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Leyes secundarias

Por: Carlos Ornellas. 

 

No obstante que el presidente López Obrador lanzó la iniciativa de contrarreforma educativa –que luego devino en una reforma de la reforma– desde el 12 de diciembre, los nudos en el Congreso tardan en desatarse.

Las negociaciones con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) –también con las demás facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y otros actores, aunque menos intensas– coronaron la enmienda constitucional el 15 de mayo. La búsqueda de precisión en la abultada retórica en el artículo 3º pospone el entramado de las leyes para el Organismo para la Mejora Continua de la Educación, la del Sistema para la Carrera de los Maestros (que quién sabe cómo se llamará al final) y modificaciones a la Ley General de Educación. Además, las consignas que el Presidente lanza con frecuencia, como eliminar al Instituto Nacional de Infraestructura Física Educativa (Inifed), provocan aprensión en los legisladores.

Cierto, hubo foros de consulta organizados por diputados, senadores, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies). Hubo ponencias en serie, presentadas por la facción que lidera Alfonso Cepeda Salas, reclamos ruidosos de grupos de maestros disidentes, apuntes de dirigentes de instituciones de educación superior públicas –preocupados al por mayor– y reflexiones de docentes de base y académicos. Pero la línea que tiraba –tira– el Presidente es la narrativa preponderante y tal vez prevalezca en las nuevas leyes, Morena y aliados hacen mayoría.

Observo dos conceptos en conflicto –en sentido estricto no deberían estar encontrados, pero la realidad es terca–: bienestar y excelencia. El primero incluye los símbolos preferidos del Presidente: equidad, igualdad, salud, fomento a la lectura, valores humanistas (recordar la Cartilla moral de Alfonso Reyes) y enfoques regionales en la enseñanza para zonas indígenas y rurales.

El segundo, comprende lo mismo que todas las reformas de orientación neoliberal que pululan por el mundo: calidad –aunque la palabra se haya proscrito del artículo 3º– eficacia, eficiencia y aprendizaje.

Estos dos preceptos no sólo tienen que empaquetarse en leyes, sino también en dispositivos pedagógicos para que los docentes se apliquen y los pongan en práctica. Y vamos otra vez al núcleo: el magisterio. Sobre este actor preponderante recaerá de nuevo la responsabilidad de llevar a puerto las iniciativas. Así fue en todas las reformas del pasado y seguirá siendo en la presente.

Tal fijación no es arbitraria. Las reformas que han tenido éxito –la más reciente en México fue la que impulsó Jaime Torres Bodet tras el derrumbe de la educación socialista– es porque llegaron al salón de clase y los maestros hicieron suyos sus postulados. Pero no fue de inmediato. Torres Bodet lanzó la señal de cambio en 1944 y tuvo que regresar a la jefatura de la Secretaría de Educación Pública 14 años después para consolidar los principios y ejecutar las obras sobresalientes.

Hoy la narrativa del Presidente y sus seguidores en la SEP y Morena privilegian al maestro y al normalismo, les echan flores. Pero al mismo tiempo le cargan la responsabilidad. Si no hay frutos en cinco años, de nuevo, de ser considerados héroes se les acusará del fracaso.

En Estados Unidos tienen un dicho para calificar a quienes cumplen: “pone su dinero donde puso sus palabras”. Las leyes secundarias que vienen dibujarán un panorama amable, hasta donde se pueda, elogiará la labor de los maestros y refrendará la retórica presidencial. Pero el corpus verdadero vendrá en la Ley de Coordinación Fiscal y los presupuestos anuales para la educación.

Una reforma triunfante cuesta mucho tiempo, esfuerzo y recursos. Me temo que el enemigo principal de la reforma del presidente López Obrador será la austeridad republicana, aunque al final, la culpa se les endorsará al neoliberalismo y a herencias del pasado. Los maestros serán de nuevo culpables y víctimas. Las leyes podrán cambiarse de nuevo.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/leyes-secundarias/1324963

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Cambio organizacional en el SNTE

Carlos Ornelas 

La Reforma Educativa y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) parecen estar amarrados con una liga indisoluble: son protagonistas de estudios académicos recientes. Acaso no pueda concebirse la reforma de 2013 sin la consigna de “recuperar la rectoría de la educación” en referencia obvia al tipo de dominación corporativa que señoreó en el sector educativo por décadas… y que quizás regrese.

