¿Qué es realmente la rebeldía?

Por: Carlos Gustavo Motta

El destino de todo discurso que tenga como agente el S1 es el autoritarismo. Esta idea de Lacan se verifica también en las consecuencias de posiciones de rebeldía «juvenil», cuando esta se orienta por tal significante. Sirve para ilustrarlo el clásico de George Orwell «Rebelión en la granja».

¿James Dean?: alguien perdido, tratando de encontrarse.
Marlon Brando a propósito del film Rebelde sin causa

No siempre un interrogante produce necesariamente una respuesta.

Preguntarse acerca de la rebeldía y su realidad nos ubica en la circunstancia de saber si resulta eficaz el argumento siguiente: La rebeldía no es una virtud ni tampoco un malestar.

Existe una historia de la rebeldía que contempla variables enunciadas de manera menos ambivalentes. Por ejemplo,  la religiosa: representada ejemplarmente por Jesús; la política: democracia versus otras lecturas de las realidades gubernamentales;  la social: discriminación y tolerancia.; la psíquica: la posición del otro frente a su estructura anímica: neurosis/psicosis/perversión.

Modelos todos que se construyen bajo consignas conocidas:
1.- Reaccionar frente a lo que se considera injusto.
2.- Intentar establecer un nuevo orden, sobre todo el propio.
3.- Rechazar una negociación porque se considera una pérdida de tiempo.
4.- Negar los procesos dialécticos prevaleciendo el autoritarismo bajo un resultado social llamado efecto de masa.

George Orwell construyó una ficción  que nos recuerda, en su clásico Rebelión en la granja, a un grupo de animales habitantes de una hacienda, que terminan expulsando a sus amos (seres humanos) y establecen un  gobierno para ellos apropiado que  conduce, más tarde y casi inevitablemente,  a la instalación de una tiranía.

Los animales  llevan a cabo una revolución  con un desenlace de siete principios escritos en una pared para ser leídos por todos, a la manera de los Diez Mandamientos escritos en tablas de piedra y que el Dios Yahvé entregó a Moisés:
Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo
Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tiene alas, es un amigo
Ningún animal usará ropa
Ningún animal dormirá en una cama
Ningún animal beberá alcohol
Ningún animal matará a otro animal
Todos los animales son iguales

Luego de la rebelión instalada y exitosa, la granja prospera.

Con el paso del tiempo, los animales comienzan a abusar del poder y manipular las consignas escritas en su favor, incluso a burlarlas. Poco a poco finalizan adoptando los defectos del hombre que habían criticado.

La única ley  inmutable que permanece a partir de ese momento es:
Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.

La susceptibilidad hacia las cosas vuelve a instalarse, y el principio de las excepciones a establecerse.

El «gatopardismo» se adueña de las mentes: hacer como que las cosas cambien para que continúe todo del mismo modo.

Argumento que se verifica en el seminario dictado por  Jacques Lacan, El reverso del psicoanálisis.  La clase del 3 de diciembre de 1969, refleja las verónicas discursivas de los estudiantes universitarios que protestan. El ole-ole, bum-bum, tachín-tachán, son los ruidos onomatopéyicos que constituyen el movimiento de opinión, y marcan, con esos sonidos perturbadores, la incompletud, la insatisfacción, en fin, lo que un rebelde puede confundir: que nada es todo.

Lacan señala que la aspiración rebelde o revolucionaria es algo que no tiene otra salida que desembocar en discurso del amo.

No puedo dejar de citar entonces, el final de la metáfora orwelliana: «Doce voces gritaban enfurecidas, y todas eran iguales. Ahora no había duda de la transformación en las caras de los cerdos. Las criaturas asombradas pasearon su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y, nuevamente, del cerdo al hombre, pero ya era imposible distinguir quién era uno y quien era otro».

