ser transmitidos”. Por último, recuerda que el hecho de que un niño no reciba educación sexual “es violar un derecho humano fundamental”, como así lo incluía en 2010, dentro del derecho a la educación, el costarricense Vernor Muñoz Villalobos, por aquel entonces Relator Especial sobre el Derecho a la Educación de Naciones Unidas.

¿Y qué hacer si aun conociendo todos estos beneficios, somos incapaces de abordar el tema por lo instaurado que tenemos el tabú en nuestra vida? La sexóloga Diana Sánchez anima a los padres a “acudir a cursos sobre este tema, que además muchas veces son gratuitos”. También a indagar en la bibliografía infantil, ya que existen cuentos adecuados para las distintas edades para abordar la sexualidad “desde una perspectiva más lúdica y sencilla”. Por último, en el caso de que realmente exista “un gran bloqueo con el tema”, señala a la figura del psicólogo del centro escolar de sus hijos, “que puede ayudar en esta tarea”.

Nayara Malnero, por su parte, explica que lo más importante es “mantener la calma”. Luego recuerda a los padres que no están solos, ya que hoy en día tienen a su disposición “una gran cantidad de herramientas que les pueden ayudar, como Internet, películas, libros o incluso profesionales que les pueden sacar de dudas”. Eso sí, para la sexóloga lo más importante es tener siempre en cuenta y presente un principio: “La clave no está en saber de todo ni en sentirse cómodo hablando de todo, sino en estar ahí y brindar espacio al diálogo”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/01/20/mamas_papas/1484909346_403402.html

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