Hace poco, en mi Casa abierta al tiempo, fui jurado en el examen de doctorado en Ciencias Sociales de Luis Fernández Marfil, Reforma educativa y cambio institucional en el sindicato magisterial. Presentó un trabajo de calidad académica sobresaliente. Sé que es imposible hacer honor a una investigación de ese calibre con pocas palabras; sólo destaco su cuantía.

En el título se dibuja el enfoque teórico para el análisis, el neoinstitucionalismo sociológico y, dentro de él, perspectivas diversas que debaten la noción de cambio institucional. Luis Fernández resuelve el asunto, adopta y adapta una que pone el acento en mudanzas incrementales en vez de radicales. Postula que los efectos del marco
institucional, emanado de la reforma y los cambios en el contexto –en su interacción con las reglas formales e informales existentes al interior de las secciones sindicales– es resultado de la tensión entre viejas y nuevas prácticas que chocaron con las normas de la reforma. Éstas fueron generadas
en negociaciones cupulares que el gobierno y las fuerzas del Pacto por México quisieron imponer en corto tiempo.

Sin embargo, las mudanzas normativas, que incluyeron enmiendas en la Constitución y la elaboración de nuevas leyes, acarrearon consecuencias en la organización del SNTE y las relaciones políticas entre sus facciones. Su tesis: la organización sindical reacciona de manera adaptativa a los
cambios y desafíos del entorno institucional en el que se desempeña (factor exógeno), mas las tensiones internas definen porciones del cambio y de la constancia de ciertas relaciones políticas.

Resalta el estudio que hace de la resistencia que ofreció la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación  (CNTE) y los logros que obtuvo, políticos e ideológicos. Esta persistencia en la rebeldía condujo a que al final del gobierno de Enrique Peña Nieto resultara como la ganadora de la contienda sexenal.

Con el fin de comprender la dinámica del cambio institucional y la forma en que las organizaciones magisteriales evolucionan, defienden sus espacios de poder, se relacionan y adaptan a las modificaciones del marco en el que se desempeñan, Fernández Marfil desplegó un aparato de análisis sofisticado y complejo. No obstante, su redacción clara hace que sus argumentos fluyan sin contratiempos.

Uno de los atributos de esta tesis es que de manera brillante –es la palabra apropiada– conjuga la “voz de los actores” con los conceptos originados de su marco teórico. Con todo y que la Reforma Educativa emanó de la cúspide y tuvo un trayecto descendente, consiguió defensores dentro del Sindicato, aunque causó incertidumbre entre los maestros.

El cambio de rumbo en la política nacional a partir del 1 de julio de 2018 confirma puntos que Luis Fernández abordó desde que planteaba sus primeros borradores. El cambio organizacional requiere de tiempo, maduración y acciones consecuentes. El gobierno de Peña Nieto no tuvo ese tiempo y sus actos volubles en su trato con la CNTE echaron por la borda la mayor parte de sus propuestas.

Pero no todas. En el epílogo, Fernández Marfil dibuja la prolongación de viejas tradiciones con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero también la supervivencia de atributos de la Reforma Educativa de Peña Nieto. El cambio es pausado, parece decir.

Espero pronto ver trocada su tesis –con la debida actualización– en un libro. Le auguro influencia en la academia.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/cambio-organizacional-en-el-snte/

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INEE H OMCE

Por: Carlos Ornelas. 

No sé si sea un dicho popular, pero a menudo escucho que es más fácil destruir lo existente que crear un objeto nuevo. Con la Reforma Educativa de 2013 no se demolió al todavía joven Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, se le otorgó autonomía constitucional y creció su importancia; se erigió sobre lo existente.

Si bien en su iniciativa del 12 de diciembre, el presidente López Obrador diseñó una contrarreforma educativa, en el Congreso, los partidos de oposición abanderaron una iniciativa que elaboraron colegas investigadores de la educación. Ésta le quitaba los filos destructores (ni una sola coma, había dicho Mario Delgado) y, sin atacar la propuesta de Andrés Manuel López Obrador, moderaba el afán demoledor, fue la reforma de la reforma.