La rebeldía es una virtud cuando señala un acontecimiento y no se detiene en él ni se lo apropia. Fuego interno, explosión constante. Quizá sea producto simpático, cautivante y seductor para una época temprana de la vida, parafraseando a  William Shakeaspeare con relación a la juventud, «se revela contra sí misma, aún cuando nadie se acerque a hostigarla». Rebeldía, entonces, como dato de la juventud. Quien «mantenga» ese rasgo «continuará» siendo joven. En este último caso, la rebeldía detiene el tiempo, pero como variable subjetiva, puesto que para los otros resulta un rasgo intratable.

Es malestar cuando intenta imponer un nuevo orden construido por promesas y se constituye en un decir monolítico, hostil, insufrible, intolerante y odioso. Única voz tiránica que sólo gobierna a través de sus caprichos inalterables a lo largo el tiempo. Donde decir más, resuena en la inmensidad de un desierto personal.

Para finalizar, cabe aclarar que cualquier similitud con alguna realidad política globalizada es, como la leyenda que se agrega en casi todas las realizaciones cinematográficas, pura coincidencia.

Fuente e imagen: http://www.revistavirtualia.com/articulos/512/miscelaneas-ii/que-es-realmente-la-rebeldia

 

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El psicoanálisis puesto a prueba por el actual malestar en la cultura ¿El complejo de Edipo ya caducó?

Por: Carlos Gustavo Motta

En la eterna disputa entre lo clásico y lo nuevo, el concepto de hibridez podría ser una constante a aplicar en términos psicoanalíticos, propone el autor al Reconocer otras formas de subjetividad política.

En el último período de la realización de los comics, nuestros personajes (algunos admirados y la mayoría mutantes y en menor medida alienígenas) provocan, inspirados por los guionistas mismos, cambios radicales: desde la revelación de sus identidades secretas, parejas igualitarias, elecciones homosexuales hasta la muerte de sus principales protagonistas para dar paso a generaciones nuevas actualizadas por los tiempos que corren: Valkyrie, personaje que hemos visto en las cintas de Thor, es la primera superhéroe abiertamente LGBTQ+ de Marvel. Es que las narrativas visuales representan generalmente personas que son acosadas, humilladas, abusadas por ser señaladas por la sociedad como diferentes. Y además, permite, como cualquier intersección posible de investigación, discurrir entre múltiples variables.

En la eterna disputa entre lo clásico y lo nuevo, el concepto de hibridez podría ser una constante a aplicar en términos psicoanalíticos, para no estar repitiendo las mismas citas de Freud y Lacan que regulan nuestros escritos y que tienen por deseo constituirse en referencias canónicas. Nada de esto le hace bien al psicoanálisis en la subjetividad de nuestra época. Corre el riesgo de un anquilosamiento intelectual propio de academicistas normopáticos que buscan la bendición de las instituciones psicoanalíticas que cada uno habita o transformarse en referentes periodísticos “psicopinólogos”, neologismo que transita por revistas de divulgación si en vez de escuchar el ruido del mundo y no preferir una cita utilizada para validar una idea.

Liberar el cuerpo y la psiquis

Este ruido del mundo, el 17 de noviembre de 2019 fue replicado por Paul B. Preciado, ante una comunidad psicoanalítica en la 49 Jornada de la Ecole de la Cause Freudienne, quien ya nos tiene acostumbrado con sus provocaciones intelectuales en el buen sentido del término, liberar el cuerpo y la psiquis y despertar conciencias adormecidas producto de “el más de lo mismo”, las ataduras morales y las restricciones políticas.

En la última parte de su estimulante ponencia, Preciado afirma que los psicoanalistas “no pueden continuar hablando del Complejo de Edipo o del Nombre del Padre en una sociedad donde las mujeres son objeto de femicidios; donde las víctimas de la violencia patriarcal se expresa por denunciar a sus padres, maridos, jefes, novios; donde las mujeres denuncian la política institucionalizada de violación o donde millones de cuerpos bajan a las calles para denunciar agresiones homofóbicas y las muertes, casi cotidianas de mujeres trans, así como de las formas institucionalizadas de racismo” (Preciado, 2019).

