Por: Benjamín Cortés-Marchena
La educación holística como proceso, nos mueve hacia un visión pedagógica del ser, nos desafía hacia una visión global-integral, configurada según las etapas del desarrollo de las y los estudiantes.
La Universidad constituye un proyecto de educación integral al servicio de la juventud, de sus familias y comunidades, en el cual se enfatiza la calidad de la educación, la investigación, el desarrollo humano sostenible, la promoción de la justicia con equidad, la cultura de paz y las ciencias en los procesos de transformación del país. La educación holística como proceso, nos mueve hacia un visión pedagógica del ser, nos desafía hacia una visión global-integral, configurada según las etapas del desarrollo de las y los estudiantes. La educación holística busca centrarse en la formación creativa y sostenible del estudiante, vinculada orgánicamente a la facultad docente; es contextual, es humanista, es científica, articula la misión de las familias, las perspectivas del desarrollo y sus desafíos, así como a métodos y estrategias didácticas constructivistas, que provoquen el razonamiento crítico, el hacer ciencia, arte y el uso creativo e innovador de los medios y tecnologías.
Paradigmas en el proceso de la educación holística
Somos conscientes que el conocimiento cambia constantemente y los seres humanos también. Que la investigación, el debate, el diálogo de saberes, la escucha, el saber ser en el tiempo y en el contexto, coadyuva el cultivo de la inteligencia emocional, congnitiva, somática y musical. El convivir y caminar juntos hacia metas concretas comunes en la práctica de valores axiológicos y ontológicos, son entre otros, principios de educación y cultura holística. La diversidad cultural nos enseña que somos originales y al vez diferentes. Que el hogar, la comunidad, los centros de estudio, de trabajo y recreación, son núcleos esenciales de diálogos, de cooperación, de experimentación, de innovaciones, de nuevos significados en las relaciones, donde toma lugar la práctica del amor fraternal y la ternura, lo cual promueve y revoluciona aprendizajes y creatividad. Y todo ello aporta a comprender y a prepararnos a participar como sujetos conscientes en la transformación de nuestro mundo, basados en paradigmas, criterios, fil
osofía, ética, fe, provocados por metas estratégicas al servicio del bien común.
La multiculturalidad es un paradigma que nos convoca hacia un humanismo más fecundo, a la solidaridad recíproca, a aceptarnos como miembros de una sociedad con iguales derechos y obligaciones, afirmándonos en nuestras dignidades y utopías; y que siendo diferentes entre sí, perfilamos un proyecto común, en donde el hambre y la miseria, la ignorancia y la violencia social y estructural, contradicciones de la cultura, sean removidas.
Nuestras tradiciones culturales son diversas y constituyen una riqueza especial en los procesos de aprendizajes. El pensamiento propio y compartido surge de nuestras identidades, de la práctica social, de nuestra autonomía, de la construcción de complementaridades, del ejercicio de nuestras libertades y procesos de emancipación. Nos encaminamos hacia una mayor multiculturalidad dadas las propuestas de integración socioeconómicas, políticas, religiosas, ecológicas y culturales, desde cuyas coordenadas proponemos alternativas de formación, métodos y modelos en la investigación, en los deportes, en las artes, así como alternativas sostenibles en la economía, la salud integral, agua, energías renovables, transportación y comunicaciones, vivienda y hábitat. La multiculturalidad nos convoca a la convivencia activa y creativa con la naturaleza, a la reconstrucción y construcción de equilibrios sostenibles. Nos convoca a la pluralidad política, teológica y filosófica, lo cual impide la homologación social, y potencia la participación nuestra en el espíritu de compartir nuestra palabra creadora desde nuestras perspectivas visionarias. Asimismo, la multiculturalidad que construimos nos convoca a la democratización en todas las esferas de la sociedad y el Estado, a debatir la ética que necesitamos para sentar las bases de una nueva etapa del desarrollo humano sostenible en la Nicaragua de hoy.
Perspectivas entre ciencia y sapienza
Nos movemos hacia un pensamiento crítico y creativo, paradigma que desafía a la educación a vertebrar la investigación, el debate y la búsqueda de soluciones dignas a las necesidades humanas. El pensamiento crítico y creativo discurre en el debate de las ideas, de hipótesis y tesis, así como en el intercambio de experiencias de personas y grupos de estudiantes investigadores de diversos contextos que se encuentran para abordar temas novedosos y desafíos, que demandan en el presente, una objetiva y científica planificación del futuro. Estamos abocados a construir una nueva etapa de nuestra cultura para profundizar la gestión del conocimiento y la sabiduría, y potenciar el desarrollo de las diversas disciplinas de las ciencias.
De cara al futuro, construimos una filosofía del desarrollo, teniendo presente los dilemas de la educación, así como la innovación sostenible. Para ello gestamos una metodología del saber basada en la investigación, la experimentación e innovación, el dialogo y debate sobre temas de frontera y de interés común. Asimismo, la metodología del saber está basada en la lectura crítica de nuestra historia, de nuestros contextos, de la sabiduría de nuestros mayores, de nuestras lógicas económicas y el cultivo de nuestras competencias en las diversas disciplinas de las ciencias y tecnologías. Así también, y con alta prioridad, el cultivo de los valores, potenciados por una revolución ética que precisamos en el proceso de la construcción de una sociedad inclusiva. No tengo duda de la significativa contribución que la Universidad hará para potenciar el desarrollo de esta filosofía de la educación holística.
Desafíos de la educación en la posmodernidad
La revolución demográfica que toma lugar en posmodernidad, plantea sus complejidades, necesidades y competencias trae nuevos agentes educativos y tecnológicos. La posmodernidad plantea paradigmas de una visión dialéctica de la vida, de las relaciones ante realidades inéditas y nuevos modos en que la sociedad se organiza, lo cual incide directamente en las nuevas perspectivas de la educación interdisciplinaria, que busca a la vez unidad e integración del conocimiento. La globalización revoluciona los sistemas de integración socioeconómica, las TIC, el transporte, los procesos de industrialización, el desarrollo urbano, la educación especializada, la salud alternativa y los cuidados urgentes del planeta. La educación enfrenta el desafío de un nuevo orden social, las complejidades y necesidades congnitivas de una sociedad científica.
Fuente del Artículo:
https://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/457935-educacion-holistica/