Uno de los dispositivos de esta moción reparaba la idea del gobierno de sujetar bajo el control de la Secretaría de Educación Pública al organismo que sustituiría al INEE. En su lugar, el Congreso aprobó —y me imagino que López Obrador dio su visto bueno— un aparato con autonomía técnica comandado por una Junta Directiva que elegiría el Senado sin injerencia del Poder Ejecutivo, asesorada por un Consejo Técnico, electo de igual manera.

Al igual que en la reforma de 2013, primero se designa a los jefes y luego se elaboran las leyes que establecen sus responsabilidades y atribuciones. “Esto es México, ¿qué le vamos a hacer?”, me dijo mi amigo El Maestro, a quien hacía tiempo que no saludaba.

Después de tropezones, el 2 de julio, el Senado designó a los 12 capitanes del Organismo para la Mejora Continua de la Educación (OMCE). A pesar del desaseo en el proceso de designación —pacto entre Morena y PRI— no prejuzgo. No pienso que sean chairos, como tampoco que los jefes del INEE fueran fifís.

No obstante, los perfiles de los nuevos jefes son diferentes. En el INEE se privilegió a la academia, los primeros integrantes con carreras distinguidas en la investigación educativa; en la nueva Junta, hay pluralidad. Dos de las integrantes, María del Coral González Rendón y Etelvina Sandoval Flores, son normalistas de origen. Silvia Valle Tepatl es licenciada en educación primaria. Las tres con experiencia frente a grupo y espíritu magisterial. También militantes de Morena y, al menos Sandoval, cercana a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

Los dos varones tienen experiencia en el funcionariado. Óscar Daniel del Río Serrano tiene dos doctorados, pero su experiencia es en puestos administrativos, también miembro de Morena. Florentino Castro López es ajeno al sector educativo. Llegó por un compromiso entre Morena y PRI.

Entre los integrantes del Consejo Técnico predomina el perfil académico, y experiencia en el servicio público. Al parecer, allí hay pluralidad en orientaciones políticas.

El OMCE nace en tiempos de incertidumbre. Colegas y periodistas son escépticos acerca de su futuro desempeño. Pienso que no será mejor ni peor que la faena de la SEP en tiempos de Morena.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/inee-h-omce/1322987

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Otra reforma laboral, no educativa

Por: Carlos Ornelas

Las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación andan a todo lo que dan. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación con su política de amago, movilización y presión sobre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y de los estados donde es mayoría. Su exigencia —que no demanda— es volver las cosas a como estaban o, mejor aún, obtener más.

La Sección 22 lo planteó sin ambages: “Que el gobierno derogue el decreto del 20 de julio de 2015”, con el cual el gobierno de Enrique Peña Nieto, de la mano del gobernador Gabino Cué, le arrebató el control que tenía del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca y sobre los maestros.

Los propósitos de la facción que capitanea Alfonso Cepeda Salas no difieren de los de la CNTE, pero lo hace con una envoltura retórica distinta: de loas al Presidente y al “Nuevo Acuerdo Educativo”. También apoya al secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma. Además, con ponencias en las audiencias públicas a las que convocó el Congreso federal. Tan es así que, en la primera sesión, del lunes 24, presentó 18 de 38 ponencias.

Claro, es un sindicato y su primera obligación es velar por los derechos de sus agremiados. Pero en la mayoría de las propuestas —al menos por lo que el SNTE anuncia en sus comunicados— se nota la ausencia de su materia de trabajo: la enseñanza. Menos aparecen los derechos de la infancia, educación de calidad (o buena educación para poner un término que no desata polémicas) ni compromiso ético de los docentes; ese que Pablo Latapí sintetizó en “la normalidad mínima”.

Cuando el SNTE habla de los alumnos es para que se inserten al mundo tecnológico; por ello demanda incrementar equipamiento y conectividad de los planteles escolares. También se pronuncia por alinear “la práctica pedagógica en las escuelas con la visión de formar para la vida, así como incluir en el currículum deportes, idiomas y tecnologías”. Ésas no son posturas reaccionarias, pero no se distinguen mucho de propuestas neoliberales que impulsan organismos intergubernamentales, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Lo demás es para garantizar en las leyes General de Educación, del Sistema para la Mejora Continua de la Educación y del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros la posibilidad de su retorno a cogobernar en el sistema educativo mexicano: programas de capacitación y actualización; desarrollo y capacitación continua; becas para diplomados, maestrías y doctorados; un programa obligatorio de capacitación didáctica; y que las evaluaciones diagnósticas sean diseñadas por personas con experiencia frente a grupo (es decir, por fieles del SNTE).