Eric Laurent, con su acostumbrado discurso contemporizador, también afirma que la idea del Complejo de Edipo de Freud se volvió obsoleta y que Lacan demostró que no servía más señalando, además, que el avance de este concepto princips del psicoanálisis debe articularse con otros para pensar el mundo actual. Afirma que la orientación lacaniana es de unarismo en la cuestión sexual y que implica liberarse del binarismo porque del lado de los hombres está lo que Lacan llamó el obstáculo fálico: “Para decirlo de manera brutal –afirma Laurent– los hombres no tienen la experiencia del sexo, sino la del órgano. En la mujer, por el contrario, hay una deslocalización del sexo”.

Los interrogantes que surgen no debieran permanecer dentro de lo heteronormativo. Entonces, ¿cómo avanzamos? ¿Y si se avanza por aquel dispositivo llamado Pase?

No resulta casual que Preciado en el inicio de su presentación haya preguntado a viva voz si entre los psicoanalistas presentes había alguien que hubiese renunciado legal y públicamente a la diferencia sexual y haber sido aceptado como psicoanalista y haber logrado exitosamente el pase (dispositivo inventado por Lacan para verificar la finalización de un tratamiento psicoanalítico).

Entonces, la propuesta de avance para el psicoanálisis hoy no es sólo escribir el malestar de la cultura todo el tiempo sino ubicar con precisión una transformación epistemológica en curso que deje de lado los argumentos heternormativos y normopáticos teniendo en cuenta tres cuestiones mencionadas por Preciado: 1) El concepto de diferencia sexual con el que trabaja el psicoanálisis no puede constituirse apelando a la naturaleza o al orden simbólico porque resulta construida desde una verdad biopolítica del cuerpo y como tal es histórico y cambiante. 2) La aparición de nuevos datos morfológicos, cromosómicos y bioquímicos vuelve imposible la atribución sexual binaria. 3) Producto de estos cambios mencionados, el concepto de diferencia sexual se encuentra en mutación, situación que verificaremos a lo largo de los próximos diez o quince años.

En 1951, la idea de aceptar un candidato homosexual en el análisis didáctico era condenada de antemano por la IPA. En aquella época eran raros los psicoanalistas que consideraban la homosexualidad como una forma de sexualidad entre otras. En el movimiento freudiano se la consideraba no sólo como una perversión sino como una desviación social o una psicosis. De tal modo que cuando los psicoanalistas tomaban en cura a homosexuales, adoptaban una actitud de rechazo. O bien se negaban a analizarlos cuando éstos manifestaban el deseo de hacerse psicoanalistas o bien se ocupaban de ellos con la meta de hacerlos entrar por “el buen camino” de la heterosexualidad. Lacan no se plegaba a ese conformismo y aceptaba analizar a homosexuales como a pacientes ordinarios, sin tratar de normalizarlos.

En el 2020 los movimientos trans, queer, las denuncias de las víctimas por violencia heteropatriarcales, las prácticas de filiación, relaciones amorosas, identificación de género, de las nominaciones, etc., no son más que itinerarios de estas transformaciones. Lo clásico. Lo nuevo. El psicoanálisis, por su historia, no puede permanecer ajeno a estos cambios ni encerrarse en sus instituciones o en sus orientaciones rígidas. Y esta cuestión va más allá de lo teórico.

Reconocer otras formas de subjetividad política, iniciar un proceso crítico de invención, permitirá construir una nueva epistemología donde la obra siempre abierta que resulta finalmente de un tratamiento psicoanalítico posible, nos permita avanzar en nuestro lazo social con otros, sin imaginarios consistentes o hipocresías nunca resueltas. Como propuesta a seguir, la hibridación contemporánea con otros discursos es una apuesta dirigida al encuentro de una episteme que alimente al descubrimiento freudiano y lo revitalice.

Fuente e imagen: https://www.pagina12.com.ar/242368-el-complejo-de-edipo-ya-caduco

 

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