Si la Ley General del Servicio Profesional Docente ponía énfasis en el mérito (cierto, más individualista que colectivo, más centrado en la persona que en la corporación), la propuesta del SNTE es retornar a la vieja usanza: “Para la promoción se solicita considerar antigüedad en el servicio y función inmediata anterior… y el ascenso lineal tomando en cuenta el desarrollo profesional [credenciales], la actualización continua, actitudes, aptitudes y habilidades docentes en su entorno escolar”, juzgadas por sus pares. En otras palabras, el regreso del escalafón bajo control de los líderes.

Cuando leo los comunicados del SNTE viene a mi mente una frase que acuñó Emilio Blanco: “La formación y actualización de los docentes son terrenos fértiles para la simulación” (en Los límites de la escuela).

Espero que los congresistas tomen en cuenta las premisas que esta misma Legislatura incorporó al artículo 3º de la Constitución: “La educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva… El Estado priorizará el interés superior de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el acceso, permanencia y participación en los servicios educativos”.

Si no, será otra reforma laboral, no educativa.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/otra-reforma-laboral-no-educativa/

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Condiciones para reformas educativas exitosas

México / 23 de junio de 2019 / Autor : Carlos Ornelas / Fuente: Excelsior

Una de las conclusiones generales es que no hay recetas infalibles, que las condiciones para el logro efectivo de reformas educativas dependen de innumerables factores, donde —aun las más exitosas— tienen fracasos temporales. El resultado nunca es final, implica una cadena de acciones —políticas e institucionales—, donde las relaciones entre la burocracia y los maestros, por lo regular, son conflictivas

La semana pasada se llevó a cabo un simposio multinacional con el título de este artículo. El cónclave se llevó a cabo en el Centro Internacional de Estudios Pedagógicos, con el patrocinio del Ministerio Francés de Educación. Alain Bouvier, editor jefe de la Revue Internationale d’éducation de Sèvres, y Marie-José Sanselme, segunda de a bordo, convocaron a un grupo ecuménico donde había exaltos funcionarios, académicos, inspectores escolares y docentes de varios niveles.

Los trabajos se distribuyeron en mesas generales y seis talleres. La organización fue acertada, con un uso eficaz del tiempo. El simposio abrió con una conferencia de Jean-Michel Blanquer, ministro de Educación y de la Juventud de Francia. Los presentes aplaudimos que ofreciera una conferencia con los temas de la convocatoria y que no aprovechara el espacio para hablar o presumir sus programas; ofreció un panorama global. No dictó línea, pero resumió los fines del encuentro.

Los organizadores brindaron un panorama global y, a la vez, ordenaron en talleres la exposición de casos nacionales o sectoriales de países tan diversos como Chile y Corea, Senegal y México, Italia y Burkina Faso, India y Costa de Marfil, Mali y Estados Unidos, China y Canadá, Hong Kong y Portugal, Suiza y Polonia, Nueva Zelanda y Marruecos, Suecia y Ecuador, Inglaterra y Cataluña, Sudáfrica y Francia. Además, participaron representantes de organismos intergubernamentales y organizaciones francófonas de diversa naturaleza. ¡Y todo cupo en dos y medio días de trabajo!

Los relatores de mesas y el cronista general trabajaron horas extra y al final del simposio tenían un informe comprensivo de la pluralidad de asuntos que se trataron y de ejemplos relevantes de reformas educativas.

Una de las conclusiones generales es que no hay recetas infalibles, que las condiciones para el logro efectivo de reformas educativas dependen de innumerables factores, donde —aun las más exitosas— tienen fracasos temporales. El resultado nunca es final, implica una cadena de acciones —políticas e institucionales—, donde las relaciones entre la burocracia y los maestros, por lo regular, son conflictivas. Una trama que parece ser general es que hay una especie de reforma permanente.

También se discutió que los actores defienden posiciones políticas e ideológicas a la vez que protegen intereses de grupo o de partido político. No hay reformas neutras, todas persiguen propósitos, unos, manifiestos; otros, implícitos. Calidad y equidad son fines generales de muchas campañas que incluyen particularidades, como la incorporación de niñas o búsqueda de fondos para paliar la escasez. Los recursos económicos siempre son insuficientes.

Todas las reformas se libran en contextos políticos particulares, pero el ambiente global influye en su ejecución. En todas, sin excepción, los maestros son los actores principales, ya como ejecutores, ya como freno a las innovaciones que proponen los reformadores.

En la relatoría general, Jean-Marie de Ketele esbozó tipologías de las reformas. Un tema en el que no se ha discutido mucho en la bibliografía internacional es responder para quién se hacen las reformas. Un asunto apasionante que me movió a pensar modos de abordaje para analizar las mexicanas de los últimos seis lustros.

Una de las condiciones generales para el éxito de las reformas en educación es la continuidad y la administración del tiempo. Las reformas que han logrado calar en el sanctum de la educación —el salón de clases— y en la cultura magisterial tomaron décadas. Se lanzaron, se adaptaron estrategias tras de valorar sus resultados, pero se mantuvieron los propósitos, a pesar de cambios en los gobiernos.

Las reformas de este nuestro país fueron prisioneras del tiempo mexicano (seis años). Sospecho que la del actual gobierno padece el mismo síndrome.

 

RETAZOS

Las ponencias de los talleres pueden consultarse en francés e inglés en https://journals.openedition.org/ries/7322

 

Fuente del Artículo:

https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/condiciones-para-reformas-educativas-exitosas/1319447

Fuente de la Imagen:

https://cafedocente.com/1-aprendizaje-y-asesor%C3%ADa/f/las-reformas-educativas-y-sus-riesgos

ove/mahv

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Austeridad o control

Por: Carlos Ornelas.

En charlas con colegas de mi Casa Abierta al Tiempo noto incertidumbre. Unos se preguntan si en realidad el Presidente quiere austeridad o busca controlar a la gente que le disgusta… La credibilidad del Presidente comienza a disminuir

05 de Junio de 2019

El presidente López Obrador es un hombre persistente, sostiene sus ideas contra viento y marea. Rara vez cambia de opinión, nadie sabe a quién escucha. Por ello, sus mensajes se prestan a confusión e interpretaciones disímbolas.

Todas las decisiones de un gobernante —cualquiera que sea y de donde sea— generan controversia. Los razonamientos que se esgrimen en su contra se basan en asuntos materiales o ideológicos, en combinaciones de intereses que se afectan o ánimos de poner trabas al gobierno. No hay neutralidad en los juicios.

Una decisión del Presidente afecta a los productores de ciencia y tecnología y quizá causará cambios en la movilidad de estudiantes de educación superior. El Presidente determinó qué él en persona resolverá las solicitudes de viajes al extranjero de académicos mexicanos. Aunque en la mañanera del 2 de junio indicó que “tendrá un acuerdo con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para definir criterios claros para las salidas de los científicos, pero sobre la base de preservar la austeridad” (La Jornada, 03/VI/2019).

No obstante, ya había argumentado que “tuvimos que hacer esto porque era un desorden”, por lo que ahora “se evaluará si realmente [el viaje es] en beneficio de la ciencia”.

Y es aquí donde comienzan las dudas, ¿quién decidirá si la participación de un científico en un congreso internacional beneficia a la ciencia?, ¿quién definirá los criterios?, ¿serán los tradicionales que enarbola el cuerpo científico o nuevos emanados de la Cuarta Transformación?

Cuestiones que generarán debates entre nosotros, pero serán académicos. A fe mía que el Presidente ya tomó la decisión de que él —nada más él— tiene la visión correcta para evitar el “turismo político” y académico “a costa del erario”.

AMLO tiene un punto de partida, la desigualdad (que para otros es quitar dinero a instituciones públicas para destinarlo a sus proyectos de infraestructura y programas sociales-electorales) y un juicio previo sobre la comunidad científica: “No se olviden, el régimen neoliberal fue defendido por científicos, intelectuales y comunicadores en el cual se produjo una gran corrupción, un gran saqueo y se padece una monstruosa desigualdad”.

En charlas con colegas de mi Casa Abierta al Tiempo noto incertidumbre. Unos se preguntan si en realidad el Presidente quiere austeridad o busca controlar a la gente que le disgusta. AMLO tiene muchos seguidores en mi comunidad, defienden sus puntos y visiones, pero también les preocupa que en el futuro inmediato sus resoluciones puedan afectar el trabajo e ingresos del profesorado. La credibilidad del Presidente comienza a disminuir.

Incluso, unos —quizás afectos a la teoría de la conspiración— especulan que la “falla mecanográfica” de la iniciativa del 12 de diciembre para reformar la Reforma Educativa fue a propósito. Se recordará que el proyecto contemplaba eliminar la fracción VII del artículo 3º, el que consagra la autonomía universitaria. El gobierno nunca corrigió la “supuesta” falla.

La sospecha se refuerza con la nota en Animal Político (30/V/2019). Por disposición presidencial, un jefe de departamento negó permiso a un científico del Cinvestav —uno de los pilares de nuestra ciencia— para hacer una estadía de investigación en Chicago. A pesar de que él pagó el pasaje de su bolsillo y que la institución anfitriona le sufragaría el hospedaje.

En la misma conferencia del 2 de junio, AMLO insinuó que se terminará con los programas de movilidad estudiantil. “Sólo se atenderá lo más indispensable”.

Algo no cuadra en los deseos del Presidente. Por motivos de austeridad, el gobierno congela subsidios a las universidades públicas, pero les exige que admitan a todos los solicitantes. Advierte que terminará con programas de estímulos a los profesores de las instituciones de educación superior al tiempo que restringe fondos para la investigación científica.

Tal vez, me dijo una colega, la austeridad republicana sea un mecanismo de control social.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/austeridad-o-control/1316782

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AMLO-CNTE-SNTE

Por: Carlos Ornelas.

En la semana que terminó, el presidente López Obrador se reunió por separado con los líderes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y de la facción mayoritaria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Para la CNTE fue un hecho histórico, AMLO les obsequió lo que ningún otro gobernante les había concedido: tres horas de su tiempo. Para el SNTE fue la oportunidad de un acercamiento con el jefe del Estado.

En estas conversaciones, los negociadores obtuvieron algo, pero dudo que haya sido para bien de la educación. De acuerdo, la apertura del Presidente es una muestra de que busca tranquilidad en el sector educativo, que está dispuesto a negociar con grupos opuestos —hasta el grado del odio— con el fin de alcanzar grados de gobernabilidad. Este es un requisito previo para administrar el sistema escolar.

Sin embargo, también puede ser el comienzo de un nuevo arreglo corporativo donde, a cambio de concesiones, el primer mandatario se convierta en el árbitro supremo de los asuntos sindicales, aunque se antoja imposible que los jefes de esas facciones se pongan de acuerdo en algo sustantivo. Ellos sí tienen claras sus metas.

Las declaraciones de líderes de la CNTE fueron festivas y a la vez de amenaza: “Nos vamos satisfechos porque seguimos teniendo la mesa de trabajo con la más alta investidura de este país”, dijo Enrique Enríquez, secretario general se la sección 9 (Excélsior, 21/05/19).

En un documento le dejaron sus demandas al gobierno y por escrito se las responderá mañana. La exigencia: abrogación total de la “mal llamada” Reforma Educativa. Pedro Gómez, dirigente de la sección 7, de Chiapas, fue diáfano: “Hemos dejado bien claro la exigencia de la reparación de todos los daños y consecuencias”. Luego el reto: “Vamos a mantener nuestra resistencia y desobediencia ante la aplicación de una ley que afecte a los trabajadores de la educación”. Y si el Congreso de la Unión no la abroga, “lo haremos en las calles”.

Alfonso Cepeda Salas, jefe del SNTE, festejó que el jefe del Estado los haya agraciado con tres horas de su tiempo. Ya había celebrado el incremento de salarios anunciado el Día del Maestro. Dijo que le planteó a López Obrador revisar de manera conjunta procesos transparentes para premiar al mérito académico y escoger a los mejores maestros; claro, dando prioridad a egresados de las normales. Lo central: basificar a miles de maestros (es decir, retornar a las irregularidades). También le expresó una reivindicación sentida y legitima al 100 por ciento: “… más protección ante la inseguridad y extorsión a manos del crimen organizado”.

La oferta del Presidente es que ambos grupos participarán en la discusión de la futura ley para el Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros. Y es por allí donde pueden colarse las prácticas corporativas, ya que la reforma de este gobierno prometió que los maestros se rijan por el apartado B del artículo 123: la raíz del acto corporativo.

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/amlo-cnte-snte/

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